JOHN CARTER
De la mente del escritor norteamericano E.R. Burroughs no sólo nació Tarzán, su creación más conocida, sino también este John Carter, aventurero entre dos mundos, que da titulo a esta entretenida película de aventuras y ciencia ficción que sucede vertiginosa a caballo entre la Tierra y Marte, cuyos habitantes llaman Barsoom.
Producida por Disney, "John Carter" se basa en la primera novela, "La princesa de Marte", de una serie de historias que tienen como protagonista a John Carter, un capitán del ejército federal norteamericano, infatigable aventurero, cuyo afán por lo desconocido le llevará más allá de nuestro horizonte azul hacia el rojo horizonte de Barsoom.
Y lo mejor que puede decirse de esta película es que engarza a la perfección las historias clásicas de aventuras, de esas que llenaban los cines de todo el mundo a mediados del siglo XX, con Technicolor o sin él, con la espectacularidad del cine-producto de efectos especiales.
Completamente, la historia de John Carter, con sus princesas y sus villanos, sus peleas a espada y sus cabalgadas, tan esquemática como eficaz desde hace varias generaciones, se convierte en el corazón de una espectacular producción que consigue hacer del misterioso y polvoriento Barsoom una realidad fascinante.
El viejo cine se encuentra con el nuevo en "John Carter", que en absoluto es una de esas películas sin alma, sino un espectáculo entretenido que encierra el inmenso talento de revivir el fantasma de las viejas historias de siempre: "El mundo en sus manos", "El Halcón y la flecha" o "La reina de Cobra".
En "John Carter" no sólo hay acción espectacular sino también historia, personajes y motivaciones: reinos en peligro, perfectas conspiraciones, brutales malvados, villanos sibilinos, princesas hermosas, compañeros de viaje infatigables, héroes invencibles, causas justas, traiciones pérfidas, batallas casi perdidas, tesoros escondidos, misteriosas ruinas, criaturas sorprendentes, extrañas civilizaciones...
De cuando en cuando se producen encuentros y John Carter es uno de ellos.
Cine de aventuras como corresponde, al 100% de pureza.
Me alegro por el cine.
lunes, marzo 12, 2012
sábado, marzo 10, 2012
MARGIN CALL
Supongo que "Margin call" es un término más bonito que "apalancamiento".
Ambos son dos de los términos clave en la locura que hizo posible la caída de bancos de inversión norteamericanos como Lehmann Brothers en los comienzos financieros de esta crisis económica global.
Y lo que nos cuenta "Margin call" es el momento de la caída final, cuando los responsables de análisis de riesgos de uno de estos bancos sin nombre descubren que han ido demasiado lejos y, mucho peor, que ya es demasiado tarde.
La historia sucede en apenas dos días y fundamentalmente en la noche que los separa, la noche de los cuchillos largos en que los altos responsables son informados y se deben tomar decisiones, la fundamental de ellas es la ilegal/inmoral decisión de, contando con la ventaja de la desinformación y de la sorpresa, deshacerse al día siguiente de la mayor parte de los activos que conforme vaya avanzando ese mismo día acabarán por no valer nada.
Película de esas de actores... Kevin Spacey, Paul Bettany, Jeremy Irons, Stanley Tucci... "Margin call" es una de las primeras películas que hace de la crisis financiera de Wall Street tema principal. Y su principal atractivo precisamente es ése: permitir que el espectador se asome al ojo de la cerradura para mostrarle la sala de máquinas de este desastre que ha terminado convirtiendo a los estados en morosos acosados por su deuda.
Todo lo demás, lo que se intuye detrás, es harina de otro costal, especialmente cuando discursivamente la película sitúa el drama que se vive en las oficinas de ese banco en el contexto de las repercusiones sociales generando una variante discursiva a aquella de la telebasura consistente en que a la gente se le da lo que pide. Y aquí pasa igual... El que ofrece, por el hecho de ofrecer a alguien que acepta el ofrecimiento, se siente libre de responsabilidades morales. Lo cual es cierto, pero siendo la peor de las certezas. La de las verdades a medias.
Porque nadie se endeudaría por encima de sus posibilidades si el que ofrece ofreciera sólo a aquellos que realmente tienen posibilidades de endeudamiento.
Por lo demás, y dejando de lado ciertos mensajes basura a través de los cuales los que lo quieren todo también quieren sentirse inocentes, ofrece un interesante ejercicio de voyeurismo en el mismisimo corazón de Mordor.
Interesante.
Supongo que "Margin call" es un término más bonito que "apalancamiento".
Ambos son dos de los términos clave en la locura que hizo posible la caída de bancos de inversión norteamericanos como Lehmann Brothers en los comienzos financieros de esta crisis económica global.
Y lo que nos cuenta "Margin call" es el momento de la caída final, cuando los responsables de análisis de riesgos de uno de estos bancos sin nombre descubren que han ido demasiado lejos y, mucho peor, que ya es demasiado tarde.
La historia sucede en apenas dos días y fundamentalmente en la noche que los separa, la noche de los cuchillos largos en que los altos responsables son informados y se deben tomar decisiones, la fundamental de ellas es la ilegal/inmoral decisión de, contando con la ventaja de la desinformación y de la sorpresa, deshacerse al día siguiente de la mayor parte de los activos que conforme vaya avanzando ese mismo día acabarán por no valer nada.
Película de esas de actores... Kevin Spacey, Paul Bettany, Jeremy Irons, Stanley Tucci... "Margin call" es una de las primeras películas que hace de la crisis financiera de Wall Street tema principal. Y su principal atractivo precisamente es ése: permitir que el espectador se asome al ojo de la cerradura para mostrarle la sala de máquinas de este desastre que ha terminado convirtiendo a los estados en morosos acosados por su deuda.
Todo lo demás, lo que se intuye detrás, es harina de otro costal, especialmente cuando discursivamente la película sitúa el drama que se vive en las oficinas de ese banco en el contexto de las repercusiones sociales generando una variante discursiva a aquella de la telebasura consistente en que a la gente se le da lo que pide. Y aquí pasa igual... El que ofrece, por el hecho de ofrecer a alguien que acepta el ofrecimiento, se siente libre de responsabilidades morales. Lo cual es cierto, pero siendo la peor de las certezas. La de las verdades a medias.
Porque nadie se endeudaría por encima de sus posibilidades si el que ofrece ofreciera sólo a aquellos que realmente tienen posibilidades de endeudamiento.
Por lo demás, y dejando de lado ciertos mensajes basura a través de los cuales los que lo quieren todo también quieren sentirse inocentes, ofrece un interesante ejercicio de voyeurismo en el mismisimo corazón de Mordor.
Interesante.
viernes, marzo 09, 2012
J EDGAR
Embellezcamos la vida, por favor.
Puede que sea lo último que nos reste antes de que los que ya lo tienen todo nos quiten un poco más de lo poco que nos queda.
No pensemos que el maestro Eastwood ya es demasiado mayor para controlar el caballo de una buena historia. Imaginemosle, octogenario, como el caballero Blovk que protagoniza "El septimo sello", jugando todas las noches una partida de ajedrez con la muerte, buscando ganar unos días más para su pasión de hacer cine.
Porque tengo la impresión que tras esta efervescencia creativa y productiva que ha presidido la carrera de Eastwood en estos últimos años está la intuición genial y por encima de todo valerosa del fin, la necesidad de aprovechar hasta la última gota de salud que pueda quedar en su viejo cuerpo para continuar haciendo cine.
Y uno de los efectos colaterales de semejante actitud es como mínimo la irregularidad que resume la valoración de sus últimos proyectos.
En estos años Eastwood ha producido obras brillantes como "Intercambio", "Gran Torino" o "Mas allá de la vida" y otras no tan buenas como "Invictus" o esta "J Edgar", pero creo que el resultado en general es muy positivo... pese a todo.
Pero creo que Mr. Eastwood está a otra cosa.
Ni siquiera creo que le importe lo que pensemos. Su atención está centrada en el tablero, en el siguiente movimiento mientras de reojo repasa el guión de su próximo proyecto, sin importarle mucho si es demasiado malo o bueno, pensando cómo llevarlo a imágenes, dibujando en su mente los planos y los momentos, mientras los relojes cantan una canción que suena como su nombre.
El último producto de esa pasión es "J Edgar", una película desigual y confusa, probablemente tan confusa como el poliédrico personaje que pretende retratar.
"J Edgar" pertenece al biopic, un género del Hollywood clásico que presentaba en imágenes dramatizadas las vida de personajes famosos o relevantes en su tiempo, y este es el primer problema que la película plantea al espectador... "J Edgar" es el biopic de alguien que ya ha sido olvidado y quizá este sea el órdago que el autor Eastwood plantea al público sin importarle un ápice la taquilla.
El maestro nos quiere obligar a recordarlo, pero ¿por qué?
En todo su cine, palpita la dicotomía hombre mayor-hombre joven (cuando no niño). Subyacen temas como el ejemplo y el aprendizaje de una serie de valores a través del comportamiento del hombre mayor. El anciano de "Gran Torino" o los soldados de "Banderas de nuestros padres" se convierten en ejemplos para personajes que, como el público, les observa luchar y sacrificarse.
Pero, y en el último cine de Eastwood, palpita además la melancolía del anciano que mira un mundo decadente, desprovisto de unos valores que fundaron un estilo de vida que ahora se ha convertido en una arcadia perdida.
Los personajes protagonistas de Eastwood se convierten en monumento viviente para cualquiera que quiera verlos de esa manera de hacer y entender las cosas ya perdidas. Y sólo a la luz de este razonamiento puede entenderse el posible interés de Eastwood por hacer una película por ese brutal sabueso llamado J Edgar Hoover.
El fundador de la FBI se convierte en un valioso cruce de caminos narrativo.
Por un lado, es uno de esos ancianos representativos de una manera de entender las cosas, portadores y vividores de un sentido que al mismo tiempo les hace ser lo que son, estilo de vida que están dispuestos a defender a toda costa precisamente por la intensidad en que lo sientes como propio y por otro efectivamente fue el guardián en las cloacas de ese estilo de vida frente a sus potenciales enemigos.
Eastwood no es un hombre de izquierdas, y como John Wayne no tiene ningún miedo a la hora de mostrar sus creencias y defender a quienes considera los suyos... Y Hoover lo es.
Y además la complejidad del propio personaje aporta aún un valor más de ejemplaridad, de rudo lacedemonismo, porque Hoover fue incluso capaz de renunciar a una parte esencial de si mismo, su homosexualidad, para mantener un orden establecido. Por increíble que parezca y desde una compleja heterodoxia conservadora, Eastwood no ve hipocresía en el comportamiento de Hoover sino fuerza moral y sacrificio extremo.
Y es ahí donde está el fuerte componente hagiográfico que caracteriza a un biopic. La vida que se nos cuenta siempre es ejemplar en algo.
Toda esta complejidad ideológica unida a los defectos narrativos que la película tiene, demasiado dubitativa en lo que cuenta, demasiado morosa y confusa en ciertos momentos, como si quisiera contar demasiadas cosas y no terminase de centrarse en ninguna, hace de "J Edgar" una obra fallida y muy difícil para las miradas de esta época, una "rara avis" de sensibilidad intelectual conservadora que me resulta difícil de ver, pero que no encuentro por completo desechable.
Porque, y si uno de verdad escucha la película, verá que la mayor parte de los personajes se sacrifican, renuncian dolorosamente a partes de sí mismos, en favor de un estilo de vida. Tienen un entendimiento tácito de su posición, del lugar que ocupan dentro de un contexto y se pliegan, se adaptan poniendo las necesidades del superyo colectivo por delante de las necesidades del propio yo.
