I
Vivo en un piso alto,
un piso alto desde el que se ve el cielo.
Por las noches me gusta sentarme, a oscuras,
en silencio,
a escuchar sus ruidos,
a sentir sus silencios.
Avanza la noche.
Lentamente, la luz se disuelve
en su oscuro cieno
Los aviones pasan parpadeantes,
sus tintineos puntúan mis pensamientos.
Alguna estrella empieza a brillar.
Las luces de la ciudad
no empalidecen su atrevimiento.
II
De cuando en cuando,
mi fracaso se acerca.
Viene a acompañarme.
Me mira con cariño.
Se enrolla en torno a mis pies.
Ronronea.
Deja que le acaricie.
A oscuras, velo su sueño.
martes, junio 14, 2005
jueves, junio 09, 2005
martes, junio 07, 2005
"To the lighthouse"
Supongo que no descubro nada si escribo que "To the lighthouse" es uno de los grandes libros de una de las más grandes escritoras de la historia de la literatura, Virginia Woolf.
El principal atractivo que, a mi entender, encierra esta hermosa historia melancólica es la sensitiva elaboración de una poética de la relatividad que la autora lleva a cabo a lo largo de sus casi 300 páginas.
Me explico.
En esta historia, como en la vida, el significado que para los personajes tienen los espacios descansa absolutamente en el tiempo en que son vividos.
Después de todo, el libro se construye en torno a un instante, la excursión al faro, que no sucede cuando debiera suceder, con la familia unida y feliz.
La primera parte se estructura en torno al "antes", el día anterior a una prevista excursión que no llega a suceder por prescripción del patriarca de la familia.
Tiempo después, y tras un melancólico interludio de ausencia y casa vacía, llega la segunda parte: un regreso y una triste excursión de los supervivientes de aquel instante ya pasado al faro, un gesto desesperado y sucedáneo que en absoluto reemplaza al auténtico (porque todo tiene su lugar en el devenir de los acontecimientos).
El sentido que los personajes dan al mismo espacio, a la casa, la isla y el faro, ha cambiado.
Ha pasado el tiempo, se han producido muertes y el regreso, aunque sucede, es un acto desesperado y vació carente del menor sentido.
El patriarca realiza una vacía ceremonia de invocación de un paraíso perdido que ya sólo reside en su memoria.
Alargadas sombras se proyectan sobre su deseo de recuperar un tiempo pasado y unos seres queridos que ya no volverán.
Para su desgracia, la oportunidad de ir al faro ya pasó.
Nada puede hacerle escapar de una soledad y una vejez que le miran fijamente a los ojos.
Jamás debió negarse a ir.
Los instantes pasan.
Son irrepetibles.
No disfrutar de ellos es plantar la semilla de futuras tristezas y arrepentimientos.
El espacio, los paisajes y las cosas, están en función del tiempo que vive el ojo que los mira.
La teoría de la relatividad también rige en el ámbito de los sentimientos.
Supongo que no descubro nada si escribo que "To the lighthouse" es uno de los grandes libros de una de las más grandes escritoras de la historia de la literatura, Virginia Woolf.
El principal atractivo que, a mi entender, encierra esta hermosa historia melancólica es la sensitiva elaboración de una poética de la relatividad que la autora lleva a cabo a lo largo de sus casi 300 páginas.
Me explico.
En esta historia, como en la vida, el significado que para los personajes tienen los espacios descansa absolutamente en el tiempo en que son vividos.
Después de todo, el libro se construye en torno a un instante, la excursión al faro, que no sucede cuando debiera suceder, con la familia unida y feliz.
La primera parte se estructura en torno al "antes", el día anterior a una prevista excursión que no llega a suceder por prescripción del patriarca de la familia.
Tiempo después, y tras un melancólico interludio de ausencia y casa vacía, llega la segunda parte: un regreso y una triste excursión de los supervivientes de aquel instante ya pasado al faro, un gesto desesperado y sucedáneo que en absoluto reemplaza al auténtico (porque todo tiene su lugar en el devenir de los acontecimientos).
El sentido que los personajes dan al mismo espacio, a la casa, la isla y el faro, ha cambiado.
Ha pasado el tiempo, se han producido muertes y el regreso, aunque sucede, es un acto desesperado y vació carente del menor sentido.
El patriarca realiza una vacía ceremonia de invocación de un paraíso perdido que ya sólo reside en su memoria.
