lunes, septiembre 10, 2012

The Borgias

Por lo visto, el irlandés Neil Jordan intentó durante varios años convertir en película la historia de esta familia noble, los Borgia, de orígen valenciano, que se hicieron con el control de la Roma renacentista y de la sede papal. Al final, Jordan encontró financiación para su proyecto en la televisión y lo que al principio fue visto como un golpe al proyecto finalmente terminó resultando un afortunado acontecimiento del destino.

Jordan ha hecho de la necesidad virtud escribiendo una historia que siempre necesitó ser contada... porque, y entre otras cosas, había mucho que contar porque los protestantes del Norte existen por una razón y en este sentido la moral, inmoral y amoral historia de los Borgia forma parte del proceso de deterioro que la institución católica vivió desde finales de la Edad Media, un deterioro que se concretó en el Renacimiento y que tuvo uno de sus jalones más relevantes en el acceso de esta familia al trono de San Pedro.

Porque la familia Borgia era una familia más en el contexto de la Italia renacentista, entregada a las intrigas necesarias como para procurar el control y la supervivencia... Sforza, Colonna u Orsini... Lo único que le puso las cosas más difíciles a los Borgia era el hecho de no ser italianos sino españoles de ascendencia aragonesa y valenciana.

Borgía sería Borja en castellano.

En su lucha por ese control de fortunas y recursos dentro de Roma llevo a Alejandro Borgia a convertirse en Papa y es aquí donde comienza la serie, dedicándose en su primera temporada a mostrar la oposición que semejante nombramiento encuentra en la propia Roma y fuera de Roma asi como los esfuerzos de Alejandro (Jeremy Irons) por asegurar la viabilidad del éxito de su familia.

Y no había nada espiritual en un papa Borgia que es más un señor terrenal entregado a la política traicionera de las alianzas tan usual en la Italia renacentista que otra cosa... Un señor terrenal que además cuenta con mujer, hijos y amante, la bella Giulia Farnese y que no tendrá el menor escrúpulo en hacer lo que sea necesario por mantener el poder ayudado especialmente por su hijo Cesare y su asesino Micheletto.

Y lo necesario nada tiene que ver con el reino de Dios en la tierra sino con los siete pecados capitales, que igual componen una lista que se queda corto y merced al esfuerzo de los Borgias debiera ser ampliada.

La gota que colmo el vaso y que provocó la disidencia protestante fue la construcción del propio símbolo de la iglesia, la Basílica de San Pedro, para cuya posibilidad y financiación los sucesores de Alejandro no dudaron en traficar con lo más sagrado, pero la existencia de los Borgia ya sienta un fascinante precedente.

Y tampoco es de extrañar que Neil Jordan con su fascinación por todas las historias de lo heterodoxo encuentre en los Borgia un maravilloso espacio afortunado en el que suceden decenas de encuentros con lo desviado en el mismísimo corazón donde nace la autoridad de o moral, lo ortodoxo.

La ironía está ahí, siempre, animando el latir ladino y desconfiado de un relato que convierte al pecado en algo cotidiano.

Brillante.

jueves, septiembre 06, 2012

Queda ya muy poco de aquel sueño,
porciones, pedazos,
un desorden de fragmentos
intentando con desesperación
componer un sentido cierto,
cuerpos vacíos
demasiado tarde
o a destiempo habitados,
sombras destempladas
que apenas rozan el suelo

miércoles, septiembre 05, 2012

Y sucede la espera,
Suceden esos días inmóviles
En los que el tiempo parece no contar
(pero cuenta),
se transparenta
(pero permanece),
mientras escasea la certeza
sobre la mesa donde la cena yace,
dispuesta y polvorienta.
aguardando a los invitados
que, uno por uno, educadamente
excusan sus prescindibles presencias
en la desnudez helada de cada hora en punto
silenciosamente por los relojes pronunciada.

sábado, septiembre 01, 2012

El último metro

Dirigida en 1980 por François Truffaut, "El último metro" es una de las últimas películas que el director francés puso en marcha antes de morir en 1984 de un tumor cerebral, en concreto la antepenúltima.

Lo que nos cuenta "El último metro" es una película coral sobre la vida en el París ocupado por los alemanes durante la II Guerra Mundial, pero hay algo más. Sobre ese duro y difícil escenario en el que los destinos y las historias se entrecruzan, el director francés despliega un homenaje al teatro en toda la extensión de la palabra, convirtiendo reduciendo ese escenario a un escenario de verdad puesto que la historia sucede en torno a un teatro y su propietaria Marion Steiner (Catherine Deneuve) quién tiene a su marido Lucas, un famoso director teatral, escondido en el sótano puesto que es judío mientras que arriba pone en marcha una nueva obra bajo su oculta dirección.

