domingo, junio 28, 2015

The Salvation

La pregunta es clara: ¿Puede merecer a pena un western danés. rodado en sudáfrica y dirigido por un director procedente del Movimiento Dogma?

Parece muy loco, pero la respuesta es afirmativa.

"The Salvation" merece la pena.

De hecho es una película más sorprendente que narra una historia de venganza discurriendo sobre los carriles de representación de la versión estilizada del Western que produjera el italiano Sergio Leone con su spaghetti western.

Los destinos de Jon (Mads Mikelsen) y el hacendado Delarue (Jeffrey Dean Morgan) se cruzarán en un contexto de posesión como consecuencia de la presión que Delarue hace sobre los pequeños propietarios de la comunidad a la que Jon pertenece buscando hacerse con sus tierras.

Jon dará muerte al hermano de Delarue por matar a su mujer y a su hijo colocando a los habitantes de la comunidad en la tesitura de entregarle o no a Delarue.

Se trata de un esquema clásico de violencia y venganza en el que el aparentemente pequeño demostrará no serlo tanto frente a un grande que terminará enfrentándose a su pequeñez.

Dirigida por el ex-Dogma Kristian Lievring, "The Salvation" es una película breve y concisa, en absoluto disgresora, que tiene claro lo que quiere contar y lo cuenta con una necesaria solvencia claramente inspirada en el universo de Sergio Leone.

En "The Salvation" la violencia es presentada como un elemento consustancial al mundo que se nos muestra en imágenes, una violencia estilizada pero al mismo tiempo descarnada y dura, pura lucha por la supervivencia, por la prevalencia en un mundo caracterizado por la aspereza y la escasez.

En este sentido, la violencia se convierte en el acontecimiento esencial y es tratado como tal.

La narración se convierte así en un ambito monumental y sublime en donde se celebra la sagrada y enésima consagración del fuerte sobre el débil. Todos los western de Leone en realidad describen enfrentamientos, los estilizan, subrayan y consagran. Nada se cuenta que no sea superfluo y todo lo que no tenga que ver con esa lucha lo es.

"The Salvation" reproduce con mucho acierto esa lógica claustrofóbica que, en lugar de escapar hacia las panorámicas de los grandes paisajes como sucede en los western de Ford o Aanthony Mann, sólo tiene una fuga hacia el interior, en los primeros planos de los personajes y a través de sus gestos y miradas hacia el interior de lo mismos configurando un circuito cerrado de creciente tensión.

En "The Salvation" las dos voluntades que colisionan y se enfrentan son la de Delarue inspirada por la codicia y la de Jon, inspirada por la venganza.

Los pasos del mal una vez más se cruzan con los del bien.

Interesante.


sábado, junio 27, 2015

Discurso de Tsipras

Discurso pronunciado por el primer ministro griego Alexis Tsipras a través de la televisión pública de Grecia el 27 de junio de 2015 a las 01:00 horas.

"Hemos librado un combate en condiciones de asfixia financiera inauditas para lograr un acuerdo viable que llevara a buen término el mandato que nosotros recibimos del pueblo. Se nos ha pedido aplicar las políticas de los memorandos como lo habían hecho nuestros predecesores.
Después de cinco meses de negociaciones, nuestros socios nos han dado un ultimátum que contraviene los principios de la Unión Europea y socava el relanzamiento de la sociedad y la economía griegas.
Estas propuestas violan absolutamente los principios europeos. Su objetivo es la humillación de todo un pueblo, y manifiestan sobre todo la obsesión del Fondo Monetario Internacional por una política de extrema-austeridad. El objetivo hoy es poner fin a la crisis griega de la deuda pública.
Nuestra responsabilidad en la afirmación de la democracia y la soberanía nacional es histórica en este día, y esta responsabilidad nos obliga a responder al ultimátum basándonos en la voluntad del pueblo griego. Yo he propuesto al Consejo de Ministros la organización de un referéndum y esta propuesta ha sido adoptada por unanimidad.
La pregunta del referéndum de este próximo domingo será saber si nosotros aceptamos o rechazamos la propuesta de las instituciones europeas. Yo pediré una prolongación del programa durante varios días hasta que el pueblo griego tome su decisión.
Yo os invito a tomar esta decisión soberanamente y con la dignidad que nos enseña la historia de Grecia, que ha visto nacer la democracia y debe enviar un mensaje rotundo de democracia. Yo me comprometo a respetar el resultado, sea cual sea. Grecia es y seguirá siendo una parte indisoluble de Europa. Pero una Europa sin democracia es una Europa que ha perdido su brújula.
Europa es la casa común de nuestros pueblos, una casa que no tiene ni propietarios ni inquilinos. Grecia es una parte indisoluble de Europa, y yo os invito a todos y todas a tomar, en un mismo impulso nacional, las decisiones que conciernen a nuestro pueblo"


Tsipras como Leonidas

"Nuestra responsabilidad en la afirmación de la democracia y la soberanía nacional es histórica en este día, y esta responsabilidad nos obliga a responder al ultimátum basándonos en la voluntad del pueblo griego. Yo he propuesto al Consejo de Ministros la organización de un referéndum y esta propuesta ha sido adoptada por unanimidad"

Destaco estas líneas del emocionante y corto discurso con que Tsipras convoca un referendum entre los griegos,

Y lo peor es que es así.

La democracia está en juego.

Del mismo modo que en otros lugares del mundo, el FMI pretende imponer por la fuerza sus políticas de austeridad, unas políticas que tienen un inmenso coste social, y en contra del representante legalmente elegido por un pueblo que en teoría es soberano.

El gesto de Tsipras es el gesto de un hombre verdaderamente de izquierdas.

Como mínimo pone en valor el absurdo de un mundo que dice una cosa y luego hace otra, que habla de libertades y de democracia mientras al mismo tiempo pone por delante de las personas un avaricioso y enloquecido interés por el dinero que ya directamente resulta bárbaro y animal.

Porque están limpios, visten impecables trajes pero en el fondo todos ellos son unos barbaros, unos animales irracionales que están dispuestos a poner a todo un pueblo entre la espada y la pared.

Unos bárbaros que en absoluto están dispuestos a asumir su responsabilidad en la configuración de la situación en que Grecia actualmente se encuentra: la mentira de la economía griega mantenida mientras todo iba bien, el atrevimiento de permitir prestar dinero a un país que no prestaba las suficientes garantías.

Sólo quieren su dinero para comprarse una piscina más o para volverlo a prestar de manera descuidada.

