Me he quedado en el sitio viendo "Ciudad Morta".
No voy a hacer el chiste fácil y decir que me he quedado muerto, pero constatar una vez más que existe ese lobo de los intereses creados bajo esa piel de cordero que llamamos "democracia" o "estado social y democrático de derecho" o ·democracia de consumo" me resulta paralizantemente terrorífico.
Porque por encima del destino trágico que sufrió Patricia, junto con otros "miserables" (en el noble sentido que el novelista Victor Hugo utilizó en su monumental novela) y simplemente en el caso de aquella por llevar un peinado a la Cindy Lauper en el lugar y el momento inadecuados, este documental brilla precisamente por mostrar la tremenda impostura instrumental con la que en nuestras sociedades se utilizan conceptos como libertad y democracia.
En varios momentos del documental varias personas utilizan el calificativo "cínico" para definir este uso y no puedo estar más de acuerdo.
Poco a poco, esos conceptos de origen tan noble están siendo utilizados para respaldar algo mucho más innoble que es cargar de legitimidad los discursos y acciones que respaldan el ser, el estar y el hacer de esa tribu de la media aritmética en que nuestras flamantes y encantadas de conocerse sociedades están convirtiéndose..
Después de todo, no tiene ningún sentido ser tolerante y demócrata con los discursos y acciones respaldados por la mayoría.
Es algo obvio que van a ser tolerados y respetados.
Para el viaje de compartir el imaginario que sostiene aquello que se va a decir no hacen falta tantas alforjas.
Somos libres para decir lo que se puede decir, para hacer lo que se puede hacer.
Genial, ¿no?
Puedo hacer lo que en realidad puedo hacer. Y si quiero no lo hago, pero si me apètece puedo hacerlo y los demás tiene que aceptarlo porque estoy en mi derecho.
Es maravilloso! Y obvio.
Pero qué pasa con las notas discordantes.. pues que eso ya es otra historia
Y sin embargo, la capacidad para la libertad y la tolerancia deberían medirse precisamente por el modo en que son tratadas las excepciones, los discursos que se mueven en el extremo de la long tail cultural, extremos que incluso pueden lindar con los limites que para la convivencia fijan las leyes.
Ahí está la verdadera prueba.
Y lo que prueba un documental como "Ciudad Morta" es que nuestras democracias de consumo siguen suspendiendo.
El problema nunca está en el "nosotros", al final nunca se dirá o se hará nada que fuerce los límites que definen ese conjunto. No son necesarias las libertades y las tolerancias entre nosotros.
El problema siempre llega con los otros. con todos esos pequeños o grandes grupos de "ellos" que perturban en mayor o menor medida la comodidad del día a día de nuestro imaginario colectivo, los que okupan las casas vacías o quieren que sus mujeres vayan cubiertas en lo lugares públicos.
Como ese chiste de los argentinos, se comprásemos a las democracias occidentales por lo que realmente valen y las vendiesemos por los que esas mismas democracias dicen que valen nos haríamos millonarios.
Me viene ahora mismo a la mente la detención de un humorista francés por jugar con un chiste de Charlie Hebdo.
El semanario satítico publicó una portada en el que un islamista aparecía tiroteado. Las balas habían atravesado un ejemplar del Coran con el que el personaje intentaba protegerse. lógicamente, las balas lo atravesaban.
Un titular que decía que el Corán era una mierda porque no detenía las balas acompañaba esta escena.
Pues bien, el humorista francés se limitó a cambiar el protagonista de la escena. En lugar del musulmán dibujó al director del semanario satírico muerto en el atentado y puso en el texto que Charlie Hebdo era una mierda porque no detenía las balas.
Lógicamente para muchos, el dibujante ha sido detenido:
No para mí que me exijo el mismo "sentido del humor" a los míos que le demando a las musulmanes.
Y en este sentido, el dibujo y el documental muestran el modo en que el flamante discurso de derechos y libertades que envuelve las miserias de nuestro mundo es utilizado cínicamente como arma para mantener un orden establecido amparado en una objetividad que en realidad nunca es tal.
Porque en realidad esos derechos y libertades están ahí, pero no son para todos.
Tienes que tener dinero para pagártelos y no estar posicionado demasiado lejos de un core cultural para disfrutarlos,
El que se mueve no sale en la foto y siempre es culpa suya si se mueve porque la verdad sólo está en un sitio.
Y este corazón tan intolerante late poderoso en nuestro cínico mundo de derechos y libertades porque para los que se mueven, para los que no encajan todos los días se juega una siniestra lotería de desgracia y desastre.
El 4 de febrero de 2006, Patricia, Alfredo, Juan y seis personas más fueron los agraciados.
Patricia tuvo que poner su propia vida sobre la mesa convirtiendo en suicidio en el acto máximo de declaración de inocencia para que hoy en día hablemos de una tremenda injusticia y lo peor, lo más siniestro es que la máquina no puede detenerse.
Esto que llamamos vida y que nadie puede cuestionar porque se fundamenta en la libertad y la democracia sigue aspirando a convertirse en una máquina de incuestionable movimiento perpetuo.
Hay una fiesta en curso que nadie puede interrumpir, una fiesta que lo consume todo y que nos está consumiendo a todos empezando por eso que Benedetti llamaba los formales.
