“El individuo es anulado por completo frente a los poderes económicos. Al mismo tiempo, éstos elevan el dominio de la sociedad sobre la naturaleza a un nivel hasta ahora insospechado. Mientras el individuo desaparece frente al aparato al que sirve, éste le provee mejor que nunca. En una situación injusta la impotencia y la ductilidad de las masas crecen con los bienes que se les otorgan”
sábado, enero 31, 2015
MONEDERO
Resulta curioso.
En este tema, no del todo edificante, de Juan Carlos Monedero se pone de manera muy clara por obra uno de los principales rasgos de la estructura de dominación discursiva y mediática que la democracia de consumo.despliega a través de sus terminales políticos y periodísticos.
Este rasgo tiene que ver con la falta de criterio convertida en un instrumento de manipulación y control. Porque en el asunto Monedero se conjuga aquello de que "yo he perdido el boli, a ti se te ha muerto la madre, así que los dos estamos muy jodidos porque después de todo se trata de dos pérdidas".
Y efectivamente Monedero tiene cosas que explicar, pero en absoluto se puede y debe aceptar que sea lo mismo comparar un comportamiento puntual de un ciudadano con los diferentes comportamientos que se deducen de una estructura destinada a la corrupción desde hace años.
Y es una cuestión que atañe al criterio del que escucha y valora, entender que no es lo mismo robar una manzana que generar una estructura para robar de manera continua la manzana donde está la tienda que vende las manzanas.
En este sentido, se maneja mucho el argumento de que el critica debe ser puro y este argumento, casi siempre y como no podía ser de otra manera dada la finalidad con la que se usa, se maneja sin criterio, sin comprender que se trata de una falacia zafia destinada a hacer callar de una manera rápida al que levanta la voz. Porque, al final, y siendo lo imperfectos que somos, quién podría entonces hablar.
Pero parece que el que es criticado por impuro tiene derecho a reclamar pureza al que le critica desde unas alturas que de manera teórica llevan asociada una pureza que casi nunca es real.
Otro privilegio del poder.
En cualquier caso, lo más interesante de todo es que el poder a través de todo este despliegue de búsqueda de categorías a través de las anécdotas demanda a aquellos que le cuestionan una pureza que él mismo no tiene, porque al final el objetivo es demostrar que, en lo malo, Monedero es exactamente igual que ellos
Lo que indirectamente implica dar por verdadera la mayor que sostiene los argumentos de aquellos que le cuestionan.
Y por mucho que nos pongamos a Monedero todavía no han podido hacerle una foto como la que la hicieron a Felipe González en su yate.
Por eso la anécdota es anécdota y la categoría, categoría.
Todo lo demás es dejarse engañar o querer engañarse.
En este tema, no del todo edificante, de Juan Carlos Monedero se pone de manera muy clara por obra uno de los principales rasgos de la estructura de dominación discursiva y mediática que la democracia de consumo.despliega a través de sus terminales políticos y periodísticos.
Este rasgo tiene que ver con la falta de criterio convertida en un instrumento de manipulación y control. Porque en el asunto Monedero se conjuga aquello de que "yo he perdido el boli, a ti se te ha muerto la madre, así que los dos estamos muy jodidos porque después de todo se trata de dos pérdidas".
Y efectivamente Monedero tiene cosas que explicar, pero en absoluto se puede y debe aceptar que sea lo mismo comparar un comportamiento puntual de un ciudadano con los diferentes comportamientos que se deducen de una estructura destinada a la corrupción desde hace años.
Y es una cuestión que atañe al criterio del que escucha y valora, entender que no es lo mismo robar una manzana que generar una estructura para robar de manera continua la manzana donde está la tienda que vende las manzanas.
En este sentido, se maneja mucho el argumento de que el critica debe ser puro y este argumento, casi siempre y como no podía ser de otra manera dada la finalidad con la que se usa, se maneja sin criterio, sin comprender que se trata de una falacia zafia destinada a hacer callar de una manera rápida al que levanta la voz. Porque, al final, y siendo lo imperfectos que somos, quién podría entonces hablar.
Pero parece que el que es criticado por impuro tiene derecho a reclamar pureza al que le critica desde unas alturas que de manera teórica llevan asociada una pureza que casi nunca es real.
Otro privilegio del poder.
En cualquier caso, lo más interesante de todo es que el poder a través de todo este despliegue de búsqueda de categorías a través de las anécdotas demanda a aquellos que le cuestionan una pureza que él mismo no tiene, porque al final el objetivo es demostrar que, en lo malo, Monedero es exactamente igual que ellos
Lo que indirectamente implica dar por verdadera la mayor que sostiene los argumentos de aquellos que le cuestionan.
Y por mucho que nos pongamos a Monedero todavía no han podido hacerle una foto como la que la hicieron a Felipe González en su yate.
Por eso la anécdota es anécdota y la categoría, categoría.
Todo lo demás es dejarse engañar o querer engañarse.
Only lovers left alive
Con el tiempo el cine de Jim Jarmusch se ha ido recubriendo de una elegante capa "arty", quedan ya muy lejos esas descuidadas e independientes puestas en escena que caracterizaron sus películas iniciales. Pero Jarmusch no ha cambiado.
Seguramente la forma, el modo en que el norteamericano nos cuenta lo que nos cuenta, ha ido cobrando un progresivo protagonismo, pero el corazón del cine de Jarmusch sigue intacto.
En "Only lovers left alive" continúa presente esa mirada inteligente que usa la ironía y el sentido del humor para comunicarse que tanto caracteriza al cine de Jarmusch, una mirada que además usa el convencional soporte de los géneros cinematográficos para construir un contexto. Sobre la familiaridad del género, dialogando con sus regladas pautas Jarmusch encuentra siempre un camino para proyectar su siempre peculiar propuesta al espectador.
Sobre lo que existe para ser repetido, Jarmusch construye un espacio de diferencia y en esa distancia, ya hay siempre una carga de ironía que sus seguidores siempre apreciamos, ironía que por otra parte casi siempre es la manera más atractiva de expresar la inteligencia.
En esta ocasión, y para "Only lovers left alive", Jarmusch recurre a los vampiros y por supuesto estos no aparecen para constituir un relato al uso sino para ser utilizados como elementos con los que construir algo diferente.
Forma parte de este imaginario vampírico la idea de la eternidad como maldición, una eternidad que convierte al vampiro en un ser nómada y desarraigado que constantemente ve pasar el presente y todo aquello que encierra.
La inmortalidad les hace incapaces de quedarse en ningún instante convirtiéndoles en las variantes más poéticas en melancólicos observadores de todo aquello que pasa, sin que quede muy claro si la decadencia está del lado que observa, del lado que pasa o de los dos.
En cualquier caso, Jarmusch se queda con este especial atributo de los vampiros para construir un relato que con astucia convierte a los vampiros en testigos de una decadencia, la de esos seres humanos a los que el protagonista Adam llama zombies.
Decadencia que incluso ha llegado al extremo de convertirse en algo orgánico, cosa que de modo genial Jarmusch expresa en el hecho peligroso de que la sangre que alimenta a los vampiros pueda ser un veneno que les vuelva mortales.
Y esto es lo que son los vampiros de Jarmusch: silenciosos observadores de una decadencia del genero humano y, en general, de un mundo del que también forman parte porque la eternidad sólo es relativa, depende de con quién o qué hagas la comparación, y nada terrestre puede sobrevivir a un planeta decadente y contaminado.
Nacido como mito en el romanticismo, el vampiro no era otra cosa que un parásito que se alimentaba de la todo poderosa sangre del ser humano consciente del refulgente destino que le reservaba la modernidad ilustrada.
La fuerza de vida estaba ahí, en la sangre convertida en metáfora de ese combustible esencial que movía esa máquina de futuro que fue el hombre.
Ahora las cosas han cambiado.
El futuro está en entredicho.
Y la sangre ya no tiene tanta calidad.
Algo se ha perdido y si alguien puede saberlo es el vampiro convertido en observador reflexivo de nuestro sagrado y milenario fracaso.
Brillante.
Seguramente la forma, el modo en que el norteamericano nos cuenta lo que nos cuenta, ha ido cobrando un progresivo protagonismo, pero el corazón del cine de Jarmusch sigue intacto.