Y así donde otros ven patología, Eastwood ve sacrificio, coraje y altruismo
"J Edgar" es una película difícil, a veces imposible, tan difícil de asumir como las palabras del Coronel Kurtz en la penumbra de su dormitorio de piedra, pero en su favor también hay que decir que el talento de Eastwood para cargar de emoción los detalles brilla también de cuando en cuando para producir conmovedores momentos plenos de sentido y vida en si mismos, como solo el maestro puede hacer.
Y hay algunos detalles que valen por todo el resto de momentos, porque al final y por debajo de una vida que no es lineal siempre hay historias de amor y pasión que los justifican todo haciendo que todo cuente.
Negras siguen jugando...
Embellezcamos la vida, por favor.
Puede que sea lo último que nos reste antes de que los que ya lo tienen todo nos quiten un poco más de lo poco que nos queda.
No pensemos que el maestro Eastwood ya es demasiado mayor para controlar el caballo de una buena historia. Imaginemosle, octogenario, como el caballero Blovk que protagoniza "El septimo sello", jugando todas las noches una partida de ajedrez con la muerte, buscando ganar unos días más para su pasión de hacer cine.
Porque tengo la impresión que tras esta efervescencia creativa y productiva que ha presidido la carrera de Eastwood en estos últimos años está la intuición genial y por encima de todo valerosa del fin, la necesidad de aprovechar hasta la última gota de salud que pueda quedar en su viejo cuerpo para continuar haciendo cine.
Y uno de los efectos colaterales de semejante actitud es como mínimo la irregularidad que resume la valoración de sus últimos proyectos.
En estos años Eastwood ha producido obras brillantes como "Intercambio", "Gran Torino" o "Mas allá de la vida" y otras no tan buenas como "Invictus" o esta "J Edgar", pero creo que el resultado en general es muy positivo... pese a todo.
Pero creo que Mr. Eastwood está a otra cosa.
Ni siquiera creo que le importe lo que pensemos. Su atención está centrada en el tablero, en el siguiente movimiento mientras de reojo repasa el guión de su próximo proyecto, sin importarle mucho si es demasiado malo o bueno, pensando cómo llevarlo a imágenes, dibujando en su mente los planos y los momentos, mientras los relojes cantan una canción que suena como su nombre.
El último producto de esa pasión es "J Edgar", una película desigual y confusa, probablemente tan confusa como el poliédrico personaje que pretende retratar.
"J Edgar" pertenece al biopic, un género del Hollywood clásico que presentaba en imágenes dramatizadas las vida de personajes famosos o relevantes en su tiempo, y este es el primer problema que la película plantea al espectador... "J Edgar" es el biopic de alguien que ya ha sido olvidado y quizá este sea el órdago que el autor Eastwood plantea al público sin importarle un ápice la taquilla.
El maestro nos quiere obligar a recordarlo, pero ¿por qué?
En todo su cine, palpita la dicotomía hombre mayor-hombre joven (cuando no niño). Subyacen temas como el ejemplo y el aprendizaje de una serie de valores a través del comportamiento del hombre mayor. El anciano de "Gran Torino" o los soldados de "Banderas de nuestros padres" se convierten en ejemplos para personajes que, como el público, les observa luchar y sacrificarse.
Pero, y en el último cine de Eastwood, palpita además la melancolía del anciano que mira un mundo decadente, desprovisto de unos valores que fundaron un estilo de vida que ahora se ha convertido en una arcadia perdida.
Los personajes protagonistas de Eastwood se convierten en monumento viviente para cualquiera que quiera verlos de esa manera de hacer y entender las cosas ya perdidas. Y sólo a la luz de este razonamiento puede entenderse el posible interés de Eastwood por hacer una película por ese brutal sabueso llamado J Edgar Hoover.
El fundador de la FBI se convierte en un valioso cruce de caminos narrativo.
Por un lado, es uno de esos ancianos representativos de una manera de entender las cosas, portadores y vividores de un sentido que al mismo tiempo les hace ser lo que son, estilo de vida que están dispuestos a defender a toda costa precisamente por la intensidad en que lo sientes como propio y por otro efectivamente fue el guardián en las cloacas de ese estilo de vida frente a sus potenciales enemigos.
Eastwood no es un hombre de izquierdas, y como John Wayne no tiene ningún miedo a la hora de mostrar sus creencias y defender a quienes considera los suyos... Y Hoover lo es.
Y además la complejidad del propio personaje aporta aún un valor más de ejemplaridad, de rudo lacedemonismo, porque Hoover fue incluso capaz de renunciar a una parte esencial de si mismo, su homosexualidad, para mantener un orden establecido. Por increíble que parezca y desde una compleja heterodoxia conservadora, Eastwood no ve hipocresía en el comportamiento de Hoover sino fuerza moral y sacrificio extremo.
Y es ahí donde está el fuerte componente hagiográfico que caracteriza a un biopic. La vida que se nos cuenta siempre es ejemplar en algo.
Toda esta complejidad ideológica unida a los defectos narrativos que la película tiene, demasiado dubitativa en lo que cuenta, demasiado morosa y confusa en ciertos momentos, como si quisiera contar demasiadas cosas y no terminase de centrarse en ninguna, hace de "J Edgar" una obra fallida y muy difícil para las miradas de esta época, una "rara avis" de sensibilidad intelectual conservadora que me resulta difícil de ver, pero que no encuentro por completo desechable.
Porque, y si uno de verdad escucha la película, verá que la mayor parte de los personajes se sacrifican, renuncian dolorosamente a partes de sí mismos, en favor de un estilo de vida. Tienen un entendimiento tácito de su posición, del lugar que ocupan dentro de un contexto y se pliegan, se adaptan poniendo las necesidades del superyo colectivo por delante de las necesidades del propio yo.
Y así donde otros ven patología, Eastwood ve sacrificio, coraje y altruismo
"J Edgar" es una película difícil, a veces imposible, tan difícil de asumir como las palabras del Coronel Kurtz en la penumbra de su dormitorio de piedra, pero en su favor también hay que decir que el talento de Eastwood para cargar de emoción los detalles brilla también de cuando en cuando para producir conmovedores momentos plenos de sentido y vida en si mismos, como solo el maestro puede hacer.
Y hay algunos detalles que valen por todo el resto de momentos, porque al final y por debajo de una vida que no es lineal siempre hay historias de amor y pasión que los justifican todo haciendo que todo cuente.
Negras siguen jugando...
jueves, marzo 08, 2012
" Así, la portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, Soraya Rodríguez, ha calificado la idea de "populista" y el portavoz adjunto del Grupo Popular en el Congreso, Rafael Hernando, la ha considerado "demagógica"."(El 'segundo sueldo' de los diputados españoles)
Ya nadie pregunta por qué...
Ya nadie pregunta por qué...
miércoles, marzo 07, 2012
"Ante el tenebroso estado de las cosas, los políticos deberían rebajar en nombre de su supervivencia la verborrea hueca, la fraseología idiota, las promesas incumplidas, las mentiras desganadas. La calle se puede llenar de concienciados incendiarios, de radicales con causa, de gente que atenta infatigablemente contra el sagrado orden social, no por algo tan juvenil y molón como militar contra el sistema, sino porque están desesperados. Tendrán que multiplicar la policía para romperle la crisma al enemigo, a los infinitos salvajes que se han quedado sin presente ni futuro."
(Circunstancias, Territorio Boyero)
(Circunstancias, Territorio Boyero)
martes, marzo 06, 2012
SHERLOCK
En su segunda temporada la serie Sherlock se reafirma como propuesta de calidad y, por encima de todo, como ejemplo de adaptación y traducción de planteamientos de una época ya pasada a otra, que es ésta misma, la que nos pasa.
Sin perder un ápice de la intriga y suspense que caracteriza a este personaje de Arthur Conan Doyle, "Sherlock" desviste al personaje de todo matiz victoriano para insertarlo de manera exitosa y brillante en otro universo de sentido, el de nuestra época. Y puede decirse que no se nota nada. No hay ningún aspecto que resulte extraño, llamativo o forzado. Este Sherlock de la BBC podría tomarse un café sin detonar con detectives de ficción contemporáneos como Wallander.
Las historias carecen de la impostada distancia del clásico, del espectáculo de "qualité" que parece encontrar en el despliegue del con sagrado si mismo en la principal razón de ser del espectáculo. Se desenvuelven con la frescura de lo nuevo, de lo recién descubierto, de lo que no se sabe observado y existiendo.
En absoluto hay en este "Sherlock" el menor atisbo de "grandeur" paralizante, sino todo lo contrario, pura "nouvelle vague´" aplicada como método para eliminar de la historia toda posible gordura de respeto y prestigio acumulada por el paso del tiempo.
Pura forma física, puro músculo narrativo desplegándose y siendo encarnado por dos actores brillantes como Benedict Cumberbatch y Martin Freeman que componen con inteligencia y talento ese personaje único formado siempre por la unión de dos caracteres complementarios.
Al igual que la primera, la segunda temporada se compone de tres capítulos de hora y media de duración. Y también del mismo modo que la primera, el primero está por encima del resto en cuanto a nivel de calidad. En este caso, "Escándalo en Belgravia" se convierte en una historia fascinante de amor e inteligencia que tiene valor por si sola, con independencia de su pertenencia a una serie.
La Irene Adler que se enfrenta a Holmes resulta ser uno de los personajes más fascinantes de mujer fatal que uno recuerda... y he visto ya unas cuantas (incluidas las de carne y hueso).
Brillante.
En su segunda temporada la serie Sherlock se reafirma como propuesta de calidad y, por encima de todo, como ejemplo de adaptación y traducción de planteamientos de una época ya pasada a otra, que es ésta misma, la que nos pasa.
Sin perder un ápice de la intriga y suspense que caracteriza a este personaje de Arthur Conan Doyle, "Sherlock" desviste al personaje de todo matiz victoriano para insertarlo de manera exitosa y brillante en otro universo de sentido, el de nuestra época. Y puede decirse que no se nota nada. No hay ningún aspecto que resulte extraño, llamativo o forzado. Este Sherlock de la BBC podría tomarse un café sin detonar con detectives de ficción contemporáneos como Wallander.
Las historias carecen de la impostada distancia del clásico, del espectáculo de "qualité" que parece encontrar en el despliegue del con sagrado si mismo en la principal razón de ser del espectáculo. Se desenvuelven con la frescura de lo nuevo, de lo recién descubierto, de lo que no se sabe observado y existiendo.
En absoluto hay en este "Sherlock" el menor atisbo de "grandeur" paralizante, sino todo lo contrario, pura "nouvelle vague´" aplicada como método para eliminar de la historia toda posible gordura de respeto y prestigio acumulada por el paso del tiempo.
Pura forma física, puro músculo narrativo desplegándose y siendo encarnado por dos actores brillantes como Benedict Cumberbatch y Martin Freeman que componen con inteligencia y talento ese personaje único formado siempre por la unión de dos caracteres complementarios.
Al igual que la primera, la segunda temporada se compone de tres capítulos de hora y media de duración. Y también del mismo modo que la primera, el primero está por encima del resto en cuanto a nivel de calidad. En este caso, "Escándalo en Belgravia" se convierte en una historia fascinante de amor e inteligencia que tiene valor por si sola, con independencia de su pertenencia a una serie.
La Irene Adler que se enfrenta a Holmes resulta ser uno de los personajes más fascinantes de mujer fatal que uno recuerda... y he visto ya unas cuantas (incluidas las de carne y hueso).
Brillante.
