De cuando en cuando, el melodrama se combina con algún tipo de discapacidad para producir una historia llena de valores positivos en el que el actor o el actriz principal encuentra un personaje en el que poder desplegar todo su talento para conmover la mirada del espectador.
La película de este año es "La teoría del todo".
Lo diferencial que aporta esta nueva edición es que el protagonista es el astrofísico y cosmólogo Stephen Hawking quién padece una variante de la ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) que poco a poco le ha ido dejándo paralizado.
La historia se base en el libro que escribió su ex-mujer sobre su vida con el eminente y popular científico. No lo he leído pero imagino que el punto de vista desde el que se narra la historia es el de Jane. Sin embargo, la película le da la palabra a Hawking, sin duda un personaje más atractivo para el gran público que lo que en un principio pueda ser su mujer Jane.
Y aunque al final el personaje de Jane resulta fascinante, la cobardía de no apostar por su punto de vista acaba cargando la historia de una cierta indefinición emocional, especialmente en lo que precisamente a Jane se refiere.
Desde luego, el espectador intuye lo dura que tiene que ser la vida de Jane al cuidado de sus hijos y de Hawking, pero no trabaja demasiado este aspecto resultando la evolución emocional del personaje un tanto inmotivada, basándose en una serie de saltos cuánticos en los que Jane pasa del abnegado amor, al enamorado cansancio hasta terminar en la duda y el desamor mientras el interés de la historia se centra en cómo Hawking intenta comer con cuchara.
Y es una pena porque la película opta por ser un mero producto diseñado para emocionar un ratito y careciendo de la ambición suficiente como para ser algo más: una disección quirúrgica sobre los límites del amor y/o el altruismo o un ensayo sobre el difícil equilibrio entre generosidad y egoísmo.
Todo queda difuso, como máximo superficialmente marcado mientras asistimos a lo que realmente interesa: al talentoso ejercicio de Eddie Redmayne para encarnar un personaje con la dificultad especialmente física que plantea Hawking. Y en este sentido, Redmayne está excepcional, pero su despliegue de talento oculta a un personaje mucho mejor, a Jane. Un personaje normal y corriente, que vive su amor por Hawking de una manera total y absoluta hasta que este se agota.
En este sentido, me interesa mucho más Jane que Hawking, pero la película apuesta por la atracción de feria, del prestidigitador talento del actor obviando como ya he comentado temas y ocasiones de mayor enjundia.
Es una lástima pero "La teoría del todo" no tiene demasiado interés en hablar de la gran mujer que hay detrás del gran hombre.
Y su historia personal intuyo que es maravillosa, aunque esta película le arrebate su propia historia para entregarsela a su ex-marido.
Por lo demás, estoy seguro de que estaremos de acuerdo en que todos hemos visto unas cuantas veces "La teoría del todo".
La película de este año es "La teoría del todo".
Lo diferencial que aporta esta nueva edición es que el protagonista es el astrofísico y cosmólogo Stephen Hawking quién padece una variante de la ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) que poco a poco le ha ido dejándo paralizado.
La historia se base en el libro que escribió su ex-mujer sobre su vida con el eminente y popular científico. No lo he leído pero imagino que el punto de vista desde el que se narra la historia es el de Jane. Sin embargo, la película le da la palabra a Hawking, sin duda un personaje más atractivo para el gran público que lo que en un principio pueda ser su mujer Jane.
Y aunque al final el personaje de Jane resulta fascinante, la cobardía de no apostar por su punto de vista acaba cargando la historia de una cierta indefinición emocional, especialmente en lo que precisamente a Jane se refiere.
Desde luego, el espectador intuye lo dura que tiene que ser la vida de Jane al cuidado de sus hijos y de Hawking, pero no trabaja demasiado este aspecto resultando la evolución emocional del personaje un tanto inmotivada, basándose en una serie de saltos cuánticos en los que Jane pasa del abnegado amor, al enamorado cansancio hasta terminar en la duda y el desamor mientras el interés de la historia se centra en cómo Hawking intenta comer con cuchara.
Y es una pena porque la película opta por ser un mero producto diseñado para emocionar un ratito y careciendo de la ambición suficiente como para ser algo más: una disección quirúrgica sobre los límites del amor y/o el altruismo o un ensayo sobre el difícil equilibrio entre generosidad y egoísmo.
Todo queda difuso, como máximo superficialmente marcado mientras asistimos a lo que realmente interesa: al talentoso ejercicio de Eddie Redmayne para encarnar un personaje con la dificultad especialmente física que plantea Hawking. Y en este sentido, Redmayne está excepcional, pero su despliegue de talento oculta a un personaje mucho mejor, a Jane. Un personaje normal y corriente, que vive su amor por Hawking de una manera total y absoluta hasta que este se agota.
En este sentido, me interesa mucho más Jane que Hawking, pero la película apuesta por la atracción de feria, del prestidigitador talento del actor obviando como ya he comentado temas y ocasiones de mayor enjundia.
Es una lástima pero "La teoría del todo" no tiene demasiado interés en hablar de la gran mujer que hay detrás del gran hombre.
Y su historia personal intuyo que es maravillosa, aunque esta película le arrebate su propia historia para entregarsela a su ex-marido.
Por lo demás, estoy seguro de que estaremos de acuerdo en que todos hemos visto unas cuantas veces "La teoría del todo".