sábado, abril 16, 2016

The salvation hunters

La ventana de éxito y creatividad que Josef von Sternberg tuvo en el mundo del cine es de apenas 7 años, desde 1928 hasta 1935.

Son fundamentales en ese éxito dos actores de origen alemán: el fenomenal Eemil Jennings, primero, y luego la estupenda Marlene Dietrich, a cuyo destino el director de origen alemán está indeleblemente asociado, siendo el encargado de desarrollar el despliegue iconográfico y cinematográfico del mito en sus inicios.
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Posteriormente, y tras la separación profesional (y seguramente personal) de la diva alemana, el destino de Sternberg se desvanece en una carrera errática, en absoluto alimentada por el éxito; convirtiéndose casi en uno de esos hombres débiles que los personajes de Dietrich destrozaban en casi todas las películas que él mismo dirigió.

Pero esa es otra historia...

Antes de la Dietrich, Sternberg tuvo una fulgurante aparición como director con "The salvation hunters", filmada en 1925, y que tuvo un gran éxito de crítica, no tanto de público, por su carácter entre filosófico y experimental.

En apenas una hora de duración, Sternberg nos cuenta el proceso de empoderamiento que un hombre, una mujer y un niño experimentan.

Los tres viven literalmente entre el barro, alrededor de una draga que incansablemente extrae lodo de un puerto sin identificar.

Los tres se conocen y deciden buscar mejores oportunidades en la ciudad, que se presenta como una jungla peligrosa y llena de peligros que intentarán superar recuperando la ilusión por si mismos y su destino, una autoestima que para Sternberg solo puede encontrarse en el amor por sí mismos y por los demás... pero todo interpretado desde lo romántico y familiar, porque los tres protagonistas terminan pareciendo más una familia espontáneamente surgida que otra cosa.

Nada de contenido social y sentimientos basados en la solidaridad.

El ser humano sólo tiene a sí mismo y en el amor de los demás, en tenerlo de una manera romántica, extrae la energía suficiente como para definir una posición firme en la vida.

El hombre necesita el amor de una mujer para ser, esta se lo da y nada puede salir mal.

No conecto demasiado con este mensaje tan burgués y conservador, pero, y desde luego, el talento inigualable de Sternberg para producir imágenes ya está ahí especialmente en la primera parte, en la draga.

Con eso me quedo.

Y añado que si efectivamente Sternberg pensaba así, comprendo que lo tuviese crudo con la Dietrich en la vida real.

Las cosas no son tan sencillas.




viernes, abril 15, 2016

Los últimos días en Marte

No hay mucho que decir sobre "Los últimos días en Marte", pero, y por contradictorio que pueda parecer, ese poco que se puede decir no es malo.

"Los últimos días en Marte" es una de esas películas en las que uno sabe más o menos lo que va a pasar, pero está hecha con las suficientes ganas, quizá cariño, como para que no importe demasiado porque, y como escribía el gran poeta griego Cavafis, lo importante es el camino.

La historia que se nos cuenta se sitúa en la intersección de tres espacios simbólicos definidos por la amenaza biológica microscópica ("La amenaza de Andrómeda"), el body count extraterrestre ("Alien") y el apocalipsis zombie ("The walking dead").

Y esta combinación ya le parece al que escribe una magnífica idea.

La película se sitúa en las últimas horas de misión de una expedición cientifica al planeta rojo. Uno de los científicos descubrirá una forma de vida que tendrá letales efectos sobre los miembros de la expedición.

Poco a poco la historia se convertirá en una cuenta atrás para escapar a la amenaza que es por cierto bastante chunga.

El resultado es eficiente y eficaz.

"Los últimos días en Marte" es una de esas películas que uno acaba volviendo a ver en las horas tontas del fin de semana porque nunca dejará de ser fácil de ver.,, si te gusta la ciencia-ficción por supuesto.

Y esto en sí no deja de tener su mérito.

Buena serie B en estado puro.

Aceptable.


Pinta espejos la lluvia sobre el asfalto
y en ellos, sobre su detenida certeza,
el imposible silencio se remansa
mientras los oficinistas desesperados se apresuran,
intentan evitarlos como en rayuela,
buscando a toda costa no tropezar
con el esquivo fantasma de su propia verdad.

domingo, abril 10, 2016

Posibilidad de pacto

Mientras las cosas fueron bien en Europa fue posible vivir bajo la idea de esa fantasía tecnocrática del fin de la historia.

El desmoronamiento del bloque socialista generó un vencedor único y con él llegó la absoluta imposibilidad de las diferencias irreconciliables en la gestión de las sociedades.