"El "mercader" azteca no vendía, sino que practicaba el intercambio de dones. El recibía riquezas como don del "jefe de
los hombres" (del soberano, que los españoles llamaron el rey), riquezas que presentaba a los señores de los países por los que pasaba. "Al recibir estos dones, los grandes señores de esta provincia se apresuraban a entregar otros regalos (...) para que luzcan entregados al rey (...)". El soberano regalaba abrigos, enaguas y preciosas blusas de mujer. El "mercader" recibía por ello, como don, plumas de vistosos colores y de variadas formas, piedras talladas de todas clases, conchas, abanicos, paletas de loncha para remover el cacao, pieles de animales salvajes preparadas y adornadas con dibujos. Los objetos que los "mercaderes" aportaban de esta forma de sus viajes no eran considerados por ello como simples mercancías... En estas prácticas, un objeto de intercambio no era una cosa, no estaba condenado a la inercia, a la ausencia de vida del inundo profano. El don que se hacía con él era un signo de gloria, y el objeto mismo era el esplendor de la gloria. Al donarlo, se manifestaba su riqueza y su suerte (su poder)... La economía clásica imaginaba los primeros intercambios en forma de trueque. ¿Cómo iba a creer que, en el origen, un modo de adquisición como el intercambio no respondió a la necesidad de adquirir, sino a la necesidad contraria de perder o de derrocha."
(La parte maldita, Georges Bataille)
(La parte maldita, Georges Bataille)
domingo, marzo 04, 2012
EL CAZADOR
Dirigida en 1978 por el "maldito" Michael Cimino y con la guerra de Vietnam como fondo, "El cazador" es por encima de todo es un memorable relato sobre la pérdida.
Aunque buena parte del peso de la historia recae sobre Michael (Robert de Niro), el cazador de ciervos que da título a la película el relato es fundamentalmente coral. Se centra sobre un grupo de personajes pertenecientes a una comunidad de origen ruso que vive en una localidad industrial del estado de Pensylvannia.
Lo que la película muestra es algo tan sencillo como un antes y un después, dos situaciones mediadas por la guerra del Vietnam como agente desencadenante de un cambio que para todos y cada uno de los personajes que protagonizan la historia se traduce en una pérdida.
La película se estructura en tres partes.
En la primera, no siempre bien entendida en su momento, la película nos describe un momento de la vida de esos personajes, su cotidianidad girando alrededor de la boda de uno de ellos y la inminente marcha de aquel y dos amigos más como voluntarios a la guerra del Vietnam.
En esta parte se hace un completo y detallado retrato de todos y cada uno de los personajes: carácter, deseos, fracasos, filias, fobias... En definitiva, el panorama que la guerra del Vietnam alterará, introduciendo un efecto distorsionante sobre la vida encarrilada y justificada que todos y cada uno de ellos vivían.
Porque todos los personajes acusan el impacto de la guerra, un impacto que se materializa en la imposibilidad de disparar a la presa que el regresado cazador experimenta y que no necesariamente tiene que ver con la evidente muerte de amigos queridos, sino con algo más profundo que tiene que ver esencialmente con la pérdida de una inocencia.
La misma inocencia que seguramente les llevó a alistarse como voluntarios desde la simplicidad de un estilo de vida ordenado en el que todo sentido tenía su lugar y su momento, una inocencia que les lleva a experimentar en sus propias carnes la desarmante complejidad del horror materializada en la bestialidad absurda del juego de la ruleta rusa.
"El cazador" es una obra maestra.
Dirigida en 1978 por el "maldito" Michael Cimino y con la guerra de Vietnam como fondo, "El cazador" es por encima de todo es un memorable relato sobre la pérdida.
Aunque buena parte del peso de la historia recae sobre Michael (Robert de Niro), el cazador de ciervos que da título a la película el relato es fundamentalmente coral. Se centra sobre un grupo de personajes pertenecientes a una comunidad de origen ruso que vive en una localidad industrial del estado de Pensylvannia.
Lo que la película muestra es algo tan sencillo como un antes y un después, dos situaciones mediadas por la guerra del Vietnam como agente desencadenante de un cambio que para todos y cada uno de los personajes que protagonizan la historia se traduce en una pérdida.
La película se estructura en tres partes.
En la primera, no siempre bien entendida en su momento, la película nos describe un momento de la vida de esos personajes, su cotidianidad girando alrededor de la boda de uno de ellos y la inminente marcha de aquel y dos amigos más como voluntarios a la guerra del Vietnam.
En esta parte se hace un completo y detallado retrato de todos y cada uno de los personajes: carácter, deseos, fracasos, filias, fobias... En definitiva, el panorama que la guerra del Vietnam alterará, introduciendo un efecto distorsionante sobre la vida encarrilada y justificada que todos y cada uno de ellos vivían.
Porque todos los personajes acusan el impacto de la guerra, un impacto que se materializa en la imposibilidad de disparar a la presa que el regresado cazador experimenta y que no necesariamente tiene que ver con la evidente muerte de amigos queridos, sino con algo más profundo que tiene que ver esencialmente con la pérdida de una inocencia.
La misma inocencia que seguramente les llevó a alistarse como voluntarios desde la simplicidad de un estilo de vida ordenado en el que todo sentido tenía su lugar y su momento, una inocencia que les lleva a experimentar en sus propias carnes la desarmante complejidad del horror materializada en la bestialidad absurda del juego de la ruleta rusa.
"El cazador" es una obra maestra.
viernes, marzo 02, 2012
miércoles, febrero 29, 2012
Me gusta esta frase que rescato de un foro donde las opiniones a favor y en contra de lo que sucede en Barcelona se enzarzan:
"Todos quieren seguir con la fiesta, y es imposible, ya no queda nada para repartir"
Y es verdad, pero es una verdad a medias.
Es cierto que no hay dinero, pero no se dice por qué no hay. Las respuestas son tácticas y tecnocráticas: No hay... porque no hay.
Y no se ponen las respuestas en el tiempo: ¿Por qué antes había y ahora no? o ¿Si antes tampoco había por qué importaba tan poco que no hubiera?
¿Qué ha pasado para que de repente, ahora, no haya?
¿Qué ha pasado para que ahora, de repente importe que no haya?
Si se hace un análisis de contenido de las publicaciones políticas y económicas de antes de la crisis nos llevaremos una sorpresa.
Recordemos...
Las deudas no eran un problema.
Lo importante no es lo que se debe sino la capacidad para devolverlo.
Las economías eran fuertes y las expectativas eran de crecimiento.
Y la gente que se creyó todo aquello ahora de pronto es culpable de haber gastado por encima de sus posibilidades.
El absurdo de culpar al soldado Garment de la derrota de Waterloo.
Por supuesto que hay culpa... la culpa de no sobreponerse al mainstream mass media favorable al gasto sin responsabilidad, de no tener intuición ni la fuerza de voluntad para resistirse a los interminables cantos de sirena de la sociedad de consumo.
Y que levante la mano el que no haya echado a la cesta de la compra algo que realmente no necesite... pero, y lo que es más importante, qué es necesitar a estas alturas de la película de la sociedad opulenta.
En cualquier caso es jugar con ventaja el volver la pasiva en activa, culpar a la mujer violada por ir demasiado provocativa o pensar que la gente común, la que se ha comprado un coche sin poder pagarlo, tiene la culpa de todo esto.
Porque hay más culpables.
Los auténticos
Aquellos cuyas acciones han hecho imposible que hubiera donde había o que dejase de importar que no hubiera.
Y la gente se queja... Faltaría más.
Y deberíamos felicitarnos porque lo autenticamente humano es quejarse.
Y esto, desde el principio, siempre ha sido una injusticia, un complot contra las vidas de la gente.
Y la gente se queja porque los realmente culpables no son señalados públicamente ni gravados de forma conveniente y satisfactoria por su conducta.
Todo lo contrario.
Porque quizá no habría tanta queja si a las personas se las tratase como seres humanos por sociedades que se tienen por sofisticadamente humanas y civilizadas en su organización cuando su estilo de vida se ve amenazado y puesto en entredicho, cuando las cosas se plantean como las lentejas.
Pero no, hay una falta evidente de justicia.
El discurso determinista y riguroso de las infraestructuras es así. El fuerte se impone al débil y es éste quién paga... si acaso sólo le queda el pataleo, y quizá un poco de suerte comprender que no es ese sujeto todopoderoso sobre el que se instaura el imaginario político de las sociedades occidentales.
A todas luces no lo es.
Si algo tiene esta crisis es precisamente eso, que saca a la luz las contradictorias costuras de este mundo encantado de conocerse en el que vivimos. En los bajos, siempre ha funcionado una plantación con sus capataces y sus amos.
Siempre ha habido clase cuando las cosas se ponen difíciles.
La historia no ha terminado.
No puede acabar en un mundo donde un tipo que tiene siete piscinas no se sienta culpable... sin entrar en que alguna vez las use o no.
"Todos quieren seguir con la fiesta, y es imposible, ya no queda nada para repartir"
Y es verdad, pero es una verdad a medias.
Es cierto que no hay dinero, pero no se dice por qué no hay. Las respuestas son tácticas y tecnocráticas: No hay... porque no hay.
Y no se ponen las respuestas en el tiempo: ¿Por qué antes había y ahora no? o ¿Si antes tampoco había por qué importaba tan poco que no hubiera?
¿Qué ha pasado para que de repente, ahora, no haya?
¿Qué ha pasado para que ahora, de repente importe que no haya?
Si se hace un análisis de contenido de las publicaciones políticas y económicas de antes de la crisis nos llevaremos una sorpresa.
Recordemos...
Las deudas no eran un problema.
Lo importante no es lo que se debe sino la capacidad para devolverlo.
Las economías eran fuertes y las expectativas eran de crecimiento.
Y la gente que se creyó todo aquello ahora de pronto es culpable de haber gastado por encima de sus posibilidades.
El absurdo de culpar al soldado Garment de la derrota de Waterloo.
Por supuesto que hay culpa... la culpa de no sobreponerse al mainstream mass media favorable al gasto sin responsabilidad, de no tener intuición ni la fuerza de voluntad para resistirse a los interminables cantos de sirena de la sociedad de consumo.
Y que levante la mano el que no haya echado a la cesta de la compra algo que realmente no necesite... pero, y lo que es más importante, qué es necesitar a estas alturas de la película de la sociedad opulenta.
En cualquier caso es jugar con ventaja el volver la pasiva en activa, culpar a la mujer violada por ir demasiado provocativa o pensar que la gente común, la que se ha comprado un coche sin poder pagarlo, tiene la culpa de todo esto.
Porque hay más culpables.
Los auténticos
Aquellos cuyas acciones han hecho imposible que hubiera donde había o que dejase de importar que no hubiera.
Y la gente se queja... Faltaría más.
Y deberíamos felicitarnos porque lo autenticamente humano es quejarse.
Y esto, desde el principio, siempre ha sido una injusticia, un complot contra las vidas de la gente.
Y la gente se queja porque los realmente culpables no son señalados públicamente ni gravados de forma conveniente y satisfactoria por su conducta.
Todo lo contrario.
Porque quizá no habría tanta queja si a las personas se las tratase como seres humanos por sociedades que se tienen por sofisticadamente humanas y civilizadas en su organización cuando su estilo de vida se ve amenazado y puesto en entredicho, cuando las cosas se plantean como las lentejas.
Pero no, hay una falta evidente de justicia.
El discurso determinista y riguroso de las infraestructuras es así. El fuerte se impone al débil y es éste quién paga... si acaso sólo le queda el pataleo, y quizá un poco de suerte comprender que no es ese sujeto todopoderoso sobre el que se instaura el imaginario político de las sociedades occidentales.
A todas luces no lo es.
Si algo tiene esta crisis es precisamente eso, que saca a la luz las contradictorias costuras de este mundo encantado de conocerse en el que vivimos. En los bajos, siempre ha funcionado una plantación con sus capataces y sus amos.
Siempre ha habido clase cuando las cosas se ponen difíciles.
La historia no ha terminado.