Alargadas sombras se proyectan sobre su deseo de recuperar un tiempo pasado y unos seres queridos que ya no volverán.
Para su desgracia, la oportunidad de ir al faro ya pasó.
Nada puede hacerle escapar de una soledad y una vejez que le miran fijamente a los ojos.
Jamás debió negarse a ir.
Los instantes pasan.
Son irrepetibles.
No disfrutar de ellos es plantar la semilla de futuras tristezas y arrepentimientos.
El espacio, los paisajes y las cosas, están en función del tiempo que vive el ojo que los mira.
La teoría de la relatividad también rige en el ámbito de los sentimientos.
lunes, junio 06, 2005
COMIENZOS
Empiezo hoy a leer "Seven years in Tibet", escrito por el alemán Heinrich Harrer.
El libro relata las vivencias de su autor durante el tiempo que éste permaneció en el cada vez menos secreto reino espiritual de las nubes.
Lo elegí de entre un terceto de opciones que componián además un libro de Fenimore Cooper y otro de Budd Schulberg.
No razoné.
Simplemente estiré el brazo y elegí.
En el borgiano jardin de los senderos que se bifurcan opté por un camino.
Simplemente comenzé a andarlo.
Los motivos que me llevaron a él permanecen oscuros.
Forma parte de nuestra complejidad el misterio de todas y cada una de nuestras elecciones.
Empiezo hoy a leer "Seven years in Tibet", escrito por el alemán Heinrich Harrer.
El libro relata las vivencias de su autor durante el tiempo que éste permaneció en el cada vez menos secreto reino espiritual de las nubes.
Lo elegí de entre un terceto de opciones que componián además un libro de Fenimore Cooper y otro de Budd Schulberg.
No razoné.
Simplemente estiré el brazo y elegí.
En el borgiano jardin de los senderos que se bifurcan opté por un camino.
Simplemente comenzé a andarlo.
Los motivos que me llevaron a él permanecen oscuros.
Forma parte de nuestra complejidad el misterio de todas y cada una de nuestras elecciones.
miércoles, junio 01, 2005
lunes, mayo 30, 2005
Sexy Beast
Todo un descubrimiento casero, en el DVD.
Interpretada por los británicos Ray Winston, Ben Kingsley e Ian McShane, la película cuenta la historia de una golpe perfecto y la imposibilidad que el protagonista (Winstone) tiene de negarse a participar en él.
El mayor atractivo que ofrece "Sexy Beast" es la composición que McShane y Kingsley, nominado al Oscar por este trabajo, hacen de sus respectivos personajes, dos despiadados y brutales miembros del hampa londinense. Cada uno en su estilo: frío y calculador McShane, brutal y desmedido Kingsley... Si bien, los dos dan el mismo miedo.
Viéndoles desenvolverse con su personal forma de expresar la crueldad, uno rápidamente empatiza con el personaje interpretado por Winstone, ya retirado en la ardiente Almería.
Siente su miedo a volver a enfrentarlos.
No es que la película esté llena de momentos memorables ni vaya a convertirse en un clásico, pero sí contiene los elementos necesarios para convertirse en una curiosidad cuyo extraño atractivo hará que la veamos más veces que "Ciudadano Kane".
Todo un descubrimiento casero, en el DVD.
Interpretada por los británicos Ray Winston, Ben Kingsley e Ian McShane, la película cuenta la historia de una golpe perfecto y la imposibilidad que el protagonista (Winstone) tiene de negarse a participar en él.
El mayor atractivo que ofrece "Sexy Beast" es la composición que McShane y Kingsley, nominado al Oscar por este trabajo, hacen de sus respectivos personajes, dos despiadados y brutales miembros del hampa londinense. Cada uno en su estilo: frío y calculador McShane, brutal y desmedido Kingsley... Si bien, los dos dan el mismo miedo.
Viéndoles desenvolverse con su personal forma de expresar la crueldad, uno rápidamente empatiza con el personaje interpretado por Winstone, ya retirado en la ardiente Almería.
Siente su miedo a volver a enfrentarlos.
No es que la película esté llena de momentos memorables ni vaya a convertirse en un clásico, pero sí contiene los elementos necesarios para convertirse en una curiosidad cuyo extraño atractivo hará que la veamos más veces que "Ciudadano Kane".
sábado, mayo 28, 2005
To the lighthouse
"What is the meaning of life? That was all -a simple question; one that tended to close in on one with years. The great revelation had never come. Instead there were little daily miracles, illuminations, matches struck unexpectedly in the dark; here was one. This, that and the other; herself and Charles Tansley and the breaking wave...."
