domingo, diciembre 20, 2015

Star Wars: El despertar de la fuerza

En el negocio del espectáculo una de las cosas más difíciles es producir algo que esté a la altura de las expectativas.

Más mérito aún si en ese logro está de por medio una de las franquicias cinematográficas que más dinero han movido de toda la historia del cine.

No es en absoluto tarea fácil estar a la altura de lo que se espera cuando el éxito y los grandes presupuestos están de por medio, pero J.J, Abrams lo ha conseguido con esta nueva entrega de la saga galáctica que comenzara George Lucas allá por 1978, hace casi ya 40 años.

Como mínimo esta "El despertar de la fuerza" está muy por encima de la segunda trilogía que Lucas firmara entre 1999 y 2005, espectáculos sinfónicos que basaban su poder en la acumulación de personajes, situaciones y efectos especiales

Está claro que Abrams tuvo claro lo que no hacer... y también lo que hacer porque "El despertar de la fuerza" regresa a los orígenes.

No permite que la espectacularidad operística de la galaxia en acción sepulte la relación y la tensión entre los personajes.

Nada de gran política, de grandes intereses, del imperio, de la lucha entre el bien y el mal materializada de manera naif en el conflicto entre luz y oscuridad.

Abrams regresa a los orígenes para encontrar a unos personajes inmersos dentro de una mecánica que viene desde su pasado para configurar su presente y situarlos en en lugar preciso y en el momento adecuado para vivir la aventura de buscar y buscarse.

Lucas cometio el error de dar protagonismo al grandilocuente contexto de una galaxia que se debate entre republica e imperio.

Abrams prefiere cerrar el foco sobre unos personajes que existen dentro de esa lucha, sobre sus necesidades y problemáticas... y además se las arregla para contarlos muy bien, insertando diálogos y acción de manera perfecta.

Sin duda alguna, la presencia de un space cowboy como Lawrence Kasdan en el guión tiene que haber sido decisiva para dar a esta "El despertar de la fuerza" el auténtico toque del original que sin duda es su principal atractivo.

Aunque parezca contradictorio, la principal virtud de esta nueva entrega es la humildad a la hora de entenderse.

Muy, muy inteligente.

Y en este sentido, hasta estructuralmente la historia en que se basa "El despertar de la fuerza" corre sobre los raíles narrativos de "La Guerra de las galaxias".

Bastantes de las secuencias de esta recuerdan a secuencias de aquella en una especie de efecto guiño en el que se busca contar la misma historia de manera diferente pero para contarla igual.

Como si una historia estuviese dentro de la otra y se desplegase con la naturalidad de no parecer una copia, pero al mismo tiempo siéndolo.

No hay más que ver el cartel de la película.

La similitud convive armónicamente con al diferencia.

Muy, muy difícil.

Lawrence Kasdan es uno de los grandes guionistas de la historia del cine industrial y Abrams acaba de llegar, pero no le va a la zaga, como mínimo tiene el talento de rodearse de las personas adecuadas.

Absolutamente recomendable.

sábado, diciembre 19, 2015

La ciudad esta llena de oficinistas
que, perfectamente entrenados
en el fingimiento de la esperanza,
y creyendosela,
no quitan los ojos de la recién salida
nueva lista de números de la suerte
mientras a lo loco cruzan la calle sin mirar

En el corazón del mar

La desmitificación del mar es una de las principales consecuencias del proceso de modernización tecnológico e industrial que nos ha llevado a controlar, al menos, la superficie de nuestro planeta.

Antes, incluso hasta bien entrado el siglo XIX, cualquier cosa podía suceder en el mar, un territorio desconocido donde solo los más valientes se adentraban asumiendo siempre el riesgo de no regresar nunca.

De ahí que durante muchos siglos, el mar fuese el contexto adecuado para la imaginación de historias en el que la aventura, el horror, el misterio y lo sorprendente estuviesen presentes de una manera u otra.

Verne, Poe y, por supuesto, en la cumbre de todos ellos Herman Melville con su "Moby Dick".

"En el corazón del mar" sucede dentro de todo ese contexto aventurero y marino que hizo posible que Melville escribiese una historia que lo hiciese trascender hasta lo ontológico y metafísico.

Después de todo, "Moby Dick" escenifica precisamente el muy moderno drama del enfrentamiento del hombre con las poderosas e incontrolables fuerzas de la naturaleza, convirtiendo a la ballena blanca en un inalcanzable objeto del deseo que exige un precio de tragedia y sangre a quienes lo persiguen.

