domingo, diciembre 13, 2015

El cuento de los cuentos

Aparentemente "El cuento de los cuentos" parece no tener nada que ver con las últimas películas del napolitano Matteo Garone, la sobrevalorada "Gomorra" y la espectacular e ignorada "Reality", pero este análisis sería superficial a mi entender.

"El cuento de los cuentos" es la adaptación cinematográfica de algunos de los cuentos incluidos en el "Pentameron", recopilación de historias de tradición oral y carácter popular realizada en el siglo XVII por el napolitano Giambattista Basile.

Así pues Napoles está presente de manera general pero también ese gusto refinado que Garrone exhibe a la hora de contraponer los extremos, lo sublime y lo ridiculo, lo sucio y lo elevado , que Garrone muestra de manera desbordante en su fantástica "Reality".

Y si algo caracteriza a "El cuento de los cuentos" es ese constante contraste entre lo delicado y lo brutal, lo hermoso y lo terrible que confiere a la película de un cierto atractivo perverso que me gusta.

No obstante, "El cuento de los cuentos" es una de esas películas en las que la idea que la inspira no termina de ser puesta en práctica de una manera adecuada en modo y forma.

Porque algo falla en la película de Garrone pues termina resultando demasiado pesada y difícil de digerir, arruinando las expectativas que genera en su primera mitad convirtiéndose en poco más que una acumulación ordenada de acontecimientos y situaciones que uno acaba deseando que termine de una vez.

En general, el planteamiento no está a la altura del desenlace.

"El cuento de los cuentos" deja de sorprender y termina cansando.

Y no se yo si ayuda mucho a la película que las tres historias que no tienen nada que ver entre si se entremezclen

Un mal mix para cualquier obra de entretenimiento.

No obstante, esa constante pulsión que va de lo sublime a lo terrible está ahí, presente a lo largo de "El cuento de los cuentos".

Aspecto que nos recuerda que la vida no sólo orden deviniendo a caos, pura entropía, sino que buena parte de ese caos eternamente haciendose y deshaciendose tiene su fuente en el contraste entre los opuestos.

Que todo quedaba por vivir
No era para ellos ningún secreto.

Ante su interminable abrazo
se extendía la aspera aritmética
de los días y las noches
materializándose incansable
en el severo y puntual
crepitar de los relojes
Pero su esfuerzo por mostrarse cierta
Resultaba triste y vano.
Toda aquella inexorable lógica
les quedaba ya demasiado lejos,
perdida en un limbo de banalidades
sucesivamente reveladas y desechadas
a golpe de saberlas demasiado lejos
de lo que verdaderamente era cierto.

Después la puerta se cerró tras sus pasos
espesándose aun más ese incómodo silencio
que siempre destilan las cosas
cuando la oscuridad las alcanza
y son irremediablemente abandonadas
por los que aman a su fría suerte de espectros.


martes, diciembre 08, 2015

Capitalismo Global. Jeffry A. Frieden

“Muchos banqueros internacionales estadounidenses creían que el periodo de entreguerras había demostrado que la fragmentación política y económica de Europa era insostenible. Como dijo Dulles en 1941: el restablecimiento de alrededor de 25 estados soberanos totalmente independientes en Europa sería una insensatez política. Estados Unidos debía fomentar la reorganización política de la Europa continental como federación. Los líderes políticos y empresariales estadounidenses creían que unos Estados Unidos de Europa serían esenciales para la prosperidad y estabilidad del continente, así como para los intereses estadounidenses en Europa.
Era natural que el principal protagonista de un mercado común de Europa occidental estuviera bien relacionado con los círculos empresariales y políticos estadounidenses, y no por las razones que esgrimían algunos gaullistas, que veían a Monnet como un instrumento del imperialismo estadounidense. Él creía que el nuevo capitalismo industrial tendría como modelo al de Estados Unidos y que la fragmentación económica y política de Europa paralizaba su capacidad para aprovechar el nuevo consumo y producción en masa. El industrialismo de tipo estadounidense requería un mercado del tamaño del estadounidense, corporaciones tan grandes como las estadounidenses, mercados financieros tan diversificados como Wall Street…”

L'argent

Filmada en 1983, "L'argent" fue la última película del entonces octogenario Robert Bresson.

Para mi gusto es además una de las más ambiciosas pues lo que se propone contarnos es el proceso de destrucción de una persona como consecuencia del desierto espiritual social que le rodea. 

Pero Bresson va mucho más allá porque esa destrucción implica a su vez la destrucción de toda posibilidad de esperanza, aspecto que se materializará en el crimen final que corona de oscuridad la historia.

No es precisamente una película optimista "L'argent".

Todo lo contrario.

Estamos ante el testamento cinematográfico y espiritual de un hombre viejo que no está conforme con lo que ve, con la dirección que está tomando el mundo en el que vive y que muy pronto por inexorable ley de vida dejará.

"L'argent" se estructura en dos partes.

