sábado, febrero 28, 2015

El francotirador

Estoy de acuerdo con Richard Corliss, crítico de cine de la revista "Time": "American Sniper" es el mejor trabajo de Eastwood desde "Gran Torino" rodada en 2008.

Se trata de una película sólida y compacta que narra con tranquila fluidez la historia de Chris Kyle, un Navy Seal que fue héroe en una guerra no demasiado honrosa.

Politicamente no soy demasiado empático con las peripecias de Kyle convertido en mi mirada en el francotirador protagonista de aquella loca película de propaganda que aparecía en "Malditos bastardos" de Tarantino y que protagonizaba un soldado alemán convertido en héroe de guerra tras matar a centenares de soldados americanos desde un campanario.

No obstante, creo entender el interés de Eastwood por la historia de Kyle.

Su obsesión por reivindicar la entereza moral de su generación y anteriores que aparece de manera clara desde "Banderas de nuestros padres" está presente en "American Sniper"

Al comienzo de la película Eastwood dibuja a Kyle como parte de una tradición de hombres y nujeres que estaban hechos de otra pasta, una pasta que les permitia anteponer el sacrificio al placer y cuyos valores se habían desmoronado contaminados por los de un capitalismo de consumo que convierte a los individuos en protagonistas del propio placercapaces de posponer el placer inmediato ante el sacrificiocapaces de sacrificarse.

Así, y ante la incomprensión de su entorno, Kyle puede sentir el mismo deseo de alistarse y proteger a su país que sintieron los veteranos de las guerras de sus padres y abuelos convirtiéndose en un modelo de conducta difícil de comprender para la sensibilidad de nuestros días, expresada siempre de manera chirriante e incómoda por su mujer.

Pero Eastwood no se queda ahí.

También quiere mostrar el coste que supone ese sacrificio huyendo de cualquier expresión idealizada y hagiográfica para mostrar a un Kyle aislado, emocionalmente incompetente, enredado en la telaraña que tejen los demonios de la guerra aún estando a miles de kilómetros de distancia.

Eastwood se centra en el misterio de las personas que como Kyle representan una manera de ser que, aún siendo la base del carácter que dio lugar a los Estados Unidos, representan hoy en día una manera de ver las cosas que está fuera de la manera apropiada de ver las cosas Y lo hace sin importarle lo más mínimo la bondad o maldad de la guerra en que Kyle participa porque para la gente como Kyle el pacto social no se ha roto y lo que los políticos designan como el mal en realidad lo es, No hay trampa ni cartón, tampoco intereses inconfesables, sólo una amenaza de los malos contra los buenos, unos malos a los que hay que enfrentar donde quiera que se encuentren.

En este sentido, Kyle se convierte en el retrato de toda esa infantería que soportó los intereses norteamericanos desde mediados del siglo pasado, sustentados en sus decisiones por la radical defensa de lo excepcionalidad de lo americano, una excepcionalidad que ellos mismos encarnan con su estilo de vida y su voluntad de defenderlo llevando esa defensa hasta las últimas consecuencias si ello fuese preciso.

Todo muy disparado al corazón de una determinada manera de concebir lo americano.

En cualquier caso, y aunque me repugne todo lo que hay detrás, tengo que reconocer que "American Sniper" es un ajustado retrato humanizado de uno de esos monstruos producidos por la razón del estilo de vida norteamericano, un monstruo enfrentado al coste y a las consecuencias de su decisión, aspecto que sin duda es el que más interesa a Eastwood precisamente para poner en valor una determinada manera de ser..

Buena.

viernes, febrero 27, 2015

Eichmann en Berlín

La pregunta verdaderamente importante es si en Grecia hay realmente una situación de emergencia humanitaria.

Todo lo demás viene de la respuesta que desde la honestidad intelectual intentemos dar a esa pregunta.

Y si la respuesta es afirmativa sin duda entenderíamos entonces el éxito electoral de Syriza materializando la necesidad profunda sentida por un pueblo de encontrar una alternativa para la gestión de la economía del país.

Pero sin duda también entenderíamos la posición de aquellos que se obstinan en la austeridad... Bueno... Seguramente seguiríamos sin entenderles, pero sin duda comprenderíamos que para ellos hay aspectos más importantes que las personas y las vidas humanas.

Y para los que piensan como yo hay un claro y perverso desplazamiento del centro del problema de lo que debiera ser esencial a lo que tendría que aparecerse como accesorio ante la visión de lo esencial, un desplazamiento que banaliza el mal.

En este tema nos encontramos con burócratas obsesionados con realizar su trabajo de cuadrar cuentas, burócratas que no tienen en cuenta sus consecuencias.

Esta banalidad del mal la describe maravillosamente Hannah Arendt en "Eichmann en Jerusalen", uno de los libros capitales del siglo XX para mi gusto y lo es porque describe uno de los grandes riesgos que asumen nuestras sociedades complejas: la lógica de lo burocrático, del sistema por encima de cualquier otra lógica, especialmente sus ineficiencias.

Al final, Eichmann sólo quería ser eficiente, ascender en la organización, contribuir cumpliendo las ordenes sin plantearse la bondad o maldad de las mismas. Lo menos relevante es que los trenes fueran llenos de judíos, lo importante es que hubiera un tren cuando se necesitaba y que este trasladase a tiempo su carga a los campos de concentración.

Ahora estamos en una situación parecida.

Lo importante es que cuadren las cuentas, lo que está detrás de esos números no es tan relevante y por supuesto no tenemos imágenes para juzgar.

Las imágenes que protagonizan el debate no son de sufrimientos y de carestías.

Las calles de Grecia son el secreto mejor guardado de nuestros medios de comunicación.

El mal sigue siendo mal pero se banaliza, se disfraza de eficiencia, de responsabilidad, de justicia, de la necesidad de cumplir con el propio deber sin importar las consecuencias, pero las consecuencias existen, importan.

Lo terrible de Eichmann es su incapacidad para reconocer las consecuencias de sus acciones, su esperanza psicótica en encontrar comprensión degradando todo un genocidio a la mera condición de acto administrativo, de procedimiento basado en ordenes justificadas y soportadas por la legalidad del régimen jurídico del Reich.

Y Eichmann ahora está en Berlín.

Chavez y Monedero

En un entorno hostil. no puedes cometer errores.

Y Venezuela está en un entorno hostil.

