Intentando superar las ganas de exiliarme, escribo estas reflexiones sobre las recientes elecciones del 20D.
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No está tan claro que el bipartidismo haya terminado.
La bestia siempre es más difícil de matar de lo que el héroe imagina y ahora es cuando las cosas se ponen realmente difíciles, cuando la bestia parece herida.
Los partidos del turnismo han caído pero no lo suficiente mientras que los partidos ascendentes tampoco han ascendido lo suficiente.
El problema es que tradicionalmente, el sistema bipartidista ha sido muy eficiente en devorar a los partidos bisagra de carácter nacional.
Al final, el pez grande siempre terminó devorando al chico (CDS, IU...), perdido bajo la alargada sombra de su socio mayoritario. Estos pequeños partidos estuvieron siempre privados de una necesaria capacidad para proyectar personalidad (y por lo tanto supervivencia) como consecuencia de no tener el suficiente peso político y electoral como para imponer una agenda.
Ahora, tanto Ciudadanos como Podemos tienen un mayor poder político, y poder electoral, pero serán presionados de igual manera por los dos grandes partidos para obtener compromisos y acuerdos de gobernabilidad.
Su obligación es mantener la personalidad... algo que estoy convencido sus votantes quieren y desean.
Ambos, especialmente Podemos, deben tener mucho cuidado de no mancharse en el juego de la pragmática política y su mayor preocupación debe ser intentar imponer una agenda que les permita mantener esa personalidad que les permita sobrevivir intactos, manteniendo esa diferencia esencial que las necesidades prácticas de gobernabilidad pueden comprometer.
En este terreno de juego, los nuevos partidos emergentes se van a jugar la vida, esa diferencia que en principio les ha llevado donde están.
Un apoyo a corto plazo puede significar la muerte a largo plazo.
En este sentido, yo no infravaloraría a los partidos del régimen que serán lo que queramos que son pero también son perfectos expertos en lo suyo: sobrevivir casi siempre de manera vil
Al régimen le interesa más nunca ser capaz de poder devorar a los partidos bisagra, o por lo menos ponerles en una situación difícil... y encima en este caso todo va a ser a cambio del bien más preciado: gobernar.
Yo no esperaría por tanto que PP y PSOE no fuesen el máximo de eficientes en intentar conseguir, por lo civil o por lo penal, un apoyo que no sólo les puede reportar beneficios a corto plazo sino también a medio y largo si consiguen hacer a sus nuevos socios cómplices de sus pecados.
Sólo un tonto esperaría otra cosa diferente y a veces la inexperiencia puede confundirse con la tontería
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Por otro lado mi segunda reflexión está relacionada con la primera.
No tengo claro que el bipartidismo haya terminado.
No tengo claro que no estemos ante un cambio generacional que implique el mantenimiento del bipartidismo aunque con un cambio de jugadores.
PP y PSOE pueden tender a morir como lo están haciendo sus votantes hablando de cosas que ya no atañen tanto a las nuevas generaciones y, lo que es peor, expresandolas en un lenguaje que ni llega ni traspasa a los españoles que no han conocido a Franco ni a la ETA asesina.
Esa falta de flexibilidad y renovación en PP y PSOE está permitiendo la aparición de dos nuevos jugadores que en realidad, y nos digan lo que nos digan, quizá solo aspiran a reemplazar a un jugador dentro del gran juego.
Y tengo claro que el modo en que se gestione la preocupación que da lugar a mi primera reflexión nos servirá de guía para dar respuesta a esta segunda.
Desgraciadamente no somos tan libres como queremos y buena prueba de ello es que el hecho de que todo cambie para seguir igual nos parezca lo más grande.
En este sentido no descartaría un cambio de jugadores dentro del juego del bipartidismo.
Estas elecciones tan tristes no me inspiran más ideas.
Veremos de qué materia están hechos Ciudadanos y Podemos... aunque la materia de Ciudadanos la tengo mucho más clara.... empieza por m...