"Queda un olor de tiempo abonado de versos,
para brotes de mármoles consagrados que hereden
la aurífera canción
de la alondra que se pudre en mi corazón"
(Cesar Vallejo. Oración del camino, fragmento)
martes, septiembre 12, 2006
BREAKFAST ON PLUTO
De entrada vaya por delante que me declaro un fan absoluto del cine de Neil Jordan. Fundamentalmente, por la heterodoxa sensibilidad con que relata historias que protagonizan personajes especiales siempre persiguiendo sus sueños por el paisaje árido de un mundo lleno de seres que se han dejado de perseguir los suyos. Desde "Mona Lisa" (1986) donde el chófer interpretado por Bob Hoskins se enamora perdidamente de una call girl hasta la infravalorada "The good thief" (2002), revisión del clásico de Jean Pierre Melville "Bob Le Flambeur, donde el ladrón interpretado por Nick Nolte busca realizar su posibilidad de escape pergeñando un plan perfecto contra todo y todos. En las películas de Jordan hay magia, pero siempre una magia terrenal procedente de las miradas y actitudes de sus personajes
"Desayuno en Plutón" es su último trabajo y, desde luego, está a la altura de las mejores dentro de su no muy extensa filmografía, lo primero es ya decir mucho y lo segundo es una auténtica lástima porque siempre me ha gustado escuchar lo que un autor como Neil Jordan tiene que decir.
La película cuenta la historia de Patrick "Kitten" Brady, un travestido irlandés empeñado en encontrar a su verdadera madre. Es la historia de un viaje que llevará a Brady por la convulsa Irlanda hasta Londres de mediados de la década de los 70, donde está seguro que ella se encuentra.
Lo que más me llama la atención es el recalcitrante optimismo con que Brady vive un destino que en la mayor parte de las ocasiones le resulta adverso. Pese a todo, Brady jamás se rinde siendo su principal arma la capacidad de fabulación sobre su propia vida. Así, ésta se convierte en una especie de ficción oral que Brady continuamente se cuenta a sí mismo y a cualquiera que quiera escucharle, una ficción en la que él es un extraño héroe en busca de imposibles fantasmas. Así, y pese a que el tono de la película es amargo, curiosamente resulta dulce en muchos momentos sobre todo por la capacidad que el personaje protagonista tiene de distanciarse y aislarse, contra todo y todos, de una realidad que casi siempre le es esquiva.
En este sentido, Brady se convierte en una suerte de David Copperfield moderno en busca de si mismo y de su futuro... Al final, y como siempre, importará mucho más el viaje que el propósito desencadenante de su comienzo... entre otras cosas porque el viajero que sale del punto de partida jamás es aquel que llega al lugar propuesto.
El viaje siempre cambia al viajero... Todo lo demás es turismo.
El trabajo de Cillian Murphy como Patrick Braden es estupendo y, junto a él, otros grandes actores como Liam Neeson, Stephen Rea, Brendan Gleeson, Ian Hart o, incluso, los cantantes Gavin Friday y Brian Ferry (tan estupendo como siempre) hacen aún más interesante con sus presencias el camino de la gata por el espacio y el tiempo por una Gran Bretaña demasiado "seria", inmersa en pleno conflicto del Ulster, y con demasiado poco tiempo para entender a alguien tan diferente como Brady.
Y no me olvido de los petirrojos... Todo un hallazgo...
"- Petirrojo 1: Ella no se parece en nada a Mitzi Gaynor!
- Petirrojo 2: Y qué sabes tú de Mitzi Gaynor?
- Petirrojo 1: Nada. Pero como dijo Oscar Wilde, "Me encanta hablar de nada en concreto. Es la única cosa de la que se algo."
Un gran diálogo para tratarse de dos pájaros.
De entrada vaya por delante que me declaro un fan absoluto del cine de Neil Jordan. Fundamentalmente, por la heterodoxa sensibilidad con que relata historias que protagonizan personajes especiales siempre persiguiendo sus sueños por el paisaje árido de un mundo lleno de seres que se han dejado de perseguir los suyos. Desde "Mona Lisa" (1986) donde el chófer interpretado por Bob Hoskins se enamora perdidamente de una call girl hasta la infravalorada "The good thief" (2002), revisión del clásico de Jean Pierre Melville "Bob Le Flambeur, donde el ladrón interpretado por Nick Nolte busca realizar su posibilidad de escape pergeñando un plan perfecto contra todo y todos. En las películas de Jordan hay magia, pero siempre una magia terrenal procedente de las miradas y actitudes de sus personajes
"Desayuno en Plutón" es su último trabajo y, desde luego, está a la altura de las mejores dentro de su no muy extensa filmografía, lo primero es ya decir mucho y lo segundo es una auténtica lástima porque siempre me ha gustado escuchar lo que un autor como Neil Jordan tiene que decir.
La película cuenta la historia de Patrick "Kitten" Brady, un travestido irlandés empeñado en encontrar a su verdadera madre. Es la historia de un viaje que llevará a Brady por la convulsa Irlanda hasta Londres de mediados de la década de los 70, donde está seguro que ella se encuentra.
Lo que más me llama la atención es el recalcitrante optimismo con que Brady vive un destino que en la mayor parte de las ocasiones le resulta adverso. Pese a todo, Brady jamás se rinde siendo su principal arma la capacidad de fabulación sobre su propia vida. Así, ésta se convierte en una especie de ficción oral que Brady continuamente se cuenta a sí mismo y a cualquiera que quiera escucharle, una ficción en la que él es un extraño héroe en busca de imposibles fantasmas. Así, y pese a que el tono de la película es amargo, curiosamente resulta dulce en muchos momentos sobre todo por la capacidad que el personaje protagonista tiene de distanciarse y aislarse, contra todo y todos, de una realidad que casi siempre le es esquiva.
En este sentido, Brady se convierte en una suerte de David Copperfield moderno en busca de si mismo y de su futuro... Al final, y como siempre, importará mucho más el viaje que el propósito desencadenante de su comienzo... entre otras cosas porque el viajero que sale del punto de partida jamás es aquel que llega al lugar propuesto.
El viaje siempre cambia al viajero... Todo lo demás es turismo.
El trabajo de Cillian Murphy como Patrick Braden es estupendo y, junto a él, otros grandes actores como Liam Neeson, Stephen Rea, Brendan Gleeson, Ian Hart o, incluso, los cantantes Gavin Friday y Brian Ferry (tan estupendo como siempre) hacen aún más interesante con sus presencias el camino de la gata por el espacio y el tiempo por una Gran Bretaña demasiado "seria", inmersa en pleno conflicto del Ulster, y con demasiado poco tiempo para entender a alguien tan diferente como Brady.
Y no me olvido de los petirrojos... Todo un hallazgo...
"- Petirrojo 1: Ella no se parece en nada a Mitzi Gaynor!
- Petirrojo 2: Y qué sabes tú de Mitzi Gaynor?
- Petirrojo 1: Nada. Pero como dijo Oscar Wilde, "Me encanta hablar de nada en concreto. Es la única cosa de la que se algo."
Un gran diálogo para tratarse de dos pájaros.
lunes, septiembre 11, 2006
UNITED 93
Pensando en esta más que interesante película me viene a la cabeza la famosa frase pronunciada en la película de Jhon Ford, "El Hombre que mató a Liberty Valance":
- "This is the west, sir. When the legend becomes fact, print the legend."
Aunque los papeles oficiales dicen lo contrario seguramente el vuelo número 93 de United Airlines fue derribado por los aviones del mando de defensa áerea para evitar males mayores... Siempre existirá esa sombra, pero -y para cada sombra- siempre existe una leyenda que con su brillo arrasador intenta -y casi siempre consigue- empalidecerla.
"United 93" nos cuenta entonces la leyenda.
Siguiendo al pie de la letra el informe oficial del congreso de los Estados Unidos sobre el 11-S, la película relata en un muy acertado tono semi-documental tanto la generalidad de ese acontecimiento histórico como la particular peripecia del quinto y último vuelo secuestrado por los terroristas islámicos.
El resultado resulta muy, muy atractivo y termina constituyendo una obra sorprendente y llena de ritmo que mantiene el interés hasta el último instante.
Uno de los retos más complicados de un narrador es contar a la audiencia algo que, en mayor o menor medida, ya conoce y "United93" sale airosa de ese trance. Desde el pequeño detalle de un avión que no responde a las llamadas de su controlador aéreo hasta la esencia de las torres gemelas ardiendo, "United93" es un magnífico "crescendo" de tensión en el que asistimos, casi como privilegiados "voyeurs", a la constatación del inevitable desastre en los rostros de todos sus protagonistas.
Mención especial para el perfecto trabajo de los actores, en los que se mezclan individuos no profesionales reviviendo aquel día y el papel más o menos crucial que jugaron durante aquellos momentos que sacudieron al mundo. No se distinguen unos de otros y ello principalmente merced al talento de unos y de otros para transmitir sensación de vida y realidad.
