sábado, febrero 27, 2016

Natural Born Killers

Por encima de todo, "Natural Born Killers" es una reducción al absurdo desde el exceso de toda una cultura como la norteamericana basada en la violencia.

Algo que es bien sabido por todos y que con naturalidad forma parte del aire simbólico que cada día respiramos a través de los terminales mediáticos.

Y para mi gusto ese loco exceso, que es la principal y más poderosa seña de identidad de la película, eleva a "Asesinos natos" al nivel de obra de arte, una obra de arte que nos expresa la violencia de una manera violenta y que coloca al espectador en una incómoda posición, exponiendole a las últimas consecuencias de las imágenes y significados que con naturalidad ha venido consumiendo.

En este sentido, "Natural Born Killers" tiene el poder mágico de ser capaz de liberar los salvajes demonios de la cultura norteamericana, ese lado oscuro que ha hecho de la muerte y la violencia en un objeto de consumo y de indirecta adoración.

No es de extrañar que alguien como Quentin Tarantino quién no viene haciendo otra cosa que intentar estilizar desde la adoración esa perversión se distanciara de un proyecto en el que inicialmente participó escribiendo el guión; mostrando precisamente esas limitaciones que condicionan severamente su carácter de creador, relegándole a la de mero productor de imágenes para el consumo rápido que es.

"Natural Born Killers" es cine político, que va directamente a la raíz de una sociedad enferma que, como Dorian Gray, el personaje de Oscar Wilde, se las arregla para ocultarnos la miserable condición de su rostro bajo una calculada simulación de la belleza.

Es una película que en absoluto puede gustar.

Su objetivo es otro: iluminar zonas oscuras de nuestra sensibilidad e inteligencia.

Ecce homo!

Imprescindible.

viernes, febrero 26, 2016

Zoolander 2

Desde la segunda parte de El Padrino hay poco que esperar en general de las películas que acompañan su titulo con el número 2.

La segunda parte de Zoolander es otra muestra de la verdad que encierra la afirmación anterior.

Porque poco o nada se puede esperar de Zoolander 2 salvo recuperar una serie de personajes de los que el espectador guarda un buen recuerdo por haberles disfrutado en una historia mucho más brillante y divertida, de culto.

Poco más porque esta segunda parte de Zoolander no es mas que una sucesión de chascarrillos y bromas más o menos afortunadas, aderezadas por un desfile de personajes famosos tanto del espectáculo como de la moda que se van sucediendo con más pena que gloria en la mayoría de los casos.

Ya no hay efecto sorpresa y en algunos momentos tampoco existe la capacidad para sorprender.

Sólo se trata de amortizar, de agotar el crédito de un producto que en su momento fue consumido por el espectador con gusto.

Puro consumo hasta sus últimas consecuencias y en el sentido más brutal de la palabra.

Inicialmente, y antes del siglo XX, la palabra "consumo" se usaba en medicina para indicar el progresivo desgaste del cuerpo. Se usaba mucho para diagnosticar la muerte de enfermos que padecían enfermedades como la tuberculosis.

Entonces, uno se moría de consumo, del progresivo proceso de agotamiento de la salud, de la fuerza vital al que la enfermedad sometía al paciente.

Esta segunda entrega de Zoolander consume completamente el crédito acumulado como consecuencia de las cosas buenas que tenía la primera.

Nada más.

jueves, febrero 25, 2016

Everything will be fine

Llevaba desde 2008 Wim Wenders sin filmar una película de ficción y tan contento que estaba yo porque desde principios desde la década de los noventas, seguramente desde "Lisbon Story", el alemán no había firmado una película que estuviera a la altura de su talento.

Y parecía que Wenders había encontrado su camino en el documental firmando títulos tan brillantes como "Pina" (2011) o "La sal de la tierra" (2015), pero ha decidido volver en 2015 con esta "Everything will be fine" que terriblemente me muestra que uno de los creadores cinematográficos que más admiro ya tiene muy poco que contar.

Seguramente Wenders padece esa tensión que aqueja a muchos creadores entre la necesidad de expresarse y la necesidad casi industrial de producir.

Todos los años no siempre hay algo nuevo que contar, pero sin embargo sí existe la necesidad de hacer una nueva película seguramente porque hay que ganarse la vida y en el carnet de identidad pone que se es director de cine..

Y claramente "Everything will be fine" es un aborto fruto de esa tensión.

Porque lo peor que tiene es su ánimo flojo, desganado, depresivo, rutinario que hace que la película no sea capaz de interesar más allá de la capacidad que Wenders aun conserva de producir algún plano, algún encuadre brillante.

Salta a la vista que en "Everything will be fine", Wenders no tiene en realidad nada que contar, cosa que resulta completamente contradictoria con el ambicioso propósito de la historia, muy en la línea de los temas que interesan a Wenders (el viaje o la vida como viaje) y que es contar la vida de un escritor desarrollándose durante un largo lapso de tiempo, el modo en que los personajes salen y entran en su vida.

Sin duda, otro Wim Wenders habría hecho con este material una película más brillante, seguramente protagonizada por Bruno Ganz o Rüdiger Vogler y fotografiada en blanco y negro por Robby Müller, pero tiene pinta de que ese Wenders se ha perdido o ya no existe.

Me quedo con la primera opción.

"Everything will be fine" es la constatación de que no hay nada más triste que querer contar algo sin tener nada que contar.

Muy decepcionante.

domingo, febrero 21, 2016

Ofensa y respeto

En un país tan espiritualmente atrasado como es el nuestro, es normal que el tema de la ofensa ocupe un lugar tan primordial y relevante.

Juan Escoiquiz fue el preceptor que Godoy eligió para dirigir la educación de Fernando VII y como casi todas las decisiones que tomara aquel, ésta no tardó en demostrarse como catastrófica.

Escoiquiz se convirtió en un maquinador de intrigas que, desde la barbarie muy propia del antiguo régimen, aplicó la inmoralidad no sólo a su vida sino a las vidas de los demás.

Pues traigo a colación a este Escoiquiz por ser él mismo vehículo de un pensamiento tradicional en el que el honor y su ofensa eran parte esencial.

En su "Tratado sobre las obligaciones del hombre" escrito en 1821, Escoiquiz escribe que entre esas obligaciones se inscribe el no ofender al otro en manera alguna, describiendo un repertorio de tres maneras posibles de ofender: persona, hacienda y honra.

Escribe Escoiquiz que:

"No hay cosa más importante ni más preciosa que la reputación; y así el quitarla a otro es muchas veces mayor delito que ofenderle en su hacienda o en su persona. Por consiguiente cualquiera, así como debe cuidar de su propia fama con el mayor esmero, debe guardarse de perjudicar a la ajena"

 Escoiquiz, un hombre del antiguo régimen, no vivía en un mundo en el que la libertad fuera parte esencial. Todo lo contrario. Vivía en un mundo cerrado en el que el control social era fundamental y ese control precisamente se ejercía por el seguimiento de un canon de pensamiento único medido a través de la expresión.

Porque la ofensa siempre era consecuencia de una falta de respeto que, a su vez, era consecuencia, de la no expresión de un orden establecido mediante la palabra

Y parece que más de dos siglos después hay personas que todavía piensan como Escoiquiz: poniendo por delante el efecto que la libre expresión de los demás tiene sobre su manera de pensar que esa misma libertad de expresarse.

Y escribo todo esto porque la obligación de no ofenderse debiera formar parte de los deberes de un ciudadano que forma parte de una sociedad abierta, acostumbrada desde el respeto a debatirlo todo.

La ofensa se produce porque alguien cree que hay cosas de las que no se puede hablar, que no se pueden tocar pero que ante sus ojos se sacan de los sagrarios y se manosean,

Así, la ofensa se convierte en una manera de impedir al otro que hable libremente de aquello de lo que no se debe hablar,

En el tema de la ofensa colisionan dos mundos: el que cree que hay cosas de las que no se debe hablar porque están más allá del hombre y el que cree que, desde el respeto, todo es susceptible de ser debatido.

Hay personas que creen que hay cosas de las que no se puede hablar y otros que creen que se puede hablar de todo.

Seguro que pocas eran las cosas que ofendían a un humanista como Montaigne, consciente siempre de no estar nunca en lo cierto, pero la raíz de la ofensa precisamente está ahí: en la certeza de una verdad absoluta que no debe ser manoseada y ensuciada por la palabra del hombre.

