SEARCHING FOR SUGAR MAN
Me pregunto si este fascinante Rodríguez, este Sugar Man que es buscado desesperadamente en el documental, quería ser realmente encontrado.
Y digo ésto porque lo que más me interesa de "Searching for Sugar Man" es el aparente distanciamiento con el que Rodriguez vive el hecho de ser resucitado de entre los muertos.
No habla demasiado Rodríguez en un documental más interesado en tratarle como un objeto a encontrar que como un sujeto dueño de un pensamiento y de una palabra. Pero no pasa nada. Sugar Man sabe bien cuál es su papel y se limita a interpretarlo con desgana y desapego, como quien soporta una presencia molesta con el máximo de educación que le permite la situación.
No habla demasiado y tengo la impresión de que Sugar Man tiene sus propias ideas al respecto, unas ideas que intuyo interesantes y afiladas contra el mundo que le vomitó treinta años atrás y que ahora de repente quiere recuperarle para colocarle en el aparador donde antes no quiso situarle y luego volver a vomitarle... porque estoy seguro de que nadie se acordará de Rodriguez dentro de un año.
Y tengo también la impresión de que lo más interesante es lo que Rodriguez calla mientras, por las abandonadas y arruinadas calles de Detroit, se deja filmar sin demasiado interés por los autores del documental, autores que no parecen tampoco demasiado interesados en la verdad de su historia.
Estoy convencido de que, si el artista se tomase en serio ese interés que todos parecen sentir por él y hiciese uso de su turno de palabra, no sería un documental ni tan emocionante ni tan bonito, pero Rodriguez sigue siendo un genio y sabe que no merece la pena, que cualquier esfuerzo por producir un poco de verdad resulta a estas alturas de su vida innecesario cuando no estúpido.
Es mejor esa mentira tan auténtica, esa historia de amor casi en technicolor y con encuentro final de un público con su artista mientras, y como parte del espectáculo, el espectador se pregunta con asombro cómo diablos ha sucedido éso, cómo es posible que un músico tan poderoso haya pasado desapercibido durante tanto tiempo cuando, y para saberlo, sólo habría que preguntárselo al interesado en una entrevista de diez minutos ante la cámara... pero nadie hace las preguntas pertinentes, preguntas que generarían unas respuestas en la que todo tendría un verdadero, real e incómodo sentido.
Desaparecerían los encendidos colores del technicolor y aparecería el duro blanco y negro sin concesiones del blues
¿Cuánto dinero se dedicó a la promoción del disco? ¿Se empleó una cantidad por encima o por debajo de la media? ¿Cuál fue la actitud de los ejecutivos de las discográficas ante la promoción de un cantante mejicano con evidente aspecto indígena en los Estados Unidos de finales de los sesentas?
No tenemos respuestas a preguntas como esas... o peores a lo largo del documental.
Tampoco tenemos demasiadas preguntas, preguntas de esas, de las buenas y mucho menos se formulan esas preguntas al protagonista. Priman más los discursos hipócritas de los ejecutivos de las discográficas que desvergonzadamente se encojen de hombros o fingen no entender nada que la palabra de la víctima, el propio Rodríguez, reducido casi a un objeto perdido que el público termina por encontrar, que sabe mejor que nadie lo que sucedió.
A final de la década de los años 60, un misterioso músico casi vagabundo fue descubierto en un bar de Detroit por dos productores que quedaron prendados de sus melodías conmovedoras y de sus letras proféticas. El cantante grabó dos discos pero el éxito nunca le acompañó. Azarosamente, uno de los discos encontró entre los blancos sudafricanos opositores al apartheid su lugar en el mundo convirtiendo a este músico llamado Rodríguez en toda una estrella, un auténtico fenómeno que sustentó con su música la lucha por la libertad en el África Austral.
El documental nos cuenta el largo camino en el que sus fans, desde el interés por su misterioso idolo, se empeñaron en saber hasta finalmente encontrarle
"Searching for Sugar Man" es un fascinante documental que vale más por lo que calla que por lo que cuenta.
"Searching for Sugar Man" publica con brillantez la leyenda.
