RETORNO A BRIDESHEAD
Da la impresión de que el texto del novelista británico Evelyn Waugh es tan bueno que es imposible estropearlo.
Y desde luego "Retorno a Brideshead" es una magnífica novela, una de las que más frecuentemente suelen salir a colación cuando tengo que responder a la pregunta sobre mis libros favoritos, pero, y aunque se tenga la tremenda desgracia de no haberla leído, uno podría hacer la misma afirmación teniendo únicamente en cuenta la calidad de sus adaptaciones audiovisuales.
Si la serie para televisión es sencillamente un incuestionable clásico, esta adaptación cinematográfica llevada a cabo por el -para mi- desconocido Julian Jarrold es una película más que estimable.
La historia de Retorno a Brideshead es el relato de la fascinación que el joven artista Charles Ryder siente, en general, por la acaudalada familia Marchmain. Ryder se siente atraído por su hermosa mansión, Brideshead, por Sebastian, el hijo pequeño y por Julia, la hermana de Sebastian.
Esa fascinación llevará a Ryder a entrar en contacto con la realidad desgraciada de la familia, una realidad que terminará por afectarle en su intento por aportar un poco de luz a una situación que el propio Ryder terminará descubriendo que es irresoluble.
Y precisamente, lo mejor que tiene esta adaptación cinematográfica es dar el peso que siempre he creído le corresponde al personaje de Lady Marchmain, la madre de Julia y Sebastian, una mujer acaparadora y calculadora que, en realidad, ha destrozado la vida de todos los que le rodean.
Solo Ryder, por salvar a Sebastian y a Julia, se atraverá a enfrentarse a la voluntad de esta mujer cuya obsesiva religiosidad en realidad oculta un complejo mundo de obsesiones y paranoias que sistemáticamente ha proyectado sobre su marido e hijos. Como magníficamente la interpela Ryder, lo que realmente hace ese Dios tras cuya mano todepoderosa Lady Marchmain se oculta es cumplir la voluntad de la mujer.
Incapaces de huir de ella, como ha hecho Lord Marchmain escapando a Venecia, Sebastian y Julia quedan atrapados en una tela de araña de exigencias y sentimientos de culpas con la coartada de la religión como fondo.
El ateo Ryder aportando amor y amistad a ambos hermanos no tendrá nada que hacer, no pudiendo salvarles ni tampoco, y a la postre, salvarse él cuya vida también quedará severamente afectada habiendo empleado los mejores años en intentar disfrutar de la amistad y el amor de Sebastian y Julia Marchmain.
Retorno a Brideshead es un amable y bien educado drama melancólico sobre la imposibilidad de la felicidad para aquellos, como los hermanos Marchmain, han sido educados en la disciplinada oscuridad de las convenciones sociales y el sentimiento de culpa. Pero lo peor de todo es que la levedad y fugacidad de la felicidad y el deseo, cifradas en las propias dudas y limitaciones emocionales de Ryder, tampoco servirán de mucho asidero a ambos hermanos en su esfuerzo por escapar de esa oscuridad en busca de esa dorada felicidad.
Y ante la impotencia de Ryder ambos hermanos terminarán perdidos en la autodestrucción y la religión generando ese sentimiento de culpabilidad final desde el que un maduro y solitario Ryder recuerda los mejores años de su vida en su último retorno a Brideshead por azares del destino y como consecuencia de la segunda guerra mundial.
Una historia bien contada que siempre consigue entristecer y emocionar.
Da la impresión de que el texto del novelista británico Evelyn Waugh es tan bueno que es imposible estropearlo.
Y desde luego "Retorno a Brideshead" es una magnífica novela, una de las que más frecuentemente suelen salir a colación cuando tengo que responder a la pregunta sobre mis libros favoritos, pero, y aunque se tenga la tremenda desgracia de no haberla leído, uno podría hacer la misma afirmación teniendo únicamente en cuenta la calidad de sus adaptaciones audiovisuales.
Si la serie para televisión es sencillamente un incuestionable clásico, esta adaptación cinematográfica llevada a cabo por el -para mi- desconocido Julian Jarrold es una película más que estimable.
La historia de Retorno a Brideshead es el relato de la fascinación que el joven artista Charles Ryder siente, en general, por la acaudalada familia Marchmain. Ryder se siente atraído por su hermosa mansión, Brideshead, por Sebastian, el hijo pequeño y por Julia, la hermana de Sebastian.
Esa fascinación llevará a Ryder a entrar en contacto con la realidad desgraciada de la familia, una realidad que terminará por afectarle en su intento por aportar un poco de luz a una situación que el propio Ryder terminará descubriendo que es irresoluble.
Y precisamente, lo mejor que tiene esta adaptación cinematográfica es dar el peso que siempre he creído le corresponde al personaje de Lady Marchmain, la madre de Julia y Sebastian, una mujer acaparadora y calculadora que, en realidad, ha destrozado la vida de todos los que le rodean.
Solo Ryder, por salvar a Sebastian y a Julia, se atraverá a enfrentarse a la voluntad de esta mujer cuya obsesiva religiosidad en realidad oculta un complejo mundo de obsesiones y paranoias que sistemáticamente ha proyectado sobre su marido e hijos. Como magníficamente la interpela Ryder, lo que realmente hace ese Dios tras cuya mano todepoderosa Lady Marchmain se oculta es cumplir la voluntad de la mujer.
Incapaces de huir de ella, como ha hecho Lord Marchmain escapando a Venecia, Sebastian y Julia quedan atrapados en una tela de araña de exigencias y sentimientos de culpas con la coartada de la religión como fondo.
El ateo Ryder aportando amor y amistad a ambos hermanos no tendrá nada que hacer, no pudiendo salvarles ni tampoco, y a la postre, salvarse él cuya vida también quedará severamente afectada habiendo empleado los mejores años en intentar disfrutar de la amistad y el amor de Sebastian y Julia Marchmain.
Retorno a Brideshead es un amable y bien educado drama melancólico sobre la imposibilidad de la felicidad para aquellos, como los hermanos Marchmain, han sido educados en la disciplinada oscuridad de las convenciones sociales y el sentimiento de culpa. Pero lo peor de todo es que la levedad y fugacidad de la felicidad y el deseo, cifradas en las propias dudas y limitaciones emocionales de Ryder, tampoco servirán de mucho asidero a ambos hermanos en su esfuerzo por escapar de esa oscuridad en busca de esa dorada felicidad.
Y ante la impotencia de Ryder ambos hermanos terminarán perdidos en la autodestrucción y la religión generando ese sentimiento de culpabilidad final desde el que un maduro y solitario Ryder recuerda los mejores años de su vida en su último retorno a Brideshead por azares del destino y como consecuencia de la segunda guerra mundial.
Una historia bien contada que siempre consigue entristecer y emocionar.