El dinero y la acumulación infinita eran el único dios y el neoliberalismo su profeta.

En ese contexto era posible dar pábulo a la fantasía de la mera gestión tecnocrática, casi administrativa, de las sociedades mientras el capitalismo funcionaba por sí sólo, casi como una máquina de movimiento perpetuo, que se regulaba a sí misma y sobre cuyo funcionamiento no era necesario intervenir.

El político devino a gestor, mero administrador de una opulencia que en lo que a los países occidentales se refería existía de manera tangible, materializada incluso para los no demasiado afortunados en un estado del bienestar de mayor o menor envergadura.

Otra cosa era lo que pasaba en el resto del mundo, fuera de la ciudadela, donde era imposible mantener la ilusión de una sociedad unida en lo esencial y en donde las desigualdades en lo fundamental eran el pan nuestro de cada día.

Sociedades desiguales que pertenecían a un mundo subdesarrollado y dependiente cuyas contradicciones servían para alimentar el equilibrio del mundo en el interior de la ciudadela.

Pero la utopía loca del capitalismo, con su fantasía delirante del crecimiento infinito, de la acumulación incesante, no tiene amigos y sus propias contradicciones han socavado los muros de esa ciudadela.

Su crisis de rentabilidad en la economía real y la necesaria e inevitable financierización y virtualización de la economía para mantener porcentajes razonables de beneficios han cambiado las reglas de juego.

La ciudadela se ha hecho líquida, virtual y ya por el hecho de ser europeo u occidental no se tienen privilegios.

Ahora los elegidos son transversales al mundo y las sociedades europeas se encuentran en un proceso de transformación hacia desigualdad que las acerca a las sociedades subdesarrolladas en bastantes aspectos: trabajadores pobres, procesos de marginación estructurales...

Sólo los restos de un espléndido pasado nos salva a los occidentales de no parecernos mucho más a esos otros mundos que creíamos tan alejados de nosotros.

Y uno de esos restos es la política, su discurso cada vez más retórico de derechos y libertades, su planteamiento tecnocrático de la gestión de los asuntos de una sociedad de cuyo seno el conflicto había sido expulsado.

Por eso el discurso de que nada es lo suficientemente importante como para rechazar un pacto de gobernabilidad existe.

Por eso son posibles discursos que consideran posible el pacto entre formaciones políticas que sostienen planteamientos económicos contradictorios.

Antes daba igual.

Los bárbaros no habian franquado los muros de lo ciudadela.

Pero ahora ya están aquí y hay políticas que garantizan de manera directa o indirecta un mundo de trabajadores pobres o bolsas estructurales de inclusión por considerarlas inevitables, parte de una realidad incuestionable que todos los días se nos ofrece como el cuerpo y la sangre de cristo para comulgar.

Y no es posible pactar si las consecuencias son esas, tan serias y relevantes para aquellos que corren el mayor riesgo de sufrir esas consecuencias que se venden como colaterales e inevitables a la fiesta perpetua del consumo.

El conflicto está aquí y es consecuencia de la progresiva constitución de dos visiones de la realidad que son contradictorias: la que fabrica débiles y les condena por serlo y la que cree que el fuerte es fuerte no precisamente por pensar en sí mismo sino por cargar con esos débiles todo el camino.

Si la economía como sostiene Piketty regresa a posicionamientos de principios del pasado siglo XX es lógico que la política lo haga con ella generando una division irreconciliable entre los que utilizan y tiran y los que son utilizados y tirados.

Es lógico que tengamos política en serio, de verdad.

Por eso no es tan fácil pactar.

La conciencia de la diferencia irreconciliable existe, emerge y cada vez es más consistente.

Los bárbaros están aquí, entre nosotros... eso sí, bien lavados y afeitados, vistiendo trajes de mil euros y diciendo todo el rato que nada puede cambiarse mientras acumulan casas, coches y piscinas, una para cada día de la semana, una para cada hora del día.

Cada vez es más evidente que esa ilusión tecnocrática de un mundo sin diferencias irreconciliables es siempre a costa de alguien.

Antes, fue posible ceder, vender el alma al diablo a cambio de unas migajas de opulencia, pero ahora, que es más que evidente para los potenciales humillados y ofendidos la imposibilidad de obtener algo a cambio, lo normal es que empiece a ser imposible ponerse de acuerdo sobre ciertos aspectos.

La fuerza de trabajo que se intercambia, que se trae y se lleva, no es una abstracción: procede de seres humanos que quieren ser tratados como tales.