No puede acabar en un mundo donde un tipo que tiene siete piscinas no se sienta culpable... sin entrar en que alguna vez las use o no.
martes, febrero 28, 2012
TORERO!
Carlos Velo fue uno de esos exiliados españoles de la Guerra Civil que terminaron haciendo su vida en Méjico.
Como las de tantos otros sus huellas quedaron definitivamente borradas de las tierras de España para aparecer al otro lado del océano. Y, en particular, las huellas de Carlos Velo en su tierra de adopción construyen la trayectoria de un hombre clave en el cine mejicano de la segunda mitas del siglo XX.
No conozco su obra, pero está escrito que "Torero!" es una de sus grandes obras y tras verla no tengo la menor duda al respecto.
Entre la ficción y el documental, "Torero!" nos cuenta la vida del torero mejicano Luis Procuna
Contada... más bien recordada por él mismo mientras se dirige en un coche a lo que será su regreso a las plazas tras años de retiro.
En ese tránsito por la memoria del torero llegando a la plaza, la película se desborda en una abundante riqueza de lecturas.
Por un lado, la crónica social de un olvidado que consigue salir adelante desde los escalones más bajos de la sociedad mejicana, merced a su esfuerzo y su gusto por los toros... "Más cornadas da el hambre" dice Procuna en un determinado momento.
Por otro, el fascinante retrato de la psicología del torero. Los toreros siempre me han parecido personajes complejos, constantemente midiéndose consigo mismos, con la bestialidad de la naturaleza encarnada en el toro, con la brutalidad de la sociedad encarnada en el público y contra el sinsentido de la vida manifestándose en la constante presencia del azar y la muerte.
En este sentido hay pocos toreros que no tengan algo que decir y que no merezcan ser escuchados. Son de los pocos que cruzan aquella línea de la que hablaba Hunter S. Thompson y que consiguen regresar... casi siempre.
Y Procuna, por supuesto, desde la reflexión psicológica de una voz en off que subraya casi todos los planos en que se despliega la película, ofrece una fascinante visión de la vida y de la muerte desde la naturalidad de quién ha tenido que trasegar con ambas desde el principio de su tiempo.
Pero también "Torero!" es un magnífico documental que recoge el espíritu de toda una época, el méjico miserable de las calles sin asfaltar donde intentaban sobrevivir esos olvidados de Buñuel, unos olvidados de los que Procuna sin duda debió formar parte.
Y hay más cosas... para los aficionados a los toros la oportunidad de ver imágenes de diestros históricos como Manolete o Carlos Arruza o el propio Procuna toreando en la Monumental y para los aficionados a las imágenes inolvidables las de los jovenes maletillas toreando toros bajo la luna.
Una película importante, a descubrir.
Carlos Velo fue uno de esos exiliados españoles de la Guerra Civil que terminaron haciendo su vida en Méjico.
Como las de tantos otros sus huellas quedaron definitivamente borradas de las tierras de España para aparecer al otro lado del océano. Y, en particular, las huellas de Carlos Velo en su tierra de adopción construyen la trayectoria de un hombre clave en el cine mejicano de la segunda mitas del siglo XX.
No conozco su obra, pero está escrito que "Torero!" es una de sus grandes obras y tras verla no tengo la menor duda al respecto.
Entre la ficción y el documental, "Torero!" nos cuenta la vida del torero mejicano Luis Procuna
Contada... más bien recordada por él mismo mientras se dirige en un coche a lo que será su regreso a las plazas tras años de retiro.
En ese tránsito por la memoria del torero llegando a la plaza, la película se desborda en una abundante riqueza de lecturas.
Por un lado, la crónica social de un olvidado que consigue salir adelante desde los escalones más bajos de la sociedad mejicana, merced a su esfuerzo y su gusto por los toros... "Más cornadas da el hambre" dice Procuna en un determinado momento.
Por otro, el fascinante retrato de la psicología del torero. Los toreros siempre me han parecido personajes complejos, constantemente midiéndose consigo mismos, con la bestialidad de la naturaleza encarnada en el toro, con la brutalidad de la sociedad encarnada en el público y contra el sinsentido de la vida manifestándose en la constante presencia del azar y la muerte.
En este sentido hay pocos toreros que no tengan algo que decir y que no merezcan ser escuchados. Son de los pocos que cruzan aquella línea de la que hablaba Hunter S. Thompson y que consiguen regresar... casi siempre.
Y Procuna, por supuesto, desde la reflexión psicológica de una voz en off que subraya casi todos los planos en que se despliega la película, ofrece una fascinante visión de la vida y de la muerte desde la naturalidad de quién ha tenido que trasegar con ambas desde el principio de su tiempo.
Pero también "Torero!" es un magnífico documental que recoge el espíritu de toda una época, el méjico miserable de las calles sin asfaltar donde intentaban sobrevivir esos olvidados de Buñuel, unos olvidados de los que Procuna sin duda debió formar parte.
Y hay más cosas... para los aficionados a los toros la oportunidad de ver imágenes de diestros históricos como Manolete o Carlos Arruza o el propio Procuna toreando en la Monumental y para los aficionados a las imágenes inolvidables las de los jovenes maletillas toreando toros bajo la luna.
Una película importante, a descubrir.
"La fuente y la esencia de nuestra riqueza se encuentra en la radiación del sol, la cual dispensa energía —riqueza— sin contrapartida. El sol da sin recibir... La radiación solar tiene como efecto la superabundancia de la energía en la superficie del globo. Pero, en principio, la materia viva recibe esta energía y la acumula en los límites establecidos por el espacio al que puede acceder. A continuación, la irradia o dilapida, pero antes de dedicar una parte apreciable de la energía acumulada a la radiación, la utiliza al máximo en el crecimiento. Sólo la imposibilidad de continuar el crecimiento da paso a la dilapidación. El verdadero excedente no comienza más que después de que haya quedado limitado el crecimiento del individuo o del grupo...
En principio, el excedente de energía, si no puede servir para el crecimiento, se pierde. Pero bajo ningún concepto puede pasar por útil esta pérdida inevitable. No se trata más que de una pérdida agradable, preferible a otra desagradable. Se trata de sentimiento, nunca de utilidad."
(La parte maldita, Georges Bataille)
En principio, el excedente de energía, si no puede servir para el crecimiento, se pierde. Pero bajo ningún concepto puede pasar por útil esta pérdida inevitable. No se trata más que de una pérdida agradable, preferible a otra desagradable. Se trata de sentimiento, nunca de utilidad."
(La parte maldita, Georges Bataille)
lunes, febrero 27, 2012
EL CHICO DE LA BICICLETA
La última película de los hermanos Dardenne es una hermosa crónica sobre la vulnerabilidad.
El chico de la bicicleta que protagoniza la película se llama Cyril. La historia lo encuentra en una búsqueda frenética de un padre que lo ha abandonado en un asilo. Como enloquecido Cyril persigue la sombra de su padre por los lugares que su memoria recuerda como familiares, siendo a su vez perseguido por los cuidadores del asilo de donde parece haber escapado.
Casualmente el frenético camino de Cyril se cruzará con el de una peluquera llamada Samantha a quién la tragedia del niño cae encima en forma de un desesperado abrazo. El niño se abraza a ella para que los cuidadores no consigan llevárselo y ese gesto parece tener el poder de llegar a lo más hondo de su persona haciendo que poco a poco vaya implicándose en la vida del niño hasta el punto de convertirse en su cuidadora los fines de semana.
El cine de los hermanos Dardenne se construye en las afueras de la sociedad europea. Sus historias versan sobre los desheredados en la tierra de la herencia abundante, en las zonas oscuras de la sociedad del bienestar y casi siempre desde una perspectiva psicológica, emocional.
Los aspectos sociales, de carácter macro, que conducen a la marginación también se traducen en aspectos psicológicos centrados casi siempre en la soledad y en la necesidad de afecto y en este sentido Cyril es un ejemplo muy paradigmático.
Las consecuencias de su condición marginal tienen un efecto multiplicador merced a una insatisfecha e irreprimible necesidad de afecto que algunos personajes de su alrededor como el traficante adolescente intentarán utilizar en su propio beneficio.
Asi, "El niño de la bicicleta" nos cuenta también la historia de una encrucijada en la que la vida y sus tentaciones colocan al niño. A un lado aparecerá el buen camino simbolizado por la peluquera y por otro el malo expresado por el traficante otorgando a la película una cierta tonalidad de suspense e incertidumbre.
Será entonces cuando la vulnerabilidad de Cyril se convertirá en su peor consejero y su mejor enemigo.
Extraordinaria.
La última película de los hermanos Dardenne es una hermosa crónica sobre la vulnerabilidad.
El chico de la bicicleta que protagoniza la película se llama Cyril. La historia lo encuentra en una búsqueda frenética de un padre que lo ha abandonado en un asilo. Como enloquecido Cyril persigue la sombra de su padre por los lugares que su memoria recuerda como familiares, siendo a su vez perseguido por los cuidadores del asilo de donde parece haber escapado.
Casualmente el frenético camino de Cyril se cruzará con el de una peluquera llamada Samantha a quién la tragedia del niño cae encima en forma de un desesperado abrazo. El niño se abraza a ella para que los cuidadores no consigan llevárselo y ese gesto parece tener el poder de llegar a lo más hondo de su persona haciendo que poco a poco vaya implicándose en la vida del niño hasta el punto de convertirse en su cuidadora los fines de semana.
El cine de los hermanos Dardenne se construye en las afueras de la sociedad europea. Sus historias versan sobre los desheredados en la tierra de la herencia abundante, en las zonas oscuras de la sociedad del bienestar y casi siempre desde una perspectiva psicológica, emocional.
Los aspectos sociales, de carácter macro, que conducen a la marginación también se traducen en aspectos psicológicos centrados casi siempre en la soledad y en la necesidad de afecto y en este sentido Cyril es un ejemplo muy paradigmático.
Las consecuencias de su condición marginal tienen un efecto multiplicador merced a una insatisfecha e irreprimible necesidad de afecto que algunos personajes de su alrededor como el traficante adolescente intentarán utilizar en su propio beneficio.
Asi, "El niño de la bicicleta" nos cuenta también la historia de una encrucijada en la que la vida y sus tentaciones colocan al niño. A un lado aparecerá el buen camino simbolizado por la peluquera y por otro el malo expresado por el traficante otorgando a la película una cierta tonalidad de suspense e incertidumbre.
Será entonces cuando la vulnerabilidad de Cyril se convertirá en su peor consejero y su mejor enemigo.
Extraordinaria.
sábado, febrero 25, 2012
CRIMEN FERPECTO
Ahora no estoy tan seguro.
Quizá lo que considero un defecto de casi todas las películas de Alex de la Iglesia en realidad sea una virtud.
Siempre me había parecido que en todas sus películas había un punto de no retorno en el que el narrador parecía perder el control de los caballos de la historia y estos comenzaban a galopar sin control sobre la pantalla. El relato se tornaba fragmentario, caleidoscópico y un muchos casos terminaba convirtiéndose en una especie de distorsionado dibujo animado de Tom y Jerry.
Y quizá en todos las narraciones de Alex de la Iglesia emerge como esencial el tema de la imposibilidad de un orden, convirtiendo todas las historias en una crónica de la inevitable necesidad con el que el caos y la destrucción suceden cuando por medio hay seres demasiado humanos.
En el cine de Alex de la Iglesia las historias devienen a meros lugares donde se escenifica el enfrentamiento destructor entre deseos imposibles.
Las superficies que se presentan estables poco a poco empiezan a resquebrajarse, metafóricamente las letras efe y pé se intercambian para trastocar la solemnidad del sentido que vehicula la propia palabra, abriendo paso a las huestes cenobitas del delirio.
