Ahí, donde les ves Carol Reed es uno de los grandes directores del cine británico.
Su gran momento fue la década de los cuarentas del siglo pasado momento en el que, sin despeinarse, encadenó en apenas dos años tres obras maestras.
La más conocida de todas, y cronológicamente la última, es "El tercer hombre" (1949); pero con anterioridad filmó "El idolo caído" (1948) y esta "Larga es la noche" (1947) que nos ocupa. Dos joyas de esas que quedan olvidadas como metáfora del propio Reed: puro talento de perfil bajo, buen paño que prefiere permanecer en el arca porque jamás se le ocurre pensar que pueda ser vendido.
Posteriormente, una desastrosa carrera en la década de los cincuentas contribuyó un poco más al olvido de Reed quién terminó convirtiéndose en un eficaz director de grandes superproducciones de prestigio, en una fase hollywoodiense estrictamente alimenticia de la que sólo destaca la maravillosa y poco exitosa en su momento "El tormento y el éxtasis".
En cualquier caso, la época dorada de Reed fue muy dorada, con reconocimiento festivalero a nivel europeo incluído, y a ella pertenece "Larga es la noche" como uno de sus principales hitos, tan importante o más desde un punto de vista de calidad cinematográfica que "El tercer hombre", su obra más conocida.
Entrando en materia diría que "Larga es la noche" es una película extraña, hermosa e inclasificable.
Si tuviera que describirla hablaría de un intenso drama humano que termina en una poderosa y loca historia de amor "fou" con el heterodoxo marco de la ciudad de Belfast vista desde el punto de vista del terrorismo del IRA.
Porque el protagonista absoluto de "Larga es la noche" es Johnny McQueen, un terrorista del IRA herido de muerte en el atraco a la tesorería de una gran empresa a y que vagará desangrándose en su última noche por unas magnificamente fotografiadas en blanco y negro calles de una Belfast que se debate entre denunciarle y acogerle.
Buscado por la mujer que le quiere y por sus amigos, pero también por la policía inglesa, McQueen se convertirá en una suerte de Ulises oscuro que entrará en contacto con una serie variopinta de personajes que se debatirán entre la sorpresa y el miedo, la avaricia y la generosidad, la traición y la solidaridad.
Pese a tener un protagonista absoluto, "Larga es la noche" transforma al agonizante McQueen en un maestro de ceremonias quién, a través de su vagar, introduce a una serie de personajes que en conjunto ofrecen un panorama costumbrista y sociológico del Belfast de la época, pero también una visión detallada y matizada de las grandezas y miserias de la naturaleza humana.
Ahí queda éso.
Pero la película no sólo brilla por lo que cuenta sino también por cómo lo cuenta.
Porque Reed vehicula la historia a través de un blanco y negro poderoso, contrastado, fuerte, lleno de contraluces y sombras que parecen querer escapar de la luz proyectándose en afiladas perspectivas alargadas y distorsionadas, en un claro anticipo de la experiencia visual de "El tercer hombre"; una experiencia sobre la que sólo aquellos que no han visto esta "Larga es la noche" pueden mantener la total atribución de la misma al talento de Welles.
Destacar por último el estelar trabajo de James Mason encarnando literalmente a este Johnny McQueen con esa voz tan peculiar suya, como de héroe brontiano, que tanto sedujo a toda una generación de mujeres británicas.
"Larga es la noche" supuso el lanzamiento internacional de la carrera de James Mason.
En definitiva, y si Joyce en su "Ulises" exhibe la importancia del momento y la posibilidad de inscribir todo el imaginario de un relato mítico como ·La Odisea" de Homero en el espacio de un día en el Dublín de principios de siglo XX, "Larga es la noche" reitera este planteamiento centrándose en una noche y en la Belfast, capital de la Irlanda del Norte.
La parte siempre contiene al todo y lo hace hasta el punto de poder contarlo.
Obra maestra.
Su gran momento fue la década de los cuarentas del siglo pasado momento en el que, sin despeinarse, encadenó en apenas dos años tres obras maestras.
La más conocida de todas, y cronológicamente la última, es "El tercer hombre" (1949); pero con anterioridad filmó "El idolo caído" (1948) y esta "Larga es la noche" (1947) que nos ocupa. Dos joyas de esas que quedan olvidadas como metáfora del propio Reed: puro talento de perfil bajo, buen paño que prefiere permanecer en el arca porque jamás se le ocurre pensar que pueda ser vendido.
Posteriormente, una desastrosa carrera en la década de los cincuentas contribuyó un poco más al olvido de Reed quién terminó convirtiéndose en un eficaz director de grandes superproducciones de prestigio, en una fase hollywoodiense estrictamente alimenticia de la que sólo destaca la maravillosa y poco exitosa en su momento "El tormento y el éxtasis".
En cualquier caso, la época dorada de Reed fue muy dorada, con reconocimiento festivalero a nivel europeo incluído, y a ella pertenece "Larga es la noche" como uno de sus principales hitos, tan importante o más desde un punto de vista de calidad cinematográfica que "El tercer hombre", su obra más conocida.
Entrando en materia diría que "Larga es la noche" es una película extraña, hermosa e inclasificable.
Si tuviera que describirla hablaría de un intenso drama humano que termina en una poderosa y loca historia de amor "fou" con el heterodoxo marco de la ciudad de Belfast vista desde el punto de vista del terrorismo del IRA.
Porque el protagonista absoluto de "Larga es la noche" es Johnny McQueen, un terrorista del IRA herido de muerte en el atraco a la tesorería de una gran empresa a y que vagará desangrándose en su última noche por unas magnificamente fotografiadas en blanco y negro calles de una Belfast que se debate entre denunciarle y acogerle.
Buscado por la mujer que le quiere y por sus amigos, pero también por la policía inglesa, McQueen se convertirá en una suerte de Ulises oscuro que entrará en contacto con una serie variopinta de personajes que se debatirán entre la sorpresa y el miedo, la avaricia y la generosidad, la traición y la solidaridad.
Pese a tener un protagonista absoluto, "Larga es la noche" transforma al agonizante McQueen en un maestro de ceremonias quién, a través de su vagar, introduce a una serie de personajes que en conjunto ofrecen un panorama costumbrista y sociológico del Belfast de la época, pero también una visión detallada y matizada de las grandezas y miserias de la naturaleza humana.
Ahí queda éso.
Pero la película no sólo brilla por lo que cuenta sino también por cómo lo cuenta.
Porque Reed vehicula la historia a través de un blanco y negro poderoso, contrastado, fuerte, lleno de contraluces y sombras que parecen querer escapar de la luz proyectándose en afiladas perspectivas alargadas y distorsionadas, en un claro anticipo de la experiencia visual de "El tercer hombre"; una experiencia sobre la que sólo aquellos que no han visto esta "Larga es la noche" pueden mantener la total atribución de la misma al talento de Welles.
Destacar por último el estelar trabajo de James Mason encarnando literalmente a este Johnny McQueen con esa voz tan peculiar suya, como de héroe brontiano, que tanto sedujo a toda una generación de mujeres británicas.
"Larga es la noche" supuso el lanzamiento internacional de la carrera de James Mason.
En definitiva, y si Joyce en su "Ulises" exhibe la importancia del momento y la posibilidad de inscribir todo el imaginario de un relato mítico como ·La Odisea" de Homero en el espacio de un día en el Dublín de principios de siglo XX, "Larga es la noche" reitera este planteamiento centrándose en una noche y en la Belfast, capital de la Irlanda del Norte.
La parte siempre contiene al todo y lo hace hasta el punto de poder contarlo.
Obra maestra.