domingo, diciembre 28, 2008
viernes, diciembre 26, 2008
EL SIRVIENTE
Dirigida en 1964 por el norteamericano Joseph Losey, quién por macartianas razones terminó realizando sus principales obras en Europa, "El sirviente" es una inquietante película sobre el vampirismo, la dominación y la destrucción del más débil por el más fuerte.
Tony (James Fox), un privilegiado vástago de la mejor sociedad británica, decide instalarse en Londres con vistas a realizar el mejor de sus futuros. Como parte de esa instalación contratará a Barrett (Dirk Bogarde), un sirviente con las mejores referencias, con la finalidad de que se encargue de gestionarle la vida... y éso será lo que sucederá. Sólo que no de la forma en que Tony lo tiene planeado, porque, y desde el primer momento, Barrett empezará a tejer una tela de araña a su alrededor en la que Tony no tardará en sentirse atrapado sin saberlo.
"El sirviente" es una de las mejores películas de la filmografía de Joseph Losey, lo cual es decir bastante, y es una de esas historias de terror que en absoluto parecen serlo... pero que, siempre y a su manera, terminan resultando terroríficas.
La narración transcurre con anodina placidez victoriana, pero, poco a poco, en los gestos, actitudes y miradas de Barrett, uno intuye que el monstruo está ahí: calculando y actuando, tejiendo y tejiendo los delgados hilos que definitivamente unidos harán irrompible su plan.
En este sentido, es memorable la primera escena de la secuencia de la entrevista. En contrapicado, Barrett arriba, al fondo del plano y abajo, en primero, un Tony descuidadamente dormido.
La presa a merced del predador.
En la fria y despiadad mirada de Barrett (un memorable Bogarde), uno intuye que nada bueno puede pasar a Tony.
El sirviente ha descubierto una nueva presa y, para desgracia de la presa, su rol, una vez asignado, consiste única y exclusivamente en ser devorado.
jueves, diciembre 25, 2008
AUSTRALIA
Aunque parezca mentira, y en mi opinión, hay ciertos paralelismos entre el cine de Baz Luhrmann y el cine de Clint Eastwood.
Ambos son cineastas de inspiración clásica. Esta cualidad es más evidente en Eastwood que en Luhrmann, pero el cineasta australiano, a su manera lírica, emocionante y sublimada también lo es. Aunque sólo sea porque siempre parte de estilemas y códigos propios de diferentes géneros cinematográficos para construir con ellos espectáculos cuya única aspiración es cojer al espectador por las solapas de lo emocional.
Ya lo hizo en "Moulin Rouge" con las claves del musical y ahora, con "Australia" vuelve a hacerlo. En este caso, recuperando los ritmos y medidas de las superproducciones colosales que Hollywood realizó en conemascope en los años cincuentas y sesentas del siglo pasado. En "Australia" hay trazas de inolvidables películas como "Gigante" o "La conquista del Oeste" interpretadas a la luz de su particular mirada.
El resultado es espectacular e inmejorable.
Las casi tres horas de duración pasan rápido, se siguen con ojos húmedos y mirada emocionada, porque "Australia", como casi todas las obras de Luhrmann (que no son muchas), es una película que está hecha para ser sentida desde el principio hasta el final.
Si el maestro Eastwood brilla por su precisa contención clásica de calígrafo, Luhrmann es puro jazz, intensidad y movimiento. Pero, y en cualquier caso, ambos hacen cine de verdad. Porque "Australia" es cine en estado puro, un cinemascope de emociones cuyo corazón el espectador se lleva a casa envuelto en un fragante pañuelo rojo.
miércoles, diciembre 24, 2008
DEREK AND THE DOMINOS
Layla reprise...
No soy nada creyente, pero para mi, escuchar Layla (esta parte de la canción), es como estar en el cielo.
Imagino que ese lugar, en cuya existencia no creo, no debería ser muy diferente a estar rodeado de las miradas de aquellos que más te quieren, sólo las miradas, nada más, mientras desde alguna parte, por todas y alrededor, suena esta bendita canción.
No pienso que pudiera haber nada mejor.
Miradas... Las personas, para mi, son sus ojos.