Los personajes y las situaciones se descomponen, pierden el color y la forma que se derraman como goterones dentro de un cuadro empapado, ante la irresistible emergencia de todo lo que es incontrolable.
No había visto "Crimen ferpecto" y es, con diferencia, la película que más me gusta de Alex de la Iglesia.
"Crimer ferpecto" es una sainete costumbrista, puro gore berlanguiano hiperrealista con unas gotas del mejor Hitchcock, en el que Rafael (un estupendo Willy Toledo) expresa la quinta esencia de ese anti-héroe planificador que, creo, protagoniza el cine de Alex de la Iglesia.
Rafael será un casposo triunfador de bolsillo, el perfecto Joseph K de un absurdo proceso que desencadena su propia ambición y que sucede en un entorno hiperrealista que con cada segundo que avanza se convierte en cada vez más aterrador.
Brillante.
Ahora no estoy tan seguro.
Quizá lo que considero un defecto de casi todas las películas de Alex de la Iglesia en realidad sea una virtud.
Siempre me había parecido que en todas sus películas había un punto de no retorno en el que el narrador parecía perder el control de los caballos de la historia y estos comenzaban a galopar sin control sobre la pantalla. El relato se tornaba fragmentario, caleidoscópico y un muchos casos terminaba convirtiéndose en una especie de distorsionado dibujo animado de Tom y Jerry.
Y quizá en todos las narraciones de Alex de la Iglesia emerge como esencial el tema de la imposibilidad de un orden, convirtiendo todas las historias en una crónica de la inevitable necesidad con el que el caos y la destrucción suceden cuando por medio hay seres demasiado humanos.
En el cine de Alex de la Iglesia las historias devienen a meros lugares donde se escenifica el enfrentamiento destructor entre deseos imposibles.
Las superficies que se presentan estables poco a poco empiezan a resquebrajarse, metafóricamente las letras efe y pé se intercambian para trastocar la solemnidad del sentido que vehicula la propia palabra, abriendo paso a las huestes cenobitas del delirio.
Los personajes y las situaciones se descomponen, pierden el color y la forma que se derraman como goterones dentro de un cuadro empapado, ante la irresistible emergencia de todo lo que es incontrolable.
No había visto "Crimen ferpecto" y es, con diferencia, la película que más me gusta de Alex de la Iglesia.
"Crimer ferpecto" es una sainete costumbrista, puro gore berlanguiano hiperrealista con unas gotas del mejor Hitchcock, en el que Rafael (un estupendo Willy Toledo) expresa la quinta esencia de ese anti-héroe planificador que, creo, protagoniza el cine de Alex de la Iglesia.
Rafael será un casposo triunfador de bolsillo, el perfecto Joseph K de un absurdo proceso que desencadena su propia ambición y que sucede en un entorno hiperrealista que con cada segundo que avanza se convierte en cada vez más aterrador.
Brillante.
jueves, febrero 23, 2012
"Que, en definitiva, se deba gastar sin miramientos (sin contrapartida)la energía que constituye la riqueza, que una serie de operaciones lucrativas,no tengan decididamente otro efecto que el vano despilfarro de sus beneficios, esto es lo que rehusan los espíritus habituados a ver en el desarrollo de las fuerzas productivas el fin ideal de la actividad. Afirmar que es necesario disipar en humo una parte importante de la energía producida es ir contra los criterios en los que se funda una economía razonable.... El movimiento general de exudación (de dilapidación) de la materia viviente lo anima y él no lo puede parar. Incluso hallándose en la cima, su soberanía del mundo vivo lo identifica con este movimiento, el cual lo lleva, de un modo privilegiado, a la operación gloriosa, al consumo inútil. Si él lo niega, como incesantemente le obliga la conciencia de necesidad, de indigencia inherente al ser separado (al que incesantemente le faltan recursos, que no es más que un eterno necesitado), su negación no cambia en absoluto el movimiento de la energía, la cual no puede acumularse sin limitaciones en las fuerzas productivas. Finalmente, la energía se nos tiene que escapar y perderse para nosotros como un río en el mar."
(La parte maldita, Georges Bataille)
(La parte maldita, Georges Bataille)
miércoles, febrero 22, 2012
HUMO
Como jirones grises de humo exhalado
se desvanecen sus recuerdos.
La progresiva transparencia
de ese silencioso estar extático de nube por cielo
los vuelve aún más inciertos.
Y su esfuerzo imposible
empeñado en agarrar tan volátil inconsistencia,
en atrapar tan incierta y transitoria permanencia
en contra de su voluntad sorprendida
sólo sirve para incrementar la velocidad
de lo que parece ser un inevitable proceso de pérdida
mientras la tarde avanza hacia el ocaso
con su habitual indiferencia.
martes, febrero 21, 2012
"El carácter secundario de la producción y de la adquisición con respecto al gasto aparece de la forma más clara en las instituciones económicas primitivas debido a que el intercambio es todavía tratado como una pérdida suntuaria de los objetos cedidos. El intercambio se presenta así, en el fondo, como un proceso de gasto sobre el que se desarrolló un proceso de adquisición. La economía clásica creyó que el intercambio primitivo se producía bajo la forma de trueque, pues no tenía, en efecto, ninguna razón para suponer que un medio de adquisición como el intercambio hubiera podido tener como origen, no la necesidad de adquirir sino la necesidad contraria de destrucción y de pérdida. La concepción tradicional de los orígenes de la economía no ha sido arruinada más que en fecha reciente, incluso muy reciente, por lo que un gran número de economistas sigue considerando arbitrariamente el trueque como el ancestro del comercio."
(La noción de gasto, Georges Bataille)
(La noción de gasto, Georges Bataille)
THE ARTIST
Es una idea inteligente la que, creo, inspira “The Artist”,
una idea que además está llena de emocionante justicia poética.
Y las ideas que se pueden amar me tienen siempre
incondicionalmente de su parte.
Con brillantez y talento, “The artist” simula el imposible
de trasladar el punto de vista del cine mudo en el mismo momento en que se
imponía el cine sonoro, relegando al olvido a toda una manera de expresar las
historias que se transfiguraban sobre el blanco de la pantalla.
Y en este sentido el George Valentin de Jean Dujardin, que
con talento compone una acertada mezcolanza de Douglas Fairbanks y John Gilbert
(dos de las grandes estrellas cuya luz se apagó con el sonido), se convierte en
el particular Leónidas de esta batalla de las Termópilas.
Sobre esta base “The artista” se desenvuelve con acierto en
las procelosas aguas del simulacro, de la precisa repetición lo ya existente, unas
aguas donde prejuiciosamente suponía que la película iba a ahogarse mostrando
un vacío espectáculo de perfecta mímesis de una película muda, un mero ejercicio de virtuosismo
técnico como el que haría un guitarrista japonés con el flamenco.
Mi mente ya tenía preparada la plantilla del cine sin alma,
pero nada más alejado a la realidad de una historia que llegando al extremo del
simulacro consigue el imposible enlazar con el otro lado del continuo, ese lado
difícil de alcanzar donde se encuentra el preciado tesoro para cualquier
narrador de la verdad y la autenticidad.
Porque hay mucha verdad en “The artist”.
Pequeñas verdades de siempre que mágicamente aparecen siempre cuando son convocadas desde la verdadera impostura que representa el cine como arte.
Pequeñas verdades de siempre que mágicamente aparecen siempre cuando son convocadas desde la verdadera impostura que representa el cine como arte.
Verdades que tienen que ver con las inaplazables facturas
del tiempo o la erótica secreta de los iguales de la que tan bien poetizaba Jaime
Gil de Biedma perfectamente decantadas en una redonda estructura de melodrama
que encierra las resonancias de decenas de películas inolvidables.
Extraordinaria.
THE RIVER
Tiene buena pinta "The river".
Oren Peli, el creador y director de esa saga del susto domiciliario llamada "Paranormal Activity", cambia los confortables hogares del primer mundo norteamericano por la peligrosa incomodidad de las tierras salvajes amazónicas... pero manteniendo el mismo ambiente claustrofóbico y enrarecido.
Sin importar el entorno, Peli vuelve definir un nuevo espacio topológico en el que se mueven las criaturas amenazantes y los amenazados y en el que no parece importar nada más que el acecho y el correspondiente susto de rigor, algunos mejores y otros... pues no tan buenos. Pero, y en cualquier caso, se agradece el tránsito de las series de ficción televisiva por géneros no demasiado habituales como es en este caso el terror.
Y confieso que me apetece ver The river, acompañar a la expedición protagonista en busca del desaparecido doctor Emmet Cole por las impenetrables selvas amazónicas, un territorio que ya de por si no necesita de espíritus sedientos de sangre ni de fantasmas para resultar lo suficientemente misterioso y amenazante.
Veremos cómo avanza la serie... aunque los viajes río arriba por la selva suelen acabar en el delirio de la bestia humana contemplándose en el espejo que le ofrece la oscura foresta, sino que se lo pregunten al Marlow de "El corazón de las tinieblas" de Conrad.
Esperemos que sea un viaje río arriba como ese Dios que no existe manda.
Yo me apunto.
Tiene buena pinta "The river".
Oren Peli, el creador y director de esa saga del susto domiciliario llamada "Paranormal Activity", cambia los confortables hogares del primer mundo norteamericano por la peligrosa incomodidad de las tierras salvajes amazónicas... pero manteniendo el mismo ambiente claustrofóbico y enrarecido.
Sin importar el entorno, Peli vuelve definir un nuevo espacio topológico en el que se mueven las criaturas amenazantes y los amenazados y en el que no parece importar nada más que el acecho y el correspondiente susto de rigor, algunos mejores y otros... pues no tan buenos. Pero, y en cualquier caso, se agradece el tránsito de las series de ficción televisiva por géneros no demasiado habituales como es en este caso el terror.
Y confieso que me apetece ver The river, acompañar a la expedición protagonista en busca del desaparecido doctor Emmet Cole por las impenetrables selvas amazónicas, un territorio que ya de por si no necesita de espíritus sedientos de sangre ni de fantasmas para resultar lo suficientemente misterioso y amenazante.
Veremos cómo avanza la serie... aunque los viajes río arriba por la selva suelen acabar en el delirio de la bestia humana contemplándose en el espejo que le ofrece la oscura foresta, sino que se lo pregunten al Marlow de "El corazón de las tinieblas" de Conrad.
Esperemos que sea un viaje río arriba como ese Dios que no existe manda.
Yo me apunto.
lunes, febrero 20, 2012
"Opuesta a la noción artificiál de trueque, la forma arcaica del intercambio ha sido identificada por Mauss con el nombre de potlach tomado de los indios del noroeste americano, que practican el tipo más conocido.
Instituciones análogas al potlatch indio o rastros de ellas han sido halladas con mucha frecuencia. El potlatch de los tlingit, los haïda, los tsimshian, los kwakiutl de la costa noroeste ha sido estudiado con precisión desde fines del siglo XIX (pero no fue comparado, entonces, con las formas arcaicas de intercambio de otros países).
Los pueblos americanos menos avanzados practican el potlatch con ocasión de cambios en la situación de las personas —iniciaciones, matrimonios,funerales e incluso, bajo una forma menos desarrollada, nunca puede ser disociado de una fiesta, bien porque el potlatch ocasione la fiesta, bien porque tenga lugar con ocasión de ella.
El potlatch excluye todo regateo y, en general, está constituido por un don considerable de riquezas que se ofrecen ostensiblemente con el objeto de humillar, de desafiar y de obligar a un rival. El carácter de intercambio del don resulta del hecho de que el donatario, para evitar la humillación y aceptar el desafío, debe cumplir con la obligación contraída por él al aceptarlo respondiendo más tarde con un don más importante; es decir, que debe devolver con usura. Pero el don no es la única forma del potlatch. Es igualmente posible desafiar rivales por medio de destrucciones espectaculares de riqueza. A través de esta última forma es como el potlatch incorpora el sacrificio religioso, siendo las destrucciones teóricamente ofrecidas a los ancestros míticos de los donatarios.
