REFLEJOS
martes, agosto 30, 2011
TROPA DE ELITE 2: EL ENEMIGO ES OTRO
Cuando se diga que nunca segundas parte fueron buenas y que sólo hay una excepción que es la segunda parte de El Padrino, habría que empezar a añadir esta película en el olimpo de segundas ediciones que superan a sus predecesoras.
Si en la primera "Tropa de elite" se nos mostraba el día a día de la lucha de la policía militar contra el crimen en las favelas y se hacía con talento, fuerza y ritmo, desde la perspectiva nada políticamente correcta del capitán Nascimento, en esta segunda nos encontramos con un relato que mantiene talento descriptivo, fuerza en las imágenes y situaciones y ritmo narrativo y lo hace para ponerlo al servicio de una historia de corrupción política.
Una historia que en la mejor línea inaugurada por esa joya de la ficción televisiva llamada "The wire" empieza en un penal de Rio de Janeiro para terminar en Brasilia, en el parlamento nacional brasileño... Y esa historia es una viaje en el que el ahora Teniente Coronel Nascimento descubre que esa ley y ese orden por el que ha luchado son parte de un entramado sistemático de corrupción que utiliza a otro sistema como es el democrático para esconderse.
"El enemigo es otro" es un relato descarnado y violento sobre la corrupción y lo que es más importante sobre aquellos que se corrompen... pero también es un relato desesperado y melancólico sobre el destino que aguarda a quienes deciden no hacerlo.
Una mirada al oscuro abismo que sustenta nuestra sociedad que en ocasiones va más allá de lo meramente narrativo para convertirse en puro documento de una fenomenología difusa pero incuestionable.
Como en "The wire" todo está relacionado en "El enemigo es otro" y en este sentido nada diferencia a una ciudad del primer mundo como Baltimore de otra del tercero como es Río de Janeiro. Las dos comparten una misma realidad de intereses creados, una realidad que existe paralela y virtual a la de los derechos y deberes en la que viven la mayoría de ciudadanos.
Magnífica.
Cuando se diga que nunca segundas parte fueron buenas y que sólo hay una excepción que es la segunda parte de El Padrino, habría que empezar a añadir esta película en el olimpo de segundas ediciones que superan a sus predecesoras.
Si en la primera "Tropa de elite" se nos mostraba el día a día de la lucha de la policía militar contra el crimen en las favelas y se hacía con talento, fuerza y ritmo, desde la perspectiva nada políticamente correcta del capitán Nascimento, en esta segunda nos encontramos con un relato que mantiene talento descriptivo, fuerza en las imágenes y situaciones y ritmo narrativo y lo hace para ponerlo al servicio de una historia de corrupción política.
Una historia que en la mejor línea inaugurada por esa joya de la ficción televisiva llamada "The wire" empieza en un penal de Rio de Janeiro para terminar en Brasilia, en el parlamento nacional brasileño... Y esa historia es una viaje en el que el ahora Teniente Coronel Nascimento descubre que esa ley y ese orden por el que ha luchado son parte de un entramado sistemático de corrupción que utiliza a otro sistema como es el democrático para esconderse.
"El enemigo es otro" es un relato descarnado y violento sobre la corrupción y lo que es más importante sobre aquellos que se corrompen... pero también es un relato desesperado y melancólico sobre el destino que aguarda a quienes deciden no hacerlo.
Una mirada al oscuro abismo que sustenta nuestra sociedad que en ocasiones va más allá de lo meramente narrativo para convertirse en puro documento de una fenomenología difusa pero incuestionable.
Como en "The wire" todo está relacionado en "El enemigo es otro" y en este sentido nada diferencia a una ciudad del primer mundo como Baltimore de otra del tercero como es Río de Janeiro. Las dos comparten una misma realidad de intereses creados, una realidad que existe paralela y virtual a la de los derechos y deberes en la que viven la mayoría de ciudadanos.