Y tiene todo sentido que Tsipras como  Leónidas se oponga a lo que parece otro nuevo y aparentemente invencible ejército persa,

Grecia sigue siendo el guardián de la verdadera democracia no de esa cosa de celofán y colores que algunos miserables invocan solamente para ganar más y más dinero amparados en la ignorancia o en la confianza de las personas normales.

Es una fecha histórica la de hoy.

La democracia le hecha un pulso al dinero.

Como Leónidas, Tsipras ha trazado hoy, sobre el suelo de las Termópilas, la delgada línea que separa a los malos de los buenos porque, desengañemonos, ya no podemos vivir juntos en el mismo espacio, en el mismo tiempo.

El discurso de Tsipras es un discurso de estadista, un discurso al que ya no estamos acostumbrados en una Europa cuyos políticos se han convertido en obedientes capataces que gestionan para los intereses del amo a todos los que trabajamos en esta plantación.

El FMI y la europa miserable de la austeridad no sólo quiere un qué, quiere también imponer un cómo aunque ello implique saltarse la voluntad de todo un pueblo soberano.

Y en el fondo, si lo pensáramos un poco, todos los hombres de buena voluntad llegaríamos a la misma conclusión: No está bien... sobre todo si luego se te llena la boca de libertad y democracia buscando cerrar el circulo, queriendo tenerlo todo.

La historia se mueve una vez más con ese no está bien que Tsipras resume en su emocionante discurso de hoy.

Como hace unos cuantos miles de años, la voluntad de un pueblo resumida en el gesto de un hombre se levanta para hacer frente a unos bárbaros que en este caso llegan desde el Oeste.

Por lo menos ten el coraje de reconocerlo.

Reconoce que hay dos europas: la de los hombres y la de los miserables.

¿A cual perteneces tú?


Victimas de primera y de segunda

Francamente, no encuentro sorprendente la diferencia de comportamiento en la fiscalía que pasó por alto en su momento los insultos y descalificaciones a Pilar Manjón cuyo hijo murió en el atentado islamista de Madrid mientras que, ahora, pretende procesar al concejal Guillermo Zapata por hacerse eco de unos chistes execrables.

Una de las cosas que hacen despreciable a la política del régimen constitucional del 78 es el modo tan depravado con el que han sido utilizadas las victimas del terrorismo como parte del juego político.

Al final, a la pereza intelectual que ha caracterizado a nuestro debate político le han venido bien el grupo de víctimas habitual para poner sobre la mesa, generar en los interlocutores el escándalo conveniente y así evitar incómodas posiciones en la discusión de determinados matices que la perspectiva del tiempo ha venido añadiendo a un tema que siempre se ha gestionado tanto desde el PSOE como del PP con el bigotito de Franco.

Y no tanto por las victimas en sí, que merecen todo el respeto, sino por la aparición con el paso del tiempo de otras victimas, diferentes y discrepantes, que en absoluto han sido tratadas de la misma manera.

Esas victimas han ido mostrando que el cuidado que algunos sentían por ellas nunca fue por su condición de victimas, sino por su carácter de victimas en defensa de una propia causa. En definitiva, por el carácter de ser SUS víctimas.

Un ejemplo incuestionable es el de esa mujer valientes y honesta llamada Pilar Manjón, pero también pienso en otros ejemplos: los desaparecidos de la Guerra Civil, los familiares de los niños robados durante el franquismo o los defenestrados por las políticas de austeridad desde las ventanas de sus casas a punto de ser embargadas.

Todos ellos victimas de segunda categoría.

Victimas que al final siguen siendo parte de esas hordas rojas que Franco contuvo en su cruzada, mientras que  todos esos policias y guardias civiles muertos por ETA son victimas de primera categoría, victimas que gozan de tanta predilección en la memoria sentimental de nuestra derecha no tanto por caer defendiendo un orden constitucional sino por caer en primera línea, luchando en la cruzada contra una nueva acometida de las hordas rojas.

Sólo así puede entenderse el contraste entre el fervor que nuestra derecha siente por los asesinados por ETA frente al que siente por cualquier otra clase de caídos.

Unos son sus muertos mientras que los otros desgraciadamente no lo son y sólo merecen la pena de boquita pequeña, una pena alejada de la sublime épica de esos petalos rosas que se lanzaban sobre el paso de la Guardia Civil en los primeros días de las Fuerzas Armadas.

Ahora ya no lo hacen.

Se han cortado.

Se notaría mucho la ausencia de esa respetuosa nieva roja sobre el paso de otros caídos.

Pero siguen sin poder evitar su predilección, llegando incluso a olvidar en una sesión del Congreso en homenaje a las victimas precisamente a las victimas del atentado islamista de Madrid, causado precisamente por los que ellos mismos consideran el presente enemigo.

Pero nuestra derecha es retrógrada hasta en éso.

Sólo así puede entenderse este video:



No se trata de chistes, entrecomillados o no.

El rechazo expresado de alguien que discrepa y ante cuya persona hay alguna cosa más importante que su condición de víctima a la hora de juzgarla.

Lo que piensa Manjón es decisivo a la hora de valorarla porque precisamente no piensa como ellos.

Pero lo peor no son los comentarios que ella lee, porque siempre hay idiotas y desalmados. Lo peor es la reacción institucional.

El silencio de una fiscalía que ahora, con los chistes de Zapata, se muestra preocupada por las victimas del Holocausto, victimas de otro tiempo, victimas siempre convenientes para ejecutar el crimen social de la hipocresía cuando se ventilan temas tan importantes.

Como consecuencia de todo esto, pensar que hay algo podrido, algo que hay que limpiar es inevitable.

Sólo la simple constación de esta miserable injusticia debiera llevarnos también a pensar en la necesidad de una refundación, en dejar paso a las nuevas generaciones que nada saben de hordas azules y rojas para liberar de una vez a este pobre país de las sombras de su pasado. Un pasado de cuya alargada sombra forma parte la Constitución de 1978.

“El totalitarismo nazi y soviético no fueron aberraciones nacidas de personajes nacionales o historias políticas peculiarmente disfuncionales; más bien, eran fenómenos que fueron posibles gracias a una concreta constelación de acontecimientos y tendencias dentro de la historia y la cultura europea moderna. El principal y primero de todos ellos fue el imperialismo de finales del siglo XIX, con su enfoque en la expansión por la expansión y la acumulación ilimitada de riqueza. Esta ilimitada búsqueda de la riqueza y el imperio socavó la estructura autolimitada del estado-nación y prefiguró la totalitaria persecución de la conquista mundial. Además, representaba, a ojos de Arendt, el triunfo del burgués (que deseaba la riqueza y el poder a cualquier precio) sobre el ciudadano (que estaba preocupado por la esfera pública y la preservación de los derechos y las libertades). La disolución de las fronteras estables del mundo público con el fin de ir más allá en la persecución de la ganancia, permitió al imperialismo preparar el escenario para movimientos políticos que ya no estaban interesados en ese mundo auto-limitado y estable de lo público sino en la conquista y la autoafirmación de una identidad nacional (étnica o racial).”

domingo, junio 21, 2015

Jurassic World

La secuela siempre fue el camino más corto para conseguir el éxito en una industria de alta capitalización como el cine donde el retorno de la ganancia es esencial.

