"El nuevo jefe del estado empleó los títulos de «Generalísimo» y de «Caudillo», quizá por afinidad con el usado por los líderes fascistas italiano y alemán. También solía hablar de un estado totalitario, aunque es dificil saber qué entendía por tal: no la supeditación general de la sociedad al estado, como en el régimen nazi o el soviético, sino más bien la intervención decisoria del estado en la regulación de los conflictos socioeconómicos. Esto le llevaba a simpatizar con el fascismo y con el nazismo, el cual aún no había mostrado sus peores facetas y se presentaba también como un régimen superador tanto del peligro comunista como de la democracia liberal."
(Los mitos de la guerra civil, Pío Moa)
Moa en estado puro... No le parece suficiente con que Franco, el hombre fuerte de los rebeldes, hablase de un estado totalitario y no de una democracia. También sorprende la ausencia de calificativos negativos tan frecuentes en otros pasajes de su obra para el sustantivo totalitario.
El totalitarismo de derechas no parece suscitar la misma irritación moral en Moa que los totalitarismos de izquierdas para los que es pródigo en calificaciones negativas, carnaza para unos lectores que encuentran lo que desean leer.
Franco habla de totalitarismo como el que habla del tiempo... silencio (canta un grillo)... y además hay atenuantes que vienen enseguida:
- Primero dice que es difícil saber lo que Franco entendía por totalitario y luego, tras los dos puntos, hace una afirmación de certeza olvidando esa duda, una certeza que por supuesto es una cualidad positiva y atenuante: intervención estatal en la economía... y sin decir en qué documento se basa para hacer semejante información.
Resumiendo: para Moa Franco no era fascista sino keynesiano
- Después declara que Franco es simpatizante del fascismo y nazismo, pero con otro atenuante, el de no conocer todavía su verdadero rostro. Aspecto que no es tan criticable por si mismo como por el hecho de que los otros no tengan ese mismo beneficio de la duda. Por supuesto no cabe la menor duda de lo contrario, de que Largo Caballero conocía el verdadero rostro de su utopía.
sábado, octubre 29, 2011
"Winter's bone" es una de esas películas que uno podría recomendar a todos los que creen que productos como "Capitán América" o "Green Lantern" son cine.
Hay muchas cosas buenas en "Winter's bone", pero sin duda la más importante de todas es su totalidad, su carácter de obra cinematográfica en la que se nos muestra un mundo y una manera de vivirlo.
La historia aúna el drama social con la crónica negra.
La cámara sigue a Ree (estupenda Jennifer Lawrence), una adolescente "white trash", que se encarga de la dura tarea de sacar adelante una familia disfuncional en el paisaje casi tercermundista de las colinas del estado de Missouri.
En un mundo de pobreza y marginación cuya aparición no es frecuente en el cine Jennifer tendrá que luchar por salvar lo poco que les queda puesto en riesgo por su desaparecido y delincuente padre como parte de una fianza.
Esa búsqueda pondrá a Ree en contacto con una descarnada realidad de cuentas pendientes entre clanes rivales de delincuentes, una realidad de la que forma parte por el mero hecho de existir y que se convertirá en una infranqueable y helada barrera de silencio, mucho más fría que lo más helado del frío invierno en que sucede la historia...
El verdadero hueso del invierno.
"Winter's bone" es un drama desnudo, directo, de pocas palabras y en su atmósfera encierra la memoria de esas películas de Jean Pierre Melville pobladas de seres humanos convertidos en endurecidas máquinas de vivir una vida exigente, dura, complicada, máquinas de continuar adelante que sin pestañear se enfrentan a un destino complicado que casi siempre encierra el fraguado de una amalgama densa de deudas, errores, fracasos y obligaciones.
Puro cine negro en lo más profundo de la américa profunda.
Extraordinaria.
viernes, octubre 28, 2011
jueves, octubre 27, 2011
La frase del día:
"Ataques a infraestructuras críticas mediante máquinas zombis"
Parte del programa de unas jornadas sobre ciberamenazas y ciberdefensa, pero en realidad es el titulo de algún libro póstumo, no escrito, de poemas revolucionariamente beatniks de Allen Ginsberg.
