Ya lo hemos visto.
El NO arrasa en Grecia y sin embargo en los medios de comunicación mainstream y tradicionales ha predominado una tendencia inconfesable hacia el SI.
Y si alguna lección podemos sacar del referendum griego es el interesante posicionamiento de parte de los medios, un posicionamiento que de manera infame se enmascara desde las buenas y bellas palabras como libertad de prensa.
Pero lo cierto es que, de manera general, los medios de comunicación han hecho un sucio trabajo de parte, un sucio trabajo en favor del SI, o como mínimo, buscando descalificar el NO.
La unanimidad de posicionamiento ya resultaba sospechosa antes, pero lo es mucho más ahora, en que se descubre lo poco alineada que está la posición de los medios de comunicación con respecto a la opinión de una sociedad de la que se supone son portavoces.
¿Y cuál es la conclusión?
Pues que se puede hacer política desde la prensa, amparando tras ideas y apariencias de objetividad discursos de parte y clase.
Así, y a partir de ahora, no nos debiera resultar difícil entender las complejas y difíciles relaciones que los gobiernos populistas latinoamericanos tienen con los medios de comunicación privados, voces de sus amos antes que voces de la sociedad, y no exactamente igual que en Europa, sino mucho peor.
Porque se hace prensa de parte, aqui y allí, y cuando surgen las criticas, se recurre a la libertad de prensa y de expresión como zona de seguridad a la que regresar tras las más o menos arriesgadas salidas a la opinión pública.
Delgadas líneas rojas sobre las que muchos periodistas, convertidos en terminales mediáticas de los poderes económicos, se mueven con la habilidad de un funambulista y, por supuesto, siempre dispuestos a sentirse indignados cuando se cuestiona su sacrosanta misión de cuarto poder al servicio de las libertades de la comunidad.
Tengámoslo claro.
El capitalismo oculta su diente torcido tras los grandes conceptos y las bellas palabras.
La democracia siempre pierde cuando hay algún interés creado de por medio, intereses que por otra parte se ocultan tras el bello mito de nuestros derechos y libertades.
En este sentido, la prensa es un buen ejemplo.
El interés de parte se oculta bajo el concepto de información como servicio público. Y bajo ese disfraz aspira a ser eficiente e invulnerable pues quién critica a un periodista ataca los mismos fundamentos del sistema de libertades.
El NO arrasa en Grecia y sin embargo en los medios de comunicación mainstream y tradicionales ha predominado una tendencia inconfesable hacia el SI.
Y si alguna lección podemos sacar del referendum griego es el interesante posicionamiento de parte de los medios, un posicionamiento que de manera infame se enmascara desde las buenas y bellas palabras como libertad de prensa.
Pero lo cierto es que, de manera general, los medios de comunicación han hecho un sucio trabajo de parte, un sucio trabajo en favor del SI, o como mínimo, buscando descalificar el NO.
La unanimidad de posicionamiento ya resultaba sospechosa antes, pero lo es mucho más ahora, en que se descubre lo poco alineada que está la posición de los medios de comunicación con respecto a la opinión de una sociedad de la que se supone son portavoces.
¿Y cuál es la conclusión?
Pues que se puede hacer política desde la prensa, amparando tras ideas y apariencias de objetividad discursos de parte y clase.
Así, y a partir de ahora, no nos debiera resultar difícil entender las complejas y difíciles relaciones que los gobiernos populistas latinoamericanos tienen con los medios de comunicación privados, voces de sus amos antes que voces de la sociedad, y no exactamente igual que en Europa, sino mucho peor.
Porque se hace prensa de parte, aqui y allí, y cuando surgen las criticas, se recurre a la libertad de prensa y de expresión como zona de seguridad a la que regresar tras las más o menos arriesgadas salidas a la opinión pública.
Delgadas líneas rojas sobre las que muchos periodistas, convertidos en terminales mediáticas de los poderes económicos, se mueven con la habilidad de un funambulista y, por supuesto, siempre dispuestos a sentirse indignados cuando se cuestiona su sacrosanta misión de cuarto poder al servicio de las libertades de la comunidad.
Tengámoslo claro.
El capitalismo oculta su diente torcido tras los grandes conceptos y las bellas palabras.
La democracia siempre pierde cuando hay algún interés creado de por medio, intereses que por otra parte se ocultan tras el bello mito de nuestros derechos y libertades.
En este sentido, la prensa es un buen ejemplo.
El interés de parte se oculta bajo el concepto de información como servicio público. Y bajo ese disfraz aspira a ser eficiente e invulnerable pues quién critica a un periodista ataca los mismos fundamentos del sistema de libertades.