Me declaro fan absoluto no tanto de las historias que cuenta Aaron Sorkin sino de los personajes que construye sobre todo en su obra maestra "El ala Oeste de la Casa Blanca" y en esta "The Newsroom". Inteligentes, rápidos, sagaces, con sentido del humor, como recién salidos de la mejor screwball comedy de Howard Hawks.
También soy 100% partidario de la apuesta de Sorkin por convertir a sus protagonistas de "The Newsroom" en unos seres aspiracionales en los que la ética es un elemento esencial de su comportamiento. Y comprendo en que en un mundo tan decadente en el que nos encontramos, un mundo en el que los modelos de conducta están más en la línea del Gordon Gecko de "Wall Street", sus actitudes y decisiones resulten para muchos demasiado marcianas.
Pero me parece esencial que alguien se haya atrevido ha reivindicar la ética como elemento esencial para definir una línea de conducta, convirtiendo su "The Newsroom" en una historia que bien podría haber firmado el viejo Frank Capra en el sentido de reivindicación de lo esencialmente humano que hay en nosotros.
En todo este sentido, "The Newsroom" es un producto concebido a contracorriente que trae consigo lo mejor de lo poco que queda de los valores de una intelligentsia cultural norteamericano que se remonta a los padres de la constitución, Thomas Jefferson incluído, terminando en Roosevelt y su New Deal.
Valores que se reducen a un único mandamiento: no puede haber democracia sin una ética individual asociada y en consonancia con los valores democráticos.
En este sentido, el Josiah Bartlett que protagonizaba "El Ala Oeste de la Casa Blanca" y este Will McAvoy que protagoniza "The Newsroom" son el mismo personaje, un personaje que resume el esfuerzo de Sorkin por mostrar la manera correcta de desempeñar dos de los cuatro poderes teniendo en cuenta lo mejor de la manera de ser americana.
Ambas series tienen un alto contenido político protagonizadas por héroes de acción de cuello blanco.
No obstante, "The Newsroom" ademas de no contar ya con el factor sorpresa con que contaba "El Ala Oeste de la Casa Blanca" se ve lastrada por algunos problemas de foco que han ido creciendo desde la segunda temporada, problemas de foco en que la concepción de internet como una amenaza para el buen periodismo se manfiesta como arrollador síntoma.
Para Sorkin, Internet es un canal que debe ser controlado y en el que falta el criterio del profesional como interpretante del enorme marasmo informativo que genera. Y en parte Sorkin tiene razón, pero olvida también que la deslegitimación de la propia profesión periodística como consecuencia precisamente de esa falta de ética profesional ha conferido a internet de propiedades seguramente no buscadas.
Así, el planteamiento de Sorkin es superficial, perjudicando además a la propia idea que inspira "The Newsroom" porque reduce de manera desligitimante su propuesta a una simple y vacía reivindicación institucional, carente de profundidad, de la profesión periodística.
Porque tan problemático es el ruido que genera internet como el que se genera en los consejos de administración y en este aspecto "The Newsroom" se queda muy roma en su crítica.
El personaje de la señora Lansing, propietaria de la cadena, recuerda mucho a la señora Pynchon de "Lou Grant" hace cuarenta años y eso es lo malo, porque su manera de ver las cosas en absoluto tiene que ver con los verdaderos propietarios de las cadenas de televisión y los periódicos en la actualidad: grandes grupos económicos que convierten sus medios de comunicación en terminales mediaticas destinadas a vehicular discursos amables de dominación.
Ahora no hay separación entre los intereses económicos y los políticos.
Y lo más seguro es que Will McAvoy hubiera sido despedido a mediados de la segunda temporada.
Por aquí falla "The Newsroom", quedándose a las puertas de lo relevante y reduciéndolo todo a un tema de ética individual.
En cualquier caso, resulta más fácil poner la carga de la prueba sobre Internet y hacer una reivindicación institucional del periodismo que hacer una crítica al papel que en nuestros días juega la institución en sí, aspecto en el que he echado de menos ver con más frecuencia el despacho de los jefazos y la sala de consejos, lugares que tienen más peso que Internet a la hora de definir el periodismo de nuestros días.
Y me gustaría haber visto como gestiona Sorkin desde su inmensa inteligencia un propietario más en la línea neoliberal de un hoy en día en el que la falta de ética es la ética dominante.
Asi, Sorkin se aleja de manera incoherente del público que podría sentirse atraído por su serie y parece más preocupado en mostrar los aspectos criticables de las posiciones más afines que por mostrar los aspectos manifiestamente mejorables de aquellos que están en frente y cuya falta de ética como ética está generando el mundo contra el que lucha sus personajes de la ACN.
Por todo esto, "The Newsroom" tiene un punto "fake" que me desagrada... hasta que alguno de sus personajes abre la boca y empieza a hablar.
La inteligencia me seduce.