Siempre me he preguntado por qué la raza humana en sus diferentes variedades y tipos considera que los dioses vienen o viven en el cielo en lugar de, por ejemplo, considerar que viven en el fondo de la tierra... Y seguramente la respuesta está en esa inmensidad que se abre ante la mirada siempre inquisitiva del ser humano, una inmensidad en donde hay suficiente espacio como para que la mirada descanse y, como consecuencia y por extensión, quién mira a través de ella. Y primero se empieza descansando, pero luego se termina pensando, soñando. Se llena ese espacio vacío con ideas, sentimientos o deseos como si se tratase de una hoja o de una pared en blanco.
No obstante, los responsables de esta serie documental de ficción científica tienen otra idea. Consideran que la evolución del ser humano ha venido siendo acompañada, monotorizada, cuando no guiada, por los extraterrestres y a querer demostrarlo dedican más de seis horas de vídeo.
Tengo que confesar que algunos capítulos me han resultados muy entretenidos y en algunos de ellos se vierten algunas ideas estimulantes, que desde el punto de vista del pensamiento "out of the box" y creativo (extremo) tienen su punto si uno no es lo suficientemente soberbio como para aceptar el envite, no se si intelectual.
Desde luego sabemos mucho menos de lo que creemos conforme nos remontamos en el tiempo, mucho menos de lo que nuestra confianza en la ciencia como instrumento para apropiarnos del mundo, tanto de forma intelectual como fáctica, nos hace creer y, aunque algunas de las ideas vertidas a lo largo de la serie sean cuestionables cuando no directamente delirantes, mi carácter iconoclasta se encuentra satisfecho imaginando a todos los fanáticos de la religión de la ciencia revolviéndose en sus académicos asientos.
Me gusta esta teoría de los extraterrestres en la historia porque se empeña en marcar los límites a la todopoderosa ciencia, ésa que cada vez que descubre algo nuevo se reorganiza en su esfuerzo por explicar el mundo pero que, sin embargo, defiende con la misma vehemencia, y en cada momento, tanto la anterior como la nueva explicación, sin dudar de si misma al pronunciar el discurso de lo que sabe... más bien, cree que sabe.
Y olvidando que hoy se dan por científicas cosas que hace dos siglos eran pura ficción científica.
Lo demás... El asunto del modo en que se construyeron las construcciones megalíticas de la antigüedad o el tema de las vimanas o de por qué tribus primitivas como los dogons conocen de la exacta posición de estrellas no visibles a simple vista en el firmamento o de las explosiones atómicas en la antigüedad siguen siendo existentes enigmas, realidades que hay que explicar y para ello cualquier hipótesis sirve. El problema siempre ha sido validar, no proponer.