Aunque su filmografía contiene películas importantes, me sigue pareciendo que "El cuchillo en el agua" es la mejor película de Roman Polanski.
Se trata de su primer largometraje, rodado en su Polonia natal en 1962, y en él está presente el motor del que se alimentarán casi todas sus películas.
Se ha escrito mucho sobre el carácter perverso del cine de Polanski y es cierto. No obstante, se le ha dado más peso al sexo del necesario y en un sentido demasiado evidente, referido estrictamente a la genitalidad, pero el sexo para Polanski va más allá de esa pura y simple fisicidad.
El sexo sólo es una variante del complejo de entramado de relaciones de poder y sumisión que se establecen entre los personajes que protagonizan sus películas.
En general, y salvo escepciones, las películas de Polanski tienen un carácter teatral. En ellas, con independencia del texto, se presenta esa red que ata a los personajes los unos con los otros, cuando hay un sólo personaje que lucha contra sí mismo como es el caso de "Repulsión" o "El Quimérico inquilino".
En "El cuchillo en el agua" está presente ese mecanismo de una manera cristalina y pura.
Una pareja recoge a un estudiante en la carretera y termina invitando a este a pasar el día en su barco. Durante ese día se establecerá un sofisticado juego de control y dominación entre los dos hombres cuyo metafórico centro será el cuchillo que el estudiante lleva consigo.
En un crescendo progresivo la situación se irá enturbiando hasta alcanzar niveles de violencia soterrada que convierten a "El cuchillo en el agua" en un sorprendente thriller en el que una poco complaciente antropología humana se convierte en el principal protagonista.
En "El cuchillo en el agua" lo que no se dice es tan importante o más que lo que se dice..
Así, el estudiante se convertirá en improvisado felpudo donde el hombre podrá sacudirse sus frustraciones en un proceso sistemático de dominación en el que el cuchillo que porta el estudiante se convertirá en el necesario trofeo. Pero el estudiante también sentirá la necesidad de desafiar ese poder que le ha admitido en ese barco para poder presentarse como tal.
Y todo ante la atenta mirada de la mujer convertida en espectadora y objeto de deseo de un espectáculo de cortejo en el que el hombre adulto y el joven exhiben lo mejor de sí mismos como dos machos en mitad de la sabana.
Desde "El cuchillo en el agua" casi todas las películas de Polanski remiten en mayor o menor medida ese perverso juego de dominación, pero en ninguna de manera tan perfecta y natural, sin tener que recurrir a contextos extremos basados en la violencia y el sexo como en su primera película.
Excepcional.
Se trata de su primer largometraje, rodado en su Polonia natal en 1962, y en él está presente el motor del que se alimentarán casi todas sus películas.
Se ha escrito mucho sobre el carácter perverso del cine de Polanski y es cierto. No obstante, se le ha dado más peso al sexo del necesario y en un sentido demasiado evidente, referido estrictamente a la genitalidad, pero el sexo para Polanski va más allá de esa pura y simple fisicidad.
El sexo sólo es una variante del complejo de entramado de relaciones de poder y sumisión que se establecen entre los personajes que protagonizan sus películas.
En general, y salvo escepciones, las películas de Polanski tienen un carácter teatral. En ellas, con independencia del texto, se presenta esa red que ata a los personajes los unos con los otros, cuando hay un sólo personaje que lucha contra sí mismo como es el caso de "Repulsión" o "El Quimérico inquilino".
En "El cuchillo en el agua" está presente ese mecanismo de una manera cristalina y pura.
Una pareja recoge a un estudiante en la carretera y termina invitando a este a pasar el día en su barco. Durante ese día se establecerá un sofisticado juego de control y dominación entre los dos hombres cuyo metafórico centro será el cuchillo que el estudiante lleva consigo.
En un crescendo progresivo la situación se irá enturbiando hasta alcanzar niveles de violencia soterrada que convierten a "El cuchillo en el agua" en un sorprendente thriller en el que una poco complaciente antropología humana se convierte en el principal protagonista.
En "El cuchillo en el agua" lo que no se dice es tan importante o más que lo que se dice..
Así, el estudiante se convertirá en improvisado felpudo donde el hombre podrá sacudirse sus frustraciones en un proceso sistemático de dominación en el que el cuchillo que porta el estudiante se convertirá en el necesario trofeo. Pero el estudiante también sentirá la necesidad de desafiar ese poder que le ha admitido en ese barco para poder presentarse como tal.
Y todo ante la atenta mirada de la mujer convertida en espectadora y objeto de deseo de un espectáculo de cortejo en el que el hombre adulto y el joven exhiben lo mejor de sí mismos como dos machos en mitad de la sabana.
Desde "El cuchillo en el agua" casi todas las películas de Polanski remiten en mayor o menor medida ese perverso juego de dominación, pero en ninguna de manera tan perfecta y natural, sin tener que recurrir a contextos extremos basados en la violencia y el sexo como en su primera película.
Excepcional.