En una época relativamente reciente, podía acontecer que un jefe tlingit se presentara ante su rival para degollar en su presencia algunos de sus esclavos. Esta destrucción debía ser respondida, en un plazo determinado, con el degollamiento de un número de esclavos mayor. Los tchoukchi del extremo noroeste siberiano, que conocían instituciones análogas al potlatch, degollaban colleras de perros de un valor considerable para hostigar y humillar a otros grupo. En el noroeste americano, las destrucciones consisten incluso en incendios de aldeas y en el destrozo de pequeñas flotas de canoas. Lingotes de cobre blasonados, una especie de moneda a la que se atribuía un valor convenido tal que representaban una inmensa fortuna, eran destrozadas o arrojadas al mar. El delirio propio de la fiesta se asocia lo mismo a las hecatombes de patrimonio que a los dones acumulados con la intención de maravillar y sobresalir...
... Las consecuencias en el orden de la adquisición no son más que el resultado no querido —al menos en la medida en que los impulsos que rigen la operación sigan siendo primitivos— de un proceso dirigido en un sentido contrario.""El ideal, indica Mauss, sería dar un potlatch y que no fuera devuelto"... La riqueza aparece así como una adquisición en tanto que el rico adquiere un poder, pero la riqueza se dirige enteramente hacia la pérdida en el sentido en que tal poder sea entendido como poder de perder. Solamente por la pérdida están unidos a la riqueza la gloria y el honor."
(La noción de gasto, Georges Bataille)
El desafío de la pérdida... Cuanto más puedes poner a disposición de la pérdida más poderoso eres.
Instituciones análogas al potlatch indio o rastros de ellas han sido halladas con mucha frecuencia. El potlatch de los tlingit, los haïda, los tsimshian, los kwakiutl de la costa noroeste ha sido estudiado con precisión desde fines del siglo XIX (pero no fue comparado, entonces, con las formas arcaicas de intercambio de otros países).
Los pueblos americanos menos avanzados practican el potlatch con ocasión de cambios en la situación de las personas —iniciaciones, matrimonios,funerales e incluso, bajo una forma menos desarrollada, nunca puede ser disociado de una fiesta, bien porque el potlatch ocasione la fiesta, bien porque tenga lugar con ocasión de ella.
El potlatch excluye todo regateo y, en general, está constituido por un don considerable de riquezas que se ofrecen ostensiblemente con el objeto de humillar, de desafiar y de obligar a un rival. El carácter de intercambio del don resulta del hecho de que el donatario, para evitar la humillación y aceptar el desafío, debe cumplir con la obligación contraída por él al aceptarlo respondiendo más tarde con un don más importante; es decir, que debe devolver con usura. Pero el don no es la única forma del potlatch. Es igualmente posible desafiar rivales por medio de destrucciones espectaculares de riqueza. A través de esta última forma es como el potlatch incorpora el sacrificio religioso, siendo las destrucciones teóricamente ofrecidas a los ancestros míticos de los donatarios.
En una época relativamente reciente, podía acontecer que un jefe tlingit se presentara ante su rival para degollar en su presencia algunos de sus esclavos. Esta destrucción debía ser respondida, en un plazo determinado, con el degollamiento de un número de esclavos mayor. Los tchoukchi del extremo noroeste siberiano, que conocían instituciones análogas al potlatch, degollaban colleras de perros de un valor considerable para hostigar y humillar a otros grupo. En el noroeste americano, las destrucciones consisten incluso en incendios de aldeas y en el destrozo de pequeñas flotas de canoas. Lingotes de cobre blasonados, una especie de moneda a la que se atribuía un valor convenido tal que representaban una inmensa fortuna, eran destrozadas o arrojadas al mar. El delirio propio de la fiesta se asocia lo mismo a las hecatombes de patrimonio que a los dones acumulados con la intención de maravillar y sobresalir...
... Las consecuencias en el orden de la adquisición no son más que el resultado no querido —al menos en la medida en que los impulsos que rigen la operación sigan siendo primitivos— de un proceso dirigido en un sentido contrario.""El ideal, indica Mauss, sería dar un potlatch y que no fuera devuelto"... La riqueza aparece así como una adquisición en tanto que el rico adquiere un poder, pero la riqueza se dirige enteramente hacia la pérdida en el sentido en que tal poder sea entendido como poder de perder. Solamente por la pérdida están unidos a la riqueza la gloria y el honor."
(La noción de gasto, Georges Bataille)
El desafío de la pérdida... Cuanto más puedes poner a disposición de la pérdida más poderoso eres.
FALLEN ANGEL
Otto Preminger es uno de los directores centroeuropeos que emigraron a Hollywood como consecuencia del periodo de desestabilización y guerra que sufrió Europa en las decadas de los treintas y cuarentas del siglo pasado.
Entre las principales contribuciones de este grupo de elegantes y sofisticados emigrantes se encuentra la profundización en la capacidad de sugerencia y contraste que el cine en blanco y negro tenía para contar historias. Y su principal producto fue ese género llamado "cine negro", un género del cual no son padres únicos pero, desde luego, imprescindibles colaboradores en el proceso de su gestación.
Fritz Lang, Billy Wilder, Robert Siodmak, Karl Freund... y junto a ellos Otto Preminger, director de "Fallen Angel" y de otros titulos como "Laura", "Cara de Angel" o "Ambiciosa".
La filmografía de Preminger es variada y siempre abordando temas controvertidos hasta en su época de madurez como creador, en la que se especializó en grandes producciones que siempre incluían aspectos que rozaban los límites tolerables de la media aritmética de la moralidad, y especialmente a finales de la década de los cincuentas y principios de la década de los sesentas con títulos como "Buenos días, tristeza", "Anatomía de un asesinato", "El Hombre del brazo de oro" o "El Cardenal".
Puede decirse que Preminger siempre llevó consigo hasta el final de su carrera, con por ejemplo títulos como"Rosebud" o "El factor humano", ese aspecto controvertido del cine negro basado en la inmensidad de tonos grises que separaban la certeza del blanco y el negro, aspecto que presidía las relaciones humanas entre los personajes complicándolas hasta el drama y casi siempre la tragedia final.
"Fallen Angel" es un buen ejemplo de esa primera época.
Un buscavidas es arrojado por el oleaje de la vida a las arenas de un pequeño pueblo californiano. Allí conocerá y se enamorará de una ambiciosa camarera para quién el amor no deja de ser más que uno de los reclamos que la naturaleza pone a su disposición para atraer el hombre adecuado. El protagonista buscando conseguir ese amor utilizará sus dotes cameladoras de buscavidas para seducir a una rica solterona perteneciente a las fuerzas vivas de la propia ciudad.
Pero, y como siempre sucede en el cine negro, el destino y la suerte tendrán algo sobre respecto ese plan emparentando en este sentido a este género cinematográfico con la tragedia griega. En ambos casos sus héroes siempre son manejados por una fuerza mucho más poderosa que la propia voluntad y sus esfuerzos casi siempre terminan en desastre... y si el héroe es afortunado en purificación que casi siempre tiene que ver con la entrega de la propia vida en pago de los errores cometidos por ese exceso de voluntad.
El deseo siempre es infinito y aquellas cosas que se desean siempre son escasas, especialmente cuando mismos deseos de diferentes personas coinciden sobre la misma persona u objeto.
La voluntad es la herramienta con la que el deseante intenta hacer posible eso que no sabe es imposible.
Y el plan es la manera en que se despliega de manera práctica esa voluntad.
Casi siempre los planes resultan infalibles sobre el papel, justo el lugar seguro de la narración, donde el destino no interviene y todo es posible.
"Fallen Angel" no es una obra maestra pero es de esas películas que siempre apetece ver.
Otto Preminger es uno de los directores centroeuropeos que emigraron a Hollywood como consecuencia del periodo de desestabilización y guerra que sufrió Europa en las decadas de los treintas y cuarentas del siglo pasado.
Entre las principales contribuciones de este grupo de elegantes y sofisticados emigrantes se encuentra la profundización en la capacidad de sugerencia y contraste que el cine en blanco y negro tenía para contar historias. Y su principal producto fue ese género llamado "cine negro", un género del cual no son padres únicos pero, desde luego, imprescindibles colaboradores en el proceso de su gestación.
Fritz Lang, Billy Wilder, Robert Siodmak, Karl Freund... y junto a ellos Otto Preminger, director de "Fallen Angel" y de otros titulos como "Laura", "Cara de Angel" o "Ambiciosa".
La filmografía de Preminger es variada y siempre abordando temas controvertidos hasta en su época de madurez como creador, en la que se especializó en grandes producciones que siempre incluían aspectos que rozaban los límites tolerables de la media aritmética de la moralidad, y especialmente a finales de la década de los cincuentas y principios de la década de los sesentas con títulos como "Buenos días, tristeza", "Anatomía de un asesinato", "El Hombre del brazo de oro" o "El Cardenal".
Puede decirse que Preminger siempre llevó consigo hasta el final de su carrera, con por ejemplo títulos como"Rosebud" o "El factor humano", ese aspecto controvertido del cine negro basado en la inmensidad de tonos grises que separaban la certeza del blanco y el negro, aspecto que presidía las relaciones humanas entre los personajes complicándolas hasta el drama y casi siempre la tragedia final.
"Fallen Angel" es un buen ejemplo de esa primera época.
Un buscavidas es arrojado por el oleaje de la vida a las arenas de un pequeño pueblo californiano. Allí conocerá y se enamorará de una ambiciosa camarera para quién el amor no deja de ser más que uno de los reclamos que la naturaleza pone a su disposición para atraer el hombre adecuado. El protagonista buscando conseguir ese amor utilizará sus dotes cameladoras de buscavidas para seducir a una rica solterona perteneciente a las fuerzas vivas de la propia ciudad.
Pero, y como siempre sucede en el cine negro, el destino y la suerte tendrán algo sobre respecto ese plan emparentando en este sentido a este género cinematográfico con la tragedia griega. En ambos casos sus héroes siempre son manejados por una fuerza mucho más poderosa que la propia voluntad y sus esfuerzos casi siempre terminan en desastre... y si el héroe es afortunado en purificación que casi siempre tiene que ver con la entrega de la propia vida en pago de los errores cometidos por ese exceso de voluntad.
El deseo siempre es infinito y aquellas cosas que se desean siempre son escasas, especialmente cuando mismos deseos de diferentes personas coinciden sobre la misma persona u objeto.
La voluntad es la herramienta con la que el deseante intenta hacer posible eso que no sabe es imposible.
Y el plan es la manera en que se despliega de manera práctica esa voluntad.
Casi siempre los planes resultan infalibles sobre el papel, justo el lugar seguro de la narración, donde el destino no interviene y todo es posible.
"Fallen Angel" no es una obra maestra pero es de esas películas que siempre apetece ver.
Los gobernantes piden sacrificios.
Hay argumentos de todos los tipos para explicar por qué hay que hacerlos.
Pero, y una vez más, la cuestión esencial queda sepultada bajo cientos y cientos de palabras, cientos y cientos de papeles.
¿Qué ha sucedido para qué de pronto lo que un día era aceptable al día siguiente deje de serlo?
¿Por qué la deuda de los estados es una carga inviable ahora?
¿Por qué ha desaparecido la liquidez en el sistema monetario?
¿Cuál ha sido la gota que ha colmado el vaso?
¿Y de qué negra nube ha caído?
Hay argumentos de todos los tipos para explicar por qué hay que hacerlos.
Pero, y una vez más, la cuestión esencial queda sepultada bajo cientos y cientos de palabras, cientos y cientos de papeles.
