domingo, septiembre 13, 2015

Medea

Está claro que hasta el mejor escribano echa un borrón y, en el caso de Pier Paolo Pasolini, su horrible "Medea" es, siempre para mi gusto (que soy el que escribo), un enorme borrón dentro de su esencialmente arriesgada carrera cinematográfica.

Y es que no hay por donde coger esta "Medea" consiguiendo Pasolini destrozar los mimbres que el gran Euripides nos proporciona desde hace milenios.

Para empezar es una propuesta que genera distancia con el espectador puesto que, asombrosamente, la palabra de Euripides brilla por su ausencia siendo una versión en que los personajes apenas hablan entre sí, quedando todo a la capacidad de los actores y, sobre todo, al conocimiento que el espectador pueda tener del texto.

Por otro, y en su primera parte, resulta tremendamente disgresora pues Pasolini dedica más de media hora a una introducción en la que se propone mostrarnos las costumbres bárbaras del pueblo bárbaro al que Medea pertenece.

Completamente innecesario.

Pero. y una vez que conecta con el texto de Euripides los personajes se dedican a actuar como sometidos a la logica del relato del que forman parte, convertido este en una suerte de realidad viculante e inmotivada. que no se explica sino que se revela a sí misma mientras va sucediendo aunque casi siempre privada por esa mudez ya referida del contenido que le da la palabra.

Si a esto le añades las limitaciones de la diva operistica Maria Callas como actriz y la presencia de algún que otro flashback y flashforward (visiones del futuro de Medea), tendrás un confuso galimatías en el que el sentido no procede de la narración sino del conocimiento que la mirada del espectador tenga de la historia.

En este sentido, Pasolini se las arregla para oscurecer la cristalina claridad del texto de Euripides.

Su ego como creador se interpone entre el espectador y el texto... y no precisamente para sumar sino para restar con el innecesario e irritante efecto distorsionante que la propuesta trae consigo.

En definitiva, Pasolini arruina una grandiosa historia protagonizada por uno de los primeros personajes femeninos potentes de la historia del arte occidental.

Muy decepcionante.

sábado, septiembre 12, 2015

The Walking Dead

Muy inteligente el giro narrativo que presenta esta serie en su quinta temporada.

El esfuerzo brutal de supervivencia que el espectador ha seguido durante las cuatro temporadas anteriores es puesto en valor en esta quinta de una manera brillante.

El grupo de Rick ha sufrido una transformación. Para sobrevivir han tenido que afrontar una constante exigencia que a la postre ha supuesto la obligatoria consecuencia de dejar atrás una manera de entender la vida en el que la dura crueldad de la lucha por la supervivencia no era una realidad tan exigente y apremiante.

Ahora, convenientemente exigidos, han tenido abandonar a fuerza de golpes la esperanza de recuperar la vida que vivieron y han tenido que aceptar una nueva manera de ser en el que la violencia y la vida humana ocupan diferentes posiciones de valor.

Las presencias de Tyrese Williams y Beth Green reflejan en los primeros ocho capítulos el fin de esa esperanza.

No hay lugar para la compasión y las ilusiones en este nuevo mundo salvaje y cruel.

La realidad manda, exige otra manera de actuar y de relacionarse con ella basada en la precaución y la desconfianza, en la necesidad del uso de la fuerza convertido en un elemento cotidiano de la propia existencia.

Es el regreso a una situación pre-civilizada en la que el hombre es un peligroso lobo para el propio hombre y, a lo largo de esta quinta temporada, el espectador tiene la oportunidad de  descubrir el grupo de Rick, convertido casi en un grupo cazador-recolector, como los portadores de una nueva ética y una nueva moral.

Posteriormente, en la segunda tanda de ocho capítulos, Rick y los suyos tendrán la oportunidad de enfrentar esa nueva manera de entender la existencia a la vieja, representada por una comunidad que en su aislamiento pretender mantener los valores de esa vida pasada.

La realidad manda y nadie la entiende mejor que el grupo de Rick.

Las hambrientas fauces de los zombies que deambulan ese mundo como sonámbulos se convierte en la perfecta metáfora de una continua y constante exigencia que parece sentada, a la espera de un error que dada la proverbial falibilidad humana nunca tarda demasiado en producirse.

Y luego están los seres humanos. Siempre mucho más peligrosos que los zombies porque, y a diferencia de aquellos, estos siempre tienen un plan casi siempre despiadado.

¡Planazo!

La élite del poder. C. Wright Mills

“La creación en Europa de ejércitos con reclutamiento en masa implicó la extensión de otros "derechos" a los reclutas, con el intento de reforzar su lealtad. En Prusia, y después en Alemania, eso constituyó una política totalmente deliberada. La abolición de la servidumbre y más tarde la implantación de planes de seguros sociales acompañaron al establecimiento del reclutamiento en masa. Aunque la correspondencia no es exacta, parece cierto que la extensión a la población en general del derecho a portar armas implicó la extensión de otros derechos”.

viernes, septiembre 11, 2015

Scott Pilgrim vs. The World

"Zombies party", "Arma fatal", "Bienvenidos al fin del mundo"...

Todas ellas protagonizadas por el dúo británico Simon Pegg y Nick Frost. Todas ellas comedias más o menos divertidas, pero siempre con un punto de originalidad en la trama. Todas ellas escritas por Simon Pegg y  Edward Wright.

Todas ellas también dirigidas por Edward Wright quien independizado de Pegg ha escrito y dirigido "Scott Pilgrim", un maravilloso producto de entretenimiento que revisa con acierto los cánones de la comedia adolescente de toda la vida.

¿Y cuál es el principal atractivo de "Scott Pilgrim"?

Wright hace gala de una importante creatividad gore, la misma que le lleva a combinar géneros tan aparentemente opuestos a la comedia como las películas de zombies en "Zombies Party" o las películas de invasiones extraterrestres como "Bienvenidos al fin del mundo".

Pero en este caso Wright va mucho más allá porque en "Scott Pilgrim" Wright combina la comedia adolescente con la narrativa arcade propia de las máquinas recreativas de videojuegos trufada con algún elemento propio del manga, especialmente en las peleas

Porque "Scott Pilgrim" entiende el clásico asunto chico busca chica de la comedia romántica desde perspectivas narrativas y conceptuales ajenas al mundo del cine.

