AHORA O NUNCA
El mejor momento de Rob Reiner como director fue el final de la década de los ochentas y principios de los noventas del siglo pasado. En aquella época encadenó una serie de películas llenas de encanto e interés siempre dentro de las claves del cine comercial: "Stand by me" (1986), "La princesa prometida" (1987), "When Harry meets Sally" (1989), "Misery" (1990) y "A few good men" (1992). A partir de aquel momento su carrera se diluye en apariciones como actor, trabajos televisivos y, para el cine, una serie de melodramas, para mi gusto fallidos, cuya última edición es "Ahora o nunca".
En ella dos enfermos de cáncer, interpretados con simple corrección por Jack Nicholson y Morgan Freeman, descubren una amistad mutua en las puertas de una muerte que parece segura. Uno de ellos Carter Chambers (Morgan Freeman) decide llevar adelante la realización de una lista de deseos que en un momento de terminado de su vida un profesor de filosofía les sugirió hacer. La presencia del millonario y extravagante Edward Cole (Jack Nicholson) le servirá de gran ayuda como impulso para la realización de esos sueños.
Durante el viaje ambos descubrirán a través del otro qué es lo realmente importante...
Como todas las últimas películas de Reiner, "Ahora o nunca" es blanda, suave y en ciertos momentos ligeramente amarga, como un Martini mal hecho.
Reiner se rodea del talento de Nicholson y Freeman, ambos por debajo de sus posibilidades, demasiado fríos y poco motivados, para intentar hacernos reir y llorar, buscando que el propio espectador tache de su propia lista de deseos unas cuantas carcajadas y unas cuantas lágrimas antes de que la película termine.
El resultado sólo funciona a medias porque la película no termina de llegar, carece de la suficiente autenticidad como para hacerlo, como si un enorme plastico recubriera todas las palabras, miradas y emociones que se vehiculan a través de ellas. Y los buenos momentos que, sin duda, la película tiene no resultan suficientes.
Por otro lado, y ya en lo personal, la historia tiene para mi un punto de interés desde el punto de vista conceptual.
A principios de este siglo, el norteamericano Jeremy Rifkin escribió un libro, a mi entender esencial, llamado "La edad de acceso". En él, y en otras cosas, Rifkin argumenta que si algo caracteriza a nuestra época es la presencia del capitalismo con su ciega lógica de la acumulación en todos las esferas de nuestras vidas.
Si antes sólo se circunscribía a lo económico, ahora está en todas partes. En la cultura, en el ocio, en la esfera d elas relaciones personales.... y finalmente en nuestras propias cabezas. Y esta manía acumulatoria que suponen las listas es un buen síntoma de su existencia en nuestras conciencias de esa enfermedad.
La necesidad de acumular imágenes y experiencias, de viajar a mil y un lugares diferentes y acumular las fotografías en nuestros álbumes, de conocer a mil y un personas y acumular sus rostros en nuestra memoria creo que se resumen en esa lista que Chambers elabora... y curiosamente aquello que ambos realmente necesitan no aparece escrito en ella.
Pero, y finalmente, ambos terminarán descubriendo la naturaleza de su verdadera lista.
En ella sólo encontrarán una o como máximo dos cosas qué hacer... porque, y en realidad, y que en verdad nos importen, hay muchas menos cosas que ver y hacer de las que nos pensamos.