"Ataques a infraestructuras críticas mediante máquinas zombis"
Parte del programa de unas jornadas sobre ciberamenazas y ciberdefensa, pero en realidad es el titulo de algún libro póstumo, no escrito, de poemas revolucionariamente beatniks de Allen Ginsberg.
miércoles, octubre 26, 2011
"Mejoraría el Atleti si contase con ese olvidado recurso, el coraje y el compromiso, pero mucho es pedir a un equipo de recién llegados con un capitán tibio como la crema de verduras; quizás les vendría bien el visionado ininterrumpido durante veinticuatro horas de los cinco últimos minutos del Gales - Australia, con los galeses empeñados en marcar un ensayo inútil para el marcador pero obligado por el orgullo, ensayo por cierto no celebrado por considerarse parte del deber y no algo de lo que alardear."
(Pubs, televisiones, rombos. El rojo y el blanco)
(Pubs, televisiones, rombos. El rojo y el blanco)
"La idea de que la realidad debe ser comprendida como un proceso es antigua, remontándose por lo menos a Heráclito, quien dijo que todo fluye. En tiempos más modernos, Whitehead fue el primero en darle a esta noción un desarrollo sistemático y amplio. En este capítulo discutiré la cuestión de la relación entre la realidad y el conocimiento desde tal punto de vista. No obstante, aunque mi punto de partida explícito sea parecido al de Whitehead, surgirán algunas implicaciones que van a ser significativamente diferentes de las que aparecen en su obra.
Considero que la esencia de la idea de proceso está en el juicio: No sólo está todo cambiando, sino que todo es flujo. Es decir, lo que existe es el proceso mismo de llegar a ser, mientras que todos los objetos, acontecimientos, entidades, condiciones, estructuras, etcétera, son formas que pueden abstraerse de este proceso.
La mejor imagen del proceso es tal vez la de una corriente que fluye, cuya sustancia nunca es la misma. En esta corriente se pueden ver modelos siempre cambiantes de remolinos, rizos, ondas, salpicaduras, etcétera, que no tienen existencia independiente como tales. Más bien son abstracciones del movimiento fluyente, que surgen y se desvanecen en el proceso total del flujo. Una existencia transitoria como la que pueden poseer estas formas abstractas presupone solamente una relativa independencia o autonomía de comportamiento, antes que una existencia absolutamente independiente como sustancias esenciales. (En el capítulo primero planteamos esta idea con mayor amplitud.)
Naturalmente, la física moderna declara que las corrientes reales (por ejemplo, las de agua) están compuestas de átomos que, a su vez, están compuestos de «partículas elementales», como electrones, protones, neutrones, etcétera. Durante mucho tiempo se pensó que estas últimas eran «la sustancia final o esencial» de toda la realidad, y que todos los movimientos fluyentes, como los de las corrientes, podían reducirse a formas abstraídas de los movimientos en el espacio de conjuntos de partículas interactuantes. Sin embargo, se ha descubierto que incluso las «partículas elementales» pueden ser creadas, aniquiladas y transformadas, y esto indica que ni siquiera éstas pueden ser las sustancias finales, sino que son más bien formas relativamente constantes, abstraídas de algún nivel de movimiento más profundo.
Podríamos suponer que este nivel de movimiento más profundo pudiera ser divisible en partículas todavía más finas, que tal vez resultaran ser las sustancias finales de toda la realidad. Sin embargo, la idea de que todo es flujo, que estamos investigando ahora, niega este supuesto. Más bien presupone que cualquier acontecimiento, objeto, entidad, etcétera, que pueda describirse, es la abstracción de una totalidad desconocida e indefinible de movimiento fluyente.
Esto significa que no importa cuánto pueda progresar nuestro conocimiento de las leyes de la física, porque el contenido de estas leyes seguirá refiriéndose a tales abstracciones, que sólo tienen una relativa independencia, tanto en su existencia como en su comportamiento. Así, esto no nos llevará a suponer que todas las propiedades de los conjuntos de objetos, acontecimientos, etcétera, se puedan explicar según cierto conjunto cognoscible de sustancias finales. En cada etapa pueden surgir nuevas propiedades de tales conjuntos, cuyo ámbito último debe considerarse como la desconocida totalidad del flujo universal."