En un principio, la estrategia para producir la secuela se redujo al tema, a la repetición de los mismos personajes sometidos a una prolongación de la trama o a los mismos personajes sometidos a una misma situación, pero la tecnología empieza a permitir a la industria una nueva y prometedora variante: hacerlo mejor desde el punto de vista técnico y visual.

En este contexto hay que entender "Jurassic World".

Veinte años después la técnica ha avanzado una barbaridad y es posible hacer mejores y más realistas efectos especiales que enriquezcan un producto que precisamente basó su atractivo en el grado de avance de lo digital

Y si algo se esfuerza en mostrar "Jurassic World" es precisamente éso.

Todo lo demás se mantiene constante.

Porque "Jurassic World" reproduce al pie de la letra ese aroma a película robotizada tan de los noventas, de espectáculo tan confiadamente amparado en el poder encantador de los efectos digitales sobre la mirada del espectador que se podía permitir e lujo de olvidar todo lo demás. especialmente de la historia.

Y si bien es cierto que esa estrategia funcionó durante un tiempo, no es menos verdadero que esa ciega confianza en el poder de lo técnico ha terminado perjudicando a los productos cinematográficos, reduciéndolos a la condición de muy caros y tecnológicos espectáculos de feria.

En este sentido, "Jurassic World" tiene un punto viejuno que no me gusta nada.

Todo resulta demasiado manido y sumario, evidente y mil veces visto.

Después de haber visto blockbusters como "Mad Max" o "Tomorrowland", que buscan dar más de lo mismo pero de una manera diferente, recurriendo a lo estratégico de la historia y no a lo táctico de lo técnico, detecto una diferencia en contra de "Jurassic World".

Detecto el futuro en aquellas y el pasado en ésta.

Me disgusta la pereza que trasluce su argumento, la enésima revisión del ya demasiado visto infantilismo spilberiano basado en los buenos y nobles sentimientos que nacen dentro de esa picadora de carne llamada "familia". Basado también en el juego de roles antediluviano que asignan al hombre y a la mujer los mismos papeles dentro de la historia; ella plantea los problemas y el los resuelve (y sin embargo termina queriéndola)... y unas cuantas cosas más de esta índole empezando por el malvado sin escrúpulos y terminando por el irresponsable potentado.

Todo visto un millón de veces... y lo que es peor contado un millón de veces sin el cariño necesario, convertido en el mero soporte estructural de un vehículo narrativo hecho para otra cosa distinta a la de contar una historia: epatar a golpes de imágenes que ni siquiera son poderosas, que sólo sorprenden una vez porque no hay ninguna energía interna que las justifique.

Por esto mismo, dentro de un par de años, podríamos volver a ver sin ningún problema una nueva copia de "Jurassic World".

Quizá los dinosaurios puedan moverse por entre las butacas.

Lo respeto pero no es mi clase de cine.

Viejuna.

sábado, junio 20, 2015

Los comulgantes

Es muy interesante que una religión como la cristiana haya generado un concepto, el silencio de Dios, para procesar los propios e internos sentimientos de duda de los suyos, de sus creyentes acerca de la propia creencia en ese Dios.

No sé si en el resto de religiones existe un concepto parecido, religiones que abren una válvula de escape a la no creencia en el Dios que soporta esa misma religión.

En cualquier caso, y sobre el silencio de Dios, Ingmar Bergman filma en 1963 "Los Comulgantes", una de sus mejores películas.

El protagonista de "Los Comulgantes" es un pastor protestante llamado Tomas Erickson, magnificamente interpretado por un sobrio Gunnar Björnstrand, uno de los actores clásicos de Bergman.

Como consecuencia de la muerte de su mujer, Erickson ha perdido la fe. No hace otra cosa que escuchar constantemente ese silencio de Dios que, a su vez, no es otra cosa que el sonido de una nada, de un vacío que antes ocupaba ese concepto.

Pero lo peor de "Los Comulgantes" no es que Erickson sea un religioso que ha dejado de creer en Dios, lo más terrible es el efecto distorsionante que esa falta de fe tiene sobre los personajes que le rodean, sobre eso que se define con la palabra "rebaño".

Este efecto destructivo se expresa de manera brutal en la relación que tiene Erickson con el pescador Jonas Person, interpretado por Max von Sydow.

Erickson será incapaz de proporcionar a Person el consuelo que este busca en él a sus dudas. Y mucho más, no mostrará la menor compasión con él, perdido egoístamente en su dolor, aprovechando su debilidad para mostrarle las suyas.

En este sentido, el empeño de Erickson por continuar le muestra al espectador como un ser terrible en su inmenso egoísmo que termina proyectando hacia el exterior el vacío interior que él mismo siente. Un vacío que Bergman expresa de manera metafórica en las ceremonias en templos vacíos que Erickson preside casi mecanicamente.

Porque "Los Comulgantes" es una película cíclica.

Empieza con una misa que Erickson da en una iglesia medio vacía y termina con otra misa en una iglesia completamente vacía, casi a oscuras en la que Erickson completa una vuelta en su espiral de autodestrucción espiritual, en la que se transparente lo poco que le queda a Erickson para aferrarse.

"Los Comulgantes" es una película extraordinaria.

martes, junio 16, 2015

Nosotros, ellos y el humor

Es un tema muy interesante el del humor y también el de los que se ofenden con ese humor.

Y en este aspecto no hay valores absolutos, si acaso son los poderosos los que nos dicen a todos qué es lo que es gracioso y qué es lo que no lo es, que se convierte en una intolerable ofensa.

Y digo esto porque no hace demasiado tiempo todos eramos Charlie Ebdo.

Y no entiendo cómo aquellos mismos que consideraban como un alarde libertad e inteligencia chistes en los que, por ejemplo, aparecía un musulmán intentando protegerse con un Corán de las balas que otro musulmán le dispara (todo ello con motivo de las matanzas en El Cairo) reaccionan agresivamente cuando los muertos sobre los que se hace la gracieta son los nuestros.