(Virginia Woolf, To the lighthouse)
Amen....
"What is the meaning of life? That was all -a simple question; one that tended to close in on one with years. The great revelation had never come. Instead there were little daily miracles, illuminations, matches struck unexpectedly in the dark; here was one. This, that and the other; herself and Charles Tansley and the breaking wave...."
(Virginia Woolf, To the lighthouse)
Amen....
River of sorrow
No puedo dejar de escuchar esta canción.
No puedo dejar de hacerlo.
Ésta es la enésima vez y mis ojos siguen empañados por las lágrimas.
Mi alma estaba ahí, esperando ser escuchada
y yo, estúpido de mi, pensaba
que en el fondo de mi cansado palpitar no había nada.
Gracias, Antony and the Johnsons.
Muchas gracias.
No puedo dejar de escuchar esta canción.
No puedo dejar de hacerlo.
Ésta es la enésima vez y mis ojos siguen empañados por las lágrimas.
Mi alma estaba ahí, esperando ser escuchada
y yo, estúpido de mi, pensaba
que en el fondo de mi cansado palpitar no había nada.
Gracias, Antony and the Johnsons.
Muchas gracias.
jueves, mayo 26, 2005
La importancia del ejemplo
"El campeón de Liga en Gales, el Llansantffraid, se mostró dispuesto a ceder su plaza en la próxima edición de la Liga de Campeones al vigente campeón del torneo, el Liverpool. "Que jueguen contra nosotros. Si ganan les cederemos nuestro lugar en la primera fase previa", declaró el presidente del conjunto galés, Mike Harris."
Más
Las grandes gestas producen grandes gestos...
"El campeón de Liga en Gales, el Llansantffraid, se mostró dispuesto a ceder su plaza en la próxima edición de la Liga de Campeones al vigente campeón del torneo, el Liverpool. "Que jueguen contra nosotros. Si ganan les cederemos nuestro lugar en la primera fase previa", declaró el presidente del conjunto galés, Mike Harris."
Más
Las grandes gestas producen grandes gestos...
Liverpool 3 - Milan 3
Es cierto que el entrenador modificó el dibujo táctico del equipo. En el intermedio decidió cambiar un lateral por un mediocampista, así el brasileño Kaká dejaría de estar libre para seguir armando el taco en el centro del campo.
Pero, por aquel aquel entonces, el Milan ya tenía tres goles de ventaja.
Es cierto que Benítez pasó a jugar con tres defensas confiando al alemán Hamann la tarea de sujetar el brasileño, pero hubo algo más....
Yo lo ví sobre el campo
¿Tuviste tú la misma suerte?
Era un afilado relámpago de rebeldía.
La firme voluntad de no resignarse a un destino que parecía estar escrito para los Reds.
Un bendito trueno de determinación.
Fuerza de voluntad, mentalidad, carácter y por debajo galopando el corazón.
Ante esa catársis el frio cálculo de los italianos se resquebrajó cual fina película de hielo.
La especulación acabó echa añicos bajo los pies de Alonso, Hypia, Smicer, Riise, Carragher, Dudek y, sobre todo, Gerrard, su gran capitán.
Fuerza de voluntad, mentalidad, carácter y por debajo galopando el corazón.
Yo lo vi.
Fue un milagro.
El destino no les alcanzó.
Las leyendas se escriben así, contra todo riesgo, sin frenos y a favor del viento de la épica, en seis minutos.
You'll never walk alone
Es cierto que el entrenador modificó el dibujo táctico del equipo. En el intermedio decidió cambiar un lateral por un mediocampista, así el brasileño Kaká dejaría de estar libre para seguir armando el taco en el centro del campo.
Pero, por aquel aquel entonces, el Milan ya tenía tres goles de ventaja.
Es cierto que Benítez pasó a jugar con tres defensas confiando al alemán Hamann la tarea de sujetar el brasileño, pero hubo algo más....
Yo lo ví sobre el campo
¿Tuviste tú la misma suerte?
Era un afilado relámpago de rebeldía.
La firme voluntad de no resignarse a un destino que parecía estar escrito para los Reds.
Un bendito trueno de determinación.
Fuerza de voluntad, mentalidad, carácter y por debajo galopando el corazón.