Algo bastante medieval cuya sombra se proyecta hasta nuestros días buscando que de algunas cosas no se pueda hablar,

La obligación de no ofender al otro va en paralelo a otra obligación: la de no ofenderse con las palabras de ese mismo otro.

La voluntad de escuchar y enfrentarse a la relatividad del propio pensamiento, a la posibilidad de no estar en lo cierto debería por si sola impedir que nos sintiéramos ofendidos.

La voluntad de saber debiera llevarnos a no impedir que el otro hable, a querer escuchar.

Una de las grandes lecciones que Montaigne ofrece a la posteridad es aceptar la falibilidad, el relativismo, el fracaso, el error como parte consustancial al propio pensamiento librándolo del oscurantismo que siempre trae consigo la infalibilidad del dogma.

¿Prefieres a Escoiquiz o a Montaigne?

¿Prefieres que el otro calle o escuchar?

Taxi Teheran

Desde 2010, el cineasta iraní Jafar Panahi está en arresto domiciliario y tiene prohibido hacer cine, que es lo que más quiere.

No obstante se las ha venido arreglando para hacer películas por encima de la prohibición de las autoridades islámicas de su país: "Taxi Teherán" es su última escapada de la prisión.

Queriendo parecer un documental y con la colaboración de un grupo de valientes amigos que no han dudado en aparecer en la película, el propio Panahi se convierte en un taxista que recorriendo las calles de Teherán va dando cabida en su taxi a un variado y caleidoscópico material humano.

A través de esa sucesión de personas, Panahi tiene ocasión de abordar toda una serie de temas que van desde la propia censura hasta la situación de la mujer en el Irán de la revolución islámica.

El resultado es un poderoso y muy atractivo retrato del Irán islámico.

El taxi que Panahi conduce se convierte en la cerradura a través de la cual el espectador puede mirar y ver algo que no es demasiado habitual: las calles de Teherán y la diversidad de sus gentes expresadas en las palabras de las personas que parecen convertirse en actores improvisados cuando entran en el taxi.

Pero no hay nada de improvisado en "Taxi  Teheran"

Se trata de una obra de ficción en la que Panahi utiliza la apariencia documental para una vez más volver a los temas que son la espina dorsal de su cine: la critica social, el papel de la mujer, la censura... ,aspectos todos que la han conducido a la situación de represión en que se encuentra.

En este sentido, "Taxi Teheran" es un ejercicio político, estilistico y narrativo de primer orden, que juega de manera muy inteligente con las complicadas relaciones que el cine, un arte que se basa en las imágenes, tiene con eso que llamamos lo real que esas imágenes muestran o representan.

Un tema complejo dado que la propia constitución de la realidad tiene siempre algo de simbólico, de sentido que ponemos en ella dado que siempre nos dirigimos a las cosas por y para algo, desde un determinado punto de vista.

En cualquier caso, se trata de un terreno complejo en el que una persona tan inteligente y talentosa como Panahi se las arregla para sacar partido y valor del montón de zonas grises y confusas que lo constituyen.

Así, "Taxi Teheran" se convierte en un brillante ejercicio de talento, una poderosa ironía que Panahi lanza a sus carceleros.

La respuesta de la inteligencia a la barbarie.

La real imposibilidad de encarcelar la libertad si el espíritu que quiere ejercerla es verdaderamente libre.

No sé si Pablo iglesias va a poder, pero desde luego Panahi puede. Montado en esta maravillosa "Taxi Teheran" cabalga de nuevo con un par.

Extraordinaria.

sábado, febrero 20, 2016

La gran apuesta

Resulta curioso que un medio de expresión tan dependiente del dinero... y de los bancos como el cine, pueda producir productos que precisamente, y con gran dureza, ponen en tela de juicio al propio sistema bancario.

Y partiendo de este punto podríamos empezar a generar un discurso luminoso, y desde el concepto de las libertades, acerca de las bondades de nuestras democracias de consumo, pero eso sería caer en la misma mierda de siempre. Porque lo cierto es que la existencia de outputs como "La gran apuesta" pone por obra uno de los aspectos más brutales del capitalismo: su capacidad incluso de devorarse a sí mismo si hay un posible beneficio de por medio.

La libertad ya no es una variable independiente.

Se ha convertido en una variable dependiente: es posible si es monetizable.

"La gran apuesta" nos cuenta algo que ya conocemos: el proceso de generación de la burbuja financiera inmobiliaria y su inevitable estallido.

Y lo hace desde su mismo core, y con mucha originalidad.

Sus protagonistas son una serie de heterodoxos que, desde dentro del mercado, descubren algo que hubiera sido evidente para todos de no mediar la opacidad del velo de avaricia que toda fiebre del oro trae consigo.

Las finanzas se habían puesto por delante de la economía real y se estaban regalando hipotecas a personas incapaces de pagar sus deudas  a poco que las cosas se complicasen.

Sobre esas hipotecas se creó un castillo de naipes de productos financieros cuyo punto central eran las CDO, Obligación Colaterizada de Deuda y contra cuyo mayor o menor riesgo se creó un mercado virtual de productos que apostaban a favor o en contra.

"La gran apuesta" nos cuenta cómo una serie de personas, desde dentro del mercado y por separado, descubren la debilidad de estos productos y deciden apostar en su contra creando otro producto: la permuta por incumplimiento crediticio.

Básicamente, apuestan contra la tendencia del mercado a que esos productos se derrumbarán.

Pero lo peor no es la subyacente y total falta de escrúpulos del sector financiero, lo peor es la segunda parte: su corrupción.

Porque lo que "La gran apuesta" también nos cuenta es el tiempo que la burbuja alcista se mantuvo de manera artificial, sostenida por todos aquellos que se beneficiaban hasta que las cosas se hicieron muchos peores y fue inevitable el desplome.

Porque, y aunque las hipotecas que presuntamente debieran sostener el valor de esos productos dejaban de pagarse en masa, esos productos fueron creciendo en valor al mismo tiempo que realmente lo perdían buscando encontrar algún idiota a quien endosarselos.

El sistema sólo se regula desde dentro cuando ya ha ido demasiado lejos. Mientras tanto la corrupción mantiene la locura en un giro loco de virtualidad.

Es terrible.

Y mucho más terrible es que, una vez se pone en evidencia lo que "La gran apuesta" revela, todavía se hable impunemente de la autorregulación de los mercados financieros.

Una prueba más del mundo enloquecido en que vivimos.

Las ovejas dan libertad al lobo.

Aunque parezca mentira, "La gran apuesta" es una magnífica película, que se las arregla para contar de manera interesante y amena un tema complejo: la corrupción forma parte ya de nuestras vidas.

Y tan contentos que se nos ve.

Después de todo, un día de estos nos podría tocar la lotería.

Muy interesante.

viernes, febrero 19, 2016

Los límites del mercado. Karl Polanyi

“Respecto del ser humano, se nos hizo aceptar la herejía de que sus motivaciones pueden ser descritas como materiales e ideales, y que los incentivos sobre los que la vida cotidiana se organiza surgen de esas motivaciones materiales. Tanto el liberalismo utilitarista como el popular marxismo favorecieron esas visiones.
Respecto de la sociedad, se propuso una doctrina gemela en la que sus instituciones estaban determinadas por el sistema económico. Esta opinión fue incluso más popular entre los marxistas que entre los liberales.
Bajo una economía de mercado, ambas afirmaciones eran por supuesto verdaderas. Pero sólo bajo esa economía… Pero bajo la influencia de las escuelas actuales de pensamiento, reforzadas por la autoridad de la ciencia y la religión, de la política y de los negocios, este fenómeno estrictamente limitado a un periodo temporal acabó siendo entendido como intemporal, trascendiendo la época del mercado.”

Laura

Siempre ha funcionado muy bien la mezcla de géneros.

Dirigida en 1944 por Otto Preminger. "Laura" es un magnífico ejemplo de ese mestizaje o, mejor dicho, de una combinatoria que siempre implica que elementos de un género se incrusten en otro que les sirve de contexto y guía.

Entonces se produce el fenómeno simbiótico, la transferencia de valor que suma y enriquece.

Mientras el uno ofrece espacio y contexto para la narración, el otro ofrece el core emocional, la energía dramática que se vehicula a lo largo de esa narración dotándola de la fuerza y energía necesaria.

En el concreto caso de "Laura", una narración localizada dentro de los estándares del cine negro, la investigación policial de un asesinato, poco a poco va mostrando el oscuro corazón de un drama psicológico basado en la dependencia y la posesión.