¿Qué ha sucedido para qué de pronto lo que un día era aceptable al día siguiente deje de serlo?
¿Por qué la deuda de los estados es una carga inviable ahora?
¿Por qué ha desaparecido la liquidez en el sistema monetario?
¿Cuál ha sido la gota que ha colmado el vaso?
¿Y de qué negra nube ha caído?
domingo, febrero 19, 2012
EN BUSCA DE BOBBY FISHER
No entiendo mucho de ajedrez... En su momento empecé a jugarlo pero lo dejé porque acabó apoderándose de mi cabeza y a mi siempre me ha gustado concentrarme en vivir... Pero se quién fue Bobby Fisher.
En Fisher coinciden dos puntos de atracción simbólica de las sociedades modernas.
Por un lado, y a nivel profundo, el mito del genio. La sobrevaloración de la inteligencia como principal cualidad dentro de una sociedad industrial que utiliza esas capacidades como combustible que alimenta la maquinaria de ciencia e investigación que mantiene la continua progresión hacia delante. En este sentido, y como los cofrades de la especia en la saga Dune de Frank Herbert, los superdotados encierran en si la potencialidad de plegar el tiempo y acelerar ese movimiento uniforme de crecimiento del saber permitiendo a la humanidad adelantar en el tiempo su agenda de modernidad sin fin Y así, y aún habiendo otras cualidades especiales, se concede especial atención a aquellos que son diferentes por su inteligente talento. Se les convierte en una especie de hombres santos, héroes dignos de veneración por una colectividad que espera escuchar el futuro en sus palabras y actos.
Y por otro, en la época de Bobby Fisher, el mundo del ajedrez era un mundo que en su práctica totalidad estaba controlado por ajedrecistas del otro lado del telón de acero. Y en este sentido, con su comportamiento tan natural y directo, el joven Fisher se convirtió en una metáfora de un modo de entender las cosas, el modo americano del sargento York o de los astronautas del proyecto Apolo, personas sanas y joviales que desde cualquier parte de los Estados Unidos emergían para poner las cosas en su lugar demostrando la superioridad de un estilo de vida luminoso basado en la libertad y la individualidad.
Bobby Fisher fue todas esas cosas para quienes le rodeaban, pero para él mismo seguramente sólo fue un chico complicado, solitario, sin igual y para quién el regalo de su inmenso talento se convirtió en un inmenso castigo.
De algún modo Fisher me recuerda a aquel marciano del cuento que forma parte de "Crónicas Marcianas". Ese marciano superviviente que para vivir entre los humanos equivoca la estrategia. Utiliza su poder telepático para transformarse en lo que cada humano con el que se cruza más desea ver y acaba siendo asesinado por una multitud de personas que le quieren para apoderarse de ese deseo que increíblemente pueden ver ante sus ojos.
Y Bobby Fisher se desvaneció.
No se cuáles fueron las verdaderas razones, pero las que he apuntado me parecen bastante buenas. Probablemente buscaba soledad para él y su pasión por el ajedrez, alejarse de un mundo mediático que constantemente le forzaba a ser otra cosa, como el protagonista de la película, diferente al adolescente que fue.
Y en su huida Fisher dejó un vacío en el mundo del ajedrez y sobre ese vacío se construye la historia de la película. Porque Josh Waitzkin, un niño de tan sólo siete años, puede ser su sucesor.
Todos los que rodean a Josh, su padre y sus maestros, se tomarán muy en serio el don para el juego que el niño tiene. Y al igual que sucedió con Fisher le expondrán a un mundo voraz de éxitos y fracasos, pero es aquí donde la película se convierte en una historia mágica y especial trascendiendo el simple drama familiar para la televisión. Porque el talento de Josh se revelará aún mayor ofreciendo a quienes les rodean un punto de vista diferente dando una lección en el tablero de la vida a todos esos adultos que, al igual que Bobby Fisher, proyectan sobre él sus ambiciones y carencias.
El corazón de Josh será mucho mayor que su inteligencia.
Y es ahora cuando escribo que se trata de una historia real, no inventada.
Maravillosa.
No entiendo mucho de ajedrez... En su momento empecé a jugarlo pero lo dejé porque acabó apoderándose de mi cabeza y a mi siempre me ha gustado concentrarme en vivir... Pero se quién fue Bobby Fisher.
En Fisher coinciden dos puntos de atracción simbólica de las sociedades modernas.
Por un lado, y a nivel profundo, el mito del genio. La sobrevaloración de la inteligencia como principal cualidad dentro de una sociedad industrial que utiliza esas capacidades como combustible que alimenta la maquinaria de ciencia e investigación que mantiene la continua progresión hacia delante. En este sentido, y como los cofrades de la especia en la saga Dune de Frank Herbert, los superdotados encierran en si la potencialidad de plegar el tiempo y acelerar ese movimiento uniforme de crecimiento del saber permitiendo a la humanidad adelantar en el tiempo su agenda de modernidad sin fin Y así, y aún habiendo otras cualidades especiales, se concede especial atención a aquellos que son diferentes por su inteligente talento. Se les convierte en una especie de hombres santos, héroes dignos de veneración por una colectividad que espera escuchar el futuro en sus palabras y actos.
Y por otro, en la época de Bobby Fisher, el mundo del ajedrez era un mundo que en su práctica totalidad estaba controlado por ajedrecistas del otro lado del telón de acero. Y en este sentido, con su comportamiento tan natural y directo, el joven Fisher se convirtió en una metáfora de un modo de entender las cosas, el modo americano del sargento York o de los astronautas del proyecto Apolo, personas sanas y joviales que desde cualquier parte de los Estados Unidos emergían para poner las cosas en su lugar demostrando la superioridad de un estilo de vida luminoso basado en la libertad y la individualidad.
Bobby Fisher fue todas esas cosas para quienes le rodeaban, pero para él mismo seguramente sólo fue un chico complicado, solitario, sin igual y para quién el regalo de su inmenso talento se convirtió en un inmenso castigo.
De algún modo Fisher me recuerda a aquel marciano del cuento que forma parte de "Crónicas Marcianas". Ese marciano superviviente que para vivir entre los humanos equivoca la estrategia. Utiliza su poder telepático para transformarse en lo que cada humano con el que se cruza más desea ver y acaba siendo asesinado por una multitud de personas que le quieren para apoderarse de ese deseo que increíblemente pueden ver ante sus ojos.
Y Bobby Fisher se desvaneció.
No se cuáles fueron las verdaderas razones, pero las que he apuntado me parecen bastante buenas. Probablemente buscaba soledad para él y su pasión por el ajedrez, alejarse de un mundo mediático que constantemente le forzaba a ser otra cosa, como el protagonista de la película, diferente al adolescente que fue.
Y en su huida Fisher dejó un vacío en el mundo del ajedrez y sobre ese vacío se construye la historia de la película. Porque Josh Waitzkin, un niño de tan sólo siete años, puede ser su sucesor.
Todos los que rodean a Josh, su padre y sus maestros, se tomarán muy en serio el don para el juego que el niño tiene. Y al igual que sucedió con Fisher le expondrán a un mundo voraz de éxitos y fracasos, pero es aquí donde la película se convierte en una historia mágica y especial trascendiendo el simple drama familiar para la televisión. Porque el talento de Josh se revelará aún mayor ofreciendo a quienes les rodean un punto de vista diferente dando una lección en el tablero de la vida a todos esos adultos que, al igual que Bobby Fisher, proyectan sobre él sus ambiciones y carencias.
El corazón de Josh será mucho mayor que su inteligencia.
Y es ahora cuando escribo que se trata de una historia real, no inventada.
Maravillosa.
LA DOCTRINA DEL SHOCK
No tengo la menor duda de que "La doctrina del shock" es un libro para la historia.
El texto de Naomi Klein, algún día, será un libro para entender buena parte de la historia económica, política y social de la última mitad del siglo XX... y siempre que las propias sociedades sean capaces de controlar a aquellos neoliberales que el propio libro critica impidiendo que terminen destruyéndolas.
El telón de acero cayó para un lado liberando la locura del pensamiento neoliberal y debe caer del otro para literalmente aplastarlo... porque queda un monstruo suelto, un monstruo voraz y destructivo que se las ha arreglado durante un tiempo para convencernos a todos que no es tal.
El libro no hace otra cosa que seguir en el tiempo las huellas de los desmanes y destrozos que ha provocado ese monstruo por diferentes lugares del planeta... Desde Sudamérica hasta el Golfo Pérsico, que fue su última parada hasta que pudo atreverse con Europa que ahora está padeciendo sus indiscriminadas dentelladas.
Y tiene un punto de obra policial "La doctrina del shock".
La autora se desplaza por distintos momentos de la historia, por distintos lugares del globo que son escenarios del crimen de un asesino cuyas pautas va identificando mediante el análisis del mismo escenario. Un monstruo que nació en Chicago, que fue construido por el economista monetarista Milton Friedman con los pedazos del pensar de diferentes economistas clásicos y neoclásicos, y que encontró su arma favorita en las técnicas de contraterrorismo y tortura que estudiosos científicos universitarios desarrollaron para las terminales de acción de los Estados Unidos.
El concepto psicológico de generar un shock para debilitar las defensas de los interrogados en algún momento se cruzó con la convicción de que el mejor momento para hacer cambios que la gente no aceptaría en momentos normales es precisamente un momento de shock.
Si se quiere intervenir sobre las personas y las sociedades, la mejor manera es cuando estas pierden el firme suelo que proporcionan los esquemas habituales sobre los que se sustentan personalidades y estilos de vida. Y en este aprovechamiento del shock los economistas monetaristas se han convertido en consumados maestros asesorando a diferentes gobiernos que por todo el mundo se han impuesto violentamente a sus sociedades para asesorarles en la implementación de un ideario que de ningún modo hubiera sido aceptado por aquellas en condiciones normales, puesto que generaba sociedades desiguales en la que los poderosos se enriquecían.
Sin importarles cualquier consecuencia que vaya más allá de lo económico los economistas monetaristas han implementado sus recetas teóricas sobre realidades descomponiéndolas en estructuras desiguales que eran controladas de forma dictatorial por una élite gobernante que en la mayoría de los casos se enriquecieron con la corrupción.
Y para sociedades más estables, que era difícil que cayeran en situaciones de descomposición política, el siguiente paso fue colonizar el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para invertir el propósito para el que fueron creados convirtiéndoles en agentes de ese cambio con el mecanismo de comprometer prestamos sobre la base de generar en los gobiernos deudores el compromiso de unas reformas que acarreaban consecuencias sociales del mismo cariz.
Unas reformas que generan desigualdades sociales, débiles lanzados a su suerte dentro de una realidad cuyas reglas del juego define un modo de pensar que no les toma en consideración.
Seguramente hay un algún aspecto criticable en el libro, pero lo que a mi entender no tiene la menor duda es la visión global: la critica a un totalitarismo llamado monetarismo cuya última victima está siendo le opulenta y antaño intocable Europa.
Sí, un totalitarismo moral.
El siglo XX aún no ha terminado.
No tengo la menor duda de que "La doctrina del shock" es un libro para la historia.
El texto de Naomi Klein, algún día, será un libro para entender buena parte de la historia económica, política y social de la última mitad del siglo XX... y siempre que las propias sociedades sean capaces de controlar a aquellos neoliberales que el propio libro critica impidiendo que terminen destruyéndolas.
El telón de acero cayó para un lado liberando la locura del pensamiento neoliberal y debe caer del otro para literalmente aplastarlo... porque queda un monstruo suelto, un monstruo voraz y destructivo que se las ha arreglado durante un tiempo para convencernos a todos que no es tal.
