Lo reconozco.
Soy muy fan de Danny Boyle.
Principalmente porque el inglés siempre se las arregla para que sus películas tengan un toque único, especial, a veces innovador y esto es una cualidad difícil de conseguir en un entorno de cine comercial que prácticamente vive encerrado en el constante esfuerzo de repetirse, de evocarse a sí mismo.
Más vale repetir las claves del éxito conocido que jugarse el tipo con un vehiculo casi siempre caro como es el cine experimentando nuevos caminos para añadir más elementos de éxito dentro de ese relato que constantemente se conjura y repite.
En este contexto, Boyle es una "rara avis" cuyos proyectos siempre ambiciosos, también siempre cuentan, como comento, con ese elemento diferencial que los hace especiales.
Dentro de esta lógica, Boyle presenta "Trance", un thriller psicológico muy hitchcockiano rebosante de pasadizos y trampas, de enrevesados giros de guión y que, de algún modo, me recuerda bastante a esa joya llamada "Marnie la ladrona" que Hitchcock filmara en 1964.
En ambas realidad y ficción, lo consciente y lo inconsciente se entremezclan para construir un relato lleno de sorpresas en el que las cosas nunca terminan de ser lo que en realidad parece que son y en el que los papeles de cazador y presa son intercambiados entre los personajes con la misma verteginosa velocidad con la que se desarrolla la historia del robo de un cuadro.
El resultado es, a la par, interesante y fascinante.
Y Boyle se las arregla en la mejor línea del maestro Hitchcock para que la enrevesada complejidad del relato resulte verosímil y, por lo tanto, creíble mientras sucede. Otra cosa es que, y como sucede con todas las películas de Hitchcock, a uno le de por pensar en lo que acaba de ver.
Merece la pena ver "Trance".
Buena.
Soy muy fan de Danny Boyle.
Principalmente porque el inglés siempre se las arregla para que sus películas tengan un toque único, especial, a veces innovador y esto es una cualidad difícil de conseguir en un entorno de cine comercial que prácticamente vive encerrado en el constante esfuerzo de repetirse, de evocarse a sí mismo.
Más vale repetir las claves del éxito conocido que jugarse el tipo con un vehiculo casi siempre caro como es el cine experimentando nuevos caminos para añadir más elementos de éxito dentro de ese relato que constantemente se conjura y repite.
En este contexto, Boyle es una "rara avis" cuyos proyectos siempre ambiciosos, también siempre cuentan, como comento, con ese elemento diferencial que los hace especiales.
Dentro de esta lógica, Boyle presenta "Trance", un thriller psicológico muy hitchcockiano rebosante de pasadizos y trampas, de enrevesados giros de guión y que, de algún modo, me recuerda bastante a esa joya llamada "Marnie la ladrona" que Hitchcock filmara en 1964.
En ambas realidad y ficción, lo consciente y lo inconsciente se entremezclan para construir un relato lleno de sorpresas en el que las cosas nunca terminan de ser lo que en realidad parece que son y en el que los papeles de cazador y presa son intercambiados entre los personajes con la misma verteginosa velocidad con la que se desarrolla la historia del robo de un cuadro.
El resultado es, a la par, interesante y fascinante.
Y Boyle se las arregla en la mejor línea del maestro Hitchcock para que la enrevesada complejidad del relato resulte verosímil y, por lo tanto, creíble mientras sucede. Otra cosa es que, y como sucede con todas las películas de Hitchcock, a uno le de por pensar en lo que acaba de ver.
Merece la pena ver "Trance".
Buena.