domingo, mayo 17, 2009
sábado, mayo 16, 2009
viernes, mayo 15, 2009
jueves, mayo 14, 2009
Me parece increíble que a estas alturas de la película andemos con esta clase de infantiles remilgos franquistas. Como si cerrarnos los ojos a esa realidad, automáticamente impidiera su existencia real y resolviera el problema.
¡Tremendo!
Una de las mejores cosas que hace "La pelota vasca", la película de Julio Medem, es sacar a la luz una parte del problema, la otra, porque nadie nunca tiene el 100% de la verdad y lo que es cierto es que dentro de España hay gente que no se siente española.
¿Qué hacemos con ellos?
Ocultar su presencia, siquiera manifiestada en forma de abucheos y silbidos, no nos resuelve el problema.
Seguirán existiendo.
Levantandose todos los dias en un país llamado Cataluña o Euszkadi y no en España.
Podemos seguir viviendo como si nada sucediera, como si estuvieran del todo equivocados y la verdad sobre el tema por completo nos perteneciera... Hacer exactamente lo que ahora estamos haciendo.
Cuando todos pensamos mas o menos lo mismo no tiene ningún mérito ser un demócrata.
miércoles, mayo 13, 2009
ANTONIO VEGA
Al final se trata de cerrar el circulo, de regresar a esa extraña y misteriosa ninguna parte de la que todos hemos venido.
Allí, donde se juntan el todo con la nada, hay lugar para un dios y también para para un vacío que va más allá de la nada, para la absoluta inconsciencia atemporal que es pura inexistencia.
Nadie tiene ni puta idea de lo que hay más allá del último latido y el grado en que uno esté seguro de la realidad de aquello que se va a encontrar al final de ese pequeño viaje, que dura lo que tarda en desvanecerse el eco del último latido del corazón, equivale al grado de la propia locura.
No tenemos más que suposiciones, convicciones y fes varias para poner sobre la mesa de nuestra incertidumbre, de nuestro desconcierto ante la inevitable limitación de nuestro existir.
Antonio Vega ya lo sabe... o no.
Y es una lastima que no pueda componernos una de sus suaves y delicadas canciones, que nunca han dejado de saberme a visillos agitados por el viento, para arrojarnos un poco de su hermosa y maldita oscuridad al respecto.
Es una burla del destino que la persona que acierta el imposible Euromillón tenga miedo de ser despedida y se presente al trabajo al día siguiente.
Sencillamente intolerable.
Una burla para todos los que sueñan con un mundo mejor... el suyo propio, claro.
Un desplante chusco para todos aquellos que se consuelan (tocandose o sin tocarse) en los peores momentos pensando en todo lo que harían con esa enorme inmensidad de dinero... Principalmente, usarlo para resolver todos esos problemas que precisamente les hacen desearlo o, dicho de otra forma, usarlo para excavar un tunel que permita la evasión del campo de concentración en que se ha convertido la propia vida.
Es no entender de qué van las cosas.
Si te tocan ciente veinticinco millones de euros es el trabajo el que tiene que ir a verte, el que tiene que tener miedo de que tú eches... Pongamos un poco de sentido común en todo este desorden.
Aquel que recibe ese imposible guiño del destino tiene una inmensa responsabilidad social. Sus obligaciones representativas son las mismas que las de un un monarca constitucional. Debe hacer todo aquello que se supone correcto.
Comprar el atletico de madrid y ponerse a entrenarlo, sacar las tarjetas de crédito y seducir a Elsa Pataky, hacer que el director de tu sucursal bancaria haga girar una pelota de playa sobre su nariz subido a la mesa de su despacho y, por supuesto, no presentarse al día siguiente en el lugar habitual de trabajo... Entre otras cosas porque, y del mismo modo que al Geoffrey Firmin que protagoniza el libro "Bajo el volcán", la noche anterior quizas te haya llevado tan lejos que te sea imposible regresar a tiempo para cumplir con todas esas muchas cosas que puntualmete sonando a su hora formaban aquel despreciable "ti mismo" del que soñabas con escapar.
Está claro que para todo hay que valer, incluso para acertar el euromillón.
¿Es que ya nada funciona en este país?
En alguna parte del libro de George Steiner que estoy leyendo con verdadero placer (aunque sin tocarme) hay un entrecomillado del propio Shakespeare en el que el geniar artista describe su arte como, si mal no recuerdo, "vestir palabras viejas en nuevo modo es todo mi arte".