(La totalidad y el orden implicado, David Bohm)
(La totalidad y el orden implicado, David Bohm)
martes, octubre 25, 2011
"Por otra parte, si consideramos nuestras teorías como «descripciones directas de la realidad tal como es», entonces trataremos inevitablemente esas diferencias y distinciones como divisiones, lo que supondrá la existencia separada de los diferentes términos elementales que aparezcan en la teoría. Esto nos conduce a la ilusión de que el mundo está realmente constituido de fragmentos separados y, como ya se ha indicado, esto nos hará actuar de tal manera que, de hecho, produciremos la verdadera fragmentación presupuesta en nuestra actitud hacia la teoría.
Es importante que subrayemos este punto. Por ejemplo, alguien puede decir: «La fragmentación en ciudades, religiones, sistemas políticos, conflictos en forma de guerras, violencia general, fratricidio, etcétera, es la realidad. La totalidad es solamente un ideal, por el que tal vez deberíamos esforzarnos». Pero esto no es lo que se está diciendo aquí. Más bien debería decirse que es la totalidad lo que es real, y que la fragmentación es la respuesta de esta totalidad a la acción del hombre, guiado por una percepción ilusoria y deformado por un pensamiento fragmentario. En otras palabras, es precisamente porque la realidad es un todo por lo que el hombre, con su modo fragmentario de acercarse a ella, encontrará inevitablemente la correspondiente respuesta fragmentaria. Por ello, lo que necesita el hombre es tener en cuenta su costumbre de pensar fragmentariamente, ser consciente de esta costumbre y, así, terminar con ella. La aproximación del hombre a la realidad debe, pues, ser total, y así su respuesta será también total.
Sin embargo, para que esto suceda es decisivo que el hombre esté advertido de la actividad de su pensamiento corno tal, es decir, como una forma de observación, una manera de mirar más bien que como «una copia exacta de la realidad tal como es»."
(La totalidad y el orden implicado, David Bohm)
Es importante que subrayemos este punto. Por ejemplo, alguien puede decir: «La fragmentación en ciudades, religiones, sistemas políticos, conflictos en forma de guerras, violencia general, fratricidio, etcétera, es la realidad. La totalidad es solamente un ideal, por el que tal vez deberíamos esforzarnos». Pero esto no es lo que se está diciendo aquí. Más bien debería decirse que es la totalidad lo que es real, y que la fragmentación es la respuesta de esta totalidad a la acción del hombre, guiado por una percepción ilusoria y deformado por un pensamiento fragmentario. En otras palabras, es precisamente porque la realidad es un todo por lo que el hombre, con su modo fragmentario de acercarse a ella, encontrará inevitablemente la correspondiente respuesta fragmentaria. Por ello, lo que necesita el hombre es tener en cuenta su costumbre de pensar fragmentariamente, ser consciente de esta costumbre y, así, terminar con ella. La aproximación del hombre a la realidad debe, pues, ser total, y así su respuesta será también total.
Sin embargo, para que esto suceda es decisivo que el hombre esté advertido de la actividad de su pensamiento corno tal, es decir, como una forma de observación, una manera de mirar más bien que como «una copia exacta de la realidad tal como es»."
(La totalidad y el orden implicado, David Bohm)
Me gusta Mr. Loney y no se exactamente por qué.
Por algunas cosas que se dicen, por algunas cosas que se ven, por el modo en que se cuentan otras... Me detendría a pensarlo un poco más si realmente me pareciese importante, pero no lo es.
"Mr Lonely" tiene un punto enigmático y onírico, casi buñuelesco, que ejerce su fuerza, como un irresistible vórtice de atracción, sobre mi mirada. Hay una melancólica reflexión sobre la identidad y su búsqueda en un mundo complejo dentro de esta historia de una persona, interpretada por Diego Luna, que prefiere ser otra, pero también hay otra historia que reflexiona sobre lo absurdo del mundo en el paralelo y sorprendente relato de las monjas voladoras.
Juntas seguramente pretenden conseguir algo, pero, la verdad, no creo que ninguna de ellas esté del todo conseguida desde el punto de vista de producir un discurso cerrado y con sentido.
Quizá, el propósito sea demasiado ambicioso para Harmony Korine, el director, pero no importa mucho. Lo cierto es que he disfrutado el viaje sintiendo la misma sensación que sentía ante "La vía láctea" o "El angel exterminador". La fascinación y la vaga intuición de que tras esas imágenes magnéticas se esconde algo, un significado que no comprendo pero que, y al mismo tiempo, siento como existente, desplazándose ingrávido por entre los visillos del sentido, dejando su olor, el sonido fugaz de sus pasos descalzos, el leve vuelo de su tacto... No se.