El libro no hace otra cosa que seguir en el tiempo las huellas de los desmanes y destrozos que ha provocado ese monstruo por diferentes lugares del planeta... Desde Sudamérica hasta el Golfo Pérsico, que fue su última parada hasta que pudo atreverse con Europa que ahora está padeciendo sus indiscriminadas dentelladas.
Y tiene un punto de obra policial "La doctrina del shock".
La autora se desplaza por distintos momentos de la historia, por distintos lugares del globo que son escenarios del crimen de un asesino cuyas pautas va identificando mediante el análisis del mismo escenario. Un monstruo que nació en Chicago, que fue construido por el economista monetarista Milton Friedman con los pedazos del pensar de diferentes economistas clásicos y neoclásicos, y que encontró su arma favorita en las técnicas de contraterrorismo y tortura que estudiosos científicos universitarios desarrollaron para las terminales de acción de los Estados Unidos.
El concepto psicológico de generar un shock para debilitar las defensas de los interrogados en algún momento se cruzó con la convicción de que el mejor momento para hacer cambios que la gente no aceptaría en momentos normales es precisamente un momento de shock.
Si se quiere intervenir sobre las personas y las sociedades, la mejor manera es cuando estas pierden el firme suelo que proporcionan los esquemas habituales sobre los que se sustentan personalidades y estilos de vida. Y en este aprovechamiento del shock los economistas monetaristas se han convertido en consumados maestros asesorando a diferentes gobiernos que por todo el mundo se han impuesto violentamente a sus sociedades para asesorarles en la implementación de un ideario que de ningún modo hubiera sido aceptado por aquellas en condiciones normales, puesto que generaba sociedades desiguales en la que los poderosos se enriquecían.
Sin importarles cualquier consecuencia que vaya más allá de lo económico los economistas monetaristas han implementado sus recetas teóricas sobre realidades descomponiéndolas en estructuras desiguales que eran controladas de forma dictatorial por una élite gobernante que en la mayoría de los casos se enriquecieron con la corrupción.
Y para sociedades más estables, que era difícil que cayeran en situaciones de descomposición política, el siguiente paso fue colonizar el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para invertir el propósito para el que fueron creados convirtiéndoles en agentes de ese cambio con el mecanismo de comprometer prestamos sobre la base de generar en los gobiernos deudores el compromiso de unas reformas que acarreaban consecuencias sociales del mismo cariz.
Unas reformas que generan desigualdades sociales, débiles lanzados a su suerte dentro de una realidad cuyas reglas del juego define un modo de pensar que no les toma en consideración.
Seguramente hay un algún aspecto criticable en el libro, pero lo que a mi entender no tiene la menor duda es la visión global: la critica a un totalitarismo llamado monetarismo cuya última victima está siendo le opulenta y antaño intocable Europa.
Sí, un totalitarismo moral.
El siglo XX aún no ha terminado.
sábado, febrero 18, 2012
EL AMO DE LA CASA
Dirigida en 1925 por Carl Theodor Dreyer en su Dinamarca natal, "El amo de la casa" fue la película que otorgó al maestro danés fama internacional.
Básicamente se trata de un cuento moral transmitido a través de un drama familiar que sucede a una familia y a unos personajes que aparentemente no tienen nada de especial.
Vicktor Frandsen es un padre terrible que proyecta sus frustraciones de manera desconsiderada y brutal sobre su mujer y sus hijos quienes sin embargo y pese a sus constantes desaires se desviven por hacer su vida fácil y feliz. Este espectáculo de crueldad es presenciado por la Nana, un anciana que fue la encargada de educar a Vicktor en su infancia y que, cuando la situación llega al límite de lo aceptable, decide que su tarea educativa no ha terminado.
El amo de la casa será desafiado por la anciana que desencadenará un proceso de castigo y posterior purificación en el protagonista que es el asunto principal de la película.
Originariamente una obra teatral la historia apenas abandona las cuatro paredes de la casa de la que el protagonista es desconsiderado amo y la única acción que existe es el continuo enfrentamiento entre las distintas personalidades.
Miradas, rostros, voluntades, intereses, acciones...
La transfiguración de la vida misma.
Obra maestra.
Dirigida en 1925 por Carl Theodor Dreyer en su Dinamarca natal, "El amo de la casa" fue la película que otorgó al maestro danés fama internacional.
Básicamente se trata de un cuento moral transmitido a través de un drama familiar que sucede a una familia y a unos personajes que aparentemente no tienen nada de especial.
Vicktor Frandsen es un padre terrible que proyecta sus frustraciones de manera desconsiderada y brutal sobre su mujer y sus hijos quienes sin embargo y pese a sus constantes desaires se desviven por hacer su vida fácil y feliz. Este espectáculo de crueldad es presenciado por la Nana, un anciana que fue la encargada de educar a Vicktor en su infancia y que, cuando la situación llega al límite de lo aceptable, decide que su tarea educativa no ha terminado.
El amo de la casa será desafiado por la anciana que desencadenará un proceso de castigo y posterior purificación en el protagonista que es el asunto principal de la película.
Originariamente una obra teatral la historia apenas abandona las cuatro paredes de la casa de la que el protagonista es desconsiderado amo y la única acción que existe es el continuo enfrentamiento entre las distintas personalidades.
Miradas, rostros, voluntades, intereses, acciones...
La transfiguración de la vida misma.
Obra maestra.
LA GRAN ILUSIÓN. Dinero y poder en Hollywood.
Escrito por Edward Jay Epstein, un periodista especializado en los vinculos entre el poder y los medios de comunicación, "La Gran ilusión. Dinero y poder en Hollywood" es un relato bastante completo sobre el cine como negocio e industria.
El propósito del autor es escribir sobre el mundo del cine en su configuración resultante tras la caída del sistema de estudios y la relación de aquel con la naciente sociedad de consumo y desde luego que lo consigue.
El libro aborda el tema desde diferentes perspectivas: la de los actores implicados y las relaciones existentes entre ellos, la del ciclo de vida del producto desde su conceptualización hasta las terminales finales de su explotación comercial, la tecnológica, las en mayor o menor medida inconfesables relaciones entre el cine independiente y el comercial, la evolución en la propiedad dentro del negocio cinematográfico... El repaso es más que interesante y por momentos no sólo resulta descriptivo sino también erudito, cosa que el que les escribe siempre agradece.
"La gran ilusión" responde muchas preguntas y ayuda a comprender qué es éso que llamamos cine y que se parece cada vez menos a aquello que fue y, mucho peor, a aquello que los que lo amamos quisiéramos que fuera, pero, y como en todo, el mercado ha impuesto su desnuda lógica retributiva.
Cada vez hay menos lugar en el cine para el arte, para la experiencia emocionante y empática.
Y cuando hay que decidir son de las miradas y de las personas de lo primero que se prescinde para hacer versiones comerciales de las películas. Antes el material que quedaba fuera del montaje final era verdaderamente irrelevante, ahora lo que queda fuera es precisamente todo aquello que da vida a las historias.
Las miradas, los rostros y las palabras.
Escrito por Edward Jay Epstein, un periodista especializado en los vinculos entre el poder y los medios de comunicación, "La Gran ilusión. Dinero y poder en Hollywood" es un relato bastante completo sobre el cine como negocio e industria.
El propósito del autor es escribir sobre el mundo del cine en su configuración resultante tras la caída del sistema de estudios y la relación de aquel con la naciente sociedad de consumo y desde luego que lo consigue.
El libro aborda el tema desde diferentes perspectivas: la de los actores implicados y las relaciones existentes entre ellos, la del ciclo de vida del producto desde su conceptualización hasta las terminales finales de su explotación comercial, la tecnológica, las en mayor o menor medida inconfesables relaciones entre el cine independiente y el comercial, la evolución en la propiedad dentro del negocio cinematográfico... El repaso es más que interesante y por momentos no sólo resulta descriptivo sino también erudito, cosa que el que les escribe siempre agradece.
"La gran ilusión" responde muchas preguntas y ayuda a comprender qué es éso que llamamos cine y que se parece cada vez menos a aquello que fue y, mucho peor, a aquello que los que lo amamos quisiéramos que fuera, pero, y como en todo, el mercado ha impuesto su desnuda lógica retributiva.
Cada vez hay menos lugar en el cine para el arte, para la experiencia emocionante y empática.
Y cuando hay que decidir son de las miradas y de las personas de lo primero que se prescinde para hacer versiones comerciales de las películas. Antes el material que quedaba fuera del montaje final era verdaderamente irrelevante, ahora lo que queda fuera es precisamente todo aquello que da vida a las historias.
Las miradas, los rostros y las palabras.
viernes, febrero 17, 2012
"En esta obra, a la luz de las observaciones hechas por Mauss y otros antropólogos sobre las instituciones económicas primitivas,se viene a decir que "el intercambio se considera como una pérdida suntuaria de los objetos cedidos" y "se presenta, por tanto, básicamente, como un proceso de gasto sobre el cual se ha desarrollado un proceso de adquisición", afirmándose "el carácter secundario de la producción y la adquisición con relación al gasto". La idea de un "mundo apacible y acorde con sus principios", supuestamente regulados por la necesidad primordial de adquirir, de producir y de conservar no es más que una "confortable ilusión", en tanto que el mundo en el que vivimos está abocado al descalabro, y la supervivencia de las sociedades no es posible más que a costa de considerables y crecientes gastos improductivos."
(La parte maldita y la noción del gasto, Georges Bataille. Introducción)
(La parte maldita y la noción del gasto, Georges Bataille. Introducción)
jueves, febrero 16, 2012
miércoles, febrero 15, 2012
"El espacio es cierto orden, cuya forma más sencilla es las tres dimensiones o coordenadas de Descartes. Pero si se sigue esta idea hasta la mecánica cuántica, se verá un orden multidimensional mucho más sutil que eventualmente se disuelve en un vasto océano de energía."
(El paradigma holográfico, Ken Wilber)
(El paradigma holográfico, Ken Wilber)
martes, febrero 14, 2012
Los vestigios materiales de las vivencias olvidadas arden mucho mejor.
Desde que comenzó a quemar todos sus recuerdos no ha hecho otra cosa que comprobarlo.
Supone que la sequedad del olvido lo vuelve todo aun más inflamable.
Y habiendo sido olvidado tantas veces,
no se arriesga a acercarse a las llamas por si acaso.
Seguramente todo su ser se consumiría en un parpadeo
y el viento despeinandole las cenizas haría el resto.
Desde que comenzó a quemar todos sus recuerdos no ha hecho otra cosa que comprobarlo.
Supone que la sequedad del olvido lo vuelve todo aun más inflamable.
Y habiendo sido olvidado tantas veces,
no se arriesga a acercarse a las llamas por si acaso.
Seguramente todo su ser se consumiría en un parpadeo
y el viento despeinandole las cenizas haría el resto.
lunes, febrero 13, 2012
"Se entiende al decir que: la teoría actual afirma que el vacío contiene toda esta energía que luego se ignora porque no
puede medirse con ningún instrumento. Se piensa que sólo puede considerarse real lo que se puede medir con un instrumento, porque el único punto acerca de la realidad de la física es resultado de los instrumentos, salvo que también se dice que hay partículas que no pueden verse en absoluto con instrumentos. Lo que puede decirse es que el estado actual de la física teórica implica que el espacio vacío tiene toda esta energía y que la materia es un ligero incremento de energía, y, por consiguiente, la materia es como un pequeño rizo en este océano tremendo de energía, con cierta estabilidad relativa, y que es manifiesto. Por lo que yo sugiero que este orden implicado implica una realidad que va mucho más allá de lo que llamamos materia. La materia misma no es más que un rizo sobre este fondo."
(El paradigma holográfico, Ken Wilber)
(El paradigma holográfico, Ken Wilber)
domingo, febrero 12, 2012
Suscribirse a:
Entradas (Atom)