El resultado es la interesante y bien contada crónica de una leyenda.
Pensando en esta más que interesante película me viene a la cabeza la famosa frase pronunciada en la película de Jhon Ford, "El Hombre que mató a Liberty Valance":
- "This is the west, sir. When the legend becomes fact, print the legend."
Aunque los papeles oficiales dicen lo contrario seguramente el vuelo número 93 de United Airlines fue derribado por los aviones del mando de defensa áerea para evitar males mayores... Siempre existirá esa sombra, pero -y para cada sombra- siempre existe una leyenda que con su brillo arrasador intenta -y casi siempre consigue- empalidecerla.
"United 93" nos cuenta entonces la leyenda.
Siguiendo al pie de la letra el informe oficial del congreso de los Estados Unidos sobre el 11-S, la película relata en un muy acertado tono semi-documental tanto la generalidad de ese acontecimiento histórico como la particular peripecia del quinto y último vuelo secuestrado por los terroristas islámicos.
El resultado resulta muy, muy atractivo y termina constituyendo una obra sorprendente y llena de ritmo que mantiene el interés hasta el último instante.
Uno de los retos más complicados de un narrador es contar a la audiencia algo que, en mayor o menor medida, ya conoce y "United93" sale airosa de ese trance. Desde el pequeño detalle de un avión que no responde a las llamadas de su controlador aéreo hasta la esencia de las torres gemelas ardiendo, "United93" es un magnífico "crescendo" de tensión en el que asistimos, casi como privilegiados "voyeurs", a la constatación del inevitable desastre en los rostros de todos sus protagonistas.
Mención especial para el perfecto trabajo de los actores, en los que se mezclan individuos no profesionales reviviendo aquel día y el papel más o menos crucial que jugaron durante aquellos momentos que sacudieron al mundo. No se distinguen unos de otros y ello principalmente merced al talento de unos y de otros para transmitir sensación de vida y realidad.
El resultado es la interesante y bien contada crónica de una leyenda.
"Llegará un día que ya habremos vivido"
Con esta frase casi termina "Mala Sangre", la inolvidable película de Leos Carax que a mediados de los 80 dió a conocer a la maravillosa y preciosa Juliette Binoche al resto de Europa... Han pasado veinte años, pero la fuerza poética de esta pequeña joya del cine difícil mantiene intacto su poder conmovedor.
En "Mala sangre" se transparentan viejos y agradables fantasmas pertenecientes a los eternos esquemas narrativos del cine negro.Modos de narrar historias que con su loco romanticismo nihilista siguen atrapando con su fascinante abrazo de paraíso artificial hoy, más que nunca, cuando la nada está cada vez más presente en un mundo donde lo peor que se puede preguntar es el "por qué" de cada cosa.
"Llegará un día que ya habremos vivido"
Me enamoré de esa frase a los veinte años, en cuanto la escuché brotar como una rara flor del mal de los labios moribundos de Alex y aún sigo queriéndola, cuando ya he vivido algún día que ya viví y soy veinte años más viejo que entonces.
Con esta frase casi termina "Mala Sangre", la inolvidable película de Leos Carax que a mediados de los 80 dió a conocer a la maravillosa y preciosa Juliette Binoche al resto de Europa... Han pasado veinte años, pero la fuerza poética de esta pequeña joya del cine difícil mantiene intacto su poder conmovedor.
En "Mala sangre" se transparentan viejos y agradables fantasmas pertenecientes a los eternos esquemas narrativos del cine negro.Modos de narrar historias que con su loco romanticismo nihilista siguen atrapando con su fascinante abrazo de paraíso artificial hoy, más que nunca, cuando la nada está cada vez más presente en un mundo donde lo peor que se puede preguntar es el "por qué" de cada cosa.
"Llegará un día que ya habremos vivido"
Me enamoré de esa frase a los veinte años, en cuanto la escuché brotar como una rara flor del mal de los labios moribundos de Alex y aún sigo queriéndola, cuando ya he vivido algún día que ya viví y soy veinte años más viejo que entonces.
domingo, septiembre 10, 2006
sábado, septiembre 09, 2006
CORRUPCION EN MIAMI
La película lleva a la gran pantalla las aventuras de los inspectores de la policía de Miami, Sonny Crockett y Ricardo Tubbs, protagonistas de la serie del mismo nombre que tuvo gran éxito en la década de los 80; principalmente por lo cuidado de la producción y de las historias mostradas a lo largo de sus siete temporadas.
El resultado fue un producto muy diferente de las series policiales al uso por aquel entonces, destacando por ofrecer una experiencia visual y narrativa muy cercana a la cinematográfica.
Michael Mann -en mi opinión uno de los directores más interesantes del parque de profesionales actualmente en activo- es el responsable de este proyecto revividor y nadie debería estar más capacitado para hacerlo puesto que Mann fue el productor ejecutivo de la serie durante sus primeras cinco temporadas, las mejores por cierto.
De ahí, Mann pasó al cine para no volver más a la televisión, dirigiendo "El último de los Mohicanos" en 1992.
No obstante ya había escrito y dirigido en 1986 "Manhunter", la primera adaptación cinematográfica de las aventuras del entrañable Hannibal Lecter.
La adaptación cinematográfica de "Corrupción en Miami" tiene poco que ofrecer en lo que se refiere a la historia.
El contenido no se diferencia mucho de un viejo capítulo de la serie: traficantes chungos, interiores espaciosos y luminosos, vida nocturna, deportivos a mil por hora por las avenidas, malos que deben morir, relamidos agentes del FBI, amores imposibles que se balancean en la cuerda floja que separa el bien del mal, justicias y venganzas... Nada nuevo bajo el sol de Miami quince años después.
Lo diferencial -para mi gusto- está en la forma en que Mann cuenta esa sucesión de tópicos pertenecientes a la propia serie.
Me refiero a su talento para rodar, su sensibilidad para el encuadre componiendo imágenes de gran belleza y su maestría para narrar cinematográficamente combianado esas imágenes estupendas.
"Corrupcíón en Miami" es una película de director en la que Mann muestra todo lo que su inmenso talento puede dar y que de no ser por esas sobresalientes capacidades naufragaría en la mayor de las mediocridades.
Mención especial para esos primeros planos en gran angular directamente extraídos del western clásico en el que, por ejemplo, uno puede ver el rostro atormentado de un personaje mientras un relámpago estalla al fondo. En este sentido, Mann utiliza mucho el gran angular para dar a la película una inmensa profundidad de campo que en pocas ocasiones tiene un sentido dramático y que en la mayor parte obecece a motivos -mas que fundados- de carácter estético.
El resultado es visualmente fascinante.
Recuerdo un primer término de Colin Farrell despidiendo un amor imposible con un fondo de palmeras agitadas por el viento...
Por otor lado, uno de los grandes temas presentes a lo largo de la filmografía de Michael Mann, la fascinante reinvindicación del profesional que sabe hacer bien su trabajo, también está presente en "Corrupción en Miami".
La forma en que Mann aborda las peligrosas andanzas de Crockett y Tubbs no es otra que ésta, la del profesional que sabe hacer bien su trabajo. En esta película, la mayoría de los personajes se preocupan por su negocio y lo hacen hasta las últimas consecuencias y sólo el mejor termina venciendo.
En el mundo de Mann no hay nada más importante que cumplir la función que uno tiene asignada o que se ha asignado a si mismos... hasta los guardaespaldas que van a ser tiroteados dan la impresión de tener un trabajo que hacer y, lo que es más importante, de saber hacerlo.
En el mundo de Mann, las intenciones no son suficientes. Lo importante son los resultados siendo en todo momento las palabras "resultados" y "éxito" términos sinónimos.
En el mundo de Mann las emociones son peligrosas. Si sus personajes se dejan llevar por ellas terminan volviéndoles vulnerables. Se convierten en un lastre de cara a la consecución del objetivo. Enamorarse, sentir envidia o estar simplemente cansado no es profesional y el resultado jamás será satisfactorio.. Recordemos "Collateral", el cansado personaje que interpretaba Tom Cruise.
En cuanto a los actores, Jamie Foxx está eficaz y creíble como Ricardo Tubbs, tampoco el papel da para más.
Colin Farrell está a la altura de su compañero si bien en ciertos momentos resulta demasiado sobrerevolucionado, un poco del método rayaslawsky, haciéndose acreedor -como bien sugiere mi amigo G.- de una buena e interminable mano de bofetadas.
Los demás están correctos con menciones especiales para la estupenda Gong Li (tan buena actriz como bella como siempre por más que los años hayan pasado sobre ella) y para Luis Tosar cuya primera aventura en Hollywood no pasará a la historia. Su visión bergmaniana del traficante colombiano resulta demasiado minimal y monótona ¡incluso cuando tiene a Gong Li en la cama!
En definitivas cuentas, una película mas y dos horas de vida menos.
