miércoles, mayo 13, 2009



















ANTONIO VEGA

Al final se trata de cerrar el circulo, de regresar a esa extraña y misteriosa ninguna parte de la que todos hemos venido.

Allí, donde se juntan el todo con la nada, hay lugar para un dios y también para para un vacío que va más allá de la nada, para la absoluta inconsciencia atemporal que es pura inexistencia.

Nadie tiene ni puta idea de lo que hay más allá del último latido y el grado en que uno esté seguro de la realidad de aquello que se va a encontrar al final de ese pequeño viaje, que dura lo que tarda en desvanecerse el eco del último latido del corazón, equivale al grado de la propia locura.

No tenemos más que suposiciones, convicciones y fes varias para poner sobre la mesa de nuestra incertidumbre, de nuestro desconcierto ante la inevitable limitación de nuestro existir.

Antonio Vega ya lo sabe... o no.

Y es una lastima que no pueda componernos una de sus suaves y delicadas canciones, que nunca han dejado de saberme a visillos agitados por el viento, para arrojarnos un poco de su hermosa y maldita oscuridad al respecto.


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