Raro, muy raro.
Como si escuchase respuestas a preguntas que todavía no me he planteado.
Como si una imagen valiese no sólo más que mil palabras que pueden ser pronunciadas sino también más que decenas de palabras desconocidos, imposibles de pronunciar.
Fascinante.
lunes, octubre 24, 2011
"Aunque las ecuaciones no lineales ilustran elegantemente este caos y brindan a los científicos una profunda visión del modo en que se producen estos complejos acontecimientos, no permiten a los investigadores predecir con exactitud dónde y cuándo se producirá el próximo terremoto. Como luego veremos, ello ocurre porque en el mundo no lineal —que incluye la mayor parte de nuestro mundo real— la predicción exacta es práctica y teóricamente imposible. La no linealidad ha despedazado el sueño reduccionista."
(Espejo y reflejo, David F. Peat y John Briggs)
(Espejo y reflejo, David F. Peat y John Briggs)
"Sólo los seres humanos han llegado a un punto donde ya no saben por qué existen. No emplean el cerebro y han olvidado el conocimiento secreto del cuerpo, de los sentidos y de los sueños. No utilizan el conocimiento que el espíritu ha puesto en cada uno de ellos; ni siquiera son conscientes de ello y por eso avanzan a trompicones por el camino de la nada: una carretera pavimentada que ellos mismos nivelan y alisan para
llegar más deprisa al gran agujero vacío que encontrarán al final, esperando para tragárselos. Es una autopista rápida y cómoda, pero yo sé adónde conduce. Lo he visto. He estado allí en mi visión y tiemblo al pensarlo."
CIERVO COJO, chamán lakota
llegar más deprisa al gran agujero vacío que encontrarán al final, esperando para tragárselos. Es una autopista rápida y cómoda, pero yo sé adónde conduce. Lo he visto. He estado allí en mi visión y tiemblo al pensarlo."
CIERVO COJO, chamán lakota
DESENTERRAR EL SOL
El colectivo de teatro social "Los últimos" inauguraba refugio en las mil y una calles del madrileño barrio de Usera y presentaba también un nuevo espectáculo, "Desenterrar el sol", con la prostitución en el punto de mira.
Me gustó mucho su apuesta por la voz y la danza para expresar tensiones que tienen que ver con algo tan físico como el propio cuerpo que es lo que se compra y vende en esta clase de transacciones.. Con la danza el cuerpo llega a lugares que la voz no alcanza y expresa directamente mensajes más directos y totales, menos racionales y más emocionales.
Una buena idea desarrollada con acierto.
Por otro lado, también encontré muy interesante el énfasis que el espectáculo pone en el endeudamiento como causa principal de la situación de explotación que viven esas mujeres convirtiendo la prostitución en una especie de metáfora de los modos y maneras mediante los que el sistema se apodera de las personas y las convierte en piezas funcionales de su maquinaria.
La ballena blanca de las deudas es la que nunca puede ser satisfecha del todo.
Buen espectáculo que demuestra que los medios no son tan importantes cuando hay ideas y verdad de por medio.
El colectivo de teatro social "Los últimos" inauguraba refugio en las mil y una calles del madrileño barrio de Usera y presentaba también un nuevo espectáculo, "Desenterrar el sol", con la prostitución en el punto de mira.
Me gustó mucho su apuesta por la voz y la danza para expresar tensiones que tienen que ver con algo tan físico como el propio cuerpo que es lo que se compra y vende en esta clase de transacciones.. Con la danza el cuerpo llega a lugares que la voz no alcanza y expresa directamente mensajes más directos y totales, menos racionales y más emocionales.
Una buena idea desarrollada con acierto.
Por otro lado, también encontré muy interesante el énfasis que el espectáculo pone en el endeudamiento como causa principal de la situación de explotación que viven esas mujeres convirtiendo la prostitución en una especie de metáfora de los modos y maneras mediante los que el sistema se apodera de las personas y las convierte en piezas funcionales de su maquinaria.
La ballena blanca de las deudas es la que nunca puede ser satisfecha del todo.
Buen espectáculo que demuestra que los medios no son tan importantes cuando hay ideas y verdad de por medio.
domingo, octubre 23, 2011
THE CONSPIRATOR
La última película de Robert Redford como director es un drama histórico de corte clásico.