Y Layla derramándose como un eterno guiño de complicidad.
¿Podría haber algo mejor?
Bueno... Quizás si... Miradas, Layla y el peligroso aroma etílico de un buen dry martini sonando en la second line.
¿Podrá uno tomarse un buen dry martini en el cielo?
Seguro que si.
Por qué coño le llaman cielo si no.
martes, diciembre 23, 2008
lunes, diciembre 22, 2008
CHANGELING
La última película del maestro Eastwood es una historia sorprendente por lo dura y oscura que se muestra al espectador.
En "Changeling" se nos cuenta sin paños calientes una historia brutal de corrupción y muerte que incomoda al espectador y le sume en el desasosiego que siempre produce la contemplación del ser humano en todo el herrumbroso esplendor de sus miserias.
La película es dura, desasosegadora, inclemente, poderosa, emocionante. No da respiro al espectador.
Eastwood quiere dejar claro que siempre hay un espacio para la decisión personal en la eterna lucha entre la integridad y la corrupción.
En este sentido, el detective Ibarra se me antoja como un personaje clave. De él surje la decisión de investigar el horror que se le relata en lugar de obrar como el resto del departamento de policía. En él, de su integro gesto, nace la esperanza de Christine Collins. Y su acción es episódica. Apenas un gesto, una decisión que hace de él un hombre admirable y convierte a los demás en parte de un corrupto mecanismo perfectamente encarnado por los empleados del psiquiátrico, tan correctos y celosos en el mantenimiento del ciego mecanismo burocrático que mantiene la injusticia.
Todas las películas de Eastwood tienen corazón, por éso es un maestro, y el terrible corazón de Changeling me fascina con el afilado encanto que a veces tienen las verdades sobre uno mismo y las cosas del mundo que le rodea.
No dejo de pensarlo.
Hay un algo testamentario en las últimas películas de Eastwood, de definición de un modo de ver y hacer las cosas que encarnaban los soldados que pelearon y murieron en Iwo Jima o la propia Christine Collins o el detective Ibarra. La reivindicación de una sabiduría de los ancianos que Eatwood nos quiere transmitir a punto ya de desaparecer cabalgando hacia las eternas e inalcanzables montañas.
Una reivindicación del individuo como dueño de una propia moral y por lo tanto de su propia esperanza. Soberano de sí mismo, de su realidad y de sus sueños. Garante de la libertad y la felicidad de los otros.
Lo mejor de las generaciones que intentaron el milagro de consagrar la Primera.
Ladrillos que no encajan en el muro.
domingo, diciembre 21, 2008
EL HUEVO DE LA SERPIENTE
Muchos consideran "El huevo de la serpiente" como una rareza dentro de la obra de Ingmar Bergman.
Producida por Dino de Laurentiis y, exceptuando a Liv Ullman, con actores no habituales en la cámara actoral del genio sueco, la película fue rodada en 1977 y la década de los setentas resultó ser una época extraña en la filomografía del director sueco. Obras para la televisión, óperas y producciones cinematográficas constituyeron una propuesta bastante alejada de lo que hasta entonces había sido la tónica... Como si se tratase de una transición entre la época metafísica y experimental de los sesentas y la gran obra magna que fue "Fanny y Alexander" en 1982... y que abriría una tercera fase más ensimismada y autobiográfica.
"El huevo de la serpiente" es uno de los grandes hitos de esta época de transición.
A través de los ojos de su protagonista, Abe Rosenberg, Ingmar Bergman nos presenta un retrato terrible y agónico de la alemania de la década de los años veintes del pasado siglo. El espectáculo de la pobreza, el hambre y la depresión son el principal punto de anclaje. La historia es una mera anécdota usada para proporcionar a Rosenberg la posibilidad de moverse por un Berlin oscuro y podrido. El huevo de la serpiente por cuyas calles puede verse el germen del nazismo preparándose para nacer.
Lo que se ve es sobrecogedor, pero lo que se intuye tras la cáscara es aún más terrible.