En una primera Bresson nos muestra a una serie de personas unidas en torno a unos billetes falsos, una especie de "ronde" de la abyección en la que todos intentan (y consiguen) engañar a todos y de la que, Yvon, el protagonista, es quien sale más directamente perjudicado.

Como todos Yvon recibe los billetes falsos e intenta deshacerse de ellos siendo atrapado intentando pagar la cuenta de un restaurante.

Como consecuencia de ello, el proceso de caída de Yvon empezará a producirse perdiendo su trabajo y aceptando participar como conductor en el robo de un banco, suceso que hará que termine en la cárcel.

Poco a poco, la película va centrándose en Yvon conforme este va convirtiéndose en un criminal desalmado al que sólo mueve la necesidad de dinero para seguir viviendo.

En este proceso de progresivo inmersión en las sombras hasta definitivamente acabar perdido, Yvon rechazará la ayuda de todos aquellos que desde la luz le tienden una mano y terminará convirtiéndose en el asesino que, a su vez, matará la esperanza para los otros en el horrendo crimen final.

El mal tiene su origen en la perdida del amor y de la esperanza y genera sus propias condiciones de permanencia en un mundo que parece echo a su medida porque su medida es el dinero.

"L'argent" es una obra maestra.

domingo, diciembre 06, 2015

La élite del poder. C. Wright Mills

“La inmoralidad mayor no puede reducirse a la esfera política ni achacarse tan solo a la existencia de hombres corrompidos en instituciones fundamentalmente sanas. La corrupción política es uno de los aspectos de una inmoralidad más general; el nivel de sensibilidad moral que prevalece ahora no procede sólo de la corrupción humana.' La inmoralidad mayor es un rasgo sistemático de la élite norteamericana; su aceptación general constituye la característica esencial de una sociedad de masas”.

Capitalismo global. Jeffry A. Frieden

“Los miembros del flamante bloque soviético y la propia Unión Soviética se recuperaron muy rápidamente de los daños de la guerra. En 1950 la producción industrial soviética era casi el doble que en 1945 y estaba muy por encima de los niveles de preguerra. Pese a los serios problemas agrícolas, el nivel de vida parecía haber recuperado la cota perdida durante la guerra y la reconstrucción. Lo mismo se podía decir de Europa Oriental, donde la producción industrial de todos y cada uno de los países superaba en 1949 los niveles de entreguerras.
La planificación centralizada ya no era una extraña peculiaridad soviética sino una alternativa a escala mundial al capitalismo de mercado… Ahora cientos de millones de habitantes de las colonias y naciones recientemente independizadas como la India podian examinar las diferencias entre el socialismo centralmente planificado y el capitalismo de mercado para ver cuál se adecuaba mejor a su situación.
Hasta entonces la división principal del mundo había sido la que existía entre países industrializados ricos y países agrarios pobres. Ahora había una segunda dimensión y dos vías posibles hacia el industrialismo avanzado: la capitalista y la comunista. La parte comunista del mundo constituía un nuevo polo económico. Por primera vez existía una opción diferente para la gente, partidos y países insatisfechos con las desigualdades e impredicibilidad del capitalismo.
El socialismo de estilo soviético parecía proporcionar un rápido crecimiento, igualitarismo y mejoras sociales… el ascenso y consolidación de un mundo socialista formado por los países dirigidos por partidos comunistas ofreció a millones de personas la esperanza de que había efectivamente una forma de evitar la inhumanidad de las fuerzas del mercado en el capitalismo y su tendencia a perjudicar los intereses de los pobres privados de poder.”

El puente de los espías

A estas alturas de la película ya nadie puede discutir a Steven Spielberg la maestría a la hora de contar una historia con imágenes.

No obstante, y si alguien albergara la menor de las dudas, aquí está "El puente de los espías" para acreditarlo de manera fehaciente.

Firmemente asentada sobre un magnífico guión escrito por los hermanos Coen, "El puente de los espías" es una magnífica película que tiene el espionaje y la guerra fría como fondo.

No obstante, sobre ese fondo destacan los personajes de los dos protagonistas: Rudolf Abel, el espía y James Donovan, su abogado. Magnifica y respectivamente interpretados por Mark Rylance y Tom Hanks, ambos personajes desbordan una entereza moral que Spielberg (y los Coen) están muy interesados en glosar.

En este sentido, "El puente de los espías" no está demasiado lejos de la anterior "Lincoln", centrada en glosar la personalidad del homónimo y esencial presidente de los Estados Unidos.

Todos estos personajes se miden por el valor que emplean para hacer lo que ellos consideran que hay que hacer.

Contratado para defender al espía Abel, Donovan se enfrentará a sus propios compatriotas al poner al servicio de su cliente todo los mecanismos del estado de derecho. Esto le convertirá en un personaje impopular aun cuando precisamente esté poniendo en valor la superior moralidad de los valores que dieron lugar a la democracia americana.

