jueves, febrero 07, 2008
Por encima de todo, "Rumble Fish" es un lírico y nihilista canto sobre la adolescencia entendida, no como una necesaria etapa en la vida, sino como una forma de ser, de entender aquella.
Declararse eternamente adolescente quizá sea una forma extrema de rebeldía, una trágica batalla perdida de antemano contra el tiempo, una locura tan loca como pretender controlar los azares de la vida y construir un proyecto de estar en el mundo.... Pero, algo especial tiene ese momento. Según dicen los científicos, y conforme nos vamos haciendo mayores, los recuerdos más vívidos son precisamente ésos, los de esa época en que todas las cosas nos pasan por primera vez.
Allí terminamos quedándonos pensemos lo que pensemos, digamos lo que digamos, hagamos lo que hagamos... Y una tarde, mojando una magdalena en el café, nos descubrimos sintiendo qué es mucho más real el sabor de cualquiera de aquellos recuerdos que el inmediato y presente sabor de la magdalena.
En este sentido, el Chico de la Motocicleta que reina eternamente en ese barrio de ninguna parte donde sucede Rumble Fish es una suerte de oscuro Peter Pan que aguarda con triste tranquilidad el castigo por su osadía de rebelarse contra el tiempo.
Y cualquiera que lleve leyendo este blog un cierto tiempo ya sabrá que para mi en ese aspecto de rebeldía reside lo esencialmente humano.
Los animales nacen, crecen, se reproducen, envejecen... En cada momento de su vida hacen lo que se supone que deben hacer, pero sólo el hombre guiado por los fantasmas, dioses y demonios que habitan su conciencia decide saltarse esa cadena y decidir quedarse a luchar contra el tiempo y la propia naturaleza en alguna colina perdida de su vida.
Se llama locura y es el ámbito más propio del hombre. En la mitología griega los seres humanos debían aceptar el precario dictado de unos dioses también demasiado humanos (como Nieztsche escribía), pero a veces unos pocos se negaban a aceptarlo... y sólo aquellos recalcitrantes que se revelaban eran tenidos por héroes.
Por eso el Chico de la Motocicleta debe reinar siempre... para recordarnos quiénes somos y, lo que es más importante, la locura que siempre podríamos ser.
Como bien dice el personaje que interpreta Dennis Hopper en la película:
"Father:Every now and then, a person comes along, has a different view of the world than does the usual person. It doesn't make them crazy. I mean... an acute perception, man... that doesn't, that doesn't make you crazy.
Rusty James: Could you talk normal?
Father: However sometimes... it can drive you crazy, acute perception. "
Así, y como un Icaro cuyas alas se derriten por el frio calor de los neones de la ciudad que le vió ser lo único que es, el Chico de la Motocicleta es un cansado heterodoxo que duda de la propia verdad del camino que ha seguido. Sus espaldas se quiebran por el peso de la propia leyenda en que se ha convertido, que duda lleno de tristeza (otra gran cualidad intrínseca al ser humano) y que no quiere ser el cliché de nadie.
Lo que queda de su vida se ha convertido en un silencioso diálogo con el propio fracaso que, para su desgracia, solo él puede escuchar.
Y todo antes de desvanecerse en la nada a la que, por mucho que nos cueste asumirlo, pertenece y pertenecemos.
Maravilloso personaje.
Maravillosa película.
lunes, febrero 04, 2008
domingo, febrero 03, 2008
PARTIDAZO
El partido ya prometía desde el día anterior.
El entrenador neozelandés del equipo galés había hecho un planteamiento testosterónico. Nada de pizarras ni de sistemas. Pura fuerza bruta contra el equipo de la rosa.
La más perfecta y descarnada invocación del flamente y embarrado espíritu de la épica. Una invocación que surtió efecto de una forma pasmosa porque ayer la épica estuvo presente en Twickenham vestida con los colores rojos de Gales.
En la primera parte, la potente y guapa Inglaterra pasó por encima de los galeses cuyo ataque apenas existió limitándose a contener como mejor pudo a un equipo lleno de músculo y capaz de un rugby muy versatil (juego al pie, a la mano, drops, ....).
La delantera galesa se las vió y se las deseó para contener una y otra vez los poderosos ataques de su contrincante y el partido tenía toda la pinta de convertirse en un paseo triunfal para el equipo de la rosa... pero los dragones aguantaron al filo del abismo marchándose con un resultado de 16-6 que, y a la vista del juego exhibido por los ingleses, pudo haber sido mucho peor.
Nadie esperaba nada de la segunda parte... salvo el equipo galés cuya delantera exhibió un talante diferente, casi enloquecido, lanzándose a muerte contra el muro inglés y consiguiendo derribarlo en una remontada histórica.