Y es cuestión de tiempo que esos seres humanos se planteen la viabilidad de una sociedad de la que forman parte y que a cambio solo les ofrece la tristeza de una realidad que no se puede cambiar.

Desgraciadamente, las mentiras todavía se siguen imponiendo a la realidad, pero llegará un tiempo en el que la radical y terrible mentira que encierra la loca utopía del capitalismo sea imposible de ocultar.

Estamos solo en el principio del final.

Por eso no pactar puede ser inevitable.

Puede ser incluso necesario como parte de un proceso en el que ya es imposible la mentira total que lo oculta todo.

sábado, abril 09, 2016

Kiki, el amor se hace

Después de ver "Kiki", sigo pensando que Paco León es lo mejor que le está pasando al cine español desde hace mucho tiempo.

El impacto disruptivo que tiene la visión de su mirada plasmada sobre una pantalla tiene para mi el mismo peso que tuvieron las primeras películas de Pedro Almodovar, para mí las mejores, hasta que el manchego decidió tomarse demasiado en serio y se propuso eternamente hacernos llorar.

Porque hay mucho de ese primer Almodovar en el espíritu erótico-festivo que, mezclando lo castizo con lo ilustrado, exhalan como un perfume vacilón las películas de Paco León... y encima me ha salido un pareado.

En este sentido, y en lo que al cine respecta, Paco León refleja ese cambio generacional que poco a poco está apoderándose de la sociedad española, una sociedad que tiene, por ejemplo, muy claro que el sexo no es para torturar por ausencia sino para follar por presencia.

Ya decía el poeta Jean Cocteau que no existe el amor, lo que existe son actos de amor.

Y precisamente Paco León dedica su "Kiki" que, al parecer es un remake de una película australiana, a la práctica del amor pero desde sus extremos.

Porque "Kiki" es un conjunto de historias cortas cada una de las cuales tiene como centro alguna filia extrema y extraña: dacrifilia (excitación con el llanto), elifilia (obsesión por el tacto de determinados tejidos) o harpaxofilia (excitación ante la violencia de ser asaltado).

Y lo dificil es que todas resultan equilibradas y entretenidas, uno de los principales riesgos de este tipo de historias.

Por encima de todo "Kiki" es divertida, astuta e inteligente.

"Kiki" una comedia romántica en absoluto al uso pero ante la que no puedo evitar pensar que ojalá fuese su uso mucho más común, un conjunto de historias en la que la gente se quiere como puede, a su manera aunque esta sea muy, muy particular, pero que, de manera general, desprende una suerte de luminosa ternura por la complejidad del ser humano que el que escribe agradece grandemente.

También, y en otro paralelismo evidente con Almodovar, "Kiki" es una película de actrices... Todas, Natalia de Molina, Alexandra Jimenez, Candela Peña están espléndidas.

No puedo esperar a la siguiente película de Paco León.


viernes, abril 08, 2016

La parte maldita. Georges Bataille

“Tawney insiste, sin embargo, en el hecho de que el capitalismo exige un elemento más, que es el libre crecimiento de las fuerzas económicas impersonales, es decir, la liberación del movimiento natural de la economía, cuyo impulso general depende de la búsqueda individual del beneficio… El capitalismo no habría podido coexistir con las viejas legislaciones económicas, cuyo principio moral era la subordinación de la empresa a la sociedad, que imponía el control de los precios, luchaba contras las especulaciones y sometía a graves restricciones la práctica del préstamo con interés.”

miércoles, abril 06, 2016

La parte maldita. Georges Bataille

“El verdadero lujo y el potlach profundo de nuestro tiempo se encuentran en el miserable, es decir, en el que se arroja al suelo y se margina. El lujo auténtico exige un completo desprecio de las riquezas, la adusta indiferencia de quién rehusa el trabajo y hace de su vida, de una parte, un esplendor infinitamente ruinoso y, de otra parte, un insulto callado a la mentira laboriosa de los ricos.”

Viernes Santo

Es Viernes Santo
y está bien tomar el cuerpo del Cristo
como el que toma un vermut.
Es bien juntar las manos y rezar
por un mundo mejor
y luego pasear esas calles
que agonizan de pena al sol
con la alegría de saberse entre los elegidos.

Es Viernes Santo
y es bien elegir cuidadosamente
el sujeto de nuestra compasión:
alguien limpio, no demasiado pesado,
casi de los nuestros,
lo suficientemente servil
como para aceptar cualquier cosa
que en realidad no necesitamos,
por pequeña que sea

Es Viernes Santo
y es bien acariciar la pena,
el dolor de los otros,
como quien acaricia
la tristeza de un perrito empapado
o el abandono de un peluche muerto,
emocionándonos con el incomparable
espectáculo de nuestra propia bondad.

domingo, abril 03, 2016

Amen

Nunca entendí muy bien por qué Costa Gavras decidió pegar el salto al cine norteamericano o, por lo menos, hablado en inglés.

