martes, diciembre 09, 2008

Instantes de un tiempo pasado
clavados en el alfiler de la propia mirada,
como mariposas muertas
que de cuando en cuando suceden,
nos saltan a la cara,
revoloteando espantadas
en el helado caldo del propio olvido,
al abrir el polvo de viejos armarios,
al agitar el ajado color de viejas sábanas.

Viejas fotografías perdidas,
errantes,
sin dueño,
melancolía de un tiempo desconocido,
abandonado,
como el lejano aullido de un perro
o una luz distante que se enciende y apaga.
JOE DASSIN

Les champs elysèes...























THE DARJEELING LIMITED


Vaya por delante que creo entender los motivos de todos aquellos que no simpatizan con el cine de Wes Anderson.

Las historias que cuenta y el modo particular que tiene de narrarlas resultan demasiado poco convencionales.

Sus personajes se esfuerzan por existir, se afanan en superar pequeñas catastrofes que afectan sus vidas y lo hacen en historias que siempre tienen un punto de iniciáticas, de tránsito más o menos afortunado, de cambio de piel. Su estado preferido es la constante crisis, el cambio y la duda y lo viven en un sentimiento de estupor que intentan manejar con una calma que en realidad encierra un incontenible asombro ante lo que está sucediendo dentro y fuera de ellos. Por éso, muchas veces, de sus labios brotan frases inanes que bajo su apariencia superficial encierran la necesidad de expresar todo aquello que por el momento no tiene nombre.

El humor de Anderson está ahí, en el contraste entre lo que los personajes manifiestan y lo que uno intuye que puede existir dentro de ellos. Conversaciones lacónicas, continuo intercambio de frases en dialogos que parecen intrascendentes palabreos sobre el tiempo y que nacen siempre de la necesidad que los personajes de Anderson tienen de expresarse cueste lo que cueste, aunque no sepan o tengan nada que decir. Porque, y a su especial manera minimal, son beatniks que saben que la verdad está en el movimiento y por eso jamás se detienen. Siempre viajan, siempre buscan, siempre hablan.

La paradoja de lo emocional, el conflicto entre lo que se cree que es y lo que se empieza a ser, la dialéctica de esa transformación y la imposibilidad de una satisfactoria y completa comunicación como principal consecuencia del volátil estado de cambio, es el territorio simbólico donde suceden, aparentemente gélidas, las historias de Wes Anderson.

Pase lo que pase los personajes y las historias de Anderson siempre avanzan hacia finales abiertos... porque un nuevo cambio sin duda espera en el siguiente recodo del camino.

Y entiendo que Anderson pueda parecer difícil porque, de algún modo, esa angustiosa incomodidad que sienten sus personajes ante la incertidumbre con que la propia vida se les manifiesta siempre está ahí, patentemente incomprensible ante los ojos del espectador.

Para el caso, las peripecias que en la India viven estos entrañables y maravillosos hermanos en busca de la iluminación espiritual, de su perdida madre y de si mismos es deliciosamente paradigmática para mi mirada, que afortunada puede paladear el delicado y diferente modo que Anderson tiene para contarnos lo complicado que es encontrar un sentido a ésto que nos pasa todos los días (y que llamamos "vida").

Sus personajes nunca se rinden, jamás dejan de buscar el sentirse justificados y la cámara de Anderson siempre está ahi para contarnos ese esfuerzo con maneras casi cientificas.

Pero, y con todo, lo mejor que tienen los personajes de Anderson es que su sentido lo encuentran en la propia búsqueda porque, y a falta de algo mejor, el desconcierto y la confusión siempre se les antoja como un buen punto de partida para encontrar algo en común.

Siempre les queda ese París.

¡Maravillosa!



sábado, diciembre 06, 2008

INOLVIDABLE

There will be blood...

TAJ MAHAL





THERE WILL BE BLOOD


Para mi gusto, una obra maestra... y también una película difícil, no apta para todos los públicos.

La película nos cuenta el complicado ascenso que el minero Daniel Plainview, magnificamente interpretado por Daniel Day Lewis, realiza desde las profundidades de una explotación minera en medio de alguna de las muchas ningunas partes que llenan el corazón de los Estados Unidos hasta una lujosa mansión en alguna de las muchas partes altas que llenan las ciudades de los Estados Unidos.