Nada de táctica, nada de estrategia.
Inexplicablemente la delantera inglesa fue desfondándose ante los continuos embates galeses y por si ésto fuera poco los jugadores de su defensa cometieron un par o tres de errores críticos (el fallo de Balshaw en el despeje fue el peor de todos) que pusieron a los dragones muy arriba en el marcador. Errores en su mayoría forzados por el entusiasmo de los dragones cuyos jugadores siempre estaban lo suficientemente cerca como para salir beneficiados.
2o años llevaban los galeses sin ganar en Inglaterra y terminaban haciendolo con un 19-26 en el marcador. 3-2o en el parcial de la segunda parte.
Inglaterra se borró del partido, quizá se creyeron un miserable equipo de fútbol y se pensaron que ya lo tenían todo hecho, pero ante ellos tenían un auténtico y puro equipo de rugby que les dió una lección de sangre y sudor.
Estas derrotas hacen daño y los ingleses deberían hacerselo mirar.
EN EL VALLE DE ELAH
Una llamada telefónica cambiará la vida del veterano de guerra Hank Deerfield (Tommy Lee Jones). Su hijo Mike, también soldado, no se ha presentado en su unidad cuando debía hacerlo.
La investigación de Deerfield en busca de su hijo se convertirá para éste en un descenso a los infiernos del nihilismo y la aniquilación moral del individuo producida por la guerra que pondrá a prueba las firmes creencias de aquel.
"En el valle de Elah" es una película intensa y emocionante que se sigue en todo momento con interés.
Deerfield es un representante sociológico de la américa de las convicciones profundas en su propio credo de democracia y libertad. El progresivo descubrimiento de la verdad que se esconde tras la desaparición de su hijo irá prendiendo en su convencido ánimo de acero un profundo sentimiento de duda y culpa.
En un determinado momento, Deerfield le cuenta al hijo de la detective Sanders (Charlize Theron) la historia del enfrentamiento de David contra Goliath en el valle de Elah. Allí, el enorme Goliath se lanzó contra el pequeño David dispuesto a destrozarle.
David aguantó. Afrontó ese demonio el tiempo suficiente como para lanzarle una piedra y abrirle la cabeza.
El nuevo demonio que Deerfield deberá afrontar será el de su hijo enbrutecido y animalizado por la guerra, convertido en un desconocido para su propio padre, un David destrozado en lo más profundo por el Goliath de la guerra
Será entonces cuando para Deerfield cobren sentido aquellas desesperadas llamadas telefónicas desde Irak.
Será entonces cuando se introduzca la palabra "miedo" en ese relato del enfrentamiento de David contra Goliath, la intra-historia de esa bíblica hazaña bélica que Deerfield jamás ha contado a sus propios hijos enviando a ambos entre las ensangrentadas fauces del monstruo de la guerra.
Pero será ya demasiado tarde.
Para Deerfield, ahora sólo resta la amarga culpa de no haber dicho toda la verdad, de haber repetido las mismas cosas que a él mismo le dijeron cuando marchó a la guerra de Vietnam.
Porque la verdad que no se cuenta siempre está allí, esperando en el valle de Elah a todos los que alegremente descienden sus laderas con la cabeza llena de grandes palabras.
Nada es gratis en la vida.
Magnífica película.
sábado, febrero 02, 2008
(La Escuela de Fráncfort: Teoría crítica y filosofía de la comunicación. Gilbert Hottois)
(La escuela de frankfurt: teoría crítica y filosofía de la comunicación. Gilbert Hottois)
miércoles, enero 30, 2008
UNA MENTE MARAVILLOSA
Siempre me resulta placentera la visión de esta maravillosa y emocionante historia de superación personal.
La prodigiosa mente de Nash era capaz de ver sentido incluso allá donde no existía. Del mismo modo que descubre para el Pentágono la clave numérica que delata a una operación soviética de espionaje, también es capaz de percibir sentido en la combinación de palabras y letras de los periódicos y revistas.
Esa es la raíz de su locura.
En el cielo estrellado su inteligencia le permite descubrir la forma de una paraguas o de un pulpo. Y en cierto sentido, una hoja escrita se asemeja a ese cielo estrellado. Encierra formas, sentidos, que Nash descubre y asocia a incesantes conspiraciones soviéticas.
Cada letra es un punto de luz susceptible de ser conectado con otros. Es el grado cero del sentido. Donde todo es susceptible de significar cualquier cosa.
