sábado, septiembre 01, 2012

El último metro

Dirigida en 1980 por François Truffaut, "El último metro" es una de las últimas películas que el director francés puso en marcha antes de morir en 1984 de un tumor cerebral, en concreto la antepenúltima.

Lo que nos cuenta "El último metro" es una película coral sobre la vida en el París ocupado por los alemanes durante la II Guerra Mundial, pero hay algo más. Sobre ese duro y difícil escenario en el que los destinos y las historias se entrecruzan, el director francés despliega un homenaje al teatro en toda la extensión de la palabra, convirtiendo reduciendo ese escenario a un escenario de verdad puesto que la historia sucede en torno a un teatro y su propietaria Marion Steiner (Catherine Deneuve) quién tiene a su marido Lucas, un famoso director teatral, escondido en el sótano puesto que es judío mientras que arriba pone en marcha una nueva obra bajo su oculta dirección.

Los destinos que se entrecruzan son los de los miembros de la compañía, cada uno con su propia circunstancia, intentando sobrevivir y relacionándose los unos con los otros de acuerdo con necesidades, preferencias y rechazos.

Hay bastante de "La noche americana", una de las obras más emblemáticas de Truffaut, en "El último metro", fundamentalmente esa convivencia de la realidad con la ficción que en la primera sucedía en un más corto espacio de tiempo, durante el rodaje de una película, mientras que en esta que nos ocupa sucede en un periodo de tiempo mayor, la puesta en marcha de la obra teatral. Pero ambas comparten el mismo "corpus", las relaciones entre personas que luego se convierten en personajes cuando la realidad deviene a escenario.

Sobre esta base Truffaut añade el entorno espacio-temporal como escenario donde sucede la verdad de las personas, escenario donde se encuentra ese teatro que a su vez contiene otro escenario, el lugar de la representación y de los personajes.

En este sentido, no puede decirse que "El último metro" cuente con un planteamiento original, siendo en su esencia una revisitación que el director francés realiza a un ámbito narrativo que es de su agrado, pero lo cierto es que la película se ve con interés hasta un maravilloso final en que realidad y ficción se confunden en la sorprendida mirada del espectador.

Buena.


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