Los destinos que se entrecruzan son los de los miembros de la compañía, cada uno con su propia circunstancia, intentando sobrevivir y relacionándose los unos con los otros de acuerdo con necesidades, preferencias y rechazos.

Hay bastante de "La noche americana", una de las obras más emblemáticas de Truffaut, en "El último metro", fundamentalmente esa convivencia de la realidad con la ficción que en la primera sucedía en un más corto espacio de tiempo, durante el rodaje de una película, mientras que en esta que nos ocupa sucede en un periodo de tiempo mayor, la puesta en marcha de la obra teatral. Pero ambas comparten el mismo "corpus", las relaciones entre personas que luego se convierten en personajes cuando la realidad deviene a escenario.

Sobre esta base Truffaut añade el entorno espacio-temporal como escenario donde sucede la verdad de las personas, escenario donde se encuentra ese teatro que a su vez contiene otro escenario, el lugar de la representación y de los personajes.

En este sentido, no puede decirse que "El último metro" cuente con un planteamiento original, siendo en su esencia una revisitación que el director francés realiza a un ámbito narrativo que es de su agrado, pero lo cierto es que la película se ve con interés hasta un maravilloso final en que realidad y ficción se confunden en la sorprendida mirada del espectador.

Buena.


miércoles, agosto 29, 2012

Historia del último crisantemo

Dirigida por el maestro Kenji Mizoguchi en 1939, "Historia del último crisantemo" es otro melodrama tremendo, sin concesiones... lo que me lleva a pensar que una retrospectiva de Mizoguchi tiene el mismo efecto letal para el ánimo del sentimental que escuchar la discografía completa de Los Panchos.

La historia sucede en el Japón de finales del siglo XIX y se centra en Kikunosuke, el hijo de un importante actor, que descubre, desolado, que su éxito profesional no es tal y que su posición está asociada a la de su padre, un reputado actor, mientras que a sus espaldas público y compañeros se mofan de sus interpretaciones. Sólo Otoku, la niñera de los hijos de su hermano, se atreve a decirle la verdad desde una admiración incondicional y una confianza ciega sobre sus posibilidades que son efectos evidentes y palpables del emocionante amor que ella siente por él.

Kinosuke y Otoku acabarán teniendo una relación condenada socialmente que llevará al despido de la sirvienta y a que Kinosuke rompa su relación con su familia para buscarla aceptando ambos una vida itinerante de actores sin aparente futuro pero en la que Kinosuke perfeccionará su técnica hasta el punto de que su familia le de una oportunidad... No sin antes exigir a Otoku un precio.

¡Madre mía!

Otoku es otro de esos personajes tremendos, portadores de una ética y unos valores basados en el amor, la entrega y el sacrificio a los que una sociedad estratificada y egoísta consume, pero que al mismo tiempo resultan especiales y hermosos en el elemental y a todas luces inevitable ejercicio de su sentir sin importar las consecuencias. No obstante, lo excesivo del personaje en su sacrificio a veces consigue el efecto contrario porque es muy fuerte el modo que Otaku se consume y anula por su Kinosuke. Da un poco de "cosa" y el que les escribe se plantea si el sujeto en cuestión merece tanto porque la deuda moral y sentimental termina resultando abrumadora e imposible de pagar.

En este sentido, Otoku es la sublimación de ese personaje abnegado que Mizoguchi coloca en casi todas sus películas y que es portador de unos valores altruistas que le colocan en posición de desventaja en un mundo cruel cuyas relaciones se basan en el interés y la necesidad.

Pero es muy fuerte lo de Otoku... algunos melodramas de Douglas Sirk son comedias comparadas con esta "Historia del último crisantemo", pura sublimación de la moral de la generosidad y el sacrificio.

Obra maestra.


martes, agosto 28, 2012

¿Cómo piensan nuestros políticos?

El Ministro del Interior del Reino de España comparece ante la prensa para acreditar que cuenta con dos informes que contradicen a un primero, equivocado, en el que se afirmaba que los restos encontrados en una hoguera en una propiedad del padre no eran los restos de los dos niños desaparecidos.
También dice que no se deben depurar responsabilidades por ese error.

¡Horror!

En una tertulia un político para salir del paso en un debate se agarra a que se error se cometió bajo un gobierno anterior.

Otro horror.

Hell on wheels

Tiene su punto está serie producida por la cadena por cable AMC y ésto para el que escribe es más que suficiente.

Situada en la década de los sesentas del siglo XIX y tras el final de la Guerra de Secesión que enfrentó fraticidamente a Federales y Confederados por todo el Este de los Estados Unidos, "Hell on wheels" sucede en el instante histórico inmediatamente posterior: la expansión hacia el Oeste de la nueva nación pacificada a sangre y fuego.