Como escribo, "En el corazón del mar" nos cuenta el encuentro de la tripulación del ballenero "Essex" con un enorme cachalote que, en medio del oceano Pacífico, les manda a pique y parece perseguirles durante su terrible vagar por el océano buscando quizá asegurarse de su muerte.

Lo que la película no cuenta es que ese cachalote tiene nombre.

Se llamó "Mocha Dick" y vivió en el Pacifico chileno a principios del siglo XIX.

Este cachalote era famoso entre los marinos de Nantuckett que organizaban expediciones para cazarlo.

Tardaron casi medio siglo en matarlo, llevándose por delante a bastantes marineros antes que una flota de balleneros se lo llevase también por delante.

Así pues en medio de esa ninguna parte que a principios del siglo XIX era el corazón del océano Pacífico, "Mocha Dick" se lleva el "Essex" por delante haciendo honor a su leyenda.

El director Ron Howard nos cuenta con talento primero el periplo del barco y posteriormente su dramático naufragio, si bien esta segunda parte no está a la altura de la primera resultando demasiado poco emocional para todas las mierdas que tienen que pasar los supervivientes del naufragio.

En este sentido, "En el corazón del mar" es una película desigual que alcanza su culmen dramático con el magnífico encuentro de la tripulación del "Essex" con "Mocha Dick" y que para desgracia del espectador decae justo cuando tendría que seguir yendo hacia arriba...

Porque... tela!

Hay material para hacer algo más poderoso, en lugar de un relato tímido y tibio que se limita a ilustrar y plastificar el horror del mar.

Imagino que la vocación de producto está detrás de esta decepcionante autolimitación de la historia.

En cualquier caso, merece la pena verla.

Como todos los productos que producen la factoria Howard-Grazer, "En el corazón del mar" ofrece corrección, entretenimiento y buenos momentos.

Por cierto, el cartel es fantástico.

Nos habla del misterio del mar y de los infinitos demonios que sus profundidades pueden albergar, "Mocha Dick" quizá sea el más flojo de todos ellos.

La limitada transparencia a veces delata su presencia.


Los orígenes de la posmodernidad. Perry Anderson

“Su reacción inicial fue insistir en que el capitalismo, aunque pudiera parecer que representaba una finalidad universal de la historia, en realidad estaba destruyendo cualquier finalidad posible, puesto que no encarnaba ningún valor más elevado que el de la mera seguridad fáctica. «El capital no tiene necesidad de legitimación alguna, no prescribe nada, en el sentido estricto de obligación, ni tiene ninguna regla normativa que decretar. Está presente en todas partes, pero como necesidad y no como finalidad.”

viernes, diciembre 18, 2015

The Assassin

Y llega Hou Hsiao Hsien para convertirse en el Sergio Leone del wuxia, genero de artes marciales que sucede en la época medieval china.

Porque si algo hay en "The Assassin" es pausa y esteticismo.

Las imágenes que con gusto y talento construye Hsien son sencillamente prodigiosas, desde el puro blanco y negro inicial hasta ese color vago y onirico entreverado con las gasas y visillos que caracteriza de manera brillante y novedosa casi todas las escenas de interior en los palacios.

Otra cosa es que "The Assassin" se entienda.

Y ahí no paso lista.

Cada uno decide donde poner su línea.

Pero en lo que a mi me atañe que es por supuesto mi caso tengo que decir que no termino de entender quién es cada personaje y a qué dedican el tiempo libre.

En este sentido, "The Assassin" es una de esas películas encantadas de sí mismas, en las que la forma predomina sobre el fondo, dedicado fundamentalmente a convertirse en la necesaria percha sobre la que vertebrar el virtuosismo a la hora de construir imágenes.

Y ahí, mi mirada obsesiva-compulsiva encuentra un molesto desequilibrio que me acompaña a lo largo de una película en la que, en algunos momentos, no se de qué diablos hablan algunos de los personajes... cuando los reconozco, especialmente los hombres.

En cualquier caso, visualmente atractiva lo es y un rato.

La nada magníficamente envuelta en seda. niebla y celofán.