La película lleva a la gran pantalla las aventuras de los inspectores de la policía de Miami, Sonny Crockett y Ricardo Tubbs, protagonistas de la serie del mismo nombre que tuvo gran éxito en la década de los 80; principalmente por lo cuidado de la producción y de las historias mostradas a lo largo de sus siete temporadas.
El resultado fue un producto muy diferente de las series policiales al uso por aquel entonces, destacando por ofrecer una experiencia visual y narrativa muy cercana a la cinematográfica.
Michael Mann -en mi opinión uno de los directores más interesantes del parque de profesionales actualmente en activo- es el responsable de este proyecto revividor y nadie debería estar más capacitado para hacerlo puesto que Mann fue el productor ejecutivo de la serie durante sus primeras cinco temporadas, las mejores por cierto.
De ahí, Mann pasó al cine para no volver más a la televisión, dirigiendo "El último de los Mohicanos" en 1992.
No obstante ya había escrito y dirigido en 1986 "Manhunter", la primera adaptación cinematográfica de las aventuras del entrañable Hannibal Lecter.
La adaptación cinematográfica de "Corrupción en Miami" tiene poco que ofrecer en lo que se refiere a la historia.
El contenido no se diferencia mucho de un viejo capítulo de la serie: traficantes chungos, interiores espaciosos y luminosos, vida nocturna, deportivos a mil por hora por las avenidas, malos que deben morir, relamidos agentes del FBI, amores imposibles que se balancean en la cuerda floja que separa el bien del mal, justicias y venganzas... Nada nuevo bajo el sol de Miami quince años después.
Lo diferencial -para mi gusto- está en la forma en que Mann cuenta esa sucesión de tópicos pertenecientes a la propia serie.
Me refiero a su talento para rodar, su sensibilidad para el encuadre componiendo imágenes de gran belleza y su maestría para narrar cinematográficamente combianado esas imágenes estupendas.
"Corrupcíón en Miami" es una película de director en la que Mann muestra todo lo que su inmenso talento puede dar y que de no ser por esas sobresalientes capacidades naufragaría en la mayor de las mediocridades.
Mención especial para esos primeros planos en gran angular directamente extraídos del western clásico en el que, por ejemplo, uno puede ver el rostro atormentado de un personaje mientras un relámpago estalla al fondo. En este sentido, Mann utiliza mucho el gran angular para dar a la película una inmensa profundidad de campo que en pocas ocasiones tiene un sentido dramático y que en la mayor parte obecece a motivos -mas que fundados- de carácter estético.
El resultado es visualmente fascinante.
Recuerdo un primer término de Colin Farrell despidiendo un amor imposible con un fondo de palmeras agitadas por el viento...
Por otor lado, uno de los grandes temas presentes a lo largo de la filmografía de Michael Mann, la fascinante reinvindicación del profesional que sabe hacer bien su trabajo, también está presente en "Corrupción en Miami".
La forma en que Mann aborda las peligrosas andanzas de Crockett y Tubbs no es otra que ésta, la del profesional que sabe hacer bien su trabajo. En esta película, la mayoría de los personajes se preocupan por su negocio y lo hacen hasta las últimas consecuencias y sólo el mejor termina venciendo.
En el mundo de Mann no hay nada más importante que cumplir la función que uno tiene asignada o que se ha asignado a si mismos... hasta los guardaespaldas que van a ser tiroteados dan la impresión de tener un trabajo que hacer y, lo que es más importante, de saber hacerlo.
En el mundo de Mann, las intenciones no son suficientes. Lo importante son los resultados siendo en todo momento las palabras "resultados" y "éxito" términos sinónimos.
En el mundo de Mann las emociones son peligrosas. Si sus personajes se dejan llevar por ellas terminan volviéndoles vulnerables. Se convierten en un lastre de cara a la consecución del objetivo. Enamorarse, sentir envidia o estar simplemente cansado no es profesional y el resultado jamás será satisfactorio.. Recordemos "Collateral", el cansado personaje que interpretaba Tom Cruise.
En cuanto a los actores, Jamie Foxx está eficaz y creíble como Ricardo Tubbs, tampoco el papel da para más.
Colin Farrell está a la altura de su compañero si bien en ciertos momentos resulta demasiado sobrerevolucionado, un poco del método rayaslawsky, haciéndose acreedor -como bien sugiere mi amigo G.- de una buena e interminable mano de bofetadas.
Los demás están correctos con menciones especiales para la estupenda Gong Li (tan buena actriz como bella como siempre por más que los años hayan pasado sobre ella) y para Luis Tosar cuya primera aventura en Hollywood no pasará a la historia. Su visión bergmaniana del traficante colombiano resulta demasiado minimal y monótona ¡incluso cuando tiene a Gong Li en la cama!
En definitivas cuentas, una película mas y dos horas de vida menos.
Por una vez el hombre del tiempo tiene razón.
Los vientos racheados de velocidad superior a los noventa kilómetros por hora ya han llegado,
inflexibles le azotan el rostro,
le revuelven los cabellos,
chocan con la opacidad de su cuerpo
ofrecido a su invisible capricho de par en par.
(Espera,
no pierde la esperanza.
Si no es la ráfaga recién pasada,
será la siguiente...)
Sonríe,
abiertos los brazos
como un crucificado auténtico.
Desea que le arrebaten de una vez
la maldita tristeza que siente
y se la lleven lejos, muy lejos.
Los vientos racheados de velocidad superior a los noventa kilómetros por hora ya han llegado,
inflexibles le azotan el rostro,
le revuelven los cabellos,
chocan con la opacidad de su cuerpo
ofrecido a su invisible capricho de par en par.
(Espera,
no pierde la esperanza.
Si no es la ráfaga recién pasada,
será la siguiente...)
Sonríe,
abiertos los brazos
como un crucificado auténtico.
Desea que le arrebaten de una vez
la maldita tristeza que siente
y se la lleven lejos, muy lejos.
jueves, septiembre 07, 2006
ALATRISTE
Me gustó Alatriste.
Es una película desgarrada, oscura y melancólica.
La crónica de una decadencia, la de nuestro siglo de Oro.
La historia de un hundimiento en el que, y al final, al valiente soldado protagonista no le queda otro remedio que hundirse con el propio barco.
Le perdono sus defectos -que son unos cuantos y alguno de ellos bastante notable-, porque lo que me interesa de la película es la evolución de unos personajes que parecen atrapados en la telaraña de la historia y en los laberintos de sus propias pasiones.
Alatriste es una película de actores, de diálogos, de pasiones vividas hasta sus ultimas consecuencias.... que suelen ser momentos desesperados y desgarrados en los que los personajes terminan por perderse a sí mismos para siempre.
Este es para mí el corazón de una película que es mucho más deudora del melodrama romántico que de las grandes superproducciones de acción... aspecto sobre el que, por cierto, ha puesto demasiado énfasis la comunicación mediática de la película haciéndo a ésta un flaco favor: la generación en el público de unas expectativas que Alatriste ni por planteamiento ni por presupuesto puede satisfacer.
No hay más cera ardiendo que esa a lo largo de los aproximadamente 140 minutos de película
La película asume muchos riesgos que en absoluto la benefician:
- por un lado, el tratamiento de la historia.
En lugar de la simple aventura de capa y espada -que por lo visto es el contenido esencial de las novelas firmadas por Pérez Reverte- se opta por un contenido más oscuro buscando hacer una crónica de la decadencia de la españa del siglo de oro a través de las vivencias de Alatriste.
Este abandono de la aventura de capa y espada tiene también repercusiones en la propia trayectoria del personaje. En este sentido la historia de Alatriste es la historia melancólica y épica de un derrotado en el campo de batalla y en el amor que el personaje, magnificamente interpretado por Viggo Mortensen, lleva con seductora gallardía.
No es una película luminosa.
La oscuridad es total.
- por otro, se ha puesto excesivo énfasis en su carácter de superproducción del cine español y, como consecuencia, en una espectacularidad a la altura de las grandes superproducciones cinematográficas... y ésto no es así.
Alatriste es una película ambiciosa, pero intimista en la que las grandes escenas de acción se ven lastradas por la falta de presupueto.
Las grandes secuencias de acción de la película como el asalto al galeón flamenco o la batalla de Rocroi no están a la altura de la espectacularidad que se le supone a una gran superproducción.
Por ejemplo, en la batalla de Rocroi faltan las grandes panorámicas y planos generales que nos muestren que estamos en una gran batalla, con grandes movimientos de tropas y el derroche de polvora y sangre que uno espera ver en una supreproducción.
La secuencia empieza con el pelotón de Alatriste resistiendo desesperadamente a los franceses y uno tiene la sensación que Rocroi fue una escaramuza entre unos cuantos españoles y unos cuantos franceses, sin que la narración de la pelea de Alatriste y los suyos esté insertada en el contexto general de una gran batalla de la Guerra de los 30 años como fue la de Rocroi.
De todos modos, la secuencia está resuelta admirablemente.