"Hell on wheels" es el nombre que recibe el pueblo nómada que sirve de cabeza de puente para la construcción del ferrocarril que desde el Este lleva a cabo la Union Pacific con vistas a cruzar todo el continente. En este sentido el escenario es histórico. Nada más ni nada menos que el proyecto vertebrador de manera tanto simbólica como real de los Estados Unidos como nación.

Y dentro de este escenario "Hell on wheels" plantea su relato no demasiado excepcional desde un punto de vista narrativo, con sus buenos y malos de siempre, pero haciéndolo sobre dos planteamientos que al que escribe le resultan más que interesantes.

Por un lado, el contraste entre teoría y realidad. Es decir, la concepción teórica del proyecto de construcción del ferrocarril como proyecto que llevará la prosperidad y la civilización al interior del continente. Pero un proyecto que trae consigo la sombra bárbara del ser humano con todas las debilidades y flaquezas que le vienen de serie. Aspecto que resulta tanto inseparable como inevitable implicando que junto a la construcción siempre sucede en mayor o menor medida alguna destrucción que también resulta inevitable.

Por otro la visión de todo este ámbito generador desde el punto de vista de los verdaderos outsiders de toda esta historia: esclavos liberados, confederados derrotados, mujeres esforzadas e indios sorprendidos y en trance de ser masacrados. En este sentido, los dos principales protagonistas son un confederado y un esclavo liberado y a través de su mirada dolida y escéptica percibimos todo este proceso generador de un país en el que, y pese a todo lo sucedido, algunas cosas no han cambiado lo suficiente.

El resultado son diez capítulos que resultan entretenidos y que además están estupendamente rodados con un estilo profundo y nítido que recuerdan al estilo de fotografiar que Nestor Almendros adoptó para Terrence Malick en "Días del cielo".

Merece la pena ver "Hell on wheels"



Opening credits...



"Hay solución a esta crisis y EEUU nos ha enseñado el camino. Allí el PIB crece, el empleo crece y el crédito crece. Nadie cuestiona que España tiene que hacer dieta pero la que nos impone Merkel no cubre las calorías y las proteínas básicas que exigen los protocolos médicos. El problema es que no estamos en manos de médicos, estamos en manos de políticos, dominados por una ideología equivocada y con miedo a reconocer sus errores para no perder el poder. Aquí los economistas tenemos poco que hacer, salvo analizar la realidad y denunciar que vamos camino a la depresión y que pondrá en riesgo nuestra democracia y nuestra estabilidad social."
(Radiografía de la depresión, El economista observador)

lunes, agosto 27, 2012

"La exigencia de la consagración de la vida individual a los fines del estado presupone que estos fines se hallan en concordancia con el bienestar bien entendido del todo y de cada una de sus partes. Este bien debe ser mensurable mediante normas objetivas. Como tal, vale para los griegos el derecho, la diké. En ella se funda la eunomía y, por tanto, la eudemonía de la polis."
(Paideia, Werner Jaeger)

No vale cualquier norma... el ordenamiento jurídico no es una causa sino el efecto de una situación de justicia. La apelación al orden no es siempre buena en sí misma. Hay que examinar la justicia de un ordenamiento jurídico que existe para el bienestar de las personas.

Avaricia

Dirigida en 1924 por el impostado y excesivo Erich von Stroheim "Avaricia" es la adaptación cinematográfica de la novela del mismo nombre escrita por Frank Norris a finales del siglo XIX.

La obra de Norris se inscribe dentro del movimiento naturalista, originado en Francia, que desde el último cuarto del siglo XIX monopolizaba la expresión de la novela como obra de arte.

Su principal referente es el novelista Emilio Zola y la principal característica es aportar la cientificidad y racionalidad dominante en la época a la novela a través de la pretensión de la objetividad y la contemplación distanciada del ser humano en el eterno conflicto de la moralidad con los instintos, aportando aspectos deterministas basados en el darwinismo (la herencia y la influencia del entorno) que en la literatura eran inevitables candidatos para generar la tensión y el drama precisos para producir tragedia y texto.

El Naturalismo tuvo conexiones inevitables con los movimientos sociales y Norris es un buen ejemplo de escritor naturalista con inquietudes sociales que, por lo visto, plasmaba en sus textos siendo "Avaricia", también por lo visto, uno de los más destacados dentro de una obra escasa propia de la corta vida que vivió  Norris, muerto a los 32 años.

"Avaricia" narra la historia de Trina y Marcus, de sus vidas separadas y de su encuentro sentimental todo mediada por una perversa relación con el dinero que Norris busca fundar en sus infancias y en sus ancestros. Pero "Avaricia" es un relato coral en que se nos muestra un fresco agrio y cruel de la naturaleza humana. En "Avaricia" hay pocos personajes ejemplares y abundan aquellos que se dejan llevar por sus instintos en un marco de la dura vida de los inmigrantes, de los más débiles.