Y el punto de contacto entre ambos espacios es el personaje que da nombre a la película: la fascinante y hermosa Laura en quién la limitada actriz Gene Tierney encontró el papel más importante de su vida.

Poco a poco, la investigación del detective McPherson, contada en magníficos diálogos, como esculpidos en diamante, va rebelando lo insano de la relación que une a Laura con su mentor, Waldo Lydecker; una relación que muestra la cara perversa y oculta que encierra todo Pigmalion: la tentación de apropiarse del otro hasta convertirlo en un objeto.

Cuando el maestro enloquece, el alumno se convierte en algo mucho menor que una persona, en una suerte de obra propia.

Y esta es la base del drama mortal que respira en cada plano de esta magnífica película.

La obsesión convertida, como el asesinato, en una más de las Bellas Artes.

Obra maestra.

miércoles, febrero 17, 2016

Los limites del mercado. Karl Polanyi.

“Pero la proposición aparentemente simple de que todos los factores de producción deben estar en mercados libres implica en la práctica que toda la sociedad debe estar subordinada a las necesidades del sistema de mercado. Entre los factores de producción están la tierra y el trabajo, pero ambos sólo pueden ser tratados como mercancías bajo una base más o menos ficticia: puesto que el trabajo significa los seres humanos en los que consiste la sociedad, y la tierra es sólo otra palabra para la madre naturaleza gracias a la que los seres humanos subsisten. En la tentativa de establecer una economía de mercado separada dentro de la sociedad, toda la sociedad se subordina a las necesidades de una economía de mercado. Casi sin darnos cuenta una cosa completamente desconocida nace: una sociedad económica, es decir, una sociedad humana basada en el supuesto de que la sociedad sólo depende de bienes materiales para su existencia.


Esta suposición es manifiestamente falsa. La seguridad de la vida es tan vital como a comida diaria, tampoco hay una preferencia definida por el pan y la mantequilla si la alternativa es ser matado fulminantemente. Pero si una sociedad quiere existir permanentemente hay una serie de requisitos que debe cumplir tales como unas relaciones estables con nuestro entorno: la naturaleza, nuestros vecinos.. y una perspectiva de futuro lo suficientemente estable como para desarrollar los fundamentos del carácter y la crianza de una nueva generación. Ciertamente estos requisitos no pueden ser sustituidos por la abundancia de bienes materiales”

domingo, febrero 14, 2016

The spectacle of skill. Robert Hughes

"¿Qué es lo que ha perdido nuestra cultura en 1980 con respecto a lo que la vanguardia tuvo en 1890? Efervescencia, idealismo, confianza, la creencia en que había un montón de territorio para explorar, y sobre todo el sentido de que el arte, en su más desinteresada y noble expresión, es capaz de encontrar las metáforas por la que una cultura en cambio radical podría ser explicada a sus miembros"


"What has our culture lost in 1980 that the avant-garde had in 1890? Ebullience, idealism, confidence, the belief that there was plenty of territory to explore, and above all the sense of art, in the most desinterested and noble way, could find the necessary metaphors by which a radically changing culture could be explained to its inhabitants."

Besos

Besos robados a la muerte.
Besos carnívoros, densos,
lentos, profundos.
Besos sobre el acantilado,
en el final de la noche.
Besos desesperados,
temerosos de que la nueva luz,
que ya precisa firme
el perdido contorno de las cosas,
todo lo pulverice.

Penny Dreadful

Empieza mejor que termina esta segunda temporada de "Penny Dreadful", pero soy fan.

Me interesa la difícil vida de los monstruos y de eso hay mucho en esta serie que asienta sus reales en el romanticismo, la literatura gótica, el misterio victoriano y el sombrío terror que inspira lo diferente.

No olvidemos que el Romanticismo surge como reacción a la Ilustración y el Neoclasicismo, como respuesta al excesivo énfasis puesto en la razón reivindicando los aspectos sombríos que precisamente la razón metaforizada en luz muestra con dificultad o directamente no puede mostrar.

El Romanticismo empieza en lo emocional, en los sentimientos para terminar en lo irracional.

Frente al canon, el conjunto de reglas que desde la razón codifican la belleza, el Romanticismo reivindica la libertad absoluta y lo diferentes conceptos de belleza como consecuencia de la exploración exhaustiva de la individualidad.

La culminación es el héroe byroniano, condenado a la soledad como consecuencia de la reivindicación de la propia diferencia, condenado también a la tragedia porque la sociedad precisa del canon, de la codificación, de la media aritmética para existir.

Así, la diferencia deviene en una suerte de monstruosidad que convierte a quién la muestra en un descastado.

Y la materialización de ese sentimiento trágico de la existencia que llevan consigo los héroes románticos se produce en la literatura gótica, en el terror, donde los monstruos encarnan de manera radical esa trágica diferencia que convierte a los héroes románticos en una suerte de superhombre nieztscheano.

"Penny Dreadful" nos habla de esos monstruos, de la necesaria tensión que acompaña su existir y quizá lo más interesante que presenta es la proyección transversal de ese malditismo a lo largo de una trama relativamente previsible.

En este sentido, los tres o cuatro primeros capítulos, especialmente el tercero que cuenta la historia de Vanessa Ives, magníficos en la presentación de una trama llena de aspectos inquietantes e inefables, generan unas expectativas que desgraciadamente la serie no resuelve demasiado bien, entrando en fases de meseta en que se dedica demasiado espacio y tiempo al modo en que las brujas cercan a Miss Ives pareciendo que por en medio la narración está un poco estirada.

En cualquier caso, y como he escrito al principio, soy fan.

Ya está tardando en llegar la tercera temporada.

sábado, febrero 13, 2016

Hay confusión en el mar

Hay confusión en el mar,
impacientes las olas espumean,
se agolpan las unas sobre las otras como gaviotas,
parecen no ser capaces de esperar su turno,
les pierde el deseo de llegar cuanto antes
a la arena que tus pies descalzos pasean.

Libertad low cost

Las fronteras se han difuminado.

Conforme más te alejas de lo que se espera de tí, de tu comportamiento como miembro de la colmena, más la libertad brilla por su ausencia o, por lo menos, hay que dar muchas más explicaciones y las cosas se complican siempre hacia peor.

La gente no escucha, se indigna, denuncia...

Y es curioso porque precisamente una sociedad que presume de ser libre debería tener claro que el discurso de la libertad y de los derechos es mucho más necesario cuanto más lejos se encuentran las opiniones, comportamientos y actitudes de esa media aritmética en la que se concentra el acuerdo.

No tiene mucho sentido aplicar la libertad para defender aquello en lo que todos coincidimos o todo aquello que todos hacemos, sino para respaldar la palabra y los actos de aquellos que no están de acuerdo con lo que todos convenimos como asumible y aceptable.

En nuestras sociedades que dicen libres y abiertas el discurso de las libertades es verdaderamente eficiente en los extremos de la cola, asistiendo el derecho de los heterodoxos, de los diferentes a expresarse.

Ahí es donde, como decía el anuncio, el carácter democrático se la juega.

Todo lo demás funciona por sí solo, forma parte de la máquina que con cada vez menos exquisitez nos devora cada día.

Y por supuesto, y con independencia de lo que se exprese, es importante mantener las formas, pero curiosamente es la mayoría quien no guarda las formas con las minorías cuando estas se revelan como tales.

En este sentido, existe una didáctica totalitaria de reforzar las adhesiones y cuestionar las críticas que absolutamente es impropia de una sociedad democrática.

Somos libres para decir lo que hay que decir, para hacer lo que hay que hacer.

Somos libres para hacer o decir algo que diríamos o haríamos en cualquier caso porque es lo que hay pero, no nos vengamos abajo, podemos hacer toda esta mierda a la que no nos queda más remedio que someternos porque vivimos en una sociedad libre.

Este es el uso perverso de la idea de libertad que emplean nuestras sociedades con nosotros, el azul del cielo protector que legitima este sistema en la mente de ese extremo centro social que con su conformidad tan libre nos está llevando al desastre de una sociedad cada vez más bestial.

Lo que nos encadena nos hace libres.

Somos bestias porque somos libres para serlo.

Y la verdad es que no hacían falta tantas alforjas para ese viaje milenario que nos ha sacado de las cavernas para llevarnos a un mundo donde construimos nuestras propias cavernas artificiales.

Pero la neurosis tan propia de las sociedades totalitarias se ha intitucionalizado y como consecuencia de ello te sucederá otra cosa si severamente discrepas, si no aceptas las reglas del juego.

