Dirigido por el israelí Drohr Moreh en 2012, The Gatekeepers cuenta la historia del Shin Bet, la agencia se seguridad interior del estado de Israel y hasta aquí no hay nadaespecial. Lo más importante que ofrece este documental es que este relato se construye con la participación de seis responsables máximos del Shin Bet desde la década de los ochentas del siglo pasado hasta el presente.
Hay que decir que la dirección del Shin Bet es uno de los puestos más relevantes de la administración israelí no sólo por el puesto que se desempeña sino por las especiales características del gobierno israelí y el papel tan relevante que la seguridad desempeña dentro del estado judío.
Ser responsable del Shin Bet no es cualquier cosa y un cualquiera jamás podría poner su nombre en semejante despacho.
Es en este sentido resulta pasmoso que no uno ni dos sino seis directores hayan decidido participar para construir con su directo testimonio la historia de esta agencia de seguridad interior cuyos orígenes se remontan a los del propio estado de Israel
Llama la atención la manera en que abiertamente se discuten episodios, como no podía ser de otra manera, turbios de la historia de la organización como la ejecución de los terroristas palestinos que en Jerusalén secuestraron el autobus de la línea 300 en 1984 o el modo frío y despiadado con el que se refieren a sus enemigos palestinos y a sus vidas convertidas en una variable dependiente más de la independiente que es y será siempre la seguridad del estado de Israel.
Personalmente no había escuchado a agentes isaraelíes hablar con tanta franqueza de las cloacas de un trabajo que un día puede llevarles a sentarse con sus enemigos en una mesa de negociación mientras el siguiente puede conducirles a tener que tomar la decisión de acabar con la vida de la persona con la que ayer hablaron.
Todos son hombres de acción acostumbrados a obrar no en términos de moralidad sino en términos de utilidad y necesidad, el lenguaje internacional que se habla en las cloacas de todos los estados y no deja de sorprender la naturalidad con la que se refieren a su trabajo utilizando su propio lenguaje.
Pero, y aún siendo éste un importante atractivo en sí mismo, "The Gatekeepes" encierra un atractivo aún mayor, un atractivo fascinante e inesperado que tiene que ver con la naturaleza del propio estado de Israel. Porque el relato que se construye de ese estado a través de la historia del Shin Bet sorprendentemente termina convirtiéndose en un viaje a ninguna parte.
El atractivo principal de "The Gatekeepers" es el escepticismo que los propios guardianes y principales agentes de esa película tienen hacia el modo en que el estado de Isreal se relaciona con su entorno hostil. Sorprende que disciplinados hombres de acción que ante las cámaras se responsabilizan de acciones fuera de la ley contemplen con escepticismo la viabilidad y utilidad de las políticas de agresión, de ojo por ojo y diente por diente que el estado de Israel ha mantenido con sus hostiles enemigos.
Y en este sentido hay una especie de unánime sentimiento de melancolía sobre la real utilidad de su trabajo, como si con el tiempo hubieran dejado de creer en la guerra que desde las cloacas estaban librando.
Si algo resulta evidente en este documental es que para estos hombres el camino que sigue el estado de Israel es un camino a ninguna parte y, lo que es peor, un camino que estos funcionarios con las manos manchadas de sangre encuentran imposible de desandar.
El panorama que se presenta es desolador. Por un lado, el conocido entorno de odio y violencia protagonizado por palestinos e islamistas y por otro un no tan conocido frente interior compuesto pot la extrema derecha religiosa y los políticos a los que estos hombres han servido, más interesados en ganar elecciones que en mancharse las manos para gobernar y en medio la idea del estado de Israel prolongándose en el tiempo más por inercia que por otra cosa.
Lo más importante que a mi juicio revela este brillante documental es una fractura profunda en esa impermeable e irrompible unidad de destino en lo universal que en su momento, quizá hasta la desaparición de la escena pública de los políticos israelitas de primera generación (Begin, Shamir, Meir) fue el estado espartano de Israel.
Algo así como si los 65 años de lucha ininterrumpida en un entorno hostil comenzasen a pasar factura en forma de una cada vez más poderosa sensación de fracaso al respecto de una manera de hacer las cosas.
"The Gatekeepers" es un documental brillante, lleno de interés.