Este es el destino de aquellos que intentan hacer las cosas de otra manera en un mundo encaminado a mostrar que sólo hay una manera de hacerlas: la de los negocios.

No poder hacer negocios es lo que te pone la etiqueta de malo-malote en este mundo global.

Pasamos por encima de las vergüenzas de Arabia Saudita, Méjico o Guinea Ecuatorial precisamente porque se puede hacer negocios con ellos, pero escrutamos al milímetro las de Venezuela porque su punto de vista es otro y los negocios no son lo primero... al menos, no en los términos en que según los dictados de esa globalidad debieran serlo.

Ya puedes olvidarte de que la moralidad sea el criterio.

La moralidad se ha convertido en una táctica más dentro de una estrategia orientada a sustentar la locura de un crecimiento y enriquecimiento eternos y perpetuos dentro de un planeta finito con recursos limitados.

La táctica de las tácticas en sociedades que procesan el mundo a través de los medios de comunicación, unos medios que procesan lo importante desde relatos en que el bien se enfrenta al mal en una eterna lucha en pos de la justicia.

Este es el terreno de juego simbólico, un terreno decisivo para utilizar la opinión pública como un grupo de presión que en un proceso agónico de radicalidad se conduce por caminos de condena e indignación ante imágenes que se ponen ante ellos precisamente para ser indignantes.

Siempre me pregunto que pensaríamos de la II Guerra Mundial si sólo tuvieramos la oportunidad de valorarla a través de una imagen descontextualizada, la de un joven hitleriano disparando a un tanque americano su lanzagranadas antes de ser literalmente pulverizado por un ráfaga de ametralladora de nueve milimetros.

Pero así funciona nuestro mundo.

Los conflictos se resuelven encontrando la imagen más incontestable para construir en torno a ella un discurso que refiere a una realidad.

Así pasó en Ucrania donde los únicos muertos que hemos visto es el de unos opositores siendo disparados en la cabeza por francotiradores de la policía desde el parlamento. Poco importaba que dentro de ese parlamento hubiese un presidente democráticamente elegido y que en el exterior hubiese una amalgama de aventureros que no desentonarían en el mas cruel de los campos de concentración.

Lo importante era la imagen y la imagen se obtuvo y se colocó.

Así son las cosas.

Y en este terreno de juego los papeles de buenos y malos se asignan como etiquetas según otros intereses, más materiales y espurios.

Y dentro de ese juego los malos lo tienen crudo porque la verdad no importa. Es una cuestión de relatos, de narrativas sustentadas por imágenes poderosas que te convierten en el puro mal que hay que destruir, ya sea inventando, ya sea acentuando los puntos débiles y las vergüenzas que todo lo que tiene que ver con lo humano lógicamente tiene.

Y dentro de ese juego los malos no pueden cometer el menor de los errores, generar puntos de fuga basados en la verdad que sustente de manera firme las ya firmes de por sí telarañas de exageraciones, mentiras, confusiones y falsedades.

Porque cometer errores significa ponerle las cosas más fáciles a tus enemigos, que están por todas partes, envolviendo en lamentos por la democracia y las libertades perdidas la verdadera pena ante el lucro cesante por todos los negocios que se han dejado de hacer desde que Chavez está en el poder.

Y el régimen bolivariano de Venezuela ha puesto fáciles las cosas.

Ha cometido, a mi entender, dos errores: desaprovechar las posibilidades que el petroleo puede ofrecer para generar una economía más diversificada, estructurada  y moderna y el hiperliderazgo, la imposibilidad del régimen de mirar más allá de Chavez.

La combinación de estos dos errores están derrumbando poco a poco el trabajo de Chávez, haciendo que esas vergüenzas sean cada vez más ciertas y permitiendo generar una masa crítica mayor de materia prima desde la que generar los precisos actos de comunicación que muestran que el régimen bolivariano es un horror o que sencillamente le muestran mucho peor de lo peor que ya es.

La economía se viene abajo ahora que el petroleo está demasiado barato y todo lo demás no lo es menos en manos de un Maduro, intentando ocupar un vacío imposible de ocupar.

Juan Carlos Monedero fue nueve años consejero aulico de Chávez y su único desencuentro fué precisamente a propósito del futuro de la revolución bolivariano. En el año 2009, irritó al líder político que ya estaba enfermo enfrentándole a la imposibilidad de prolongar su liderazgo más allá de lo que la biología puede permitir.

Y precisamente el régimen bolivariano está pagando el precio de intentar el imposible de trasladar el carisma a las instituciones, de convertir a Maduro de una suerte de San Pedro ungido por el propio Jesucristo antes de entrar en los cielos.

El que quiera más detalles puede consultar más detalles en este blog, pero escribo esto en favor de Monedero y de lo que representa, algo que admiro todavía pese a sus errores de comunicación en la gestión de sus finanzas con la hacienda española.

No son ningunos piernas.

Tienen visión estratégica.

Pueden dirigir un país.

Son valientes.

Se enfrentarán a Merkel igual que se enfrentaron con Chávez.

Otra cosa es que te guste hacia dónde quieren llevar el país, a un lugar donde tendrás que ser un poco menos rico para que otros puedan ser un poco menos pobres.

Porque el capitalismo ya no da para más.

Ya no es como antes en que por el hecho de ser europeo uno podía disfrutar de ciertos privilegios.

Esta crisis que no es tal y que es mucho más que una estafa tiene que ver con ello.

jueves, febrero 26, 2015

Mentiras y rescates

Hasta cierto punto tiene su lógica que un gobierno que ha tenido que mentir tanto para sobrevivir convierta a una mentira en el mayor logro de su legislatura.

Y esto fue lo que hizo Mariano Rajoy, una vez más, en el debate del Estado de la Nación diciendo que no haber pedido el rescate fue una de sus principales victorias.

Te invito lector a que tengas curiosidad torera y hagas algunas búsquedas de internet. Por ejemplo: "rescate a España" o "imposibilidad de rescatar a España".

Con toda seguridad encontrarás noticias que te hablarán de la imposibilidad de rescatar a un país como España, la cuarta economía de la zona Euro, en los mismos términos que Grecia, Irlanda o Portugal.

Para muestra tres botones:

- Un rescate a España costaría 650.000 millones y es imposible
- Es imposible rescatar a España
- Expertos creen que sería imposible rescatar a España en caso de quiebra

En pocas palabras, Europa no es tan rica como para asumir la quiebra de una economía de un billón de euros de PIB.