Con modos y formas que recuerdan a grandes clásicos del cine mudo, Paul Thomas Anderson se propone retratar las oscuras y retorcidas profundidades del corazón de uno de los muchos tycoones que surgiendo de la nada, y merced al propio esfuerzo, consiguieron hacerse un lugar en la ámérica de las oportunidades.

There will be blood nos cuenta el enorme esfuerzo que Plainview realiza por continuar adelante, por perseverar, en un viaje en el que sólo hay lugar para él, porque, de algún modo, y éste es uno de los planteamientos más interesantes y brillantes de la película, este enorme compromiso con el triunfo de la propia existencia, con el propio plan, tiene un importante componente de pacto con el diablo, con un diablo que no es otro que el propio deseo, que la propia ambición por prevalecer de la forma previamente definida.

Muy importante para el propósito de la película es el estupendo trabajo de Daniel Day Lewis que con gran brillantez construye un personaje brutal y básico. El Plainview de Day Lewis parece asemejarse al propio demonio en la expresión concentrada y constreñida de su rostro, en sus maneras firmes, radicales y brutales que a veces culminan en actos sobrecogedores de furia incontrolada, en su mirada taimada y afilada que parece clavarse como un pico sobre la superficie de todas las cosas en busca del precioso yacimiento en el que todo el munso y quienes le rodean son ya para él.

En constante lucha contra los otros y los elementos, Plainview es un personaje dificil y solitario, incomprensible y por lo tanto incomprendido, en el que sólo hay lugar para la tremenda y eterna soledad del misterio de sí mismo. Por ello, la película no puede terminar de otra forma y su polémico final no es otra cosa que la lógica consecuencia culminante de toda una vida sometida a los rigores del propio carácter.

Para Anderson, entiendo, la figura del tycoon Plainview se convierte en el terreno metonímico perfecto para formularnos con maneras casi heideggerianas el misterio del hombre que lleva hasta la última consecuencia la obligación casi genética de hacerse a sí mismo. En términos, del "ser y tiempo" heideggeriano de cuidarse de algo, de llavar a cabo un propósito convirtiéndolo en plan.

Plainview se atreve a ser con todas las consecuencias que ello implica y su destino, en el éxito, es la misma soledad que le acompañaba, en los comienzos, en las profundidades de la mina.

Hay mucho nihilismo en "There will be blood", un nihilismo que convierte a la película en una arriesgada propuesta a contracorriente.

El nihilismo ascético de los grandes espacios en los que la pequeña figura del hombre parece aplastada entre una enorme extensión de cielo y otra, no menos enorme, de tierra. Pero en "There will be blood" también hay lugar para lo que me parece principal consecuencia de ese nihilismo y que es la puesta en valor casi animal, primigenia y telúrica de lo que supone el esfuerzo por existir, por estar en un mundo que siempre termina por resultarnos, al modo del titulo de aquella estupenda novela del olvidado Ciro Alegria, demasiado ancho y demasiado ajeno.

Lo dicho... Obra maestra.

viernes, diciembre 05, 2008

RUBÉN BLADES

Él padre Antonio y el monaguillo Andrés...



"Antonio cayo, ostia en mano y sin saber por qué
Andrés se murió a su lado sin conocer a Pelé;
y entre el grito y la sorpresa, agonizando otra vez
estaba el Cristo de palo pegado a la pared.
Y nunca se supo el criminal quién fue
del Padre Antonio y su monaguillo Andrés."

miércoles, diciembre 03, 2008

Si se siguen las reglas del juego tal y como están definidas, el cine es una cara forma de expresión.

Uno puede coger una cámara y con el entusiasmo y la voluntad de unos cuantos amigos puede rodar un corto, un medio o, incluso, un largometraje pero si se desea estrenar en salas comerciales y actuar de forma ortodoxa poner en marcha un proyecto cinematográfico requiere reunir una cantidad importante de dinero.

Hay pisos más caros que una película, pero lo normal es que la películas sean más caras que un piso y uno no se compra un piso cada dos o tres años. Por éso, los creadores que se dedican al cine necesitan de la complicidad del público para continuar existiendo como creadores.

Escribo ésto en relación a las recientes declaraciones de Gracia Querejeta en contra del top manta... que por supuesto es el gran enemigo del cine español.

¿Alguién ha visto cine español en el top manta?

¿Verdad que no?

Es justo al revés.

El top manta hace mucho daño al cine americano, en teoría el principal rival del cine español (y por supuesto a la película española que tenga éxito, pero son tan pocas que poner al mismo nivel ambos planteamientos se me antoja una falsedad)... Como escribía, el principal damnificado es el cine americano, pero también es la constatación del fracaso de los creadores del cine español a la hora de producir obras y/o productos que interesen a su público.