Magnífica.
lunes, agosto 29, 2011
sábado, agosto 27, 2011
THE ROAD
No es una película agradable "The road".
Basada en el relato homónimo del novelista norteamericano Cormac McCarthy, "The road" nos cuenta la esforzada odisea de un padre y su hijo en busca del mar y a través de un mundo que se descompone y agoniza ante sus ojos.
Su formato es el de una "road movie".
Hay un viaje, un propósito a cuyo paso suceden una serie de encuentros que van componiendo un angustioso paisaje de destrucción y caos en el que parece que ya no hay lugar para la esperanza. Pero, y por encima de todo, "The road" es una película sobre ese sentimiento tan complicado y difícil de sentir llamado esperanza.
En el interior del padre protagonista, magnificamente interpretado por Viggo Mortensen, brilla ese esfuerzo, el esfuerzo por la esperanza. A diferencia de su mujer que se deja ir, el padre intenta continuar intentando buscar un lugar mejor para su hijo.
Nada parece indicar que esa posibilidad pueda existir en un mundo postapocalíptico en el que el hombre se ha convertido en un lobo para el hombre en todos los sentidos de la acepción, pero el hombre continúa con su camino hacia el mar, atravesando un paisaje de desértica desolación en el que no hay nada que invite a la esperanza. Y sin embargo el hombre y su hijo continúan adelante. Él no se rinde. Desesperadamente espera el imposible milagro de que la realidad se transmute en su deseo.
Es cierto. "The road" no es una película fácil de ver, pero también se trata de una hermosa parábola en la que, entre tanta oscuridad, brilla lo mejor de la naturaleza humana: la capacidad para la esperanza, la fuerza de voluntad y la capacidad para el sacrificio. Todas ellas encarnadas en el maravilloso y poderoso personaje de ese padre convertido en un autómata entregado de forma inevitable y ciega a todos esos sentimientos morales.
Hay dos tipos de seres humanos, los que se adaptan a la realidad (y hacen lo que se espera de ellos) y los que la mandan a la mierda (y hacen lo que creen que deben hacer). "The road" nos habla del segundo tipo. Casi siempre fracasan, pero su materia es la misma materia con la que los otros tejen sus más secretos sueños.
Brillante.
No es una película agradable "The road".
Basada en el relato homónimo del novelista norteamericano Cormac McCarthy, "The road" nos cuenta la esforzada odisea de un padre y su hijo en busca del mar y a través de un mundo que se descompone y agoniza ante sus ojos.
Su formato es el de una "road movie".
Hay un viaje, un propósito a cuyo paso suceden una serie de encuentros que van componiendo un angustioso paisaje de destrucción y caos en el que parece que ya no hay lugar para la esperanza. Pero, y por encima de todo, "The road" es una película sobre ese sentimiento tan complicado y difícil de sentir llamado esperanza.
En el interior del padre protagonista, magnificamente interpretado por Viggo Mortensen, brilla ese esfuerzo, el esfuerzo por la esperanza. A diferencia de su mujer que se deja ir, el padre intenta continuar intentando buscar un lugar mejor para su hijo.
Nada parece indicar que esa posibilidad pueda existir en un mundo postapocalíptico en el que el hombre se ha convertido en un lobo para el hombre en todos los sentidos de la acepción, pero el hombre continúa con su camino hacia el mar, atravesando un paisaje de desértica desolación en el que no hay nada que invite a la esperanza. Y sin embargo el hombre y su hijo continúan adelante. Él no se rinde. Desesperadamente espera el imposible milagro de que la realidad se transmute en su deseo.
Es cierto. "The road" no es una película fácil de ver, pero también se trata de una hermosa parábola en la que, entre tanta oscuridad, brilla lo mejor de la naturaleza humana: la capacidad para la esperanza, la fuerza de voluntad y la capacidad para el sacrificio. Todas ellas encarnadas en el maravilloso y poderoso personaje de ese padre convertido en un autómata entregado de forma inevitable y ciega a todos esos sentimientos morales.
