sábado, diciembre 20, 2008











LOS SOPRANO

No voy a descubrir la serie. 

Es ya un clásico del la ficción televisiva.

Pero uno de los aspectos que me resultan más atractivos de Los Soprano es el modo en que su protagonista, Tony Soprano, afronta los problemas y reveses que le van saliendo al paso cada día y en todas las facetas de su vida.

Su expresión siempre es el humo de un fuego de violencia que arde dentro de su pecho... y en éso, su intérprete, James Gandolfini, está esplendido... porque su reacción no siempre libera de sus collares a los shakesperianos perros de la guerra.

Depende de las circunstancias y, principalmente, de la persona que es fuente de su enfado. No es lo mismo que su hija se emborrache y la lie parda que un chantajeado no cumpla con sus compromisos. Ante todos los problemas, Tony Soprano reacciona emocionalmente de la misma forma, pero la respuesta física, si la hay, no siempre sucede.

Hay una moral, la propia, que le lleva en ciertos casos y situaciones a la contención... Especialmente con todos los problemas que tienen que ver con el hogar y es fascinante comprobar cómo el macho alfa dispuesto y capaz de todo en el Bada Bing se encuentra impotente y con las manos atadas en asuntos que tienen que ver con la familia... un lugar dónde los balazos en la cabeza no sirven.

Y hay un punto de ternura por parte del espectador en la constatación de que, al menos, y en lo que los asuntos familiares se refiere, Tony Soprano es uno de los nuestros.

lunes, diciembre 15, 2008

WE OWN THE NIGHT

Me gusta el cine de James Gray.

No es que tenga muchas películas pero todas ellas atesoran una inmensa intensidad dramática que Gray con maestría sabe calibrar al milímetro para administrarla en los modos y medidas justos a lo largo de la duración de la historia. Y todo ello enmarcado en los espacios y tiempos del cine negro, escenario perfecto para el desarrollo de los dramas casi shakesperianos que Gray nos cuenta.

Dramas shakesperianos o cuentos terribles que nos hablan de una imposibilidad, la de mantener intacta una arcadia familiar continuamente asediada tanto por sus propias contradicciones internas como por los ataques externos a los que se ve sometida.
La utopía del nucleo familiar siempre se revela como tal, como un imposible asediado por los rigores de un relato que se mueve sin contemplaciones por la cuesta abajo de la descomposición y el deterioro. Una suerte de via ascética a través de cuyos rigores el héroe (Mark Wahlberg en The Yards y Joaquin Phenix en We own the night) termina por encontrar un sentido, una propia moral que le acerca a una especie de paz interior que más se asemeja a una tregua dentro de la eterna guerra entre lo que está bien y lo que está mal.

Quizá sea la noche quién, en mayor o menor medida, nos posee a todos y cada uno de nosotros.

We don't own the night.

Extraordinaria película.

domingo, diciembre 14, 2008

SOYLENT GREEN

Seguro que podría hacerse un psicoanálisis social y global tomando como punto de partida la literatura de ciencia ficción. Considerarla como sintoma, como acto fallido y trabajar sobre ella para buscar en el inconsciente colectivo las raíces de ese miedo que nos lleva a imaginar unos mundos futuros que en su inmensa mayoría no son nada agradables.
El futuro que se nos relata en Soylent Green (que en castellano se tradujo por Cuando el destino nos alcance) es un ejemplo paradigmático de esas sociedades distópicas que, desde este presente nuestro, somos capaces de imaginarnos.
Escasez, superpoblación, cambio climático... El mundo de Soylent Green se mantiene sobre el abismo apenas sujeto por unos cuantos hilos que constantemente amenazan con romperse. Nada funciona mientras la sociedad intenta proyectarse en el tiempo, sobreviviendo, mientras el propio tiempo la va descomponiendo cada vez más.
No se si Soylent Green es ciencia ficción o terror.
La secuencia en que la gente es recogida de las calles literalmente a paladas o el momento en que el cadáver del prohombre asesinado, que desencadena toda la intriga de la película, es enviado a una planta de reciclado de residuos me ponen la carne de gallina por lo que implica de deshumanización y animalización del ser humano... situación a la que se llega desde el opuesto de una sociedad tecnológica que lo ha devorado todo y que ahora sólo le queda la opción de devorarse a si misma.
Por no hablar de un mundo futuro en el que impera la estética setentera del siglo pasado... Los muebles de plástico de colores chillones, las formas redondeadas y la moda tipo Mao, los espacios minimales de apariencia moderna pero de definitiva inspiración burguesa... Eso también es aterrador como lo es el personaje que interpreta el memorable Edward G. Robinson, en su última interpretación. El viejo que aún guarda en su memoria el recuerdo de otro mundo, ese que ya está muerto donde uno podía comprar un tomate y beber agua del grifo.
En fin, Soylent Green es un clásico de la ciencia ficción cinematográfica aunque, en algunos momentos y "por en medio", la película tenga ciertos problemas de ritmo y Charlton Heston no termine de estar cómodo en un personaje ligeramente corrupto, cínico y descreído.