"The Conspirator" cuenta la infructuosa defensa que Frederick Aitken, abogado y fundador de "The Washington Post", llevó a cabo de su defendida, Mary Surratt en el juicio que encausaba a los conspiradores del asesinato de Lincoln.
Mary Surratt, interpretada con talento por una espléndida Robin Wright, regentaba la pensión donde se reunieron los conspiradores, entre los que se encontraba su propio hijo, John. Una vez consumado el magnicidio, Surratt fue detenida, juzgada, declarada culpable y condenada a muerte por ahorcamiento convirtiéndose en la primera mujer ejecutada en los Estados Unidos.
La película cuenta los esfuerzos de Aitken por proteger a su detenido de lo que parece ser más un linchamiento que un acto de justicia.
Recién terminada la Guerra Civil, el juicio por el asesinato de Lincoln se convierte en un medio por el que la razón de Estado decide formularse expresando mediante un castigo ejemplar su firme voluntad de imponerse a todos aquellos confederados que aún no acepta la derrota.
Incriminada por pruebas circunstanciales, Surratt es presentada por Redford como una víctima de la razón de estado. No obstante, y para el director norteamericano que acredita toda una vida de lucha por los derechos civiles que le ha convertido en un demócrata prototípico, la principal víctima es el estado de derecho, la separación de poderes y, finalmente, la propia constitución que los reconoce y ampara.
Y aquí es donde reside el principal interés de una película contada con corrección y oficio, en el discurso crítico que se vierte sobre el discurso ideológico que fundamenta el sentido de las democracias modernas.
Es fácil ser demócrata cuando todo el mundo está de acuerdo, cuando el debate se produce dentro de los límites del campo de juego que todos jugamos, pero qué sucede cuando ese discurso de planteamientos globales y universales es puesto a prueba por la particularidad molesta de la verdadera diferencia, por los heterodoxos que conspiran contra ella como interfaz ideológica de una realidad política y administrativa.
Ese es el momento en que esos ideales deben ser puestos en práctica, en que ese derecho a juicio justo que se pretende universal suceda realmente y la civilización se imponga al mundo bestial del linchamiento en el que las voluntades luchan y se imponen unas sobre otras amparadas en su mayor o menor fuerza, impulsadas por sus propios intereses y necesidades.
Y en este sentido, se lee entre líneas a lo largo de "The conspirator" la puesta por obra de una verdad, la de la existencia de ese oscuro mundo de intereses oculto tras el cielo azul de un relato que establece un orden y una seguridad para tranquilidad de sus administrados, un orden y una seguridad que de nada valen cuando al otro lado de la balanza pesan los intereses creados de los que verdaderamente pueden perseguirlos y respaldarlos.
El verdadero poder se hace visible por un instante, convertido en razón de estado o en impunidad legal, agrandando la figura de auténticos héroes civiles como Frederick Aitken cuya principal heroicidad consiste en llevar hasta el extremo la mitología democrática de la igualdad y seguridad jurídica, hasta un extremo donde se abre ese abismo negro donde reinan los que verdaderamente pueden.
Por unos momentos brilla aterradora la oscuridad, pero enseguida, y del mismo modo en que se cierra una herida, vuelve la tranquila visión de ese cielo azul que nos cobija.
Y bajo su luz dulce brillan como atractivos espejismos de palacios dorados las cadenas que cada día nos atrapan.
Interesante.
La última película de Robert Redford como director es un drama histórico de corte clásico.
"The Conspirator" cuenta la infructuosa defensa que Frederick Aitken, abogado y fundador de "The Washington Post", llevó a cabo de su defendida, Mary Surratt en el juicio que encausaba a los conspiradores del asesinato de Lincoln.
Mary Surratt, interpretada con talento por una espléndida Robin Wright, regentaba la pensión donde se reunieron los conspiradores, entre los que se encontraba su propio hijo, John. Una vez consumado el magnicidio, Surratt fue detenida, juzgada, declarada culpable y condenada a muerte por ahorcamiento convirtiéndose en la primera mujer ejecutada en los Estados Unidos.
La película cuenta los esfuerzos de Aitken por proteger a su detenido de lo que parece ser más un linchamiento que un acto de justicia.
Recién terminada la Guerra Civil, el juicio por el asesinato de Lincoln se convierte en un medio por el que la razón de Estado decide formularse expresando mediante un castigo ejemplar su firme voluntad de imponerse a todos aquellos confederados que aún no acepta la derrota.