Hay dos tipos de seres humanos, los que se adaptan a la realidad (y hacen lo que se espera de ellos) y los que la mandan a la mierda (y hacen lo que creen que deben hacer). "The road" nos habla del segundo tipo. Casi siempre fracasan, pero su materia es la misma materia con la que los otros tejen sus más secretos sueños.
Brillante.
viernes, agosto 26, 2011
UNA VIEJA AMANTE
El sexo ocupa un lugar esencial en el cine de la directora francesa Catherine Breillat y tiene todo el sentido atrajese su atención la adaptación cinematográfica de esta novela del escritor decimonónico Barbey d’Aurevilly.
En la línea de "Las amistades peligrosas" de Choderlos de Laclos, "Una vieja amante" cuenta la historia del triángulo amoroso que mantienen el libertino aristócrata Ryno de Marigny, su sensual amante Vellini y su hermosa mujer Hermengarde. La irresisitible atracción que contra todo propósito de enmienda siente Ryno por su amante Vellini justifica una historia de engaño y traición que promete mucho más de lo que ofrece.
Tiene toda la pinta de que Catherine Breillat ha buscado indagar en el misterio de esa irresistible atracción que Marigny siente por su concubina, pero no tengo muy claro de que realmente lo consiga con una obra desigual que no ofrece nada nuevo (porque seguramente no pueda haberlo) y que lo hace de una manera demasiado fría, solemne y ampulosa... para tratarse del tema que se trata.
Aceptable.
El sexo ocupa un lugar esencial en el cine de la directora francesa Catherine Breillat y tiene todo el sentido atrajese su atención la adaptación cinematográfica de esta novela del escritor decimonónico Barbey d’Aurevilly.
En la línea de "Las amistades peligrosas" de Choderlos de Laclos, "Una vieja amante" cuenta la historia del triángulo amoroso que mantienen el libertino aristócrata Ryno de Marigny, su sensual amante Vellini y su hermosa mujer Hermengarde. La irresisitible atracción que contra todo propósito de enmienda siente Ryno por su amante Vellini justifica una historia de engaño y traición que promete mucho más de lo que ofrece.
Tiene toda la pinta de que Catherine Breillat ha buscado indagar en el misterio de esa irresistible atracción que Marigny siente por su concubina, pero no tengo muy claro de que realmente lo consiga con una obra desigual que no ofrece nada nuevo (porque seguramente no pueda haberlo) y que lo hace de una manera demasiado fría, solemne y ampulosa... para tratarse del tema que se trata.
Aceptable.
miércoles, agosto 24, 2011
"No quiero sugerir que la filosofía de la física contemporánea niegue o incluso ponga en duda la realidad del mundo externo sino que, de una manera u otra, suspende el juicio sobre lo que pueda ser la realidad misma o considera la pregunta incontestable. Convertida en un principio metodológico, esta suspensión tiene una doble consecuencia: a) fortalece el cambio del acento teórico desde el metafísico «Qué es...?» (ΤΊ ΕΣΤΊΝ ) al funcional «Cómo...?» y b) establece una certeza práctica (aunque de ningún modo absoluta) que, en sus operaciones con la materia, está libre con buena conciencia del compromiso con cualquier sustancia fuera del contexto operacional. En otras palabras, teóricamente, la transformación del hombre y la naturaleza no tiene otros límites objetivos que aquellos que ofrece la facticidad bruta de la materia, su resistencia todavía no domada al conocimiento y al control."
(El hombre unidimensional. Herbert Marcuse)
(El hombre unidimensional. Herbert Marcuse)
martes, agosto 23, 2011
domingo, agosto 21, 2011
"Hay masas, pero falta ejemplaridad..."
(¿Eclipse de Dios?)
Por ejemplo, millones de jóvenes soportando un arrasador sol de 40 grados durante todo el día, esperando a escuchar lo que el Papa tiene que decir, pero éste, interrumpido por una tormenta, decide no continuar con su discurso...