En "Only lovers left alive" continúa presente esa mirada inteligente que usa la ironía y el sentido del humor para comunicarse que tanto caracteriza al cine de Jarmusch, una mirada que además usa el convencional soporte de los géneros cinematográficos para construir un contexto. Sobre la familiaridad del género, dialogando con sus regladas pautas Jarmusch encuentra siempre un camino para proyectar su siempre peculiar propuesta al espectador.
Sobre lo que existe para ser repetido, Jarmusch construye un espacio de diferencia y en esa distancia, ya hay siempre una carga de ironía que sus seguidores siempre apreciamos, ironía que por otra parte casi siempre es la manera más atractiva de expresar la inteligencia.
En esta ocasión, y para "Only lovers left alive", Jarmusch recurre a los vampiros y por supuesto estos no aparecen para constituir un relato al uso sino para ser utilizados como elementos con los que construir algo diferente.
Forma parte de este imaginario vampírico la idea de la eternidad como maldición, una eternidad que convierte al vampiro en un ser nómada y desarraigado que constantemente ve pasar el presente y todo aquello que encierra.
La inmortalidad les hace incapaces de quedarse en ningún instante convirtiéndoles en las variantes más poéticas en melancólicos observadores de todo aquello que pasa, sin que quede muy claro si la decadencia está del lado que observa, del lado que pasa o de los dos.
En cualquier caso, Jarmusch se queda con este especial atributo de los vampiros para construir un relato que con astucia convierte a los vampiros en testigos de una decadencia, la de esos seres humanos a los que el protagonista Adam llama zombies.
Decadencia que incluso ha llegado al extremo de convertirse en algo orgánico, cosa que de modo genial Jarmusch expresa en el hecho peligroso de que la sangre que alimenta a los vampiros pueda ser un veneno que les vuelva mortales.
Y esto es lo que son los vampiros de Jarmusch: silenciosos observadores de una decadencia del genero humano y, en general, de un mundo del que también forman parte porque la eternidad sólo es relativa, depende de con quién o qué hagas la comparación, y nada terrestre puede sobrevivir a un planeta decadente y contaminado.
Nacido como mito en el romanticismo, el vampiro no era otra cosa que un parásito que se alimentaba de la todo poderosa sangre del ser humano consciente del refulgente destino que le reservaba la modernidad ilustrada.
La fuerza de vida estaba ahí, en la sangre convertida en metáfora de ese combustible esencial que movía esa máquina de futuro que fue el hombre.
Ahora las cosas han cambiado.
El futuro está en entredicho.
Y la sangre ya no tiene tanta calidad.
Algo se ha perdido y si alguien puede saberlo es el vampiro convertido en observador reflexivo de nuestro sagrado y milenario fracaso.
Brillante.
domingo, enero 25, 2015
Corrupción
Los hechos están ahí.
Si alguien tiene alguna duda sobre el carácter sistémico de la corrupción del sistema generado por el régimen constitucional del 78, sólo hay que fijarse en el modo en que los players tradicionales están combatiendo la perturbadora aparición de Podemos en el status quo bipartidista.
En pocas palabras el objetivo es el descrédito, mostrar que la gente de Pòdemos en absoluto son la excepción que dicen ser.
El objetivo es demostrar que son igual que todos, tan mentirosos y corruptos como todos por supuesto.
Subordinarlos por las buenas o por las malas a la regla y esa regla es la corrupción.
Un mensaje cínico y desesperado que no debería tener recorrido en una opinión pública formada por personas con criterio.
Y en ese mundo perfecto de personas con criterio sería la totalidad de la política quién tendría que salir perdiendo.
Si alguien tiene alguna duda sobre el carácter sistémico de la corrupción del sistema generado por el régimen constitucional del 78, sólo hay que fijarse en el modo en que los players tradicionales están combatiendo la perturbadora aparición de Podemos en el status quo bipartidista.
En pocas palabras el objetivo es el descrédito, mostrar que la gente de Pòdemos en absoluto son la excepción que dicen ser.
El objetivo es demostrar que son igual que todos, tan mentirosos y corruptos como todos por supuesto.
Subordinarlos por las buenas o por las malas a la regla y esa regla es la corrupción.
Un mensaje cínico y desesperado que no debería tener recorrido en una opinión pública formada por personas con criterio.
Y en ese mundo perfecto de personas con criterio sería la totalidad de la política quién tendría que salir perdiendo.
Monsters
Es una peli curiosa esta "Monsters".
Combina la ciencia ficción con una road movie romántica con aceptables resultados.
En un futuro cercano, una sonda que porta muestras de vida alienígena se estrella en el Norte de Méjico. Esa vida proliferará generando una zona contaminada y un esfuerzo militar por descontaminarla.
En este contexto, una fotógrafo freelance deberá llevar sana y salva a la hija de su jefe de vuelta a los Estados Unidos. Las circunstancias les serán adversas y deberán atravesar esa zona contaminada para llegar a la frontera.
"Monsters" muestra al espectador ese viaje de los dos protagonistas por la misteriosa zona contaminada, un viaje en el que irá creciendo la atracción entre ellos al mismo tiempo que la fascinación por las extrañas criaturas alienígenas que han hecho del planeta tierra su obligado hogar.
Firmada en 2010, la película es la opera prima de su director, el británico Gareth Edwards quién aprovecha su experiencia como director de efectos especiales en el género documental para, con no demasiados medios, producir un creíble contexto de ciencia ficción en el que insertar el viaje de sus dos personajes protagonistas.
La propuesta es interesante, pero, y para mi gusto, falla en lo esencial: en la descripción de la evolución de la relación que mantienen los dos personajes protagonistas interpretados por actores no demasiado conocidos y tampoco demasiado prometedores.
En general el vinculo entre los dos protagonistas es bastante insulso y demasiado previsible, casi sin elaboración, puro cliché.
Así de manera inevitable la historia pierde pie en su fondo, anulando buena parte del poder que pudiera conferirle su genuina mixtura de asuntos.
No obstante, se las arregla para mantenerse a flote precisamente porque funciona todo lo demás, ese contexto de invasión alienígena que, sin embargo y por contraste, Edwards resuelve con suficiencia, generando el suficiente interés como para que el espectador tenga curiosidad por los secretos y misterios de esa invasión.
El resultado es en cualquier caso, y pese a los evidentes defectos, aceptable y entretenido.
Combina la ciencia ficción con una road movie romántica con aceptables resultados.
En un futuro cercano, una sonda que porta muestras de vida alienígena se estrella en el Norte de Méjico. Esa vida proliferará generando una zona contaminada y un esfuerzo militar por descontaminarla.
En este contexto, una fotógrafo freelance deberá llevar sana y salva a la hija de su jefe de vuelta a los Estados Unidos. Las circunstancias les serán adversas y deberán atravesar esa zona contaminada para llegar a la frontera.
"Monsters" muestra al espectador ese viaje de los dos protagonistas por la misteriosa zona contaminada, un viaje en el que irá creciendo la atracción entre ellos al mismo tiempo que la fascinación por las extrañas criaturas alienígenas que han hecho del planeta tierra su obligado hogar.
Firmada en 2010, la película es la opera prima de su director, el británico Gareth Edwards quién aprovecha su experiencia como director de efectos especiales en el género documental para, con no demasiados medios, producir un creíble contexto de ciencia ficción en el que insertar el viaje de sus dos personajes protagonistas.
La propuesta es interesante, pero, y para mi gusto, falla en lo esencial: en la descripción de la evolución de la relación que mantienen los dos personajes protagonistas interpretados por actores no demasiado conocidos y tampoco demasiado prometedores.
En general el vinculo entre los dos protagonistas es bastante insulso y demasiado previsible, casi sin elaboración, puro cliché.
Así de manera inevitable la historia pierde pie en su fondo, anulando buena parte del poder que pudiera conferirle su genuina mixtura de asuntos.
No obstante, se las arregla para mantenerse a flote precisamente porque funciona todo lo demás, ese contexto de invasión alienígena que, sin embargo y por contraste, Edwards resuelve con suficiencia, generando el suficiente interés como para que el espectador tenga curiosidad por los secretos y misterios de esa invasión.