Pero, y al mismo tiempo, esta posición sombría le permitirá desempeñar un papel esencial en los bajos fondos de las relaciones entre las dos grandes potencias negociando un intercambio de rehenes.

"El puente de los espías" nos muestra a James Donovan encarnando lo mejor de las ideas de derechos y libertades sobre los que se asienta el sueño de nuestra modernidad occidental.

La historia conjuga un héroe, un espejo en el que todos deberíamos mirarnos, pero un héroe tranquilo cuya heroicidad se limita a llevar al extremo la teoría que ampara nuestro mundo de derechos y libertades.

En cierto momento, a Mahatma Ghandi se le preguntó por la civilización occidental y este, haciendo gala de un magnífico y sublimemente irónico understatment, contestó que sería una magnífica idea.

Pues Donovan encarna por enésima vez esa magnífica idea que casi siempre ha sido una mera coartada con la que embellecer la criminal acumulación de riqueza por el resto del mundo.

Héroes como Donovan son ese mentiroso cielo azul que nos protege de la verdadera oscuridad que en realidad somos.

El deber ser que casi nunca es, aunque alguna vez sea y casi siempre pueda serlo.

Occidente como tribu también tiene sus héroes y sus mitos, personajes que encarnan la teoría mientras la realidad y la práctica van por otro lado.

Y precisamente el atractivo que tiene Donovan es el de hacer coincidir teoría en práctica en su conducta cueste lo que cueste.

Conectando con esos personajes enteros y profundamente morales con los que el cine de fRANK Capra ponía rostro a la filosofía demócrata y bastante izquierdista del New Deal, Steven  Spielberg nos presenta en su "El puente de los espías" un nuevo caballero sin espada.

Frente al ejecutivo de Wall Street que resume el ideal conservador neoliberal, la progresía norteamericana presenta a sus héroes, a sus candidatos, a sus James Donovan.

Muy interesante.

sábado, diciembre 05, 2015

La élite del poder. C. Wright Mills

“La idea de una sociedad de masas sugiere la idea de una élite de poder. En contraste, la idea de público sugiere la tradición liberal de una sociedad sin élite de poder, o en cualquier caso de élites transitorias, sin importancia soberana. Pues si un público auténtico es soberano, no necesita dueño; pero las masas, en su pleno desarrollo, son únicamente soberanas en algún momento de adulación plebiscitaria a una minoría como celebridad autoritaria. La estructura política de un Estado democrático requiere público; y el hombre democrático, en su retórica, debe afirmar que dicho público es la sede misma de la soberanía.”

Código del Hampa

Ernest Hemingway escribió el relato corto "The Killers" en 1927.

Curiosamente la adaptación cinematográficamente de esta historia en la que dos asesinos se presentan en un pueblo de Illinois para matar a un boxeador de origen sueco ha dado lugar a dos grandes películas.

La primera de ellas dirigida en 1946 por Robert Siodmak y la segunda dirigida por Don Siegel en 1964.

Lo curioso es que mientras el relato se centra en la sorpresa que al verdadero protagonista del relato le produce la inexplicable pasividad del boxeador ante el destino que le definen sus dos asesinos las dos películas toman este hecho como punto de partida para reconstruir mediante una brillante estructura de flashbacks la investigación sobre las razones de semejante actitud.

En la película de Siodmak, "Forajidos", es un desconfiado investigador de seguros interpretado por Edmond O`Brian quién protagoniza esa investigación mientras que en la segunda, "Código del Hampa", es uno de los asesinos interpretado por Lee Marvin quien quiere saber.

Y es esta elección del personaje la que marca el espíritu de cada una de las películas.

La película de Siodmak toma un derrotero entre melancólico y fatalista, siempre romántico en el amplio sentido de la palabra, que configura una joya total del cine negro mientras que la de Siegel explora un camino mucho más violento y directo, más animal y básico por así decirlo.

"Código del Hampa" carece de la sutil pausa, del poder atmosférico de lo que no se dice que está presente de una manera magnética en "Forajidos", flotando pendiente y atrapado entre los grises de la magnifica fotografía en blanco y negro de Elwood Bredell.

"Código del Hampa" saca a la luz toda la primaria animalidad que anida en el relato y lo hace con un comienzo brutal en el que los dos asesinos irrumpen con cajas destempladas en la escuela donde su victima les espera.

Y nadie mejor para expresar esa brutalidad que un Lee Marvin en estado de gracia, capaz de dar vida con talento a un personaje repulsivo que sin embargo se convierte en el hilo conductor que va desvelando una trama que conduce hasta Sheila, paradigmática recreación de la mujer fatal hasta el exceso de conducir a la perdición a todos los hombres que se cruzan en el camino de su belleza convertida en un arma de dominación y conquista.

Si en "Forajidos" se nos muestra la cara poética, en "Código del Hampa" el espectador puede entrar en contacto con la cara descarnada y dura de esa misma historia.

