jueves, diciembre 23, 2010

HECHIZO EN LA RUTA MAYA

A veces las historias, como las personas, necesitan suerte.

Para su desgracia no siempre encuentran quién las comprenda de una manera clara y completa o, habiéndolas entendido, tenga el suficiente talento como para trasladarlas al gran o pequeño público. Y éste es, a mi entender, el principal problema que tiene "Hechizo en la ruta maya": los encargados de desarrollarla en guión y trasladarla a la gran pantalla no han sido capaces de hacerlo con la suficiente y necesaria brillantez.

Basada en un relato de James Hadley Chase, "Hechizo en la ruta maya" es una historia complicada pese a su aparente sencillez. A medio camino entre lo fantástico, lo poético, la aventura y la comedia romántica puede resultar complicado encontrar el tono narrativo adecuado, qué tomar y qué dejar en cada momento, en qué proporción presentarlo buscando evitar transiciones bruscas entre lo que es real y lo que es fantástico, lo que es poético y lo que es romántico. Y de todo punto los encargados de realizar tan complicado trabajo no han dado con la tecla correcta convirtiendo la película en un complicado edificio de naipes que a duras penas se sostiene.

Magia y realidad, poesía y romanticismo no mezclan en "Hechizo en la ruta maya". Suceden superpuestos en diferentes capas dentro de las imágenes que se nos muestran, aislados, sin dialogar entre sí. Y es una pena porque, a pesar de todo, quién les escribe intuye una historia llena de posibilidades miserablemente desaprovechada por un planteamiento excesivamente rutinario y mecánico, incapaz de reservar al corazón mágico y poético que la historia tiene un lugar central, a la altura de sus posibilidades y necesidades.

La historia de Myra (una Bridget Fonda tan sosa como siempre), una ayudante de mago a punto de casarse con un senador norteamericano, y su viaje, iniciado con una promesa realizada a su mágico mentor, que será un viaje al interior de ella misma con ayuda de una shaman de la selva guatemalteca, se pierde lastimosamente en una anodina tierra de nadie.

Si Buñuel hubiese querido hacer una película de aventuras, éste habría sido un perfecto guión para él.

Malograda.




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