El resultado es en cualquier caso, y pese a los evidentes defectos, aceptable y entretenido.
sábado, enero 24, 2015
“Por otra parte, el descubrimiento de Tocqueville de que la democracia liberal e igualitaria encerraba también grandes peligros para la libertad no es menor. Tocqueville mostró cómo el hombre originalmente individualista de las nuevas sociedades, especialmente la norteamericana, evolucionaba lentamente hacia un amor excesivo del bienestar, hasta corromper el bienestar mismo. Además, cree Tocqueville que el hombre moderno es víctima, cada vez más de la opinión de los demás y la sigue ciegamente. El ser individualista, ansioso de ser distinto, empeñado en labrarse su propia vida, que forjó la modernidad desde el Renacimiento y cuyo ideal hizo suyo la revolución liberal, corre ahora el riesgo de convertirse en un sensualista sin personalidad, en un ente adocenado, sin anhelo ni necesidad de vivir libremente”.
Ciutat Morta
Me he quedado en el sitio viendo "Ciudad Morta".
No voy a hacer el chiste fácil y decir que me he quedado muerto, pero constatar una vez más que existe ese lobo de los intereses creados bajo esa piel de cordero que llamamos "democracia" o "estado social y democrático de derecho" o ·democracia de consumo" me resulta paralizantemente terrorífico.
Porque por encima del destino trágico que sufrió Patricia, junto con otros "miserables" (en el noble sentido que el novelista Victor Hugo utilizó en su monumental novela) y simplemente en el caso de aquella por llevar un peinado a la Cindy Lauper en el lugar y el momento inadecuados, este documental brilla precisamente por mostrar la tremenda impostura instrumental con la que en nuestras sociedades se utilizan conceptos como libertad y democracia.
En varios momentos del documental varias personas utilizan el calificativo "cínico" para definir este uso y no puedo estar más de acuerdo.
Poco a poco, esos conceptos de origen tan noble están siendo utilizados para respaldar algo mucho más innoble que es cargar de legitimidad los discursos y acciones que respaldan el ser, el estar y el hacer de esa tribu de la media aritmética en que nuestras flamantes y encantadas de conocerse sociedades están convirtiéndose..
Después de todo, no tiene ningún sentido ser tolerante y demócrata con los discursos y acciones respaldados por la mayoría.
Es algo obvio que van a ser tolerados y respetados.
Para el viaje de compartir el imaginario que sostiene aquello que se va a decir no hacen falta tantas alforjas.
Somos libres para decir lo que se puede decir, para hacer lo que se puede hacer.
Genial, ¿no?
Puedo hacer lo que en realidad puedo hacer. Y si quiero no lo hago, pero si me apètece puedo hacerlo y los demás tiene que aceptarlo porque estoy en mi derecho.
Es maravilloso! Y obvio.
Pero qué pasa con las notas discordantes.. pues que eso ya es otra historia
Y sin embargo, la capacidad para la libertad y la tolerancia deberían medirse precisamente por el modo en que son tratadas las excepciones, los discursos que se mueven en el extremo de la long tail cultural, extremos que incluso pueden lindar con los limites que para la convivencia fijan las leyes.
Ahí está la verdadera prueba.
Y lo que prueba un documental como "Ciudad Morta" es que nuestras democracias de consumo siguen suspendiendo.
El problema nunca está en el "nosotros", al final nunca se dirá o se hará nada que fuerce los límites que definen ese conjunto. No son necesarias las libertades y las tolerancias entre nosotros.
El problema siempre llega con los otros. con todos esos pequeños o grandes grupos de "ellos" que perturban en mayor o menor medida la comodidad del día a día de nuestro imaginario colectivo, los que okupan las casas vacías o quieren que sus mujeres vayan cubiertas en lo lugares públicos.
Como ese chiste de los argentinos, se comprásemos a las democracias occidentales por lo que realmente valen y las vendiesemos por los que esas mismas democracias dicen que valen nos haríamos millonarios.
Me viene ahora mismo a la mente la detención de un humorista francés por jugar con un chiste de Charlie Hebdo.
El semanario satítico publicó una portada en el que un islamista aparecía tiroteado. Las balas habían atravesado un ejemplar del Coran con el que el personaje intentaba protegerse. lógicamente, las balas lo atravesaban.
Un titular que decía que el Corán era una mierda porque no detenía las balas acompañaba esta escena.
Pues bien, el humorista francés se limitó a cambiar el protagonista de la escena. En lugar del musulmán dibujó al director del semanario satírico muerto en el atentado y puso en el texto que Charlie Hebdo era una mierda porque no detenía las balas.
Lógicamente para muchos, el dibujante ha sido detenido:
No para mí que me exijo el mismo "sentido del humor" a los míos que le demando a las musulmanes.
Y en este sentido, el dibujo y el documental muestran el modo en que el flamante discurso de derechos y libertades que envuelve las miserias de nuestro mundo es utilizado cínicamente como arma para mantener un orden establecido amparado en una objetividad que en realidad nunca es tal.
Porque en realidad esos derechos y libertades están ahí, pero no son para todos.
Tienes que tener dinero para pagártelos y no estar posicionado demasiado lejos de un core cultural para disfrutarlos,
El que se mueve no sale en la foto y siempre es culpa suya si se mueve porque la verdad sólo está en un sitio.
Y este corazón tan intolerante late poderoso en nuestro cínico mundo de derechos y libertades porque para los que se mueven, para los que no encajan todos los días se juega una siniestra lotería de desgracia y desastre.
El 4 de febrero de 2006, Patricia, Alfredo, Juan y seis personas más fueron los agraciados.
Patricia tuvo que poner su propia vida sobre la mesa convirtiendo en suicidio en el acto máximo de declaración de inocencia para que hoy en día hablemos de una tremenda injusticia y lo peor, lo más siniestro es que la máquina no puede detenerse.
Esto que llamamos vida y que nadie puede cuestionar porque se fundamenta en la libertad y la democracia sigue aspirando a convertirse en una máquina de incuestionable movimiento perpetuo.
Hay una fiesta en curso que nadie puede interrumpir, una fiesta que lo consume todo y que nos está consumiendo a todos empezando por eso que Benedetti llamaba los formales.
Un horror.
No voy a hacer el chiste fácil y decir que me he quedado muerto, pero constatar una vez más que existe ese lobo de los intereses creados bajo esa piel de cordero que llamamos "democracia" o "estado social y democrático de derecho" o ·democracia de consumo" me resulta paralizantemente terrorífico.
Porque por encima del destino trágico que sufrió Patricia, junto con otros "miserables" (en el noble sentido que el novelista Victor Hugo utilizó en su monumental novela) y simplemente en el caso de aquella por llevar un peinado a la Cindy Lauper en el lugar y el momento inadecuados, este documental brilla precisamente por mostrar la tremenda impostura instrumental con la que en nuestras sociedades se utilizan conceptos como libertad y democracia.
En varios momentos del documental varias personas utilizan el calificativo "cínico" para definir este uso y no puedo estar más de acuerdo.
Poco a poco, esos conceptos de origen tan noble están siendo utilizados para respaldar algo mucho más innoble que es cargar de legitimidad los discursos y acciones que respaldan el ser, el estar y el hacer de esa tribu de la media aritmética en que nuestras flamantes y encantadas de conocerse sociedades están convirtiéndose..
Después de todo, no tiene ningún sentido ser tolerante y demócrata con los discursos y acciones respaldados por la mayoría.
Es algo obvio que van a ser tolerados y respetados.
Para el viaje de compartir el imaginario que sostiene aquello que se va a decir no hacen falta tantas alforjas.
Somos libres para decir lo que se puede decir, para hacer lo que se puede hacer.
Genial, ¿no?
Puedo hacer lo que en realidad puedo hacer. Y si quiero no lo hago, pero si me apètece puedo hacerlo y los demás tiene que aceptarlo porque estoy en mi derecho.
Es maravilloso! Y obvio.
Pero qué pasa con las notas discordantes.. pues que eso ya es otra historia
Y sin embargo, la capacidad para la libertad y la tolerancia deberían medirse precisamente por el modo en que son tratadas las excepciones, los discursos que se mueven en el extremo de la long tail cultural, extremos que incluso pueden lindar con los limites que para la convivencia fijan las leyes.
Ahí está la verdadera prueba.