sábado, diciembre 13, 2008

SIOUXSIE AND THE BANSHEES

Dear Prudence...




THE DIVINE COMEDY

Perfect lovesong




jueves, diciembre 11, 2008














CARNIVALE

No se... Hay algo en el aire que respiro en todos y cada uno de los capítulos de Carnivale que me recuerda a una vieja canción de Tom Waits, una de esas baladas desencajadas y rotas que tan bien borda el rijoso bardo de la costa oeste.
En la américa profunda, en los años de la depresión, unos feriantes recorren las polvorientas tierras arruinadas de un país que se encuentra en la encrucijada de su perdición, el perfecto lugar para un simbólico conflicto entre el bien y el mal... porque, y según cuenta el maravilloso Samson (prodigiosamente encarnado por el enano Michael J. Anderson), en el primer plano del primer capítulo de la serie, en todas las generaciones siempre nace una encarnación del bien y una encarnación del mal para terminar enfrentandose. Un perdido joven lleno de rabia y un sacerdote de pasado oscuro se convierten en los polos sobre los que se desarrolla la enésima versión de esa profecía.. y en medio unos personajes fascinantes que se expresan en un territorio minimal, desprovisto, ancho y polvoriento, un territorio que es metáfora de unos corazones sometidos a los rigores del más puro invierno.
Por supuesto, hay más cosas.
Situaciones oniricas, apariciones fantasmales, mujeres barbudas, misteriosos gerentes que susurran escondidos entre las sombras, melodrama, crimen, muerte, sexo, ciegos que lo ven todo, amores platónicos, mentira, pasados inconfesables que siempre terminan por aflorar, tormentas de arena, osos devoradores de hombres, ciudades malditas, la sonrisa de algún niño perdido, milagros, tullidos con el corazón de oro, maldiciones y locura...
Está muy bien Carnivale.

miércoles, diciembre 10, 2008

TOM WAITS

Picture on a frame....



EL ORGULLO DE LOS YANQUIS

De vez en cuando me gusta ver este gran clásico.

Protagonizada por Gary Cooper, Walter Brennan y la preciosa Teresa Wright, "El orgullo de los yanquis" nos cuenta la historia de Lou Gehrig, una leyenda del deporte norteamericano.

No conozco mucho de beisbol, el deporte (algunos lo llaman simplemente juego) que practicaba Gehrig pero, y por lo visto, es considerado como el mejor primera base de la historia (sea lo que sea eso) y que su record de más de dos mil partidos seguidos estuvo imbatido 56 años, hasta mucho tiempo después de su trágica y temprana muerte como consecuencia de una enfermedad degenerativa que lleva su nombre.

La película nos cuenta la vida de Gehrig, magnificamente interpretado por Cooper y lo hace desde una épica de las pequeñas cosas de la vida cotidiana que encuentro muy atractiva.

Es seguro que el tiempo ha pasado sobre la historia en algunos aspectos, especialmente en las relaciones familiares consideradas desde una óptica muy trasnochada: la madre celosa de la novia, la novia sonriendo de felciidad ante el matrimonio; pero se mantiene intacta en lo esencial que es el espectáculo del propio Gehrig viviendo a cada momento su vida con la más absoluta de las integridades.

De alguna forma, lo que nos emociona es ver a Cooper vistiendo la piel de ese ídolo del deporte y haciendo lo que en cada momento considera correcto incluso en el emocionante final donde lloramos precisamente porque Gehrig hace lo mismo que ha venido haciendo durante sus 136 minutos de vida.

Y esa es la épica que encierra "El orgullo de los yanquis".

El espectáculo de un hombre que enfrenta la muerte del mismo modo que ha venido enfrentando la vida.

No es fácil ser un héroe. No es fácil ser siempre uno mismo.

martes, diciembre 09, 2008

Instantes de un tiempo pasado
clavados en el alfiler de la propia mirada,
como mariposas muertas
que de cuando en cuando suceden,
nos saltan a la cara,
revoloteando espantadas
en el helado caldo del propio olvido,
al abrir el polvo de viejos armarios,
al agitar el ajado color de viejas sábanas.

