DJANGO UNCHAINED
No se parece mucho este Django de Quentin Tarantino al spaghetti western dirigido por Sergio Corbucci en 1966 cuyo nombre comparte... por cierto aquel Django que interpretaba Franco Nero compartía muchas cosas con el Yojimbo de Akira Kurosawa película de la que es claramente deudora tanto en sus aciertos como en sus limitaciones.
No obstante, el propósito de Tarantino no era la revisión concreta del filme sino continuar con la tarea emprendida, seguramente desde Kill Bill, de revisar los géneros que han contado con su admiración como espectador... Y por lo visto el spaghetti wstern es uno de ellos y en este sentido el personaje de Django, presente en unos cuantos de esos productos europeos, es un buen punto de partida sobre el que construir el correspondiente compendio de lugares comunes del género.
Lo que sí está claro es que Django, con independencia de su circunstancia, se parece mucho a una película de Tarantino: episodios encadenados con un personaje principal como elemento compartido, personajes heterodoxos, situaciones de violencia excesiva y barroca, dialogos inteligentes, mucha intertextualidad de referentes que a la mayoría se nos escapan, cohabitación del sentido del humor con el drama casi en el mismo plano, banalidad tanto en sentido positivo como en negativo y una cada vez mayor experiencia para contar que redunda en beneficio general de lo que se narra.
Y en este sentido, Django se me presenta como una película más estructurada y seria que su bastarda predecesora, una propuesta más acabada y cerrada que sin dejar de tener la marca de fábrica de su autor ofrece un planteamiento narrativo más ordenado y estándar, más lindante con el cine clásico que a quién les escribe le sugiere una cierta madurez del responsable de este western situado antes de la guerra de secesión.
Parece que la forma ha dejado de ser banal para Tarantino y estoy convencido que éso terminará haciendo de él mejor director y contador de historias.
Tengo que decir que Django me entretiene a lo largo de sus casi tres horas, si bien la película tiene algún momento malo, algún giro narrativo como el episodio final de encarcelamiento y posterior huida del protagonista que no aporta demasiado a la historia, siendo además de las partes más flojas de la misma, con todo el riesgo que ello tiene... Y son frivolidades como estas las que, para mi gusto, impiden que sus películas terminen por resultar perfectas y redondas. En las películas de Tarantino siempre hay algún exceso que termina por molestarme, por estorbarme a la hora de disfrutar su cine fundamentalmente por su carácter redundante e innecesario. Y en este final, hay mucha tela que sobra.
Además, la película se resiente por el poco carisma que desprende Jamie Foxx, quién en ningún momento parece cómodo dentro del mundo de Tarantino y que resulta devorado por la presencia fascinante de tres grandes actores que bordan los maravillosos personajes que ese genial constructor de personajes y diálogos llamado Tarantino ha creado para ellos. El frivolo y cruel Calvin Candie, Stephen el esclavo más esclavista que el amo y el maravilloso e irónico King Shultz son tres grandes personajes en los que, respectivamente, Leonardo di Caprio, Samuel L. Jackson y Christoph Waltz parecen mucho más divertidos y cómodos que el pobre Fox, a quien su Django parece apretarle por todos los lados.
No obstante, este Django de Tarantino es una película bastante entretenida que seguro hará las delicias de sus fans, pero también, y esto es una novedad, de los que no lo son tanto porque, y como comento, buena parte de los defectos que caracterizan a Quentin aparecen por primera vez, y desde quizá Jackie Brown, la más mainstream de todas sus películas, bastante minimizados.
Entretenida.
No se parece mucho este Django de Quentin Tarantino al spaghetti western dirigido por Sergio Corbucci en 1966 cuyo nombre comparte... por cierto aquel Django que interpretaba Franco Nero compartía muchas cosas con el Yojimbo de Akira Kurosawa película de la que es claramente deudora tanto en sus aciertos como en sus limitaciones.
No obstante, el propósito de Tarantino no era la revisión concreta del filme sino continuar con la tarea emprendida, seguramente desde Kill Bill, de revisar los géneros que han contado con su admiración como espectador... Y por lo visto el spaghetti wstern es uno de ellos y en este sentido el personaje de Django, presente en unos cuantos de esos productos europeos, es un buen punto de partida sobre el que construir el correspondiente compendio de lugares comunes del género.
Lo que sí está claro es que Django, con independencia de su circunstancia, se parece mucho a una película de Tarantino: episodios encadenados con un personaje principal como elemento compartido, personajes heterodoxos, situaciones de violencia excesiva y barroca, dialogos inteligentes, mucha intertextualidad de referentes que a la mayoría se nos escapan, cohabitación del sentido del humor con el drama casi en el mismo plano, banalidad tanto en sentido positivo como en negativo y una cada vez mayor experiencia para contar que redunda en beneficio general de lo que se narra.
Y en este sentido, Django se me presenta como una película más estructurada y seria que su bastarda predecesora, una propuesta más acabada y cerrada que sin dejar de tener la marca de fábrica de su autor ofrece un planteamiento narrativo más ordenado y estándar, más lindante con el cine clásico que a quién les escribe le sugiere una cierta madurez del responsable de este western situado antes de la guerra de secesión.
Parece que la forma ha dejado de ser banal para Tarantino y estoy convencido que éso terminará haciendo de él mejor director y contador de historias.
Tengo que decir que Django me entretiene a lo largo de sus casi tres horas, si bien la película tiene algún momento malo, algún giro narrativo como el episodio final de encarcelamiento y posterior huida del protagonista que no aporta demasiado a la historia, siendo además de las partes más flojas de la misma, con todo el riesgo que ello tiene... Y son frivolidades como estas las que, para mi gusto, impiden que sus películas terminen por resultar perfectas y redondas. En las películas de Tarantino siempre hay algún exceso que termina por molestarme, por estorbarme a la hora de disfrutar su cine fundamentalmente por su carácter redundante e innecesario. Y en este final, hay mucha tela que sobra.
Además, la película se resiente por el poco carisma que desprende Jamie Foxx, quién en ningún momento parece cómodo dentro del mundo de Tarantino y que resulta devorado por la presencia fascinante de tres grandes actores que bordan los maravillosos personajes que ese genial constructor de personajes y diálogos llamado Tarantino ha creado para ellos. El frivolo y cruel Calvin Candie, Stephen el esclavo más esclavista que el amo y el maravilloso e irónico King Shultz son tres grandes personajes en los que, respectivamente, Leonardo di Caprio, Samuel L. Jackson y Christoph Waltz parecen mucho más divertidos y cómodos que el pobre Fox, a quien su Django parece apretarle por todos los lados.
No obstante, este Django de Tarantino es una película bastante entretenida que seguro hará las delicias de sus fans, pero también, y esto es una novedad, de los que no lo son tanto porque, y como comento, buena parte de los defectos que caracterizan a Quentin aparecen por primera vez, y desde quizá Jackie Brown, la más mainstream de todas sus películas, bastante minimizados.
Entretenida.