¿Dónde está la diferencia?

¿Qué es eso que convierte a uno en un acto de libertad y a otro en un acto vil y reprobable?

Pues la diferencia precisamente está en la distancia que separa al nosotros del ellos.

Sobre ellos, los que no son como nosotros, que no comparten nuestros valores y que viven en las salvajes sombras del error, todo vale, mientras que sobre nosotros, sobre nuestro destino, las bromas tienen que ser las justas.

No hay nada más serio que el nosotros, todo aquello en lo que creemos.

Y lo terrible no es que suceda esto porque es humano, demasiado humano parafraseando a Nieztsche, sino que esa diferencia a nosotros, ciudadanos pretendidamente miembros de una sociedad abierta, no nos haga pensar.

En 1927, Sigmund Freud escribió un pequeño libro dedicado al humor. En él, describe precisamente el origen del humor en la negación de la realidad y del dolor que nos causa. En este sentido, el humor supone el triunfo del principio del placer sobre el principio de realidad.
.
El objetivo del humor es negar lo dramático de la realidad elaborando una realidad paralela que tiene un grado de intensidad mínimo, que no supone una desconexión de la misma sino su cuestionamiento,

Reconocer la realidad no es gracioso y aceptarla mucho menos.

Lo gracioso es desafiar sus dictados utilizando la inteligencia para dar la vuelta a las cosas, generando una realidad paralela. Una realidad que por contraste genera el efecto humorístico.

No entraré en más detalles.

Lo que me interesa es nuestra incapacidad para hacer humor sobre lo nuestro, sobre nuestros muertos y no es casualidad que el poder lo fomente, porque no necesita atrapados en el pasado, esclavizados por los dictados y las lecturas de legitimación en torno a nuestros muertos.

Toda la energía emocional que sostienen las ideas y las palabras que legitiman a un régimen parten precisamente de esos muertos con los que jamás podemos establecer otro tipo de relación que no sea la triste y dependiente deuda.

Y de eso se beneficia el poder.

Por eso le preocupan los muertos institucionalizados, las victimas del holocausto o las victimas del terrorismo, pero en absoluto le interesan otras victimas: las de la pobreza, el paro o los desahucios. Contra ellos valen las bromas y la más frecuente de todas es minusvalorarlos.

Hay muertos que legitiman, que siempre están ahí para poner encima de la mesa y zanjar cualquier discusión, cualquier matiz, recurriendo a la irracionalidad de la indignación y el escándalo.

Otra cosa son los muertos de los otros.

Precisamente deben ser tratados de manera opuesta.

Respetarlos significa tener en consideración su causa, hacerla propia, introducir la posibilidad del error de este lado de la trinchera.

Por eso todos pudimos ser Charlie Ebdo aunque la revista haga chistes de personas que mueren buscando un imposible refugio en un libro del Corán.

No hay ningún refugio para ellos,,, ni siquiera los protege el Corán que se presenta para ellos como su último refugio.

Basta la verdad fulminante de nuestras palabras para destruirlos.

Por eso, en aquel momento, no distinguimos entre la barbarie del asesinato de los humoristas de la barbarie que significaba su humor.

Lo metimos todo en el mismo paquete.

No se trataba de nosotros, los formales.


domingo, junio 14, 2015

“Polanyi no cuestionó tanto la legitimidad o justicia del liberalismo económico cuanto su posibilidad misma. Desde su punto de vista, el ideal de mercado autoregulado generalizado es un proyecto utópico y autodestructivo, materialmente incompatible con ninguna de las variedades de la vida social de los seres humanos. El mercado libre nunca ha existido ni puede existir. El desarrollo de una mercantilización generalizada siempre ha requerido de agresivas intervenciones del estado que palíen sus fallos generalizados y quiebren la renuencia de la gente a dejarse arrastrar por el huracán económico.
La especulación financiera, la crisis medioambiental, la precarización, la desigualdad extrema… el capitalismo contemporáneo parece una pesadilla polanyiana.”

Stranger than paradise

El punto de partida de "Stranger than paradise", la segunda película del verdaderamente independiente Jim Jarmusch, es un cortometraje que narraba la llegada a los Estados Unidos de una emigrante húngara que debe parar unos días en Nueva York antes de viajar a Claveland con su tía.

Se titulaba "The New World" y, más o menos, ocupa la primera parte de "Stranger than paradise", justo hasta la marcha a Cleveland.

Jarmusch tenía más ideas, pero le faltaban medios y gracias a la ayuda de Wim Wenders entre otros consiguió rodar esta brillante fantasía beatnik que rebosa de un sentido del humor que linda en algunos momentos con el absurdo como esa visita a ese lago Erie oculto bajo la bruma.

Rodado en un espectacular blanco y negro, "Stranger than paradise" es una crónica beatnik de una generación con vocación de perdida, de marginal. En ella, abunda una inconsciente levedad, un culto al instante que directamente está emparentado con el sentido del humor que destila la historia, un humor fresco, sin complejos, que directamente tiene que ver con el modo en que los personajes se mueven y viven.

La vida ordenada y burguesa, el peso de las cargas y las obligaciones quedan a un lado.

Sólo prima ese desplazarse por la sociedad, descripción que Jack Kerouac aplica a su Sal Paradise/Neal Cassidy la primera vez que le ve.

Nada parece atar a unos personajes que protagonizan una dinámica de completa libertad y que resume como metáfora ese maravilloso final con uno de los personajes camino de Budapest.

¿Por qué no?

Y entre líneas uno puede leer la esencia de ese mensaje beatnik con el que aquella generación cuestionaba la verdad revelada de las sociedades opulentas basadas en la abundancia y el consumo. Una ética del movimiento y de la acción que precisamente impedía aquello que ataba: la excesiva posesión de cosas, pero también de una historia personal, de una vida concebida como escenario para la acumulación de objetos.

En este sentido, los personajes de "Stranger than paradie" no parecen reparar en su indigencia mientras se plantean que harán mañana porque ya les aburre el hoy.

Absolutamente contracultural.

Algo más que una película.




"La principal fuerza desestabilizadora tiene que ver con el hecho de que la tasa de rendimiento del capital en el sector privado, r, puede ser significativamente más alta durante largos períodos de tiempo que la tasa de crecimiento del ingreso y de producción, g.
La desigualdad r> g  implica que la riqueza acumulada en el pasado crece más rápidamente que la producción y los salarios. Esta desigualdad expresa una fundamental contradicción lógica. El empresario tiende inevitablemente a convertirse en una rentista cada vez más dominante sobre los que no poseen más que su fuerza de trabajo. Una vez constituido, el capital se reproduce más rápido que la producción aumenta. El pasado devora el futuro ".