Y aquí es donde reside el principal interés de una película contada con corrección y oficio, en el discurso crítico que se vierte sobre el discurso ideológico que fundamenta el sentido de las democracias modernas.
Es fácil ser demócrata cuando todo el mundo está de acuerdo, cuando el debate se produce dentro de los límites del campo de juego que todos jugamos, pero qué sucede cuando ese discurso de planteamientos globales y universales es puesto a prueba por la particularidad molesta de la verdadera diferencia, por los heterodoxos que conspiran contra ella como interfaz ideológica de una realidad política y administrativa.
Ese es el momento en que esos ideales deben ser puestos en práctica, en que ese derecho a juicio justo que se pretende universal suceda realmente y la civilización se imponga al mundo bestial del linchamiento en el que las voluntades luchan y se imponen unas sobre otras amparadas en su mayor o menor fuerza, impulsadas por sus propios intereses y necesidades.
Y en este sentido, se lee entre líneas a lo largo de "The conspirator" la puesta por obra de una verdad, la de la existencia de ese oscuro mundo de intereses oculto tras el cielo azul de un relato que establece un orden y una seguridad para tranquilidad de sus administrados, un orden y una seguridad que de nada valen cuando al otro lado de la balanza pesan los intereses creados de los que verdaderamente pueden perseguirlos y respaldarlos.
El verdadero poder se hace visible por un instante, convertido en razón de estado o en impunidad legal, agrandando la figura de auténticos héroes civiles como Frederick Aitken cuya principal heroicidad consiste en llevar hasta el extremo la mitología democrática de la igualdad y seguridad jurídica, hasta un extremo donde se abre ese abismo negro donde reinan los que verdaderamente pueden.
Por unos momentos brilla aterradora la oscuridad, pero enseguida, y del mismo modo en que se cierra una herida, vuelve la tranquila visión de ese cielo azul que nos cobija.
Y bajo su luz dulce brillan como atractivos espejismos de palacios dorados las cadenas que cada día nos atrapan.
Interesante.
sábado, octubre 22, 2011
EL TURISTA ACCIDENTAL
Gustave Flaubert escribió en una de las cartas que envió a su amante Louise Colet que Madame Bovary era él.
Sintiendo la contradicción entre su vida oficial y la oculta que vivía con su amante, el sentir del genial escritor francés no podía albergar un sentimiento distinto de esa contradicción eterna entre lo arriesgado y lo prudente, la comodidad del hogar y la arriesgada persecución del taimado horizonte.
Y en este sentido, y con independencia de los aspectos estrictamente femeninos que acentúan el drama del personaje, todos somos en algún momento de nuestras vidas Madame Bovary.
En algún momento el mundo se nos vuelve áspero haciéndonos notar un "pequeño" inconveniente: lo que nos gusta y lo que necesitamos, a veces, superpuestos, no coinciden.
Esta dialéctica dramática que aparece en el romanticismo, cuando el sentimiento toma carta de naturaleza frente al cálculo racional en las relaciones sociales y personales ha perdurado hasta nuestros días manifestándose en las modalidades artísticas de expresión correspondientes a cada momento histórico.
Y por lo que respecta al cine, "El turista accidental" es una buena muestra de la enésima repetición de ese relato mítico que funda el yo romántico sobre el que se asienta buena parte de nuestra cultura.
Macon Leary se gana la vida escribiendo guías para ayudar a todos aquellos que prefiriendo el calor del hogar han de vérselas con el taimado horizonte. Guías de viaje para aquellos que no quieren viajar y desde el momento de la partida ya están pensando en volver... Y puede hacerlo porque es precisamente experto en no ir a ninguna parte.
Lo adocenado de su expresión y, por extensión, de su estar en general, magníficamente encarnados en el rostro de William Hurt, son expresión metonímica de su propia vida, circunstancia agravada por el drama de la muerte de su hijo pequeño, que ha tenido el devastador efecto de convertir ese aburrimiento vital en tristeza y depresión.
Pero, y hasta el momento, no hay drama.
Sólo el aburrido mecanismo de una vida basada en la meticulosa repetición de lo familiar, que se circunscribe al quimérico contenido de una maleta sentimental que Leary porta desde que se levanta hasta que se acuesta, una maleta tan medida como la que lleva a todos y cada uno de sus viajes.