Así que Rajoy incluye como uno de sus mayores logro el haber evitado que algo imposible sucediera.

Y esa es su nueva y odiosa terrible mentira.

La única opción posible para rescatar a España, que lo necesitaba, fueron las intervenciones parciales en aspectos esenciales de nuestra economía y de ahí vienen los 20.000 millones que nos llegaron para la banca, un dinero que nos llegó en los mismos términos y condiciones en que llegó el dinero a Grecia, Portugal e Irlanda: con la exigencia de contrapartidas y control, aspectos que por otra parte están escritos en el propio memorandum de rescate a España (porque no tiene otro nombre).

La única diferencia es cualitativa y esa diferencia de grado ha bastado a los estrategas de la mentira del PP para convertir una diferencia de grado en una diferencia de esencia.

Y hay que decir que esta mentira es mucho más fácil de sostener que otras como por ejemplo la de no conocer la situación real de la economía española al entrar en el gobierno, pero no deja de ser una mentira.

Al fin y al cabo. un hombre pequeño que esté gordo puede no ser tan gordo como un hombre el doble de grande... porque éso si que es estar gordo. pesar doscientos kilos y medir un metro noventa.

En el fondo, piensan así desde las comparaciones de trileros desesperados

Pero las cosas no se quedan aquí.

Esta mentira viene acompañada por otra más pequeña, pero más ruin consistente en convertir las imposiciones de memorandum en medidas propias, hechas desde el convencimiento y la necesidad interna como por ejemplo pasar de rechazar subir el IVA a subirlo en el plazo de dos semanas.

Es decir: no me voy porque me eches, me voy porque me quiero ir. El hecho de que me estés acompañando hasta la puerta no quiere decir nada. Es una mera coincidencia.

En resumidas cuentas: no te dejes engañar.

España fue rescatada, solo que tuvo el rescate que podía tener dada la dimensión de su economia: el de su parte más esencial. el sector financiero.

Ya le hubiera gustado a Alemania podernos comprar como ha comprado a Grecia, Portugal e Irlanda.

El Buscavidas

No voy a descubrir "El Buscavidas" ahora.

Dirigida en 1961 por Robert Rossen es uno de los grandes clásicos que nos ha legado la última gran época del cine en blanco y negro, época en la que la escala de grises quedó para diferenciar en el cine norteamericano las películas más serias, grandes dramas con pretensiones de profundidad artística de los productos más industriales, destinados de manera más clara al entretenimiento.

Nos cuenta la historia de "Fast" Eddie Felson, magníficamente encarnado por Paul Newman y su esfuerzo por derrotar a "Minnesota Fats", inolvidable Jackie Gleason, sobre el tapete verde donde se desarrolla el juego del billar americano y demostrar que es el mejor jugador del circuito.

En ese proceso, Felson sufrirá una transformación personal y este para mi es el gran tema de la película.

Porque "El Buscavidas" es por encima de todo una historia iniciática que, a través del viaje personal y emocional de Felson, nos cuenta la necesidad de la forja de un carácter como requisito inevitable para afirmar la presencia de uno en la tierra.

Después de todo, lo que separa a Minnesota Fats de Felson no es el talento para jugar al billar sino precisamente el carácter, la capacidad de mantener la cabeza fria, de procesar las situaciones, de dominar los defectos y maximizar las virtudes.

En este sentido, la primera partida que juegan sienta las bases de este planteamiento porque mientras Felson aplasta a Fats, éste se dedica a esperar su oportunidad manteniendose intacto, empezando por su impecable apariencia física, mientras Felson se desmorona poco a poco dejándolo todo en manos de su incuestionable talento para jugar al billar... algo que desde el primer momento el propio Fats reconoce en un par de silenciosos primeros planos que Gleason borda.

Y el carácter no es otra cosa que el lento poso que sobre cada uno de nosotros deja el duro trabajo de vivir.

Todos los que están en esa sala de billar durante esa primera partida en la que Felson desafía a Fats parecen saberlo, empezando por el siniestro Bert Gordon, espectacular George C. Scott que sabe que Fats terminará ganando a Felson, aunque este sea mejor jugador.

Así, "El Buscavidas" es un texto nihilista en el que la solaridad alegre del talento que Felson exhibe no tiene nada que hacer en su inconsciencia autosuficiente, llena de juventud, ante la experiencia del que está especialmente entrenado para reconocer el eterno retorno de las mismas debilidades que nos hacen humanos y que ha aprendido a manejarse en un entorno de supervivencia más proceloso y complejo en el que ser el mejor depende de otras muchas más variables, variables que pueden ser resumidas en ese concepto llamado "carácter" que a Fats le sobre y que le basta para ganar a Felson.

Es necesario que esa alegría inconsciente de Felson se oscurezca con el dolor y la pérdida, consecuencia inevitable del paso del tiempo y del vivir, para que su talento como jugador adquiera su verdadera dimensión.

Y "El Buscavidas" no hace otra cosa que narrarnos ese duro proceso iniciático, basado en el dolor, que vuelve compacto el estar de Felson, haciéndole verdaderamente invulnerable y por lo tanto acreedor del triunfo, dela victoria en un mundo en el que el hombre es un lobo para el hombre.

De todo modo, la historia presenta de manera metafórica la vida como un diario esfuerzo de lucha por la supervivencia y los elementos que operan en el interior de ese esfuerzo para hacer que merezca la pena, convirtiéndose en un relato iniciático que sustenta la base ideologica del sueño americano y su visión individualista del ser humano.

Los débiles son los que no pueden endurecerse y por tanto los que quedan atrás.

Y lo que es peor, los débiles son los que necesitan a los demás, enmascarando esa debilidad con sentimientos como el amor, Sarah Packard, la mujer que se enamora de Felson, o la amistad, Charlie Burns, el amigo que acompaña a Felson a su lucha con Fats.

Felson es capaz de endurecerse, de sobrevivir a la debilidad que encierran esos sentimientos, y precisamente por eso es capaz de demostrar de facto su potencialidad para ser el mejor, pero el precio que deberá pagar es elevado y es entonces cuando el personaje de Minnesota Fats alcanza su verdadera dimensión en su silencioso mirar a Felson: él ya ha pasado por ahí, su radical perdida valiosa habrá sido otra, pero no puede detenerse y ser débil porque la lucha continúa.