No cabe la menor duda de que el propósito de Norris es dar rienda suelta a sus preocupaciones sociales construyendo de la mano del naturalismo un fresco de la naturaleza humana, de la bestia tan feroz, como titulaba Edward Bunker una de sus implacables novelas, de lo animal que el hombre puede llegar a ser para si mismo y para los otros en la persecución de las exigencias de su propia animalidad.

La adaptación cinematográfica que Stroheim pretendió hacer ya era imposible de por si.

El director centroeuropeo quiso adaptar hoja a hoja el extenso libro de Norris obteniendo una imposible versión de más de diez horas de duración que fue progresivamente reducida hasta la versión definitiva de dos horas y media de duración. Esta versión posteriormente fue ampliada en una hora a finales de siglo pasado recurriendo a metraje eliminado y, principalmente, fotografías que es la versión, digamos, definitiva y sobre la que hablo.

Y es evidente que esa pretensión de mostrar la gran tragedia humana está ahí, especialmente en un tremendo final en el Valle de la Muerte que es pura historia viva y palpitante del cine.

Puede decirse que la mayoría de los personajes que aparecen en "Avaricia" son victimas de su animalidad en un entorno de necesidad que no les pone las cosas fáciles, encarnando el dinero como equivalente general de valor una especie de maestro de ceremonias que despierta esa bestialidad que mueve a los personajes transformada en Avaricia.

Y en este sentido, y aunque "Avaricia" tiene casi 100 años, es una película fuerte, que impacta salpicando

 al espectador de barro, babas, sangre y miseria. No es un espectáculo inocente sino la puesta por obra de una maquinaria perversa en la que lo inevitable termina resultando así y siempre desde la tragedia.

Pero hasta aquí el talento de Stroheim para convertir la pantalla en un elemento transparente a través del cual brilla un texto... hay más. Está el propio y particular talento de Stroheim para narrar recurriendo a metáforas brillantes e imágenes poderosas, como la aparentemente tan simple de un gato hambriento ante una jaula de pájaros, que sin embargo resume toda la intensidad brutal de la historia que se nos narra.

Stroheim, que creó una meticulosa leyenda falsa sobre sí mismo y sus origenes, siempre mostró una especial predilección por aspectos bastante perversos, gustando de aspectos límites del erotismo que no dudaba en sugerir, cuando no mostrar en sus películas. Aspectos que tenían que ver con la lujuria, la humillación, la sumisión y sin duda encontró en esta historia elementos en los que anclar su perverso y oscuro deseo, especialmente en la relación que Trina tiene con las monedas de oro que cifran su riqueza, monedas con las que llega a costarse desnuda... Este era el tipo de cosas que le molaban a Stroheim, cosas que iban desde beber champagne en el zapato de una corista a meter a una mujer desnuda en un baño de joyas. Y no me cabe la menor duda que encontró mucho placer en mostrar este espectáculo de desmoronamiento y abyección que es Avaricia.

Como escribió el Marques de Sade, el libertino que Stroheim siempre quiso que los demás pensaran que él era: "No hay horror que no se haya sido divinizado, ni virtud que no haya sido deshonrada." Y en "Avaricia", Stroheim no pierde la ocasión de mostrárnoslo, eso sí, con muchisimo talento.

Y además, el espíritu que anima a esos mercados tan terribles está aquí. Se hace horrorosamente visible en "Avaricia" convirtiendo su visión en algo imprescindible y necesario.

Obra maestra.

El final...



Algunos momentos con el oro como protagonista...


Metraje curioso del rodaje...

viernes, agosto 24, 2012

"Por otra parte, la creciente disminución de la capacidad adquisitiva de la población (que explica el crecimiento de su endeudamiento) también determina una escasez de demanda de bienes y servicios que es uno de los problemas económicos más graves que tiene la economía a los dos lados del Atlántico. No hay demanda con lo cual la economía productiva, donde se producen los bienes y servicios, está estancada. Ello explica que su rentabilidad es menor que la alcanzada en actividades especulativas como la propiedad inmobiliaria o los sectores de alto riesgo (o Hedge Funds), que es donde el gran capital (cuyas rentas han ido creciendo en dimensiones superlativas) está invirtiendo. De ahí la gran expansión de las actividades especulativas dentro del sector financiero (sobre todo bancos, compañías de seguros y fondos de alto riesgo), actividades facilitadas por la desregulación de los mercados financieros. Consecuencia de ello es que las rentas del 1% de renta superior en ambos lados del Atlántico Norte se han disparado, invirtiéndose primordialmente en actividades especulativas."
(¿Por qué la crisis no se resolverá?, Vicenç Navarro)
Pues claro que hay dinero... pero para lo que quieren...