Muy lejos de lo sublime estamos...

"El dominio de las pasiones en nombre de principios, es sublime."

Chistes e intoxicación

El tema de los twits de Guillermo Zapata, nuevo concejal del nuevo equipo de gobierno municipal del gobierno de Madrid, es otro ejemplo de lo importante que es la descontextualización en la guerra sucia en que hoy en día se ha convertido esa esfera de comunicación interesada que antes se decía que ocupaba la información.

¿Y por qué descontextualización?

Porque los mencionados twits forman parte de un contexto, de una conversación en la que se debatían los limites del humor.

Y dentro de ese contexto los chistes van entrecomillados y se presentan como ejemplos precisamente de esos límites del buen sentido que a veces se franquean, pero nada de eso ha importado.

Olvidando los entrecomillados, se han considerado como expresiones propias de Guillermo Zapata y cumplir han cumplido su función, la de ofrecer el clavo ardiendo de un discurso al que los voceros del sistema pueden agarrarse (con gusto además) para enturbiar el maravilloso día de hoy. Un día de alegría en el que las fuerzas populares han ocupado las alcaldías de las más importantes ciudades del país, aspecto que por sí solo muestra a quien quiera verlo quién ha sido el verdadero ganador de las pasada elecciones municipales.

Pero nada de eso ha importado.

Ni siquiera ha importado que Irene Villa, una de las mencionadas en alguno de esos chistes entrecomillados, participase en esa reunión.

Ha brillado por su ausencia la voluntad de informar, sólo ha destacado la necesidad de ofrecer un hueso que roer a aquellos que que quieran roer ese maldito hueso.

Y abundando en este sentido es increíble la interesada falta de rigor en un debate público que si algo demuestra es ese carácter tan fundamentalista y nada democrático de estar ansioso por ofenderse y escandalizarse.

Porque hay personajes que en medios ya se comportan como telepredicadores de su propia desinformación, voceros que claramente definen el bien y el mal según les va en la feria. Personajes siniestros que son verdaderos soldados mercenarios al servicio de la desinformación mientras que, a boca llena, proclaman estar del lado de la verdad,

La guerra sucia continúa.

La nueva izquierda no podía disfrutar tranquilamente de su nuevo éxito sin que el viejo sistema intentase aguarlo mostrando al mismo tiempo su podredumbre, porque al final lo que va a quedar de estas municipales son los nombres y los rostros de las principales ciudades de España, unos nombres y unos rostros que no son los suyos ni los de sus amos y esto hay que evitarlo.

Igual que aquella frase que el futbolista Juanito pronunció sobre lo que suponía jugar en el Bernabeu para los equipos visitantes en las noches europeas, una frase que señalaba lo largos que los noventa minutos que dura un partido podían llegar, lo que traslucen estas noticias claramente malintencionadas e intoxicatorias es lo largos que también pueden llegar a hacerse los cuatro meses que quedan hasta las generales de Noviembre en esta España de ave y pandereta.

Si consideramos la investidura de los nuevos alcaldes como el pitido con el que se da inicio el partido, la primera entrada a la altura de la rodilla ha sido hoy, nada más empezar, contra Guillermo Zapata que como horda roja que es no tiene el menor respeto por los valores de civilización y humanidad que defiende nuestra sociedad,

De ahora en adelante, cualquier cosa les va a valer, sea verdad o mentira y a estas alturas, con el grado de abyección en el que estamos, unas comillas no significan nada,

Y la batalla se va a dar en ti, en tu cabeza, en tu criterio.

Porque la verdad o la mentira han dejado de contar.

Ellos saben que lo que verdaderamente importante es lo que la gente quiere creer, de lo que se trata es de proporcionar argumentos para los que quieren creer sigan creyendo.

Más huesos que roer lanzados a diestro y siniestro.


Vomitivo.

sábado, junio 13, 2015

Celebración

No hubiera tenido el Movimiento Dogma la repercusión pública que tuvo allá, a mediados de la década de los noventas, de no haber estado implicado en sus orígenes el nombre del director Lars von Trier y el titulo de esta película: "Celebración", precisamente la primera película de este movimiento,

Su propósito de combatir la elaboración del cine más comercial con una vuelta a una suerte de enfoque artesano primigenio que encontraba su referente a esa cámara en mano de Truffaut y Godard, los maestros de la nouvelle vague no tuvo demasiado recorrido.

En un momento el que cine norteamericano con presencia industrial, bien desde el marco independiente, bien desde el marco de lo estrictamente mainstream, colonizaba las pantallas europeas, la propuesta dogma suponía una especie de bunkerización de la sensibilidad europea cinematográfica basada en una radicalización de esa sensibilidad que buscaba un acabado crudo, diametralmente opuesto al elaborado acabado de los productos industriales, en el que los polos de atracción debieran ser la sensación realista basada en lo documental y el poder de las historias que se cuentan,

En este sentido, no estoy seguro de qué fue primero: si el movimiento Dogma o "Celebración", su primera película.

En cualquier caso, "Celebración" es una película extraordinaria que por sí sola garantiza la continuidad del movimiento Dogma en el tiempo, si quiera como recuerdo.

Lo que nos muestra "Celebración" es el cuestionamiento de la figura patriarcal por parte de uno de los hijos, precisamente en el momento de mayor esplendor de aquel: en una reunión familiar con motivo de su sesenta cumpleaños en el que toda la familia se reúne a rendir pleitesía al monarca absoluto.

En pleno banqueta, y con la mayor naturalidad del mundo, Christian acusará a Helge de haber abusado sexualmente de él y de una hermana muerta a lo largo de toda su infancia.

Esta escena brutal desde su naturalidad y transparencia supone un punto de ruptura narrativo.

Si hasta entonces "Celebración" había transcurrido por un cauce tranquilo de descripción de un variado entorno de personajes, historias y situaciones, desde la confesión de Christian la película caerá en una vertiginosa cuesta abajo en el que hasta la violencia tendrá lugar.

En este proceso, Christian encontrará un aliado en los empleados de la casa, que harán todo lo posible en desenmascarar el patriarca, aspecto que hace que la política tenga un interesante eje político en el que el esfuerzo por la verdad se sitúa abajo, con los empleados, y el esfuerzo por negarla o enmascararla se sitúa arriba, con los miembros de la familia.

Son memorables lo momentos en que todos los familiares intentan hacer como si Christian no hubiera dicho nada, momentos que terminan en violencia cuando Christian persiste y rechaza entender el mensaje de callar e ignorar.