Y la verdad es que no se con cual quedarme.

Excepcional.

domingo, noviembre 29, 2015

Salvajes

Tiene gracia que quienes presumimos de ocupar un lugar esencial dentro de la historia de la humanidad, casi en un sentido hegeliano de culminación de eso que el filósofo aleman llamaba espíritu, los herederos de la ilustración, la modernidad y la razón, en realidad la usemos tan poco y, a todos los efectos, nos comportemos como una de esas tribus o civilizaciones de salvajes que miramos siempre por encima del hombro.

En este sentido, el occidente neurótico al que pertenecemos recurre siempre a esa imagen ideal de sí mismo cuando la realidad le pone contra la pared.

Nosotros somos los civilizados y ellos, los que nos matan, son los bárbaros.

Y somos muy buenos buscando la paja en el ojo ajeno. Se nos da realmente bien utilizar la razón para sacar las vergüenzas a los otros buscando demostrarles y demostrarnos que ellos son los que están equivocados.

Pero no lo somos tanto para buscar la viga en el nuestro, para preguntarnos sobre ese odio que generamos en el mundo, para indagar sobre las consecuencias de nuestros actos siempre orientados al beneficio propio y a la destrucción del otro si este no quiere obediente ocupar el lugar que nosotros, desde la cima del mundo, les tenemos asignado.

No somos tontos.

No estamos demasiado interesados en mirar a la cara a nuestros demonios por si descubrimos el interesado imperialismo destructor con el que llevamos siglos relacionándonos con el resto del mundo. Por debajo del discurso, siempre más teórico que práctico, de la civilización, la libertad y la democracia, funciona otro discurso, el imperialista y descarnado del interés económico.

Tampoco estamos demasiado interesados si las armas con las que el terrorismo musulmán nos mata en nuestras casas han sido fabricadas a doscientos kilómetros de nuestras casas o si el dinero con el que las compran procede del mismo banco que nos financia la hipoteca.

Como los salvajes que creemos no ser, preferimos fijarnos en la superficie, en el rostro y la procedencia del asesino que nos mata.

Como los salvajes que creemos no ser, confundimos los efectos con las causas y nos arrodillamos ante el primer prestidigitador que nos habla al vientre y no al intelecto.

Se vive mejor dentro de ese relato de buenos y malos en el que por supuesto nosotros somos los buenos.

Se vive mejor pensando que, si alguien todas las mañanas se levanta odiándonos, no es porque nosotros hayamos hecho algo mal sino porque ellos culturalmente son malvados.

E, insisto, somos realmente buenos en eso, en no hacernos ciertas preguntas mientras nos refugiamos, como Narciso, en el reflejo de luces, derechos y libertades que nos devuelve el espejo.

Un reflejo que, curiosamente, y de ser cierto, nos obligaría a nosotros, precisamente a nosotros, los depositarios de la modernidad y la razón, a hacernos todas esas incómodas preguntas que a nuestra espalda claman al cielo.

Si somos quienes decimos que somos, estamos obligados, precisamente por nuestra tradición, a ir mucho más lejos.

Pero no lo hacemos.

No somos quienes creemos ser.

Y además somos muy buenos disimulando todo lo salvajes que somos.

Hemos convertido nuestra civilización en una coartada, en una máscara que disfraza y legitima a la bestia que llevamos dentro, una bestia que sobre la tecnología y el dinero, las armas y los bancos, ha hecho un sayo de la capa del resto del mundo.

Mejor, como los salvajes que no creemos ser, un relato de buenos y malos junto a la crepitante hoguera dela televisión.

Mejor borrar a todos aquellos malvados que atentan contra nuestra sagrada vida sin plantearnos por qué se levantan cada mañana deseando hacernos daño.

Es demasiado complejo.... y además es black friday.

Sense8

Dentro de la cabeza tenemos en realidad tres cerebros... Y eso aunque pensemos que alguno no tiene ninguno.

Esos tres cerebros son:

  • el reptiliano, que es el más antiguo y que sin pensar ni sentir controla el funcionamiento del cuerpo y el mantenimiento de sus necesidades básicas
  • el límbico que es el lugar donde sentimos y recordamos.. es interesante que el recuerdo esté gobernado en la misma zona donde se regulan los sentimientos. Por eso seguramente uno recuerda el pasado según le va la feria del presente (pero eso es otra historia)
  • el neocortex, que es el ultimo, el más nuevo y el que ocupa más espacio y volumen dentro de nuestra cabeza para producir cosas tan complejas como la conciencia y el pensamiento
Relacionado con la zona límbica existe un concepto por lo visto no demasiado científico y bastante filosófico que es la resonancia límbica.

Este concepto viene a explicar la intima conexión emocional que se produce entre las personas aunque estén separadas.

Sobre este concepto los hermanos Wachowski han construido la historia con la que hacen su aparición en el mundo de la televisión.

