sábado, noviembre 19, 2011

UN DIOS SALVAJE

Basada en la obra teatral de Yasmina Reza, "Un dios salvaje" nos plantea un entretenido viaje desde la composición hacia la descomposición.

El políticamente correcto encuentro entre dos matrimonios con motivo de la agresión que el hijo de unos ha recibido por parte del hijo de los otros se convertirá poco a poco en una inesperada catarsis en el que los cuatro protagonistas únicos de la historia se mostrarán en riguroso turno el completo inventario de sus zonas más erróneas... erróneas por inevitablemente rechazadas, apartadas en la oscuridad, para poder construir esa suerte de interfaz más o menos amigable que los seres humanos individualmente necesitamos para sobrevivir encajando en el entorno colectivo que como seres sociales precisamos.

La película muestra la progresiva descomposición de esa fachada como consecuencia de la iteración de pequeños elementos distorsionantes, casi siempre palabras y gestos, que los personajes se lanzan los unos a los otros sin poder evitarlo, impulsados por esa sombra que también son y que en absoluto está conforme con la situación que están viviendo.

"Un dios salvaje" se dedica casi exclusivamente a mostrar la presencia y el trabajo de ese arquetipo jungiano que recoge todos aquellos aspectos de un YO no recogidos por la conciencia.

Nunca se pide opinión a la sombra, pero ésta siempre se expresa traicionando la lisa superficie del YO con las inevitables convulsiones que son en si causa y efecto, modo de expresión y sustancia que se expresa.

Y en este sentido la película resulta interesante si bien oscilando peligrosamente sobre el negro abismo de lo convencional en todo lo que tiene que ver con los contenidos que los personajes expresan. Por no hablar del recurso fácil del alcohol como desinhibidor acelerando el proceso de catarsis para conseguir que la película dure los ochenta minutos que dura.

No obstante, el principal atractivo que para mi tiene la película está en la forma, en lo técnico.

"Un dios salvaje" es una compleja obra de orfebrería en lo que a la planificación se refiere. En ella, Roman Polanski muestra su talento para expresar situaciones y contenidos mediante imágenes.

Y tiene mucho mérito la sensación de fluida globalidad que tiene la película, merito total de una planificación y un montaje en el que cada plano dura lo que tiene durar, enlazándose de manera precisa con precedente y subsiguiente.

Y tienen también mérito la interpretación de los cuatro actores principales y únicos, Winslet, Walts. Foster y Reilly en cuya talentosa expresión descansa también buena parte del mérito.

Interesante.