"Celebración" es una película admirable, rica, inteligente y lo que es más importante, no escrita por un padre sino por un hijo, por un oprimido por un orden injusto.

Y es este para mi gusto su mayor atractivo.

Al final siempre priva el punto de vista de los padres y a los padres, no se por qué, se les termina perdonando todo,,, aunque sea con el silencio y el olvido.

Sobre el oprimido siempre cae la responsabilidad de entender, de perdonar, de hacer como su nada hubiera sucedido.

También hay política en los entornos familiares.

Brillante.

domingo, junio 07, 2015

El viento

Dirigida en 1928 por el sueco Victor Sjöström, "El viento" es una de las grandes películas del último cine mudo.

Se trata de un melodrama en el que su protagonista Letty, interpretada por Lillian Gish, pasará de la civilizada y tranquila Virgina a las duras condiciones de vida en el estado de Texas.

Esta dureza del territorio estará encarnada y resumida por el viento que constantemente azota el territorio donde los rancheros se han asentado e intentan salir adelante.

Asimismo, Letty se convertirá en el vértice de un triangulo amoroso que protagonizarán el ranchero Lige y el comerciante Roddy, ambos representarán a su vez y respectivamente el definitivo anclaje en ese territorio inhóspito y una posibilidad de escape.

Ambas exigirán un precio elevado de pagar para la protagonista quién a lo largo de toda la historia se ve sometida a una constante presión que el viento simboliza con su constante presencia: presión por adaptarse a una nueva y difícil vida, presión para elegir entre el hombre que la obligará a permanecer en el territorio o el hombre que la ofrece escapar.

Lillian Gish ofrece una magnífica interpretación de Letty, mostrando en su estar los efectos desgarradores de esa inclemente presión que las nuevas circunstancias de su vida le deparan; presión que conducirá inevitablemente al desgarramiento dramático de un final en que la muerte estará presente.

Un final impuesto a Sjöström que por otra parte resulta demasiado apresurado y acomodaticio, y que en absoluto se corresponde con la escalada dramática que el director propone a lo largo de toda la película y que en absoluto parece dejar lugar a la posibilidad del final feliz que efectivamente se produce.

En cualquier caso, y pese a su decepcionante final feliz, "El viento" es un extraordinario espectáculo visual que recuerda al espectador que el cine nunca ha necesitado hablar para ser poderoso y elocuente.

Los planos de la arena impulsada por el viento como metáfora de las ineludibles exigencias de la realidad que Letty debe afrontar en su nueva vida definen un contexto duro e inapelable que poco a poco van haciendo mella, erosionando, su carácter.

Brillante.

sábado, junio 06, 2015

Reproche a la normalidad

Una de las grandes lecciones que el holocausto nazi nos ofrece fue puesta en valor por Hannah Arendt mediante su idea de la banalidad del mal.

Arendt procesa este concepto durante su seguimiento del juicio que el estado de Israel hizo a Adolf Eichmann uno de los más importantes ejecutores de la solución final contra los judíos.

Para Arendt lo peor y, al mismo tiempo, lo más interesante de Eichmann es que no se trata del monstruo despiadado y brutal que las acusaciones pretenden hacer ver.

Muy al contrario, Eichmann se muestra como una persona normal, que simplemente se ha limitado a seguir al pie de la letra unas ordenes sin cuestionarlas. Eichmann obedece sin pensar e incluso considera que merece ser aplaudido y premiado por haber cumplido esas ordenes con eficiencia.

A partir de esa posición, Arendt construye su libro "Eichmann en Jerusalen" y en él ofrece una visión heterodoxa y critica de la normalidad.

En su opinión, la barbarie de los campos de exterminio fue llevada a cabo no solo por monstruos infames y sádicos sino también por probos ciudadanos que creían, como Eichmann, estar cumpliendo con su deber. Unos ciudadanos que, desde la normalidad, habían suspendido su capacidad moral de pensar y de juzgar las ordenes que recibían.

Sin embargo, tanto en el juicio de Nüremberg como en el de Jerusalen, prima la visión del criminal como un monstruo sádico e irracional y contra esta visión precisamente construye Eichmann su defensa, considerándose inocente y eximido de culpa por el simple hecho de sumarse con obediencia máxima a la mecánica legal y eficiente de un estado y de un régimen.

La derrota del nazismo hubiera sido una buena ocasión para poner en valor el cuestionamiento del poder del estado por parte de sus ciudadanos, destacando los actos de resistencia contra el nazismo, dando relevancia a la persona como ciudadano propietario del derecho inalienable a la resistencia pasiva o activa cuando un gobierno se pasa de la raya.

Pero en el cierre del nazismo como evento social y humano prima precisamente su consideración como algo que no es precisamente humano y en este cierre priman los intereses del poder que también eran los países miembros de la victoriosa coalición aliada.

Porque, y por encima del conflicto que se resuelve en el conflicto bélico, es mucho más importante la salvaguarda de unos principios de hegemonía y dominación que son de mucho más largo recorrido histórico.

Por eso no se pone en valor la resistencia y se acepta la sumisión de los alemanes a su gobierno, hiciera lo que hiciese, como una muy conveniente moraleja que impide, desde los propios estados, abrir la posibilidad a un cuestionamiento por parte de los ciudadanos.

Por eso, y a la luz de la historia, tienen más peso en esta lucha los ejércitos de los estados que las fuerzas populares de resistencia que surgieron por todos los lugares de la Europa ocupada.

Hannah Arendt, en línea con la visión pesimista que los pensadores de la Escuela de Frankfurt tenían de las sociedades democráticas, fue capaz de ver en esa banalidad del mal como una de las consecuencias del comportamiento desviado de un estado, de un poder. Un comportamiento desviado que convierte a sus ciudadanos obedientes y normales en monstruos al servicio de ese monstruoso poder.

Las contradicciones que generan las luchas por la protección de derechos, los descontentos que no debieran tener motivos para estarlo en nuestras sociedades abiertas, pudieran haber tenido su legitimación en un análisis de la victoria del nazismo que incluyera la desobediencia civil como un derecho inalienable del ciudadano. Pero, y como escribo, se prefirió justificar la obediencia de los muchos antes que poner en valor el sacrificio de unos pocos desobedientes.

Por eso los nombres de los alemanes que sacrificaron sus vidas para oponerse a lo injusto y cruel del nazismo no nos son, hoy en día, tan familiares como los nombres y apellidos de sus victimas.