Supongo que fue una decisión en la que lo profesional se impuso a lo personal y, aunque esa entrada se produjo con "Desaparecido", una extraodinaria película sobre la dictadura chilena del general Pinochet, de manera global los resultados están muy por debajo del nivel de toda su filmografía anterior.

Cinco años después de "Mad City" su último titulo en inglés. Costa Gavras regresa en 2002 al cine europeo con "Amen" y lo hace a lo grande, con una película que para mi gusto está al nivel de "Desaparecido", filmada 20 años antes.

Basada en una obra teatral, "Amén" nos cuenta las obligaciones que como poder terrenal la iglesia católica tiene precisamente con la tierra y sus cositas. En este caso, la posición ambigua que la institución que organiza y administra la fe de los cristianos tuvo con el nazismo y su persecucion de los judíos.

En "Amen" se contraponen las obligaciones que algunos cristianos que creen a pies juntillas la palabra de dios tienen para su conciencia con las obligaciones que la iglesia como institución tiene para con su posición en el mundo.

En este sentido, el alto nivel del clero vaticano parece olvidar aquellas palabras de Jesucristo que decían que su reino no es de este mundo y mientras, y como leitmotiv visual, los trenes van y vienen cargando y descargando seres humanos en los campos de exterminio, asistimos a un exasperante intento infructuoso por comunicar esa verdad al clero vaticano por parte de los protagonistas: un oficial de la SS y un sacerdote de la curia diplomática vaticana.

La información de primera mano que sobre el exterminio proporciona el oficial de las SS, Kurt Gerstein, nunca termina de conmover a la organización mundana, diplomática y política, que la iglesia católica parece ser por encima de todo.

Sólo al final, cuando es ya demasiado tarde, y los perseguidos se agolpan a sus puertas estas se abren, situación que coloca a la iglesia en su verdadera e infructuosa posición: en un mundo que se dice cristiano, la iglesia renuncia a intervenir sobre las causas, donde verdaderamente se la juega contra otros poderes mundanos, relegandose a sí misma a la gestión de los efectos negativos que esas causas producen.

Una posición claramente subalterna, que en nada cuestiona los males de este mundo y que se limita a la pura gestión de la desgracia.

Porque lo que "Amen" nos muestra es la posición histórica de la iglesia, su carácter siempre subalterno con respecto a unos poderes terrenales a los que, a cambio de la gestión de la caridad, ha proporcionado la legitimación ideológica desde el control de la educación.

Y así nos va.

Vivimos en un mundo lleno de cristianos que de cristiano tiene lo justo y parece que esa desgracia la propia iglesia nada tuviera que ver.

Porque su reino no ha sido de este mundo siempre que ha surgido la posibilidad de enfrentarse a los poderosos.

En "Amen", los verdaderos cristianos se sacrifican por su fe a espaldas de su iglesia.

Un tema esencial para entender el fracaso espiritual de occidente.

Costa Gavras en estado puro.

Magnífica.

sábado, abril 02, 2016

Batman v. Superman

Vaya por delante que estoy ¿desagradablemente sorprendido? por el aluvión de críticas negativas que está cosechando esta película.

También tengo que decir que todas las que me he tomado la molestia de leer están muy por debajo en cuanto a calidad de la película.

Tras leerlas fácilmente puedo categorizarlas en dos tipos: las emocionales (esperaba algo mejor) sin duda consecuencia de una inesperada falta de sexo en la noche anterior y las racionales (dónde está Metropolis y dónde está Gotham)  también sin duda como consecuencia de falta de sexo mucho más grave... otras muchas más noches.

En fin.... supongo que tocaba poner a parir "Batman v. Superman" y ya está.

Quiero decir... No estamos ante arte puro. No es Bergman, Tarkowsky o Wes Anderson, pero es buena mierda.

No es "Guerra y paz" pero tiene su argumento (aunque algunos digan que no tiene) y teniendo en cuenta la cantidad de hilos narrativos que componen el entramado general de la historia que se nos cuenta todo encaja más que menos... lo cual tiene su mérito porque la tendencia al pastiche es un error muy común en este tipo de superproducciones operísticas con vocación de totalidad.

