RANEs cierto que hay mucho Shakespeare en esta obra que, en su momento, por su temática y dada la avanzada edad de Kurosawa, fue considerada como su testamento cinematográfico.
De hecho, el productor francés Serge Silbermann le ayudó a sacar un proyecto para el que el cineasta japonés encontraba muchos problemas de financiación en su propio país. Ayuda exterior que Kurosawa recibió para posteriores proyectos, como Kagemusha (donde contó con el soporte económico de Francis Ford Coppola), y que le permitieron prolongar su carrera casi una década más.
Como decía, es cierto que hay mucho Shakespeare en Ran, pero quizás la presencia de ciertas líneas discursivas, intertextualidades y personajes claramente pertenecientes al dramaturgo inglés no sea el punto esencial sobre el cual incidir para arrojar luz sobre esta obra maestra que por si sola reivindica el carácter del cine como arte.
Ran es una palabra japonesa que significa "caos", el perfecto titulo para la historia del derrumbamiento de un orden, el que trabajosamente, a golpes de carne y sangre, el gran señor Hidetora Ichimonji ha construído durante toda su vida.
Apenas tiene tiempo para disfrutarlo. La vejez llega para cansarle y hacerle tomar la decisión de compartir ese orden con sus hijos. A partir de entonces, llega el desmoronamiento, el desorden y la destrucción de su clan.
La retirada de Ichimonji pone en juego los deseos e intereses de todos aquellos que, hijos incluídos, permanecieron subordinados a su poder.
El resultado es el conflico, la lucha, la práctica aniquilación y la instauración de un nuevo orden por encima de las cenizas del clan Ichimonji. Un nuevo orden cuyo destino seguramente será el mismo, cuando llegue la debilidad encarnada en la vejez o en la incompetencia o en la constatación de la mayor fuerza de otro.
Ran es entonces un relato pesimista y brutal sobre la vida misma y su constante tendencia al caos, a la entropía. La dificultosa construcción de un orden por parte de los hombres es un trabajo siempre condenado al fracaso.
La derrota, el fracaso será siempre una vista segura, bien de la mano de los otros y a traves de sus propias virtudes, bien de la mano de uno mismo mediante las propias debilidades.
En este sentido, Ichimonji se convierte en un caso extremo, una reducción al absurdo.
No hay nadie invencible, porque al final los años tarde o temprano acaban derrotando.
La esencia amarga y desesperanzada de Ran es ontológica, profunda y esencial. Todo esfuerzo por construir, por hacer, siempre está amenazado. Se convierte en un acto precario y de carácter caduco... Y sin embargo el hombre constantemente se esfuerza y lucha contra sí mismo y contra los otros por hacerse un lugar lo más confortable posible en un mundo donde la materia esta limitada.
Ran es una mirada amarga y desengañada, la conclusión definitiva de un hombre viejo a quién las buenas palabras no pueden engañar porque ha visto demasiada vida suceder brutal ante sus ojos.
Y esa mirada también está en Shakespeare quién pone en boca de uno de sus personajes que "La vida es como un cuento relatado por un idiota; un cuento lleno de palabrería y frenesí, que no tiene ningún sentido."
No obstante, el hombre siempre intenta dárselo.
Todos lo intentamos y casi siempre lo conseguimos, pero es un edificio precario. Como el señorío de Ichimonji, se erije amenazado desde fuera, pero también, y eso es lo más importante, desde dentro.
Nuestro esfuerzo viene con el tiempo, siempre está en trance de pasar. Nuestro esfuerzo siempre sucede entre los esfuerzos de los otros.
Y se trata de algo puramente existencial, casi biológico, de lucha por la supervivencia.
La paradoja y el misterio del hombre.
Quizá, el animal más dotado de todos.
Seguramente, lo suficientemente capaz como para engañarse a sí mismo sobre su propia condición ignorando el barro de la charca primigenia de la que salió y que nunca dejará de empapar y cubrir sus pies.
El talento de Kurosawa y Shakespare es el de contarlo en su propia y talentosa manera respectiva, pero esa visión es una cualidad intríncesa a la propia vejez.
En toda alegría siempre hay unas gotas de desesperación. Una desesperada carga heroica contra los cañones del tiempo.
Why not?