Como diría Shakespeare, todos han ganado ese día para continuar luchando al día siguiente y ese es a mi entender la idea que subyace en ese melancólico final en el que todos parecen volver a sus rutinas, pero también a una especie de solitario aislamiento individual que sobrecoge, cuando Felson abandona el local, maldito para siempre.

Extraordinaria.

domingo, febrero 22, 2015

El siglo de las luces

Es cierto que una de las grandes preocupaciones de Alejo Carpentier al escribir "El siglo de las luces" fue arrancar la revolución francesa de su Europa natal y mostrar su germinal traslación a latinoamérica, y en concreto al Caribe, buscando presentar los primeros pasos de una idea en un territorio que muy pronto la hará suya imprimiendo en ella un sello propio caracterizado por la liberación de un pueblo respecto de otro.

No en vano el propio Carpentier siempre contó que el concepto "independencia" sólo adquiere dimensión política merced a las revoluciones independentistas de la burguesía criolla contra la dominación española.

Este es el contexto original de "El siglo de las luces", novela publicada en 1962.

A través de las andanzas de un tal Victor Hughes, personaje real encargado por la Asamblea Revolucionaria de esparcir la idea por el Caribe, Carpentier narra los primeros pasos de la idea que convenientemente madurada dió lugar a los procesos de independencia que sucedieron durante todo el siglo XIX en el continente americano.

Pero "El siglo de las luces" es mucho más que éso.

De manera indirecta, nos cuenta el lento pero inevitable proceso en que la revolución pierde su inocencia esencial, el lento proceso de estructuración que convierte a los revolucionarios en agentes de un poder que debe pactar con la realidad para poder continuar existiendo,

La belleza de la idea salpicada y manchada por el barro de las obligaciones y necesidades del día a día.

En definitiva, una pérdida de la inocencia en un viaje hacia una madurez no tan afortunada que el propio personaje de Victor Hughes simboliza convirtiéndose prácticamente en un hombre a una guillotina pegada.

En "El siglo de las luces" Carpentier reproduce la eterna polémica de la ciencia política entre carisma y burocracia, entre revolución y gestión de esa revolución en el tiempo; proceso que como todos los que implican una negociación con la realidad entendiendo "realidad" como todo aquello que ejerce una fuerza contraria similar o mayor a la que nosotros intentamos ejercer sobre las cosas siempre resulta frustrante. cuando no transformador en el sentido de un progresivo abandono de aquello que uno fue para encontrar lo que uno en realidad es.

Y hay un cierto escepticismo en el modo en que Carpentier contempla el trabajo del tiempo sobre la labor del revolucionario.

No en vano la novela termina en el 2 de mayo madrileño, con las clases populares saliendo a oponerse a las tropas napoleónicas resultado de esa revolución francesa, cerrando con amarga decepción lo que fue un circulo iniciado con la mayor de las ilusiones.

Planteando al lector las mismas incertidumbres de las que Carlos, uno de los protagonistas, no puede desembarazarse intentando comprender el misterio del destino trágico de sus idealistas hermana y primo en una revolución en contra de los revolucionarios.

Seguramente victimas de su incapacidad para envejecer, para perder el carisma y aceptar como el desgraciado Victor Hughes los desmanes del paso del tiempo sobre su espíritu revolucionario y como si el tiempo fuese el principal movimiento contrarevolucionario de todos.

En este sentido, nadie como Carpentier ha narrado la épica efimera y trágica, la insoportable y traicionera levedad del ser revolucionario, su tremenda fragilidad ante los rigores del tiempo, en textos tan maravillosos como "El siglo de las luces" o "La Consagración de la Primavera".

Convirtiendo la posición del revolucionario en una tremenda impostura romántica contra el orden material de la existencia, situaciones injustas de dominación, pero también contra lo inmaterial cifrado en el paso del tiempo y los efectos que este tiene sobre la propia naturaleza humana

En 1992 el cineasta cubano Huimberto Solás llevó a la televisión el texto de Carpentierr en una serie de cuatro horas de duración con mayoría de capital francés.

La versión que he visto es un refrito para el cine de dos horas de duración que muestra las clásicas lagunas que tienen este tipo de productos, casi siempre inviables desde un punto de vista narrativo.

No obstante, lo más elemental del espíritu de "El siglo de las luces"está ahí

La tragedia de sus personajes está ahí, apareciendo y desapareciendo, enfrentándoles en el tiempo a unos propios límites donde paradojicamente les ha llevado la valiente e instintiva persecución de lo mejor de sí mismos como seres humanos.

La revolución como pequeños saltos hacia delante en lo humano condenados al fracaso pero que nunca caen en saco roto, siempre dejan una huella sobre una realidad en parte transformada, el punto de partida para el siguiente salto.

La revolución como proceso agonístico sometido en el tiempo a las inevitables tensiones entre realidad y deseo.

Carpentier da una nueva dimensión a la complejidad contradictoria del ser humano.

Merece la pena ver "El siglo de las Luces" aunque, y a mi entender, el cine está en deuda todavía con este maravilloso texto.



sábado, febrero 21, 2015

House of cards

Si "El Ala Oeste de la Casa Blanca" de Aaron Sorkin nos mostraba cómo la política debería ser, "House of Cards" opta por el sensacionalismo de mostrarnos la política tal y como imaginamos que es: un tortuoso y complejo territorio donde sólo el más fuerte se impone convertido en un lobo para el resto de los hombres.

Basada en una serie de la BBC de principio de la década de los noventas del siglo pasado, "House of Cards" nos cuenta el lento madurar del plan que Francis Underwood, el jefe de la mayoría demócrata en el Congreso de los Estados Unidos, lleva a cabo contra los suyos por negarle el puesto de Secretario de Estado.

Y Underwood además es Kevin Spacey y este lo hace suyo con su habitual ductilidad camaleónica sin estridencias, un talento que le permite cambiar de piel con sólo una mirada.

Él, su conspiración, son el protagonista absoluto de "House of Cards" convertida en la presentación por encima de todos los límites del absoluto despliegue de una ambición, la de Underwood.