El drama aparecerá cuando en la vida de Leary se cruce Muriel (Geena Davis) y encontrará su razón de existir en los sentimientos que poco a poco, como brotes verdes zapateriles, el protagonista irá descubriendo no sin cierta sorpresa.
Será Muriel quién provoque la tensión con su demanda de un amor que, por muchas razones, resulta imposible ya que, en apariencia, el espectador puede ver que hay un millón de circunstancias que les separan. Y este aspecto es uno de los principales puentes fuertes de la película. La acertada descripción de dos entornos de vida, de dos modos de ser absolutamente contrapuestos que sin embargo, y por esas cosas que tiene la vida, coinciden en un momento determinado del espacio y el tiempo. En este sentido destaca especialmente el ambiente aséptico y administrativo, casi eduardiano de los "tranquilos" hermanos de Leary.
Y Leary también será Bovary teniendo que tomar una decisión entre lo que en cada momento cree necesitar y lo que en cada momento cree querer.
¿Qué decidirá?
Brillante.
Gustave Flaubert escribió en una de las cartas que envió a su amante Louise Colet que Madame Bovary era él.
Sintiendo la contradicción entre su vida oficial y la oculta que vivía con su amante, el sentir del genial escritor francés no podía albergar un sentimiento distinto de esa contradicción eterna entre lo arriesgado y lo prudente, la comodidad del hogar y la arriesgada persecución del taimado horizonte.
Y en este sentido, y con independencia de los aspectos estrictamente femeninos que acentúan el drama del personaje, todos somos en algún momento de nuestras vidas Madame Bovary.
En algún momento el mundo se nos vuelve áspero haciéndonos notar un "pequeño" inconveniente: lo que nos gusta y lo que necesitamos, a veces, superpuestos, no coinciden.
Esta dialéctica dramática que aparece en el romanticismo, cuando el sentimiento toma carta de naturaleza frente al cálculo racional en las relaciones sociales y personales ha perdurado hasta nuestros días manifestándose en las modalidades artísticas de expresión correspondientes a cada momento histórico.
Y por lo que respecta al cine, "El turista accidental" es una buena muestra de la enésima repetición de ese relato mítico que funda el yo romántico sobre el que se asienta buena parte de nuestra cultura.
Macon Leary se gana la vida escribiendo guías para ayudar a todos aquellos que prefiriendo el calor del hogar han de vérselas con el taimado horizonte. Guías de viaje para aquellos que no quieren viajar y desde el momento de la partida ya están pensando en volver... Y puede hacerlo porque es precisamente experto en no ir a ninguna parte.
Lo adocenado de su expresión y, por extensión, de su estar en general, magníficamente encarnados en el rostro de William Hurt, son expresión metonímica de su propia vida, circunstancia agravada por el drama de la muerte de su hijo pequeño, que ha tenido el devastador efecto de convertir ese aburrimiento vital en tristeza y depresión.
Pero, y hasta el momento, no hay drama.
Sólo el aburrido mecanismo de una vida basada en la meticulosa repetición de lo familiar, que se circunscribe al quimérico contenido de una maleta sentimental que Leary porta desde que se levanta hasta que se acuesta, una maleta tan medida como la que lleva a todos y cada uno de sus viajes.
El drama aparecerá cuando en la vida de Leary se cruce Muriel (Geena Davis) y encontrará su razón de existir en los sentimientos que poco a poco, como brotes verdes zapateriles, el protagonista irá descubriendo no sin cierta sorpresa.
Será Muriel quién provoque la tensión con su demanda de un amor que, por muchas razones, resulta imposible ya que, en apariencia, el espectador puede ver que hay un millón de circunstancias que les separan. Y este aspecto es uno de los principales puentes fuertes de la película. La acertada descripción de dos entornos de vida, de dos modos de ser absolutamente contrapuestos que sin embargo, y por esas cosas que tiene la vida, coinciden en un momento determinado del espacio y el tiempo. En este sentido destaca especialmente el ambiente aséptico y administrativo, casi eduardiano de los "tranquilos" hermanos de Leary.
Y Leary también será Bovary teniendo que tomar una decisión entre lo que en cada momento cree necesitar y lo que en cada momento cree querer.
¿Qué decidirá?
Brillante.
viernes, octubre 21, 2011
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