No habrá cuartel para tí.

Incluso puedes acabar en la cárcel si eres un titiritero y uno de los personajes de la obra saca una pancarta en la que aparece la palabra  ETA.

El bigotito de Franco que este régimen constitucional del 78 lleva puesto se convertirá en una katana que te segara la cabeza.

La libertad es algo demasiado serio como para ponerla prueba, disfruta de ella sin discrepar.

Eres libre para obedecer.

Totalitarismo 3.0.

Libertad low cost.

Embarazados

Por momentos "Embarazados", con su ritmo lento, como psicoanalizado, que me recuerda a esas comedias francesas que tanto detesto.

Para mi gusto, las comedias deben llevar otra velocidad, la del slapstick y como ejemplo siempre pongo "La fiera de mi niña" de Howard Hawks.

El territorio de la comedia debe ser siempre una pista rápida donde las réplicas inteligentes y divertidas boten con precisión y velocidad ante la mirada del espectador.

La lentitud carga a la comedia de cualidades dramáticas que hacen que lo humorístico se diluya en una especie de sopa caliente que sistemáticamente hay que soplar para ingerir.

Por no hablar de todo ese rollo ideologico tan formal y burgués que siempre subyace en todos los planteamientos industriales de la comedia, construidos todos en torno a la obligatoria e imperiosa necesidad de construir un orden, a través del amor como relato, que siempre desemboca en la familia. Como si las separaciones y los desacuerdos siempre estuvieran del lado del drama, y los encuentros y acuerdos estuvieran reservados a la comedia.

En este sentido, echo de menos comedias románticas que trabajen la didactica del desamor de maneras más innovadoras, en consonancia con los planteamientos más igualitarios que existen cada vez más en las relaciones entre hombres y mujeres.

Porque al final volvemos a las mismas cosas de siempre y no voy a explicarlo en detalle para no hacer spoil.

Aunque, y resumiendo, diré que el sigue saliéndose con la suya mientras ella tiene que pasar por mil vicisitudes para hacer lo que desea y además tener al hombre que no la sigue en aquello que más desea.

Pero, bueno, esa es otra historia aunque tengo que decir que me parece mentira que esta película la haya dirigido una mujer.

Dicho esto, y no obstante, "Embarazados" tiene sus puntos buenos.

Abundancia de buenos diálogos, personajes secundarios llenos de vida y que proporcionan con acierto el necesario contrapunto bufonesco a la mayor tensión dramática que mantienen los personajes principales y dos magníficos actores protagonizándola: Alexandra Jimenez y Paco  Leon,

El resultado es entretenido sin más

En cualquier caso, y desde luego, mil y una veces preferido a esos ocho millones de apellidos que arrasan en taquilla.

No recuerda..

No recuerda cuándo atravesó la mínima e imperceptible línea que separaba la luz de la oscuridad.
Simplemente conduce ensimismado, como persiguiendo el rastro de la mirada que ha perdido más allá del horizonte
Podría engañarse, intentar pensar, pero se conoce demasiado bien.
Necesita algo más
Han pasado demasiadas cosas.
Ha sucedido demasiado tiempo.
Lo único cierto es que ha ido demasiado lejos como para regresar.
Ahora lo sabe.
Aprieta a fondo el acelerador.
Apaga las luces del coche.
Es lo más parecido a ese algo más que necesita que ahora mismo puede conseguir.


domingo, febrero 07, 2016

Spotight

Tom McCarthy, el director de "Spotlight", es un tipo con una trayectoria interesante.

También es actor y como tal participó en la quinta temporada de "The Wire", temporada final en la que se aborda el tema de cómo procesa el periodismo la realidad incuestionablemente corrupta que presenta la ciudad de Baltimore convertida en metáfora de los desastres del neoliberalismo.

En la serie interpretaba precisamente a un periodista que se corrompía, que dejaba de hacer y de decir, sumándose a ese desasosegador consenso de egoístas intereses individuales que comprometen la posibilidad de una solución alternativa y colectiva.

Y escribo esto porque en "Spotlight" hay mucho de esa visión del periodismo como contrapoder constantemente presionado hacia la disciplina de un statu quo.

Porque sin en "The Wire" termina imponiéndose la constatación de una realidad de periodismo disciplinado, correa de transmisión de las consignas de un orden y unos valores, en "Spotlight" se escenifica ese idealismo de un periodismo en el que a publicación de la verdad es más importante que cualquier otra cosa.

En este sentido, McCarthy se alinea con el genial Aaron Sorkin y su muy mal entendida "The Newsroom", pero enlaza también con todo ese cine político que en la década de los setentas realizaran directores como Alan J. Pakula y que protagonizaban periodistas enfrentados por la verdad contra el poder.

"Spotlight" está justo ahí y nos cuenta la investigación que un equipo de investigadores del Boston Globe llevaron a cabo para descubrir una espectacular trama de abusos a menores por parte de 80 sacerdotes pertenecientes a la diócesis de Boston.

Y en una ciudad tan católica como Boston, los periodistas topan con la iglesia y todo lo que esta representa... que es mucho si uno es un meapilas.

En este sentido, "Spotlight" funciona perfectamente como "thriller", el proceso de investigador está bien contado y se sigue con interés, pero también incorpora un aspecto emocional y humano, el de la victimas, que es muy afín a las películas de McCarthy siempre centradas en los individuos y sus emociones.

En "Spotlight", el por qué de la investigación, el dolor de las victimas siempre está ahí, brillando oscuro, guiando en cada minuto el firme paso de los periodistas, convirtiendo a quienes callan y colaboran en esos monstruos cotidianos que encarnan esa banalidad del mal que tan bien cifrara Hanah Arendt.

De la Iglesia Católica no voy a hablar. Sólo decir que más de uno, cuando muera, se llevará una gran sorpresa.

Magnifica.

Pajaritas

Seguramente no sos vos, que soy yo, pero lo cierto es que un alien me ha salido del cuerpo cuando he visto esa foto tuya en los Goyas no demasiado bien vestido para la ocasión, pero, y en cualquier caso, cumpliendo el objetivo de mimetizarte.

No obstante, creo que hay otras maneras de vestir bien sin tener que recurrir a ese terno negro y blanco que en absoluto le pega a tu imagen pública.

¿Es que no hay asesores de imagen en Podemos?

¿Es que no hay diseñadores alternativos?

¿Todos son de la casta?

En cualquier caso, te insisto en que seguramente soy yo porque, del mismo modo que pienso que una persona de izquierdas no puede ser millonaria, tampoco creo que alguien como tú, con lo que eres y representas (no voy a decir todavía que has sido), aparezca así en un evento de tanta repercusión pública.

Supongo que te ha podido tu pasión por el cine, pero pensaba que te interesaban otras cosas y no tanto el rollo de la alfombra roja y su desfile de vanidades.

En cualquier caso, te confieso que desde hoy me cuesta mucho menos imaginarte dentro de 30 años, sobre la proa de una yate, gordako como tú solo, fumando un buen puro mientras en bikini la rubia de turno te masajea la espalda buscando que olvides el gatillazo del polvo de hace un rato.

Lo cierto es que cada vez tengo más claro que tu objetivo no es cambiar las cosas sino el sorpasso, ocupar el lugar reservado a la izquierda en el trono del bipartidismo, un lugar que desde hace casi medio siglo viene ocupando el PSOE.

Todavía te queda un poco para conseguirlo.

No basta con igualarte en número de votos porque el PSOE sigue ganando en los lugares donde los escaños son más baratos, pero te reconozco que estas más cerca.

Supongo que tienes derecho a realizar tus sueños, sentarte al lado de Penelope Cruz o de Blanca Suarez, pero te confiese que como votante hubiera preferido imaginarte leyendo a Gramsci.

Llámame tonto si quieres.


Titiriteros

Si lo miras desde fuera seguramente tenga un pase defender a unos titiriteros que deciden exhibir una pancarta que hace un juego de palabras con las palabras Gora y Eta (lo separo por si también deciden meterme en la cárcel a mi) en un espectáculo infantil.

Quizá haya formas de defender ésto, pero en realidad no tiene defensa.

A mi entender la variable esencial a manejar para entender este caso es que ha sido el propio público quién en un proceso progresivo de indignación ha llamado a la policía.

Esto debería bastarnos para matizar el discurso sobre el derecho a la libertad de expresión.