Y lo que prueba un documental como "Ciudad Morta" es que nuestras democracias de consumo siguen suspendiendo.
El problema nunca está en el "nosotros", al final nunca se dirá o se hará nada que fuerce los límites que definen ese conjunto. No son necesarias las libertades y las tolerancias entre nosotros.
El problema siempre llega con los otros. con todos esos pequeños o grandes grupos de "ellos" que perturban en mayor o menor medida la comodidad del día a día de nuestro imaginario colectivo, los que okupan las casas vacías o quieren que sus mujeres vayan cubiertas en lo lugares públicos.
Como ese chiste de los argentinos, se comprásemos a las democracias occidentales por lo que realmente valen y las vendiesemos por los que esas mismas democracias dicen que valen nos haríamos millonarios.
Me viene ahora mismo a la mente la detención de un humorista francés por jugar con un chiste de Charlie Hebdo.
El semanario satítico publicó una portada en el que un islamista aparecía tiroteado. Las balas habían atravesado un ejemplar del Coran con el que el personaje intentaba protegerse. lógicamente, las balas lo atravesaban.
Un titular que decía que el Corán era una mierda porque no detenía las balas acompañaba esta escena.
Pues bien, el humorista francés se limitó a cambiar el protagonista de la escena. En lugar del musulmán dibujó al director del semanario satírico muerto en el atentado y puso en el texto que Charlie Hebdo era una mierda porque no detenía las balas.
Lógicamente para muchos, el dibujante ha sido detenido:
No para mí que me exijo el mismo "sentido del humor" a los míos que le demando a las musulmanes.
Y en este sentido, el dibujo y el documental muestran el modo en que el flamante discurso de derechos y libertades que envuelve las miserias de nuestro mundo es utilizado cínicamente como arma para mantener un orden establecido amparado en una objetividad que en realidad nunca es tal.
Porque en realidad esos derechos y libertades están ahí, pero no son para todos.
Tienes que tener dinero para pagártelos y no estar posicionado demasiado lejos de un core cultural para disfrutarlos,
El que se mueve no sale en la foto y siempre es culpa suya si se mueve porque la verdad sólo está en un sitio.
Y este corazón tan intolerante late poderoso en nuestro cínico mundo de derechos y libertades porque para los que se mueven, para los que no encajan todos los días se juega una siniestra lotería de desgracia y desastre.
El 4 de febrero de 2006, Patricia, Alfredo, Juan y seis personas más fueron los agraciados.
Patricia tuvo que poner su propia vida sobre la mesa convirtiendo en suicidio en el acto máximo de declaración de inocencia para que hoy en día hablemos de una tremenda injusticia y lo peor, lo más siniestro es que la máquina no puede detenerse.
Esto que llamamos vida y que nadie puede cuestionar porque se fundamenta en la libertad y la democracia sigue aspirando a convertirse en una máquina de incuestionable movimiento perpetuo.
Hay una fiesta en curso que nadie puede interrumpir, una fiesta que lo consume todo y que nos está consumiendo a todos empezando por eso que Benedetti llamaba los formales.
Un horror.
jueves, enero 22, 2015
Trance
Lo reconozco.
Soy muy fan de Danny Boyle.
Principalmente porque el inglés siempre se las arregla para que sus películas tengan un toque único, especial, a veces innovador y esto es una cualidad difícil de conseguir en un entorno de cine comercial que prácticamente vive encerrado en el constante esfuerzo de repetirse, de evocarse a sí mismo.
Más vale repetir las claves del éxito conocido que jugarse el tipo con un vehiculo casi siempre caro como es el cine experimentando nuevos caminos para añadir más elementos de éxito dentro de ese relato que constantemente se conjura y repite.
En este contexto, Boyle es una "rara avis" cuyos proyectos siempre ambiciosos, también siempre cuentan, como comento, con ese elemento diferencial que los hace especiales.
Dentro de esta lógica, Boyle presenta "Trance", un thriller psicológico muy hitchcockiano rebosante de pasadizos y trampas, de enrevesados giros de guión y que, de algún modo, me recuerda bastante a esa joya llamada "Marnie la ladrona" que Hitchcock filmara en 1964.
En ambas realidad y ficción, lo consciente y lo inconsciente se entremezclan para construir un relato lleno de sorpresas en el que las cosas nunca terminan de ser lo que en realidad parece que son y en el que los papeles de cazador y presa son intercambiados entre los personajes con la misma verteginosa velocidad con la que se desarrolla la historia del robo de un cuadro.
El resultado es, a la par, interesante y fascinante.
Y Boyle se las arregla en la mejor línea del maestro Hitchcock para que la enrevesada complejidad del relato resulte verosímil y, por lo tanto, creíble mientras sucede. Otra cosa es que, y como sucede con todas las películas de Hitchcock, a uno le de por pensar en lo que acaba de ver.
Merece la pena ver "Trance".
Buena.
Soy muy fan de Danny Boyle.
Principalmente porque el inglés siempre se las arregla para que sus películas tengan un toque único, especial, a veces innovador y esto es una cualidad difícil de conseguir en un entorno de cine comercial que prácticamente vive encerrado en el constante esfuerzo de repetirse, de evocarse a sí mismo.
Más vale repetir las claves del éxito conocido que jugarse el tipo con un vehiculo casi siempre caro como es el cine experimentando nuevos caminos para añadir más elementos de éxito dentro de ese relato que constantemente se conjura y repite.
En este contexto, Boyle es una "rara avis" cuyos proyectos siempre ambiciosos, también siempre cuentan, como comento, con ese elemento diferencial que los hace especiales.
Dentro de esta lógica, Boyle presenta "Trance", un thriller psicológico muy hitchcockiano rebosante de pasadizos y trampas, de enrevesados giros de guión y que, de algún modo, me recuerda bastante a esa joya llamada "Marnie la ladrona" que Hitchcock filmara en 1964.
En ambas realidad y ficción, lo consciente y lo inconsciente se entremezclan para construir un relato lleno de sorpresas en el que las cosas nunca terminan de ser lo que en realidad parece que son y en el que los papeles de cazador y presa son intercambiados entre los personajes con la misma verteginosa velocidad con la que se desarrolla la historia del robo de un cuadro.
El resultado es, a la par, interesante y fascinante.
Y Boyle se las arregla en la mejor línea del maestro Hitchcock para que la enrevesada complejidad del relato resulte verosímil y, por lo tanto, creíble mientras sucede. Otra cosa es que, y como sucede con todas las películas de Hitchcock, a uno le de por pensar en lo que acaba de ver.
Merece la pena ver "Trance".
Buena.
sábado, enero 17, 2015
Socrates
Al final de su larga carrera, Roberto Rosellini terminó trabajando para la televisión.
A partir de la década de los sesentas filmó y escribió documentales, mini-series y películas para televisión inspirado por un concepto de la televisión como servicio público, como agente de transmisión y divulgación cultural.
Muerto en 1977, no sé qué pensaría el viejo Rosellini de su televisión, convertida poco más en que en un siniestro terminal de reproducción y control.
En cualquier caso, parte del esfuerzo del maestro italiano estuvo relacionado con una serie de películas centradas en personajes clave de la filosofía como Descartes, Pascal o Socrates, la película que nos ocupa.
Rodada integramente en España, en Patones de Arriba y lo que quedaba en pie de los estudios Bronston, "Socrates" nos muestra los últimos días del filósofo griego en una Atenas sometida por los espartanos cuyas murallas estos ordenan derribar en un claro monumento a su victoria.
En esta situación, Esparta interviene el orden político de la ciudad imponiendo una estructura de gobierno basada en la tiranía y ante ella se rebela Socrates no sólo como defensor del libre pensamiento sino de la democracia, que es una consecuencia inevitable de ese hombre pensante que eñ filósofo preconizaba,
Su defensa del pensamiento, de la capacidad critica que el raciocinio aporta para perfeccjonarlo, frente a una tiranía sellará su destino y su condena a muerte.
En este contexto, el "Socrates" de Rosellini nos muestra al filósofo entre sus amigos y su familia, por las calles de una Atenas pequeña, casi neorrealista, muy alejada de la imagen grandiosa que el cine nos transmite del mundo clásico, que todavía no es el el imperio marítimo que terminará siendo.