(Leer más)
Seguro que se lo han perdonado, pero ese perdón no debe disimular el hecho de que debería haber continuado el discurso... después de todo se trata del presuntamente santo mensaje de un presuntamente hombre santo, pero una tormenta lo interrumpe y después queda interrumpido, cortado, para siempre.
Alguien se imagina el sermón de la montaña interrumpido para siempre por una tormenta.
El mensaje siempre es el mensaje y su peso y su valor deben definir su relación con las circunstancias siempre cambiantes de la existencia. Y si es tan esencial nada debe interrumpirlo, pero no debería ser muy importante lo que Ratzinger iba a decir porque podrá esperar ya para siempre... o quizá es que puede ser obviado porque en realidad se trata de lo de siempre.
En fin, un ejemplo más de que a la iglesia le sobra la literatura galante, poesía pastoril sobre la alegría y el amor y le falta el ejemplo, el compromiso real con una sociedad cada vez más injusta. Y sobre ese compromiso la iglesia pasa de puntillas, montada sobre unos mocasines de raso rojos, cumpliendo desde luego la encomiable tarea caritativa de asistir a los restos del naufragio, pero no haciendo realmente nada que pueda realmente influir en el intento decidido de evitar todo ese dolor.
Y esa hipocresía esencial es la que la lastra dentro de un mundo que, por su cuenta (y riesgo), se aleja cada vez más de lo espiritual.
Y en realidad la iglesia necesita a los jóvenes mas que los jóvenes a la iglesia... o por lo menos en igual medida porque es verdad que son el futuro, pero un futuro desde la perspectiva de la viabilidad de la Iglesia como proyecto.
¿Dónde está la doctrina social de la iglesia?
Tan preocupada por el aborto, por el destino de los que aún no han nacido, y tan poco preocupada por el destino de los que están ya en el mundo, salvo para recoger los pedazos de todos aquellos a los que ya ha triturado un mencanismo para el que la iglesia parece no tener opinión ni calificación moral y, en el caso de que la tenga de palabra, en algún discurso, mucho más brillan por su ausencia los posicionamientos, las acciones, las intervenciones, la participación real en un mundo real que la devuelvan a la arena, al riesgo de ser devorada por los nuevos leones de los nuevos emperadores.
La JMJ termina hoy y el ayuntamiento debería instaurar un servicio de barrenderos poéticos que se lleven al vertedero límbico de la vaciedad los millones de toneladas de metáforas, retruecanos y metonimias que se han vertido en las calles de Madrid a lo largo de toda esta semana.
¿Dónde están todos esos cristianos los días de diario a las ocho y media de la mañana?
Yo no los veo.
sábado, agosto 20, 2011
"En la realidad social, a pesar de todos los cambios, la dominación del hombre por el hombre es todavía la continuidad histórica que vincula la Razón pre-tecnológica con la tecnológica. Sin embargo, la sociedad que proyecta y realiza la transformación tecnológica de la naturaleza, altera la base de la dominación, reemplazando gradualmente la dependencia personal (del esclavo con su dueño, el siervo con el señor de la hacienda, el señor con el donador del feudo, etc.) por la dependencia al «orden objetivo de las cosas» (las leyes económicas, los mercados, etc.). Desde luego, el «orden objetivo de las cosas» es en sí mismo resultado de la dominación, pero también es cierto que la dominación genera ahora una racionalidad más alta: la de una sociedad que sostiene su estructura jerárquica mientras explota cada vez más eficazmente los recursos mentales y naturales y distribuye los beneficios de la explotación en una escala cada vez más amplia. Los límites de esta racionalidad, y su siniestra fuerza, aparecen en la progresiva esclavitud del hombre por parte de un aparato productivo que perpetúa la lucha por la existencia y la extiende a una lucha internacional total que arruina las vidas de aquellos que construyen y usan este aparato."