Avatar

Al final, si te descuidas
acabas muriendo en tierra extraña,
lejos de ti,
enterrado bajo el peso de mil murallas;
confinado dentro de una forma
que a sólo a duras penas,
y tras mucho esfuerzo,
dices ser tú;
esperando que fieles,
como un espejo,
los otros te devuelvan el artificio
que envuelve con mayor o menor destreza
tu esencial dudar
convertido en el aéreo volar
de una incontrovertible certeza
que te hace ser visible,
estar presente,
contar.

domingo, diciembre 13, 2015

Tesis sobre la historia y otros fragmentos. Walter Benjamin

El gran error...

"Es la tradición de los oprimidos, en la cual la clase trabajadora se presenta como la última clase avasallada, como la clase vengadora, la clase liberadora. De esta conciencia se deshizo la socialdemocracia desde un principio. Le atribuyó a la clase trabajadora el papel de redentora de generaciones venideras. Con ello le cercenó el tendón de su fuerza. En esta escuela, la clase desaprendió lo mismo el odio que la capacidad de sacrificio. Ya que éstos se nutren más de la imagen verdadera de los antecesores sometidos que de la imagen ideal de los descendientes liberados. En los inicios de la Revolución Rusa estaba viva una conciencia de esto. Si la consigna “ni gloria para el vencedor ni piedad para el vencido” es tan conmovedora, lo es porque expresa antes una solidaridad con los hermanos muertos que con los hermanos por venir. "

Indecisos

Con motivo de estas próximas elecciones del 20 de Diciembre en las que, y en el mejor de los casos, va a cambiar todo para que todo siga igual y, en el peor, todo seguirá igual, los medios de comunicación han encontrado en el porcentaje de indecisos un punto de novedad con el que llenar los minutos de radio y televisión con un contenido diferencial, distinto a las mentiras y medias verdades que se lanzan los candidatos entre sí.

No obstante, y si bien es cierto que ese dato de indecisión existe en la encuesta del CIS también no es menos cierto que en la propia encuesta a los entrevistados se les pregunta a quién votarían si las elecciones se celebrasen mañana y sus respuestas van en una diferente dirección.

Solo el 19,1% contestan que no tienen decidido su voto.

Esta diferencia en los datos debería hacernos pensar, como mínimo, que existe toda una escala de grises dentro de la indecisión y que en ese porcentaje por encima del 40% no hay tanto margen para el cambio como se cree sino la mera formalidad de decidir pronunciarse o no ante la pregunta formulada.

En cualquier caso, no voy a seguir por este derrotero porque entre otras cosas, creo que en una sociedad que no fomenta el criterio entre sus miembros el peso de la demoscopia tal y como la conocemos irá decreciendo con el tiempo enfrentado a una masa que elige su opción con el sentido de la responsabilidad de quien elige los productos cuando pasa con el carrito por los lineales del supermercado.

Lo que me interesa es el gran peso que en los medios se está dando a este dato.

Y sin duda tiene que ver con la necesidad de generar un espectáculo que pone su centro en la escenificación de lo que al menos formalmente se nos dice que es esta democracia de mercado en la que vivimos.

Y parecería que con ese 41% de indecisos es el pueblo español el que todavía tiene en sus manos la palabra para decidir su destino.

En estas elecciones el objetivo es escenificar el protagonismo de la masa a la que se halagará acudiendo como un mantra a ese porcentaje de indecisos.

Habla pueblo habla... siempre que digas lo que se espera que debes decir. La auténtica base real de nuestras democracias.

Ahora sólo falta que tú vayas y te lo creas.

Se un buen chico. Se una buena chica.

Haz tu parte.

Asombro

Al final fue mucho más que un sueño.

Pura realidad tangible
trazando en el espacio de su asombro
la vertiginosa trayectoria
de una precisa cuchillada;
entrando y saliendo de su pecho
para no regresar jamás;
removiéndole sin miramientos
el polvoriento orden milenario
de su carne y sangre;
agotando la posibilidad de cualquier palabra;
conminándole al silencio;
revelandole la continuidad
de un impenetrable misterio;
dejándole fuera para siempre
de todo aquello que hasta ese mismo instante
con gran esfuerzo había venido siendo.

El cuento de los cuentos

Aparentemente "El cuento de los cuentos" parece no tener nada que ver con las últimas películas del napolitano Matteo Garone, la sobrevalorada "Gomorra" y la espectacular e ignorada "Reality", pero este análisis sería superficial a mi entender.