Los personajes tienen  su entidad... Un Bruce Wayne jodido porque hay otro macho alfa cazando en su territorio, un Superman que sólo quiere que le dejen tranquilito con su Lois Lane, un villano interesante que Jesse Eisenberg compone con pedazos de Steve Jobs y Mark Zuckerberg y una Wonder Woman que es... eso... Wonder.

Las escenas de acción son espectaculares y están bien resueltas.

Hay incluso lugar para momentos en que los personajes pueden desplegar, desde los primeros planos, su minima psicología y lo hacen con, incluso, alguna buena línea de diálogo.

y Para los masturbadores y amantes del comic que están con el metro buscando la linde que separa Gotham de Metropolis se pude intuir medio pecho de Amy Adams.

En fin... No se.... "Batman v. Superman" es un buen producto de entretenimiento.

Cumple su objetivo de satisfacer al espectador cuando intercambia dos horas de su tiempo por el precio de una entrada.

El que escribe no ha tenido la incómoda sensación, como en otros recientes casos, de poder estar en otra parte.

Y cumple también el objetivo de ser eficaz puerta de entrada para una nueva franquicia cinematográfica

No se le puede pedir más pero eso sí, a la historia del cine no va a pasar. Pero creo que es demasiado fácil criticarla por eso.

El rollo no va a ser: No se cuál me gusta más "Ciudadano Kane" o "Batman v. Superman"....

Su rollo es otro: Funcionar.... Y funciona.

Por eso entiendo perfectamente la cara de Ben Affleck cuando le hablaban de esas críticas negativas. Costernado, el creador de "God will Hunting" o de "Argo" tampoco puede creerlo.

Sería la misma cara que pondría yo si "Batman v. Superman" me importase algo.



jueves, marzo 31, 2016

No hay culpa.
La tragedia no te afecta
ni te pertenece.
No es de tu mundo.
Ya lo dice por la tele un señor
con ademán entre compungido y severo
puntualmente a cada hora en punto.
El desastre es un espectaculo
que sucede muy lejos,
a gente demasiado pequeña,
por su mala cabeza
nacida para el defecto y el error.
Porque, y por el momento,
y mientras no se te comunique lo contrario
el mundo está en tus manos.
Aún puedes pagarlo comodamente a plazos,
sin llamarte a ningún error.
Mañana quién sabe,
ese empleado fiel
que algunos llaman "Dios" dirá.

martes, marzo 29, 2016

La dislocada ala se desgarra despavorida
contra el helado ardor de los barrotes
que de pronto la encierran
y, de ese desesperado frotar
que nadie escucha,
destellan oscuras manchas de abismo,
pedazos desgajados de alma
que se quiebran a solas,
a espaldas de la fiesta perpetua,
ante el helado juicio solitario del alfeizar,
una vez perdida para siempre
la eterna gracia del vuelo, del azul.

Nadie escucha el silencio
cuando se arroja por la ventana.
Nadie escucha cómo la nada
se rompe en mil pedazos contra el suelo.
Es mejor mirar para otro lado,
hacer como si nada hubiera sucedido
mientras se sueña otro deseo
que, como siempre, ya se escapa de las manos.
Por encima de todo,
por encima de todos los cadáveres,
la fiesta debe continuar.

lunes, marzo 28, 2016

L'atlantide

Georg Wilhelm Pabst es uno de los grandes nombres del cine de la República de Weimar (el nombre que se dio el estado alemán cuando ya no le dejaron ser más Prusia tras la Primera Guerra Mundial y antes de que decidiera llamarse Alemania).

Y también es uno de mis favoritos.

Su cine se caracteriza por un marcado carácter social y realista y capta muy bien el atribulado latido de la sociedad alemana de la inmediata postguerra, devorada por la inflación y la pobreza. Pero, y al mismo tiempo, tiene al sexo y al erotismo como principal gatillo que dispara las relaciones entre sus personajes, casi siempre conflictivas y excesivas como no podía ser de otra forma cuando se trata de ese oscuro objeto del deseo.

Cuando Pabst rueda "L'atlantide" lo mejor de su carrera ya había pasado.

Ya había filmado por ejemplo su mejor película, "Lulú o la caja de Pandora" basada en la obra de Franz Wedekind y que hizo de la americana Louise Brooks uno de los primeros mitos eróticos del cine.

Y también quedaban atrás "Bajo la máscara del placer" o "Tres páginas de un diario".

Pero como director de éxito que era aceptó rodar una superproducción de aventuras basada en la novela del escritor francés Pierre Benoit y a mayor gloria de la walkiria Brigitte Helm, una de las grandes estrellas del cine europeo de la época.