"Sense8" se llama la serie y cuenta la historia de 8 personas que viviendo en diferentes lugares del mundo se encuentran intimamente conectados por la resonancia límbica.

Lo que la serie nos contará es la manera en que esas personas se ayudan las unas a las otras a resolver los diferentes problemas que componen sus diferentes vidas.

Y lo primero que diré que la resonancia límbica es un concepto muy, por así decirlo, Wachowski. Enlaza directamente con ese universo cultural alternativo y new age que los hermanos pretenden vehicular a través de sus historias para intentar "despertarnos" de esta matrix en la que tan tranquilamente vivimos saltando de black friday en black friday.

Porque al final si el nuevo paradigma de civilización que debe construirse sobre las ruinas del paradigma industrial basado en la energía del petróleo es el paradigma de la sociedad en red basado en la inagotable energía del hidrógeno.... y aquí es cuando todo el mundo debería empezar a leer a Jeremy Rifkin (si es que no lo ha hecho ya) para descubrir que hay un futuro.... Retomo el hilo... Porque si al final el nuevo paradigma es el de la sociedad en red, el que proporciona internet como mecanismo, la resonancia límbica no es otra cosa que el internet emocional que conecta a las personas para construir desde lo fisiológico la utopía perdida de comunidad.

Es por esto que no me sorprende que los Wachowski fundamenten su aparición en televisión, y gracias a Netflix, con la resonancia límbica.

Otra cosa es que la serie no les haya quedado redonda del todo.

Y menos mal que los dos últimos capítulos son los mejores porque, y aunque Sense8 empieza bien, por en medio lo que se nos cuenta resulta desigual, incluso a veces aburrido.

Sorprende al principio la idea que los Wachowski nos quieren contar mediante acciones paralelas que suceden en diferentes lugares en el mundo donde poco a poco vamos conociendo a los 8 protagonistas y sus circunstancias, circunstancias que de pronto resultan vinculadas por el suicidio de una misteriosa mujer que todos creen soñar.

La sorpresa dura cuatro capítulos y luego la historia cae en una montaña rusa en que el interés pasa al desinterés y viceversa.

No todo lo que sucede tiene el mismo gancho sumiendo al espectador en una travesía del desierto que conduce a los dos últimos capítulos muy emocionantes (y no en el sentido de la acción).

En cualquier caso el balance es bueno y cuando menos "Sense8" ofrece a la mirada del espectador algo nuevo y eso se agradece,

Veremos si hay una segunda temporada.

La élite del poder.- C. Wright Mills

“En la sociedad de públicos democrática, se suponía que antes de tomar una medida de consecuencias públicas, se llevaría a cabo una discusión racional entre individuos, la cual determinaría la acción subsiguiente y que, entonces, la opinión pública resultante sería la voz infalible de la razón. Pero esto ha sido puesto en entredicho no sólo: 1) por la necesidad, ya confirmada, de expertos que resuelvan situaciones difíciles e intrincadas, sino también por: 2) el descubrimiento -que hizo Freud- de la irracionalidad del hombre de la calle, y del descubrimiento -por Marx- de la naturaleza socialmente condicionada de lo que en un tiempo se consideró como razón autónoma.”

sábado, noviembre 28, 2015

Bone Tomahawk

Es una película curiosa "Bone Tomahawk".

Sobre la clásica y sólida base que proporciona el western como género poco a poco va construyéndose una película de terror con alguna sorprendente y brutal extensión "gore".

La película cuenta la historia de una partida de ciudadanos de la pequeña ciudad de Bright Hope. Comandados por el sheriff Hunt el pequeño grupo se interna en territorio indio en busca de la mujer de uno de esos ciudadanos que ha sido secuestrada.

Pero lo que los hombres blancos descubrirán es que no andan tras la pista de una partida de indios cualquiera.

Y el principal atractivo de "Bone Tomahawk" es ese inesperado giro brutal que se construye sobre lo que viene siendo una áspera y dura historia de búsqueda en un territorio peligroso y salvaje, basada en una bien construida confrontación psicológica entre los diferentes personajes que componen la partida.

En "Bone Tomahawk", el peligro que el espectador ha presenciado de pronto se multiplica por mil cuando los perseguidores se topan con una tribu sin nombre entre los suyos que más parece la familia de "La matanza de Texas" que una tribu de indios al uso.

Porque una cosa es que el salvaje Oeste pueda matarte y otra muy diferente que pueda devorarte despiadadamente.

Exactamente de éso va "Bone Tomahawk".

Eneste sentido estamos ante una de esas modestas películas que pasarán de puntillas, casi desapercibidas por las pantallas para acto seguido convertirse en una de esas películas de culto que uno siempre gusta de ver las tardes de domingo.

Brillante.


lunes, noviembre 23, 2015

Jodorowsky's Dune

Hoy en día puede parecer estrafalario que un cineasta off de casi todo como Alejandro Jodorowsky le pidiera 15 millones de dólares a Hollywood para realizar una de sus visiones, pero si en algún momento eso fue posible precisamente en la década de los setentas del pasado siglo.