Y en este contexto, la palabra de Socrates es la protagonista.
Me gusta mucho esa Atenas que pinta Rosellini, un escenario inteligente para presentar este retrato hagiográfico de un Socrates independiente y libre como consecuencia de su confianza en el entendimiento y la razon.
Todo un modelo seguir... que nuestra sociedad por supuesto ha rechazado.
Interesante.
A partir de la década de los sesentas filmó y escribió documentales, mini-series y películas para televisión inspirado por un concepto de la televisión como servicio público, como agente de transmisión y divulgación cultural.
Muerto en 1977, no sé qué pensaría el viejo Rosellini de su televisión, convertida poco más en que en un siniestro terminal de reproducción y control.
En cualquier caso, parte del esfuerzo del maestro italiano estuvo relacionado con una serie de películas centradas en personajes clave de la filosofía como Descartes, Pascal o Socrates, la película que nos ocupa.
Rodada integramente en España, en Patones de Arriba y lo que quedaba en pie de los estudios Bronston, "Socrates" nos muestra los últimos días del filósofo griego en una Atenas sometida por los espartanos cuyas murallas estos ordenan derribar en un claro monumento a su victoria.
En esta situación, Esparta interviene el orden político de la ciudad imponiendo una estructura de gobierno basada en la tiranía y ante ella se rebela Socrates no sólo como defensor del libre pensamiento sino de la democracia, que es una consecuencia inevitable de ese hombre pensante que eñ filósofo preconizaba,
Su defensa del pensamiento, de la capacidad critica que el raciocinio aporta para perfeccjonarlo, frente a una tiranía sellará su destino y su condena a muerte.
En este contexto, el "Socrates" de Rosellini nos muestra al filósofo entre sus amigos y su familia, por las calles de una Atenas pequeña, casi neorrealista, muy alejada de la imagen grandiosa que el cine nos transmite del mundo clásico, que todavía no es el el imperio marítimo que terminará siendo.
Y en este contexto, la palabra de Socrates es la protagonista.
Me gusta mucho esa Atenas que pinta Rosellini, un escenario inteligente para presentar este retrato hagiográfico de un Socrates independiente y libre como consecuencia de su confianza en el entendimiento y la razon.
Todo un modelo seguir... que nuestra sociedad por supuesto ha rechazado.
Interesante.
miércoles, enero 14, 2015
“La energía del vacío parece una contradictio in termini. El vacío es espacio vacío. Por definición está vacío, así que ¿cómo puede tener energía alguna? La respuesta está en la extrañeza que trae al mundo la mecánica cuántica, la extraña incertidumbre, la extraña granulación y la extraña agitación incesante. Incluso el espacio vacío tiene sus «agitaciones cuánticas». Los físicos teóricos están acostumbrados a considerar que el vacío está lleno de partículas que aparecen y desaparecen tan rápidamente que no podemos detectarlas en condiciones normales. Estas fluctuaciones del vacío son como un ruido de muy alta frecuencia que está mucho más allá de lo que el oído humano puede detectar. Pero las fluctuaciones del vacío tienen un efecto sobre los átomos que, como los perros, están mucho mejor sintonizados a las altas frecuencias. Los niveles precisos de energía del átomo de hidrógeno pueden medirse con exquisita precisión y los resultados son sensibles a la presencia del mar fluctuante de electrones y positrones en el vacío… Estas partículas cuánticas de corta vida que llenan el vacío se denominan partículas virtuales, pero sus efectos pueden ser muy reales. En concreto, hacen que el vacío tenga energía. El vacío no es el estado de energía cero. Es simplemente un estado de mínima energía”.
martes, enero 13, 2015
“En resumen, ¿qué nos dicen esos experimentos, estudios y encuestas? Lo primero es que el dinero no da la felicidad. Si bien la pobreza genera desesperanza, el aumento de riqueza, una vez logrado un nivel mínimo de comodidad, también genera desesperación. Segundo, el materialismo desenfrenado no hace que la gente sea más feliz y es causa de marginación, temor, desconfianza y soledad.
En tercer lugar, el ser humano no se guía por el deseo insaciable de posesiones materiales como los economistas quieren hacernos creer, sino por el deseo de formar vínculos sociales. Lo que nos hace felices, una vez satisfechos los requisitos mínimos para el bienestar, es la camaradería y el afecto.”
En tercer lugar, el ser humano no se guía por el deseo insaciable de posesiones materiales como los economistas quieren hacernos creer, sino por el deseo de formar vínculos sociales. Lo que nos hace felices, una vez satisfechos los requisitos mínimos para el bienestar, es la camaradería y el afecto.”
lunes, enero 12, 2015
Los unos y los otros
Por encima de todo, "Los unos y los otros" es una película edificante que utiliza como fórmula el cine como espectáculo.
A lo largo de tres horas de duración, la película describe el tránsito desde la dividida Europa de la II Guerra Mundial a la unificada Europa de la década de los ochentas del siglo pasado, expresando esa unión en una memorable representación del Bolero de Ravel con los Campos Eliseos como fondo. Este tránsito es encarnado por las sucesivas generaciones de cuatro familias: una francesa, otra rusa, otra alemana y otra norteamericana.
Para mi gusto, "Los unos y los otros" es una de las películas más personales de su director Claude Lelouch, judío de raza, quién se describe a sí mismo en muchas ocasiones como un superviviente de una guerra que podría haberle matado en cualquier momento.
Y su razón de ser quizá sea hacer desaparecer de una vez por todas los fantasmas de enfrentamientos que convivieron y alimentaron los días y las noches de varias generaciones de europeos.
En este sentido, toda las historias que se nos cuentan culminan en ese final mágico con la música de Ravel como fondo y en el que no hay lugar para nada más que el disfrute y la reconciliación.
"Los unos y los otros" se mueve con soltura en lo macro pero también en lo micro, descendiendo al detalle de cada una de las historias, de cada uno de los personajes quienes cuentan sin excepción con su momento de contribución a la llegada de ese final apoteósico con el que la película termina.
Y uno puede sentir en cada instante de la película la mirada agradecida de Lelouch, una mirada humanista y poderosa que no pierde de vista lo esencial del esfuerzo del ser humano en el tiempo.
Nada ha sido en vano y todo es para bien tanto para los unos como para los otros.
Así, Lelouch sintoniza con ese sentimiento de final de la historia tan característico de los ochentas del siglo pasado, una de las máscaras de la revolución neoliberal que Lelouch entiende desde su lado más positivo: el triunfo de lo constructivo como consecuencia del trabajo de los individuos en el tiempo.
Un emocionante mensaje intergeneracional que Lelouch refuerza haciendo que los mismos actores interpreten a padres y a hijos.
Eran buenos tiempos.
Eran otros tiempos.
Imprescindible.
A lo largo de tres horas de duración, la película describe el tránsito desde la dividida Europa de la II Guerra Mundial a la unificada Europa de la década de los ochentas del siglo pasado, expresando esa unión en una memorable representación del Bolero de Ravel con los Campos Eliseos como fondo. Este tránsito es encarnado por las sucesivas generaciones de cuatro familias: una francesa, otra rusa, otra alemana y otra norteamericana.
Para mi gusto, "Los unos y los otros" es una de las películas más personales de su director Claude Lelouch, judío de raza, quién se describe a sí mismo en muchas ocasiones como un superviviente de una guerra que podría haberle matado en cualquier momento.
Y su razón de ser quizá sea hacer desaparecer de una vez por todas los fantasmas de enfrentamientos que convivieron y alimentaron los días y las noches de varias generaciones de europeos.
En este sentido, toda las historias que se nos cuentan culminan en ese final mágico con la música de Ravel como fondo y en el que no hay lugar para nada más que el disfrute y la reconciliación.
"Los unos y los otros" se mueve con soltura en lo macro pero también en lo micro, descendiendo al detalle de cada una de las historias, de cada uno de los personajes quienes cuentan sin excepción con su momento de contribución a la llegada de ese final apoteósico con el que la película termina.
Y uno puede sentir en cada instante de la película la mirada agradecida de Lelouch, una mirada humanista y poderosa que no pierde de vista lo esencial del esfuerzo del ser humano en el tiempo.
Nada ha sido en vano y todo es para bien tanto para los unos como para los otros.