Tiene mucha épica y uno olvida rápido esos defectos... quizá otros, que esperan ver una superproducción, no lo hagan.
Otro ejemplo.... La secuencia del asalto al galeón resulta demasiado teatral.
Se supone que el barco flota en el agua, pero ésta no aparece por ninguna parte.
Faltan planos que contextualicen la escena y la sitúen en el mar... un olvido "gordo" de planificación... Resulta poco creíble por ésto y también por una iluminación demasiado plana y sin matices. La luna llena no brilla tanto...
Rodar un combate nocturno y en el mar como dios manda es demasiado caro para una "superproducción" como Alatriste y se ha optado por soluciones, parches, que no terminan de funcionar.
Por último, y en las escenas costumbristas de Madrid o Cadiz, faltan grandes panorámicas de calles y vida.
La cámara se cierra mucho en torno a los personajes... Para ser la gran superproducción que dice ser, las escenas de vida en la calle no se diferencian mucho de cualquier otra que hayamos visto en series para televisión o en cualquier otra película que no va por la vida de superproducción: Planos de calles más o menos atestadas y la cámara siguiendo a los personajes. Un contenido rutinario.
Falta algo más, un extra de espectacularidad propio del cine.
En la mayor parte de las secuencias, y como ya he escrito, la cámara no abre campo. Se cierra en torno a los personajes pareciendo temerosa de mostrar más de lo necesario.
Así pues, Alatriste en teoría se ha presentado como una superproducción de acción en la que precisamente sus puntos flacos de cara a una razonable verosimilitud son precisamente las propias escenas de acción y de grandes multitudes.
Se lo ha puesto difícil y si uno va a verla buscando el tratamiento original del texto escrito, una gran superproducción de acción o las dos cosas terminará por sentirse decepcionado.
Pero, y aún así, yo me quedo con la épica desgarrada de los personajes, la trágica y desesperada intimidad de unos seres todos ellos abocados de una u otra forma a un concreto fracaso que será definitivo en sus vidas... y alrededor de todos ellos el aroma corrupto del fin de una época.
Esta y no otra cosa es la maravilla que encierra Alatriste.
No apreciarla es, desde luego, perderse algo muy importante.
Por sus indudables virtudes, yo le perdono sus defectos.
Y entre esas virtudes figura también el trabajo de la mayoría de los actores.
Viggo Mortensen está impecable... incluso uno le echa de menos cuando no sale y hasta llega a pensar que la película pierde gas.
Su composición de Alatriste es inteligente y desde la estólidez de un alma que ha visto y hecho ya demasiadas cosas, Mortensen se las arregla para transmitir el justo y minimal matiz que la situación o escena requieren. Un sutil trabajo de miradas y voz que me recuerda mucho al realizado por Alfredo Landa en Los Santos Inocentes.
Magnífico, sin estridencias, sobrio y medido en el hacer y el decir exactamente como el hidalgo pobre que Alatriste hubiera sido de existir.
Otros actores que están memorables son Javier Cámara, Antonio Dechent y Eduard Fernández.
Aprovechan ambos sus escasas escenas para transmitir con inteligencia y sensibilidad la particular homogeneidad de sus respectivos personajes.
En particular, Fernandez compone un personaje que está a la altura de los grandes secundarios de la época dorada del cine americano. Inolvidable.
Los demás están correctos... o debieron ser corregidos y sacados de la lista definitiva del casting... pero no voy a dar nombres. No fui educado en la delación.
Si hablaré por último de la travestida caracterización de Blanca Portillo como el inquisidor Bocanegra. Es cierto. Es perfecta... y lo es hasta que abre la boca. Entonces escucho su voz de mujer y no me la creo.
Bocanegra resulta demasiado femenina y los curas son afeminados, no femeninos.
Resumiendo y para terminar, Alatriste no es una película redonda, pero sus virtudes incuestionables me hacen perdonarle sus defectos.
Es una película valiente que me gusta.
Me gustó Alatriste.
Es una película desgarrada, oscura y melancólica.
La crónica de una decadencia, la de nuestro siglo de Oro.
La historia de un hundimiento en el que, y al final, al valiente soldado protagonista no le queda otro remedio que hundirse con el propio barco.
Le perdono sus defectos -que son unos cuantos y alguno de ellos bastante notable-, porque lo que me interesa de la película es la evolución de unos personajes que parecen atrapados en la telaraña de la historia y en los laberintos de sus propias pasiones.
Alatriste es una película de actores, de diálogos, de pasiones vividas hasta sus ultimas consecuencias.... que suelen ser momentos desesperados y desgarrados en los que los personajes terminan por perderse a sí mismos para siempre.
Este es para mí el corazón de una película que es mucho más deudora del melodrama romántico que de las grandes superproducciones de acción... aspecto sobre el que, por cierto, ha puesto demasiado énfasis la comunicación mediática de la película haciéndo a ésta un flaco favor: la generación en el público de unas expectativas que Alatriste ni por planteamiento ni por presupuesto puede satisfacer.
No hay más cera ardiendo que esa a lo largo de los aproximadamente 140 minutos de película
La película asume muchos riesgos que en absoluto la benefician:
- por un lado, el tratamiento de la historia.
En lugar de la simple aventura de capa y espada -que por lo visto es el contenido esencial de las novelas firmadas por Pérez Reverte- se opta por un contenido más oscuro buscando hacer una crónica de la decadencia de la españa del siglo de oro a través de las vivencias de Alatriste.
Este abandono de la aventura de capa y espada tiene también repercusiones en la propia trayectoria del personaje. En este sentido la historia de Alatriste es la historia melancólica y épica de un derrotado en el campo de batalla y en el amor que el personaje, magnificamente interpretado por Viggo Mortensen, lleva con seductora gallardía.
No es una película luminosa.
La oscuridad es total.
- por otro, se ha puesto excesivo énfasis en su carácter de superproducción del cine español y, como consecuencia, en una espectacularidad a la altura de las grandes superproducciones cinematográficas... y ésto no es así.
Alatriste es una película ambiciosa, pero intimista en la que las grandes escenas de acción se ven lastradas por la falta de presupueto.
Las grandes secuencias de acción de la película como el asalto al galeón flamenco o la batalla de Rocroi no están a la altura de la espectacularidad que se le supone a una gran superproducción.
Por ejemplo, en la batalla de Rocroi faltan las grandes panorámicas y planos generales que nos muestren que estamos en una gran batalla, con grandes movimientos de tropas y el derroche de polvora y sangre que uno espera ver en una supreproducción.
La secuencia empieza con el pelotón de Alatriste resistiendo desesperadamente a los franceses y uno tiene la sensación que Rocroi fue una escaramuza entre unos cuantos españoles y unos cuantos franceses, sin que la narración de la pelea de Alatriste y los suyos esté insertada en el contexto general de una gran batalla de la Guerra de los 30 años como fue la de Rocroi.
De todos modos, la secuencia está resuelta admirablemente.
Tiene mucha épica y uno olvida rápido esos defectos... quizá otros, que esperan ver una superproducción, no lo hagan.
Otro ejemplo.... La secuencia del asalto al galeón resulta demasiado teatral.
Se supone que el barco flota en el agua, pero ésta no aparece por ninguna parte.
Faltan planos que contextualicen la escena y la sitúen en el mar... un olvido "gordo" de planificación... Resulta poco creíble por ésto y también por una iluminación demasiado plana y sin matices. La luna llena no brilla tanto...
Rodar un combate nocturno y en el mar como dios manda es demasiado caro para una "superproducción" como Alatriste y se ha optado por soluciones, parches, que no terminan de funcionar.
Por último, y en las escenas costumbristas de Madrid o Cadiz, faltan grandes panorámicas de calles y vida.
La cámara se cierra mucho en torno a los personajes... Para ser la gran superproducción que dice ser, las escenas de vida en la calle no se diferencian mucho de cualquier otra que hayamos visto en series para televisión o en cualquier otra película que no va por la vida de superproducción: Planos de calles más o menos atestadas y la cámara siguiendo a los personajes. Un contenido rutinario.
Falta algo más, un extra de espectacularidad propio del cine.
En la mayor parte de las secuencias, y como ya he escrito, la cámara no abre campo. Se cierra en torno a los personajes pareciendo temerosa de mostrar más de lo necesario.
Así pues, Alatriste en teoría se ha presentado como una superproducción de acción en la que precisamente sus puntos flacos de cara a una razonable verosimilitud son precisamente las propias escenas de acción y de grandes multitudes.
Se lo ha puesto difícil y si uno va a verla buscando el tratamiento original del texto escrito, una gran superproducción de acción o las dos cosas terminará por sentirse decepcionado.
Pero, y aún así, yo me quedo con la épica desgarrada de los personajes, la trágica y desesperada intimidad de unos seres todos ellos abocados de una u otra forma a un concreto fracaso que será definitivo en sus vidas... y alrededor de todos ellos el aroma corrupto del fin de una época.