"El cuento de los cuentos" es la adaptación cinematográfica de algunos de los cuentos incluidos en el "Pentameron", recopilación de historias de tradición oral y carácter popular realizada en el siglo XVII por el napolitano Giambattista Basile.

Así pues Napoles está presente de manera general pero también ese gusto refinado que Garrone exhibe a la hora de contraponer los extremos, lo sublime y lo ridiculo, lo sucio y lo elevado , que Garrone muestra de manera desbordante en su fantástica "Reality".

Y si algo caracteriza a "El cuento de los cuentos" es ese constante contraste entre lo delicado y lo brutal, lo hermoso y lo terrible que confiere a la película de un cierto atractivo perverso que me gusta.

No obstante, "El cuento de los cuentos" es una de esas películas en las que la idea que la inspira no termina de ser puesta en práctica de una manera adecuada en modo y forma.

Porque algo falla en la película de Garrone pues termina resultando demasiado pesada y difícil de digerir, arruinando las expectativas que genera en su primera mitad convirtiéndose en poco más que una acumulación ordenada de acontecimientos y situaciones que uno acaba deseando que termine de una vez.

En general, el planteamiento no está a la altura del desenlace.

"El cuento de los cuentos" deja de sorprender y termina cansando.

Y no se yo si ayuda mucho a la película que las tres historias que no tienen nada que ver entre si se entremezclen

Un mal mix para cualquier obra de entretenimiento.

No obstante, esa constante pulsión que va de lo sublime a lo terrible está ahí, presente a lo largo de "El cuento de los cuentos".

Aspecto que nos recuerda que la vida no sólo orden deviniendo a caos, pura entropía, sino que buena parte de ese caos eternamente haciendose y deshaciendose tiene su fuente en el contraste entre los opuestos.

Que todo quedaba por vivir
No era para ellos ningún secreto.

Ante su interminable abrazo
se extendía la aspera aritmética
de los días y las noches
materializándose incansable
en el severo y puntual
crepitar de los relojes
Pero su esfuerzo por mostrarse cierta
Resultaba triste y vano.
Toda aquella inexorable lógica
les quedaba ya demasiado lejos,
perdida en un limbo de banalidades
sucesivamente reveladas y desechadas
a golpe de saberlas demasiado lejos
de lo que verdaderamente era cierto.

Después la puerta se cerró tras sus pasos
espesándose aun más ese incómodo silencio
que siempre destilan las cosas
cuando la oscuridad las alcanza
y son irremediablemente abandonadas
por los que aman a su fría suerte de espectros.


martes, diciembre 08, 2015

Capitalismo Global. Jeffry A. Frieden

“Muchos banqueros internacionales estadounidenses creían que el periodo de entreguerras había demostrado que la fragmentación política y económica de Europa era insostenible. Como dijo Dulles en 1941: el restablecimiento de alrededor de 25 estados soberanos totalmente independientes en Europa sería una insensatez política. Estados Unidos debía fomentar la reorganización política de la Europa continental como federación. Los líderes políticos y empresariales estadounidenses creían que unos Estados Unidos de Europa serían esenciales para la prosperidad y estabilidad del continente, así como para los intereses estadounidenses en Europa.
Era natural que el principal protagonista de un mercado común de Europa occidental estuviera bien relacionado con los círculos empresariales y políticos estadounidenses, y no por las razones que esgrimían algunos gaullistas, que veían a Monnet como un instrumento del imperialismo estadounidense. Él creía que el nuevo capitalismo industrial tendría como modelo al de Estados Unidos y que la fragmentación económica y política de Europa paralizaba su capacidad para aprovechar el nuevo consumo y producción en masa. El industrialismo de tipo estadounidense requería un mercado del tamaño del estadounidense, corporaciones tan grandes como las estadounidenses, mercados financieros tan diversificados como Wall Street…”

L'argent

Filmada en 1983, "L'argent" fue la última película del entonces octogenario Robert Bresson.

Para mi gusto es además una de las más ambiciosas pues lo que se propone contarnos es el proceso de destrucción de una persona como consecuencia del desierto espiritual social que le rodea. 

Pero Bresson va mucho más allá porque esa destrucción implica a su vez la destrucción de toda posibilidad de esperanza, aspecto que se materializará en el crimen final que corona de oscuridad la historia.

No es precisamente una película optimista "L'argent".

Todo lo contrario.