Imprescindible.
Me pregunto si este fascinante Rodríguez, este Sugar Man que es buscado desesperadamente en el documental, quería ser realmente encontrado.
Y digo ésto porque lo que más me interesa de "Searching for Sugar Man" es el aparente distanciamiento con el que Rodriguez vive el hecho de ser resucitado de entre los muertos.
No habla demasiado Rodríguez en un documental más interesado en tratarle como un objeto a encontrar que como un sujeto dueño de un pensamiento y de una palabra. Pero no pasa nada. Sugar Man sabe bien cuál es su papel y se limita a interpretarlo con desgana y desapego, como quien soporta una presencia molesta con el máximo de educación que le permite la situación.
No habla demasiado y tengo la impresión de que Sugar Man tiene sus propias ideas al respecto, unas ideas que intuyo interesantes y afiladas contra el mundo que le vomitó treinta años atrás y que ahora de repente quiere recuperarle para colocarle en el aparador donde antes no quiso situarle y luego volver a vomitarle... porque estoy seguro de que nadie se acordará de Rodriguez dentro de un año.
Y tengo también la impresión de que lo más interesante es lo que Rodriguez calla mientras, por las abandonadas y arruinadas calles de Detroit, se deja filmar sin demasiado interés por los autores del documental, autores que no parecen tampoco demasiado interesados en la verdad de su historia.
Estoy convencido de que, si el artista se tomase en serio ese interés que todos parecen sentir por él y hiciese uso de su turno de palabra, no sería un documental ni tan emocionante ni tan bonito, pero Rodriguez sigue siendo un genio y sabe que no merece la pena, que cualquier esfuerzo por producir un poco de verdad resulta a estas alturas de su vida innecesario cuando no estúpido.
Es mejor esa mentira tan auténtica, esa historia de amor casi en technicolor y con encuentro final de un público con su artista mientras, y como parte del espectáculo, el espectador se pregunta con asombro cómo diablos ha sucedido éso, cómo es posible que un músico tan poderoso haya pasado desapercibido durante tanto tiempo cuando, y para saberlo, sólo habría que preguntárselo al interesado en una entrevista de diez minutos ante la cámara... pero nadie hace las preguntas pertinentes, preguntas que generarían unas respuestas en la que todo tendría un verdadero, real e incómodo sentido.
Desaparecerían los encendidos colores del technicolor y aparecería el duro blanco y negro sin concesiones del blues
¿Cuánto dinero se dedicó a la promoción del disco? ¿Se empleó una cantidad por encima o por debajo de la media? ¿Cuál fue la actitud de los ejecutivos de las discográficas ante la promoción de un cantante mejicano con evidente aspecto indígena en los Estados Unidos de finales de los sesentas?
No tenemos respuestas a preguntas como esas... o peores a lo largo del documental.
Tampoco tenemos demasiadas preguntas, preguntas de esas, de las buenas y mucho menos se formulan esas preguntas al protagonista. Priman más los discursos hipócritas de los ejecutivos de las discográficas que desvergonzadamente se encojen de hombros o fingen no entender nada que la palabra de la víctima, el propio Rodríguez, reducido casi a un objeto perdido que el público termina por encontrar, que sabe mejor que nadie lo que sucedió.
A final de la década de los años 60, un misterioso músico casi vagabundo fue descubierto en un bar de Detroit por dos productores que quedaron prendados de sus melodías conmovedoras y de sus letras proféticas. El cantante grabó dos discos pero el éxito nunca le acompañó. Azarosamente, uno de los discos encontró entre los blancos sudafricanos opositores al apartheid su lugar en el mundo convirtiendo a este músico llamado Rodríguez en toda una estrella, un auténtico fenómeno que sustentó con su música la lucha por la libertad en el África Austral.
El documental nos cuenta el largo camino en el que sus fans, desde el interés por su misterioso idolo, se empeñaron en saber hasta finalmente encontrarle
"Searching for Sugar Man" es un fascinante documental que vale más por lo que calla que por lo que cuenta.
"Searching for Sugar Man" publica con brillantez la leyenda.
Imprescindible.