En un futuro próximo, los vampiros han colonizado la humanidad. Tentados por las ventajas de vivir eternamente y jamás padecer ningún tipo de enfermedad la mayor parte de los humanos han acabado ofreciendo su cuello... No quiero pensar cómo debe ser la vida en una Ecija vampírica...
La película arranca en un momento crítico. El crecimiento de los vampiros es tan desproporcionado que ya apenas hay humanos suficientes para alimentarlos. Escasea la sangre y los esfuerzos por encontrar un sustituto sintético fracasan. Y además la falta de alimento transforma a los vampiros en unas enloquecidas criaturas quiméricas mitad humanos, mitad bestias.
Por casualidades del destino narrativo, el doctor Edward Dalton (interpretado con transparente corrección por Ethan Hawke), encargado de encontrar una solución en su condición de hematólogo que debe ser lo mismo que nutricionista para los humanos, terminará descubriéndola precisamente en lo que más atemoriza a los vampiros: el sol.
Hay que decir que "Daybreakers" tiene su punto.
El planteamiento resulta interesante, especialmente las descripciones costumbristas de esa imposible sociedad vampírica que son lo mejor de la película. Aunque, poco a poco, y conforme la historia avanza, ésta no puede evitar caer en algunos convencionalismos que la hacen un tanto previsible en su desarrollo. No obstante su sorprendente final compensa la leve vulgaridad de ese desarrollo con su carácter "destroyer" e imaginativo. Porque la cura encontrada tiene unos efectos secundarios bastante sangrientos.
Con todo, los aciertos son mayores que los desaciertos para componer una película que cumple con su principal razón de ser: entretener.