En aquella época la industria, buscando una renovación generacional y por lo tanto de negocio, se puso en manos de toda una nueva generación de directores que dieron a sus películas un marcado carácter social y artístico como nunca Hollywood volverá a mostrar.

El pistoletazo de salida lo dio la "Easy  Ryder" de Dennis Hopper que bastante escasa de presupuesto fue todo un éxito de taquilla tanto en términos absolutos como relativos.

Viendo los beneficios obtenidos la industria concedió a lo contracultural la oportunidad de hacerse visible de manera general a cambio de conseguir público, vender entradas y obtener los beneficios para mantener la industria en marcha.

Puede ser extraño pero fue así,

Peter Biskind lo cuenta muy bien en su imprescindible "Moteros tranquilos, toros salvajes".

Y lo cierto es que en esa década se produjeron grandes películas de autor, pero también se generó un conflicto entre el director, convertido en un creador, y las necesidades de la industria.

Algunos grandes proyectos como "Carga Maldita" de William Friedkin, "New York New York" de Martin Scorsese o el emblemático ejemplo de fracaso que para siempre será "La puerta del cielo" de Michael Cimino fueron grandes proyectos faraónicos que a punto estuvieron de dar al traste con los estudios que las produjeron... si es que no lo hicieron.

El caso es que cuando Jodorowsky's, casi como si se tratara de una performance, se planta en Hollywood para pedir 15 millones de dólares de la época para producir su visión cinematográfica de más de 15 horas duración basada en "Dune", la novela esencial de Frank Herbert, el horno ya no estaba para muchos bollos.

Precisamente esos grandes fracasos se estaban produciendo o estaban por producirse y los tiburones de Hollywood ya tenían mucho cuidado de confiar su dinero a según qué directores.

Estoy convencido de que se trata de una cuestión de timing.

Mientras Jodorowsky rodaba "El Topo" y "La montaña sagrada", principios de la década de los setentas, su oportunidad de haber encontrado financiación para hacer "Dune" sucedía... Por ejemplo, a Dennis Hopper le dieron un millón de dólares para rodar en Perú su misteriosa y difícil "The last picture".

Pero, y a partir de 1975, los magnates de Hollywood, ya esperaban a Lucas y  Spielberg y la vuelta a lo mainstream y al redil de los géneros que ambos siempre han representado.

Era imposible y lo que cuenta este documental es precisamente el proceso de construcción de esa radical imposibilidad, una radical imposibilidad que por otro lado resulta del todo fascinante hasta el punto de que estoy de acuerdo con la afirmación de uno de los participantes en el documental: la Dune de Jodorowsky es una de las más grandes películas no hechas.

No sé lo que daría por poder leer ese libro en el que plano a plano, Jodorowsky utilizó al fantastico Moebius como cámara.

Y lo cierto es que lo que se ve es el Jodorowsky cineasta en estado puro: imágenes poderosas, cuando no poéticas y una ensordecedora abundancia de un indiscriminado sentido, que no distingue entre luces y sombras, construida desde una imaginería escandalosamente atractiva.

Una lástima.

Ojalá editen ese libro alguna vez.

domingo, noviembre 22, 2015

Muertos

Un muerto siempre quisiera ser menos que un muerto.
Sus labios inmóviles constantemente lo suplican
mientras inmunes a sus lamentos
nosotros, los vivos,
les llevamos, les traemos,
les hablamos, les decimos,
les hacemos ser mucho más
que ese pedazo de silencio yermo
que muy a su pesar suyo ya solo pueden ser;
Interesadamente les traicionamos
(aunque digamos que les sentimos y queremos),
nos adueñamos de su indefenso silencio
para convertirlos en el mejor y más ganador
de esos siniestros argumentos
que siempre utilizamos para producir más muertos.
Todo el preciado tesoro del recuerdo
de su dolor y su tragedia,
la memoria de toda su carne y sangre derramada
bien valen la siniestra rutina de este esfuerzo abyecto.
Y arrancado de su largo e interminable sueño
su polvoriento desorden desnudo de polvo y huesos,
se dispone interesadamente sobre cualquier helada mesa
para clamar siempre a un concreto y escogido cielo.
Pero para ellos, el distorsionado eco
de alguna manoseada verdad
transfigurada en su nombre
apenas significa nada.
Dedicados a lo suyo,
condenados al imperceptible esfuerzo
de lentamente confundirse con el olvido,
se desvanecen inmóviles
como arrastrados por un viento

que mágicamente sopla en silencio.

Sicario

Me declaro fan absoluto del cine del canadiense Denis Villeneuve.

Sus películas siempre están dotadas de una tensión poderosa y magnética que indefectiblemente se apodera de la mirada del espectador.