La historia la escriben los vencedores y los estados que derrotaron al nazismo pusieron por encima de todo su carácter de estructuras de poder sobre la libertad de su ciudadanía prefiriendo no sentar el precedente de la desobediencia civil como arma a disposición de sus súbditos. Prefirieron también elogiar la sumisa obediencia de una mayoría frente a los desesperados actos de oposición basados en la reflexión y la conciencia.

En esta manera de abordar su victoria sobre los fascismos sentaban las bases de una nueva dominación, más inteligente y menos cruel; una dominación basada en la obediencia y la sumisión y en el concepto de normalidad, esa normalidad que tanto quiere Rajoy para su electorado, convertida en una de las Bellas Artes.

La normalidad de los que obedecen a ciegas, sin pensar, sin conciencia.

Arendt lo supo ver y también supo ver que los Estados Unidos, como punta de lanza de las democracias occidentales, derivaba hacia una suerte de despotismo asiático recubierto por el celofán de la sociedad de consumo y la democracia como táctica, abandonando lo más esencial de su alma: esa idea de República de ciudadanos libres que orientan sus decisiones en favor del bien común.

Es imposible entender la trampa de estas sociedades abiertas sin Hannah Arendt.

Es imposible entender nuestras sociedades hoy en día sin esa visión perversa y oscura de la normalidad.

¿Y cuál es el principal mal de la normalidad?

En sus "Origenes del totalitarismo" Arendt encabeza uno de sus capitulos con la frase de David Rousset, un líder de la resistencia, un hombre nada normal. Su frase dice lo siguiente: "Los hombres normales no saben que todo es posible".

La normalidad es conveniente porque los hombres normales se limitan a aceptar tranquilamente una realidad... y los mejores de ellos, como Eeichmann pensaba que era, a dar lo mejor de si mismos para mantenerla.

No saben que todo es posible, sólo conciben como posible esa normalidad que viven.

Y al final éso es lo que nos piden nuestros políticos ahora. Nos piden un poco de esa normalidad, que aceptemos sin pensar que las cosas son así y que no es posible cambiarlas.

No es nada buena la normalidad cuando hay dos millones de familias sin ingresos y algunos se lanzan por la ventana cuando están a punto de dejarles sin techo.

No es un valor en sí misma.

No lo es en absoluto.

Ciudadanos y hombres "normales" con conceptos antagónicos.


The Searchers

Es pura lógica.

Si John Ford es uno de los grandes directores de la historia del cine y "The Searchers" es un de sus mejores películas, entonces "The Searchers" es una de las mejores películas de la historia del cine.

Cada cierto tiempo "The Searchers" te llama para que vuelvas a verla y encuentres en el acotado espacio de su duración una profundidad infinita, llena de riquezas y matices.

Este es sin duda su poder y también su magia.

"The Searchers" no se acaba nunca.

Los niveles narrativos se multiplican, niveles que se ven pero también niveles que no se ven, que el espectador intuye en miradas y actitudes de los personajes que Ford parece poner esperando que alguna vez la mirada las encuentre.

Puede decirse que la precision de "The Searchers" es casi de alta definición y es así porque cada personaje tiene su historia.

Ayudado por la Vistavisión que agrandaba la anchura de la pantalla a diferencia del Cinemascope, que la alargaba, Ford construyó con caligrafía precisa el complejo y delicado entramado que constituían las escenas corales.

No eran necesarios los primeros planos y así podía mostrar la confluencia de varias líneas narrativas como aquella en la que el reverendo Clayton (Ward Bond) termina su desayuno, recordando la historia que hay detrás de lo que sucede a su espalda: la despedida de Ethan de la mujer de hermano.

También le permitió utilizar la profundidad de campo como elemento narrativo como la carrera de Debbie duna abajo mientras Ethan y Martin Pawley discuten o el maravilloso acoso que los apaches hacen a la columna de rangers.

Todos estos elementos con la complejidad que desencadenan confieren a "The Searchers" una cualidad casi documental, una poderosa sensación de realidad generada por toda esa fragmentación y complejidad que Ford presenta en cada plano, secuencia y escena de manera maestra, construyendo como un pintor de historias cada encuadre y logrando que aquello que se le muestra al espectador no se agote con el rápido golpe de una mirada.

Como la realidad, la planificación de "The Searchers" propone profundidad y complejidad a la mirada del espectador conminándola casi a volverse reflexiva, exigiéndole introducirse en la historia porque hay muchas cosas que se está perdiendo, cosas que no se dicen pero que son igual o más importantes que aquellas que efectivamente se dicen.

El esfuerzo del derrotado y perdido Edwards por lograr sentirse justificado, su empeño por recuperar a la pequeña Debbie convertido en una obsesión por encontrar un sentido a una desnortada existencia alcanzan dimensiones épicas gracias a la mirada maestra de John Ford.

Y al final, tras regresar a Debbie al hogar, Ethan volverá a enfrentarse a lo incierto, al árido paisaje del oeste, quedando todas las certezas tras la puerta de ese hogar que el resultado de su propia vida le niega.

En ese momento, Ethan resume la contradictoria gloria del hombre de la frontera, abriendo un mundo a una civilización de la que nunca podrá formar parte porque en él hay algo del salvaje que no tiene cabida en el hogar cuya puerta se abre al principio de la película y que también se cierra al final de la misma.

Un magnífico John Wayne sabe mostrar con maestría actoral el afilado brillo de ese salvaje componiendo un personaje sombrío, que se desenvuelve como pez en el agua en un entorno fronterizo y extremo cuyas esencias le envenenan, le alejan de lo que un hombre civilizado debe ser aunque paradójicamente le convierten en esencial instrumento para que los hombres civilizados, los que pueden cruzar ese umbral casi fronterizo del hogar, consigan su propósito.

En este sentido, "The Searchers" es un western precursor de la revisión del western que la generación de directores procedentes de la televisión empezaban a hacer contemporaneamente, por la misma época en que se rodó la película.

Ethan Edwards ya es un anti-héroe.

El vaquero solitario lo es porque no le queda otro remedio.

Su propia vida le mancha.

Obra maestra.

viernes, junio 05, 2015

Uzak

Definitivamente, el turco Nuri Bilge Ceylan tiene ese talento tan difícil, y muy cinematográfico,  de conseguir que las imágenes hablen por sí solas.

Dirigida en 2002, Uzak nos cuenta la historia de dos personas con origen familiar común, aunque de naturaleza opuesta que conviven durante un tiempo sin llegar ni a comprenderse ni a entenderse.

La película comienza con Yusuf abandonando su pueblo camino de Estambul. No hay trabajo para él en su pueblo y espera encontrarlo en la gran ciudad aprovechando que allí vive Mehmet, un pariente suyo.