Elementos narrativos propios del arcade (rivales, pantallas que se pasan, recompensas en puntos) se combinan con elementos propios de la animación manga y el resultado es sencillamente brillante.

La historia es sencilla: para conseguir a la maravillosa Ramona Flowers (Mary Elizabeth Winstead), Scott Pilgrim deberá enfrentarse en combate a cada uno de sus siete ex anteriores.

¿Lo conseguirá?

"Scott Pilgrim" es cine industrial, pero cine del bueno, de ese que se las arregla para contar la misma historia de manera diferente y vaya si se las arregla.

Puro entretenimiento inteligente, con intención.

Muy recomendable.

jueves, septiembre 10, 2015

Transformar el mundo. Neil Davidson

“Tanto Ferguson como Smith reconocían que la división del trabajo necesaria para el establecimiento de la sociedad comercial tenía ciertos efectos negativos sobre la vida social, que conducían a la deshumanización y al declive de la virtud, pero las consideraban inevitables si se quería superar el feudalismo y el absolutismo. Marx y Engels no discutían esta afirmación, pero consideraban que esos efectos eran consecuencia del modo capitalista de producción y que cesarían con su destrucción.”

martes, septiembre 08, 2015

Refugiados

No suelen salpicarnos a los europeos y occidentales las consecuencias de nuestros desmanes... me refiero a las negativas porque practicamente vivimos nuestro día a día ahogados en las consecuencias positivas que generalmente se materializan en un estilo de vida basado en una abundancia que, dado el carácter limitado de los recursos materiales, tiene que generar la consiguiente y muy zen carencia en otras partes del mundo.

Pero los refugiados ahora nos salpican.

Y que no se me interprete mal porque, por lo menos, en algo van a salir beneficiados estos pobres sirios de la suma de nuestra buena y mala conciencia, pero, de ahí, los europeos no deberíamos sacar la misma conclusión autocomplaciente de siempre, la que nos permite girarnos y seguir durmiendo pensando lo buenos y solidarios que somos.

Porque ahora llega uno de esos momentos en que tan buenos somos los europeos y que consiste en ese "chuparnos las pollas" que tan gráficamente calificaba el Señor Lobo de "Pulp Fiction".

Y es que sólo hubiera faltado que los europeos no abriésemos las puertas de nuestra Europa a los sirios que desesperadamente se han acercado hasta nuestro umbral y, aunque nos ha faltado poco para no hacerlo, al final los europeos nos hemos comportado como seres humanos y desde luego y como siempre le sacaremos el suficiente partido para construir discursos que no nos revelan tan malos.

Después de todo y por lo menos, los occidentales intentamos arreglar lo que rompemos.

Pero el verdadero debate está en esa necesidad de romper, en los motivos que han traído a los sirios a nuestras calles y plazas

Los europeos únicamente nos hemos planteado resolver el conflicto cuando los refugiados han venido a molestar la neurótica tranquilidad de nuestra opulenta existencia.

Si hubieran tomado la dirección contraria, todo seguiría como está.

Pero no lo han hecho.

Saben que tenemos que estar a la altura de nuestro discurso/coartada de respeto por los derechos y libertades del hombre.

Un discurso siempre matizado en la práctica y si eres europeo por la cantidad de dinero que se disponga para poder pagarlos o, si no perteneces a Europa, por la capacidad de integrarte dentro de nuestros planes de posesión económica y política.

Y al final se trata de un planteamiento win/win.

Los sirios ganan comida y cobijo y nosotros, la salvaje Europa de los recortes, podemos decir que no somos tan terribles aunque ya haya alguna otra guerra gestándose por intereses económicos en alguna parte del planeta.

Sus humillados y ofendidos ya saben lo que tienen que hacer: acercarse lo suficiente como para salpicar nuestras camisas blancas con un poco de barro y sangre.

sábado, septiembre 05, 2015

Shadows

A finales de la década de los cincuentas del siglo pasado, una nueva generación de jóvenes europeos buscaban ir más allá en las posibilidades del cine como lenguaje y modalidad de expresión artística.

Fue entonces cuando empezaron a aparecer movimientos como la "nouvelle vague" francesa o el "free cinema" inglés.

Los propósitos eran varios pero, y entre otras cosas, se trataba de acercar el cine como medio de expresión al arte pero también a la realidad alejándole del cartón piedra de los estudios.

No obstante, y para mi gusto, es en Estados Unidos donde se da unos de los ejemplos más puros de esa nueva actitud hacia el cine como medio de expresión.

En la costa Este, y desde Nueva York, John Cassavetes filma en 1959 "Shadows" proponiendo una nueva manera de entender el cine dentro del mismo país que es el origen de esa industria cinematográfica cuyos planteamientos encorsetados y empaquetadores se buscaba superar.

Porque "Shadows" lo tiene todo.

Ofrece una clara aproximación a esa realidad que existía fuera de las salas de cine, pero también mostrando esa realidad en una clave artística y contracultural.

La Nueva York de finales de la década de los cincuentas respira, viva,  a través del magnífico blanco y negro filmado por Cassavetes, pero, y al mismo tiempo, el grupo de amigos que protagonizan la película bien pudieran ser un ejemplo de esa generación beatnik y contracultural que desafió el orden establecido de las cosas con planteamientos nómadas y ausentes de ningún compromiso que no tuviera nada que ver con el sistemático agotamiento de las posibilidades ofrecidas por la propia juventud.

Claramente, todos los personajes están en "On The Road"  en "Shadows" aunque la mayoría no salgan de la ciudad de Nueva York.

Porque si algo abunda en "Shadows" es el deseo de vivir que cada personaje expresa a su manera, de acuerdo con su carácter, de forma más o menos constructiva, pero siempre con un vigor lapidario, incontestable, directamente relacionado con una fuerza de voluntad intacta, pura juventud, que el tiempo aún no ha dañado.