Ante esa catársis el frio cálculo de los italianos se resquebrajó cual fina película de hielo.
La especulación acabó echa añicos bajo los pies de Alonso, Hypia, Smicer, Riise, Carragher, Dudek y, sobre todo, Gerrard, su gran capitán.
Fuerza de voluntad, mentalidad, carácter y por debajo galopando el corazón.
Yo lo vi.
Fue un milagro.
El destino no les alcanzó.
Las leyendas se escriben así, contra todo riesgo, sin frenos y a favor del viento de la épica, en seis minutos.
You'll never walk alone
martes, mayo 24, 2005
lunes, mayo 23, 2005
La venganza de los Sith
Sin ofrecer ningún alarde dramático ni intelectual.
Situándose en la corrección argumental de una intriga que bordea lo convencional, "La venganza de los Sith" pone un más que digno colofón a veinticinco años de historia galáctica.
Con habilidad del guionista todoterreno que ya ha contado un millón de historias, Lucas termina su película dejando situadas en el tablón argumental de esta saga galáctica los asuntos y los personajes de forma que la jugada iniciada allá en 1978 pueda volver a ser iniciada.
Quizá, esta sea una de las grandes virtudes de la película.
De forma ordenada y concertada, evitando caer en misma confusión en que la República se está sumiendo, los acontecimientos y los personajes devienen de forma natural hacia un comienzo narrado un cuarto de siglo atrás.
Desde un punto de vista narrativo-cinematográfico "La venganza de los Sith" se muestra al espectador como un perfecto y espectacular engranaje dramático relatado con la precisión quirúrgica de un experto relojero. Nada sobra y nada falta mientras la historia avanza firme, segura y también (¿por qué no?) llena de interés hacia el previsto final.
Un final que, sin embargo y aunque esperado por todos, en ningún momento resulta previsible, sino que, simplemente, sucede con la naturalidad de lo inevitable ante los ojos fascinados de la mayoría de los espectadores.
Mis respetos -una vez más- para ese hombre de cine llamado George Lucas.
Sin ofrecer ningún alarde dramático ni intelectual.
Situándose en la corrección argumental de una intriga que bordea lo convencional, "La venganza de los Sith" pone un más que digno colofón a veinticinco años de historia galáctica.
Con habilidad del guionista todoterreno que ya ha contado un millón de historias, Lucas termina su película dejando situadas en el tablón argumental de esta saga galáctica los asuntos y los personajes de forma que la jugada iniciada allá en 1978 pueda volver a ser iniciada.
Quizá, esta sea una de las grandes virtudes de la película.
De forma ordenada y concertada, evitando caer en misma confusión en que la República se está sumiendo, los acontecimientos y los personajes devienen de forma natural hacia un comienzo narrado un cuarto de siglo atrás.
Desde un punto de vista narrativo-cinematográfico "La venganza de los Sith" se muestra al espectador como un perfecto y espectacular engranaje dramático relatado con la precisión quirúrgica de un experto relojero. Nada sobra y nada falta mientras la historia avanza firme, segura y también (¿por qué no?) llena de interés hacia el previsto final.
Un final que, sin embargo y aunque esperado por todos, en ningún momento resulta previsible, sino que, simplemente, sucede con la naturalidad de lo inevitable ante los ojos fascinados de la mayoría de los espectadores.
Mis respetos -una vez más- para ese hombre de cine llamado George Lucas.
jueves, mayo 19, 2005
lunes, mayo 16, 2005
P. Nosotros hemos cambiado parcialmente. ¿Por qué somos más inteligentes que hace 50.000 años, pero no somos más buenos?
R. No somos más buenos por el componente límbico cerebral que sigue dominando nuestra actividad. Vivimos como en el pasado, como hace 50.000 años, dominados por las pasiones y por impulsos de bajo nivel. No estamos controlados por el componente cognitivo, sino por el componente emotivo, el agresivo en particular. Seguimos siendo animales guiados por la región límbica palocortical, sustancialmente igual en el hombre y en otros animales. Nuestras opciones de mejora moral pasan por las circunvoluciones neocorticales que afortunadamente tenemos.
(fragmento de una entrevista a RITA LEVI-MONTALCINI / Neurologa y Premio Nobel de Medicina)
R. No somos más buenos por el componente límbico cerebral que sigue dominando nuestra actividad. Vivimos como en el pasado, como hace 50.000 años, dominados por las pasiones y por impulsos de bajo nivel. No estamos controlados por el componente cognitivo, sino por el componente emotivo, el agresivo en particular. Seguimos siendo animales guiados por la región límbica palocortical, sustancialmente igual en el hombre y en otros animales. Nuestras opciones de mejora moral pasan por las circunvoluciones neocorticales que afortunadamente tenemos.
