El cine del ruso Andrei Tarkovski es muy. muy, muy difícil. Exposiciones largas que solidifican los espacios, personajes y paisajes, travellings lentos que buscan a los personajes y los abandonan en esos espacios sólidos, palabras escasas... Sus películas no son fáciles de ver, pero algunas de ellas son realmente grandes. Especialmente por la genialidad poderosa de las ideas que encierran, ideas que te llevas a casa, que no te abandonan.
Stalker es una de ellas.
Basada en una cuento de ciencia ficción de dos autores rusos, los hermanos Arkadi y Boris Strugatski, "Picnic en el camino" y rodada en 1979, "Stalker" nos cuenta el viaje que realizan un escritor y un científico a un misterioso lugar llamado La zona. Un lugar peligroso donde las personas desaparecen y por cuya complicada y peligrosa topografía solo unos guias llamados Stalker pueden moverse con una cierta seguridad.
La Zona apareció súbitamente, de la nada y en su centro hay una habitación en cuyo interior espera la posibilidad de realizar el mayor deseo a todos los que logran llegar hasta ella... pero nadie ha regresado.
El viaje de esos tres personajes en busca de la habitación les llevará a descubrir que lo que ese deseo que realiza jamás es el que se tenía en mente al entrar. Una persona que entra con la intención de resucitar a su hermano sale convertido en una persona inmensamente rica y termina suicidándose al descubrirse de pronto ante su realidad.
Todos los que entran descubren por el sorpendente deseo realziado que en realidad son otros muy distintos de quienes pensaban eran.
La habitación tiene la habilidad de descubrir su verdad y la mayoría viven de espaldas a ella. Y la habitación tiene el terrible poder de descubrirles en un segundo lo que en realidad son... Muy pocos soportan ese instante.
Quizá lo mejor sea destruirla... o no.
Como siempre que veo una película de Tarkovski me costó llegar hasta el final, pero mereció la pena. Porque la historia de la zona es una gran historia.