No olvidemos que a todos se nos supone el ejercer nuestros derechos y libertades con el buen sentido del ser que piensa y razona. Por esto mismo no creo que determinados contenidos sean adecuados para un espectáculo infantil al que también asisten los padres y cuyo acceso es libre, lo que aumenta las posibilidades de que se multipliquen los efectos distorsionantes de una libertad ejercida y mal medida.

Honestamente creo que esto es lo que hay que poner por delante a la hora de abordar este tema.

Y si este país no fuera la inmensa casa de putas intelectual que es, la cosa habría quedado en alguna amonestación, quizá en alguna multa por escándalo público.

Pero lo es.

Todavía instalado en un estado del alma guerracivilista, afortunadamente y ahora como máximo política y mediática, no puede dejar de escapar este desgraciado acontecimiento para convertirlo en munición de esa para disparar al otro.

Y así, de repente, unos simples idiotas se convierten además en enaltecedores y a poco que nos pongamos colaboradores necesarios de esa ETA que ya no existe más que como munición.

Llegan la deformación, el exceso, el mal sentido con vistas siempre a hacer daño al otro.

Y en esta guerra los recién llegados como el equipo de Carmena tienen poco que hacer con toda la mierda veterana que durante años vienen viviendo de deformar las cosas de acuerdo con intereses de parte.

Su inexperiencia las está colocando una y otra vez en posiciones vulnerables como ésta de los titiriteros etarras.

Todo un chollo para un país que está tan mal como para tener que invocar constantemente la ausencia de una banda terrorista que lleva años muerta.

Pasarán 30 años y todavía habrá algunos que cuando hablen parecerá que ETA mató ayer y seguramente matará mañana.

A esos, los jueces deberían también encerrarles.

Habría que crear un delito específico para este país que fuese la nostalgia de la violencia.

No sé cómo será el resto pero este país es un país horrible a poco que lo pienses,

Y lo es porque, como decía el poeta, la historia sigue acabando mal.


sábado, febrero 06, 2016

The ravenant

Como Paolo Sorrentino, el mejicano Alejandro González Iñarritu es otro que tal baila.

No se si Iñarritu tiene tanta capacidad como el italiano para producir imágenes nuevas, pero desde luego los dos coinciden en buscar una manera diferente de narrar sus historias.

En "The Ravenant", Iñarritu no sólo propone un regreso al poder arrasador desde lo meramente visual y estético de la imagen mostrada desde el gran formato sino también, y fundamentalmente, propone una manera diferente de narrar recurriendo a una cámara aérea que, como un reportero incrustado dentro del relato, se mueve sobre el espacio en busca del detalle esencial.

La escaramuza inicial entre tramperos e indios es un magnífico ejemplo de esta manera de contar en el que el espectador. del mismo modo que los personajes, en ningún momento está por encima de la situación en que se encuentra.

Así, la narración se carga y magnetiza con un valor de experiencia, de inmediatez que convierte a lo de siempre, lo que hemos visto cientos de veces en algo diferente,

Esto es innovación y no tengo la menor duda de que procede del mundo de los juegos sobre plataforma.

A mi entender, "The Ravenant" tiene bastante del espíritu atropellado e intenso de los juegos en primera persona en los que uno está dentro de algo, no sabe lo que va a pasar ni por donde van a venir las tortas.

Y esto es un dato interesante porque, rebasado por los juegos como principal fuente de entretenimiento, el cine reconoce esa supremacía y toma prestados algunos elementos que convierten para los usuarios la experiencia del juego en algo atractivo e interesante.

Por todo esto, y en cualquier caso, "The Ravenant" es una película brillante, llena de interés, que con mucho talento se las arregla para contarnos una historia de venganza que todos ya hemos visto cientos de veces.

Y este es el principal logro de Iñarritu: hacernos ver lo de siempre como si lo viéramos por primera vez.

Bien es cierto que ese núcleo de venganza se encuentra magníficamente bien envuelto en el papel celofán del magnífico escenario natural que es la Luisiana francesa o lo que es lo mismo toda la parte central de los actuales Estados Unidos y un escenario histórico, principios del siglo XIX, no excesivamente tratado en el cine que siempre ha preferido el lejano Oeste.

Todo esto suma, acumulando el interés en el espectador ante un producto inteligente e innovador, magnificamente construido, como si Apple hiciese películas.

Además, el siempre comprometido Iñarritu se las arregla para aparecer mostrándonos un sólido e integro retrato de los indigenas hábilmente contrapuestos al retrato de un hombre blanco representado como bestial y feroz, impulsado por los más bajos instintos, convertido en el verdadero salvaje de esta historia.

Y aunque quizá sea un poco maniqueo me gusta y me gusta sencillamente porque creo que es así y aún lo sigue siendo.

En este sentido, y aunque se muestre de manera transversal y sobreentendida, también me ha interesado ver al hombre blanco convertido en la verdadera bestia de esta y todas las historias.

Por todo esto, "The Ravenant" también tiene su fondo, su corazón que expresa de manera sutil, entre las líneas del texto que componen sus planos e Iñarritu se las arregla para mantener su espíritu de denuncia, casi siempre en defensa de lo indígena, una de las principales victimas de nuestra opulencia.

En cualquier caso, y con independencia de que creas si somos los buenos o los malos en esta gran tragedia en que poco a poco estamos convirtiendo nuestra historia, "The Ravenant" es una magnífica película.

domingo, enero 31, 2016

Breve historia del neoliberalismo. David Harvey

"Es, sin embargo, interesante observar cómo la neoliberalización en estados autoritarios como China y Singapur parece estar convergiendo con el creciente autoritarismo evidente en los estados neoliberales, como los EE.UU. y Gran Bretaña.

Por lo tanto, el neoconservadurismo es totalmente coherente con la agenda neoliberal del gobierno de élite, la desconfianza en la democracia, y el mantenimiento de las libertades del mercado. Pero se aleja de los principios del neoliberalismo puro y ha reformado las prácticas neoliberales en dos aspectos fundamentales: la primera, en su preocupación por el orden como respuesta al caos de los intereses individuales, y la segunda, en su preocupación por una moral desmesurada como el necesario aglutinante social para mantener el cuerpo político seguro frente a los peligros externos e internos.

En su preocupación por el orden, el neoconservadurismo aparece como una concreción del velado autoritarismo que el neoliberalismo insinuaba. Pero también propone respuestas diferentes a una de las contradicciones centrales del neoliberalismo. Si "no hay tal cosa como la sociedad, sino sólo individuos", como Thatcher inicialmente propuso, entonces el caos de los intereses individuales puede fácilmente terminar prevaleciendo sobre el orden. La anarquía del mercado, de la competencia y del individualismo desenfrenado (esperanzas individuales, deseos, ansiedades y temores; elecciones de estilo de vida y de hábitos y orientación sexual; modos de auto-expresión y comportamientos hacia los demás) genera una situación que se vuelve cada vez más ingobernable. Incluso puede llevar a una ruptura de todos los lazos de solidaridad y una condición al borde de la anarquía social y el nihilismo. A la vista de esto, parece necesario un cierto grado de coerción para restaurar el orden. Por tanto, los neoconservadores enfatizan la militarización como un antídoto contra el caos de los intereses individuales. Por esta razón, son mucho más propensos a poner de relieve las amenazas, reales o imaginarios, tanto en casa como en el extranjero, a la integridad y la estabilidad de la nación."

Youth

Da para mucho esta nueva película del italiano Paolo Sorrentino.

Del mismo modo que su anterior obra "La gran belleza", "Youth" es una perfectamente engrasada maquinaria de encantamiento y seducción en la que fondo y forma se combinan de manera precisa y perfecta.

Del lado de la forma, brilla fulgurante por su presencia el innegable talento de Sorrentino para la creación de imágenes, algo bastante poco frecuente en estos tiempos en que el cine es más una fábrica fordista que produce constantemente las mismas imágenes.

En cualquier caso con Sorrentino el espectador recupera la capacidad de asombro ante lo que ve, un asombro que por supuesto no procede de los efectos especiales digitales sino de una manera especial y diferente de ver que está enfocada a contar.

Del lado del fondo, lo que "Youth" nos ofrece no es tanto una historia sino un lugar en el que diferentes personajes con diferentes puntos de vista coinciden y conversan.

En este sentido, la película ofrece una sucesión de diálogos en los que esos personajes se intercambian su asombro ante las diferentes situaciones que la vida les depara ofreciéndose los unos a los otros pensamientos e ideas que inevitablemente les conducen a una conclusión.