Aunque han pasado casi 60 años, "Shadows" sigue siendo una película joven, que perfectamente expresa el deseo de juventud que esa nueva generación quiso para el cine.

"Shadows" no es una película perfecta, pero da igual.

Propone un feeling con el que conectar.

Es puro jazz en imágenes.

Y aunque la música es de Charlie Mingus, yo la veo más como un solo de saxo de John Coltrane.

Imprescindible.

viernes, septiembre 04, 2015

Niños ahogados

No deja de tener gracia que en la limpia Europa del polvo y la sangre que ella misma ha contribuido a, respectivamente, levantar y derramar, se pretenda poner un poco de sentido al asunto.

Y es que las imágenes, cuando son precisas y potentes, son muy poderosas.

Y la imagen de Aylan, ese pobre niño sirio de tres años ahogado en una playa de Turquía lo es.

El cadaver de Aylan resume icónicamente un acto absurdo más de la huida hacia delante que protagoniza esta civilización psicótica que vivimos y que también, cada vez más, nos vive.

Siria está demasiado cerca, lo suficiente para que la onda expansiva, materializada en la desesperación de los refugiados, nos alcance como un tsunami que arrastra la limpia superficie bien vestida y lavada que disimula toda nuestra pestilente suciedad.

Porque ante esta marea humana sólo hay dos actitudes: las de las personas normales y la de los políticos.

Las personas normales sólo quieren ayudar o que se les ayude. Buscan el corto plazo de una respuesta que mitigue la angustia propia y/o el daño ajeno.

Pero nuestros políticos, necesitan una pausa. Se refugian como siempre en el sentido de la responsabilidad, la nueva patria de los miserables y de los cobardes, buscando racionalizar algo que por su propia naturaleza es imposible de racionalizar.

Después de todo, se trata de personas que huyen de las mil y un formas que tiene la muerte de arrebatar la vida en un conflicto bélico.

Y, sin embargo, buscan tratarlos como si fueran otra cosa, quizá emigrantes desarrollando discursos tristes que hablan de cupos, de trabajo, de dinero bien empleado... En definitiva, buscando transformar a estas desagraciadas personas en meros accidentes a procesar.

No es suficiente dar una manta en Europa a quién llega de la guerra teniendo hambre y frío. Es necesario darle un trabajo, asignarle rápidamente un lugar que permita desactivar el terrible significado que trae consigo.

No puede haber un campo de refugiados a las afueras de París, de Madrid o Roma.

Esas son cosas de negros, de indios, de sudacas, de amarillos.

Aquí es necesaria la terrible pausa de la rentabilidad y de los costes.

La rentabilidad económica interponiendose entre nosotros y la humanidad

El caos que producimos constantemente fuera de nuestras fronteras no puede llegarnos e instalarse dentro de nuestro territorio.

Por eso tienen que esperar interminables horas en trenes que nunca irán a ninguna parte.

Porque las fronteras del santuario europeo no se abren a colectivos. Se abren a individuos.

Porque las mantas y la sopa caliente cuestan dinero.

Porque lo primero es decidir quién lo va a pagar y cómo.

Y para nuestra tranquilidad esos individuos debieran ser cuanto antes capaces de responsabilizarse de su destino. La idea de mantenerles indefinidamente no se contempla y si pudieran quitar un poco de hierro a su desgracia tampoco nos iría mal.

Pero no, se empeñan en aparecer ante nuestras puertas para quejarse, llorar, gritar, incluso morirse como esos niños ahogados.

Por eso su caos tiene que esperar a las puertas mientras desplegamos como respuesta otro poco de nuestro absurdo, un absurdo desencadenado por la poderosa imagen de ese niño ahogado, tan poderosa que está llevando a nuestros políticos a hacer algo que en realidad no quieren hacer, algo que en realidad va en contra de lo que hacen con sus propios ciudadanos a los que progresivamente van abandonando con los recortes y la deconstrucción lenta pero segura del estado del bienestar.

Al final, la existencia de todos esos refugiados se ha convertido de manera indirecta en una manifestación de damnificados que nos dicen una vez más que de este tema no hemos entendido nada que no tenga que ver con una defensa de nuestro propio interés subyaciendo tras los graves discursos que hablan de responsabilidad y criterio.

Y curiosamente es otro niño el que nos lo echa en cara con la elocuencia de una tierra milenaria que fue cuna de la civilización.

La individualista y egoísta Europa vuelve a no funcionar. Se le ven una vez más los deformes rasgos de la criatura monstruosa en la que poco a poco se está convirtiendo.

Tan preocupados como estamos con los problemas y molestias que nos produce el desorden de su presencia cuando en realidad el problema es acogerlos el tiempo que sea preciso para parar la guerra que les hace estar donde están y que ha llevado a ese niño muerto a una bonita playa de Turquía manchandola de alguna manera para siempre.

Nos faltó tiempo para bombardear Libia. El mismo tiempo que nos está sobrando con Siria.

Y esta es nuestra historia: la de nuestra vergüenza como europeos ante la Historia... a menos de que no podamos continuar ganando y escribiendola como ha venido sucediendo en los últimos siglos.

Mejor que se monte el pollo en las fronteras y les pidamos titulaciones y curriculums a los refugiados para poder acceder a comida caliente y techo en una vieja Europa que debería ya morir de puritito vieja.

Y si no hubiera sido por la imagen del propio Aylan, por la desgracia de los niños ahogados, nada se hubiera interpuesto entre el éxito y nuestro plan


miércoles, septiembre 02, 2015

La carta de Gonzalez

No sé de qué me sorprendo.

Por lo visto no he tenido bastante con aquella foto de Gonzalez, sentado en su yate. gordo como él solo, fumando un puro enorme y con una rubia en bikini aplicando dándole un masaje en sus anchas espaldas.

Tampoco he tenido suficiente con sus inconfesables amistades confesadas... al menos para alguien que se dice socialista: desde empresarios multimillonarios de dudoso origen como Carlos Slim a autócratas como el rey de Marruecos.

La carta que González dirigía a los catalanes y que El País publicó el pasado domingo es un hito más. Una carta chunga, llena de amenazas veladas y no tan veladas, que otros ya han criticado y a cuyas criticas me adhiero incondicionalmente como diría alguno.