Mehmet es fotografo y hace ya mucho tiempo que su vida nada tiene que ver con l vida de Yusuf, de extracción más humilde.

Por diferentes causas, Yusuf en el paro y Mehmet superando una reciente separación, ambos se encuentran en situaciones existenciales complicadas.

Lo que Ceylan nos muestra en Uzak es esa distancia que separa a los dos personajes, quienes no serán capaces de establecer un vinculo, un canal de comunicación que convierta esa convivencia en una relación.

Y o mejor que tiene Uzak es el modo silencioso en que Ceylan nos muestra esa incomunicación. Apenas hay diálogos a lo largo de la duración de la película en donde prima el silencio entre las personas, por encima del bullicio de la ciudad que Ceylan encuadra con su habitual talento para construir imágenes precisas y hermosas.

Al final la distancia que separa a ambos personajes se termina imponiendo una distancia que quizá Mehmet empieza a valorar sentado al borde del Bósforo, contemplado el lado asiático del que vino Yusuf, en la secuencia final con que Ceylan remata esta maravillosa Uzak.

Extraordinaria.


jueves, junio 04, 2015

“La crisis cubana se resolvió por un acuerdo secreto entre Kruschev y John F. Kennedy que obligaba a los Estados Unidos a desmantelar sus bases de misiles en Turquía e Italia. Aunque Washington planeaba reemplazar éstos misiles con submarinos Polaris en un futuro próximo, la retirada de los misiles supuso un revés para la OTAN. Al mismo tiempo, y después de una reunión con la ministra de Relaciones Exteriores de Israel, Golda Meir, Kennedy comenzó a preparar un despliegue de misiles avanzados Hawk (tierra-aire) en Israel, poniendo así fin a una política de equidistancia entre los dos lados del conflicto árabe- israelí. Los misiles fueron desplegados en 1965, dando a Israel una decisiva ventaja defensiva sobre sus vecinos árabes.”

Omar

Es una película muy inteligente esta "Omar" dirigida por el palestino Hany Abu-Assad.

Huyendo del cine ideológico y directamente panfletario. "Omar" nos presenta una visión crítica y desesperanzada de la palestina ocupada por Israel, viviendo casi un estado de "aprtheid" pero lo hace desde lo micro, desde una vida cotidiana entendida desde la mas elemental imposibilidad.

Y es el personaje cuyo nombre llama a la película quién experimenta esa imposibilidad y la manifiesta a quien quiera escucharla y verla porque si algo cuenta "Omar" es la imposibilidad de una vida normal dentro de un entorno eminentemente abyecto que lleva a quienes lo viven a la destrucción y al enfrentamiento.

Lo que podemos ver en "Omar" es el progresivo proceso de destrucción de una amistad entre jóvenes y de un amor entre dos adolescentes como consecuencia de la existencia omnipresente de la ocupación israelí,

En este sentido, el estado de Israel materializado en el actor Waleed Zuaiter que interpreta a un agente del Shin Bet, el servicio de inteligencia para el interior de Israel, se convierte en una presencia siniestra que a fuerza de explotar lo peor de todos con su constante presión para generar traición terminará haciendo imposible la situación inicial que define a los personajes como amigos y amantes, creando un ambiente enrarecido en el que nadie puede confiar en nadie.

Omar, que es el héroe, precisamente lo es por tenerlo claro al principio de la película y mucho más claro al final cuando comprende todo lo que le ha costado la inicial decisión de presentar batalla a la ocupación israelí.

Y ese todo, es precisamente todo, haciendo aún más loca y desesperada su oposición a Israel; aspecto que queda claramente reflejado en un final en el que el espectador tiende a no apostar demasiado a favor del futuro de Omar.

Así, Omar muestra con inteligencia y acierto una radiografía del espíritu palestino, definiendo muy bien el lugar que Israel ocupa no sólo como fuente de violencia sino también como fuente de abyección, porque en realidad no se puede dominar un pueblo sin destruirlo.

La tragedia de Omar es la tragedia de toda Palestina.

Brillante.



Pitidos

Rozando ya la cincuentena y sin saber que pitar a algo o a alguien no es manifestar de manera pública una desaprobación, justo lo contrario de aplaudir, sino que directamente es un acto de violencia.

Imagino entonces que aplaudir a los que pitan también debe ser un acto de violencia hacia aquello o aquello que son pitados.

Y lo que no puedo imaginar es el modo en que se calificaría un acto violento real si los pitidos, algo pacífico, es considerado un acto de violencia.

Supongo que podría hablarse de violencia de baja intensidad para los actos no violentos y violencia de alta intensidad para los actos verdaderamente violentos.

Alguna mierda conceptual de este tipo seguro que arbitrarán para seguir adelante con la tontería.

Imagino también que la legislación deportiva deberá cambiar y se podrán cerrar recintos deportivos cuando la afición pite al visitante y al local o se podrán desalojar recintos culturales cuando el público patee la nueva propuesta de música conceptual o la nueva propuesta de teatro experimental.

En cualquier caso es verdaderamente preocupante la interesada confusión del acto de violencia con la expresión pública de desaprobación.

Entiendo que en una sociedad abierta son concebibles las expresiones privadas y públicas de desaprobación y de toda la vida acciones como pitar o abuchear no son otra cosa que expresiones públicas de desaprobación, un mero y simple acto social de comunicación en el que A le dice a B que hay cosas en él que no comparte.

Pero el nacionalismo español sigue con el bigote de Franco puesto para criminalizar a todos los que le desaprueban y en esta actitud le asoma por debajo del uniforme de español los blancos faldones de serlo por la gracia de Dios, aspecto que hace aún más condenable la desaprobación puesto que se trata de infieles, de hordas rojas que deben ser tratadas sin la menor consideración.

Y la violencia, aunque no se manifieste de manera real, a los malos, a los que están apartados de la gracia y la luz de Dios, siempre se les presume.

Y es que para algunas cosas el régimen del 78 sigue con el bigote de Franco puesto.

Porque no hay libertad de expresión que valga para los temas que tienen que ver con la buena religión o la fe.... O estas conmigo, o contra mi. No hay un punto intermedio.

En España, como hace 50 años, la idea de España sigue siendo sagrada y como los fanáticos fundamentalistas del SIL nada que no sea la adhesión inquebrantable es aceptable cuando se trata de la religión verdadera... o del país verdadero por la gracia de Dios.

Franquismo sociológico puro y duro.

El Caudillo cabalgando como el Cid después de muerto.