"L'atlantide" se mueve dentro de una hipótesis disruptiva: la misteriosa Atlántida no fue devorada por las aguas del océano sino por las arenas del desierto del Sahara

Sus protagonistas son dos oficiales de reconocimiento del ejército colonial francés que en misión especial se topan con el misterio de la Atlántida y, lo que es peor, con la belleza arrebatadora de Antinea (Brigitte Helm).

Pabst compone un fascinante relato de aventuras en donde el misterio tiene entidad, puede palparse, especialmente en el paseo que el capitan Saint Avit se da por la misteriosa ciudad en que ha despertado en busca de su compañero el capitán Morhange.

A partir de entonces, Pabst campa a sus anchas y construye una no menos fascinante historia de arrebatadora pasión en donde la muerte, como no podía ser de otra forma, tiene un lugar central.

En el cine de Pabst, el deseo es un laberinto que atrapa y enloquece a quienes se atreven a internarse en su interior.

El objeto de ese deseo siempre se evade, nunca está donde debiera estar, para ser poseído.

El resultado siempre es el drama y la tragedia.

El deseo y la muerte son dos puntos que están unidos por una línea muy recta que se llama locura.

Brillante.



domingo, marzo 27, 2016

The spectacle of skill. Robert Hughes,

"La fuga de capital especulativo hacia el mercado del arte ha hecho más por alterar y distorsionar la forma en que experimentamos la pintura y la escultura en los últimos veinte años que cualquier estilo, movimiento y polémica... Ninguna obra de arte tiene un valor intrínseco, del mismo modo que lo tiene un ladrillo o un coche. Su precio no puede, por supuesto, ser discutido en los términos de la teoría del valor-trabajo. El precio de una obra de arte es un indicador de deseo puro, irracional; y nada es más manipulable que el deseo"

sábado, marzo 26, 2016

Monsieur Verdoux

No tengo la menor duda de que cuando se valora positivamente "Monsieur Verdoux" se está teniendo en cuenta de manera global la figura de Charles Chaplin.

Algo así como si fuese inconcebible que este creador capital dentro de la historia del cine no pudiera hacer las cosas mal.

Es la única explicación que encuentro para quienes hablan con entusiasmo de esta película que aun no había visto y cuya visión me he decepcionado grandemente.

Por lo visto, y en su origen, "Monsieur Verdoux" es uno de esos tantos proyectos inacabados de Orson Welles; en concreto el proyecto tenía que ver con un personaje real, Landru, un honorable padre de familia que además fue un asesino de mujeres.

El tema no salió adelante pero Chaplin se quedó con la idea y la llevó a la práctica en 1947, siete años después de que firmara "El Gran Dictador".

Estoy seguro que "Monsieur Verdoux" representó muchas cosas para Chaplin quién, tras la segunda guerra mundial y una década de los treintas en que sólo firmó dos películas, concibe esta película como la presentación de un nuevo Chaplin, evolucionado, mayor y sonoro.

Y es aquí donde para mi comienza a fraguarse el problema de "Monsieur Verdoux", una película demasiado larga que incluye varias películas dentro de sí y, por si no fuera poco, encerrando una antítesis más que evidente: el humor negro del Chaplin mayor y sonoro con la comedia visual y de gags del Chaplin joven y mudo... Y ya para empezar ambos planteamientos se dan de bofetadas en una historia de humor negro, que sólo funciona merced a la generosidad del espectador que es capaz de entender de manera fragmentaria una historia que debiera ser única y global.

Pero además también está el Chaplin político que emerge desafiante en sus dos películas de la década de los treintas: Tiempos Modernos (1938) y "El Gran Dictador" (1940).

En "Monsieur Verdoux" Chaplin también se reserva un momento para hacer un discurso político con el que estoy de acuerdo desde el punto de vista sociológico y politológico pero que no funciona demasiado como argumento de defensa del criminal Verdoux ante el juez. Y no funciona no porque no tenga sustento sino porque de pronto aparece.

Antes Verdoux no ha dicho nada.

Se ha limitado a matar y a hacer reíral espectador.... pero también llorar porque hay otra película más dentro de "Monsieur Verdoux": otra linea argumental, la del Chaplin sensiblero, centrado en la vagabunda a la que su personaje perdona la vida.

No sigo.

El resultado es un pastiche que además se hace demasiado largo sin duda para hacer lugar a todas esas historias de manera que respiren.

Tiene toda la pinta de que en los siete años que separan "El Gran dictador" de "Monsieur Verdoux" Chaplin quiso hacer muchas películas y, cuando tuvo la oportunidad, decidió juntarlas en una sola. Pero también tiene toda la pinta que el nuevo Chaplin no supo separarse del viejo Chaplin.