Pero lo que más me llama la atención es ese bigotito franquista que,  como cualquier político mainstream del régimen constitucional del 78, Gonzalez se viste sin pudor y que, por cierto, ya le queda como un guante.

Y me pregunto qué es lo que mola tanto de pertenecer a España como para amenazar con el infierno y las tinieblas exteriores a quienes se plantean abandonarla.

A mí, personalmente, me gustaría que Cataluña se quedase en España pero, diablos, no puedo entender la irracionalidad, espiritualmente fascista, con la que el nacionalismo español aborda este tema.

Y agradecería que se abordase este tema no como una religiosa cuestión de fe sino desde una posición de laicicidad que garantice el máximo posible de racionalidad.

 Pero el ordeno y mando de militar chusquero que subyace en esta actitud con la que la democracia del 78 gestiona sus temas más candentes impide que, ante inferiores que no saben lo que es bueno, que se permiten rechazar esta maravillosa unidad de destino en lo universal donde las gambas a la plancha y el vino se nos caen de las manos... como escribo, impide que el nacionalismo español se "moleste" en construir un discurso positivo, de las ventajas de lo que une como hicieron los ingleses, los grandes profesionales en aprovechar las ventajas de lo práctico por encima de la ideología, para gestionar la patata caliente del independentismo escocés.

Cuando unos hablan otros deben callarse y. si no se quiere ser español  la única opción que se ofrece es la de ser español a la fuerza.

Transparenta incluso una irritación por tener que explicar a los idiotas todo lo que es obvio y que hay que entender porque debería resultar autoexplicativo.

Ese bigotito de Franco tiene inteligencia emocional cero exhibiendo además los peores aspectos de lo tribal que concibe a la propia tribu como el inevitable de un centro de mundo que gira alrededor de esa unidad de destino en lo universal que todos por supuesto envidian.

Y es inquietante que en estas sociedades abiertas en las que se supone vivimos se manejen discursos tan pobres en el que las palabras son un mero sostén para una continua alusión al empleo de la fuerza.

Porque para ciertas cosas sólo queda ejercer la libertad fundamental de obedecer.

Porque somos libres para hacer lo que hay que hacer.

Las tinieblas exteriores quedan para aquellos que quieren ir más allá del euro o abandonarlo, que quieren otra España o abandonarla, que quieren dejar de crecer ilimitadamente en un mundo de recursos limitados, que se paran en definitiva a ver cómo el reloj da la hora en punto.

Antes la misión de la izquierda era arrojar antorchas a esas tinieblas y ver si eran tales.

Ahora, desnaturalizada, su misión es no sólo oscurecerlas aún más sino hacer de ellas un lugar terrible.

Y Felipe González encarna como nadie esa desnaturalización demostrándolo una vez más con esa carta que bien pudiera haber escrito un Corleone, que entre líneas encierra una oferta que los catalanes no pueden rechazar.

Más que ningún otro González encarna ese agotamiento de una social-democracia cuyo privilegiado espacio los aventureros de Podemos ya aspiran abiertamente a ocupar.

martes, septiembre 01, 2015

Por si alguien que no saque un beneficio de todo ésto todavía tiene alguna duda...

"la gente debe reconocer que si desea conservar algún elemento de autonomía nacional tiene que estar preparada para luchar... Una política económica que consiste en el saqueo de los activos de los sectores público y privado de los países deudores no es algo que vaya a ser asumido con ligereza por las poblaciones de esos países"

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domingo, agosto 30, 2015

Podemos... después del verano

Recomiendo muy encarecidamente la visión en youtube del programa "El proyecto europeo" de la tertulia política "Fort Apache" que modera el líder de Podemos Pablo Iglesias.

Publicado el pasado 8 de agosto, el programa claramente conjuga el nuevo posicionamiento de la formación de izquierdas tras la enorme hostia recibida a través de Tsipras antes del verano.

El resultado es bastante triste.

Después de todo el objetivo va a ser disputar la hegemonía de la izquierda a los socialdemócratas para conseguir instaurar una suerte de nueva socialdemocracia, la que se tiene que llevar ahora, la que asume que no se puede vivir fuera del euro, la que tiene claro que les convertiría en perdedores cualquier medida que supiese el cierre de los cajeros, la que considera que hay que ganar tiempo para acumular poder aunque ello suponga firmar el peor rescate de la historia moderna de Grecia.

En definitiva, patético.

En pocas palabras, aceptar las reglas del juego y reformar lo que los que mandan permitan mientras con el tiempo el sistema les transforma y alguno de ellos consigue dentro de treinta años hacerse la foto que se hizo Felipe Gonzalez fumandose un puro en la cubierta de un yate mientras una rubia en bikini les masajea la espalda.

Planazo!

Pero lo peor no es lo que se lee en las líneas que el propio Pablo Iglesias recita con el mismo convencimiento con el que antes del verano recitaba la posibilidad de lo que ahora considera radicalmente imposible. Lo peor es lo que se puede leer entre ellas y todo absolutamente relacionado con esa vieja política contra la que dicen estar.

Por un lado, el miedo implícito a cualquier acción que pueda provocar situaciones como en Grecia que deterioren la vida cotidiana de los ciudadanos con lo que reconocen que en realidad esa transversalidad de la que dicen ser portavoces no existe.

Teniendo en cuenta la línea de los grandes movimientos de la historia supongo que esa gente. entre la que yo ya no me encuentro, debería seguirles hasta el fin del mundo. Toda esa sociedad que quiere un cambio les respaldaría en ese esfuerzo si realmente son sus portavoces y tienen su apoyo.

Pero ellos ya cuentan con el hecho incontrovertible de que, según lo que se proponga y las consecuencias que esas propuestas conlleven, ese apoyo desaparecerá.

Con pavor afirman que determinadas acciones les llevaría a perder las elecciones, cosa que parece ser lo más relevante sin que parezca interesarles en la misma medida el valor real de su presencia en el gobierno.

Pero esto tampoco es lo peor.

Lo peor es la total renuncia a la construcción de una relación basada en la verdad con su electorado.