Todo en "Youth" me recuerda a esa literatura moralista que desde Montaigne intenta responder al desasosiego y los males que nos ofrece la existencia cuando desde la conciencia no nos queda mas remedio que enfrentarnos a su oscura y secreta mecánica.

Así, y a mi entender existe una clara relación de continuidad entre "La gran belleza" y "Youth", pareciendo esta última dedicada a profundizar en ese gesto de cerrar los ojos con que Jep Gambardella cierra los suyos dejándose llevar por el deseo de recordar el paraiso del primer amor de su adolescencia.

En ese eterno conflicto entre realidad y deseo, entre el horror metafísico de la vejez  y la desesperada locura de la juventud, Gambardella opta por cerrar los ojos y dejarse llevar por lo poco en su desgastado ánimo queda de ese deseo que como el humo se nos disipa conforme el tiempo avanza sobre nosotros.

El Fred Ballinger que protagoniza "Youth" explica a Gambardella, ofreciendo toda la película la construcción de un escenario en el que ese desear metafóricamente expresado por la palabra "juventud" se presenta como la mejor de las opciones frente a los horrores que en su reverso la vida también ofrece, horrores como la vejez, la muerte, la decadencia, el fracaso, la pérdida de sentido...

Sorrentino presenta en "Youth" un ensayo moralista en el que la necesidad del deseo es puesta en evidencia ante el destructivo vacío de su ausencia.

Y este deseo nos ofrece algo tan esencial como el material básico sobre el que se nos hace posible la construcción del cielo protector de un sentido que, más o menos cierto, más o menos enloquecido, siempre nos protegerá de la oscuridad, de ese abismo negro que nunca deja de estar ahí, de mirarnos mientras con paciencia infinita aguarda para engullirnos.

No es que el hombre busque el sentido sino que, sencillamente, lo necesita para seguir existiendo.

Y ese sentido no tiene un origen racional, sino pulsional: su origen está siempre en el deseo.

Después siempre viene el pensamiento para intentar disciplinarlo dentro de una forma que nos permita hacer algo con él.

Pero no hay sentido sin deseo, sólo palabras vanas y huecas.

Es justo al revés.

"Youth" nos muestra el dificil camino que sigue Fred Ballinger para descubrir que no estaba en lo cierto.

Obra maestra.

domingo, enero 24, 2016

Too late blues

Tras la sorprendente y fresca aparición de "Shadows" en 1959, toda una rareza independiente creada desde Nueva York dentro de un cine norteamericano completamente orientado a lo industrial, John Cassavettes se inserta en el sistema y rueda para la Paramount esta "Too late blues" en 1961.

Y aunque se trata de un vehículo para el lucimiento de su protagonista, el cantante Bobby Darin, en "Too late blues" hay mucho del universo rico y complejo de Cassavettes.

Por un lado, y por lo que al contexto se refiere, la historia sucede en ese mundo bohemio y nocturno, multicultural e interracial, que era una de las señas de identidad de "Shadows".

La historia que Darin protagoniza es la historia de un músico que se vende como consecuencia de un fracaso sentimental.

Por otro, y pese a que la historia es bastante estereotipica y sumaria, poco interesante en definitiva, Cassavettes se las arregla para que resulte lo suficientemente interesante con lo que fue uno de sus talentos especiales: la sensibilidad para mostrar el conflicto emocional interno en sus personajes, un conflicto que es consecuencia directa de la duda y la desorientación que naturalmente genera el conflicto eterno entre realidad y deseo.

En este caso y por ejemplo, Cassavettes se las arregla para, en una película de estudio, construir, a través de Ghost (el personaje que Darin interpreta), una visión diferente y rupturista de los cánones de masculinidad que el cine presenta.

La escena en que, por ejemplo, Ghost rehusa tener sexo con Princess, después de haberla seducido según los canones tradicionales de masculinidad durante un par de secuencias anteriores abren un espacio para la complejidad, algo nada deseado en el cine industrial, y por lo tanto para la reflexión.

Pero también, el personaje de Princess, interpretado por Stella Stevens, es rico y complejo.

En definitiva, la lectura que Cassavettes hace de una clásica historia de chico encuentra chica, se pelean, separan y vuelven a encontrarse y toda la pesca asociada, permite que la complejidad del ser humano y, como consecuencia inevitable, de las relaciones entre humanos tenga la necesaria dimension intrincada y rica que tienen esos personajes tan dolientes que Cassavettes sabía dibujar y dar vida.

Aun sometiendose a los dictados del genero, el autor se las arregla para expresar su mundo a través de las convenciones del relato pautado que el genero siempre implica.

Y el resultado como siempre que se trata de Cassavettes interesa.

sábado, enero 23, 2016

Las estructuras elementales del parentesco. Claude Levi Strauss

“Hay un vínculo, una continuidad, entre las relaciones hostiles y la provisión de prestaciones reciprocas: los intercambios son guerras resueltas de modo pacífico; las guerras son la resultante de transacciones malogradas.”

The hateful eight

Poco a poco Quentin Tarantino está consiguiendo que sus películas se parezcan a los géneros que sistemáticamente y de manera concienzuda explota.

Porque la explotación del exploit como la Standard Oil explota los pozos petrolíferos de Alaska es lo suyo.

No soy demasiado fan del cine de Tarantino.

En general, lo encuentro demasiado infantil sobre todo en su entendimiento de la violencia como espectáculo que tiene valor en sí mismo, aspecto que es la base de su éxito puesto que conecta sin tapujos con la cada vez más bárbara manera de ser de nuestras sociedades occidentales.

En este sentido, Tarantino recoge el espíritu de una época que cada vez entiende más las relaciones interpersonales desde el egoismo y la destrucción obsesiva del otro como expresión máxima del control que el sujeto precisa como individuo que se enfrenta solitario a un mundo donde la solidaridad y la cooperación están descartadas

Entiendo su éxito porque Tarantino lleva hasta el extremo el oscuro significado de aquella frase que pronunciaba el despiadado Gordon Ecko en "Wall Street": Si quieres un amigo comprate un perro.

Entiendo el éxito de sus historias en las que la gente se mata cada dos por tres.

En el espectador hay desplazamiento y proyección unida al inmenso placer inconfesable asociado a la escenificación de esa sádica destrucción desde el exceso..

Todos los personajes se tratan los unos a los otros como cosas en sus historias, cosas que siempre compiten y se manipulan entre sí en un desenfrenado frenesí que incluye la total destrucción como algo natural.

De todo modo, a través de su cine se expresa el inconsciente colectivo y bárbaro de nuestro mundo de drones y sexta flota que pulveriza todo lo que se le opone o no entiende a cambio de más dinero

Pero todo esto no sería posible sin algún que otro talento y Tarantino los tiene.

Siempre he creído que su principal virtud es la construcción de personajes interesantes a través de la palabra.

En este sentido, Quentin Tarantino es uno de los grandes escritores de diálogos de la historia del cine. La entidad y la credibilidad de sus historias se sostiene, a mi entender, a través de la palabra. Una palabra afilada, inteligente y precisa que vehicula a la perfección diferentes intereses (no psicologías), los intereses que precisamente van a contraponerse en ese baile sangriento de manipulación.

Y en esto Tarantino también copia porque no hay más que leer a Edward Bunker o George V. Higgins para encontrar esa magnífica palabra inteligente, dura y descarnada que compone ese interfaz que hace aceptable la banalidad sangrienta que encierran casi todas sus historias.

Resumiendo: el incontestable talento de Tarantino es ser una de esas copias con vocación de originalidad que la sociedad de consumo confunde interesadamente con lo auténtico.

Y escribo todo esto porque en su última película hay un poco de cada cosa, de lo bueno y de lo malo.

Para empezar "The Hateful Eight" es, en realidad, dos películas.

La primera es "La Diligencia" y me entusiasma porque su principal protagonista es ese talento excepcional para la palabra y la construcción de personajes de interés a través de la misma.

La segunda es "Diez Negritos", un murder mistery que arranca cuando la diligencia llega a la posada y que poco a poco va degenerando en un absurdo proceso de destrucción masiva que se agota en sí mismo sin conducir a ninguna parte... que es la misma de siempre: la generación de oportunidades para la caricaturesca expresión de la violencia a través del exceso

Algo así como construir un precioso y detallado castillo de arena para acto seguido lanzarse sobre él y destruirlo.

