Me resulta muy interesante el giro social que ha dado el cine de Costa-Gavras en sus últimas películas.
Seguramente "Amen", realizada en 2002 tras su claramente decepcionante e incomprensible -para mi- fase americana, conecta con su cine político anterior. "Estado de sitio", "La Confesión", "Z".... todas son películas en el que la lucha tiene lugar en el territorio de lo político.
Sus protagonistas se enfrentan a estructuras políticas totalitarias y represoras que generan situaciones injustas que deben ser combatidas desde planteamientos políticos de izquierda.
Sin embargo, lo social forma parte del contexto.
Se da por descontado.
Seguramente porque por aquel entonces se tenía muy claro por qué se luchaba y así lo esencial de la historia se centraba en la lucha política.
Sin embargo, y desde la estupenda "Arcadia" filmada en 2005, el mundo simbólico de Gavras experimenta un cambio copernicano.
Lo político deja de estar presente y sus historias parecen poner el pie en la tierra de lo social.
Gavras nos muestra quizá las consecuencias de lo político, el sufrimiento de la injusticia en entornos y contextos de vida cotidiana convertida en un espectáculo de normalidad perversa que el director greco-frances se limita a mostrar.
Seguramente para que tengamos claro aquello por lo que ahora hay que luchar.
Y si en "Arcadia" lo que se nos muestra es la tragedia del desempleo, en esta "Hacia el Eden" Gavras nos habla de la inmigración.
Y me resulta interesante porque con este cambio copernicano Gavras reconoce la importancia de lo social frente a la política.
Ya no se puede hacer política desde la politica, ahora la política se hace desde lo social.
Hay un orden de prioridades y la autenticidad de un posicionamiento político sólo puede proceder de su profundo enraizamiento en lo social.
Ese es el secreto de lo que algunos llaman "nueva política" y no otro.
Todo lo demás es pura semiótica, discursos que remiten a discursos, palabras que remiten a palabras, en un continuo juego sofistico en el que la realidad, las cosas están al servicio de lo que se dice limitándose a prestar un oportuno de valor de verdad en el que se busca la primacia de la palabra propia sobre la del adversario.
Así, la política ya no es el lugar donde las cosas pasan.
Gavras lo sabe y vuelve su mirada a lo social, a la presentación de los efectos de la injusticia y lo hace, en el caso de la inmigración, con esta historia sencilla, con maneras de cuento alegórico, que nos cuenta el viaje de un inmigrante desde las europeas costas griegas hasta el parisino corazón de europa en pos de un promesa de trabajo que un misterioso mago le ha hecho.
En sí misma, y como obra, "Hacia el Edén" no es una película del todo redonda y, por supuesto, en absoluto está a la altura de las grandes obras de Gavras, pero tampoco es desdeñable.
"Hacia el Eden" nos muestra imágenes tomadas desde una perspectiva que no es habitual: nuestra europa vista a través de los ojos entre asustados e ilusionados de un inmigrante.
Ya sólo por eso merece la pena verla, pero además exhibe de manera muy conseguida el encanto de las "road movies" que es el encanto de la vida misma: moverse hacia delante, hacia un destino y las personas, buenas o malas, que salen al paso del protagonista, influyendo de una manera u otra sobre su trayecto.
A mi me gusta mucho este cine que el alemán Wim Wenders ha elevado a la categoría de arte y por lo tanto no puedo tener otra opinión que una favorable sobre esta "Hacia el Edén"
Interesante.
Seguramente "Amen", realizada en 2002 tras su claramente decepcionante e incomprensible -para mi- fase americana, conecta con su cine político anterior. "Estado de sitio", "La Confesión", "Z".... todas son películas en el que la lucha tiene lugar en el territorio de lo político.
Sus protagonistas se enfrentan a estructuras políticas totalitarias y represoras que generan situaciones injustas que deben ser combatidas desde planteamientos políticos de izquierda.
Sin embargo, lo social forma parte del contexto.
Se da por descontado.
Seguramente porque por aquel entonces se tenía muy claro por qué se luchaba y así lo esencial de la historia se centraba en la lucha política.
Sin embargo, y desde la estupenda "Arcadia" filmada en 2005, el mundo simbólico de Gavras experimenta un cambio copernicano.
Lo político deja de estar presente y sus historias parecen poner el pie en la tierra de lo social.
Gavras nos muestra quizá las consecuencias de lo político, el sufrimiento de la injusticia en entornos y contextos de vida cotidiana convertida en un espectáculo de normalidad perversa que el director greco-frances se limita a mostrar.
Seguramente para que tengamos claro aquello por lo que ahora hay que luchar.
Y si en "Arcadia" lo que se nos muestra es la tragedia del desempleo, en esta "Hacia el Eden" Gavras nos habla de la inmigración.
Y me resulta interesante porque con este cambio copernicano Gavras reconoce la importancia de lo social frente a la política.
Ya no se puede hacer política desde la politica, ahora la política se hace desde lo social.
Hay un orden de prioridades y la autenticidad de un posicionamiento político sólo puede proceder de su profundo enraizamiento en lo social.
Ese es el secreto de lo que algunos llaman "nueva política" y no otro.
Todo lo demás es pura semiótica, discursos que remiten a discursos, palabras que remiten a palabras, en un continuo juego sofistico en el que la realidad, las cosas están al servicio de lo que se dice limitándose a prestar un oportuno de valor de verdad en el que se busca la primacia de la palabra propia sobre la del adversario.
Así, la política ya no es el lugar donde las cosas pasan.
Gavras lo sabe y vuelve su mirada a lo social, a la presentación de los efectos de la injusticia y lo hace, en el caso de la inmigración, con esta historia sencilla, con maneras de cuento alegórico, que nos cuenta el viaje de un inmigrante desde las europeas costas griegas hasta el parisino corazón de europa en pos de un promesa de trabajo que un misterioso mago le ha hecho.
En sí misma, y como obra, "Hacia el Edén" no es una película del todo redonda y, por supuesto, en absoluto está a la altura de las grandes obras de Gavras, pero tampoco es desdeñable.
"Hacia el Eden" nos muestra imágenes tomadas desde una perspectiva que no es habitual: nuestra europa vista a través de los ojos entre asustados e ilusionados de un inmigrante.
Ya sólo por eso merece la pena verla, pero además exhibe de manera muy conseguida el encanto de las "road movies" que es el encanto de la vida misma: moverse hacia delante, hacia un destino y las personas, buenas o malas, que salen al paso del protagonista, influyendo de una manera u otra sobre su trayecto.
A mi me gusta mucho este cine que el alemán Wim Wenders ha elevado a la categoría de arte y por lo tanto no puedo tener otra opinión que una favorable sobre esta "Hacia el Edén"
Interesante.