Viejas fotografías perdidas,
errantes,
sin dueño,
melancolía de un tiempo desconocido,
abandonado,
como el lejano aullido de un perro
o una luz distante que se enciende y apaga.
JOE DASSIN

Les champs elysèes...























THE DARJEELING LIMITED


Vaya por delante que creo entender los motivos de todos aquellos que no simpatizan con el cine de Wes Anderson.

Las historias que cuenta y el modo particular que tiene de narrarlas resultan demasiado poco convencionales.

Sus personajes se esfuerzan por existir, se afanan en superar pequeñas catastrofes que afectan sus vidas y lo hacen en historias que siempre tienen un punto de iniciáticas, de tránsito más o menos afortunado, de cambio de piel. Su estado preferido es la constante crisis, el cambio y la duda y lo viven en un sentimiento de estupor que intentan manejar con una calma que en realidad encierra un incontenible asombro ante lo que está sucediendo dentro y fuera de ellos. Por éso, muchas veces, de sus labios brotan frases inanes que bajo su apariencia superficial encierran la necesidad de expresar todo aquello que por el momento no tiene nombre.

El humor de Anderson está ahí, en el contraste entre lo que los personajes manifiestan y lo que uno intuye que puede existir dentro de ellos. Conversaciones lacónicas, continuo intercambio de frases en dialogos que parecen intrascendentes palabreos sobre el tiempo y que nacen siempre de la necesidad que los personajes de Anderson tienen de expresarse cueste lo que cueste, aunque no sepan o tengan nada que decir. Porque, y a su especial manera minimal, son beatniks que saben que la verdad está en el movimiento y por eso jamás se detienen. Siempre viajan, siempre buscan, siempre hablan.

La paradoja de lo emocional, el conflicto entre lo que se cree que es y lo que se empieza a ser, la dialéctica de esa transformación y la imposibilidad de una satisfactoria y completa comunicación como principal consecuencia del volátil estado de cambio, es el territorio simbólico donde suceden, aparentemente gélidas, las historias de Wes Anderson.

Pase lo que pase los personajes y las historias de Anderson siempre avanzan hacia finales abiertos... porque un nuevo cambio sin duda espera en el siguiente recodo del camino.

Y entiendo que Anderson pueda parecer difícil porque, de algún modo, esa angustiosa incomodidad que sienten sus personajes ante la incertidumbre con que la propia vida se les manifiesta siempre está ahí, patentemente incomprensible ante los ojos del espectador.

Para el caso, las peripecias que en la India viven estos entrañables y maravillosos hermanos en busca de la iluminación espiritual, de su perdida madre y de si mismos es deliciosamente paradigmática para mi mirada, que afortunada puede paladear el delicado y diferente modo que Anderson tiene para contarnos lo complicado que es encontrar un sentido a ésto que nos pasa todos los días (y que llamamos "vida").

Sus personajes nunca se rinden, jamás dejan de buscar el sentirse justificados y la cámara de Anderson siempre está ahi para contarnos ese esfuerzo con maneras casi cientificas.

Pero, y con todo, lo mejor que tienen los personajes de Anderson es que su sentido lo encuentran en la propia búsqueda porque, y a falta de algo mejor, el desconcierto y la confusión siempre se les antoja como un buen punto de partida para encontrar algo en común.

Siempre les queda ese París.

¡Maravillosa!



sábado, diciembre 06, 2008

INOLVIDABLE

There will be blood...

TAJ MAHAL





THERE WILL BE BLOOD


Para mi gusto, una obra maestra... y también una película difícil, no apta para todos los públicos.

La película nos cuenta el complicado ascenso que el minero Daniel Plainview, magnificamente interpretado por Daniel Day Lewis, realiza desde las profundidades de una explotación minera en medio de alguna de las muchas ningunas partes que llenan el corazón de los Estados Unidos hasta una lujosa mansión en alguna de las muchas partes altas que llenan las ciudades de los Estados Unidos.

Con modos y formas que recuerdan a grandes clásicos del cine mudo, Paul Thomas Anderson se propone retratar las oscuras y retorcidas profundidades del corazón de uno de los muchos tycoones que surgiendo de la nada, y merced al propio esfuerzo, consiguieron hacerse un lugar en la ámérica de las oportunidades.