Y en este sentido me disgusta toda esa vaciedad que transparenta una vez que la gente deja de hablar para matarse de mil y una maneras.

No me gusta que le hablen a mi vientre.

Me gusta que le hablen a mi corazón, a mi cabeza y ya, si es a los dos, ni te cuento.

Esa degenerada y cruel estupidez que subyace en el cine de Tarantino me impide conectar con él y creo que es bueno para mi.

Pero tengo que reconocer que expresa esa degenerada y cruel estupidez de todos los días que vivimos.

Hay artistas que son portadores del espíritu de una época, aunque este sea repugnante, y desde luego nadie como Tarantino para expresar el espíritu oscuro de este presente en el que vivimos, que como cualquiera de sus personajes no nos perdona el menor de los errores cometidos.





Steve Jobs. Walter Isaacson

"Aquello me hizo darme cuenta del poder de la inocencia -reconoció Atkinson. Fui capaz de hacerlo porque no sabía que no podía hacerse,"

viernes, enero 22, 2016

Steve Jobs. Walter Isaacson

"En los anales de la innovación, las nuevas ideas son sólo una parte de la ecuación.  La ejecución es igualmente importante"

Ocho apellidos catalanes

Me ha gustado más esta segunda parte que su primera edición "Ocho apellidos vascos", lo que no quiere decir que la película me haya gustado un poco.

A mi entender, y aunque la historia está más estructurada y hay personajes más interesantes interpretados por mejores actores, la película destila el mismo "tufillo" ideológico que tanto me desagradó en la primera.

Los nacionalismos complejos y conflictuados enfrentados a la actitud naif y bonachona de esa especie de buen salvaje andaluz que, a diferencia de los otros personajes, siempre parece -queriendo o sin querer- saber lo que es bueno.

En cualquier caso, este planteamiento nada inocente no deja de ser interesante como expresión del modo perverso en que seguimos entendiendo la diferencia que representan gallegos, catalanes y vascos... porque al final, y digan lo que digan, siempre subyace la idea de que todos son españoles sin saberlo y toda esa expresión discursiva de la diferencia que exhiben como adolescentes airados siempre se viene abajo ante el irresistible poder de un buen plato de jamón regado con un buen vino.

En este sentido, no hay mucha diferencia entre el modo en que son contados los catalanes y los vascos en esta serie de películas y el modo en que el cine desarrollista franquista contaba la rendición de los turistas extranjeros ante la riqueza y variedad de todo lo que nuestra patria puede ofrecerles.

El personaje que interpreta Dani Rovira no se diferencia demasiado de los personajes que antaño interpretaran Jose Luis López Vázquez, Alfredo Landa o Manolo Escobar.

Y al final estas dos películas de la serie de los ocho apellidos se me antojan como un perfecto documento sociológico de lo perdidos que estamos en nuestro laberinto.... porque podemos esperar sentados a una nueva edición de la franquicia que se llame "Ocho apellidos españoles" en la que un catalán o un vasco enmienden la plana al español.

Y en ese matiz, con todo lo que implica de quién hace los chistes sobre quién y lo que es más importante el contenido de los mismos, subyace toda una manera de entender este país... con ese maldito bigote de Franco que a tanto demócrata de nuestros días le parece tan natural y le sienta tan bien.

Por eso "Ocho apellidos catalanes" tampoco me hace ninguna gracia, la misma que "Ocho apellidos vascos".

Pero, insisto, estoy dispuesto a partirme la caja con una que se llame "Ocho apellidos españoles", pero hacerla seguramente requeriría que muchos en este país se amputasen la boina que todavía tienen atornillada a la cabeza.




lunes, enero 18, 2016

El Juez

A mayor gloria de Robert Downey Jr,, "El Juez" es un producto eficaz que combina hábilmente el melodrama familiar con el género judicial.

Y aquí es donde está en conflicto porque personalmente detesto el melodrama familiar tanto como me gusta el género judicial.

Y lo que detesto de aquel es que casi siempre se resuelven a favor de los padres siempre perdonados por sus hijos como si la vejez eximiese al tirano de culpa... pero esa es otra historia reservada para mi y mis abundantes demonios internos.

En este sentido, "El  Juez" presenta una situación clásica dentro del melodrama familiar: relación rota entre padre e hijo en la que la debilidad del padre como consecuencia de los achaques y la edad permitirá la posibilidad de un acontecimiento catárquico que haga posible el perdón y la comprensión mutua.

Pero el principal atractivo de la historia radica en que la trama judicial forma parte esencial de ese acontecimiento catárquico ya que el padre será juzgado por homicidio y convenientemente defendido por el hijo pródigo.

Dos actores importantes, Robert Duvall y Robert Downey Jr, hacen el resto, insuflando a sus personajes la necesaria entidad para que la película emocione y se sostenga, aunque todos (que queremos perdonar y ser perdonados) sepamos lo que al final va a pasar entre padre e hijo.

Aceptable.



Humo

Como jirones grises de humo exhalado
se desvanecen sus recuerdos.
La progresiva transparencia
de ese silencioso estar extático,
como de nube por cielo,
los vuelve aún más inciertos.
Y su esfuerzo imposible
empeñado en atrapar tan volátil inconsistencia,
sólo sirve hacer aun mas incierta y transitoria
semejante quimérica permanencia
mientras la tarde avanza hacia el ocaso
con su habitual indiferencia.

domingo, enero 17, 2016

Las aventuras de Buckaroo Banzai

Hay películas a las que uno siempre gusta regresar.

"Las aventuras de Buckaroo Banzai" es una de ellas... Y me apetece tanto verla como pueda apetecerme "La eternidad y un día" de Theo Angelopoulos.

Fue dirigida en 1982 por el olvidado y bastante interesante W.D. Richter quién como escritor de películas cuenta en su curriculum con joyas extraordinarias como "A casa por vacaciones", "Brubaker" y "Golpe en la pequeña china".

"Las aventuras de Buckaroo Banzai" como historia se asienta en la confluencia de varios territorios más que interesantes: el pulp. el comic, el serial cinematográfico, la serie B de la época dorada de los estudios de Hollywood... Todo ello bien combinado en la coctelera del sincretismo posmoderno propio de la década de los ochentas del siglo pasado, una coctelera que en absoluto desdeñaba lo bizarro como resultado final.

El protagonista es Buckaroo Banzai, un personaje propio del serial y la serie B, un científico que a mismo tiempo es hombre de acción (y que tiene además un exitoso grupo de rock).

Uno de sus experimentos consistente en atravesar la materia liberará a unos villanos confinados por una raza alienígena en una octava e ignota dimension.

El destino del mundo se verá amenazado por esa raza alienígena que exige a los terrestres la devolución de los escapados a su confinamiento.

Con ayuda de su grupo variado y pintoresco de colaboradores, Buckaroo Banzai defenderá a la tierra con las eternas maneras apolíneas de los viejos héroes del serial.

En este sentido, "Buckaroo Banzai" recoge la esencia de esa narrativa popular: héroes perfectos, villanos malvados y desagradables, bellas damiselas en peligro, generosos amigos y colaboradores, carreras y persecuciones y, lo que es más importante, finales felices.

Y lo recoge muy bien, con las cero pretensiones que presenta un guión astuto, magnificamente escrito, que exhala por todos sus poros ese infantil e irresponsable placer por la aventura en si misma que hace a Tom Sawyer un arquetipo de la infancia,

Y aunque parezca mentira, el cine ya no hace tantas películas con este espíritu.

Todo se ha vuelto demasiado caro, demasiado serio.

Magnifica,

sábado, enero 16, 2016

Rastas

Cuando era un chaval, siempre había en el colegio compañeros que utilizaban el aspecto físico y la forma de vestir de otros para atacarles y ridiculizarles.

Mis maestros unánimemente siempre dijeron que semejante comportamiento era manifiesta prueba de ser persona de poco seso.

Más adelante terminé pensando que había algo más porque las burlas siempre iban dirigidas contra aquellos que no formaban parte de la tribu.

Mi colegio era de clase media-alta y entre los que se reconocían como iguales jamás existían esa clase de burlas porque todos sintonizaban en mayor o menor medida con una determinada forma de ser y de estar.

Ahora parece que aquellos niños que se burlaban han crecido y, sin hacer caso de los sabios consejos de sus maestros, siguen burlándose de los diferentes.

Prueba de ello es que los más tontos de aquellos han llegado a ser políticos y desde la confortabilidad de su escaño regalado se permiten burlarse de la apariencia física de los diferentes que se atreven a seguir siéndolo en lo que ellos consideran su club privado.