 "Repitiendo mil veces esa mentira de que no hay dinero, acudiendo una y otra vez al cuento de la familia y el ahorro, el PP desmantela delante de nuestras narices la enseñanza pública. Una vez demolida, podrá ofrecer a sus amigos, a sus familias, a sus financiadores un suculento sector con innumerables oportunidades de negocio: colegios sexistas o no, institutos y universidades sin la competencia desleal de las devastadas universidades públicas. Destruirlo todo para volverlo a construir gracias al capital privado. Es la lógica y el negocio de la guerra."
 (Es la guerra)

Oscar y Lucinda

"Oscar y Lucinda" es una de esas películas que uno sospecha inspiradas en una buena historia pero que, por un motivo u otro, algo ha fallado a la hora de llevar esa historia a la gran pantalla.

Basada en un novela escrita por Peter Carey que gozó de un cierto  éxito a finales del siglo pasado en el mundo anglosajón, "Oscar y Lucinda" nos cuenta la historia de dos personas cuya vida en gran medida está regida por el azar y la pasión por el juego.

La historia sigue la vida de ambos personajes por separado considerando para cada uno de ellos el nacimiento de la pasión por el azar y el juego para luego unir el destino de ambos en un viaje por barco hacia Australia en el que ambos se descubrirán como almas gemelas dentro de un mundo en el que especialmente no abunda la comprensión para dos heterodoxos como ellos.

Sobre el papel todo tiene buena pinta, pero hay algo que falla.

El resultado es una película de esas que con la mejor de las intenciones llama "extrañas" por considerar que lo bueno prima sobre lo malo. La película tiene algún que otro gran y buen momento pero, y en general, el resultado es un deslabazado relato que a todas luces pretende abarcar más de lo que puede morder, un defecto bastante común de las adaptaciones cinematográficas de novelas largas y complejas como sin duda debe ser ésta.

Hay personajes que aparecen y desaparecen, se acumulan las situaciones y líneas narrativas con el resultado siempre similar de la dispersión o la ausencia de un hilo esencial que estructure el relato.

Y se pierde otra gran ocasión de contar una gran historia porque la relación del azar con la vida es un tema que da para mucho, pero no para algo tan ambiguo y equidistante de muchos asuntos como "Oscar y Lucinda".

Y al final sucede lo que sucede, los eventos se suceden de una manera natural, y sin ser explicados, teniendo en cuenta la realidad de la novela en que se basan y que existe para completar el dibujo que la película apenas insinúa en la mente del espectador.

No obstante, y si uno no se pregunta demasiado por qué suceden las cosas, "Oscar y Lucinda" se deja ver.

Aceptable.


jueves, agosto 16, 2012

La Strada

No descubro nada si escribo que en Fellini hay dos épocas claramente definidas en su cine.

En la primera, que culmina con "La dolce vita" es una época en la que predomina el melodrama costumbrista en un entorno narrativo neorrealista. Por decirlo así sus historias son más convencionales si bien todas suceden ya dentro de un incipiente mundo propio caracterizado por el enfrentamiento entre el mundo interior de sus personajes con un mundo exterior como mínimo complicado, como máximo duro e inclemente.

Todos sus protagonistas desde el Alberto Rivoli de "El jeque blanco" hasta el Marcello Rubini de "La dolce vita" experimentan algún tipo de disonancia entre sus creencias y expectativas y una realidad que parece tener sus propios planes. Esta tensión preside en mayor o menor medida todas esas historias que Fellini rueda con talento en blanco y negro y dentro de entornos muy realistas, resolviendo esa tensión casi siempre desde el melodrama lacrimógeno y para mi gusto a veces demasiado sentimental.

Posteriormente, y tras el interludio que supone el episodio que rueda para la película "Bocaccio 70", empieza con "Ocho y medio" la segunda etapa, una etapa más personal en la que, aún manteniéndose esa tensión entre realidad y expectativas, las historias cambian el entorno realista por un entorno más onírico y subjetivo, como si el escenario se desplazase desde el exterior al interior de sus personajes protagonistas y esa realidad siempre se percibirse de una manera indirecta, matizada por el modo en que sus protagonistas la perciben y sienten. Por decirlo así, el escenario se interioriza y se subjetiva. La cámara no ve por si misma sino por la mirada de un personaje.

Ese es para mi gusto la esencia del toque Fellini, lo onírico objetivado en relato.

"La Strada" forma parte de esa primera época.

Nos cuenta la imposible historia del amor imposible que Gelsomina siente por el brutal y necio gigante Zampanó, una historia tremenda de entrega inútil y de inevitable aniquilación en el que brilla el misterio que esconde la mirada de Gelsomina, magnificamente encarnada por Giuletta Massina. Un misterio que se cifra en el amor que ella siente por un borracho y desconsiderado Zampanó, también magnífico Anthony Quinn y que el que les escribe nunca llega a terminar de explicarse.