Y lo más gracioso es que es verdad. La práctica totalidad de la obra Shakesperiana recrea viejos cuentos y leyendas medievales, sucedidos históricos, que formaban parte del acerbo popular.
Soy de la opinión de que siempre nos contamos los unos a los otros las mismas historias. Lo diferencial es la combinatoria de las diferentes piezas y, sobre todo, el punto de vista, la mirada de aquel que la cuenta. No soy un experto en Shakespeare, no fumo en pipa ni llevo chaquetas de tweed debajo de mi camisa sudada, pero, si algo tengo claro es que lo diferencial es el modo en que el maestro de Strafford upon Avon nos cuenta las historias.
La interpretación que el talento de un creador hace de las mismas preguntas, el modo en que responde las mismas respuestas sobre la vida y el sentido que esa extraña fiera jeroglífica con un ego enorme llamado ser humano se da a sí mismo y lo que le rodea es lo diferencial.
Lo importante es el camino, la narración.
El final de las historias siempre es secundario.
Ya lo sabemos.
Todos acabamos muertos.
Lo importante es el modo en que uno narra su propia historia, el modo en que la cuenta cada minuto de su existencia.
Y no hay nada que más me guste en el mundo que una historia bien contada.
lunes, mayo 11, 2009
Por este tipo de cosas es por las que más me preocupa estar en lo cierto.
Hay una lectura gótica del espacio profundo... Una inmensa e interminable extensión de oscuridad por la que vagar como un holandés errante en busca de la redención.
En este sentido, el espacio es como el mar. Un lugar en el que desaparecer sin dejar rastro con la personal e intransferible carga de la propia maldición, pero también un lugar donde, de cuando en cuando, topar con aquellos que han decidido desaparecer.
Pero, y también por su propia condición de inabarcable, el espacio también es el perfecto lugar para topar con lo extraordinario, con lo inexplicable y misterioso. En su insondable profundidad precisamente hay lugar para todo, incluso para aquello que va más allá de la propia imaginación.
Ese era el principal atractivo de Star Trek como serie.
Para Gene Roddenberry, su creador, el espacio era la última frontera, un mágico lugar donde convergen las sombras de lo gótico con el destello vital de la aventura, William Hope Hodgson o H. P. Lovecraft con Emilio Salgari o Zane Grey... Y ahora, el genio televisivo J.J. Abrams, responsable de la revisión y tuneado de la interminable saga, intenta enlazar con ese espíritu de la aventura romántica en toda la extensión de la palabra.
En este sentido, el comienzo de la película resulta fascinante. La nave romulana emergiendo del vórtice espacio temporal como un enorme kraken que extiende sus tentáculos como un aviso de peligro para la nave de la federación y un villano, el capitán Nero, que la gobierna recordándonos a perdidos personajes de Josepn Conrad o Robert Louis Stevenson o Julio Verne que vagan perdidos en su propio laberinto y en busca de la liberación por las interminable extensión del continuo espacio temporal.
La propuesta es fantástica, pero, y en cuanto aparecen los adolescentes Kirk y Spock, uno se encuentra de pronto sumido en la decepción ante una historia que abandona lo mejor de si misma para darnos una convencional e iniciática trama de personajes adolescentes en busca de sí mismos, de su sentido, resultando todo demasiado convencional, oliendo a cientos de historias parecidas en la que el joven nos demuestra lo equivocado que está el mundo con respecto a él. Kirk y Spock se convierten en rebeldes que tienen una causa que en un principio no resulta tan aparente para los adultos que les rodean... El mismo rollo de siempre...
No obstante, la película resulta entretenida... si uno consigue superar esa decepción. Abrams tiene talento para contar historias y la película muestra en todo momento el dinero que ha costado. Resulta espectacular en alguna de sus escenas, pero, eso sí, un espectáculo desprovisto de la oscura magia que prometía mostrarnos.
Aunque, y pese a todo, mi voto personal es claro: la nave insignia de la flota estelar no debería estar en manos de un adolescente...
domingo, mayo 10, 2009
viernes, mayo 08, 2009
Producida por tres grandes del moderno cine mejicano, Alfonso Cuarón, Alejándro González Iñárritu y Guillero del Toro, y dirigida por Carlos Cuarón ("Y tu mamá también"), "Rudo y Cursi" es la tragicomedia del ascenso y caída de dos "pelados" con el fútbol como telón de fondo.
