Ya he escrito alguna vez sobre "Narciso Negro".
Dirigida en 1947 por el tandem constituido por el británico Michael Powell y el húngaro Emeric Pressburger, "Narciso Negro" es una película de imágenes poderosas. Puro cine en el que no importa tanto lo que se cuenta sino la manera en que se cuenta.
"Narciso Negro" está basada en una novela del mismo nombre de la olvidada escritora Rumer Godden, nacida en la India británica y cuya obra en buena parte está consagrada a revelar la fascinación que el modo de vida hindú ejerció sobre ella.
Publicada en 1939, "Narciso Negro" cuenta precisamente la presencia desasosegadora que sobre un grupo de monjas anglicanas ejerce un viejo serrallo situado en las alturas del Himalaya.
Entre la novela romántica de las hermanas Brontë y la novela gótica, Godden narra el impacto que el nuevo ambiente y las nuevas costumbres ejercen sobre las hermanas. Impacto que se centraliza en la presencia clave de Mr. Dean, el agente británico en el territorio adaptado ya a la vida en la zona.
Dean es uno de esos hombres brontianos, oscuro y esquivo, seguramente atormentado por un pasado que se ignora, cuya tentadora presencia suscitará el conflicto esencial de la película, el que se da entre la hermana Clodagh y la hermana Ruth y que tiene que ver con el reconocimiento o no del que se creía olvidado deseo.
Al final Godden quiere contarnos como el esfuerzo del hombre blanco por mantener su orden en un contexto tan esencial y primitivo se ve siempre amenazado en su integridad por las esencias más básicas y animales, que se encuentran mucho más libres en un territorio tan salvaje y tan cercano a ese corazón de las tinieblas de cuya existencia inevitable el gran Joseph Conrad nos quiso hablar en su obra maestra.
Sobre este material narrativo, ahora no tanto pero tan heterodoxo y controvertido hace casi cien años, Powell y Pressburger construyen otro de sus inspirados edificios visuales, aspecto en el que siguen siendo unos maestros.
Los frutos de su colaboración son siempre interesantes y centrados en la década de los cuarentas y cincuentas del siglo pasado.
Historias dotadas de un punto especial, casi siempre relacionado con lo fantástico de una obra corta y narradas con gran fuerza y suntuosidad visual.
"Narciso Negro" supone uno de los puntos culminantes de su colaboración junto con la posterior "Las zapatillas rojas" (1948).
Como comento, se trata de una película que se pese a sus carencias y limitaciones desde el punto de vista de la pura lógica narrativa siempre se las arregla para seducir la mirada del espectador, en la línea metodológica del mejor Hitchcock, manteniendo su atención mediante la generación de una experiencia muy cinematográfica: la experiencia del fondo, del sentido, desde la forma.
Y tengo que decir que en "Narciso Negro" brillan algunos hallazgos geniales que anticipan las genialidades del Hitchcock de los cincuentas y sesentas.
El cómo se cuenta se convierte en lo que se cuenta.
Obra maestra.
Dirigida en 1947 por el tandem constituido por el británico Michael Powell y el húngaro Emeric Pressburger, "Narciso Negro" es una película de imágenes poderosas. Puro cine en el que no importa tanto lo que se cuenta sino la manera en que se cuenta.
"Narciso Negro" está basada en una novela del mismo nombre de la olvidada escritora Rumer Godden, nacida en la India británica y cuya obra en buena parte está consagrada a revelar la fascinación que el modo de vida hindú ejerció sobre ella.
Publicada en 1939, "Narciso Negro" cuenta precisamente la presencia desasosegadora que sobre un grupo de monjas anglicanas ejerce un viejo serrallo situado en las alturas del Himalaya.
Entre la novela romántica de las hermanas Brontë y la novela gótica, Godden narra el impacto que el nuevo ambiente y las nuevas costumbres ejercen sobre las hermanas. Impacto que se centraliza en la presencia clave de Mr. Dean, el agente británico en el territorio adaptado ya a la vida en la zona.
Dean es uno de esos hombres brontianos, oscuro y esquivo, seguramente atormentado por un pasado que se ignora, cuya tentadora presencia suscitará el conflicto esencial de la película, el que se da entre la hermana Clodagh y la hermana Ruth y que tiene que ver con el reconocimiento o no del que se creía olvidado deseo.
Al final Godden quiere contarnos como el esfuerzo del hombre blanco por mantener su orden en un contexto tan esencial y primitivo se ve siempre amenazado en su integridad por las esencias más básicas y animales, que se encuentran mucho más libres en un territorio tan salvaje y tan cercano a ese corazón de las tinieblas de cuya existencia inevitable el gran Joseph Conrad nos quiso hablar en su obra maestra.
Sobre este material narrativo, ahora no tanto pero tan heterodoxo y controvertido hace casi cien años, Powell y Pressburger construyen otro de sus inspirados edificios visuales, aspecto en el que siguen siendo unos maestros.
Los frutos de su colaboración son siempre interesantes y centrados en la década de los cuarentas y cincuentas del siglo pasado.
Historias dotadas de un punto especial, casi siempre relacionado con lo fantástico de una obra corta y narradas con gran fuerza y suntuosidad visual.
"Narciso Negro" supone uno de los puntos culminantes de su colaboración junto con la posterior "Las zapatillas rojas" (1948).
Como comento, se trata de una película que se pese a sus carencias y limitaciones desde el punto de vista de la pura lógica narrativa siempre se las arregla para seducir la mirada del espectador, en la línea metodológica del mejor Hitchcock, manteniendo su atención mediante la generación de una experiencia muy cinematográfica: la experiencia del fondo, del sentido, desde la forma.
Y tengo que decir que en "Narciso Negro" brillan algunos hallazgos geniales que anticipan las genialidades del Hitchcock de los cincuentas y sesentas.
El cómo se cuenta se convierte en lo que se cuenta.
Obra maestra.