There will be blood nos cuenta el enorme esfuerzo que Plainview realiza por continuar adelante, por perseverar, en un viaje en el que sólo hay lugar para él, porque, de algún modo, y éste es uno de los planteamientos más interesantes y brillantes de la película, este enorme compromiso con el triunfo de la propia existencia, con el propio plan, tiene un importante componente de pacto con el diablo, con un diablo que no es otro que el propio deseo, que la propia ambición por prevalecer de la forma previamente definida.

Muy importante para el propósito de la película es el estupendo trabajo de Daniel Day Lewis que con gran brillantez construye un personaje brutal y básico. El Plainview de Day Lewis parece asemejarse al propio demonio en la expresión concentrada y constreñida de su rostro, en sus maneras firmes, radicales y brutales que a veces culminan en actos sobrecogedores de furia incontrolada, en su mirada taimada y afilada que parece clavarse como un pico sobre la superficie de todas las cosas en busca del precioso yacimiento en el que todo el munso y quienes le rodean son ya para él.

En constante lucha contra los otros y los elementos, Plainview es un personaje dificil y solitario, incomprensible y por lo tanto incomprendido, en el que sólo hay lugar para la tremenda y eterna soledad del misterio de sí mismo. Por ello, la película no puede terminar de otra forma y su polémico final no es otra cosa que la lógica consecuencia culminante de toda una vida sometida a los rigores del propio carácter.

Para Anderson, entiendo, la figura del tycoon Plainview se convierte en el terreno metonímico perfecto para formularnos con maneras casi heideggerianas el misterio del hombre que lleva hasta la última consecuencia la obligación casi genética de hacerse a sí mismo. En términos, del "ser y tiempo" heideggeriano de cuidarse de algo, de llavar a cabo un propósito convirtiéndolo en plan.

Plainview se atreve a ser con todas las consecuencias que ello implica y su destino, en el éxito, es la misma soledad que le acompañaba, en los comienzos, en las profundidades de la mina.

Hay mucho nihilismo en "There will be blood", un nihilismo que convierte a la película en una arriesgada propuesta a contracorriente.

El nihilismo ascético de los grandes espacios en los que la pequeña figura del hombre parece aplastada entre una enorme extensión de cielo y otra, no menos enorme, de tierra. Pero en "There will be blood" también hay lugar para lo que me parece principal consecuencia de ese nihilismo y que es la puesta en valor casi animal, primigenia y telúrica de lo que supone el esfuerzo por existir, por estar en un mundo que siempre termina por resultarnos, al modo del titulo de aquella estupenda novela del olvidado Ciro Alegria, demasiado ancho y demasiado ajeno.

Lo dicho... Obra maestra.

viernes, diciembre 05, 2008

RUBÉN BLADES

Él padre Antonio y el monaguillo Andrés...



"Antonio cayo, ostia en mano y sin saber por qué
Andrés se murió a su lado sin conocer a Pelé;
y entre el grito y la sorpresa, agonizando otra vez
estaba el Cristo de palo pegado a la pared.
Y nunca se supo el criminal quién fue
del Padre Antonio y su monaguillo Andrés."

miércoles, diciembre 03, 2008

Si se siguen las reglas del juego tal y como están definidas, el cine es una cara forma de expresión.

Uno puede coger una cámara y con el entusiasmo y la voluntad de unos cuantos amigos puede rodar un corto, un medio o, incluso, un largometraje pero si se desea estrenar en salas comerciales y actuar de forma ortodoxa poner en marcha un proyecto cinematográfico requiere reunir una cantidad importante de dinero.

Hay pisos más caros que una película, pero lo normal es que la películas sean más caras que un piso y uno no se compra un piso cada dos o tres años. Por éso, los creadores que se dedican al cine necesitan de la complicidad del público para continuar existiendo como creadores.

Escribo ésto en relación a las recientes declaraciones de Gracia Querejeta en contra del top manta... que por supuesto es el gran enemigo del cine español.

¿Alguién ha visto cine español en el top manta?

¿Verdad que no?

Es justo al revés.

El top manta hace mucho daño al cine americano, en teoría el principal rival del cine español (y por supuesto a la película española que tenga éxito, pero son tan pocas que poner al mismo nivel ambos planteamientos se me antoja una falsedad)... Como escribía, el principal damnificado es el cine americano, pero también es la constatación del fracaso de los creadores del cine español a la hora de producir obras y/o productos que interesen a su público.