Todo gira alrededor del protagonista quién en una manifestación de ese absoluto dominio se dirige al espectador y le interpela con comentarios que son las notas al pie de página del texto que se le narra, Como si en su insaciable afán de control, el propio Underwood tratase también de manipular al espectador ganandoselo para su causa bajando del escenario de cuando en cuando y situándose a la altura de quienes le contemplan.

Y sin duda lo mejor que tiene la serie es el progresivo descubrimiento que el espectador hace de encontrarse dentro del plan de Underwood, un plan ambicioso y retorcido cuyo final es la Sala Oval de la Casa Blanca, que todo va mucho más allá de una simple venganza por despecho y que, quizá, quién sabe, el propio despecho forme parte de ese infinito plan que tiene la forma física de Underwood.

En cualquier caso, "House of Cards" ofrece al espectador la posibilidad de subir a lo mas alto en compañía de Francis Underwood, un verdadero y autentico lobo para los hombres y mujeres que le rodean parafraseando la vieja frase de Hobbes.

Entretenida.

Shaun of the dead

A veces uno necesita la llegada del fin del mundo en forma de un apocalipsis zombie canibal para encontrarse a sí mismo y enderezar la desastrosa vida de loser que llevaba antes.

Unos necesitan más y otros necesitan menos, pero Shaun el protagonista de "Shaun of the dead" precisa de ese apocalipsis para reconducir su vida que, como suele pasar en esta clase de películas, sólo precisa de la clave romántica y sentimental para encontrar ese perdido sentido.

No sé que extraños poderes casi religiosos le otorgan algunos al amor romántico... pero esa es otra historia....

Con acierto combina "Shaun of the dead" la sangrienta aventura zombie con la comedia romántica para ofrecernos un producto entretenido que, cuando menos, resulta sorprendente dados los ingredientes que la historia combina con astuto talento iconoclasta.

Además, la historia maneja muy bien, desde una siniestramente anodina presentación de lo cotidiano, la progresiva irrupción del apocalipsis zombie en lo que es una terrible vida de ladrillo en muro en un suburbio de una gran ciudad, la pequeña y mediocre vida de un Shaun cuyo pequeño mundo se desmorona al mismo tiempo que irrumpen los zombies en la de todos como consecuencia de una extraña gripe.

Por otro lado, y pese a lo bizarro del contexto, la película exhibe un fino e inteligente humor marca de las islas que es especialmente utilizado con acierto para definir las relaciones entre los diferentes personajes y que confiere a la historia de una cierta inteligencia que contrasta con lo basto y animal de las extremas situaciones que se van presentando... Algo así como P.G. Woodehouse en una película de George A. Romero, una aparentamente imposible combinación que me entusiasma aunque sólo sea por lo extremo del contraste y lo mejor es que el resultado funciona.

En resumidas cuentas, "Shaun of the dead" es un entretenido acierto en el que lo extremo, fantasía y costumbrismo, humor fino y trazo grueso, comedia romántica y violencia gore se mezclan con sorprendente armonía,

Ni mucho más, pero tampoco ni mucho menos.

Todo un clásico ya, de lo suyo... sea lo que sea.

martes, febrero 17, 2015

Enrocamiento

Lo confieso.
Me fascina ese corazón en tinieblas del que estás dispuesto todavía a votar al PP o al PSOE y para quién nada de lo que ha sucedido en estos últimos años significa realmente nada comparado... comparado con qué... Imagino que ahí está la fascinación, en descifrar el misterio de ese qué.
Podría hacer alguna hipótesis al respecto de su naturaleza, pero me interesa más poner en valor la idea de que el conservadurismo también es transversal.
Por encima del eje izquierda-derecha hay un eje de cambio que encarna Podemos (pero muy pronto Ciudadanos se unirá), un eje renovador que es casi sociológico y generacional, por supuesto mucho más que algo meramente político.
Y frente a ese eje, están los conservadores, los que prefieren lo malo conocido a lo bueno por conocer, los que creen que no es para tanto o simplemente que piensan que todo lo que les contradice no es cierto.
Puro y fascinante enrocamiento. 

domingo, febrero 15, 2015

Muy interesante.

La confusión y el desconcierto como objetivo:


The Counsellor

Madre del amor hermoso!

Así, a bote pronto, creo que "The Counsellor" es la peor película de Ridley Scott.

Es difícil manejar en estos tiempos el término "pedante". Como el nivel es el que es, pero la autoestima sigue siendo grande cada vez más se emplea esa palabra para designar a aquellos que saben y no les importa demostrarlo.

Es triste pero es así.

Como opinar se ha vuelto más importante que tener la opinión, el pedante de hoy en día es ese que opina con el suficiente criterio como para que los que no lo tienen se tengan que callar, pero en otros tiempos no fue así. Un pedante era aquel que sobrerrepresentaba su saber, que exageraba su respuesta generando un espectáculo desproporcionado y narcisista que más que manifestar un saber estaba dedicado a expresar la distancia que separa al que sabe del que no.

Ahora, desgraciadamente, basta con saber para ser considerado pedante, pero esa es otra historia.

Resumiendo, podríamos considerar pedante al que es artificioso y excesivo en la expresión del saber y es en este sentido en el que encuentro a "The Counsellor" tan irritantemente pedante.

Sobre un guión escrito por un Cormac McCarfthy empeñado en demostrar que puede ser mejor que Quentin Tarantino precisamente en lo que Tarantino es imbatible, "The Counsellor" es una pesada sucesión de monólogos en el que algunas frases interesantes quedan sepultadas por una interminable verborrea más propias de dipsómanos tirados sobre la barra de un bar.

Pero lo peor de "The Counsellor" no es éso, lo peor es que bajo esa exagerada e inmisericorde verborrea... ya uno se imagina lo peor con el increíble y absurdo monólogo del joyero judío que interpreta Bruno Ganz.... lo peor es que bajo esa exagerada e imposible verborrea queda sepultado cualquier posibilidad de acción y de historia, convertida en una mera percha sobre la que cada personaje cuente su filosófico y sabio punto de vista sobre el estado de cosas.

Porque parece que la anécdota, el plumaje verbal que exhiben los diferentes personajes en general con dudoso éxito, es mucho más importante que la categoría y la categoría es una historia que podría tener su interés de no ser por todos esos pesados que se van sucediendo en una suerte de insoportable feria de las vanidades dedicada a saturar el aire de palabras.

El resultado es pesado hasta decir basta, un largo horror lleno de estrellas: Fassbender, Diaz, Cruz, Bardem, Pitt...