(fragmento de una entrevista a RITA LEVI-MONTALCINI / Neurologa y Premio Nobel de Medicina)
domingo, mayo 15, 2005
El reino de los cielos
No creo que el cine de Ridley Scott esté sobrevalorado.
El director británico siempre ofrece productos eficaces, absolutamente dependientes de los aspectos formales (visualmente cuidadados, cuidadosamente encuadrados, curiosamente presentados) y que, para su imperfección, son bastante dependientes de la calidad del guión a la hora de no ser olvidados cinco minutos después de que el telón haya bajado.
Joyas como "Los Duelistas" o "Blade Runner" todavía se recuerdan. Pero, y aunque muchas de sus películas no consigan traspasar profundamente el ánimo del espectador, el cine de Scott tiene la virtud de interesar.
Uno se lo pasa bien viendo sus películas.
Perfecto ejemplo de su generación, Scott es capaz de producir una sucesión de imágenes y situaciones atractivas capaces de entretener al espectador mientas la película transcurre más o menos plácidamente ante sus ojos. Y en este sentido su capacidad es mayor que muchos coetáneos suyos como Alan Parker.
De vez en cuando se producen caídas en el ritmo narrativo que llevan a pequeños y momentáneos aburrimientos que enseguida se superan y olvidan, porque el espectáculo continúa y si algo no se le puede reprochar a Scott es que no ponga toda la carne en el asador a la hora de contar una historia.
Uno puede estar seguro que todos y cada uno de los centavos invertidos en el proyecto estarán allí, ardiendo ante los propios ojos.
Todas las posibilidades de la historia estarán explotadas al máximo desde una perspectiva cuidadosa y esteticista y éso siempre es una garantía en una época donde el envoltorio empieza a ser tan importante o más que su contenido.
El caso de "El reino de los cielos", su último trabajo, es un buen ejemplo del cine de Ridley Scott.
Aventura de capa y espada, espectaculares escenas de acción, un héroe de ojos tristes (un comprometido y esforzado Orlando Bloom) secundado por maravillosos actores secundarios (Jeremy Irons, Brendan Gleeson, David Thewliss o Liam Nesson) que dan profundidad y credibilidad a sus personajes y por extensión a la propia narración, un interesante momento de la historia medieval puesto en imágenes con mayor o menor fidelidad pero siempre con una gran credibilidad, una causa perdida perdiéndose, una hermosa chica que el héroe intentará llevarse al final de la historia, una magnífica banda sonora intensa, vibrante o lírica según la situación lo requiera, presencias inquietantes como la de Saladino.... Los mismos y viejos ingredientes de siempre combinados para producir un espectáculo de casi dos horas y media de duración.
Nada encontré en ella que cambiara mi vida. "El Reino de los cielos" no es de esas películas -ni tampoco pretende serlo- pero consiguió entretenerme, que no es poco teniendo en cuenta que llevo 38 años -muy pronto 39- intentandolo.
No creo que el cine de Ridley Scott esté sobrevalorado.
El director británico siempre ofrece productos eficaces, absolutamente dependientes de los aspectos formales (visualmente cuidadados, cuidadosamente encuadrados, curiosamente presentados) y que, para su imperfección, son bastante dependientes de la calidad del guión a la hora de no ser olvidados cinco minutos después de que el telón haya bajado.
Joyas como "Los Duelistas" o "Blade Runner" todavía se recuerdan. Pero, y aunque muchas de sus películas no consigan traspasar profundamente el ánimo del espectador, el cine de Scott tiene la virtud de interesar.
Uno se lo pasa bien viendo sus películas.
Perfecto ejemplo de su generación, Scott es capaz de producir una sucesión de imágenes y situaciones atractivas capaces de entretener al espectador mientas la película transcurre más o menos plácidamente ante sus ojos. Y en este sentido su capacidad es mayor que muchos coetáneos suyos como Alan Parker.
De vez en cuando se producen caídas en el ritmo narrativo que llevan a pequeños y momentáneos aburrimientos que enseguida se superan y olvidan, porque el espectáculo continúa y si algo no se le puede reprochar a Scott es que no ponga toda la carne en el asador a la hora de contar una historia.