Así, Lelouch sintoniza con ese sentimiento de final de la historia tan característico de los ochentas del siglo pasado, una de las máscaras de la revolución neoliberal que Lelouch entiende desde su lado más positivo: el triunfo de lo constructivo como consecuencia del trabajo de los individuos en el tiempo.
Un emocionante mensaje intergeneracional que Lelouch refuerza haciendo que los mismos actores interpreten a padres y a hijos.
Eran buenos tiempos.
Eran otros tiempos.
Imprescindible.
La importancia de Ciudadanos
Marhuenda tiene razón cuando dice que el centro-derecha español no va a votar a Podemos.
Por muy transversal que sea la procedencia de la intención de voto hacia la nueva formación política está claro que el partido de Iglesias no va a restar gran cantidad de votos a los Populares.
Al final, la psicología electoral también existe y para un votante del PP no es lo mismo la fantasía que el acto, decir que se va a votar a Podemos que efectivamente hacerlo.
En este sentido, el eje izquierda-derecha todavía puede tener su peso en el sentido de explicar un resultado electoral.
La derecha sigue estando mucho menos dividida que la izquierda...
O lo estaba.
Tan relevante como el éxito en las encuestas de Podemos es el reciente crecimiento de Ciudadanos, el nuevo rostro de la derecha española.
O mucho me equivoco o de Ciudadanos depende buena parte del éxito de Podemos.
Sólo ellos pueden restar votos al Partido Popular que Podemos jamás podrá soñar con quitar: el voto conservador que por definición rechazan los grandes riesgos y las grandes aventuras. Un voto que se puede movilizar desde la abstención en el momento crucial ante un escenario de caos y desorden para volver a votar con la nariz tapada al Partido Popular como mal menor.
Una fuerte presencia de Ciudadanos puede poner en entredicho el cheque en blanco del voto oculto con el que todavía cuenta el Partido Popular para cambiar la mala suerte que le otorgan las encuestas.
Y quizá en Podemos está faltando visión política al no reconocer en Ciudadanos a ese interlocutor natural porque, y aunque con evidentes diferencias de posicionamiento, ambos forman parte del mismo cambio generacional.
Por muy transversal que sea la procedencia de la intención de voto hacia la nueva formación política está claro que el partido de Iglesias no va a restar gran cantidad de votos a los Populares.
Al final, la psicología electoral también existe y para un votante del PP no es lo mismo la fantasía que el acto, decir que se va a votar a Podemos que efectivamente hacerlo.
En este sentido, el eje izquierda-derecha todavía puede tener su peso en el sentido de explicar un resultado electoral.
La derecha sigue estando mucho menos dividida que la izquierda...
O lo estaba.
Tan relevante como el éxito en las encuestas de Podemos es el reciente crecimiento de Ciudadanos, el nuevo rostro de la derecha española.
O mucho me equivoco o de Ciudadanos depende buena parte del éxito de Podemos.
Sólo ellos pueden restar votos al Partido Popular que Podemos jamás podrá soñar con quitar: el voto conservador que por definición rechazan los grandes riesgos y las grandes aventuras. Un voto que se puede movilizar desde la abstención en el momento crucial ante un escenario de caos y desorden para volver a votar con la nariz tapada al Partido Popular como mal menor.
Una fuerte presencia de Ciudadanos puede poner en entredicho el cheque en blanco del voto oculto con el que todavía cuenta el Partido Popular para cambiar la mala suerte que le otorgan las encuestas.
Y quizá en Podemos está faltando visión política al no reconocer en Ciudadanos a ese interlocutor natural porque, y aunque con evidentes diferencias de posicionamiento, ambos forman parte del mismo cambio generacional.
Alabama Monroe
Es una película extraña "Alabama Monroe".
Situada en los Paises Bajos actuales cuenta la imposible historia de amor y muerte que viven un hombre y una mujer, Didier y Elise. Dos espíritus libres unidos por sus afinidades, los tatuajes y la música "bluegrass", pero cuya libertad colisionará con las limitaciones que las circunstancias y el destino les impondrán.
De alguna forma la eterna dialéctica lacaniana entre la realidad y lo real.
La realidad como ese espacio donde el interior se proyecta y las fantasías resultan visibles, perceptibles, para quien mira y lo real como aquello que se resiste a nuestras proyecciones, que no se deja moldear, que tiene su propio criterio, que se niega, que nos dice no, que nos mira.
En "Alabama Monroe" la realidad se convierte en real para sus dos protagonistas y el espectador asiste sobrecogido a un tremendo espectáculo de luto y perdida en el que nada puede quedar, ni siquiera los nombres, porque Didier terminará llamandose Monroe y Elise, Alabama.
Y la tragedia que se nos cuenta es precisamente la que sucede cuando lo real se impone a la realidad y no se deja reescribir, moldear.
Y el drama está en el dramático esfuerzo aniquilador que los dos protagonistas hacen, paradojicamente, por generar un escritura, por construir un sentido que permita ocultar con toneladas de palabras la evidencia incuestionable de eso que llamamos real.
La búsqueda de sentido presentada como una desesperada huida hacia delante que los dos protagonistas emprenden huyendo de la inevitabilidad incuestionable de lo real en busca de un espacio para la cordura.
La búsqueda de sentido no para conocer el mundo, para apropiarse de él, que suele ser el punto de vista tópico sobre el sentido, sino justo lo contrario, como delirio, como huida de algo que esencialmente es y será incomprensible.
Y a lo largo de ese proceso descubrirán que por salvarse nada podrán salvar, que esa aniquiladora huida lo que antes estaba unido, terminará separado para siempre.
Así, la historia que nos cuenta la película se convierte en la letra de una de esas canciones que ellos mismos cantan.
El circulo se cierra y, como ese azul cielo protector del que nos hablaba Paul Bowles, brillan las palabras para protegernos del verdadero y profundo sinsentido contra el que las prenunciamos, como quien enciende una hoguera en la noche buscando que la oscuridad no le alcance.
El complejo y nada tranquilizador misterio de lo humano una vez más presentado en su laberinto.
La vida es así de compleja para nosotros: no sólo se resiste a que la vivamos sino que además tiene sus propias ideas, nos quiere vivir.
Es una película extraña y muy interesante "Alabama Monroe".
Me gusta.
Situada en los Paises Bajos actuales cuenta la imposible historia de amor y muerte que viven un hombre y una mujer, Didier y Elise. Dos espíritus libres unidos por sus afinidades, los tatuajes y la música "bluegrass", pero cuya libertad colisionará con las limitaciones que las circunstancias y el destino les impondrán.
De alguna forma la eterna dialéctica lacaniana entre la realidad y lo real.
La realidad como ese espacio donde el interior se proyecta y las fantasías resultan visibles, perceptibles, para quien mira y lo real como aquello que se resiste a nuestras proyecciones, que no se deja moldear, que tiene su propio criterio, que se niega, que nos dice no, que nos mira.
En "Alabama Monroe" la realidad se convierte en real para sus dos protagonistas y el espectador asiste sobrecogido a un tremendo espectáculo de luto y perdida en el que nada puede quedar, ni siquiera los nombres, porque Didier terminará llamandose Monroe y Elise, Alabama.
Y la tragedia que se nos cuenta es precisamente la que sucede cuando lo real se impone a la realidad y no se deja reescribir, moldear.
Y el drama está en el dramático esfuerzo aniquilador que los dos protagonistas hacen, paradojicamente, por generar un escritura, por construir un sentido que permita ocultar con toneladas de palabras la evidencia incuestionable de eso que llamamos real.
La búsqueda de sentido presentada como una desesperada huida hacia delante que los dos protagonistas emprenden huyendo de la inevitabilidad incuestionable de lo real en busca de un espacio para la cordura.
La búsqueda de sentido no para conocer el mundo, para apropiarse de él, que suele ser el punto de vista tópico sobre el sentido, sino justo lo contrario, como delirio, como huida de algo que esencialmente es y será incomprensible.
Y a lo largo de ese proceso descubrirán que por salvarse nada podrán salvar, que esa aniquiladora huida lo que antes estaba unido, terminará separado para siempre.
Así, la historia que nos cuenta la película se convierte en la letra de una de esas canciones que ellos mismos cantan.