Insoportable por encima de cualquier expectativa.


Los cuentos de Hoffmann

Tres años después de "Las zapatillas rojas", Michael Powell y Emeric Pressburger decidieron abundar aún más en el tema de filmar otras manifestaciones artisticas.

Siempre inquietos decidieron ir más allá y pasaron del ballet inspirado en el cuento de Hans Christian Andersen a una opera, "Los cuentos de Hoffmann". Además, y si en "Las Zapatillas Rojas" todavía existía una cierta hilazón dramática en torno a la que sucedía el ballet, en "Los Cuentos de Hoffmann" nada hay que no sea la propia ópera.

No obstante, ambas comparten la misma tensión dramática: el conflicto entre los éxitos del amor y la gloria que proporciona el arte.

Así, y si en "Las zapatillas rojas" la bailarina Victoria Page debe elegir entre el amor romántico que le ofrece el compositor Julian Craster o la grandeza artistica de una carrera como primera figura del ballet que le presenta Boris Lermontov, en "Los Cuentos de Hoffmann" asistimos a la narración poetizada que el propio Hofmann hace de tres fracasos sentimentales en una caberna y ante un grupo de estudiantes mientras espera en vano la llegada de su nuevo amor.

Y si Page aún pudo tener la posibilidad de elección, Hoffmann sólo pudo limitarse a experimentar ese desamor para convertirlo en arte, en elemento esencial de su grandeza como poeta, gracias a la aparición de un personaje transversal, magnificamente encarnado por el bailarín y coreógrafo australiano Robert Helpmann; un personaje que como Lermontov parece estar especialm y misteriosamente interesado en arrebatarle las mujeres que ama.convertido en una suerte de musa negra dedicada a producir en Hoffmann la base emocional necesaria para que el arte sea posible en él.

En cualquier caso, y dicho ésto, "Los Cuentos de Hoffmann" brilla sobre todo como el rico y suntuoso espectáculo visual que es, un espacio para la magia donde Powell y Pressburger dan rienda suelta a toda su creatividad para contar una historia envolviendola en colores y escenografías fascinantes.

En este sentido, no tengo la menor duda de la influencia que Powell y Pressburger han ejercido sobre la segunda época dorada del musical norteamericano, encabezada por la Metro Goldwyn Mayer y el productor Arthur Freed; influencia que a su nivel más básico tiene que ver con la liberación de la cámara de cualquier prejuicio realista y la vuelta a un espacio teatral, de donde precisamente el musical americano quiere inicialmente escapar a finales de la década de los cuarentas y principios del siglo pasado con películas como "On the town", pero convertido en un espacio que cinematográficamente puede ser codificado y al que se puede regresar para contar historias como "The band wagon" o "Un Americano en Paris", películas donde conviven esa pulsión realista con momentos más teatrales, casi siempre fantásticas ensoñaciones.

Si algo muestran "Los Cuentos de Hoffmann" es en exceso esa virtud de Powell y Pressburger siempre a medio camino entre la experiencia estética y la creatividad del pionero cinematográfico.

Muy recomendable.




sábado, febrero 14, 2015

Madridgate

Se mire por donde se mire las explicaciones que la ejecutiva del PSOE ha dado para destituir a Tomás Gómez no son de recibo.

Sólo los que son aficionados al PSOE como lo podrían ser del Real Madrid o de Morante de la Puebla pueden respaldarlas.

Cualquier persona con dos dedos de frente debería contemplarlas como mínimo con una cierta distancia.

Y lo más gracioso es que algunas de esas razones como los malos resultados podrían ser aplicados a la propia ejecutiva y otros como la corrupción podrían ser aplicados a territorios como Andalucía, pero esto y con todo no es lo más relevante. Lo más importante es que sea como sea Tomas Gómez, él es la persona que han elegido los socialistas madrileños.

Esto no cuenta para Pedro Sánchez y su siniestra compañía que en cualquier caso y según las encuestas no van a obtener un mejor resultado que Tomás Gómez.

En esta loca obsesión por, como ellos dicen, ganar, el PSOE ha perdido toda su dignidad democrática. Otra cosa más que queda en un camino donde el Partido Popular, tras el desgaste de cuatro años en la peor crisis de la historia moderna de España, todavía está cerca de la mayoría absoluta.

Pero el PSOE sigue a lo suyo. Empeñándose en demostrar que puede ser una cosa y su contraria: monárquico pero republicano, con la gente de los palacios pero también con la gente de la calle y ahora también democrático pero también piramidal y autoritario.... porque lo peor es que te lo quieren explicar,

Cada día que pasa más cerca del PÀSOK...

John dies at the end

Diez años después de la mítica "Bubba Ho-Tep", Don Coscarelli regresó para idear y dirigir esta no menos mítica, al menos para mí, "John dies at the end".

Basada en una novela del mismo nombre, "John dies at the end" cuenta con mucha inteligencia y sentido del humor una historia muy, muy loca.

Existe una droga que tiene toda la pinta de la salsa de soja que otorga a quienes la toman el poder de trascender el tiempo. En una fiesta universitaria esta droga cae en manos de dos amigos, Dave y John, quienes poco a poco descubrirán que la droga es en realidad un arma que desde un mundo paralelo sus habitantes están utilizando para realizar una invasión interdimensional.

El destino de la tierra tal y como la conocemos dependerá de dos adolescentes inadaptados y bastante frikis que durante el metraje de la película superarán sus evidentes limitaciones de todo tipo para procesar el misterio que encierra lo que inocentemente han dado en llamar salsa de soja.

La película es un largo y complejo flashback que Dave cuenta a un periodista interpretado por Paul Giamatti, personaje que protagonizará al final de la película un nuevo e inesperado giro y final que culmina un crescendo muy loco de situaciones y giros narrativos que componen la historia de "John dies at the end".

Pero lo más interesante de la película es que dentro de un cuerpo de película gore adolescente late un corazón ilustrado, capaz de un humor inteligente y sutil que brilla por su presencia por entre los desmanes algunas veces bastante gores que deja a su paso la salsa de soja.

Sin ser portadora de ninguna pretensión, "John dies at the end" es una de esas películas que siempre recuerdas con cariño y que no te importaría volver a ver en cualquier momento.

Esta visto que su director, Don Coscarelli, está especializándose en producir películas de culto.