Gael García Bernal y Diego Luna interpretan respectivamente a los hermanos Tato y Beto Verdusco, dos trabajadores de una hacienda platanera cuya suerte un día cambia al ser descubiertos en sus talentos futbolísticos por un pícaro representante de origen argentino.
El viaje de Tato y Beto a la gran ciudad no sólo tiene interés por sí mismo sino también por el paisaje donde sucede, la sociedad mejicana que se nos muestra en toda su rica y contradictoria complejidad exhuberante desde los lugares más bajos hasta los más altos de la misma. En ella, hay lugar para el drama del Indio Fernández, para los plastificados sentimientos de las telenovelas, para el blanco simplismo del Chavo del Ocho, la loca violencia de Robert Rodriguez o el lujo hortera de Galavisión y todos esos mundos se nos van apareciendo por separado o de forma conjunta, muchas veces sin solución de continuidad en lo que termina resultando un fascinante retablo de las maravillas en el que Tato y Beto intentan encontrar un lugar.
Quizá la parte más floja sea aquella en la que el futbol se convierte en clave desde la que se deduce el sentido del destino de los dos hermanos Verdusco. Para mi gusto, no termina de cumplir su cometido, de enlazar con el core emocional de la historia convirtiéndose en metáfora. En algunos momentos, las reflexiones en off del pícaro representante son demasiado colaterales, podían haber dado más de sí, conociendo a los argentinos y su manera de enlazar el discurso del fútbol con el discurso de la vida, pero tampoco estorban demasiado.
En definitiva, Tato y Beto se convierten en una magnífica ocasión para generar negocio, para generar dinero en todo el codicioso y corrupto entorno que surje a su alrededor y así sucede mientras dura, y las desestructuradas aspiraciones de los dos hermanos no terminan por comprometerlo todo. De algún modo, y convertidos en una suerte de pacomartinezsorias mejicanos, la ciudad no termina de ser para ellos. Sólo son el enésimo alimento para una mquinaria que constantemente necesita nueva carne fresca para perpetuarse.
Tiene su gracia "Rudo y Cursi".
jueves, mayo 07, 2009
Leo en Internet que en el 2010 un tercio de la humanidad podría resultar infectada y que el virus podría mutar a una variante mucho más feroz... o no. Como otros tantos organismos potencialmente peligrosos siempre puede darse el caso de que pueda mutar para mal. En este caso, el virus de la gripe porcina no es muy diferente a otros tantos como por ejemplo el anthrax. Pero lo importante no es la peligrosa posibilidad de mutación que siempre está ahí, como un siniestro euromillón que se juega cada segundo.
Lo importante es la posibilidad de ese titular y la necesidad de su catastrofista orientación.
Tenemos que estar informados. Es cierto. Pero, y fundamentalmente, tenemos que estar informados de todo lo malo que nos puede pasar. A la hora del viajar importa tanto la idoneidad del lugar como los riesgos que corremos, como si la humanidad entera sufriera una melancólica tentación por el apocalipsis de cuya existencia los titulares de los medios de comunicación son inequívoco sintoma.
Siempre puede pasar lo peor. Debemos estar preparados para la más desastrosa de las posibilidades.
Tentación del apocalipsis.
Depresiva delectación por la desgracia revestida siempre en preocupación por todos los riesgos. Los mayores espacios de información siempre dedicados a la peor de las consecuencias.
Nunca es noticia que el virus de la gripe porcina o de la gripe aviar puedan dejar de mutar. Sólo es noticia la amenaza, la posibilidad de que puedan hacerlo, como si no pudiéramos vivir demasiado alejados de la sombra de una siniestra amenaza.
Como los psicópatas, que desean siempre ser atrapados por el resultado de sus obras, quizá la humanidad, de forma inconsciente, reflejara en esa constante tentación del apocalipsis un sentimiento de culpabilidad cuya carga emocional, por desplazamiento, se muestra en forma de sensación de inseguridad ante una continua amenaza que jamás cesa.
Los medios se convierten en el mecanismo que vehicula ese sintoma.
¿Cómo es posible que la ira de todos esos cielos, de todos esos dioses, en los que creemos (o no) aún no haya caído sobre nosotros?
El animal que llevamos dentro y que es mucho más viejo que nuestra parte consciente y racional echa de menos la némesis encarnada en un predador. Siempre lo busca en todas las partes y en todas las situaciones, acechando, dispuesto a devorarlo cuando menos lo espera. No puede vivir sin él.