Y aunque sobre el papel es el congreso de todos los españoles parece claro que no lo es si, por ejemplo, llevas rastas.

Porque es evidente que todos los españoles vestimos con trajes de ochocientos euros y llevamos cortes de pelo de doscientos, cosa que nuestras señorías ven de lo más normal en otro alarde de ese incontrolable bigotito franquista que siempre terminan poniéndose todos estos sesudos zotes para tratar con lo distinto.

No es que me decepcione porque tengo claro lo bajo que pueden caer nuestros políticos.

Lo que me sorprende es esa estupidez tan carente de complejos que exhiben tan impudicamente, como si al acta de diputado fuese en realidad una licencia para matar.

Crónicas de motel. Sam Shepard

"Mi novia trazó mi carta astral de acuerdo con los datos fraudulentos que le había facilitado la Enfermera Jefe. Me dijo que me aguardaba una vida interesante pero muy difícil, y que, Saturno estaba exactamente en la misma posición que ocupaba en el nacimiento de Goethe. No le pedí más detalles. Tenía un aspecto tierno e inocente".

The Signal

No hace mucho tiempo escribía sobre la perdida capacidad del cine para crear imágenes nuevas.

"The Signal" es un magnífico ejemplo de todo lo contrario, de la eterna repetición de lo mismo una y otra vez.

Sin haberla visto, en realidad he visto "The Signal" unas cuantas veces.

Y lo peor es que ni siquiera se molesta en parecer diferente.

Persiguiendo la señal que localiza a un hacker que les ha desafiado, un grupo de adolescentes se verán inmersos en una historia de abducciones alienigenas.

El cine como arte de la ocupación extensiva del tiempo.

Olvidable.


Oración funebre

No fue lo peor verte tumbado entre la vida y la muerte,
aquella tarde del recién estrenado año nuevo
que para ti era el mismo de siempre,
privado de esa fuerza que siempre había sido tu única certeza,
perdido como un recién nacido dentro de aquella inmensa cama blanca.

En absoluto fue lo peor intuirte sepultado bajo el negro peso
de ese intolerable ti mismo que todos despreciaban de manera unánime,
sentirte inevitablemente unido a este que quizá nunca pensaste serías
cuando hace ya mucho tiempo mirabas al cielo y soñabas:
un escuálido conglomerado de errores
proyectados de manera mecánica en el tiempo,
unidos por la inconsciente voluntad de ser a pesar de todo;
lo que quedaba al final del día,
cuidadosamente guardado y recogido,
de manera hermética encerrado dentro de tí.

Nadie lo sabe, ni siquiera tú,
pero quizás intentases escapar de aquella cárcel de silencios
con tu habitual torpeza de siempre para lo bueno
y, perdida la pista hace años en ese retorcido laberinto,
con toda seguridad no supiste como hacerlo.

O ni siquiera eso,
mucho peor,
miserablemente condenado,
equivocado a perpetuidad,
estéril y desaprovechado
sintiendo como inexistente
la inmensa distancia que te separa de todo y todos.

Joy

No se qué pensar de "Joy".

No puedo creer que sea un final feliz el que veo y si lo es el mundo en que vivimos está mucho más enfermo de lo que pensamos... y por extensión nosotros mismos.

La nueva película de David O. Russell nos cuenta la historia de Joy, un ama de cada de extracción humilde que, cargando con sus mil y un complejas circunstancias, consigue perseverar y salir adelante en un mundo lleno de trampas y peligros, en el que todo se mide por el dinero y la ambición.

Está muy bien el modo en que la película nos cuenta el tortuoso y difícil camino en el que agarrada únicamente a su talento y a su fuerza de voluntad Joy cosigue llegar a lo más alto donde le aguarda otra lucha: la no menos interminable defensa de lo conseguido frente a las ambiciones de los otros.

Es bastante chungo el mundo que contextualiza la historia que se nos cuenta en "Joy" y sin embargo esa realidad se acepta como dada, se descuenta y asume, quedando como única opción la necesidad de enfrentarse con coraje y valor a ese mundo que se da por naturalmente inmutable.

En este sentido, "Joy" pone por obra la mitificación de la utopía neoliberal que siempre culmina en un desconfiado vencedor sentado en soledad en la cumbre de su pirámide.

Todo es inhóspito y triste en "Joy".

La constatación de un fracaso perversamente convertido en la glorificación de un éxito.

El lado oscuro de la utopía comunitaria que por ejemplo muestra el cine de Frank Capra.

Exacto.

Pura oscuridad perversa que aspira a seducir al espectador con la glorificacion del esfuerzo por imponerse a ella construyendo una opulenta fortaleza de la soledad que hay que cuidad y proteger de quienes no cesan de atacarla siguiendo su propia y, como no puede ser de otra forma, desmedida ambición.

La balsa de la Medusa.

Un mundo radicalmente infeliz y enfermo

El nuestro.

Y "Joy" intenta que lo queramos.

domingo, enero 10, 2016

No fue fácil.
La perpetúa obstinación por ser,
por la firme sucesión de errores
mantenidos en el tiempo
cristalizada en carácter,
fundamentalmente, y entre otras cosas
porque no quedó más remedio,
porque al final, siempre, se acababa el tiempo
y después de todo algo había que ser,
lo que quedaba,
lo que había,
la única voz que se escuchaba
cuando todo callaba
y uno descubría que el silencio no era tal,
poco más que un torpe y turbio invento.

No fue fácil
y aun lo sigue siendo.

sábado, enero 09, 2016

Napoleon


En sus escritos sobre cine, el alemán Wim Wenders siempre habla de la actual incapacidad del cine para construir imágenes poderosas, nuevas. distintas, diferentes.

Son siempre las mismas imágenes las que se repiten una y otra vez certificando la muerte del cine como la radical expresión artística que este en su momento fue.

Pues bien, el "Napoleón" de Abel Gance pertenece claramente a esa época que Wenders añora y en la que el cine era todavía una nueva herramienta con cuyo concurso el ser humano  se había dotado para satisfacer su necesidad expresar su manera de ver el mundo y lo que no lo es.

Filmada en 1927, esta película forma parte de un colosal e irrealizable proyecto de contar la vida del brazo armado de la Revolución Francesa a lo largo de seis películas.

Gance se quedó en esta primera que cuenta los inicios de la vida de Napoleón hasta que este se convierte en el hombre fuerte de la Convención e inicia su primera campaña militar en el Norte de Italia contra los austriacos.

Quedan por lo tanto fuera todas los grandes momentos de la vida del personaje: la gran victoria de Austerlitz, la campaña rusa, la derrota final de Waterloo; pero, y sin embargo, esta "Napoleón" resulta esencial porque nos cuenta lo que es fundamental en la vida de toda persona: la lenta construcción del carácter que le llevaría a ser una de las máximas figuras de la historia moderna europea.

A lo largo de cinco horas de duración, Gance nos cuenta el largo viaje de Bonaparte desde la escuela hasta convertirse en la máxima figura militar de la convención, pasando por los problemas que pasó en Córcega, su relación con la Revolución Francesa o su decisiva intervención en el sitio de Toulon.

Pero lo importante para mi gusto en este "Napoleon" de Gance no es tanto lo que se cuenta sino la brillantez con la que Gance se arregla para contarlo.

Montajes sincopados, superposiciones de imágenes, cámaras en mano, tremendos travellings,,, La riqueza de soluciones narrativas que presenta este "Napoleon" es sencillamente brutal.



Y en este sentido, y aunque ya va para los cien años de edad, es una película que, aún hoy en día, no deja de sorprender al espectador con la genialidad de sus soluciones narrativas.

Lo importante en el "Napoleon" de Gance es su actitud, la manera autentica y pura con la que se enfrenta a la necesidad de contar porque en ella confluyen las dos tradiciones a veces contrapuestas en el cine: la espectacular y la artística, casi experimental... porque, por ejemplo, esa experimentación narrativa sucede en un formato panorámico llamado Polyvision que comprometió el propio éxito de la película, adelantando en 30 años a experiencias como el Cinemascope

Esta confluencia, para mi gusto exitosa, hace de esta película un evento absolutamente singular y un magnifico ejemplo de esa perdida capacidad del cine como expresión artística para producir auténticas y verdaderas obras de arte.

Estamos ante una obra culminante del cine como ese séptimo arte que algunos todavía dicen que es.

Imprescindible,.. y más allá.