Desde luego que el cine americano tiene bastante culpa de lo que pasa, pero, y dejando de lado argumentos economicistas de poder sobre el mercado, esa posición no se podría sostener sin la base real de que los norteamericanos saben hacerlpelículas, saben lo que el público quiere y tiene el músculo para meternoslo por los ojos. Y desde luego que el cine español es incapaz de competir por razones económicas objetivas de dimensión y capacidad, pero también por razones subjetivas basadas en la falta de talento de los creadores a la hora de transmitir su mundo en un envoltorio que interese a la gran mayoría.

Almodovar, Amenabar o Balagueró siempre terminan reuniendo el dinero... ¿Por qué será?

Mucho cine español se hace para el propio cine español, para la tribu que, en un mundo cada vez más global (no todo va a ser bueno en la globalización) pide la subvención y la protección. Y no digo que no deba haberla. Yo mismo subvencionaría la nueva película de Clint Eastwood o de Luis García Berlanga o de Theo Angelopoulos o de Bertrand Tavernier o de Eliseo Subiela, pero en ese tren no caben todos.

Se puede escribir un libro e incluso publicárlo. Se puede rodar un corto e incluso estrenarlo. Pero si uno quiere hacer un largo metraje en los estándares y claves técnicos y de calidad que la realidad del cine requiere tiene que aceptar que necesita a un público que le respalde. Y más si no sólo desea expresarse sino también vivir de ello.

Sin público, es difícil hacer películas.

El cine no es el lugar adecuado para la expresión del talento de un genio o ser humano raso que no habla para la gran mayoría, que decide expresar su mundo propio para todos. Podrá hacerlo una o dos veces, pero lo que el cine le va a poner muy dificil es tener una carrera, vivir como un funcionario de ello.

Es mejor escribir o hacer discos o hacer cortos o aprovechar las ventajas de las nuevas tecnologías para hacer propuestas de imágen en movimiento más asequibles y baratas (el dogma es un ejemplo)... Opciones mucho más practicables que echarle toda la culpa a un cine americano que, entre otras cosas y no se por cuánto tiempo, sabe cómo tener a la mayoría del público de su lado... Y cuando deje de tener ese poder, el cine como forma dominante de ocio habrá terminado. Y los creadores que hacen otro tipo de cine menos comercial tendrán muchos más problemas de los que ahora tienen para hacer transmitirnos la bendición (o maldición) de su mundo propio.

martes, diciembre 02, 2008

VIENTO Y HOJAS

IDAS Y VENIDAS





"Súbitamente comprendí que todas las cosas sólo
van y vienen
incluido cualquier sentimiento de tristeza: también
se irá:
triste hoy alegre mañana: sobrio hoy borracho mañana
¿por qué inquietarse
tanto?
Todos en el mundo tienen defectos lo mismo que yo.
¿Por qué deprimirse? Es sólo un sentimiento que
viene y va."
(Poema del 16 de septiembre de 1961, fragmento. Jack Kerouac)
El braceo del ahogado.












APPALOOSA

Reconozco que no le he cogido el punto a este western atípico.

No se muy bien qué pensar de Appaloosa. Me ha cogido con el pie cambiado y me gusta... La verdad, porque no es fácil desconcertar mi mirada forjada en cientos de películas.

Tras mucho pensar, he decidido tomar por su lado bueno la confusión que me produce. No pensaré que Appaloosa es una historia errática, que se queda a medio camino de muchos lugares, en una extraña ninguna parte que no acierto muy bien a describir.

Y el lado bueno de Appaloosa es su carácter heterodoxo, de rareza que usa los estilemas y la iconografía del western para transmitir una historia sobre la previsión y el azar, sobre la imposibilidad de los planes y la previsibilidad de los imponderables que convierten a la vida en un complicado territorio donde todo es posible, lo malo y lo bueno.

Appaloosa nos habla de éso, pero no estoy del todo convencido que el modo sea el correcto. Porque la historia se me antoja deslabazada, diletante... No se. No termina de llegar hasta el espectador, hasta mi para seducirme con su propuesta distinta.