El resultado es la emocionante historia de un desencuentro, el amargo relato de una imposibilidad contra cuya eliminación el deseo de Gelsomina termina quedando todas sus naves.

Emocionante.


martes, agosto 14, 2012

El intendente Sansho

En "El intendente Sansho" están presentes de manera clara y evidente los grandes temas que animan el cine de Mizoguchi. La crueldad del mundo y el infortunio como principal consecuencia respiran por todos los poros de esta historia basada en un relato del escritor japonés Ogai Mori que vivió en la primera mitad del siglo pasado.

"El intendente Sansho" nos cuenta la historia de una familia maltratada por el destino. El padre es un cargo administrativo que se enfrente a la férrea sociedad estamental japonesa en defensa de los más débiles por los que siente empatía. Esta actitud traerá la desgracia sobre su familia. El será encarcelado y su mujer y sus dos hijos, terminarán siendo vendidos como esclavos. La madre terminará trabajando como prostituta y los dos hijos acabarán trabajando para el brutal Sansho, un intocable administrador de una propiedad imperial.

Así, y por esos crueles azares del destino, los hijos del magistrado terminarán formando parte de esa plebe maltratada por la que ese mismo magistrado sentía empatía.

A partir de entonces, la pelicula narrará los esfuerzos de los dos hermanos por mantenerse fieles al recuerdo de su familia lo que culminará en un constante intento de recuperar la unidad perdida. Especialmente a través de la hermana, Anju, uno de los personajes más maravillosos de la historia del cine, uno de esos personajes cuya entereza y riqueza espiritual Mizoguchi gusta enfrentar a la pavorosa lógica del destino que sufren.

Como ya he escrito en otro momento, en Mizoguchi siempre hay un personaje que mantiene la cordura y la espiritualidad frente a la crueldad del mundo, personajes ejemplares y puros que consiguen mantenerse intactos pese a tener que pagar el precio que las vida les exige.

Anju es uno de ellos, quizá el más paradigmatico y conmovedor de todos esos héroes espirituales que Mizoguchi presenta en sus películas. Aunque la vida les destroce no pierden el Norte ni se dejan llevar por la cuesta abajo de la animalidad y los instintos y en este sentido siempre resultan conmovedores en su mensaje de pureza esencial y verdaderamente humana. Porque lo verdaderamente difícil es mantener la calma moral y no dejarse llevar por los instintos. No sólo por este hecho mismo sino por el precio que la crueldad del mundo siempre les obliga a pagar, aspecto que Mizoguchi jamás olvida, convirtiendo la moralidad en un acto  maravilloso de ejemplarizante locura que nos conecta con lo mejor del ser humano y al mismo tiempo con lo peor de la seriedad de la lucha que ese ser humano libra en su esfuerzo por mantenerse intacto contra un mundo que parece una jungla animal más que otra cosa, contra un mundo que no solo mancha sino que mata.

Y todo contado siempre con esa manera delicada y bella de componer planos y encadenarlos que tenía Mizogouchi para construir sus hermosas historias.

De tintes marcadamente dickensianos, "El intendente Sansho" es otra obra maestra de uno de los grandes genios del cine mundial: Kenji Mizogouchi.





lunes, agosto 13, 2012

Teorema

No es una película fácil esta "Teorema" dirigida en 1968 por el controvertido y complejo Pier Paolo Pasolini.  

No se sabe bien cómo ni por qué, pero un desconocido, interpretado con silencioso  magnetismo por Terence Stamp, aparece literalmente en medio de una familia de la rica burguesía milanesa. Uno por uno, y empezando por la criada, irá apoderándose de cada uno de ellos, poseyéndolos utilizando lo sexual como llave que les permitirá acceder a aspectos que desconocían de si mismos .

El resultado será la subversión del orden apacible que los poseídos vivían tanto dentro de cada uno de ellos como en el nivel colectivo familiar.

La presencia de ese desconocido supondrá una rasgadura sobre la quebradiza superficie, estable, del yo de cada uno de ellos, permitiendo que aspectos inconscientes que forman parte de su apartada sombra salten sobre su desconcierto obligándoles a ser un ser completamente diferente al que pretendían ser.

Y todo esto sucede especialmente cuando el desconocido desaparece de la misma manera misteriosa y rápida con que llegó. Todos los miembros de la familia se encuentran repentinamente desposeídos del anterior orden y abandonados frente al propio caos produciéndose un proceso de descomposición en el que el grupo se disgrega buscando cada uno de ellos espacio para entenderse y ser.