(El hombre unidimensional, Herbert Marcuse)
(El hombre unidimensional, Herbert Marcuse)
SUPER 8
En las entrevistas, J.J. Abrams se ha hartado de decir que en buena medida la razón de existir de "Super 8" tiene que ver con la admiración que el director y guionista siente por el cine de Steven Spielberg.
No necesitaba decirlo.
En el entramado narrativo de "Super 8" hay claros puntos de fuga que llevan al Spielberg que dominó el cine comercial durante los últimos 25 años del siglo pasado y, en concreto, al Spielberg nostálgico que se presenta a través de niños que son todo mirada y sueño, niños que pueden ser pequeños (el protagonista de "E.T.") o grandes (el personaje que interpreta Richard Dreyfuus en "Encuentros en la tercera fase") y que son incapaces de ver las cosas sin las gafas de la fantasía y lo aspiracional, que se acercan al mundo mediante las historiasque ven o leen.
A través de ellos Spielberg realiza el inconfesable deseo de que esas fantasías se realizen ante la incredulidad del más escéptico y realista entorno. Lo que parece lastrarles se convierte en capacidad que les hace absolutamente capaces de creer y comprender la magia que está sucediendo, convirtiéndoles en agente transmisor de esa magia a todos los que le rodean.
El defecto se convierte en virtud y el incomprendido geek se vuelve héroe aceptado y respetado por su entorno.
Y "Super 8" extiende sus raíces sobre ese terreno que en buena medida es una transformación de la ideología disneyana que, a su vez, en buena medida es una parte importante de la cara amable del sueño americano: Si lo deseas con fuerza, de verdad (la letra pequeña del contrato), los sueños siempre se cumplen.
Su historia se sitúa en un nostálgico verano de mediados de los setentas. Un grupo de adolescentes ocupa su tiempo rodando una película de zombies y esa pasión les pondrá en contacto con otra trama de extraterrestres en la tierra a través de un accidente de tren que sucede cerca de su ciudad.
Pero desgraciadamente Abrams no es Spielberg.
"Super 8" va perdiendo interés conforme avanza, si bien mantiene un interés aceptable dentro de lo previsible de un desarrollo que en un momento determinado deja de sorprender. Principalmente carece de ese lirismo Spielberiano en buena parte debido al talento de ese gran compositor de bandas sonoras que fue John Williams que se aliaba perfectamente con la talentosa capacidad técnica que el director norteamericano tenía a la hora de planificar secuencias desde una perspectiva emocional.
Salta a la vista que Abrams es sobre todo un guionista que dirige, desaprovechando situaciones que sin duda alguna el maestro Spielberg habría convertido en lacrimógenas y/o emocionantes, especialmente la historia de amor adolescente entre Joe y Alice quedándose demasiado fuera y en la que uno echa en falta primeros planos de gestos y miradas (cosa cada vez más habitual en el cine y que va en su contra de su capacidad como medio artístico de expresión, porque la profundidad emocional siempre está en los rostros de los actores que encarnan a los personajes).
No obstante, y por si misma, "Super 8" es una película entretenida, con algún buen momento y algún otro claramente desaprovechado si lo que has querido es poner por obra tu admiración hacia el talento de Steven Spielberg... y eso que en teoría es el productor.
En las entrevistas, J.J. Abrams se ha hartado de decir que en buena medida la razón de existir de "Super 8" tiene que ver con la admiración que el director y guionista siente por el cine de Steven Spielberg.
No necesitaba decirlo.
En el entramado narrativo de "Super 8" hay claros puntos de fuga que llevan al Spielberg que dominó el cine comercial durante los últimos 25 años del siglo pasado y, en concreto, al Spielberg nostálgico que se presenta a través de niños que son todo mirada y sueño, niños que pueden ser pequeños (el protagonista de "E.T.") o grandes (el personaje que interpreta Richard Dreyfuus en "Encuentros en la tercera fase") y que son incapaces de ver las cosas sin las gafas de la fantasía y lo aspiracional, que se acercan al mundo mediante las historiasque ven o leen.