Lo peor es la absoluta renuncia a la didáctica de los costes, a la explicación sincera de lo que podría suponer para las personas que les apoyen. Simplemente, y como cualquier político que critican, asumen que cualquier medida complicada les llevaría a enfrentarse con su pueblo y a la pérdida consiguiente de la popularidad de las elecciones.

Y no es que renuncien a la posibilidad de una relación adulta con su electorado, algo que sin duda les diferenciaría de la vieja política, sino que admiten el infantilismo de sus electores. Renuncian a explicarles los costes y los esfuerzos, renuncian a la posibilidad de construir una mayoría consciente de los sacrificios y lo deberes que exigen determinadas posiciones políticas, porque ya dan por sentado que van a ser rechazados.

En definitiva Podemos aspira a construir una relación con sus electores basada en los mismos mimbres que utilicen los partidos de la política tradicional: Nada de problemas y sólo buenas palabras.

Por supuesto sin perder las elecciones.

Así, el objetivo no es otro que desplazar al PSOE manejando con conveniencia la esperanza de un cambio que por supuesto no supondrá ningún coste para aquellos que lo buscan.

La derecha cambia de pareja de baile pero el vals no se detiene.

Y llama la atención que unos profesores de ciencias políticas esperen que los que ocupan el poder cedan por las buenas aquello que durante treinta años han ido arrebatando a la gente.

Y no llama menos la atención el hecho de que pretendan ejercer una acción de ideas y política aceptando como axiomas planteamientos que son esenciales en la construcción del punto de vista del contrincante, es decir, aceptando aspectos de una realidad de la que estos son propietarios.

Así, la prolongación de la derrota esta asegurada, cosa que no parece importar demasiado a estos aventureros sin escrúpulos, capaces de jugar con lo poco que tienen algunos para sabe dios qué pero seguro que no será para transformar esta sociedad.

Como digo, yo ya no confío en Podemos.

El sistema se reinventa para captar los descontentos a través de ellos.

Es la vieja historia de siempre: esperar a transformar al sistema mientras poco a poco el sistema te transforma.

Ni siquiera la izquierda es capaz de entender y aplicar esta lección que le ofrece su propia historia.

Y con esa elemental falta de visión no es que se pueda ir demasiado lejos, tanto como los amos de esta realidad quieran.

El que avisa no es traidor.

Es muy sencillo. Ellos saben que cambiar exigirá sacrificios, pero eso no es lo más importante. También saben que no estamos dispuestos al menor de los sacrificios. Queremos que todo cambie pero que al mismo tiempo siga igual.

Y la nueva izquierda está dispuesta a trabajar en esa delirante e ilusoria dirección.

Nos va a negar la terrible visión de los costes en los que podemos incurrir luchando por la libertad y lo cierto es que tienen razón: las probabilidades de que una mayoría social se venga abajo enfrentada a los costes de las políticas que desea.

Pero, y en cualquier caso, nos vendría bien que se nos diera esa oportunidad y que esa oportunidad nos la diese un partido que estuviese dispuesto a perder antes que construir una relación artificial con su electorado basada en ganar a cualquier precio.

A lo mejor es lo que la sociedad demanda ahora de un partido de izquierda.

No alguien dispuesto a ganar sino alguien dispuesto a perder a cambio de decir la verdad sobre los posibles costes de una victoria.

Alguien que tenga la autoridad moral de decir las cosas claras y que no tenga miedo a marcharse a cada si la sociedad no la respalda,

Alguien que cumpla el papel de agitador y que le diga al público que no siempre tiene la razón uno de los grandes males de nuestra época, y que con carisma sea capaz de convencer demostrándolo.

Mephisto

Dirigida en 1981 por el hungaro Istvan Tsabo, "Mephisto" se basa en la novela homónima publicada en 1936 por Klaus Mann.

Hijo de Thomas Mann, una de las grandes glorias de la literatura alemana de principios del siglo XX, Klaus también se dedicó a la escritura siendo además uno de los más destacados intelectuales alemanes que se opusieron al nazismo desde el exilio.

Su novela "Mephisto" se inscribe en este contexto y es fundamentalmente una crítica bastante afilada, incluso satírica, hacia la cultura alemana que prefirió quedarse en Alemania a lidiar con el nazismo.

Su protagonista. Hendrik Hoftgen, es un actor con talento que encuentra en el ascenso del nazismo una magnifica oportunidad para desarrollar lo único que le preocupa: su vocación como actor.

Todo lo demás es secundario.

Unas veces engañándose a sí mismo, otras veces engañando a los demás, Hoeftgen se las arregla para maniatar su conciencia desarrollando un discurso individualista de realización personal que se aleja de cualquier planteamiento político y social.

Sobrestima el valor y la influencia que la excelencia de su trabajo tiene sobre los jerarcas nazis.

Victima de sí mismo, Hoeftgen sobrevalora su posición hasta el punto de no darse cuenta de que no es más que un títere al servicio del poder.

En la novela de Klaus Mann subyace una profunda crítica al mundo de la cultura de la República de Weimar, incapaz de ver el peligro nazi perdido como estaba en un laberinto narcisista y autocomplaciente en el que lo cultural es una realidad auto-suficiente, perfecta excusa para un sobredimensionado desarrollo del individualismo.

Hoeftgen es la expresión simbólica de todo ese mundo cultural que, en opinión de Mann, dió soporte de legitimidad al nazismo, pensando que podría manejar a quienes en realidad les estaban utilizando a ellos.

El cineasta húngaro Istvan Tsabó pone en imágenes el texto de Mann y es lo suficientemente inteligente como para no estropearlo haciendo de "Mephisto" una película más que estimable que describe de manera muy transparente los rincones más oscuros de la mente del arribista, siempre escondiendo las vergüenzas y flaquezas bajo el dorado manto de la gran misión de realización del artista, su gran responsabilidad de realizarse sin importar demasiado el dónde y el cómo.

Como escribo una película más que estimable que se las arregla para salir adelante pese al gran lastre de la presencia del insoportable y excesivo hasta la histeria actor austriaco Klaus Maria Brandauer.