Esta y no otra cosa es la maravilla que encierra Alatriste.
No apreciarla es, desde luego, perderse algo muy importante.
Por sus indudables virtudes, yo le perdono sus defectos.
Y entre esas virtudes figura también el trabajo de la mayoría de los actores.
Viggo Mortensen está impecable... incluso uno le echa de menos cuando no sale y hasta llega a pensar que la película pierde gas.
Su composición de Alatriste es inteligente y desde la estólidez de un alma que ha visto y hecho ya demasiadas cosas, Mortensen se las arregla para transmitir el justo y minimal matiz que la situación o escena requieren. Un sutil trabajo de miradas y voz que me recuerda mucho al realizado por Alfredo Landa en Los Santos Inocentes.
Magnífico, sin estridencias, sobrio y medido en el hacer y el decir exactamente como el hidalgo pobre que Alatriste hubiera sido de existir.
Otros actores que están memorables son Javier Cámara, Antonio Dechent y Eduard Fernández.
Aprovechan ambos sus escasas escenas para transmitir con inteligencia y sensibilidad la particular homogeneidad de sus respectivos personajes.
En particular, Fernandez compone un personaje que está a la altura de los grandes secundarios de la época dorada del cine americano. Inolvidable.
Los demás están correctos... o debieron ser corregidos y sacados de la lista definitiva del casting... pero no voy a dar nombres. No fui educado en la delación.
Si hablaré por último de la travestida caracterización de Blanca Portillo como el inquisidor Bocanegra. Es cierto. Es perfecta... y lo es hasta que abre la boca. Entonces escucho su voz de mujer y no me la creo.
Bocanegra resulta demasiado femenina y los curas son afeminados, no femeninos.
Resumiendo y para terminar, Alatriste no es una película redonda, pero sus virtudes incuestionables me hacen perdonarle sus defectos.
Es una película valiente que me gusta.
lunes, septiembre 04, 2006
¡CAMPEONES DEL MUNDO!
Un partido soñado.
La furia española como forma, como vehículo utilizado para expresar una inmensa calidad. En absoluto como la inútil furia española del fútbol.
El toro que torea y mata al torero.
Desde el primer momento salieron con el cuchillo entre los dientes.
Grecia es un equipo que en todo momento intenta controlar el partido y lo hace con una defensa aplicada y rocosa, con ataques largos y pacientes. Evita la velocidad y el contrataque... España le planteó el partido infernal.
Defensas alternativas, potentes e inteligentes, ataques rápidos, presión en todo momento.
Cada canasta era una pesadilla imposible para los griegos.
La defensa les dejaba tan tocados que encontraban muy pocas posiciones buenas de lanzamiento y, de encontrarlas, fallaban muchos de ellos por la propia incomodidad generada por España en su juego.
Y por encima de ello carácter, fuerza y voluntad del equipo español.
El resultado entra en la historia de los resultados de las finales.
Los griegos se quedaron en 47 puntos.
Ya al final del segundo tiempo sabían que no podían ganar. Se podía leer en sus caras,en la comunicación no verbal de sus cuerpos.
La suerte estaba echada para ellos.
Un partido soñado.
La furia española como forma, como vehículo utilizado para expresar una inmensa calidad. En absoluto como la inútil furia española del fútbol.
El toro que torea y mata al torero.
Desde el primer momento salieron con el cuchillo entre los dientes.
Grecia es un equipo que en todo momento intenta controlar el partido y lo hace con una defensa aplicada y rocosa, con ataques largos y pacientes. Evita la velocidad y el contrataque... España le planteó el partido infernal.
Defensas alternativas, potentes e inteligentes, ataques rápidos, presión en todo momento.
Cada canasta era una pesadilla imposible para los griegos.
La defensa les dejaba tan tocados que encontraban muy pocas posiciones buenas de lanzamiento y, de encontrarlas, fallaban muchos de ellos por la propia incomodidad generada por España en su juego.
Y por encima de ello carácter, fuerza y voluntad del equipo español.
El resultado entra en la historia de los resultados de las finales.
Los griegos se quedaron en 47 puntos.
Ya al final del segundo tiempo sabían que no podían ganar. Se podía leer en sus caras,en la comunicación no verbal de sus cuerpos.
La suerte estaba echada para ellos.
viernes, septiembre 01, 2006
EL SECRETO
Panagiotis Yiannakis es historia viva del baloncesto griego, europeo y mundial.
Junto con Nikos Gallis formó una terrible e histórica línea exterior de tiradores letales en la selección griega a finales de los 80 y principios de los 90. Sus triples -algunos tirados desde muy lejos, eran siempre oportunos y determinantes para el destino de su equipo dentro del partido. Formó parte del equipo heleno que hizo historia consiguiendo el campeonato de Europa frente a la última Unión Soviética... Gallis, Fassoulas, Christodoulou, Kambouris, Ioannou, ... Nombres y hombres inolvidables que, en una inolvidable noche calurosa ateniense dieron buena cuenta de la Unión Soviética de Volkov, Homicius, Sabonis, Valters o Tikhonenko.
Cuando jugaba, Yiannakis ya parecía un entrenador. Controlaba el ritmo del partido, gritaba, motivaba, aconsejaba, tranquilizaba e incluso protestaba como un coach.
Como no podía ser de otra forma, y con el paso del tiempo, acabó por hacerse cargo de la dirección técnica de una titubeante selección helena en transición.
En su haber está el mérito indiscutible de haber sacado partido a una brillante generación de deportistas helenos: Kakiouzis, Papaloukas, Chatzivretas, Dikoudis,... Con ellos volvió a ganar como entrenador el campeonato de europa de selecciones y ahora ha colocado a su equipo en la final del mundial.
Giannakis es el único profesional en activo que ha conseguido el europeo como jugador y como entrenador.
Todo un record.
Ahora en la rueda de prensa posterior al partido en que su equipo ha dado el pasaporte a una voluntariosa selección americana que aún tiene unas cuantas cosas que aprender, nos cuenta el secreto que ha llevado al triunfo a sus hombres:
"Esperaron, creyeron en sus posibilidades y nunca perdieron la confianza."
Y no se cuál de las tres cosas es más difícil: saber esperar, creer en uno mismo o mantener la esperanza.
Trás ellas viene siempre todo lo demás: la estrategia y la táctica, los fundamentos y las jugadas entrenadas; pero lo primero es lo primero y el carácter siempre manda.
Panagiotis Yiannakis es historia viva del baloncesto griego, europeo y mundial.
Junto con Nikos Gallis formó una terrible e histórica línea exterior de tiradores letales en la selección griega a finales de los 80 y principios de los 90. Sus triples -algunos tirados desde muy lejos, eran siempre oportunos y determinantes para el destino de su equipo dentro del partido. Formó parte del equipo heleno que hizo historia consiguiendo el campeonato de Europa frente a la última Unión Soviética... Gallis, Fassoulas, Christodoulou, Kambouris, Ioannou, ... Nombres y hombres inolvidables que, en una inolvidable noche calurosa ateniense dieron buena cuenta de la Unión Soviética de Volkov, Homicius, Sabonis, Valters o Tikhonenko.
Cuando jugaba, Yiannakis ya parecía un entrenador. Controlaba el ritmo del partido, gritaba, motivaba, aconsejaba, tranquilizaba e incluso protestaba como un coach.
Como no podía ser de otra forma, y con el paso del tiempo, acabó por hacerse cargo de la dirección técnica de una titubeante selección helena en transición.
En su haber está el mérito indiscutible de haber sacado partido a una brillante generación de deportistas helenos: Kakiouzis, Papaloukas, Chatzivretas, Dikoudis,... Con ellos volvió a ganar como entrenador el campeonato de europa de selecciones y ahora ha colocado a su equipo en la final del mundial.
Giannakis es el único profesional en activo que ha conseguido el europeo como jugador y como entrenador.
Todo un record.
Ahora en la rueda de prensa posterior al partido en que su equipo ha dado el pasaporte a una voluntariosa selección americana que aún tiene unas cuantas cosas que aprender, nos cuenta el secreto que ha llevado al triunfo a sus hombres:
"Esperaron, creyeron en sus posibilidades y nunca perdieron la confianza."
Y no se cuál de las tres cosas es más difícil: saber esperar, creer en uno mismo o mantener la esperanza.
Trás ellas viene siempre todo lo demás: la estrategia y la táctica, los fundamentos y las jugadas entrenadas; pero lo primero es lo primero y el carácter siempre manda.
BALONCESTO
Por fin.
Han pasado más de 20 años, pero recuerdo perfectamente aquellos agónicos partidos que la selección española jugó en el mundial de Cali (1982) y en los juegos olímpicos de Los Angeles (1984). Aquella fué una gran generación de baloncestistas: El talento de Corbalán, la estrategia de Solozábal, la muñeca de Epi, la fuerza de Fernando Martín, la raza de Andrés Jimenez, la puntería de Margall, los tapones de Fernando Romay, los puntos de Sibilio, los contraataques de Iturriaga, la pelea de Fernando Arcega y, por supuesto, la dirección de Antonio Díaz Miguel en el banquillo.