A través de ellos Spielberg realiza el inconfesable deseo de que esas fantasías se realizen ante la incredulidad del más escéptico y realista entorno. Lo que parece lastrarles se convierte en capacidad que les hace absolutamente capaces de creer y comprender la magia que está sucediendo, convirtiéndoles en agente transmisor de esa magia a todos los que le rodean.
El defecto se convierte en virtud y el incomprendido geek se vuelve héroe aceptado y respetado por su entorno.
Y "Super 8" extiende sus raíces sobre ese terreno que en buena medida es una transformación de la ideología disneyana que, a su vez, en buena medida es una parte importante de la cara amable del sueño americano: Si lo deseas con fuerza, de verdad (la letra pequeña del contrato), los sueños siempre se cumplen.
Su historia se sitúa en un nostálgico verano de mediados de los setentas. Un grupo de adolescentes ocupa su tiempo rodando una película de zombies y esa pasión les pondrá en contacto con otra trama de extraterrestres en la tierra a través de un accidente de tren que sucede cerca de su ciudad.
Pero desgraciadamente Abrams no es Spielberg.
"Super 8" va perdiendo interés conforme avanza, si bien mantiene un interés aceptable dentro de lo previsible de un desarrollo que en un momento determinado deja de sorprender. Principalmente carece de ese lirismo Spielberiano en buena parte debido al talento de ese gran compositor de bandas sonoras que fue John Williams que se aliaba perfectamente con la talentosa capacidad técnica que el director norteamericano tenía a la hora de planificar secuencias desde una perspectiva emocional.
Salta a la vista que Abrams es sobre todo un guionista que dirige, desaprovechando situaciones que sin duda alguna el maestro Spielberg habría convertido en lacrimógenas y/o emocionantes, especialmente la historia de amor adolescente entre Joe y Alice quedándose demasiado fuera y en la que uno echa en falta primeros planos de gestos y miradas (cosa cada vez más habitual en el cine y que va en su contra de su capacidad como medio artístico de expresión, porque la profundidad emocional siempre está en los rostros de los actores que encarnan a los personajes).
No obstante, y por si misma, "Super 8" es una película entretenida, con algún buen momento y algún otro claramente desaprovechado si lo que has querido es poner por obra tu admiración hacia el talento de Steven Spielberg... y eso que en teoría es el productor.
LOS HERMANOS KARAMAZOV
Escrita entre los años 1879 y 1880, "Los hermanos Karamazov" es tanto por cantidad como por calidad una de las obras cumbre de su autor: el ruso Fiodor Dostoievski.
Rodeado de más de una decena de hilos narrativos secundarios, el contenido esencial de la novela es el asesinato de Fiodor Pavlovitch Karamazov, padre de los hermanos que dan título a la novela; crimen del que es acusado Dimitri, el hermano mayor, un depravado ex-militar de vida licenciosa comido por las deudas.
Por lo visto, Dostoievski escribió el libro preocupado por la situación social y política de la Rusia de finales del XIX, planteando la historia de una familia descompuesta, cuyos miembros se odian entre sí, como metáfora de esa situación complicada de ese momento.
Dostoievski utiliza esta situación narrativa para plantear temas de mayor enjundia; temas de carácter filosófico y religioso que abundan en la necesidad que el ser humano tiene de valores a través de los cuales estructurar y orientar su vida.