"Mephisto" da que pensar.




sábado, agosto 29, 2015

Leviathan

El leviatán es una criatura mítica marina que aparece en la Biblia para simbolizar el arrasador poder y la fuerza bruta del mal.

A propósito de este tema he encontrado en la red unos versículos pertenecientes al libro de Job que me llevan a entender perfectamente porque esta película rusa se titula con el nombre de esta criatura:

"¿Sacarás tú al leviatán con anzuelo,
O con cuerda que le eches en su lengua?
¿Pondrás tú soga en sus narices,
Y horadarás con garfio su quijada?"

Porque al final la película va de esto.

"Leviathan" nos cuenta la tragedia que vive un hombre pequeño llamado Kolia. Tragedia que tiene que ver con encontrarse en medio del objeto del deseo del alcalde de su localidad, encarnación máxima de un poder autocrático, desconsiderado y absoluto, todo un leviatán.

Este alcalde quiere su casa y está dispuesto a cualquier cosa para conseguirla.

Y precisamente la tragedia surge cuando Kolia intenta controlar a ese monstruo con la ayuda de un amigo abogado procedente de Moscú.

Como bien dice el libro de Job, Kolia intenta poner una soga en sus narices y horadar con garfio su quijada. Se enfrente a él, buscando someterlo a la ley.

"Leviathan" nos cuenta ese esfuerzo por someter al alcalde y las consecuencias que esto tiene para Kolia y su familia.

Se trata de una película bastante interesante, seguramente un poco larga (quizá le sobran veinte minutos) y también un poco disgresora en el sentido de que se pierde un poco en el detalle costumbrista de la vida diaria de los personajes, aspecto que hace que el espectador se despiste un poco con las tribulaciones familiares de Kolia y se distancie con respecto al desarrollo troncal de la narración con lo que la historia pierde concentración y fuerza de cara a su desenlace final.

"Leviathan" insiste demasiado en mostrar la compleja situación personal y familiar de Kolia. Algo que el espectador a la hora de película a ciencia cierta sabe y quizá la eliminación de esos veinte minutos de insistencia habrían dado mayor solidez, contundencia y densidad a la historia.

No obstante, y como digo, se trata de una película más que interesante.

Pese a su localismo en la autocrática Rusia de Putin, "Leviathan" ofrece un mensaje universal porque presenta la tragedia del individuo frente al poder en nuestras sociedades.

Y la tragedia está en la inmensa distancia que separa al legalista discurso de derechos y deberes con la realidad del peso que tiene ese discurso cuando hay un interés de por medio.

Parafraseando al escritor Paul Bowles, la ley es el azul cielo protector que esconde a nuestra mirada la gran oscuridad de los intereses creados. La ley hace posible un ámbito de tranquilidad y orden sobre el que construir una vida pero de nada sirve cuando hay un interés por medio.

Y precisamente esa es la tragedia de Kolia.

Está en medio de un vector de interés.

Se interpone entre un deseo y su objeto. Es más y peor, lo posee.

Su suerte está echada.

El interés es mucho más poderoso que la ley y esto es así en la Rusia de Putin, en los Estados Unidos de Obama o en la España de Rajoy.

El cielo protector desaparece y el oscuro abismo que todo ese tiempo ha estado mirándole terminará devorándole.


jueves, agosto 27, 2015

I origins

No termina de convencerme "I origins" aunque reconozco que su planteamiento es más que interesante.

"I Origins" nos cuenta la historia de un científico, el doctor Ian Gray, a quién la investigación científica le llevará al encuentro con lo místico e inefable.

Este planteamiento tiene una base real.

Los avances en la física cuántica sitúan a muchos científicos en la frontera que separa lo que se puede contar (en todos los sentidos de la palabra) de aquello que no se puede contar, seguramente sentir y experimentar de una manera mística como intuiciones de totalidad.

Un buen ejemplo es el norteamericano David Bohm a quién sus investigaciones en física cuántica le llevaron a sentarse con el hindú Krishnamurti, pero hay más.

Sobre este planteamiento, el director Mike Cahill despliega una historia que no termina de interesarme demasiado, por demasiado obvia y previsible, pero que tiene algún momento muy bueno. Especialmente, el modo en que Gray encuentra la pista que le llevará a encontrar a la mujer de la que se ha enamorado.

Puro azar y jungiana sincronicidad magníficamente contado en una brillante sucesión de planos en el que los ojos de la mujer son el único punto de enlace.

Esta parte está muy bien, pero apenas son unos minutos dentro de un conjunto narrativo, como digo, bastante previsible en el que los ojos se presentan como una especie de documento espiritual de indentidad (DEI) del alma.

En los ojos hay una mirada que inexplicablemente recuerda cosas que en teoría están mucho más allá de esa mirada.

Buena idea, aunque no demasiado bien desarrollada.

No me voy a poner demasiado estupendo, pero como obra de ciencia ficción metafísica "I Origins" está demasiado lejos de grandes obras como "Solaris" de Andrei Tarkovski o "2001, una odisea del espacio".

En cualquier caso, una propuesta mucho más estimulante que cualquier programa de Tele 5.

Aceptable.

“Este proceso de penetración de las relaciones capitalistas de producción, iniciado a comienzos de siglo e incrementado a partir de los años cuarenta, va a transformar a la sociedad en un vasto mercado en el que se crean sin cesar nuevas «necesidades» y en el que más y más productos del trabajo humano son transformados en mercancías. Esta «mercantilización» de la vida social destruye relaciones sociales anteriores, que reemplaza por relaciones mercantiles a través de las cuales la lógica de la acumulación capitalista penetra en esferas cada vez más numerosas. Hoy no es solamente en tanto que vendedor de su fuerza de trabajo que el individuo está subordinado al capital, sino también en cuanto está inscrito en otras múltiples relaciones sociales: la cultura, el tiempo libre, la enfermedad, la educación, el sexo e incluso la muerte. No hay prácticamente ningún dominio de la vida individual y colectiva que escape a las relaciones capitalistas.”

miércoles, agosto 26, 2015

Mr. Holmes

Las películas con niño son peligrosas.

