Si algo se le ha dado bien al PSOE a lo largo de toda su historia es eso que Maquiavelo describió tan bien y que se llama el "realismo político".
Sólo así el partido que trajo a nuestro país el neoliberalismo puede todavía pasar impunemente por socialista y de izquierdas.
En este sentido no puedo detestar más a una organización política que precisamente, en virtud de ese realismo político, ha prostituido los valores de la izquierda convirtiendose con su dar una de arena y cien de cal (pero vendiendo muy bien la de arena) en uno de los actores más dañinos de la historia reciente de nuestro país.
Porque al final el PSOE es sobre todo ese Felipe González, gordo como el solo, sentado sobre la cubierta de su yate.
No es otra cosa, pero, y aun así, le reconozco esa virtud tan maquiaveliana de moverse según soplan los vientos aparentando siempre una virtud ideológica gritada a los cuatro vientos de manera ostentosa.
Y este pacto firmado con Ciudadanos es un nuevo ejemplo de su condición de animal político empeñado con talento en la supervivencia.
Porque si alguna linde traza la firma de este pacto es la linde que separa los tontos de los listos.
Y dejando de lado la posibilidad de que este pacto implique la realidad de formar gobierno, ya que es un pacto dependiente de la posición de otros, lo que de verdad sienta es un precedente que los posiciona a ambos desde el lado de la construcción y los acuerdos, algo que los electores demandan de sus elegidos y que sin duda será un arma decisiva en las, de celebrarse, próximas elecciones.
Así, la firma de este pacto que por sí solo no es suficiente es de todas luces un movimiento ganador desde el realismo político.
De no haber elecciones, sienta las bases para generar la posibilidad de un gobierno y de haberlas posiciona a los firmantes en el lado luminoso de la posibilidad y la construcción.
Los otros dos, PP y Podemos, quedan en una posición dificil, complicada de explicar en el mundo de consignas en que se ha convertido la comunicación política porque exige contar una historia larga, la de las razones para no pactar que exige atención y concentración a un electorado que no está acostumbrado a los matices que siempre implican los grises.
Y en este sentido nada como una historia de buenos y malos en la que los buenos son los que pactan y los malos, por las razones que sean, no quieren pactar.
Nada puede competir con esto y por eso los listos se reúnen y firman lo que sea, saben que lo importante es el hecho de escenificar el acuerdo aunque el pacto todavía no sirva realmente para gobernar e implique la necesaria aquiescencia del Partido Popular.
Y como metáfora el hecho objetivo de que cada uno de los firmantes ha subido un documento diferente a su web.
Sólo así el partido que trajo a nuestro país el neoliberalismo puede todavía pasar impunemente por socialista y de izquierdas.
En este sentido no puedo detestar más a una organización política que precisamente, en virtud de ese realismo político, ha prostituido los valores de la izquierda convirtiendose con su dar una de arena y cien de cal (pero vendiendo muy bien la de arena) en uno de los actores más dañinos de la historia reciente de nuestro país.
Porque al final el PSOE es sobre todo ese Felipe González, gordo como el solo, sentado sobre la cubierta de su yate.
No es otra cosa, pero, y aun así, le reconozco esa virtud tan maquiaveliana de moverse según soplan los vientos aparentando siempre una virtud ideológica gritada a los cuatro vientos de manera ostentosa.
Y este pacto firmado con Ciudadanos es un nuevo ejemplo de su condición de animal político empeñado con talento en la supervivencia.
Porque si alguna linde traza la firma de este pacto es la linde que separa los tontos de los listos.
Y dejando de lado la posibilidad de que este pacto implique la realidad de formar gobierno, ya que es un pacto dependiente de la posición de otros, lo que de verdad sienta es un precedente que los posiciona a ambos desde el lado de la construcción y los acuerdos, algo que los electores demandan de sus elegidos y que sin duda será un arma decisiva en las, de celebrarse, próximas elecciones.
Así, la firma de este pacto que por sí solo no es suficiente es de todas luces un movimiento ganador desde el realismo político.
De no haber elecciones, sienta las bases para generar la posibilidad de un gobierno y de haberlas posiciona a los firmantes en el lado luminoso de la posibilidad y la construcción.
Los otros dos, PP y Podemos, quedan en una posición dificil, complicada de explicar en el mundo de consignas en que se ha convertido la comunicación política porque exige contar una historia larga, la de las razones para no pactar que exige atención y concentración a un electorado que no está acostumbrado a los matices que siempre implican los grises.
Y en este sentido nada como una historia de buenos y malos en la que los buenos son los que pactan y los malos, por las razones que sean, no quieren pactar.
Nada puede competir con esto y por eso los listos se reúnen y firman lo que sea, saben que lo importante es el hecho de escenificar el acuerdo aunque el pacto todavía no sirva realmente para gobernar e implique la necesaria aquiescencia del Partido Popular.
Y como metáfora el hecho objetivo de que cada uno de los firmantes ha subido un documento diferente a su web.
No Importa lo que se firma, lo importante es tener algo firmado que enseñar.