Rozando ya la cincuentena y sin saber que pitar a algo o a alguien no es manifestar de manera pública una desaprobación, justo lo contrario de aplaudir, sino que directamente es un acto de violencia.
Imagino entonces que aplaudir a los que pitan también debe ser un acto de violencia hacia aquello o aquello que son pitados.
Y lo que no puedo imaginar es el modo en que se calificaría un acto violento real si los pitidos, algo pacífico, es considerado un acto de violencia.
Supongo que podría hablarse de violencia de baja intensidad para los actos no violentos y violencia de alta intensidad para los actos verdaderamente violentos.
Alguna mierda conceptual de este tipo seguro que arbitrarán para seguir adelante con la tontería.
Imagino también que la legislación deportiva deberá cambiar y se podrán cerrar recintos deportivos cuando la afición pite al visitante y al local o se podrán desalojar recintos culturales cuando el público patee la nueva propuesta de música conceptual o la nueva propuesta de teatro experimental.
En cualquier caso es verdaderamente preocupante la interesada confusión del acto de violencia con la expresión pública de desaprobación.
Entiendo que en una sociedad abierta son concebibles las expresiones privadas y públicas de desaprobación y de toda la vida acciones como pitar o abuchear no son otra cosa que expresiones públicas de desaprobación, un mero y simple acto social de comunicación en el que A le dice a B que hay cosas en él que no comparte.
Pero el nacionalismo español sigue con el bigote de Franco puesto para criminalizar a todos los que le desaprueban y en esta actitud le asoma por debajo del uniforme de español los blancos faldones de serlo por la gracia de Dios, aspecto que hace aún más condenable la desaprobación puesto que se trata de infieles, de hordas rojas que deben ser tratadas sin la menor consideración.
Y la violencia, aunque no se manifieste de manera real, a los malos, a los que están apartados de la gracia y la luz de Dios, siempre se les presume.
Y es que para algunas cosas el régimen del 78 sigue con el bigote de Franco puesto.
Porque no hay libertad de expresión que valga para los temas que tienen que ver con la buena religión o la fe.... O estas conmigo, o contra mi. No hay un punto intermedio.
En España, como hace 50 años, la idea de España sigue siendo sagrada y como los fanáticos fundamentalistas del SIL nada que no sea la adhesión inquebrantable es aceptable cuando se trata de la religión verdadera... o del país verdadero por la gracia de Dios.
Franquismo sociológico puro y duro.
El Caudillo cabalgando como el Cid después de muerto.
Imagino entonces que aplaudir a los que pitan también debe ser un acto de violencia hacia aquello o aquello que son pitados.
Y lo que no puedo imaginar es el modo en que se calificaría un acto violento real si los pitidos, algo pacífico, es considerado un acto de violencia.
Supongo que podría hablarse de violencia de baja intensidad para los actos no violentos y violencia de alta intensidad para los actos verdaderamente violentos.
Alguna mierda conceptual de este tipo seguro que arbitrarán para seguir adelante con la tontería.
Imagino también que la legislación deportiva deberá cambiar y se podrán cerrar recintos deportivos cuando la afición pite al visitante y al local o se podrán desalojar recintos culturales cuando el público patee la nueva propuesta de música conceptual o la nueva propuesta de teatro experimental.
En cualquier caso es verdaderamente preocupante la interesada confusión del acto de violencia con la expresión pública de desaprobación.
Entiendo que en una sociedad abierta son concebibles las expresiones privadas y públicas de desaprobación y de toda la vida acciones como pitar o abuchear no son otra cosa que expresiones públicas de desaprobación, un mero y simple acto social de comunicación en el que A le dice a B que hay cosas en él que no comparte.
Pero el nacionalismo español sigue con el bigote de Franco puesto para criminalizar a todos los que le desaprueban y en esta actitud le asoma por debajo del uniforme de español los blancos faldones de serlo por la gracia de Dios, aspecto que hace aún más condenable la desaprobación puesto que se trata de infieles, de hordas rojas que deben ser tratadas sin la menor consideración.
Y la violencia, aunque no se manifieste de manera real, a los malos, a los que están apartados de la gracia y la luz de Dios, siempre se les presume.
Y es que para algunas cosas el régimen del 78 sigue con el bigote de Franco puesto.
Porque no hay libertad de expresión que valga para los temas que tienen que ver con la buena religión o la fe.... O estas conmigo, o contra mi. No hay un punto intermedio.
En España, como hace 50 años, la idea de España sigue siendo sagrada y como los fanáticos fundamentalistas del SIL nada que no sea la adhesión inquebrantable es aceptable cuando se trata de la religión verdadera... o del país verdadero por la gracia de Dios.
Franquismo sociológico puro y duro.
El Caudillo cabalgando como el Cid después de muerto.