"Fiebre en las gradas" es por encima de todo la crónica autobiográfica de la obsesión que Nick Hornby, su autor, siente por el fútbol.
A lo largo de sus páginas flota perceptible el sentimiento de culpabilidad de un Hyde que parece no sentirse cómodo con un Jeckyll que pone los partidos del Arsenal por encima de casi todo.
Por un lado Hornby ama el fútbol y por otro el propio Hornby no se explica lo intenso de esa pasión que ha terminado marcando con hitos inolvidables su propia vida como escritor, novio, hijo, padre o hincha.
Y en este sentido, para explicarse ante un jurado cuya composición se nos escapa Hornby desgrana el relato de su pasión como debe hacerse, de una manera autobiográfica y desde el principio, intentando presentar unos hechos que le ayuden a ser entendido y a entenderse, deseando que el sentido surja de la mera y simple concatenación ajustada de kis eventos.
"Ecce homo" parece gritar Hornby y lo hace sin ningún dramatismo y recurriendo a su inteligencia y fina ironía para percibir y mostrar las cosas.
Y lo mejor de todo es que no parece haber una explicación. Simplemente las cosas son como son y no han podido suceder de otra forma precisamente por tratarse de una total y arrasadora pasión cuyo sinsentido ni siquiera comprenden los que son vividos por ella.
En las páginas del libro también surgen reflexiones sociológicas del fútbol en las islas, el sentido del hooliganismo (si es que lo tiene) y lo que es más importante la transición del fútbol de espectáculo popular a elitista atracción de ocio de nuestra sociedad de consumo; aspecto que para Hornby, y coincido con él, está arrebatando ese corazón común y latiente al fútbol.
Ya sólo nos queda el rugby.
No obstante, el libro no termina de funcionar. Poco a poco deja de sorprender y termina resultando demasiado repetitivo.
Estructurado en pequeños capítulo que llevan el nombre de un determinado partido y la fecha en que se celebró termina perdiendo fuerza, pareciendo que conforme la historia avanza y se aleja del momento en que se generó esa pasión, la adolescencia de Hornby y su relación con un padre no siempre presente; perdiera su sentido y su razón de existir.
En cualquier caso, "Fiebre en las gradas" es un libro de obligada lectura para los que como el que les escribe pueden leer a Tolstoi, ver a Ozu y disfrutar de la misma manera con un buen (o mal) partido del Atlético de Madrid.
Hornby nos ofrece una suerte de educación sentimental, un paseo por el contraste y lo inexplicable.
Interesante.
A lo largo de sus páginas flota perceptible el sentimiento de culpabilidad de un Hyde que parece no sentirse cómodo con un Jeckyll que pone los partidos del Arsenal por encima de casi todo.
Por un lado Hornby ama el fútbol y por otro el propio Hornby no se explica lo intenso de esa pasión que ha terminado marcando con hitos inolvidables su propia vida como escritor, novio, hijo, padre o hincha.
Y en este sentido, para explicarse ante un jurado cuya composición se nos escapa Hornby desgrana el relato de su pasión como debe hacerse, de una manera autobiográfica y desde el principio, intentando presentar unos hechos que le ayuden a ser entendido y a entenderse, deseando que el sentido surja de la mera y simple concatenación ajustada de kis eventos.
"Ecce homo" parece gritar Hornby y lo hace sin ningún dramatismo y recurriendo a su inteligencia y fina ironía para percibir y mostrar las cosas.
Y lo mejor de todo es que no parece haber una explicación. Simplemente las cosas son como son y no han podido suceder de otra forma precisamente por tratarse de una total y arrasadora pasión cuyo sinsentido ni siquiera comprenden los que son vividos por ella.
En las páginas del libro también surgen reflexiones sociológicas del fútbol en las islas, el sentido del hooliganismo (si es que lo tiene) y lo que es más importante la transición del fútbol de espectáculo popular a elitista atracción de ocio de nuestra sociedad de consumo; aspecto que para Hornby, y coincido con él, está arrebatando ese corazón común y latiente al fútbol.
Ya sólo nos queda el rugby.
No obstante, el libro no termina de funcionar. Poco a poco deja de sorprender y termina resultando demasiado repetitivo.
Estructurado en pequeños capítulo que llevan el nombre de un determinado partido y la fecha en que se celebró termina perdiendo fuerza, pareciendo que conforme la historia avanza y se aleja del momento en que se generó esa pasión, la adolescencia de Hornby y su relación con un padre no siempre presente; perdiera su sentido y su razón de existir.
En cualquier caso, "Fiebre en las gradas" es un libro de obligada lectura para los que como el que les escribe pueden leer a Tolstoi, ver a Ozu y disfrutar de la misma manera con un buen (o mal) partido del Atlético de Madrid.
Hornby nos ofrece una suerte de educación sentimental, un paseo por el contraste y lo inexplicable.
Interesante.