Estamos ante el testamento cinematográfico y espiritual de un hombre viejo que no está conforme con lo que ve, con la dirección que está tomando el mundo en el que vive y que muy pronto por inexorable ley de vida dejará.

"L'argent" se estructura en dos partes.

En una primera Bresson nos muestra a una serie de personas unidas en torno a unos billetes falsos, una especie de "ronde" de la abyección en la que todos intentan (y consiguen) engañar a todos y de la que, Yvon, el protagonista, es quien sale más directamente perjudicado.

Como todos Yvon recibe los billetes falsos e intenta deshacerse de ellos siendo atrapado intentando pagar la cuenta de un restaurante.

Como consecuencia de ello, el proceso de caída de Yvon empezará a producirse perdiendo su trabajo y aceptando participar como conductor en el robo de un banco, suceso que hará que termine en la cárcel.

Poco a poco, la película va centrándose en Yvon conforme este va convirtiéndose en un criminal desalmado al que sólo mueve la necesidad de dinero para seguir viviendo.

En este proceso de progresivo inmersión en las sombras hasta definitivamente acabar perdido, Yvon rechazará la ayuda de todos aquellos que desde la luz le tienden una mano y terminará convirtiéndose en el asesino que, a su vez, matará la esperanza para los otros en el horrendo crimen final.

El mal tiene su origen en la perdida del amor y de la esperanza y genera sus propias condiciones de permanencia en un mundo que parece echo a su medida porque su medida es el dinero.

"L'argent" es una obra maestra.

domingo, diciembre 06, 2015

La élite del poder. C. Wright Mills

“La inmoralidad mayor no puede reducirse a la esfera política ni achacarse tan solo a la existencia de hombres corrompidos en instituciones fundamentalmente sanas. La corrupción política es uno de los aspectos de una inmoralidad más general; el nivel de sensibilidad moral que prevalece ahora no procede sólo de la corrupción humana.' La inmoralidad mayor es un rasgo sistemático de la élite norteamericana; su aceptación general constituye la característica esencial de una sociedad de masas”.

Capitalismo global. Jeffry A. Frieden

“Los miembros del flamante bloque soviético y la propia Unión Soviética se recuperaron muy rápidamente de los daños de la guerra. En 1950 la producción industrial soviética era casi el doble que en 1945 y estaba muy por encima de los niveles de preguerra. Pese a los serios problemas agrícolas, el nivel de vida parecía haber recuperado la cota perdida durante la guerra y la reconstrucción. Lo mismo se podía decir de Europa Oriental, donde la producción industrial de todos y cada uno de los países superaba en 1949 los niveles de entreguerras.
La planificación centralizada ya no era una extraña peculiaridad soviética sino una alternativa a escala mundial al capitalismo de mercado… Ahora cientos de millones de habitantes de las colonias y naciones recientemente independizadas como la India podian examinar las diferencias entre el socialismo centralmente planificado y el capitalismo de mercado para ver cuál se adecuaba mejor a su situación.
Hasta entonces la división principal del mundo había sido la que existía entre países industrializados ricos y países agrarios pobres. Ahora había una segunda dimensión y dos vías posibles hacia el industrialismo avanzado: la capitalista y la comunista. La parte comunista del mundo constituía un nuevo polo económico. Por primera vez existía una opción diferente para la gente, partidos y países insatisfechos con las desigualdades e impredicibilidad del capitalismo.
El socialismo de estilo soviético parecía proporcionar un rápido crecimiento, igualitarismo y mejoras sociales… el ascenso y consolidación de un mundo socialista formado por los países dirigidos por partidos comunistas ofreció a millones de personas la esperanza de que había efectivamente una forma de evitar la inhumanidad de las fuerzas del mercado en el capitalismo y su tendencia a perjudicar los intereses de los pobres privados de poder.”

El puente de los espías

A estas alturas de la película ya nadie puede discutir a Steven Spielberg la maestría a la hora de contar una historia con imágenes.

No obstante, y si alguien albergara la menor de las dudas, aquí está "El puente de los espías" para acreditarlo de manera fehaciente.

Firmemente asentada sobre un magnífico guión escrito por los hermanos Coen, "El puente de los espías" es una magnífica película que tiene el espionaje y la guerra fría como fondo.

