PIRATAS DEL CARIBE 3Pasan muchas cosas en esta tercera entrega de las aventuras de Jack Sparrow y de sus amigos y enemigos, quizá demasiadas peripecias, quizá demasiados personajes guiados por diferentes y variados intereses cuya abigarrada concurrencia dificulta el seguimiento de la trama... aunque eso puede que no importe demasiado.
Lo único cierto es que la trama se sigue, en general, con interés. Hay algún momento en que el ritmo decae y uno se da cuenta de que lleva bastante tiempo metido en el cine, pero enseguida el fulgurante brillo de una espada dispuesta a cercenar alguna gargante elimina también de un plumazo el menor cuestionamiento.
Como confeso fan que soy de la creación que Depp ha hecho de Jack Sparrow lamento que su personaje se diluya en el marasmo de personajes, "propios" y ajenos, cada uno de los cuales disfruta de una merecida - no- secuencia de gloria, pero el espectáculo en general resulta atractivo y la película, como mecanismo fabricado para el entretenimiento, funciona en la mayor parte de sus 170'... que son muchos minutos para estar sentado en el cine sin tener una buena razón para hacerlo, pero esta película la argumenta en general de una forma sobrada.
Espectacular resulta el combate naval final alrededor del remolino y no menos espectacular es la fenomenal y sobrada aparición del rollinestoniano Keith Richards como guardián del código de la piratería
Es importante reseñar que, pese a su innegable brillantez digital, la película vive y respira a través del talento y la verdad que destilan grandes actores haciendo suyos pequeños personajes.
Porque no sólo Depp está bien en su creacción genial de Sparrow.
El genial Geoffrey Rush compone un estupendo Capitán Barbosa. Billy Nighy no le va a la zaga insuflando emociones y vida a su difícil y tentacular Davy Jones. Sin olvidarnos de la tripulación de la Perla Negra: Lee Arenberg, Mackenzie Crook y Kevin Mc Nally entre otros... Todos, en general, están más que bien y la película se beneficia de tanto talento actoral.
Lo digital asombra y sorprende, pero el verdadero anclaje se produce en lo emocional y a través del buen trabajo de buenos actores. Algo tan sencillo y evidente que Hollywood no ha sabido entender en muchas de sus superproducciones espectaculares de los últimos años... que siempre terminan por resultar entretenidas, pero frías, sin alma.
Nada puede reemplazar las palabras, las miradas y todo el estar de un buen actor construyendo un personaje.
El verdadero enganche, el emocional, está ahí.
Todo lo demás son fuegos artificiales.
Pura maquinaria.