Para el autor el ser humano necesita a Dios o alguna idea estructuradora que se le parezca para poder existir de una forma que no sea vana y de todo modo la novela nos muestra el largo viaje que Dimitri realiza desde la desorientación hacia el sentido. Si bien, y aunque la novela hace un énfasis específico en la necesidad que el ser humano tiene de Dios como expresión de una ética y de una perspectiva que de sentido a la vida, Dimitri encuentra ese sentido en el amor correspondido de la bella Agrafena Alejandrovna (Gruchegnka)
Doistoievski no sólo habla de la necesidad de Dios (que también). De modo general, el autor plantea la necesidad que cada personaje tiene de una mirada, de una perspectiva que de sentido a una realidad que por si sola carece de propósito. Y ese sentido puede ser encontrado de muchas formas, siendo la fe religiosa una de las variantes mas eficaces y poderosas. No en vano, Aliosha, el hermano Karamazov más joven, es el más próximo a la religión y el más equilibrado y estructurado de los tres.
Dostoievski es uno de los grandes.
Sus personajes se enfrentan al absurdo nihilista de una existencia que siempre es un asunto insoportable en tanto en cuanto no se encuentre una razón para existir, que les oriente en el laberinto de los días y de las noches por el que todos parecen vagar perdidos. Y la posibilidad de escape sólo es posible a través de algo tan intangible como el sentido, un intangible que sin embargo provee a la mirada de quién lo posee la suficiente fuerza como para otorgar tangibilidad al mundo y a todo lo que forma parte de él.
"Los hermanos Karamazov" es una evidente prueba de inmenso talento del escritor ruso.
Fedor Dostoiewski - Los hermanos Karamazov
Escrita entre los años 1879 y 1880, "Los hermanos Karamazov" es tanto por cantidad como por calidad una de las obras cumbre de su autor: el ruso Fiodor Dostoievski.
Rodeado de más de una decena de hilos narrativos secundarios, el contenido esencial de la novela es el asesinato de Fiodor Pavlovitch Karamazov, padre de los hermanos que dan título a la novela; crimen del que es acusado Dimitri, el hermano mayor, un depravado ex-militar de vida licenciosa comido por las deudas.
Por lo visto, Dostoievski escribió el libro preocupado por la situación social y política de la Rusia de finales del XIX, planteando la historia de una familia descompuesta, cuyos miembros se odian entre sí, como metáfora de esa situación complicada de ese momento.
Dostoievski utiliza esta situación narrativa para plantear temas de mayor enjundia; temas de carácter filosófico y religioso que abundan en la necesidad que el ser humano tiene de valores a través de los cuales estructurar y orientar su vida.
Para el autor el ser humano necesita a Dios o alguna idea estructuradora que se le parezca para poder existir de una forma que no sea vana y de todo modo la novela nos muestra el largo viaje que Dimitri realiza desde la desorientación hacia el sentido. Si bien, y aunque la novela hace un énfasis específico en la necesidad que el ser humano tiene de Dios como expresión de una ética y de una perspectiva que de sentido a la vida, Dimitri encuentra ese sentido en el amor correspondido de la bella Agrafena Alejandrovna (Gruchegnka)
Doistoievski no sólo habla de la necesidad de Dios (que también). De modo general, el autor plantea la necesidad que cada personaje tiene de una mirada, de una perspectiva que de sentido a una realidad que por si sola carece de propósito. Y ese sentido puede ser encontrado de muchas formas, siendo la fe religiosa una de las variantes mas eficaces y poderosas. No en vano, Aliosha, el hermano Karamazov más joven, es el más próximo a la religión y el más equilibrado y estructurado de los tres.
Dostoievski es uno de los grandes.
Sus personajes se enfrentan al absurdo nihilista de una existencia que siempre es un asunto insoportable en tanto en cuanto no se encuentre una razón para existir, que les oriente en el laberinto de los días y de las noches por el que todos parecen vagar perdidos. Y la posibilidad de escape sólo es posible a través de algo tan intangible como el sentido, un intangible que sin embargo provee a la mirada de quién lo posee la suficiente fuerza como para otorgar tangibilidad al mundo y a todo lo que forma parte de él.
"Los hermanos Karamazov" es una evidente prueba de inmenso talento del escritor ruso.
Fedor Dostoiewski - Los hermanos Karamazov
Suscribirse a:
Entradas (Atom)