Desde luego que el cine americano tiene bastante culpa de lo que pasa, pero, y dejando de lado argumentos economicistas de poder sobre el mercado, esa posición no se podría sostener sin la base real de que los norteamericanos saben hacerlpelículas, saben lo que el público quiere y tiene el músculo para meternoslo por los ojos. Y desde luego que el cine español es incapaz de competir por razones económicas objetivas de dimensión y capacidad, pero también por razones subjetivas basadas en la falta de talento de los creadores a la hora de transmitir su mundo en un envoltorio que interese a la gran mayoría.

Almodovar, Amenabar o Balagueró siempre terminan reuniendo el dinero... ¿Por qué será?

Mucho cine español se hace para el propio cine español, para la tribu que, en un mundo cada vez más global (no todo va a ser bueno en la globalización) pide la subvención y la protección. Y no digo que no deba haberla. Yo mismo subvencionaría la nueva película de Clint Eastwood o de Luis García Berlanga o de Theo Angelopoulos o de Bertrand Tavernier o de Eliseo Subiela, pero en ese tren no caben todos.

Se puede escribir un libro e incluso publicárlo. Se puede rodar un corto e incluso estrenarlo. Pero si uno quiere hacer un largo metraje en los estándares y claves técnicos y de calidad que la realidad del cine requiere tiene que aceptar que necesita a un público que le respalde. Y más si no sólo desea expresarse sino también vivir de ello.

Sin público, es difícil hacer películas.

El cine no es el lugar adecuado para la expresión del talento de un genio o ser humano raso que no habla para la gran mayoría, que decide expresar su mundo propio para todos. Podrá hacerlo una o dos veces, pero lo que el cine le va a poner muy dificil es tener una carrera, vivir como un funcionario de ello.

Es mejor escribir o hacer discos o hacer cortos o aprovechar las ventajas de las nuevas tecnologías para hacer propuestas de imágen en movimiento más asequibles y baratas (el dogma es un ejemplo)... Opciones mucho más practicables que echarle toda la culpa a un cine americano que, entre otras cosas y no se por cuánto tiempo, sabe cómo tener a la mayoría del público de su lado... Y cuando deje de tener ese poder, el cine como forma dominante de ocio habrá terminado. Y los creadores que hacen otro tipo de cine menos comercial tendrán muchos más problemas de los que ahora tienen para hacer transmitirnos la bendición (o maldición) de su mundo propio.

martes, diciembre 02, 2008

VIENTO Y HOJAS

IDAS Y VENIDAS





"Súbitamente comprendí que todas las cosas sólo
van y vienen
incluido cualquier sentimiento de tristeza: también
se irá:
triste hoy alegre mañana: sobrio hoy borracho mañana
¿por qué inquietarse
tanto?
Todos en el mundo tienen defectos lo mismo que yo.
¿Por qué deprimirse? Es sólo un sentimiento que
viene y va."
(Poema del 16 de septiembre de 1961, fragmento. Jack Kerouac)
El braceo del ahogado.












APPALOOSA

Reconozco que no le he cogido el punto a este western atípico.

No se muy bien qué pensar de Appaloosa. Me ha cogido con el pie cambiado y me gusta... La verdad, porque no es fácil desconcertar mi mirada forjada en cientos de películas.

Tras mucho pensar, he decidido tomar por su lado bueno la confusión que me produce. No pensaré que Appaloosa es una historia errática, que se queda a medio camino de muchos lugares, en una extraña ninguna parte que no acierto muy bien a describir.

Y el lado bueno de Appaloosa es su carácter heterodoxo, de rareza que usa los estilemas y la iconografía del western para transmitir una historia sobre la previsión y el azar, sobre la imposibilidad de los planes y la previsibilidad de los imponderables que convierten a la vida en un complicado territorio donde todo es posible, lo malo y lo bueno.

Appaloosa nos habla de éso, pero no estoy del todo convencido que el modo sea el correcto. Porque la historia se me antoja deslabazada, diletante... No se. No termina de llegar hasta el espectador, hasta mi para seducirme con su propuesta distinta.

La película sucede en la distancia, como pagada de sí misma en la ostentación de su diferencia, orgullosa pero sin llegar a implicarme... y se lo pone a sí misma muy difícil porque si su fondo es extraño y heterodoxo, su forma carece de la emoción precisa como para compensar la dificultad de ese planteamiento extraño con una aproximación emocional basada en una épica de rostros, espacios y diálogos que, por otro lado, son la base de la trascendencia de todo western que se precie.

Algo no termina de funcionar para mí en Appaloosa.