Y como digo el resultado no es bueno.

Otra cosa es que él y su personaje del vagabundo merezcan todo el crédito del mundo, pero lo cierto es que por si misma "Monsieur Verdoux" es un contenedor en el que uno, si se lo propone, puede saltar de un buen momento a otro, de una risa a una lagrima pero si hubiera sido firmada por otro la historia tendría otra opinión.

En su momento "Mosnieur Verdoux" no funcionó y para mi gusto no sin motivo.

Decepcionante.

jueves, marzo 24, 2016

Aún debiera ser posible la virtud de esperar
O, por lo menos, la exhibicion ostentosa
del inmenso vacío que representa su ausencia,
como si fuese algo,
una especie de fiesta de guardar
en honor de algún dios ya lleva siglos bien muerto.
Aún debiera ser posible, pero no.
El tiempo arrecia al otro lado de la puerta,
crepita impaciente como lluvia en la ventana.
y sabes que ningún mal dura cien años,
incluidos tus errores y tú,

su supremo hacedor.

Truman

No hay que dar más vueltas al tema.

La base del encanto de esta magnífica película filmada y escrita por el barcelonés Cesc Gay es tan vieja como Gilgamesh.

En "Truman" no hay ni trampa ni cartón, sólo una muy buena historia contada con talento y sensibilidad, una historia que se desarrolla mediante personajes creíbles, llenos de vida y que además están interpretados por magníficos actores.

Nada más... ni, por supuesto, nada menos.

"Truman" nos habla de la amistad ante la muerte. También nos habla de un legado, un perro que da nombre a la película y que resume de manera metafórica el vinculo que une a Julián (Ricardo Darin) y Tomás (Javier Cámara).

El contexto es la visita que, desde la lejana Canadá, Tomás hace al enfermo Julián.

Una visita que durará cinco días que conmoverán a ambos personajes mutuamente, de manera profunda y convirtiendo poco a poco, la película en un hermoso canto a la amistad, a esa familia no de sangre y que uno elije mientras le acompaña la vida y el tiempo.

Ya decía Aristoteles que la amistad es una alma que habita dos cuerpos.

"Truman" va exactamente de éso.

Magnífica.

La marcia su Roma

El bufón es un personaje transversal a lo largo de toda la historia de la dramaturgia.

Su capacidad de hacer reír a los ricos y poderosos le confiere un estatus especial que le permite la posibilidad de decir la verdad, las cosas como son.

Un ejemplo esencial es el bufón que aparece en la shakesperiana "Rey Lear", un personaje capaz de hacer reír y al mismo tiempo de decir la verdadera condición de los actos ejecutados por el protagonista.

Y si algo deja claro el arquetipo del bufón es que la capacidad de hacer reír genera un inmediato estatus de inmunidad y valor hasta el punto de que el rey se piensa dos veces en cortar una lengua afilada que al mismo tiempo tiene la capacidad de hacerle reír.

Toda ésta introducción viene al caso por el importante papel que ha jugado la comedia para contar a los italianos las cosas importantes de la historia reciente de su país.

La comedia ha sido ese muy oportuno bufón y, aunque el cine italiano ha producido un cine político más que interesante encabezado por talentos como Francesco Rosi o Gillo Pontecorvo; también ha generado toda una línea basada en la comedia, una comedia que siempre deviene amarga en algún momento de sus tramas, dejando al espectador muchas veces con la risa helada en los labios.

Dirigida por Dino Risi en 1962, "La marcia su Roma" es un magnífico ejemplo de ese carácter político y social que la comedia ha tenido dentro del cine italiano.

Porque al terminar de verla uno se hace una idea bastante precisa del origen y el éxito del fascismo en la sociedad italiana posterior a la Primera Guerra  Mundial.

De la mano de Domenico Rochetti (Vittorio Gassman) y Umberto Gavazza (Ugo Tognazzi), la película nos cuenta la intrahistoria del viaje que los fascistas realizaron a la capital de su país, en 1923. Esta marcha fue la definitiva manifestación de fuerza de los fascistas, la escenificación de un poder que era a su vez parte de un escenario mayor en el que los fascistas interpretaban una posición de poder y las clases dirigentes interpretaban el papel de impresionados por semejante demostración de fuerza porque se trataba de los comunistas o de ellos

Y el resultado fue la oferta a Benito Mussolini del puesto de primer ministro por parte del rey Victor Manuel III.

Pero lo que encuentran Rochetti y Gavazza en el fascismo es un lugar, un orden en el que refugiarse del brutal desorden que arrecia en una sociedad azotada por la difícil situación económica de la postguerra.