Era un equipo de mucha calidad, pero muy limitado en cuanto a altura, físico y número de jugadores disponibles para el entrenador. Y durante aquellos años el equipo jugó un gran baloncesto que muchas veces se resolvía en finales agónicos contra grandes rivales: la yugoslavia de Kikanovic y Radovanovic, la italia de Meneghin y Riva, la Unión Sovíetica de Valters o Tachenko. Unos los ganaron y otros los perdieron, pero uno siempre tenía la sensación que, cuando llegaba la hora de la verdad y se avanzaba la competición, las cosas siempre se complicaban más y más. Los rivales siempre disponían de más físico, más altura y más jugadores.
Hoy nos hemos clasificado para la final de un mundial.
Hemos ganado un partido con final agónico y puede parecer que nada ha cambiado, pero la gran diferencia está ahí, sobre la cancha: España se ha convertido en uno de esos grandes equipos contra los que la vieja generación de los 80 jugaba. Tenemos físico, altura y jugadores de sobra para hacer contínuas rotaciones... No es una garantía ganar, pero es el triunfo de 20 años de duro trabajo en el país del fútbol.
Y aunque se nos ha lesionado nuestra gran figura y no estará en la final, estoy convencido que vamos a ser un rival duro de roer.
Es una cita con la historia... y con Grecia.
Por fin.
Han pasado más de 20 años, pero recuerdo perfectamente aquellos agónicos partidos que la selección española jugó en el mundial de Cali (1982) y en los juegos olímpicos de Los Angeles (1984). Aquella fué una gran generación de baloncestistas: El talento de Corbalán, la estrategia de Solozábal, la muñeca de Epi, la fuerza de Fernando Martín, la raza de Andrés Jimenez, la puntería de Margall, los tapones de Fernando Romay, los puntos de Sibilio, los contraataques de Iturriaga, la pelea de Fernando Arcega y, por supuesto, la dirección de Antonio Díaz Miguel en el banquillo.
Era un equipo de mucha calidad, pero muy limitado en cuanto a altura, físico y número de jugadores disponibles para el entrenador. Y durante aquellos años el equipo jugó un gran baloncesto que muchas veces se resolvía en finales agónicos contra grandes rivales: la yugoslavia de Kikanovic y Radovanovic, la italia de Meneghin y Riva, la Unión Sovíetica de Valters o Tachenko. Unos los ganaron y otros los perdieron, pero uno siempre tenía la sensación que, cuando llegaba la hora de la verdad y se avanzaba la competición, las cosas siempre se complicaban más y más. Los rivales siempre disponían de más físico, más altura y más jugadores.
Hoy nos hemos clasificado para la final de un mundial.
Hemos ganado un partido con final agónico y puede parecer que nada ha cambiado, pero la gran diferencia está ahí, sobre la cancha: España se ha convertido en uno de esos grandes equipos contra los que la vieja generación de los 80 jugaba. Tenemos físico, altura y jugadores de sobra para hacer contínuas rotaciones... No es una garantía ganar, pero es el triunfo de 20 años de duro trabajo en el país del fútbol.
Y aunque se nos ha lesionado nuestra gran figura y no estará en la final, estoy convencido que vamos a ser un rival duro de roer.
Es una cita con la historia... y con Grecia.
miércoles, agosto 30, 2006
martes, agosto 29, 2006
"El sol de los sueños le derritió las alas
y cayó desde el cielo donde volaba
al ras del suelo de la vida,
a un mar sin olas donde navegar,
a una paz rastrera nunca disturbada...
Más en esta hora dolorida,
y no teniendo bastante con la llanura,
el alma ya le pide, impenitente,
la gracia urgente
de una nueva aventura"
(Miguel Torga, Icaro)
El portugués Miguel Torga, toda su vida médico rural en lo más profundo y perdido de su tierra, es un escritor esencial y profundo que nos proporciona la gracia urgente en cada nueva lectura.
y cayó desde el cielo donde volaba
al ras del suelo de la vida,
a un mar sin olas donde navegar,
a una paz rastrera nunca disturbada...
Más en esta hora dolorida,
y no teniendo bastante con la llanura,
el alma ya le pide, impenitente,
la gracia urgente
de una nueva aventura"
(Miguel Torga, Icaro)
El portugués Miguel Torga, toda su vida médico rural en lo más profundo y perdido de su tierra, es un escritor esencial y profundo que nos proporciona la gracia urgente en cada nueva lectura.
lunes, agosto 28, 2006
Termino de ver "La cruz de hierro" de Sam Peckinpah.
Nada ha cambiado.
La película sigue gustándome y continúo pensando que Peckinpah es un artista mayor, un genio. Su obra es una sonora bofetada sobre el rostro de Descartes.
La reivindicación del delirio y la locura como un elemento constituyente de nuestra naturaleza, como un factor decisivo incluso en la construcción de nuestras vidas y de esa quimérica abstracción llamada futuro.
Ese animal del que tan poco nos gusta hablar pero que existe en cada uno de nosotros.
Refugiados en nuestros pulcros y cuidado salones de la racionalidad hablamos de él con asco y pavor, pero siempre está ahí. Dispuesto a hacernos decir "por qué" no antes de cometer la mayor de nuestras locuras, la que puede que nos destruya o nos haga conseguir lo que más deseamos.
Peckinpah constantemente nos recuerda que también hay ruido y furia, confusión y caos, sinsentido y bestialidad y -lo que es peor para los formales- que también hay poesía y belleza en el brutal fragor de los cuerpos que inutilmente pelean por medio acre de infierno: La inacabable herida abierta de la más terrible de las contradicciones y entre sus dos orillas que jamás se encontrarán el hombre mismo como principal víctima de sus propios e insolubles conflictos.
De esa lucha constante siempre acaba surgiendo el "por qué no" en algún momento tan igual a tantos otros, pero que, en ese instante y por obra de esas pocas palabras -siempre pronunciadas con frívolo desprecio- resulta determinante.
El absurdo ha llegado demasiado lejos.
Nada ha cambiado.
La película sigue gustándome y continúo pensando que Peckinpah es un artista mayor, un genio. Su obra es una sonora bofetada sobre el rostro de Descartes.
La reivindicación del delirio y la locura como un elemento constituyente de nuestra naturaleza, como un factor decisivo incluso en la construcción de nuestras vidas y de esa quimérica abstracción llamada futuro.
Ese animal del que tan poco nos gusta hablar pero que existe en cada uno de nosotros.
Refugiados en nuestros pulcros y cuidado salones de la racionalidad hablamos de él con asco y pavor, pero siempre está ahí. Dispuesto a hacernos decir "por qué" no antes de cometer la mayor de nuestras locuras, la que puede que nos destruya o nos haga conseguir lo que más deseamos.
Peckinpah constantemente nos recuerda que también hay ruido y furia, confusión y caos, sinsentido y bestialidad y -lo que es peor para los formales- que también hay poesía y belleza en el brutal fragor de los cuerpos que inutilmente pelean por medio acre de infierno: La inacabable herida abierta de la más terrible de las contradicciones y entre sus dos orillas que jamás se encontrarán el hombre mismo como principal víctima de sus propios e insolubles conflictos.
De esa lucha constante siempre acaba surgiendo el "por qué no" en algún momento tan igual a tantos otros, pero que, en ese instante y por obra de esas pocas palabras -siempre pronunciadas con frívolo desprecio- resulta determinante.
El absurdo ha llegado demasiado lejos.
domingo, agosto 27, 2006
"Creo que el cine ejerce cierto poder hipnótico en el espectador. No hay más que mirar a la gente cuando sale a la calle, después de ver una película: callados, cabizbajos, ausentes. El público de teatro, de toros o de deporte, muestra mucha más energía y animación. La hipnósis cinematográfica, ligera e imperceptible, se debe sin dudar, en primer lugar, a la oscuridad de la sala, pero también al cambio de planos y de luz y a los movimientos de la cámara, que debilitan els entido crítico del espectador y ejercén sobre él una especie de fascinación y hasta violación"
(Mi último suspiro, Luis Buñuel)
(Mi último suspiro, Luis Buñuel)
DEAR MR FANTASY
(Nunca hablo de música y me encanta. Suscribo la frase del director alemán Wim Wenders, esa en que declara sin ponerse dramático -o sí- que el rock'n roll le salva la vida. Nunca hablo de música y voy a remediarlo... un poco)
"Dear Mr. Fantasy play us a tune
Something to make us all happy
Do anything, take us out of this gloom,
Sing a song, play guitar, make it snappy
You are the one who can make us all laugh
But doing that you break out in tears
Please don't be sad, if it was a straight life you had
We wouldn't have known you all these years."