La tendencia a caer en la ñoñería o en la sensiblería se multiplica con la presencia infantil que convertida en fuente de pureza, y de verdad, sirve para contrastar posiciones adultas y ponerlas en su relativo lugar.

Y "Mr. Holmes" es una película con niño.

Nos presenta a un nonagenario y al borde de la senilidad Sherlock Holmes viendoselas para poner punto final a sus aventuras literarias. Para ello se las desea para recordar su último caso, el que según esta historia le retiró para siempre, pero los achaques de la edad se lo impiden.

Como no puede ser de otra forma habiendo niños por medio, la ayuda del hijo del ama de llaves será fundamental.

"Mr. Holmes" tiene puntos interesantes pero tiene un inicio torpe, dando excesivo peso a líneas narrativas como la ilustración del viaje a Japón, que resultan anecdóticas dentro del general curso de la historia. Por en medio, conforme Holmes recuerda, se pone interesante, pero, al final, no puede evitar caer en la sensiblería, la pornografía de las emociones, con un final que quiere ser catárquico y se queda a medio camino de todo y con todos los protagonistas siendo felices y comiendo perdices.

No obstante, lo mejor de "Mr. Holmes" es el sobrecogedor y tremendo retrato de una vejez sin esperanza que Iac McKellen compone con su magnífico talento como actor.

Para mi gusto, su interpretación está por encima de la historia y, aunque evidentemente basada en lo que propone el argumento, McKellen presenta una línea narrativa autosuficiente y sustancial que muestra los últimos días de Holmes como una desgarradora experiencia inconsolable de pérdida.

Da miedo envejecer viendo al Holmes de McKellen.

Así, "Mr. Holmes" transpira pequeñas gotas de venenoso desasosiego que poco a poco van envenenando la mirada del espectador, un desasosiego que el siempre conveniente y necesario final feliz no logra disipar en absoluto.

Con "Mr. Holmes", su director, Bill Condon, regresa a la inquietante línea que inauguró "Dioses y Monstruos", su primera película.

Lo dicho: inquietante.

lunes, agosto 24, 2015

Las vacaciones de Carmena

No me preocupa tanto lo que escriba cierta prensa o digan los políticos sobre las vacaciones de la alcaldesa de Madrid.
Ya no espero nada ni de la prensa ni de los políticos.
Lo que me preocupa es el hecho incontrovertible de que sus argumentos imposibles, que no resisten el menor esfuerzo de pensamiento, calen entre la gente y una tarde tenga que compartir un café con alguna recién lavada y bien vestida bestia que haya hechos suyos semejantes planteamientos.
Me preocupa la alarmante falta de criterio, una alarmante falta de criterio que empieza a convertir a las personas en terminales mediáticas y que transforma el pensamiento en el mero recuerdo memorístico de consignas.
Y este es un mecanismo de control social eminentemente totalitario que sólo es posible cuando las personas por incapacidad renuncian a los inconvenientes de la individualidad, uno de los cuales con toda seguridad es no comprender y discrepar.
Vivimos en una realidad mucho más totalitaria de lo que parece y cada vez lo es más.

domingo, agosto 23, 2015

Beau Geste

Es una pena que William A. Wellman se quedara fuera de la lista de directores de cine clásico que los críticos y directores de cine de la Nouvelle Vague francesa reivindicaron como maestros.

Los méritos de Wellman no le dejan demasiado lejos de esa santísima trinidad cinematográfica que formaron John Ford, Howard Hawks y Raoul Walsh. Y seguramente que Wellman habría merecido estar orque, en mi conocimiento de su obra, es de esos artesanos de la época de los estudios que no tiene una película mala.

Desde la muda "Wings" hasta las últimas "Escrito en el cielo" o "El infierno blanco" pasando por "Ha nacido una estrella", "Cielo Amarillo" o la inolvidable y tremenda "Fuego en la nieve", Wellman ofrece una trayectoria de trabajos potentes, casi siempre inclasificables pese a su general adscripción a un género.

No en vano John Wayne, que sabía mucho de trabajar con grandes directores, le eligió para dirigir las más importantes películas de su productora en la década de los cincuentas del siglo pasado.

Filmada en 1939, "Beau Geste" es un clásico del cine de aventuras, pero es mucho más. También es un clásico del cine de misterio porque pocas películas empiezan como comienza "Beau Geste".

Un destacamento de la legión extranjera francesa acude demasiado tarde a socorrer uno de sus puestos avanzados. Lo que encuentran es un fuerte fantasma, lleno de cadáveres y desde el que, sin embargo, alguien les dispara.

Sobre este comienzo en el que el espectador sabe lo mismo que el oficial que encabeza el destacamento, se construye toda la película que no es más que el camino que el espectador sigue para comprender el misterioso secreto que esconde el fuerte y uno de sus soldados cuyo nombre da titulo a la película.

"Beau Geste" es una tremenda y fascinante muñeca rusa que esconde una serie de tramas que se alimentan unas a otras. Es un relato de aventuras y una historia de misterio, también un relato de heroísmo y caballerosidad en el que el honor de toda una familia está en juego y, a más a más, una historia de sacrificio y redención.

"Beau Geste" plantea un misterio al inicio y ofrece una solución que no decepciona al espectador que ha tenido tiempo de imaginar cualquier cosa; una solución en la que está implicado el terrible, sanguinario y amoral sargento Markoff, un personaje inolvidable de la historia del cine a quién dio vida ese gran actor secundario llamado Brian Donlevy.

La calidad de "Beau Geste" no es mensurable porque su valor, como cualquier gran clásico, entronca con lo sentimental.

Imprescindible.

sábado, agosto 22, 2015

A most violent year

Antes de que el tema de la deuda se internacionalizara, vivió poderosos episodios de destrucción social dentro de los Estados Unidos.

En la década de los setentas del siglo pasado, la ciudad de Nueva York rozó la bancarrota el año 1975 y la rozó como consecuencia de un presupuesto desequilibrado, muy en la línea de los presupuestos keynesianos para la administración de lo público que vinieron sucediéndose en occidente desde la segunda guerra mundial.