La película sucede en la distancia, como pagada de sí misma en la ostentación de su diferencia, orgullosa pero sin llegar a implicarme... y se lo pone a sí misma muy difícil porque si su fondo es extraño y heterodoxo, su forma carece de la emoción precisa como para compensar la dificultad de ese planteamiento extraño con una aproximación emocional basada en una épica de rostros, espacios y diálogos que, por otro lado, son la base de la trascendencia de todo western que se precie.

Algo no termina de funcionar para mí en Appaloosa.

sábado, noviembre 29, 2008

INOLVIDABLE

The natural...

viernes, noviembre 28, 2008

SEABISCUIT




Me ha gustado mucho ver "Seabiscuit".

Será una película que siempre querré volver a ver, que ingresa en el difuso olimpo de mis películas favoritas (cuyo número exacto de integrantes jamás podrá ser precisado) y lo hace, como en todos los clubes privados, de la mano de un miembro reconocido.

Hay bastantes paralelismos entre "Seabiscuit" y "The natural", que lleva residiendo en este olimpo desde hace más de veinte años... aunque sólo sea la maravillosa partitura de ese genial músico llamado Randy Newman.

Ambas son dos emocionantes historias de superación personal en las que la leyenda se forja ante nuestros ojos mostrando su verdadera condición de carne esforzada, que no se resigna ante lo que parece un escrito destino y persevera hasta lograr cambiar la historia reconduciéndola por una dirección en la que sólo el legendario héroe deseaba/pensaba/soñaba que podría ir... y éso es lo que precisamente le hace legendario. Acabar expresándose.

Seguramente "Seabiscuit" no es una obra maestra y probablemente está llena de defectos, pero estoy seguro que volveré a verla más adelante, en algún momento.

Me gustan este tipo de historias, las que me susurran al oído que es mentira, que en realidad todos tenemos la última palabra sobre nuestro destino y, aunque el fracaso personal de cada uno de nosotros nos espere con los brazos abiertos y la cena hecha al final del día, no hay que dejar de intentarlo.

Es una cuestión personal.




"Red Pollard: You know everyone thinks we got this broken down horse and fixed him. But we didn't. He fixed us. Every one of us. And I guess in a way, we fixed each other, too"

miércoles, noviembre 26, 2008

Propósitos para un viejo año... Construir cuidadosamente un mapa de todo lo que separa y convertirlo en ley
Me gusta el concepto de horror cósmico.

Literalmente tiene que ver con la obra de Lovecraft y otros autores como Arthur Machen o August Derleth. Ese horror lo suscitan seres primigenios que habitan en las oscuridades que la razón no ilumina y que viven, acechantes, a la espera del momento de aparecer con su incomprensible y aterradora lógica destructora:

"Para introducirse en el universo de horror cósmico e insanas revelaciones de los Mitos, se puede comenzar con cualquiera de las múltiples recopilaciones existentes, pues todas ellas contienen obras de gran calidad. Auqnue vale la pena destacar un relato corto al cual se le podría considerar como insignia de los Mitos, su título es "La Llamada de Cthulhu", el cual es uno de los favoritos de los seguidores de la obra de H. P. Lovecraft, por su gran calidad. En el mismo aparece el Gran Cthulhu, un primigenio que duerme un sueño de eones en la ciudad sumergida de R´lyeh, y que sólo despertará cuando los astros estén en posición. Este relato es una referencia obligada al estudiar los Mitos, pues en él se habla de uno de los primigenios más conocidos, Cthulhu, una criatura de descomunal tamaño y maldad absoluta según los cánones humanos."

Los seres que inspiran ese horror se mueven en el terreno de lo subliminal, en lo inconsciente:

"lejos de buscar la emoción fácil con la aparición del monstruo, fantasma, aparición o entidad, en los Mitos de Cthulhu se hace uso de la sugestión, insinuando la existencia de horrores sin nombre, de seres que no deberían existir según las leyes de la naturaleza que el hombre conoce. Criaturas que no deberían ser, pero son y existen, pues el universo no sigue las mismas leyes que rigen al hombre e incluso la Tierra que el ser humano cree conocer tan bien, esconde secretos innombrables y ajenos. El hecho de que una persona deba aceptar la existencia de aquello que no debería ser, que el universo es ajeno y hostil, que todo aquello que se acepta por bueno y normal es falso, derrumba las creencias del investigador de los Mitos, provocando que su mente se quiebre y se hunda en las profundas simas de la locura, pues de esto es lo que hace uso el horror cósmico. Evita la aparición para ensalzar la insinuación de aquello que no debería existir, dejando a la mente del lector la posibilidad de dar forma ese horror, explotando los arquetipos del horror en lo más profundo de nuestro cerebro."