Uno puede estar seguro que todos y cada uno de los centavos invertidos en el proyecto estarán allí, ardiendo ante los propios ojos.
Todas las posibilidades de la historia estarán explotadas al máximo desde una perspectiva cuidadosa y esteticista y éso siempre es una garantía en una época donde el envoltorio empieza a ser tan importante o más que su contenido.
El caso de "El reino de los cielos", su último trabajo, es un buen ejemplo del cine de Ridley Scott.
Aventura de capa y espada, espectaculares escenas de acción, un héroe de ojos tristes (un comprometido y esforzado Orlando Bloom) secundado por maravillosos actores secundarios (Jeremy Irons, Brendan Gleeson, David Thewliss o Liam Nesson) que dan profundidad y credibilidad a sus personajes y por extensión a la propia narración, un interesante momento de la historia medieval puesto en imágenes con mayor o menor fidelidad pero siempre con una gran credibilidad, una causa perdida perdiéndose, una hermosa chica que el héroe intentará llevarse al final de la historia, una magnífica banda sonora intensa, vibrante o lírica según la situación lo requiera, presencias inquietantes como la de Saladino.... Los mismos y viejos ingredientes de siempre combinados para producir un espectáculo de casi dos horas y media de duración.
Nada encontré en ella que cambiara mi vida. "El Reino de los cielos" no es de esas películas -ni tampoco pretende serlo- pero consiguió entretenerme, que no es poco teniendo en cuenta que llevo 38 años -muy pronto 39- intentandolo.
lunes, mayo 09, 2005
El Hundimiento
Es una buena película, para mi gusto.
Los últimos días de Adolf Hitler narrados sin retórica. No hay más palabras e imágenes que las necesarias.
Varios aspectos me resultan interesantes. A continuación paso a enumerarlos:
1
El tono mesurado y ajustado con que el director, Olivier Hirschbiegel, nos cuenta la historia. Asistiendo a la película, uno tiene la sensación de estar viendo un documental.
El narrador desaparece, permite que los personajes aparezcan como son. Sus propias palabras les acreditan o desacreditan ante el espectador.
El director ha tenido la delicadeza de desaparecer. Nos evita el espectáculo narcisista de manifestarnos su repulsa.
Es inteligente.
Quizá haya llegado a la conclusión que, después de 60 años de descrédito, sea muy difícil añadir algo nuevo y/o algo más.
2
La tremenda escena de Magda Göebbels: el asesinato calculado de sus propios hijos realizado con sus mismas manos, la satisfecha mirada de su su marido, la solución final de sus cinco hijos como trasunto de la solución final de tantos millones de personas.
Metonimia más que metáfora.
Cápsulas de veneno entre los labios y unas manos amantísimas presionando las cinco dormidas mandíbulas para romperlas. Cinco pequeñas expiraciones y el derrumbamiento de la madre tras la puerta definitivamente cerrada, una vez que la tarea ha sido realizada.
El tremendo esfuerzo de crueldad para estar a la altura de la barbarie.
El irracional desafío de una voluntad inflexible en su locura que cede durante unos segundos para enseguida recomponerse.
El horror del que todos estamos hechos puesto por obra ante nuestros ojos.
Erotismo de la violencia.
No es necesario mostrar más.
Es una buena película, para mi gusto.
Los últimos días de Adolf Hitler narrados sin retórica. No hay más palabras e imágenes que las necesarias.
Varios aspectos me resultan interesantes. A continuación paso a enumerarlos:
1
El tono mesurado y ajustado con que el director, Olivier Hirschbiegel, nos cuenta la historia. Asistiendo a la película, uno tiene la sensación de estar viendo un documental.
El narrador desaparece, permite que los personajes aparezcan como son. Sus propias palabras les acreditan o desacreditan ante el espectador.
El director ha tenido la delicadeza de desaparecer. Nos evita el espectáculo narcisista de manifestarnos su repulsa.
Es inteligente.
Quizá haya llegado a la conclusión que, después de 60 años de descrédito, sea muy difícil añadir algo nuevo y/o algo más.
2
La tremenda escena de Magda Göebbels: el asesinato calculado de sus propios hijos realizado con sus mismas manos, la satisfecha mirada de su su marido, la solución final de sus cinco hijos como trasunto de la solución final de tantos millones de personas.
Metonimia más que metáfora.