Es cierto que se trata de un orden muy loco, ahí está la comedia, pero lo más importante es que se trata de un orden, de algo que hacer, de un sentido al que Rochetti y Gavazza casi se abrazan sin pensarlo, dejándose llevar por ese instinto casi animal que como especie nos lleva a necesitar un sentido.

Y lo que "La marcia su Roma" muestra es que ese sentido pertenece siempre a otro.

Rochetti y Gavazza lo descubren cuando confiscan el coche al marqués en nombre de un sentido que muy pronto descubrirán que pertenece más al marqués que a ellos mismos.

Ese es el gran problema de vivir el sentido de otros, que uno no se pertenece deviniendo a condición de herramienta, de instrumento que es útil mientras es escenario.

Y ese es el gran peligro de aceptar la realidad como incuestionable.

La realidad no es más que un determinado sentido y como tal siempre pertenece a alguien.

Brillante.





lunes, marzo 21, 2016

Poesía

Escribe Yorgos Séferis, uno de los más grandes poetas griegos, la para mi gusto mejor definición de la poesía desde la perspectiva del poeta.

Dice Seferis que "a tientas vas buscando la lanza destinada a perforar tu corazón para abrirlo a la luz".

Seferis fue diplomático y muchos años estuvo fuera de ese poderoso sol del egeo griego, un sol a cuya ausencia asociada a los perdidos días de su infancia dedica la mayor parte de sus preciosos versos.

Los versos que cito pertenecen a su último libro, "Tres poemas secretos", publicado en 1966.

Seferis no volvió a escribir más y siempre he titulado este maravilloso libro para mis adentros como "Tres poemas póstumos" porque el libro tiene para mi gusto un evidente carácter testamentario, de constatación de una individualidad despreocupadamente tendida al cielo de la posteridad.

"Tres poemas secretos" es un libro pequeño en el que sin duda está presente esa nostalgia de la tierra griega, de esa luz recordada por Seferis como el sabor de una fruta jugosa cuyo recuerdo aún es capaz de apurar, pero también siempre me ha parecido que esa luz habla también de su propia condición de poeta.

No en vano Seferis se define a si mismo como un asunto de luz en otro verso de ese mismo libro.

Y no en vano el trabajo del poeta es precisamente buscar esa lanza, esa palabra precisa, destinada a perforar su corazón para abrirlo a la luz.

Después de todo, y etimológicamente hablando, la palabra "poesía" está directamente emparentada con la palabra griega "poiesis" que no significa otra cosa que la causa eficiente que hace que las cosas sean, que hace que las cosas abandonen la oscuridad para manifestarse concretas en la luz.

En este sentido, la poesía es a más sagrada poiesis y tiene que ver con la luz, esa luz de la infancia que Seferis echaba tanto en falta en el final de sus años seguramente porque nunca pudo mirar tan lejos y con tanta certeza como bajo aquella iridiscencia que a todo lo empapaba de arrasadora certeza.

No hay poesía sino hay oscuridad, pero aquella tampoco existe sin que aparezca la luz, la concrección de aquello que permanecía oculto, confundido con la oscuridad, sentido pero inexistente porque permanece indefinido entre las sombras de lo que aún no ha podido ser dicho.

Ya lo decía Hölderlin, "lo que dura lo fundan los poetas".

Es una pena que ya no se les escuche.

Sin ellos, sin la iluminación que trae consigo la lucidez de su palabra, solo existe la oscuridad que todo lo devora.

El trabajo del poeta es esencial: escuchar nuestra oscuridad buscando la manera de pronunciarla.

Y ahora mismo, en estos tiempos que vivimos, no puedo penar en nada que sea más importante.

Lee poesía.

Encuentra a tu poeta, ese que es capaz de cifrar lo que siempre ha permanecido indescifrable y oscuro a tu entendimiento.

Es importante.

Quién sabe!

Quizá consiga con su palabra abrir tu corazón a esa perdida luz.


domingo, marzo 20, 2016

Breve historia del neoliberalismo. David Harvey

“Las tasas de crecimiento agregado globales se situaron en el 3,5 por ciento o más en la década de 1960 e incluso durante la complicada década de 1970 cayeron solamente al 2,4 por ciento. Sin embargo, las tasas de crecimiento posteriores de 1.4 por ciento y 1.1 por ciento para los años 1980 y 1990 (y una velocidad que apenas toca el 1 por ciento desde el año 2000) indican que la neoliberalización ha fracasado ampliamente para estimular el crecimiento en todo el mundo”.