Claramente deudora de la época sesentayochista revolucionaria en cuyo contexto nace, "Teorema" representa una suerte de autosacramental pagano e intelectualmente gore en el que se ejecuta la metonímica disolución del poder establecido respresentado por la familia burguesa que el visitante pulveriza. Y por si no fuera poco, el mecanismo por el que Pasolini ejecuta esa disolución procede de estilemas y pautas procedentes de los propios evangelios católicos.

En este sentido, el desconocido es una especie de mensajero con aires cristicos que saca de la equivocada certeza en que se encuentran a todos y cada uno de los miembros de la familia, subvirtiendo la calmada superficie apacible de su racionalidad y propiciando el acertado encuentro con la tempestuosa sombra de cada uno de ellos.

La sombra es un concepto del psicoanálisis junguiano que refiere a todos aquellos aspectos de la personalidad que son apartados por el individuo durante el proceso de socialización. Todos esos aspectos que también somos pero que apartamos buscando ser aceptados componen esa sombra que es el lado oscuro de nuestra identidad y que también somos nosotros.

La salvación que lleva a cabo ese ese Jesucristo silencioso tiene que ver con la recuperación de esos aspectos antitéticos que revientan la estructura familiar burguesa: la hermana y su amor por el padre, la madre y su entrega al sexo, el hijo y su amor por los hombres... convirtiendo a "Teorema" en una suerte de performance en el que se pone por obra el reventamiento de las costuras del orden establecido burgués.

El resultado es un caos compuesto de las diferentes busquedas que, privados definirtivamente de la presencia del desconocido, llevan a cabo todos y cada uno de los miembros de esa familia; una busqueda que se supone metáfora de el cambio social como proceso inacabado basado en una suerte de sinceridad difícil y compleja que nada tiene que ver con la ordenada mentira burguesa.

Utilizando el modelo hegeliano, Pasolini se queda en la antitesis, el cuestionamiento y la ruptura, y propone un método que supone la búsqueda de una sintesis entre las luces y las sombras de las que todos estamos hechos.

Y son muchos los prodigios que suceden como consecuencia de ese encuentro que no deja de ser una interminable búsqueda que el personaje del padre simboliza en un nada acomodaticio final.

Casi nada...

En cualquier caso, "Teorema" destila por todos sus poros una intención intelectualmente subversiva, que casi siempre se traducía en imágenes difíciles, y que siempre acompañó al incómodo cine de Pasolini.

No se si es la palabra adecuada, pero a mi me gusta, "Teorema". La encuentro sumamente estimulante como propuesta... un poco de subversión de la buena, de la de antes, con ideas auténticas, no nos vendría nada mal.



sábado, agosto 11, 2012

Sobre Sánchez Gordillo...

En este país de mierda la gente con narices siempre ha tenido mala prensa. Los españoles somos más que rigurosos y exigentes con los que cruzan líneas y se exponen.
Cuando ya no podemos negar que existe un problema, queremos que nos lo resuelva otro y que lo haga por arte de magia, con un 100% de éxito y sin la menor de las molestias.
Y por supuesto queremos ganarlo todo y no perder nada.

El resultado... primero Zapatero y luego Rajoy.

jueves, agosto 09, 2012

Los padres terribles

Escrita por Jean Cocteau en 1938 para mayor gloria de Jeam Marais, el actor que fue el amor de su vida, "Los padres terribles" es como su autor una pieza inteligente, sutil y elegante que desarrolla un discurso complejo sobre el deseo y sus complejidades inherentes.

Por lo visto, Cocteau intento abordar desde la comedia un tema serie. En este sentido, Cocteau pretendió hacer un "vaudeville" en el que todos y cada uno de los miembros de una familia, dos hermanas y el marido de una de ellas, tienen puesto los ojos y el corazón en la persona equivocada. Sin embargo, y con el paso del tiempo, los tres han llegado a una cierta situación de equilibrio y orden, en el que cada uno de ellos conoce su lugar y lo ocupa con confortable tranquilidad.

Sin embargo, esta situación de equilibrio se verá comprometida por la posibilidad de un acierto... Michel, el hijo del matrimonio que componen Ivonne y Georges, se ha enamorado de Madeleine, que curiosamente ha sido la amante de Georges.

La ocurrencia de este evento sentimental tendrá un efecto demoledor sobre la estructura que los mayores de la casa donde ha crecido Michel han construido aflorando las viejas cuentas pendientes y la constante posibilidad de otros ordenes en los que los papeles y posiciones serían más o menos beneficiosos o justos para cada uno de ellos.

Y las principales victimas de ese efecto demoledor serán Michel y Madeleine que serán parte paciente de un juego perverso de mascaras jugado por esos padres terribles sobre el terreno de sus sentimientos.

Como toda la obra que dimana del talento de Cocteau, la inteligencia está presente de una manera arrasadora, pero sutil al mismo tiempo. No hay improvisación no nada sucede, se hace o se dice por casualidad en una estructura que parece pensada al milímetro para mostrar, sin abstracciones teóricas o meramente propagandísticas, el mecanismo interno de funcionamiento de una institución social tan relevante como la familia.