Esa tensión siempre procede de esas zonas oscuras de la naturaleza humana, de esa sombra jungiana que siempre se las arregla para aparecer y configurar una realidad al que sus personajes se enfrentan inutilmente desde el sentido y lo irracional.

Todas esas películas tienen un mucho de viaje río Mekong arriba, hacia el corazón de las tinieblas.

Ya es un viaje a ese oscuro corazón el que hacen los hermanos Marwan al pasado de su madre con la guerra civil libanesa como fondo en su obra maestra "Incendies" y es también un viaje similar el que ahora realiza la agente Macer a los límites del estado de derecho con la guerra contra el narcotráfico como fondo.

Y lo mejor es que al final nunca hay una respuesta satisfactoria desde lo ético, desde la racional, mostrándose la vida acorde con aquella famosa frase shakesperiana que la define como un relato contado por un loco lleno de ruido y de furia..

Villeneuve siempre nos muestra esa oscuridad a la que siempre se accede a través de sus consecuencias.

En sus películas siempre se empiezan suavemente, como tirando de un hilo. Poco a poco, este hilo se hace más y más grueso conforme la historia avanza hasta que al final siempre se convierte en una titánica cadena que ata a un bestial monstruo que pacientemente aguarda para asestar un golpe final a las esperanzas de luz y claridad que encierran los personajes protagonistas y, por extensión, el espectador.

Aun no siendo tan potente como "Incendies", "Sicario" cuenta ese mismo viaje.

No es una obra maestra, pero es una extraordinaria película a lo largo de la cual Villeneuve va construyendo a espaldas dela entretenida mirada del espectador la arrasadora emergencia de ese monstruo, de ese sicario que tan magníficamente encarna Benicio del Toro.

"Sicario" nos dice que las cosas son siempre mucho más complejas como para ser comprendidas por la simpleza de un relato de buenos y malos, que en la oscuridad todo se confunde, que esa oscuridad existe desde el mismo momento en que existe la luz.

Siempre habrá sicarios..

Brillante. 

sábado, noviembre 21, 2015

Nightcrawler

Me entusiasma "Nightcrawler".

Para empezar es una historia de las que me gustan porque funciona a varios niveles de significación.

Por un lado tenemos la historia de Louis, un bala perdida que termina entrando en contacto con el mundo nocturno del periodismo de sucesos en las noches de Los Angeles. "Nightcrawler" es la magnífica crónica del ascenso de este sociópata desde las alcantarillas en donde la película le encuentra hasta el éxito como reportero.

En este sentido, encuentro sencillamente fascinante el personaje de Louis, una fría y calculadora máquina de supervivencia, empeñada en perseverar en el difícil mundo del capitalismo neoliberal sin pararse por un segundo a pensar en las consecuencias éticas y morales de sus actos.

Louis no duda en robar, en mentir, en traicionar e incluso en matar a aquellos que se interponen en su camino mientras el espectador, no sin un desasosegado asombro, le acompaña en su vertiginoso ascenso a costa de convertir en carroña mediática la muerte de sus semejantes.

Así, "Nightcrawler" es una historia negra, muy negra que nos muestra en la mejor línea del viejo cine de Jules Dassin, el interior de la ciudad y los demonios que la habitan.

Louis Bloom es uno de ellos, un auténtico producto sociológico del mundo neoliberal: un individuo solitario y desconectado, preocupado únicamente por la ejecución mecánica de un empochecido ideal del sueño americano que ya no ofrece un reconfortante contexto simbólico sino el mero intercambio de dinero por cosas.. y cuanto más dinero, más cosas.

Y este es el segundo nivel en el que funciona "Nightcrowler".

Porque Louis Bloom representa ese carácter psicopático que caracteriza al capitalismo de nuestros días.

Y en este sentido encuentro que el debut cinematográfico de Dean Gilroy es una película de alto contenido politico.

"Nightcrawler" nos muestra el infierno en que vivimos y los demonios que lo habitan, demonios que quizá podamos ser nosotros mismos.

Estamos ante una auténtica joya del cine negro.

No te la pierdas.


lunes, noviembre 16, 2015

Libertad y avaricia

No hay duda de que la civilización occidental es la tierra de los derechos humanos y de la libertad, pero tampoco deberíamos tener la menor duda de que también es la tierra del capitalismo devorador de cosas y de personas.

Y una cosa que siempre se nos ha dado muy bien a los occidentales es utilizar nuestro lado luminoso como coartada de nuestro lado oscuro.

Cuando hemos colonizado el resto del mundo siempre lo hemos hecho para transmitir la fe verdadera de un mundo basado en los principios de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Poco importaba que de paso arramplaramos con las culturas y estilos de vida de los territorios que colonizabamos, quedándonos de paso con su riqueza material para utilizarla en nuestro propio beneficio.

Las cuentas y abalorios con los que Peter Styvesant compró la isla de Manhattan a los indios son un buen ejemplo. Pero, y en lugar de parecernos Stuyvesant un miserable ladrón, son los indios quienes nos parecen unos idiotas.