El circulo se cierra y, como ese azul cielo protector del que nos hablaba Paul Bowles, brillan las palabras para protegernos del verdadero y profundo sinsentido contra el que las prenunciamos, como quien enciende una hoguera en la noche buscando que la oscuridad no le alcance.
El complejo y nada tranquilizador misterio de lo humano una vez más presentado en su laberinto.
La vida es así de compleja para nosotros: no sólo se resiste a que la vivamos sino que además tiene sus propias ideas, nos quiere vivir.
Es una película extraña y muy interesante "Alabama Monroe".
Me gusta.
sábado, enero 10, 2015
Dos días, una noche
Uno de los grandes triunfos del sistema capitalista de consumo es desmontar todos los mecanismos de solidaridad que podrían generar vínculos entre las personas en función de su similar posición en las relaciones de producción.
Ahora cada individuo está solo, ocupa el vértice inferior de una enorme pirámide invertida a través del cual el sistema se reproduce.
Buena prueba de ellos son estas publicidades de loterías y quinielas en las que las personas ya sólo desean para sí mismas. Llama la atención de que ninguno de esos deseos incluyan a los demás. Parece como si estuviera fuera de lo que es razonable construir con la quiniela de 14 una red de comedores para niños malnutridos en los barrios periféricos de la ciudad. Todo son viajes a Cancún, coches, escapadas.
En este sentido, y ya lo he escrito alguna vez, la derrota de las fuerzas políticas y sociales de lo que podríamos llamar izquierda es total. Incluso, en un alarde de fracaso, se contempla con total tranquilidad la posibilidad de que se pueda ser socialista y rico.
La última película de los hermanos Dardenne, "Dos días, una noche", explora ese espacio de derrota mostrando el modo en que un conjunto de trabajadores se enfrentan a una situación perversa: renunciar al bono anual para que una persona, la Sandra que protagoniza la película, no sea despedida.
A lo largo de hora y media veremos cómo Sandra habla uno a uno con sus compañeros, y cada uno de ellos expone sus razones para apoyarla o no, mostrando un delicado panorama de pauperización en el que la necesidad del dinero se convierte en la regla que define lo que es correcto o no.
Vaya por delante que los abuelos de estos trabajadores no se hubieran detenido un segundo a valorar las opciones. Los mecanismos de solidaridad de clase habrían actuado y este es uno de los aspectos que brilla en esta estupenda película de los hermanos Dardenne: el predominio de los intereses individuales y la ausencia de planteamientos colectivos.
No obstante, y esta es la segunda cosa más relevante de la película, es el progresivo afloramiento entre algunos de vínculos de solidaridad; especialmente, en Sandra quién al final de su búsqueda renunciará a aquello que empezó persiguiendo precisamente por no perjudicar a otro compañero.
Y todo contado con el habitual realismo, apegado al territorio y a la luz natural, que caracteriza al cine de los Dardenne; un cine de ficción pero que no puede evitar su alma de documental.
Brillante.
Ahora cada individuo está solo, ocupa el vértice inferior de una enorme pirámide invertida a través del cual el sistema se reproduce.
Buena prueba de ellos son estas publicidades de loterías y quinielas en las que las personas ya sólo desean para sí mismas. Llama la atención de que ninguno de esos deseos incluyan a los demás. Parece como si estuviera fuera de lo que es razonable construir con la quiniela de 14 una red de comedores para niños malnutridos en los barrios periféricos de la ciudad. Todo son viajes a Cancún, coches, escapadas.
En este sentido, y ya lo he escrito alguna vez, la derrota de las fuerzas políticas y sociales de lo que podríamos llamar izquierda es total. Incluso, en un alarde de fracaso, se contempla con total tranquilidad la posibilidad de que se pueda ser socialista y rico.
La última película de los hermanos Dardenne, "Dos días, una noche", explora ese espacio de derrota mostrando el modo en que un conjunto de trabajadores se enfrentan a una situación perversa: renunciar al bono anual para que una persona, la Sandra que protagoniza la película, no sea despedida.
A lo largo de hora y media veremos cómo Sandra habla uno a uno con sus compañeros, y cada uno de ellos expone sus razones para apoyarla o no, mostrando un delicado panorama de pauperización en el que la necesidad del dinero se convierte en la regla que define lo que es correcto o no.
Vaya por delante que los abuelos de estos trabajadores no se hubieran detenido un segundo a valorar las opciones. Los mecanismos de solidaridad de clase habrían actuado y este es uno de los aspectos que brilla en esta estupenda película de los hermanos Dardenne: el predominio de los intereses individuales y la ausencia de planteamientos colectivos.
No obstante, y esta es la segunda cosa más relevante de la película, es el progresivo afloramiento entre algunos de vínculos de solidaridad; especialmente, en Sandra quién al final de su búsqueda renunciará a aquello que empezó persiguiendo precisamente por no perjudicar a otro compañero.
Y todo contado con el habitual realismo, apegado al territorio y a la luz natural, que caracteriza al cine de los Dardenne; un cine de ficción pero que no puede evitar su alma de documental.
Brillante.
viernes, enero 09, 2015
Un toque de violencia
Sin duda lo más interesante de "Un toque de violencia" es el espacio donde sucede.
Se trata de una zona intermedia entre los dos paisajes que pueden resultar más familiares de la nueva China: el melodramático y atrasado campo y la moderna y complicada ciudad.
De algún modo, el director retorna a ese descampado tan frecuente al neorrealismo italiano en el que campo y ciudad se confundíian, generalmente para mal. Hablamos de un no lugar en el que la naturaleza se ve asaltada por monumentales obras públicas a medio terminar y enormes fábricas tendidas sobre la tierra enyermada como auténticos leviatanes. También hay tremendos rios que conectan arrabales de calles polvorientas con construcciones chabolistas nacidas al borde de las ciudades donde la interminable fiesta del capitalismo de consumo ya se celebra desde hace unos cuantos años.
En este escenario Jian Zangkhe nos presenta una narración en la que se suceden cuatro episodios protagonizados por personajes que progresivamente pierden el control cuando son puestos a prueba al quedarse a las puertas de esa fiesta.
El resultado final son situaciones de desesperada violencia infringida bien contra otros, bien contra ellos mismos, que, inevitablemente, nos muestran, como se suele decir, un retrato nada complaciente de la moderna China.
Y en cada episodio parece que Zangkhe toca un tema diferente siempre dentro de esa visión general desangelada que marca el tono narrativo del relato.
En el primero, claramente, el centro es la corrupción de las estructuras sociales y políticas que vertebran China. Protagonizado por un trabajador que reclama su parte de un negocio, una parte que le corresponde y que se le niega mientras otros se enriquecen.
En el segundo, para mi gusto, el tema es el desarraigo y la delincuencia como consecuencia de la perdida de un horizonte de valores y sentido. Protagonizado por vagabundo y pequeño delincuente al que seguimos a lo largo de su vida persona y "profesional"
En el tercero, la imposibilidad de la esperanza y las poco socialistas desigualdades hombre-mujer. Protagonizado por una recepcionista de un prostibulo de la que los hombres abusan, empezando por su amante que nunca se divorcia.
Y en el cuarto, el más interesante de todos, el perverso proceso de cosificación y alienación. Protagonizado por un adolescente al que seguimos en su difícil vida de esclavo asalariado.
A lo largo de la película algunas historias se cruzan con otras generando una ligera sensación de unicidad que no le viene mal a la película.
"Un toque de violencia" es muy sociológica pero también muy poética, a su manera deshábrida y malencarada, profundizando en un proceso de progresiva deshumanización que inevitablemente conduce a sus protagonistas a la desesperación que les lleva a reaccionar de una manera que les conduce inevitablemente a la destrucción.
La película tiene interés, pero, y como digo, predomina el efecto "cara nueva" de ver situaciones narrativas no demasiado novedosas en un paisaje hasta ahora desconocido para la mirada del espectador.
En China también hay crónicas de motel... pero, a su manera.
Interesante.
Se trata de una zona intermedia entre los dos paisajes que pueden resultar más familiares de la nueva China: el melodramático y atrasado campo y la moderna y complicada ciudad.
