Empieza muy bien "The man fron U.N.C.L.E" y lo hace con una de las canciones más groovy de ese estupendo disco de Roberta Flack llamado "First Cut" publicado en 1969, su primer disco.
No necesito más para estar más que interesado.
La película ya me está lanzando un guiño sexy desde el otro lado de la barra que no puedo rechazar.
Y lo demás sucede por sí solo y eso que sucede es el aquilatado talento de Guy Ritchie para contar historias de una manera diferente, visual y elegante.
"The man fron U.N.C.L.E" funciona muy bien y lo hace porque el talento de Ritchie para narra a su estupenda manera tiene terreno para desarrollarse y ese terreno se lo da un estupendo guión que por encima de todo está magníficamente escrito.
Porque da gusto escuchar todo lo que los diferentes personajes se dicen a los otros con una inteligente y elegante ironía muy sexy.
Uno ya sabe lo que va a pasar.
Después de todo, "The man from U,N.C.L.E" es el nuevo intento de la industria por generar una franquicia, una nueva marca que permita producir el mayor número de productos bajo su seno, pero eso es lo de menos.
Lo importante es el camino.
Y seguramente este es el principal acierto de Ritchie: el estilo.
Un estilo tan elegante como un sólo de piano de Dave Brubeck o como la propia voz de Roberta Flack que inicia la película puntuando de manera clara la clase de rollo que "The man from U.N.C.L.E." ofrece.
Por debajo de una historia de buenos y malos funciona una sofisticada comedia en la que abundan las réplicas inteligentes y afiladas junto a momentos llenos de humor que extraen su energía del contraste dandy entre la más cruda violencia y el más elegante distanciamiento de quienes la ejercen de manera profesional, sin motivos personales.
Basada en una homónima serie de televisión emitida entre 1964 y 1968 y que tuvo el olfato de encarnar en la industria del ocio el periodo de distensión de la Guerra Fría que precisamente empezó en 1964 tras la caída del sanguíneo y colérico Nikita Kruschev y el nombramiento de una troika de la que posteriormente terminaría por emerger el liderazgo de Leonidas Breznev en el gobierno del PCUS soviético.
Aunque el personaje de Napoleon Solo (Robert Vaughn) tenía su punto, el verdadero éxito se lo llevó el más rudo Ilya Kuriakin (David McCallum), un agente soviético que todas las semanas entraba en los hogares norteamericanos para hacer equipo con el cínico e individualista Solo.
Todo un éxito.
Serie histórica y mítica en cuyos orígenes cuenta la leyenda que estuvo implicado en propio creador de James Bond, Ian Fleming y que Ritchie retoma con talento y gracia.
Todo un acierto.
No necesito más para estar más que interesado.
La película ya me está lanzando un guiño sexy desde el otro lado de la barra que no puedo rechazar.
Y lo demás sucede por sí solo y eso que sucede es el aquilatado talento de Guy Ritchie para contar historias de una manera diferente, visual y elegante.
"The man fron U.N.C.L.E" funciona muy bien y lo hace porque el talento de Ritchie para narra a su estupenda manera tiene terreno para desarrollarse y ese terreno se lo da un estupendo guión que por encima de todo está magníficamente escrito.
Porque da gusto escuchar todo lo que los diferentes personajes se dicen a los otros con una inteligente y elegante ironía muy sexy.
Uno ya sabe lo que va a pasar.
Después de todo, "The man from U,N.C.L.E" es el nuevo intento de la industria por generar una franquicia, una nueva marca que permita producir el mayor número de productos bajo su seno, pero eso es lo de menos.
Lo importante es el camino.
Y seguramente este es el principal acierto de Ritchie: el estilo.
Un estilo tan elegante como un sólo de piano de Dave Brubeck o como la propia voz de Roberta Flack que inicia la película puntuando de manera clara la clase de rollo que "The man from U.N.C.L.E." ofrece.
Por debajo de una historia de buenos y malos funciona una sofisticada comedia en la que abundan las réplicas inteligentes y afiladas junto a momentos llenos de humor que extraen su energía del contraste dandy entre la más cruda violencia y el más elegante distanciamiento de quienes la ejercen de manera profesional, sin motivos personales.
Basada en una homónima serie de televisión emitida entre 1964 y 1968 y que tuvo el olfato de encarnar en la industria del ocio el periodo de distensión de la Guerra Fría que precisamente empezó en 1964 tras la caída del sanguíneo y colérico Nikita Kruschev y el nombramiento de una troika de la que posteriormente terminaría por emerger el liderazgo de Leonidas Breznev en el gobierno del PCUS soviético.
Aunque el personaje de Napoleon Solo (Robert Vaughn) tenía su punto, el verdadero éxito se lo llevó el más rudo Ilya Kuriakin (David McCallum), un agente soviético que todas las semanas entraba en los hogares norteamericanos para hacer equipo con el cínico e individualista Solo.
Todo un éxito.
Serie histórica y mítica en cuyos orígenes cuenta la leyenda que estuvo implicado en propio creador de James Bond, Ian Fleming y que Ritchie retoma con talento y gracia.
Todo un acierto.