sábado, noviembre 27, 2010

THE WRESTLER

Si uno lo piensa bien tiene que llegar a la conclusión de que no es la primera vez que ve "The wrestler" aunque en realidad esté viéndola por primera vez.

La trama del boxeador acabado que se resiste a estarlo, el resurgimiento épico de las propias cenizas es casi un subgénero transversal a más de un género cinematográfico. Desde la estupenda "Más dura será la caída" hasta la no menos estupenda "Fat city" el largo viaje hacia la noche y en caída libre de un protagonista cuya épica se basa en intentar marcar la agenda de su destino por encima de unas más que inevitables circunstancias ha terminado por marcar una pauta narrativa que uno de cuando en cuando encuentra en las historias que le salen al paso de la mirada.

En este sentido, "The wrestler" puede verse con los ojos cerrados, pero hay que decir que una de las mayores virtudes de esta película de Darren Aronofsky es proporcionar al espectador un acceso privilegiado a la intimidad de las emociones que subyacen y alimentan el cliché. La película consigue emocionar. Las lágrimas del estupendo Mickey Rourke se intuyen de algún modo auténticas. Su trayectoria descendente afecta, interesa, implica... Pese a que el espectador imagina lo que aguarda en el siguiente recodo del camino, en la siguiente secuencia, en el siguiente plano.

La sorpresa no radica en un innovador giro narrativo, en lo que sucede, sino en las palabras pronunciadas, en el modo en que los actores las pronuncian mientras lo en mayor o menor medida previsto sucede.

Magnífica.


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