Universo ajeno y hóstil, horrores sin nombre, secretos innombrables y ajenos... El horror cósmico apela constantemente a lo innombrable y lo que no tiene nombre es tal porque está más allá del lenguaje, de lo racional. Vive en lo inconsciente. Es la destructora y tanática animalidad palpitante que constantemente amenaza el frágil esfuerzo de la razón por construir un sentido, por arrojar luz en un mundo lleno de azares que necesitamos transformar en causas para poder hacerlo nuestro.. porque si no podemos controlarlo, se convierte en un atemorizante misterio que nos domina y que termina por aniquilarnos aplastándonos con su absurda mecánica ciega.

Y el horror cósmico es ese corazón de las tinieblas del que habla Conrad en su memorable libro.

En las profundidades de las selvas del Congo habita ese monstruo, el nuestro, siempre dispuesto a devorarnos, a desposeernos de cuanto tenemos de humano para degradarnos a la condición de un animal más, pura pulsión descontrolada sin criterio, orden y concierto... aspectos que tienen que ver con la razón que necesita controlar toda esa energía para canalizarla en la construcción de un orden social y personal, de una estabilidad que permita la duración y la generación de un espacio donde los otros puedan existir sin ser utilizados ni consumidos.
CARNIVALE

Esta es la nueva serie que empiezo a ver... de la HBO por supuesto.



Tiene buena pinta.

martes, noviembre 25, 2008

"La novela puede leerse (lo es en parte) como alegato contra la colonización del Congo, pero su reflexión moral va más allá de una situación histórica concreta. Kurtz llega a África iluminado de ideales de progreso. Redacta una guía para orientar el recto diseño del comercio y la tarea civilizadora: «Cada estación de la compañía debería ser como un faro en medio del camino, que iluminara la senda hacia cosas mejores». Sin embargo la luz sucumbe ante las tinieblas: el hombre «civilizado» oculta bajo una frágil superficie bestiales instintos que salen a flote en contacto con ese mundo fuera del tiempo, sumergido en la penumbra de la floresta primitiva.

El viaje de Kurtz (que Marlow reproduce) es un viaje a los infiernos, un descenso por el río del olvido: «Remontar aquel río era como volver a los inicios de la creación cuando la vegetación estalló sobre la faz de la tierra. Una corriente vacía, un gran silencio, una selva impenetrable. El aire era caliente, denso, embriagador. No había ninguna alegría en el resplandor del sol. Aquel camino de agua corría desierto en la penumbra de las grandes extensiones. Uno llegaba a tener la sensación de estar embrujado, lejos de todas las cosas una vez conocidas. Penetramos más y más espesamente en el corazón de las tinieblas. A veces, por la noche, un redoble de tambores, detrás de la cortina vegetal, corría por el río. Tuve la sensación de haber puesto el pie en algún tenebroso círculo del infierno».

Marlow, uno de esos personajes de Conrad (como el arquetípico Lord Jim) que edifican su vida sobre la estricta dignidad y el deber y que forma parte de la raza de los hombres íntegros, consigue salir entero de este infierno, pero no sucede lo mismo con Kurtz. Pues la tiniebla no está solo en la selva hostil poblada de hipopótamos y cocodrilos. La fuente última de la oscuridad es otra, es «el mal escondido en las profundas tinieblas del corazón humano». Kurtz no ha sido capaz de mantener la fatigosa disciplina necesaria para conservar su conciencia moral, su entidad humana, y en su búsqueda de la luz ha llegado a un territorio en el que late sin cesar, como los tambores caníbales que baten en la selva, el verdadero corazón de las tinieblas, el oscuro corazón del hombre."
Más.

Bájate el libro.

Esto es una reseña, joder!

lunes, noviembre 24, 2008

BODY OF LIES

Definitivamente la vida ha sido muy generosa con Ridley Scott.


Sin duda se lo ha currado.
Ha elegido con relativa oportunidad las historias, ha contado con grandes actores para protagonizarlas, pero a estas alturas de la historia me queda bastante claro que el prestigio que goza Scott como director está muy por encima de su talento real.

Lejos quedan los años dorados de "Los duelistas" o "Alien" o "Blade runner". Los ejercicios de estilo sobre la sólida superficie que siempre proporcionan las buenas historias... un rollo un poco parecido al Kubrick de la década de los setentas en adelante, pero sin contar, Ridley, con la solidez que los trabajos realizados en la década anterior proporcionaban al director americano.