No obstante tengo la impresión de que el tiempo ha pasado demasiado rápido sobre ella y en general me he encontrado viendo el relato de un mundo lejano y perdido que, en realidad y con la excepción de algún diálogo, no termina de interesarme.

Y al final me encuentro apreciando la estructura de la película como quién aprecia una fachada renacentista o uno de esos sobrevalorados cubos de Le Corbusier.

A una película hay que pedirle más.


Aceptable.


Tres cosas sobre la performance del Sindicato Andaluz de los Trabajadores en los supermercados:

1
¿Medios de comunicación?
Se pide un debate de fondo sobre las retribuciones de los responsables de la gestión de bancos y cajas, pero no se pide un debate de fondo sobre las razones que, en teoría, motivaron el asalto a los supermercados andaluces. Es más. Se entrevista a los responsables de los presuntos asaltos, éstos argumentan un 34% de paro, incluso superior en algunas zonas rurales, familias sin ingresos recurriendo a la beneficencia y pasmosamente los periodistas y tertulianos se dedican a intentar desacreditar a las personas, copiando lo peor del debate político del "y tu más".
Nadie quiere detenerse en el fantasma de situaciones de absoluta necesidad que afectan a personas con nombre y apellidos, que están siendo sacrificadas en el altar de políticas que no son inevitables, que no son leyes naturales sino resultado de una opción.
Se les pide silencio y se les silencia.
Tendrán que morirse callados y en un rincón para no estropearle la fiesta al resto.
Estaría bien enseñarle sus fotografías a Cotino y a los de su calaña para que lo tengan muy presente cada vez que tengan que tomar una nueva decisión de recorte.
Es otro escándalo de esta democracia que se prive a la sociedad de este debate... que de ser cierto sólo debería llevar a dos opciones: a la acción o al silencio.
Y la acción implica que para ciertas cosas... si no hay dinero, se pinta.

2
El Sindicato Andaluz de Trabajadores irrumpe con sentido común en un debate político caracterizado por su manierismo y alejamiento de la realidad.
Se hace preguntas de calado, preguntas para las que las terminales mediáticas del sistema no tienen respuesta y plantean lo que hace falta: respuestas.
La gente tiene derecho a quejarse, la gente no vota a un partido para que haya cinco millones de parados, la gente tiene derecho a revisar la política de un gobierno que está haciendo justo lo contrario de aquello por lo que fue votado, la gente tiene que protestar para que se le haga caso y para protestar de verdad hay que cruzar algún límite.
Como decía Petrarca, si puedes contarlo no sientes una verdadera pasión y en este sentido si no molestas de alguna manera no estás protestando en realidad. Y está claro que hay una parte débil contra la que se está intentando controlar una situación económica, pero esta estrategia debe tener un límite.
Hay que quejarse.
Hay que protestar

3
Realmente hay un punto de gravedad en las performances llevadas a cabo por el Sindicato Andaluz de Trabajadores: les enseña a los más damnificados por la crisis que hay un camino extremo a seguir para cuando estén lo suficientemente desesperados.
Los que están exprimiendo a la gente con políticas injustas, que algún día serán juzgadas fríamente por la historia y consideradas de parte cuando no criminales, no pueden pretender que la gente se queda sin nada, reducida a la indigencia y no haga nada.
En su inmensa estupidez, o esperan que baje Dios del cielo o que la gente se muera de asco en silencio, anteponiendo un interés general -que no puede disimular ya ser un interés de parte- al propio.
Y este tipo de situaciones extremas pueden darse sobre todo en Andalucía, en los lugares donde está asentado el Sindicato Andaluz de Trabajadores.
No puedes apretar y apretar sin fin.
Todo tiene un límite y no puedes esperar continuar apretando sin que la gente, puesta entre la espada y la pared, responda.
El Sindicato Andaluz de los Trabajadores les (y nos) avisa de una situación social que empieza a ser más seria de lo que nos imaginamos. Y si se sigue asi, no bastará con apagar la tele o negarla ante un micrófono para que desaparezca.
Harán falta políticos que hagan política de verdad y no fantoches.
Y si sus políticos no lo quieren hacer, hará falta que sea el propio pueblo español quién marque ese límite.

miércoles, agosto 08, 2012

A estas alturas de la película todavía hay que explicar a algunos periodistas, que corren presurosos a construir el discurso del orden establecido, que el origen del problema de nuestra economía no es es el sector público, sino el privado, la deuda privada de bancos y empresas grandes, que fueron los que vivieron por encima de sus posibilidades (definiendo las nuestras, claro) acudiendo a financiarse al exterior.

Todavía hay que explicarlo.