(Dear Mr Fantasy. Winwood, Capaldi, Wood)
La canción es del grupo Traffic.
Aparece en su primer disco "Mr Fantasy" de 1967, pero a mi la versión que más me gusta es la de su disco en directo "Welcome to the canteen" editado en 1971. Diez maravillosos minutos de canción.
He encontrado el origen de la canción en una web.
Jim Capaldi, uno de sus creadores es quién lo cuenta:
“It was the summer of 1967, and we were all living in this cottage in Berkshire. We were one of the first English bands to live together like that. We thought we'd try it and see if anything came of it. I remember the day very clearly: A bunch of friends came over early in the day and we had quite a party. It was sunny and the corn was coming up nicely around the cottage, and we were quite enjoying ourselves, if you know what I mean. As things finally wound down in the evening, I was sitting around just doodling, as I would often do, drawing this character. It was this little fellow with a spiked sun hat. He was holding some puppeteer's strings, and the puppet hands on the end of the strings were playing a guitar. Under that I just scribbled some words: ‘Dear Mr. Fantasy,’ play us a tune, something to make us all happy' and on a bit. It was nice, but I didn't think much of it; certainly, it wasn't intended to be a song.
I crashed out eventually, but I remember hearing Steve and Chris playing around after. The next day, I woke up and found that they'd written a song around the words and drawing I'd done. I was completely knocked out by it. Chris wrote that great bass line. We added some more words later and worked out a bigger arrangement, too. Those were very happy days for Traffic.”
Más
Una marioneta que tocaba la guitarra está en el origen de esta maravillosa canción. Jim Capaldi hizo un dibujo y las primeras estrofas de la letra... Al día siguiente Stevie Winwood y Chris Wood habían compuesto la canción...
Psicodelia pura.
Para mi escuchar "Dear Mr. Fantasy" es volar muy alto, lejos y hacia dentro, un vuelo lento y sexy sobrevolando kilómetros de piel oscurecida por el sol que se pierde hasta el infinito donde, justo antes, se erige la pared granate de un horizonte de besos por recibir. Y olas despeinadas que te sonríen antes de reventar y morir muy, muy cerca de los pies. Y nubes que son como manos que me piden que las atraviese una y otra vez, que me acarician entre guiño y guiño de un sol gruñon demasiado parecido a W.C. Fields . Y copas de yate, muchas copas de yate y la conciencia total de que será verdad todo cuanto puedas coger con las manos y arrancarle a la mentira.... pero que tampoco importará mucho lo que te lleves si una mirada precisa te dispara en el pecho su claridad. Lo perderás. Como arena volará de tus manos. Y entonces caerás como Icaro, pero lo harás sobre una nube y la nube te abrasará con su perfecto y concienzudo abrazo mientras te guiña un ojo Johnny Cash y Tom Waits escribe la canción que algún día escucharás. Y una piña colada para el final.
Desde antes, en la analógica cinta de cassete y hasta ahora, en el digital formato MP3.
Por que hay cosas que sólo mueren con cada uno de nosotros, nunca antes.
(Nunca hablo de música y me encanta. Suscribo la frase del director alemán Wim Wenders, esa en que declara sin ponerse dramático -o sí- que el rock'n roll le salva la vida. Nunca hablo de música y voy a remediarlo... un poco)
"Dear Mr. Fantasy play us a tune
Something to make us all happy
Do anything, take us out of this gloom,
Sing a song, play guitar, make it snappy
You are the one who can make us all laugh
But doing that you break out in tears
Please don't be sad, if it was a straight life you had
We wouldn't have known you all these years."
(Dear Mr Fantasy. Winwood, Capaldi, Wood)
La canción es del grupo Traffic.
Aparece en su primer disco "Mr Fantasy" de 1967, pero a mi la versión que más me gusta es la de su disco en directo "Welcome to the canteen" editado en 1971. Diez maravillosos minutos de canción.
He encontrado el origen de la canción en una web.
Jim Capaldi, uno de sus creadores es quién lo cuenta:
“It was the summer of 1967, and we were all living in this cottage in Berkshire. We were one of the first English bands to live together like that. We thought we'd try it and see if anything came of it. I remember the day very clearly: A bunch of friends came over early in the day and we had quite a party. It was sunny and the corn was coming up nicely around the cottage, and we were quite enjoying ourselves, if you know what I mean. As things finally wound down in the evening, I was sitting around just doodling, as I would often do, drawing this character. It was this little fellow with a spiked sun hat. He was holding some puppeteer's strings, and the puppet hands on the end of the strings were playing a guitar. Under that I just scribbled some words: ‘Dear Mr. Fantasy,’ play us a tune, something to make us all happy' and on a bit. It was nice, but I didn't think much of it; certainly, it wasn't intended to be a song.
I crashed out eventually, but I remember hearing Steve and Chris playing around after. The next day, I woke up and found that they'd written a song around the words and drawing I'd done. I was completely knocked out by it. Chris wrote that great bass line. We added some more words later and worked out a bigger arrangement, too. Those were very happy days for Traffic.”
Más
Una marioneta que tocaba la guitarra está en el origen de esta maravillosa canción. Jim Capaldi hizo un dibujo y las primeras estrofas de la letra... Al día siguiente Stevie Winwood y Chris Wood habían compuesto la canción...
Psicodelia pura.
Para mi escuchar "Dear Mr. Fantasy" es volar muy alto, lejos y hacia dentro, un vuelo lento y sexy sobrevolando kilómetros de piel oscurecida por el sol que se pierde hasta el infinito donde, justo antes, se erige la pared granate de un horizonte de besos por recibir. Y olas despeinadas que te sonríen antes de reventar y morir muy, muy cerca de los pies. Y nubes que son como manos que me piden que las atraviese una y otra vez, que me acarician entre guiño y guiño de un sol gruñon demasiado parecido a W.C. Fields . Y copas de yate, muchas copas de yate y la conciencia total de que será verdad todo cuanto puedas coger con las manos y arrancarle a la mentira.... pero que tampoco importará mucho lo que te lleves si una mirada precisa te dispara en el pecho su claridad. Lo perderás. Como arena volará de tus manos. Y entonces caerás como Icaro, pero lo harás sobre una nube y la nube te abrasará con su perfecto y concienzudo abrazo mientras te guiña un ojo Johnny Cash y Tom Waits escribe la canción que algún día escucharás. Y una piña colada para el final.
Desde antes, en la analógica cinta de cassete y hasta ahora, en el digital formato MP3.
Por que hay cosas que sólo mueren con cada uno de nosotros, nunca antes.
La tibia luz del atardecer
transforma la arboleda
en una silenciosa congregación
de seres translúcidos,
casi inciertos.
En silencio contempla el milagro
mientras los segundos le traviesan el cuerpo,
por la espalda y a traición,
como balas doradas
disparadas desde el principio de los tiempos.
por un implacable enemigo.
transforma la arboleda
en una silenciosa congregación
de seres translúcidos,
casi inciertos.
En silencio contempla el milagro
mientras los segundos le traviesan el cuerpo,
por la espalda y a traición,
como balas doradas
disparadas desde el principio de los tiempos.
por un implacable enemigo.
DESCARTES
Sobre las espaldas de Descartes (y de muchos otros contemporáneos - Bacon o Galileo- y posteriores) descansa el origen del pensamiento occidental moderna. Esa racionalidad científico técnica que nos ha permitido a los humanos aumentar exponencialmente nuestor poder y saber sobre la Naturaleza con la finalidad de mejorar nuestra vida y condición.
La noche del 10 de noviembre de 1619 Descartes tuvo tres sueños sucesivos que interpretó como un mensaje del cielo para consagrarse a su misión filosófica y asi hizo. Su principal objetivo fue averiguar aquellos elementos que convierten al conocimiento en verdadero, para -y a partir de allí- ir más allá.
La lucha de Descartes es contra el error. La principal razón de ser de su investigación es buscar la mejor forma de mejorar la vida de todos con la ayuda de un conocimiento auténtico y para ello crea su famoso método.
Descartes considera que es conveniente seguir de forma metódica esa investigación, entre otras cosas porque cuando uno está extraviado parece preferible seguir una dirección fija (una regla), mientras no haya buenas razones para variarla.
Aunque parezca increible, el edificio cartesiano tiene una necesidad absoluta de la existencia de Dios como principal garante de la ausencia de error en los productos del sujeto dudante o pensante.
"No puedo dudar de tener tal pensamiento, tal imagen mental en el momento en el que los tengo, es decir, cuando se me aparecen. Pero esta evidencia de la apariencia no garantiza quee stos pensamientos o representaciones sean adecuados o verdaderos. No puedo dudar de ellos como pensamientos, pero los pensamientos pueden ser más fácilmente quimeras que representaciones de lo real"
(Historia de la filosofía, Del renacimeinto a la postmodernidad. Gilbert Hottois)
Hay un punto débil, de fuga hacia lo irracional, en la cristalina arquitectura cartesiana. Si el propósito de Descartes es dotarnos de una herramienta que nos permita conocer y apropiarnos de lo real de la manera más eficaz posible para así mejorar nuestra vida, la adecuación de las conclusiones de ese sujeto pensante a la realidad que piensa para dominarla y apropiársela es un concepto clave.