El talento de Scott no va más allá de la capacidad para poner en imágenes las historias y que conste que no digo narrar, porque la mayor parte de sus últimas películas comparten, a mi entender, un claro problema de ritmo.

Scott ilustra, pero no narra.
Siempre corre el riesgo de resultar aburrido en algún momento y casi siempre lo consigue. Un ejemplo más es Body of lies, una intriga con la guerra que libran los servicios de inteligencia contra los islamistas como fondo y protagonizada por las estrellas Leonardo di Caprio (tan aplicado como siempre, el Raul de los actores) y Russell Crowe (muy cómodo interpretando a un gordo oficial de inteligencia, sobrado sin disimular su respetable barriga).

La película se sigue con atención. El artefacto entretiene con su afinada mecánica, pero algo falla. La historia no termina de interesar entre tantas idas y venidas, tantos dimes y diretes. Resulta fría, distante y la perezosa curiosidad por saber en qué terminará todo hace el resto. Nos mantiene pegados a la silla, aunque no vayamos a sentir demasiado el posible destino de Leonardo.

No hay narrador. Sólo un organizador de secuencias, un ensamblador de imágenes perfectas que no se anclan en ninguna emoción que motive al espectador.

Otro ejemplo más de cine sin alma, tan vacío como una hermosa mirada que no nos ve.

domingo, noviembre 23, 2008

QUANTUM OF SOLACE

Definitivamente el nuevo Bond que, con la estolidez de un personaje de spaghetti western, Daniel Craig encarna apuesta por la fisicidad.

La piedra lanzada, seguramente a contracorriente y a destiempo, en la película "Al servicio secreto de su majestad" en el año 1969 alcanza la superficie del agua, ahora, en el 2008.

Fueron demasiados cambios. Sean Connery abandonó el personaje, pero la saga debía continuar. Bond ya era una marca y en la nueva entrega se decidió dar un giro que mostrase al agente secreto más vulnerable y más humano, presentandole enamorado y herido por la pérdida de un ser querido... Demasiada novedad para un producto industrial en un negocio donde los cambios son peligrosos.

Pero, y como siempre, el tiempo pone todas las cosas en su sitio revelando "Al servicio secreto de su majestad" como una de las mejores películas de Bond sin Sean Connery (porque Bond siempre será Connery).

Y sin lugar a dudas hay algo de ese Bond traspasado en su armadura, que tan voluntariosamente interpretara Lazenby, en el 007 que ahora encarna Daniel Craig.

En esta última entrega, "Quantum of solace" Bond persigue el rastro de quienes llevaron a la muerte a la mujer que más cerca estuvo de su endurecido corazón de asesino. Porque hay algo personal en la forma concienzuda en que Bond se toma la tarea de atrapar a su nueva némesis. M lo sospecha y Mathis, lo más cercano que Bond ha tenido a un amigo, parece saberlo desde su sabiduría de viejo zorro.

La fisicidad de las emociones que turbiamente parecen dibujarse sobre la rocosa superficie del rostro del liquidador se combina con la fisicidad con que las escenas de acción se resuelven. Brillantes, espectaculares y siempre bien resueltas las secuencias de persecuciones y peleas ganan protagonismo en favor de otro tipo de escenas que eran marca de la casa en otras épocas. Brillan practicamente por su ausencia las escenas de flirteo, la posibilidad de la alta comedia que el rostro de Connery y la apostura de Moore permitían.

Craig no está para nadie, no está para nada más que no sea el cumplimiento de la misión.

La faceta cínica y vividora que Connery posibilitaba y Moore convirtió en esencial se convierte en accesoria y episódica.

El Bond de Craig es más un soldado que un caballero... cosa que, en mi opinión, probablemente se ajustaría a la realidad de ser Bond un personaje real.

Y no está mal. Se trata de una perspectiva diferente sobre un mismo personaje que lo enriquece, acercándolo a los rudos héroes de acción hollywoodense y alejándolo de la refinada Europa.

Del mismo modo que el personaje, la marca Bond lleva más de 50 años sobreviviendo en el mundo del cine, un mundo tan peligroso y cambiante como el del espionaje y películas tan entretenidas y bien acabadas como "Quantum of solace" sin duda contribuyen a que está supervivencia se prolongue en el tiempo probablemente una generación más.