Que nadie toque a los fetos,
acurrucados, calladitos,
tan formales y tan indefensos...
Todos deben vivir.
Ni siquiera hay que hablar de moral ni derecho.
Las elementales reglas del sentimentalismo
no toleran la violación de su rosado templo.
Otra cosa bien distinta es cuando nacen,
abren los ojos y crecen,.
echan a andar
y cuando se les llama ni se vuelven,
Otra cosa bien distinta es cuando no comen,
desarrollan ideas propias,
no se conforman,
se vuelven contestones,
piden la palabra
y ante el más que seguro hecho
de que no se les de,
intentan tomársela.
Cierto.
Otra cosa bien distinta es.
Cada caso debe ser estudiado.
Tiene que demostrar su inocencia
y a veces ni siquiera basta
con la conforme presentación
de la acreditación de lo que es justo.
Ya no conmueve tanto el color morado
del que no se calla,
seguramente apesta,
no se calla,
no se conforma,
no se calle,
quiere más,
no se calla,
se levanta de la mesa,
no se calla,
protesta.
No caben sentimentalismo
cuando el tener y el poder tener más
entran en juego.
acurrucados, calladitos,
tan formales y tan indefensos...
Todos deben vivir.
Ni siquiera hay que hablar de moral ni derecho.
Las elementales reglas del sentimentalismo
no toleran la violación de su rosado templo.
Otra cosa bien distinta es cuando nacen,
abren los ojos y crecen,.
echan a andar
y cuando se les llama ni se vuelven,
Otra cosa bien distinta es cuando no comen,
desarrollan ideas propias,
no se conforman,
se vuelven contestones,
piden la palabra
y ante el más que seguro hecho
de que no se les de,
intentan tomársela.
Cierto.
Otra cosa bien distinta es.
Cada caso debe ser estudiado.
Tiene que demostrar su inocencia
y a veces ni siquiera basta
con la conforme presentación
de la acreditación de lo que es justo.
Ya no conmueve tanto el color morado
del que no se calla,
seguramente apesta,
no se calla,
no se conforma,
no se calle,
quiere más,
no se calla,
se levanta de la mesa,
no se calla,
protesta.
No caben sentimentalismo
cuando el tener y el poder tener más
entran en juego.