No obstante, sobre ese fondo destacan los personajes de los dos protagonistas: Rudolf Abel, el espía y James Donovan, su abogado. Magnifica y respectivamente interpretados por Mark Rylance y Tom Hanks, ambos personajes desbordan una entereza moral que Spielberg (y los Coen) están muy interesados en glosar.

En este sentido, "El puente de los espías" no está demasiado lejos de la anterior "Lincoln", centrada en glosar la personalidad del homónimo y esencial presidente de los Estados Unidos.

Todos estos personajes se miden por el valor que emplean para hacer lo que ellos consideran que hay que hacer.

Contratado para defender al espía Abel, Donovan se enfrentará a sus propios compatriotas al poner al servicio de su cliente todo los mecanismos del estado de derecho. Esto le convertirá en un personaje impopular aun cuando precisamente esté poniendo en valor la superior moralidad de los valores que dieron lugar a la democracia americana.

Pero, y al mismo tiempo, esta posición sombría le permitirá desempeñar un papel esencial en los bajos fondos de las relaciones entre las dos grandes potencias negociando un intercambio de rehenes.

"El puente de los espías" nos muestra a James Donovan encarnando lo mejor de las ideas de derechos y libertades sobre los que se asienta el sueño de nuestra modernidad occidental.

La historia conjuga un héroe, un espejo en el que todos deberíamos mirarnos, pero un héroe tranquilo cuya heroicidad se limita a llevar al extremo la teoría que ampara nuestro mundo de derechos y libertades.

En cierto momento, a Mahatma Ghandi se le preguntó por la civilización occidental y este, haciendo gala de un magnífico y sublimemente irónico understatment, contestó que sería una magnífica idea.

Pues Donovan encarna por enésima vez esa magnífica idea que casi siempre ha sido una mera coartada con la que embellecer la criminal acumulación de riqueza por el resto del mundo.

Héroes como Donovan son ese mentiroso cielo azul que nos protege de la verdadera oscuridad que en realidad somos.

El deber ser que casi nunca es, aunque alguna vez sea y casi siempre pueda serlo.

Occidente como tribu también tiene sus héroes y sus mitos, personajes que encarnan la teoría mientras la realidad y la práctica van por otro lado.

Y precisamente el atractivo que tiene Donovan es el de hacer coincidir teoría en práctica en su conducta cueste lo que cueste.

Conectando con esos personajes enteros y profundamente morales con los que el cine de fRANK Capra ponía rostro a la filosofía demócrata y bastante izquierdista del New Deal, Steven  Spielberg nos presenta en su "El puente de los espías" un nuevo caballero sin espada.

Frente al ejecutivo de Wall Street que resume el ideal conservador neoliberal, la progresía norteamericana presenta a sus héroes, a sus candidatos, a sus James Donovan.

Muy interesante.

sábado, diciembre 05, 2015

La élite del poder. C. Wright Mills

“La idea de una sociedad de masas sugiere la idea de una élite de poder. En contraste, la idea de público sugiere la tradición liberal de una sociedad sin élite de poder, o en cualquier caso de élites transitorias, sin importancia soberana. Pues si un público auténtico es soberano, no necesita dueño; pero las masas, en su pleno desarrollo, son únicamente soberanas en algún momento de adulación plebiscitaria a una minoría como celebridad autoritaria. La estructura política de un Estado democrático requiere público; y el hombre democrático, en su retórica, debe afirmar que dicho público es la sede misma de la soberanía.”

Código del Hampa

Ernest Hemingway escribió el relato corto "The Killers" en 1927.

Curiosamente la adaptación cinematográficamente de esta historia en la que dos asesinos se presentan en un pueblo de Illinois para matar a un boxeador de origen sueco ha dado lugar a dos grandes películas.

La primera de ellas dirigida en 1946 por Robert Siodmak y la segunda dirigida por Don Siegel en 1964.

Lo curioso es que mientras el relato se centra en la sorpresa que al verdadero protagonista del relato le produce la inexplicable pasividad del boxeador ante el destino que le definen sus dos asesinos las dos películas toman este hecho como punto de partida para reconstruir mediante una brillante estructura de flashbacks la investigación sobre las razones de semejante actitud.

En la película de Siodmak, "Forajidos", es un desconfiado investigador de seguros interpretado por Edmond O`Brian quién protagoniza esa investigación mientras que en la segunda, "Código del Hampa", es uno de los asesinos interpretado por Lee Marvin quien quiere saber.