La crisis del petróleo de 1973 junto con alguna mala decisión en la gestión de los dineros de la ciudad generó una situación extrema que requirió el apoyo del gobierno federal. Fue entonces cuando el entonces presidente Ford dijo aquello de "Ford to City: Drop dead".

Y el resultado fueron una serie de recortes brutales que afectaron a la gestión del día a día de la ciudad: policias, barrenderos, bomberos... Fue entonces cuando apareció esa ciudad terrible, casi fantasma, llena de edificios en ruina y abandonados, con altisimas tasas de criminalidad... La ciudad que filmó Scorsese en "Taxi Driver" y que en algunos lugares, con sus solares y edificios en semiruina, o directamente en ruina. recordaba a una ciudad europea bombardeada en la guerra mundial.

Finalmente, todo ese proceso de ajuste presupuestario se produce en 1981, precisamente el año donde se sitúa esta interesantisima "A most violent year". Una historia que precisamente nos cuenta los problemas que tiene un hombre fuerte, que quiere hacer las cosas honradamente y por derecho, en el caliente caldo de violencia y corrupción en que se convirtió la ciudad de Nueva York.

"A most violent year" no es una película amable y simpática.

Toda ella transparenta una intensa dureza que es la implacable atmósfera donde un hombre honrado, Abel Morales, intenta luchar por su supervivencia.

"A most violent year" sucede en la ciudad donde sucedían historias como "Fort Apache, The Bronx", "Taxi Driver" o, no nos pongamos estupendos, cualquiera de los exploits de vengadores justicieros que en su momento protagonizara Charles Bronson.

Pero sobre todo, "A most violent year" es una de esas películas que, aunque están rodadas en color, su alma es en blanco y negro.  Un alma que recuerda a aquellas últimas películas americanas de Fritz Lang o de Jules Dassin que nos hablan de la ciudad como una maquinaria devoradora de hombres a la que los vencedores de la lucha diaria deben presentar el correspondiente sacrificio humano cada mañana.

Un mundo difícil y cruel donde Abel Morales se convierte en justiciero de su propia causa de moralidad, una causa que poco a poco va revelándose como imposible y desesperada.

En este sentido, nos presenta el drama natural de la lucha por la supervivencia representado en lo que entonces era la capital del mundo, seguramente la más grande y peligrosa jungla de asfalto que el hombre había conseguido construir.

Entre la tensa seriedad de "El Padrino" y los enloquecidos estallidos de violencia del primer Scorsese. "A most violent year" se presenta como una película llena de personalidad y de interés que consigue elevarse a la categoría desde a anécdota que narra para mostrar la pesadilla para todos que está siendo el nuevo mundo neoliberal que ya por entonces estaba cimentando la total victoria que ahora disfruta.

No en vano 1981 es también el primer año de la era Reagan.

Oscar Isaac está eminente dando vida al atribulado Abel Morales.

Magnífica.

Tsipras y la responsabilidad

El interés deshonesto lo trastoca todo.

Por definición, el pensamiento de izquierda siempre ha tenido un carácter transformador de la realidad. Una realidad que hay que transformar porque es injusta y desigual.

De ahí viene esa superioridad moral que la derecha detesta tanto de la izquierda: mientras la derecha, por interés, se pone pragmáticamente del lado de una realidad hecha a imagen y semejanza de su concepción del mundo, la izquierda se pone del lado de su plan transformador, de sus ideas para un mundo mejor.

Por eso, nunca ha habido, hasta ahora y por interés, en la política un único sentido de la responsabilidad.

La responsabilidad de la derecha siempre ha sido con la realidad mientras la responsabilidad de la izquierda siempre ha estado del lado de sus ideas.

La una es pragmática y la otra es idealista.

Forma parte del ADN de las dos maneras de sentir y pensar las cosas.

Por eso, la responsabilidad de un hombre que se dice de izquierda nunca puede ser para con la realidad y mucho más si su discurso se construye sobre la base de la condena de una sociedad desigual.

Ser responsable para con la realidad, convertirse en pragmático es aceptar la lógica de la realidad misma y por lo tanto perpetuarla.

Y en el caso de Tsipras es volverse un político más que quiere estar en misa y repicar al mismo tiempo. Querer seguir siendo de izquierdas y al mismo tiempo legitimar desde la implícita aceptación que el sentimiento de responsabilidad supone esa realidad que tanto daño hace a los que le votan.

No hay otro camino para la izquierda que la responsabilidad respecto con las propias ideas.

La realidad social y política es obra del hombre. Su naturaleza no es tan inmutable como la naturaleza de la ley natural.

Lo que es irrevocable lo es desde un argumento de poder.

Y a un poder sólo hay que anteponerle un poder más poderoso. Sólo mientras esto no sucede el poder puede permitirse confundirse con una realidad natural, que es lo que ahora está sucediendo.

Y si algo demuestra todo esto es la total derrota de una izquierda que para empezar no sabe lo derrotada que ya está y que se empeña, desde la política, en utilizar unas armas que ya se han mostrado hasta la saciedad ineficaces y que reproducen la misma derrota una y otra vez.

Pura neurosis narcisista.

Confundiendo la verdad con el consumo compulsivo de su propio reflejo.

Como ese caballero negro de la vieja película de los Monty Python que sin brazos ni piernas todavía quiere pelear.

Mientras todo siga así, las cosas van bien.

Los que mandan saben dos cosas que les hacen ganadores: la primera es que aun no sabemos que hemos perdido y  la segunda es que, por eso mismo, y para derrotarnos solo tienen que cerrarnos un mes los cajeros.

Y lo peor de todo es que, aunque creamos que sí, aun estamos muy lejos de tener un sistema de ideas que podamos oponer a la sociedad de consumo con eficacia y eficiencia.

Por eso es inviable cambiar el sistema por dentro, desde la política.

Ir a ese guerra sin la protectora armazón de un sistema de pensamiento es como ir a la guerra con una cucharilla de café y lo más probable que el que quiere cambiar la sociedad desde dentro acabe transformado por esa manera de pensar que quiere cambiar y se le aparece con apariencia de ley natural e inmutable.

Tsipras es el último narciso que acaba ahogado en el estanque persiguiendo la belleza de su propio reflejo,