miércoles, enero 26, 2011

LA DANZA DE LA REALIDAD

Encuentro fascinante leer sobre los últimos descubrimientos de la Física. Por increíble que parezca realidad y ficción parecen entremezclarse para producir una visión compleja basada en la probabilidad en la que en absoluto las cosas son lo que parecen.

Y lo mejor de todo ya no son los clásicos asombros acerca de la incertidumbre, la función de onda, el hecho de que de la nada pueda siempre surgir algo sino asombros más especiales e intensos. Especialmente los que tienen que ver con la teoría del Bootstrap y el Teorema de Bell, asombros que surgen de planteamientos que hablan de una instancia oculta, generadora de la realidad tal y como intentamos conocerla en algún lugar que se encuentra más allá de las determinaciones espacio-temporales que definen esa creación.

Simplemente está ahí, envolviendo y fundándolo todo, transparentándose a nuestra intuición cuando la deducción hace ya tiempo que no sirve, convertida en una sombra que sólo podemos rozar cuando en la observación experimental estallan como añicos arrancados a su estructura invisible las partículas subatómicas.

En realidad, toda la física cuántica es una suerte de pregunta lanzada contra ese misterio que se intuye insondable y misterioso, un misterio que, por increíble y contradictorio que parezca, necesita de lo espiritual para ser sentido porque lo racional se agota en la inagotable cantidad de mil y un experimentos.

Y ningún libro como "La danza de los maestros" muestra el viaje que ha llevado al ser humano desde las más completas certezas hasta las más oceánicas incertidumbres ante cuyo misterio la razón se agota, revelando algo que la modernidad ha olvidado: el papel que lo espiritual tiene como fuente de conocimiento.

Si hay algo que se deduce de forma evidente del esfuerzo por conocer llevado a cabo por las vanguardias de la física es un increíble agotamiento de la razón ante la arrasadora intuición de la existencia de un algo inefable que la sobrepasa y que parece inalcanzable desde el detalle, desde el sísifico proceso de descomposición que supone lo analítico.

Cuanto más se indaga sobre la estructura de la realidad, lo espiritual y lo sintético se muestran más y más necesarios y relevantes, una espiritualidad laica que intuye un todo compuesto por la interconexión de todo lo existente.

Imprescindible.

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