De algún modo, el director retorna a ese descampado tan frecuente al neorrealismo italiano en el que campo y ciudad se confundíian, generalmente para mal. Hablamos de un no lugar en el que la naturaleza se ve asaltada por monumentales obras públicas a medio terminar y enormes fábricas tendidas sobre la tierra enyermada como auténticos leviatanes. También hay tremendos rios que conectan arrabales de calles polvorientas con construcciones chabolistas nacidas al borde de las ciudades donde la interminable fiesta del capitalismo de consumo ya se celebra desde hace unos cuantos años.
En este escenario Jian Zangkhe nos presenta una narración en la que se suceden cuatro episodios protagonizados por personajes que progresivamente pierden el control cuando son puestos a prueba al quedarse a las puertas de esa fiesta.
El resultado final son situaciones de desesperada violencia infringida bien contra otros, bien contra ellos mismos, que, inevitablemente, nos muestran, como se suele decir, un retrato nada complaciente de la moderna China.
Y en cada episodio parece que Zangkhe toca un tema diferente siempre dentro de esa visión general desangelada que marca el tono narrativo del relato.
En el primero, claramente, el centro es la corrupción de las estructuras sociales y políticas que vertebran China. Protagonizado por un trabajador que reclama su parte de un negocio, una parte que le corresponde y que se le niega mientras otros se enriquecen.
En el segundo, para mi gusto, el tema es el desarraigo y la delincuencia como consecuencia de la perdida de un horizonte de valores y sentido. Protagonizado por vagabundo y pequeño delincuente al que seguimos a lo largo de su vida persona y "profesional"
En el tercero, la imposibilidad de la esperanza y las poco socialistas desigualdades hombre-mujer. Protagonizado por una recepcionista de un prostibulo de la que los hombres abusan, empezando por su amante que nunca se divorcia.
Y en el cuarto, el más interesante de todos, el perverso proceso de cosificación y alienación. Protagonizado por un adolescente al que seguimos en su difícil vida de esclavo asalariado.
A lo largo de la película algunas historias se cruzan con otras generando una ligera sensación de unicidad que no le viene mal a la película.
"Un toque de violencia" es muy sociológica pero también muy poética, a su manera deshábrida y malencarada, profundizando en un proceso de progresiva deshumanización que inevitablemente conduce a sus protagonistas a la desesperación que les lleva a reaccionar de una manera que les conduce inevitablemente a la destrucción.
La película tiene interés, pero, y como digo, predomina el efecto "cara nueva" de ver situaciones narrativas no demasiado novedosas en un paisaje hasta ahora desconocido para la mirada del espectador.
En China también hay crónicas de motel... pero, a su manera.
Interesante.
martes, enero 06, 2015
Nostalghia
Realizada en 1983, Nostalghia es la penúltima película del maestro Andrei Tarkovski. Sólo posteriormente, realizará en 1986 muy poco antes de morir la extraordinaria y maravillosa "Sacrificio".
A mi entender, ambas están inextricablemente relacionadas, especialmente en la preocupación que el último Tarkovski sentía por un mundo que a su entender cada vez estaba más centrado en lo material y como consecuencia de ello estaba cada vez más lejos de todo lo que tiene que ver con sentimientos altruistas y de sacrificio.
En este sentido, "Nostalghia" se centra en un poeta ruso que, de viaje por Italia, siente nostalgia de todo ese sentimiento profundo de ciega creencia en lo intangible y que de algún modo le conecta con el perdido hogar (que sólo recupera en sueños). Sólo a través de un loco ermitaño llamado Domenico, el poeta recuperará su capacidad para relacionarse con lo intangible en una hermosa secuencia final en el que el poeta. para salvar el mundo, deberá atravesar una piscina vacía sin que una pequeña vela se apague.
Posteriormente, en "Sacrificio", recuperará esta temática de una manera aún más profunda e intensa manteniendo al actor sueco Erland Josephson, que interpreta a Domenico, como el protagonista de una historia en la que su personaje acabará convirtiéndose en un loco como Domenico a cambio de evitar el fin del mundo que será el final de su familia.
Ambas películas reflejan el esfuerzo de Tarkovski por mostrar a través del cine, y en sus propias palabras recogidas en una entrevista realizada en 1983, los más imperceptibles movimientos del alma humana; imperceptibles movimientos que para el ruso siempre estaban en relación con lo invisible y lo trascendente.
La espiritualidad es fundamental en la concepción que Tarkovski tiene del alma humana y, precisamente, a su entender el hombre se está construyendo a pulso la infelicidad en este mundo tan materialista .
Al final, la nostalgia de Tarkovski es la nostalgia de la fe en un sentido amplio y, por extensión, la nostalgia de un aspecto esencial en lo antropológico del hombre como animal.
En "Nostalgia" de una manera sutil y maravillosa Tarkovski nos muestra el grave peso que ejerce ese vacío sobre el protagonista, convirtiendo sus recuerdos de la infancia en la encarnación metafórica de esa claridad ausente porque para Tarkovski infancia y capacidad de creer en lo que no puede se visto están directamente relacionadas.
Y al final lo que se nos cuenta es algo tan complejo como la expresión de la necesidad de lo inefable y el imposible hecho real del encuentro con eso que es extraordinario.
Casi nada.
Extraordinaria.
A mi entender, ambas están inextricablemente relacionadas, especialmente en la preocupación que el último Tarkovski sentía por un mundo que a su entender cada vez estaba más centrado en lo material y como consecuencia de ello estaba cada vez más lejos de todo lo que tiene que ver con sentimientos altruistas y de sacrificio.
En este sentido, "Nostalghia" se centra en un poeta ruso que, de viaje por Italia, siente nostalgia de todo ese sentimiento profundo de ciega creencia en lo intangible y que de algún modo le conecta con el perdido hogar (que sólo recupera en sueños). Sólo a través de un loco ermitaño llamado Domenico, el poeta recuperará su capacidad para relacionarse con lo intangible en una hermosa secuencia final en el que el poeta. para salvar el mundo, deberá atravesar una piscina vacía sin que una pequeña vela se apague.
Posteriormente, en "Sacrificio", recuperará esta temática de una manera aún más profunda e intensa manteniendo al actor sueco Erland Josephson, que interpreta a Domenico, como el protagonista de una historia en la que su personaje acabará convirtiéndose en un loco como Domenico a cambio de evitar el fin del mundo que será el final de su familia.
Ambas películas reflejan el esfuerzo de Tarkovski por mostrar a través del cine, y en sus propias palabras recogidas en una entrevista realizada en 1983, los más imperceptibles movimientos del alma humana; imperceptibles movimientos que para el ruso siempre estaban en relación con lo invisible y lo trascendente.
La espiritualidad es fundamental en la concepción que Tarkovski tiene del alma humana y, precisamente, a su entender el hombre se está construyendo a pulso la infelicidad en este mundo tan materialista .
Al final, la nostalgia de Tarkovski es la nostalgia de la fe en un sentido amplio y, por extensión, la nostalgia de un aspecto esencial en lo antropológico del hombre como animal.
En "Nostalgia" de una manera sutil y maravillosa Tarkovski nos muestra el grave peso que ejerce ese vacío sobre el protagonista, convirtiendo sus recuerdos de la infancia en la encarnación metafórica de esa claridad ausente porque para Tarkovski infancia y capacidad de creer en lo que no puede se visto están directamente relacionadas.
Y al final lo que se nos cuenta es algo tan complejo como la expresión de la necesidad de lo inefable y el imposible hecho real del encuentro con eso que es extraordinario.
Casi nada.
Extraordinaria.
“Recordemos que hasta principios del siglo XX el verbo tenía connotaciones negativas porque estaba muy asociado a los efectos de la tuberculosis. Incluso en los diccionarios de hoy vemos que entre sus primeras acepciones se define como . Pero en la década de 1920, con la aparición de la publicidad moderna, perdió estas connotaciones negativas y pasó a designar una aspiración social. La industria publicitaria reorientó la psique popular y acabó con la muy antigua tradición de la moderación a favor de una cultura nueva que celebraba el derroche y despreciaba el ahorro. Consumir se convirtió en una señal de éxito, en el ideal de lo que significaba ser moderno. En la segunda mitad del siglo XX, la sociedad de consumo acabó desplazando a la sociedad civil como comunidad primaria en la que forjar la identidad social y a la que rendir tributo.”
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