Cápsulas de veneno entre los labios y unas manos amantísimas presionando las cinco dormidas mandíbulas para romperlas. Cinco pequeñas expiraciones y el derrumbamiento de la madre tras la puerta definitivamente cerrada, una vez que la tarea ha sido realizada.
El tremendo esfuerzo de crueldad para estar a la altura de la barbarie.
El irracional desafío de una voluntad inflexible en su locura que cede durante unos segundos para enseguida recomponerse.
El horror del que todos estamos hechos puesto por obra ante nuestros ojos.
Erotismo de la violencia.
No es necesario mostrar más.
"el propio ceremonial de las conmemoraciones entierra y ahoga el sentido del acontecimiento. La paradoja es que los medios recuerdan... para hacer olvidar mejor."
(Ignacio Ramonet)
Más
Todavía más perdidos en el bosque de nuestras propias palabras (en las que cada vez creemos menos, porque sólo sirven para llenar con su ruido espacios y tiempos, y todavía no somos tan tontos como para no saberlo).
(Ignacio Ramonet)
Más
Todavía más perdidos en el bosque de nuestras propias palabras (en las que cada vez creemos menos, porque sólo sirven para llenar con su ruido espacios y tiempos, y todavía no somos tan tontos como para no saberlo).
miércoles, mayo 04, 2005
Entristecido planteamiento
1
Escuchado en una tertulia política:
"Hablaría hasta con el diablo para conseguir la paz"
Y el diablo... ¿dejará de ser diablo?
2
Escuchado en otra tertulia política:
"La realidad está por encima de cualquier ley"
Y la realidad... ¿Quién la define? ¿Qué es la realidad?
Pesimista conclusión
Cada vez estamos más perdidos en el bosque de nuestras propias palabras.
La política lo invade todo.
Sofística, argumentaciones esgrimidas como afiladas dagas desde distintos puntos de vista.
La palabra justa en el momento adecuado.
La puñalada precisa seguida del buscado enmudecimiento del adversario.
El intercambio de golpes tomado como diálogo.
El búscado silencio final confundido con la verdad.
1
Escuchado en una tertulia política:
"Hablaría hasta con el diablo para conseguir la paz"
Y el diablo... ¿dejará de ser diablo?
2
Escuchado en otra tertulia política:
"La realidad está por encima de cualquier ley"
Y la realidad... ¿Quién la define? ¿Qué es la realidad?
Pesimista conclusión
Cada vez estamos más perdidos en el bosque de nuestras propias palabras.
La política lo invade todo.
Sofística, argumentaciones esgrimidas como afiladas dagas desde distintos puntos de vista.
La palabra justa en el momento adecuado.
La puñalada precisa seguida del buscado enmudecimiento del adversario.
El intercambio de golpes tomado como diálogo.
El búscado silencio final confundido con la verdad.
jueves, abril 28, 2005
Heart of Darkness
Una nueva relectura del texto escrito por Joseph Conrad no ha cambiado mi opinión al respecto de este relato (que una vez más convierte en verdad absoluta el viejo aserto de Gracián: "Lo bueno si breve dos veces bueno").
Sigo siendo el mismo, siguen fascinándome las terroríficas sombras que amenazantes se insinúan tras la espesa y densa selva que componen todas y cada una de las palabras que componen el texto.
Y me alegro de no haber cambiado.
Kurtz sigue hablándome de la vasta oscuridad que le posee y yo sigo escuchándo sus febriles balbuceos con la misma fascinación con que Marlow le escucha en el texto.
Después de todo, Kurtz fue lo suficientemente hombre como para enfrentarse a esa oscuridad. La inasequible materia de la que todos estamos hechos.
Una nueva relectura del texto escrito por Joseph Conrad no ha cambiado mi opinión al respecto de este relato (que una vez más convierte en verdad absoluta el viejo aserto de Gracián: "Lo bueno si breve dos veces bueno").
Sigo siendo el mismo, siguen fascinándome las terroríficas sombras que amenazantes se insinúan tras la espesa y densa selva que componen todas y cada una de las palabras que componen el texto.
Y me alegro de no haber cambiado.
Kurtz sigue hablándome de la vasta oscuridad que le posee y yo sigo escuchándo sus febriles balbuceos con la misma fascinación con que Marlow le escucha en el texto.
Después de todo, Kurtz fue lo suficientemente hombre como para enfrentarse a esa oscuridad. La inasequible materia de la que todos estamos hechos.
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