En cualquier caso,  y al final, lo material siempre iba incluido, oculto siempre tras un discurso altruista de crecimiento y mejora en el que siempre salía beneficiada una de las partes contratantes, la misma en todos los casos.

Pero las cosas no terminan aquí.

Porque si alguno de esos indígenas osaba discrepar con el criterio del reparto, el circulo siempre terminaba cerrándose fatídicamente sobre ellos.

Jamás se levantaban contra una situación injusta.

No eran más que unos salvajes que se levantaban contra un orden de verdad y justicia, portador de los más grandes valores en favor de lo mejor de la raza humana.

Poco importaba que les hubiéramos arrebatado la tierra, sus dioses o su cultura.

Siempre ha habido un enorme espacio entre el ser y el deber ser entre nosotros los occidentales. Aquellos que no son blancos como nosotros lo saben. Llevan ya centenares de años padeciendo nuestra interesada hipocresía de dioses que al final siempre se muestran demasiado humanos, demasiado interesados por las posesiones y riquezas materiales.

Siempre se nos ha dado muy bien manejar el deber ser como coartada para nuestros desmanes y sobre todo para manejar sus consecuencias para seguir sintiéndonos intocables e intactos.

La libertad siempre ha sido una coartada perfecta para nuestra avaricia y los primeros que nos lo hemos creído hemos sido nosotros que, formales, pensamos que quienes se levantan contra nuestra avaricia son enemigos de la libertad... de las libertades que nos hemos tomado con ellos y su mundo.

domingo, noviembre 15, 2015

Looper

Lo que más me gusta de "Looper" es que sea una muy lograda amalgama entre cine negro y la ciencia ficción.

Y lo que tiene de cine negro es ese tono entre descarnado y fatalista que impregna las relaciones entre los personajes. Enfrentados de manera dramática e inevitable por diferentes deseos que configuran percepciones de la realidad absoluta y desesperadamente contradictorias que generan la sustancia dramática que impregna el relato,

Pero la ciencia ficción interviene para, sirviendo de contexto, enriquecer ese estilema propio del género.

Porque hablamos de un futuro en el que es posible el viaje en el tiempo y de un personaje que. gracias a las posibilidades que ofrece ese viaje. se desdobla en dos destinos diferentes que pugnan por prevalecer en un mismo espacio y un mismo tiempo.

Mientras uno que es mayor intentará evitar que los viajes en el tiempo sean posibles y así preservar la felicidad futura de sí mismo, el otro sólo buscará resolver el problema de supervivencia que aquel le plantea con una necesidad que no termina de entender.

Así pues, en "Looper" a tensión dramática se produce entre dos personajes que en realidad son la misma persona.

En este sentido, "Looper" consigue hacer algo interesante de ese tema tan querido en los últimos años por los guionistas de la industria cinematográfica que es el viaje en el tiempo. Incluso llega a poetizarlo en un maravilloso final del que no voy a contar nada.

En definitiva, se trata de una película curiosa y diferente, que consigue sorprender realizando el milagro de sobreponerse a la tendencia a la eterna repetición de lo mismo que caracteriza al cine comercial con vocación de masas palomiteras.

Sólo por eso merece ser tenida en alta y estima considerada,

No es tan fácil ser distinto pero "Looper" se atreve a serlo y lo consigue.

La élite del poder. C. Wright Mills

“La supremacía del poder económico corporativo se inició, de modo oficial, con las elecciones de 1866 y fue consolidada por la decisión de la Suprema Corte en 1888, declarando que la Enmienda Catorce protegía la corporación. Ese período presenció el traslado del centro de iniciativa, del gobierno a la corporación. Hasta la Primera Guerra Mundial (que nos dio un anticipo de ciertas características de nuestro período) ésta fue una época de incursiones de la minoría económica contra el gobierno. Una época: de corrupción en que se compraba, simplemente, a jueces y senadores… En la época que siguió a la Guerra Civil, dicha economía fue el motor: los trusts --como lo revelan claramente los acontecimientos y las medidas políticas- podían usar con facilidad, en beneficio propio, la maquinaria gubernamental, relativamente débil. El que los gobiernos federales y estatales fueran decisivamente debilitados en su poder regulador, significaba que eran ellos mismos controlables por los grandes intereses económicos. Sus poderes estaban dispersos y desorganizados; los poderes de las corporaciones industriales y financieras estaban concentrados y entretejidos… Sólo los intereses de Morgan sostenían 341 directorios en 112 corporaciones, con una capitalización agregada de más de 22 mil millones de dólares -tres veces más del valor tasado de toda la propiedad personal y real en Nueva Inglaterra: Con ingresos mucho mayores y un número de empleados más grande que el de varios Estados, las corporaciones dominaban los partidos, compraban leyes, y lograban la "neutralidad" de los diputados. Y lo mismo que el poder económico privado anulaba el poder político público, la élite económica anulaba a la élite política”.