Y Descartes lo resuelve con una irracionalidad: considerar la existencia de Dios como algo incuestionable recurriendo a una serie de juegos aristotélicos de prestigitación:
- La idea de Dios, de un ser infinito y perfecto, no puede ser el producto de un pensamiento humano e imperfecto. La idea de Dios sólo puede provenir de Dios mismo.
- La idea de un ser absolutamente perfecto implica su existencia pues en caso de no existir estes er absolutamente perfecto padecería de una imperfección que lo invalidara.
Cualquier cosa menos la incertidumbre.
La existencia de Dios proporciona el fundamento:
- Un Dios perfecto no puede engañar: ha de ser forzosamente veraz y verídico. No puede haber creado el entendimiento humano sin dotarle de un contenido y una forma de funcionamiento válidos... Si utilizo corectamente la razón, no puedo engañarme.
La evidencia está garantizada por Dios.
"La ciencia verdadera de este mundo es posible y está asegurada: será geométrica y mecánica, físico-matemática, producida por el buen uso metódico de la razón y garantizadapor la veracidad divina"
(Historia de la filosofía, Del renacimeinto a la postmodernidad. Gilbert Hottois)
El delirio es imposible si seguimos las reglas del método.
La certeza de que no estamos equivocados en nuestros planteamientos, de que nuestro afán no es un delirio descansa en uan incertidumbre convertida en verdad por necesidad.
En lo más alto, él, su fantasma o los dos a la vez velan por nosotros y nuestra certidumbre en el interminable proyecto de apoderarnos del mundo.
Sobre las espaldas de Descartes (y de muchos otros contemporáneos - Bacon o Galileo- y posteriores) descansa el origen del pensamiento occidental moderna. Esa racionalidad científico técnica que nos ha permitido a los humanos aumentar exponencialmente nuestor poder y saber sobre la Naturaleza con la finalidad de mejorar nuestra vida y condición.
La noche del 10 de noviembre de 1619 Descartes tuvo tres sueños sucesivos que interpretó como un mensaje del cielo para consagrarse a su misión filosófica y asi hizo. Su principal objetivo fue averiguar aquellos elementos que convierten al conocimiento en verdadero, para -y a partir de allí- ir más allá.
La lucha de Descartes es contra el error. La principal razón de ser de su investigación es buscar la mejor forma de mejorar la vida de todos con la ayuda de un conocimiento auténtico y para ello crea su famoso método.
Descartes considera que es conveniente seguir de forma metódica esa investigación, entre otras cosas porque cuando uno está extraviado parece preferible seguir una dirección fija (una regla), mientras no haya buenas razones para variarla.
Aunque parezca increible, el edificio cartesiano tiene una necesidad absoluta de la existencia de Dios como principal garante de la ausencia de error en los productos del sujeto dudante o pensante.
"No puedo dudar de tener tal pensamiento, tal imagen mental en el momento en el que los tengo, es decir, cuando se me aparecen. Pero esta evidencia de la apariencia no garantiza quee stos pensamientos o representaciones sean adecuados o verdaderos. No puedo dudar de ellos como pensamientos, pero los pensamientos pueden ser más fácilmente quimeras que representaciones de lo real"
(Historia de la filosofía, Del renacimeinto a la postmodernidad. Gilbert Hottois)
Hay un punto débil, de fuga hacia lo irracional, en la cristalina arquitectura cartesiana. Si el propósito de Descartes es dotarnos de una herramienta que nos permita conocer y apropiarnos de lo real de la manera más eficaz posible para así mejorar nuestra vida, la adecuación de las conclusiones de ese sujeto pensante a la realidad que piensa para dominarla y apropiársela es un concepto clave.
Y Descartes lo resuelve con una irracionalidad: considerar la existencia de Dios como algo incuestionable recurriendo a una serie de juegos aristotélicos de prestigitación:
- La idea de Dios, de un ser infinito y perfecto, no puede ser el producto de un pensamiento humano e imperfecto. La idea de Dios sólo puede provenir de Dios mismo.
- La idea de un ser absolutamente perfecto implica su existencia pues en caso de no existir estes er absolutamente perfecto padecería de una imperfección que lo invalidara.
Cualquier cosa menos la incertidumbre.
La existencia de Dios proporciona el fundamento:
- Un Dios perfecto no puede engañar: ha de ser forzosamente veraz y verídico. No puede haber creado el entendimiento humano sin dotarle de un contenido y una forma de funcionamiento válidos... Si utilizo corectamente la razón, no puedo engañarme.
La evidencia está garantizada por Dios.
"La ciencia verdadera de este mundo es posible y está asegurada: será geométrica y mecánica, físico-matemática, producida por el buen uso metódico de la razón y garantizadapor la veracidad divina"
(Historia de la filosofía, Del renacimeinto a la postmodernidad. Gilbert Hottois)
El delirio es imposible si seguimos las reglas del método.
La certeza de que no estamos equivocados en nuestros planteamientos, de que nuestro afán no es un delirio descansa en uan incertidumbre convertida en verdad por necesidad.
En lo más alto, él, su fantasma o los dos a la vez velan por nosotros y nuestra certidumbre en el interminable proyecto de apoderarnos del mundo.
jueves, agosto 24, 2006
EL SECRETO DE ANTHONY ZIMMER
Zimmer es un tipo escurridizo.
Es millonario y su fortuna se basa en prácticas ilegales y poco escrupulosas.
La policía francesa, la mafia rusa, .... Todo el mundo quiere atraparle, pero jamás nadie ha estado lo suficientemente cerca de él como para poder describirle.
Zimmer es un misterio que la fascinante Chiara, interpretada por la todavía (¡aleluya!) estupenda Sophie Marceau, quizá esté en condiciones de resolver... si la suerte le es favorable.
"El secreto de Anthony Zimmer" es un "thriller" romántico con todas las de la ley, pero también es una película sobre las películas. A lo largo de toda ella, la presencia genial de Alfred Hitchcock resulta patente y existe para bien. La historia toma prestados elementos narrativos presentes en las historias del maestro ("Atrapa a un ladrón", "Con la muerte en los talones", ...) y no sólo eso, también ahonda en las raíces del cine policial francés y en ella también hay elementos del "Bob Le Flambeur" de Jean Pierre Melville.
El guionista combina ambas tendencias para producir un objeto narrativo sofisticado que funciona en todo momento, una especie de "Thriller" de "thrillers" en el que nada es lo que parece hasta el mismísimo final...
Y además está Sophie Marceau, brillando más que el sol de la Costa Azul.
Pero lo mejor de "El secreto de Anthony Zimmer" es que en ella palpita la magia del viejo cine, ese que era mucho más grande que la vida y hacía que Jose luis Garci dejara de fumar por un momento.
En esta época de remakes sin alma, Salle nos propone esta aventura carente de pretensiones que huele a cine bueno de toda la vida que a veces sabe a blanco y negro, pero que en otras ocasiones sabe a Technicolor.
Nadie debe perdérsela.
Zimmer es un tipo escurridizo.
Es millonario y su fortuna se basa en prácticas ilegales y poco escrupulosas.
La policía francesa, la mafia rusa, .... Todo el mundo quiere atraparle, pero jamás nadie ha estado lo suficientemente cerca de él como para poder describirle.
Zimmer es un misterio que la fascinante Chiara, interpretada por la todavía (¡aleluya!) estupenda Sophie Marceau, quizá esté en condiciones de resolver... si la suerte le es favorable.
"El secreto de Anthony Zimmer" es un "thriller" romántico con todas las de la ley, pero también es una película sobre las películas. A lo largo de toda ella, la presencia genial de Alfred Hitchcock resulta patente y existe para bien. La historia toma prestados elementos narrativos presentes en las historias del maestro ("Atrapa a un ladrón", "Con la muerte en los talones", ...) y no sólo eso, también ahonda en las raíces del cine policial francés y en ella también hay elementos del "Bob Le Flambeur" de Jean Pierre Melville.
El guionista combina ambas tendencias para producir un objeto narrativo sofisticado que funciona en todo momento, una especie de "Thriller" de "thrillers" en el que nada es lo que parece hasta el mismísimo final...
Y además está Sophie Marceau, brillando más que el sol de la Costa Azul.
Pero lo mejor de "El secreto de Anthony Zimmer" es que en ella palpita la magia del viejo cine, ese que era mucho más grande que la vida y hacía que Jose luis Garci dejara de fumar por un momento.
En esta época de remakes sin alma, Salle nos propone esta aventura carente de pretensiones que huele a cine bueno de toda la vida que a veces sabe a blanco y negro, pero que en otras ocasiones sabe a Technicolor.
Nadie debe perdérsela.
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