La mente de Nash se convierte así en una incontrolable máquina generadora de relatos, de significados que acaban apoderándose del propio creador con su aplastante lógica descubierta. Y en la inconsciente fuente generadora de ese sentido subyace la irracionalidad de todos los traumas y miedos de un ser diferente en un mundo de iguales.
Como a veces sucede a los héroes de las historias de siempre, su principal poder se convierte en su principal debilidad. Pero Nash, haciendo gala de esa heroica condición, consigue superar esas circunstancias utilizando su propia mente.
Primero, comprendiendo que la niña no puede ser real porque no envejece.
Finalmente, ignorando a esos fantasmas. Convirtiéndose en un loco para sus propias alucinaciones que le seguirán de por vida sin dar crédito.
Maravillosa mente la de Nash.
Ante el logro de conseguir que los demonios te persigan asombrados y en silencio, todas sus teorías palidecen y se desvanecen en el cielo.
domingo, enero 27, 2008
Todo un descubrimiento este western rodado en el años 2005 sobre un guión del cantante Nick Cave en los desiertos del interior de Australia.
De una forma intensa y excesiva, entran en colisión un capitan de policía británico (Ray Winstone) que quiere llevar la civilización a las salvajes tierras del interior y una familia de tres hermanos forajidos, uno de cuyos integrantes (Guy Pearce) recibirá por parte del capitán la propuesta de salvar la vida del hermano más joven a cambio de la vida del peligroso hermano mayor (Danny Huston).
A partir de ahí, "La promesa" se constituye en un relato descarnado y brutal, donde la violencia excesiva campa a sus anchas. Una historia asfixiante y sin ninguna concesión, que sucede bajo la onmipotente luz de un sol que todo lo consume.
Ante un inmenso atardecer, Arthur Burns (Danny Huston) le comenta a su hermano que ya piensa en matarle que allí, donde están, termina todo. No puede haber nada más hacia delante. Han ido demasiado lejos. Han llegado al final del mundo.
Este diálogo me parece clave a la hora de entender esta historia que, contra todo riesgo, se mueve en el filo de la navaja de muchos límites.
La civilización queda muy lejos, a miles de kilómetros a sus espaldas. Allí, entre la tierra quemada y la hierba seca, sólo quedan hombres a solas con sus propios demonios, los mismos que les han llevado tan lejos.
Si el cine ha producido una película con un final mágico, emocionante y potente, de esos que uno nunca olvida si el corazón le sigue vivo en el pecho, ésa es "Sweet Charity".
Después de haber pasado una amarga noche de soledad y derrota, entre las ruinas de sus esperanzas desvanecidas, unos hippies la despiertan deseándola un buen día y amor.
Poco a poco, en un crescendo musical, Charity comienza a vivir el nuevo día. Ese deseo de buen día y amor es justo lo que ella necesita. El sol, la mañana y la belleza del parque hacen el resto del trabajo para devolver la sonrisa a su rostro.
Lentamente, Charity vuelve a ser ella misma, la incorregible soñadora llena de esperanzas. Quizá, y después de la terrible cadena de decepciones que han sucedido sobre ella, para cualquier otra persona no sería una buena idea... Pero ella no puede evitarlo.
Así es ella.
Seguramente, y para su aparente desgracia, el amor por la vida es siempre mucho más fuerte
La música crece y crece. Se convierte en metáfora del torbellino de ilusiones desesperadamente recuperadas al paso de su marcha.
Cuando se incorpora a la ciudad que tan mal la ha tratado, la cámara la abandona. Asiste a su marcha, calle arriba, en busca del boulevard, mientras se eleva hacia el cielo para enmarcar su cada vez más pequeña figura entre las verdes copas de los árboles.
Y uno piensa que nada bueno hay para ella en esa ciudad, pero enseguida la grandeza de ese recalcitrante gesto de firmeza en el error que a veces uno mismo es le llega. Le arrasa el corazón como una huracanada ráfaga que llega a todos los rincones, que todo lo revuelve y descubre bajo el polvo papeles amarillos y fotografías viejas.
El terrible y titánico esfuerzo que supone la felicidad y la voluntad nuestra materia.
Después de todo, Charity desea por encima de todo ser querida pero, y aunque tiene todos los inconvenientes desde un punto de vista moral convencional para no serlo, está dispuesta a intentarlo una vez más.
En este sentido, Charity se muestra como una suerte de personaje arquetípico, simbólico de la ciega locura de no perder la esperanza, de no dejarse doblegar por el mundo, de negarse a ser el otro que las circunstancias a veces te obligan a ser.
La princesa de todos los heterodoxos.
(Cien años de soledad, Gabriel García Márquez)
... Y sigo leyendo...