Y es esta elección del personaje la que marca el espíritu de cada una de las películas.

La película de Siodmak toma un derrotero entre melancólico y fatalista, siempre romántico en el amplio sentido de la palabra, que configura una joya total del cine negro mientras que la de Siegel explora un camino mucho más violento y directo, más animal y básico por así decirlo.

"Código del Hampa" carece de la sutil pausa, del poder atmosférico de lo que no se dice que está presente de una manera magnética en "Forajidos", flotando pendiente y atrapado entre los grises de la magnifica fotografía en blanco y negro de Elwood Bredell.

"Código del Hampa" saca a la luz toda la primaria animalidad que anida en el relato y lo hace con un comienzo brutal en el que los dos asesinos irrumpen con cajas destempladas en la escuela donde su victima les espera.

Y nadie mejor para expresar esa brutalidad que un Lee Marvin en estado de gracia, capaz de dar vida con talento a un personaje repulsivo que sin embargo se convierte en el hilo conductor que va desvelando una trama que conduce hasta Sheila, paradigmática recreación de la mujer fatal hasta el exceso de conducir a la perdición a todos los hombres que se cruzan en el camino de su belleza convertida en un arma de dominación y conquista.

Si en "Forajidos" se nos muestra la cara poética, en "Código del Hampa" el espectador puede entrar en contacto con la cara descarnada y dura de esa misma historia.

Y la verdad es que no se con cual quedarme.

Excepcional.

domingo, noviembre 29, 2015

Salvajes

Tiene gracia que quienes presumimos de ocupar un lugar esencial dentro de la historia de la humanidad, casi en un sentido hegeliano de culminación de eso que el filósofo aleman llamaba espíritu, los herederos de la ilustración, la modernidad y la razón, en realidad la usemos tan poco y, a todos los efectos, nos comportemos como una de esas tribus o civilizaciones de salvajes que miramos siempre por encima del hombro.

En este sentido, el occidente neurótico al que pertenecemos recurre siempre a esa imagen ideal de sí mismo cuando la realidad le pone contra la pared.

Nosotros somos los civilizados y ellos, los que nos matan, son los bárbaros.

Y somos muy buenos buscando la paja en el ojo ajeno. Se nos da realmente bien utilizar la razón para sacar las vergüenzas a los otros buscando demostrarles y demostrarnos que ellos son los que están equivocados.

Pero no lo somos tanto para buscar la viga en el nuestro, para preguntarnos sobre ese odio que generamos en el mundo, para indagar sobre las consecuencias de nuestros actos siempre orientados al beneficio propio y a la destrucción del otro si este no quiere obediente ocupar el lugar que nosotros, desde la cima del mundo, les tenemos asignado.

No somos tontos.

No estamos demasiado interesados en mirar a la cara a nuestros demonios por si descubrimos el interesado imperialismo destructor con el que llevamos siglos relacionándonos con el resto del mundo. Por debajo del discurso, siempre más teórico que práctico, de la civilización, la libertad y la democracia, funciona otro discurso, el imperialista y descarnado del interés económico.

Tampoco estamos demasiado interesados si las armas con las que el terrorismo musulmán nos mata en nuestras casas han sido fabricadas a doscientos kilómetros de nuestras casas o si el dinero con el que las compran procede del mismo banco que nos financia la hipoteca.

Como los salvajes que creemos no ser, preferimos fijarnos en la superficie, en el rostro y la procedencia del asesino que nos mata.

Como los salvajes que creemos no ser, confundimos los efectos con las causas y nos arrodillamos ante el primer prestidigitador que nos habla al vientre y no al intelecto.

Se vive mejor dentro de ese relato de buenos y malos en el que por supuesto nosotros somos los buenos.

Se vive mejor pensando que, si alguien todas las mañanas se levanta odiándonos, no es porque nosotros hayamos hecho algo mal sino porque ellos culturalmente son malvados.

E, insisto, somos realmente buenos en eso, en no hacernos ciertas preguntas mientras nos refugiamos, como Narciso, en el reflejo de luces, derechos y libertades que nos devuelve el espejo.

Un reflejo que, curiosamente, y de ser cierto, nos obligaría a nosotros, precisamente a nosotros, los depositarios de la modernidad y la razón, a hacernos todas esas incómodas preguntas que a nuestra espalda claman al cielo.