Francamente, no sé cómo puedes vivir sin haber visto todavía  "John dies at the end".


martes, febrero 10, 2015

Hacienda y el franquismo sociológico

Hoy, en el mes de Febrero de 2015, escucho a un periodista mediático decir que si la persona no ha hecho nada malo no tiene nada que temer.
Es curioso, pero esta expresión era muy propia del franquismo sociológico.

Si no has hecho nada malo no tienes nada que temer... ante un poder que de manera inmotivada ejerce su autoridad sobre sus súbditos.

El debate no está en si hay algo que temer o no.

No nos equivocamos.

El debate está en la situación de vigilancia que genera el mencionado argumento para justificarla.

El poder hace lo que quiere.

Hay que dejarle hacer.

Después de todo, si eres una persona decente no va a encontrarte nada, no debes preocuparte y por lo tanto deja al poder en paz.

Solo los facinerosos podrían molestarse ante un poder que les sigue e investiga.

Pedir razón y cuenta a ese poder ya es una prueba de culpabilidad.

La gente decente deja que el poder campe por sus respetos, que haga lo que quiera.

El tema no está en la manera inmotivada, siguiendo oscuros intereses inconfesables el poder elije a esta o a aquella persona, saltándose las reglas que ponen cerca al campo de su autoridad.

El tema está en que si te molesta es que algo tienes que ocultar.

Y estas cosas se dicen hoy, en la España de nuestros días, que sólo es democracia si no te pasas dela raya. Porque, si te pasas se convierte en otra cosa mucho más siniestra.

Hacienda te investiga, el ministro te señala, se discuten tus extractos bancarios en la hora televisiva de máxima audiencia y si te parece mal es que algo tienes que ocultar y con razón se te investiga.

Todo un retroceso de medio siglo que nos devuelve al último franquismo donde sólo si te pasas de esa raya encontrabas la bota de hierro de la dictadura.

Podemos darle muchas vueltas, adornarlo como queremos, pero hoy en día España es un país donde políticos de la oposición son señalados y perseguidos por las instituciones del estado.

Hacienda no investiga que el marido de Cospedal haya multiplicado por mil sus ingresos desde que su mujer está en el gobierno, no persigue las noticias que acusan al partido en gobierno de manejar dinero negro.

Se investiga a la oposición y sobre ella cae todo el peso del estado.

Hoy en día le llaman democracia a cualquier cosa.

lunes, febrero 09, 2015

El último viaje de Robert Rylands

No es una mala idea describir un personaje a través de los efectos que éste ha producido en su entorno más directo.

Al final, buena parte de "El último viaje de Robert Rylands" sucede en ausencia de Rylands. La directora, Gracia Querejeta, construye un entramado de relaciones en el que el fantasma de Rylands está siempre presente.

No obstante, y siempre para mi gusto, la película no termina de funcionar, sin primar lo que es verdaderamente importante y entreteniéndose demasiado en un contexto que sólo debiera existir para construir la sombra de Rylands.

Por ahí, la película pierde un poco más, especialmente con la relación amorosa entre el profesor español y la hija de Rylands, que en absoluto aporta nada bueno a la historia haciendo que esta se demore demasiado en lo anecdótico.

Aún así, poco a poco, el espectador asiste a la conjugación paciente del misterio de Rylands, todo un heterodoxo incapaz de ser clasificado dentro de unos convencionalismos sociales de los que la película abusa hasta producir una cierta extenuación de un espectador que desconcertado no sabe dar cuenta de la propósito de aquello que se le cuenta.

En este sentido lo esencial de la película sucede en la media hora final en la que la heterodoxía de Rylands hace posible dar una solución drástica al deseo de su otro hijo, enfermo de cáncer. De todo modo, el defecto inclasificable de Rylands se convierte en improvisada y rara virtud y en esta parte la película funciona con una belleza y poder admirables.

El problema es que a la luz de tan poderoso final, la mayor parte de la película se convierte en un estirado e innecesario ejercicio moroso de estilismo vacuo que sin duda manifiesta una cierta falta de foco a la hora de abordar un original literario que no he tenido el gusto de leer.

Porque al final lo que importa es el misterio de Rylands mostrándose una vez más ante un entorno que palidece ante su presencia arrolladora.

Contradictoria y un poco decepcionante.

domingo, febrero 08, 2015

Lo oscuro de la deuda griega

Por algo los griegos quieren la auditoría de su deuda y por algo otros se oponen.

Interesante artículo:

Berlín animó a Papandreu a inflar artificialmente su déficit para justificar el rescate. Historia de una manipulación trágica

"Probablemente el pánico financiero alemán , que recordemos era el país de Europa con los bancos más afectados por la estafa de de las subprime ( el origen de la crisis ) , y en gran parte Francia , hacía que en ese momento se considerara “interesante” salvaguardar sus intereses para que pasaran a ser deuda europea en su conjunto , como así ha ocurrido en Grecia , la deuda con su banca".

Jupiter Ascending

Seguramente nadie como los hermanos Lana y Andy Wachowski han utilizado los valores contraculturales del capitalismo de consumo con tanto acierto y éxito para convertirlos en la materia prima con la que construir productos cinematográficos inscritos a su vez dentro de la lógica comercial del propio sistema.

En general, sus héroes protagonizan relatos iniciáticos en los que reaccionan contra una estructura de dominación y manipulación, relatos que se alimentan del imaginario contracultural de las teorías conspiratorias pero también de, y esto es más importante, de las nuevas y emergentes maneras de pensarnos y pensar nuestras sociedades, maneras que como el Zeitgeist revisan de manera crítica los hasta el momento sagrados e incuestionables pilares del capitalismo de consumo y su manifestación política: la democracia de consumo.

En este sentido, los Wachowski construyen un imaginario basado en el cuestionamiento de lo que parece evidente que seguramente los aproxime a un cine político que utiliza las propias estructuras de lo que de manera indirecta cuestiona para expresarse.

Por increíble que parezca su posición es imposible, pero cierta.

En "Jupiter Ascending" los Wachowski vuelven a transitar los caminos de siempre en la que puede ser, sin duda y junto a "Speed Racer" su película con menos pretensiones.

Porque "Jupiter Ascending" es una sopa opera, una suerte de Cenicienta espacial, en la que la chica encuentra a el chico en un contexto curioso y divertido.

¿Preparado?