Un horror.
No voy a hacer el chiste fácil y decir que me he quedado muerto, pero constatar una vez más que existe ese lobo de los intereses creados bajo esa piel de cordero que llamamos "democracia" o "estado social y democrático de derecho" o ·democracia de consumo" me resulta paralizantemente terrorífico.
Porque por encima del destino trágico que sufrió Patricia, junto con otros "miserables" (en el noble sentido que el novelista Victor Hugo utilizó en su monumental novela) y simplemente en el caso de aquella por llevar un peinado a la Cindy Lauper en el lugar y el momento inadecuados, este documental brilla precisamente por mostrar la tremenda impostura instrumental con la que en nuestras sociedades se utilizan conceptos como libertad y democracia.
En varios momentos del documental varias personas utilizan el calificativo "cínico" para definir este uso y no puedo estar más de acuerdo.
Poco a poco, esos conceptos de origen tan noble están siendo utilizados para respaldar algo mucho más innoble que es cargar de legitimidad los discursos y acciones que respaldan el ser, el estar y el hacer de esa tribu de la media aritmética en que nuestras flamantes y encantadas de conocerse sociedades están convirtiéndose..
Después de todo, no tiene ningún sentido ser tolerante y demócrata con los discursos y acciones respaldados por la mayoría.
Es algo obvio que van a ser tolerados y respetados.
Para el viaje de compartir el imaginario que sostiene aquello que se va a decir no hacen falta tantas alforjas.
Somos libres para decir lo que se puede decir, para hacer lo que se puede hacer.
Genial, ¿no?
Puedo hacer lo que en realidad puedo hacer. Y si quiero no lo hago, pero si me apètece puedo hacerlo y los demás tiene que aceptarlo porque estoy en mi derecho.
Es maravilloso! Y obvio.
Pero qué pasa con las notas discordantes.. pues que eso ya es otra historia
Y sin embargo, la capacidad para la libertad y la tolerancia deberían medirse precisamente por el modo en que son tratadas las excepciones, los discursos que se mueven en el extremo de la long tail cultural, extremos que incluso pueden lindar con los limites que para la convivencia fijan las leyes.
Ahí está la verdadera prueba.
Y lo que prueba un documental como "Ciudad Morta" es que nuestras democracias de consumo siguen suspendiendo.
El problema nunca está en el "nosotros", al final nunca se dirá o se hará nada que fuerce los límites que definen ese conjunto. No son necesarias las libertades y las tolerancias entre nosotros.
El problema siempre llega con los otros. con todos esos pequeños o grandes grupos de "ellos" que perturban en mayor o menor medida la comodidad del día a día de nuestro imaginario colectivo, los que okupan las casas vacías o quieren que sus mujeres vayan cubiertas en lo lugares públicos.
Como ese chiste de los argentinos, se comprásemos a las democracias occidentales por lo que realmente valen y las vendiesemos por los que esas mismas democracias dicen que valen nos haríamos millonarios.
Me viene ahora mismo a la mente la detención de un humorista francés por jugar con un chiste de Charlie Hebdo.
El semanario satítico publicó una portada en el que un islamista aparecía tiroteado. Las balas habían atravesado un ejemplar del Coran con el que el personaje intentaba protegerse. lógicamente, las balas lo atravesaban.
Un titular que decía que el Corán era una mierda porque no detenía las balas acompañaba esta escena.
Pues bien, el humorista francés se limitó a cambiar el protagonista de la escena. En lugar del musulmán dibujó al director del semanario satírico muerto en el atentado y puso en el texto que Charlie Hebdo era una mierda porque no detenía las balas.
Lógicamente para muchos, el dibujante ha sido detenido:
No para mí que me exijo el mismo "sentido del humor" a los míos que le demando a las musulmanes.
Y en este sentido, el dibujo y el documental muestran el modo en que el flamante discurso de derechos y libertades que envuelve las miserias de nuestro mundo es utilizado cínicamente como arma para mantener un orden establecido amparado en una objetividad que en realidad nunca es tal.
Porque en realidad esos derechos y libertades están ahí, pero no son para todos.
Tienes que tener dinero para pagártelos y no estar posicionado demasiado lejos de un core cultural para disfrutarlos,
El que se mueve no sale en la foto y siempre es culpa suya si se mueve porque la verdad sólo está en un sitio.
Y este corazón tan intolerante late poderoso en nuestro cínico mundo de derechos y libertades porque para los que se mueven, para los que no encajan todos los días se juega una siniestra lotería de desgracia y desastre.
El 4 de febrero de 2006, Patricia, Alfredo, Juan y seis personas más fueron los agraciados.
Patricia tuvo que poner su propia vida sobre la mesa convirtiendo en suicidio en el acto máximo de declaración de inocencia para que hoy en día hablemos de una tremenda injusticia y lo peor, lo más siniestro es que la máquina no puede detenerse.
Esto que llamamos vida y que nadie puede cuestionar porque se fundamenta en la libertad y la democracia sigue aspirando a convertirse en una máquina de incuestionable movimiento perpetuo.
Hay una fiesta en curso que nadie puede interrumpir, una fiesta que lo consume todo y que nos está consumiendo a todos empezando por eso que Benedetti llamaba los formales.
Un horror.