Si somos quienes decimos que somos, estamos obligados, precisamente por nuestra tradición, a ir mucho más lejos.

Pero no lo hacemos.

No somos quienes creemos ser.

Y además somos muy buenos disimulando todo lo salvajes que somos.

Hemos convertido nuestra civilización en una coartada, en una máscara que disfraza y legitima a la bestia que llevamos dentro, una bestia que sobre la tecnología y el dinero, las armas y los bancos, ha hecho un sayo de la capa del resto del mundo.

Mejor, como los salvajes que no creemos ser, un relato de buenos y malos junto a la crepitante hoguera dela televisión.

Mejor borrar a todos aquellos malvados que atentan contra nuestra sagrada vida sin plantearnos por qué se levantan cada mañana deseando hacernos daño.

Es demasiado complejo.... y además es black friday.

Sense8

Dentro de la cabeza tenemos en realidad tres cerebros... Y eso aunque pensemos que alguno no tiene ninguno.

Esos tres cerebros son:

  • el reptiliano, que es el más antiguo y que sin pensar ni sentir controla el funcionamiento del cuerpo y el mantenimiento de sus necesidades básicas
  • el límbico que es el lugar donde sentimos y recordamos.. es interesante que el recuerdo esté gobernado en la misma zona donde se regulan los sentimientos. Por eso seguramente uno recuerda el pasado según le va la feria del presente (pero eso es otra historia)
  • el neocortex, que es el ultimo, el más nuevo y el que ocupa más espacio y volumen dentro de nuestra cabeza para producir cosas tan complejas como la conciencia y el pensamiento
Relacionado con la zona límbica existe un concepto por lo visto no demasiado científico y bastante filosófico que es la resonancia límbica.

Este concepto viene a explicar la intima conexión emocional que se produce entre las personas aunque estén separadas.

Sobre este concepto los hermanos Wachowski han construido la historia con la que hacen su aparición en el mundo de la televisión.

"Sense8" se llama la serie y cuenta la historia de 8 personas que viviendo en diferentes lugares del mundo se encuentran intimamente conectados por la resonancia límbica.

Lo que la serie nos contará es la manera en que esas personas se ayudan las unas a las otras a resolver los diferentes problemas que componen sus diferentes vidas.

Y lo primero que diré que la resonancia límbica es un concepto muy, por así decirlo, Wachowski. Enlaza directamente con ese universo cultural alternativo y new age que los hermanos pretenden vehicular a través de sus historias para intentar "despertarnos" de esta matrix en la que tan tranquilamente vivimos saltando de black friday en black friday.

Porque al final si el nuevo paradigma de civilización que debe construirse sobre las ruinas del paradigma industrial basado en la energía del petróleo es el paradigma de la sociedad en red basado en la inagotable energía del hidrógeno.... y aquí es cuando todo el mundo debería empezar a leer a Jeremy Rifkin (si es que no lo ha hecho ya) para descubrir que hay un futuro.... Retomo el hilo... Porque si al final el nuevo paradigma es el de la sociedad en red, el que proporciona internet como mecanismo, la resonancia límbica no es otra cosa que el internet emocional que conecta a las personas para construir desde lo fisiológico la utopía perdida de comunidad.

Es por esto que no me sorprende que los Wachowski fundamenten su aparición en televisión, y gracias a Netflix, con la resonancia límbica.

Otra cosa es que la serie no les haya quedado redonda del todo.

Y menos mal que los dos últimos capítulos son los mejores porque, y aunque Sense8 empieza bien, por en medio lo que se nos cuenta resulta desigual, incluso a veces aburrido.

Sorprende al principio la idea que los Wachowski nos quieren contar mediante acciones paralelas que suceden en diferentes lugares en el mundo donde poco a poco vamos conociendo a los 8 protagonistas y sus circunstancias, circunstancias que de pronto resultan vinculadas por el suicidio de una misteriosa mujer que todos creen soñar.

La sorpresa dura cuatro capítulos y luego la historia cae en una montaña rusa en que el interés pasa al desinterés y viceversa.

No todo lo que sucede tiene el mismo gancho sumiendo al espectador en una travesía del desierto que conduce a los dos últimos capítulos muy emocionantes (y no en el sentido de la acción).

En cualquier caso el balance es bueno y cuando menos "Sense8" ofrece a la mirada del espectador algo nuevo y eso se agradece,

Veremos si hay una segunda temporada.