El Universo es una enorme estructura que recuerda el capitalismo industrial de principios del siglo XX en el que grandes familias, al estilo de los Rotschild o los Rockefeller, se reparten su explotación y en el que, cuando el espacio ya no es un problema, el principal valor de uso y cambio reside en el tiempo.

La Tierra vive ajena a esta realidad sin saber que pertenece a la familia Abraxas, quién espera paciente el momento oportuno para cosechar toda la vida humana que hay en aquella para convertirla en el elemento más valioso del universo: en un elexir que rejuvenece los cuerpos y permite que las personas puedan vivir miles de años.

Dentro de esa Tierra vive Jupiter Jones, una inmigrante rusa sin papeles que vive limpiando casas. Jupiter ignora a su vez que en ella la combinatoria de la genética universal ha reproducido exactamente la estructura de la madre del clan Abraxas, lo que permitiría resucitarla, pero también matarla para dar rienda suelta a la ambición de sus milenarios hijos.

Y por supuesto estos optan por la opción B y gracias a ello, Jupiter conocerá a ese príncipe azul, un guerrero mitrad lobo, mitad hombre que cabalga sobre sus botas de anti-gravedad.

¿Tiene buena pinta?

Para mí, sí.

Los Wachowski construyen una historia de buenos y malos en la que la chica encontrará al chico, una estructura tan naif como pudiera serlo "Star Wars" envuelta en una suntuosa y brillante imaginería galáctica que realmente consigue mostrar un mundo diferente y nuevo, algo que por otro lado también caracteriza al cine de los Wachowski.

En "Jupiter Ascending", la Cenicienta encontrará a su príncipe y de paso se hablará de avaricia, de codicia, de ambición, de generosidad, de manipulación, de mentira, de amistad y amor, en la linea del mejor cine de siempre... En definitiva, puro cine de los Wachowski en su versión menos trascendental y en la que no deja de tener gracia que la dueña del planeta Tierra sea una inmigrante ilegal que limpia retretes y a la que no le importa compartir su posesión con el resto de habitantes del planeta.

Algunos en Alemania deberían tomar nota.

Contenidos todos que evocan el indeleble perfume de las ideas interesantes, ideas para un mundo mejor que siempre cargan las películas de los Wachowski con una estática muy especial.

Sin ser una obra maestra, cosa que tampoco creo que pretenda, "Jupiter Ascending· es un espectáculo entretenido con curiosas e interesantes resonancias de ideas que merece la pena tener en la cabeza... aunque su lugar natural es el corazón.

Entretenida.

Proféticas palabras que describen la base totalitaria de las democracias de consumo:

“La horda, cuyo nombre reaparece sin duda en la organización de las juventudes hitlerianas, no es una caída en la antigua barbarie, sino el triunfo de la igualdad represiva, la evolución de la igualdad ante el derecho hasta la negación del derecho mediante la igualdad”

La negación del derecho a la igualdad precisamente a través de la constatación de facto de una igualdad que sin embargo excluye a los diferentes.

El consenso en únicas maneras de hacer las cosas, por ejemplo.

sábado, febrero 07, 2015

Tierra y Libertad

"Tierra y Libertad" me produce un sentimiento contradictorio.

Me gusta lo que se nos cuenta, pero en absoluto me gusta la manera en que Ken Loach lo cuenta.

Excesivamente dependiente de un par de secuencias poderosas, la conquista del pueblo por parte de la milicia del POUM y la rendición de esta misma a las fuerzas republicanas; "Tierra y Libertad" muestran las limitaciones para mi gusto de Ken Loach como cineasta.

Basada en las experiencias del escritor George Orwell en el frente aragonés de nustra guerra civil posteriormente reflejadas en su libro "Homenaje a Cataluña", "Tierra y Libertad" nos cuenta la pequeña guerra civil entre comunistas y libertarios y anarquistas que tuvo lugar en el bando republicano.

A través del personaje que la protagoniza, David Carr, "Tierra y Libertad" nos cuenta la experiencia de la guerra civil desde una perspectiva eminentemente de izquierda, algo que ha brillado por su ausencia en los proyectos sobre nuestra guerra llevados a las pantallas.

Y esto es lo que más me gusta.

El altruismo que conduce al alistamiento, el sentimiento comunitario y fraternal de todos los que luchan en el frente, el idealismo de esa reunión con los vecinos en el pueblo conquistado a los fascistas y los inevitables conflictos y contradicciones que llevaron a la depuración de todos aquellos que no siguieran la línea soviética.

Todas estas cosas están ahí, puestas en la pantalla para ser vistas por primera vez y para atisbar la posibilidad de la existencia de otras voces alejadas de lo que viene a ser la versión oficial de la historia de la Guerra Civil.

No obstante, lo están de modo desigual, a veces desordenado, no siempre explotado hasta el máximo de sus posibilidades especialmente todas las secuencias del frente donde todo resulta demasiado frío, demasiado protagonizado por los discursos que pronuncian los personajes, como si los discursos fuesen más importantes que los propios personajes y Loach no tuviese paciencia para que lo que se dice pudiese mostrarse con más verdad a través de las acciones.

Este es para mi el más grave defecto del cine de ,Loach: su carácter panfletario.

En el peor cine de Loach los discursos fagocitan a los personajes quedando reducidos estos a meros soportes necesarios de algo que hay que decir.

No hay paciencia para que la historia se desenvuelva, hable por sí misma sino que la historia evoluciona a golpe de palabra, a golpe de discurso

El espectador nunca descubre por sí mismo, es Loach quien le dice lo que debe pensar, lo que debe mirar,

Y todo termina por tener un punto forzado y artificial que resulta un tanto incómodo.

En este sentido, y fuera de España, y por razones obvias, no creo que "Tierra y Libertad" esté entre las mejores películas de Loach.

Lo poco frecuente del tema que toca, su carácter de ·rara avis", juega en su favor porque, y entre otras cosas,  no terminan de quedar demasiado claras las razones de Carr para abandonar el Partido Comunista ni tampoco la manera en que él y Blanca se enamoran. Casi nada. Como si lo más importante sucediera fuera de cámara.

Pese a sus evidentes imperfecciones, "Tierra y Libertad" tiene el encanto de lo único,.encanto que lleva al espectador a confundir la satisfacción que le produce escuchar voces que le son afines con la calidad de la historia que se las trae.

Aceptable.