A lo largo de su filmografía, y especialmente en la década de los sesentas con obras como Los comulgantes, Bergman ha desarrollado y formulado su famosa angustia metafísica. El silencio de dios y el decepcionado deseo de un ser humano que desea escucharle, que desea que deje de ser un sueño y se manifieste y exista. La decepción,pérdida de esperanza y vacío que produce ese silencio... Y hay bastante de todas esas inquietudes en "El huevo de la serpiente".
El plano en blanco y negro que se repite al principio y al final de la película... Alemanes de Weimar cansados y desesperanzados, alimentándose de ratas e intercambiando billetes al peso, viviendo en ese silencio que Bergman filma a cámara lenta, un lugar donde parece evidente que ese dios, sobre el que el director sueco tanto se pregunta, ni se le espera ni está. Rostros demacrados que se convierten en esa misma pregunta que interroga sobre dios y su silencio, un silencio que otros, más ciertos, no tardarán en llenar convirtiéndose en una calculada respuesta.
No es sólo inevitable el silencio, también son inevitables sus consecuencias.
sábado, diciembre 20, 2008
"I throw a spear into the darkness. That is intuition. Then I must send an army into the darkness to find the spear. That is intellect"
(Ingmar Bergman)
(Ingmar Bergman)
Me encanta la metáfora... Arrojar una lanza hacia la oscuridad y luego mandar un ejército a recuperarla... Intuición e intelecto.
Bergman era un genio.... en general y no sólo del cine.
LOS SOPRANO
No voy a descubrir la serie.
Es ya un clásico del la ficción televisiva.
Pero uno de los aspectos que me resultan más atractivos de Los Soprano es el modo en que su protagonista, Tony Soprano, afronta los problemas y reveses que le van saliendo al paso cada día y en todas las facetas de su vida.
Su expresión siempre es el humo de un fuego de violencia que arde dentro de su pecho... y en éso, su intérprete, James Gandolfini, está esplendido... porque su reacción no siempre libera de sus collares a los shakesperianos perros de la guerra.
Depende de las circunstancias y, principalmente, de la persona que es fuente de su enfado. No es lo mismo que su hija se emborrache y la lie parda que un chantajeado no cumpla con sus compromisos. Ante todos los problemas, Tony Soprano reacciona emocionalmente de la misma forma, pero la respuesta física, si la hay, no siempre sucede.
Hay una moral, la propia, que le lleva en ciertos casos y situaciones a la contención... Especialmente con todos los problemas que tienen que ver con el hogar y es fascinante comprobar cómo el macho alfa dispuesto y capaz de todo en el Bada Bing se encuentra impotente y con las manos atadas en asuntos que tienen que ver con la familia... un lugar dónde los balazos en la cabeza no sirven.
Y hay un punto de ternura por parte del espectador en la constatación de que, al menos, y en lo que los asuntos familiares se refiere, Tony Soprano es uno de los nuestros.
lunes, diciembre 15, 2008
WE OWN THE NIGHT
We don't own the night.
Me gusta el cine de James Gray.
No es que tenga muchas películas pero todas ellas atesoran una inmensa intensidad dramática que Gray con maestría sabe calibrar al milímetro para administrarla en los modos y medidas justos a lo largo de la duración de la historia. Y todo ello enmarcado en los espacios y tiempos del cine negro, escenario perfecto para el desarrollo de los dramas casi shakesperianos que Gray nos cuenta.
Dramas shakesperianos o cuentos terribles que nos hablan de una imposibilidad, la de mantener intacta una arcadia familiar continuamente asediada tanto por sus propias contradicciones internas como por los ataques externos a los que se ve sometida.
La utopía del nucleo familiar siempre se revela como tal, como un imposible asediado por los rigores de un relato que se mueve sin contemplaciones por la cuesta abajo de la descomposición y el deterioro. Una suerte de via ascética a través de cuyos rigores el héroe (Mark Wahlberg en The Yards y Joaquin Phenix en We own the night) termina por encontrar un sentido, una propia moral que le acerca a una especie de paz interior que más se asemeja a una tregua dentro de la eterna guerra entre lo que está bien y lo que está mal.
Quizá sea la noche quién, en mayor o menor medida, nos posee a todos y cada uno de nosotros.
We don't own the night.
Extraordinaria película.
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